Roy camino a su casa. Era tarde, pero el estúpido baile acababa de terminar y Roy tenía una política de ser el último en irse. Todo militar es más fácil de abordar después de unas cuantas copas. Pero ahora, después de horas de halagar a oficiales superiores, sus ancianas esposas y sus horrendas hijas, Roy necesitaba un tiempo para aclarar su cabeza y recordar por que estaba haciendo todo esto.

De repente, vio un bulto negro al otro lado de la calle. Se quedo mirando y el bulto se movió. Roy se quedo ahí, sin saber si freírlo o no, cuando el bulto avanzo hasta quedar en la luz de una farola.

-¿Black…Hayate?-

El coronel pensó que su cerebro (y el alcohol) le estaban jugando pasadas. Pero poco a poco los detalles comenzaron a aclararse y, después de un rato, Roy estaba completamente seguro que ese era el cachorro de Riza.

Con movimientos vacilantes se llevo una mano a la boca y, en el tercer intento, logro producir un silbido similar al que tantas veces le había escuchado a la teniente. El cachorro se detuvo y levanto las orejas. Roy silbo de nuevo y el cachorro corrió hacia él, atravesando la pista y haciendo que Roy se alegrara de que eran las 4 de la mañana y no había ni un solo carro.

Cuando el cachorro llegó a sus pies, Roy lo levantó hasta que estuvieron en el mismo nivel. Black Hayate le devolvió la mirada y luego le lamió la cara. El coronel se puso el cachorro bajo el brazo y se dirigió a casa de Riza.

-¡Black Hayate!...¡Black Hayate!- Roy la oyó antes de verla. Sonaba preocupada. El alquimista le dio la vuelta a la esquina y ahí estaba, parada gritando en medio de la pista. El coronel se acerco y le puso una mano en el hombro.

Automáticamente, Riza se volteo y Roy estuvo seguro de que le iba a disparar. Pero su expresión de sorpresa se transformo en alivio cuando vio al cachorro en manos de su jefe.

-¡Black Hayate!- lo tomo de sus manos y lo apretó contra ella. El cachorro le lamió la cara. Pero el cerebro de Roy había sufrido una sobrecarga y se había apagado.

Aparentemente, Black Hayate se había escapado a mitad de la noche y, en su desesperación, Riza había salido a buscarlo sin cambiarse. Así que ahora la teniente estaba parada a mitad de la pista con nada más que una camisa encima. Pero eso no fue lo que congelo a Roy (o al menos no todo) Esa era SU camisa.

Cierto, se veía MUCHO mejor en ella. Le llegaba a la mitad de los muslos y, aún con todos los botones abotonados, dejaba bastante al descubierto… pero era SU camisa. ¿Cómo demonios tenía Riza SU camisa?

-¿Riza?- Riza se detuvo en medio de su regaño a Black Hayate y levantó la mirada. -¿Esa es mi camisa?- la teniente lo miró con curiosidad, miró la camisa, levanto la mirada de nuevo y asintió -¿Por q tienes mi camisa?-

-La dejaste en mi casa el otro día-

-…Oh- respondió Roy, no muy seguro de cómo había hecho para dejar su camisa, pero pensando que debía comenzar a hacerlo más seguido. Miró a Riza y pudo ver que estaba temblando –deberíamos entrar, esta haciendo frío- ella lo miró de nuevo antes de asentir e iniciar la marcha hacia la puerta, Black Hayate dormido en sus brazos. Roy puso un brazo alrededor de su cintura posesivamente y, una vez que Riza entro, volteo a ver la calle con el ceño fruncido, como si esperara ver a la gente pegada a las ventanas.

-¿Roy? No te agradecí por encontrar a Black Hayate…-

Al momento siguiente, su camisa y cualquier pensamiento relacionado fue olvidado al terminar esta arrugada en el piso.