Riza estaba sentada en su cama, abrazando a sus piernas contra su pecho. Lágrimas corrían por sus mejillas y la teniente no hacía nada para detenerlas. Simplemente, no tenía la fuerza suficiente.
De repente, sintió algo frío contra su pierna. Levanto la mirada para ver a Black Hayate sentado junto a su cama, una mirada de preocupación en su canino (por que será?...) rostro. Riza sonrió a través de las lágrimas y se estiró para acariciar al cachorro. Pero Black Hayate levanto las orejas y volteó la mirada; y los golpes en la puerta no se demoraron en seguir.
-¡RIZA¡RIZA SE QUE ESTAS AHÍ¡DEJAME EXPLICARTE¡RIZA POR FAVOR¡RIZA!-
La susodicha sólo abrazó sus piernas con más fuerza y las lágrimas aumentaron. Trato de ahogar esa voz, pero por más que intentaba esta siempre lograba atravesar sus pensamientos.
-¡POR FAVOR RIZA¡SABES QUE YO NUNCA HARIA ALGO ASI¡NO A TI¡SABES QUE TE AMO¡RIZA¡POR FAVOR DEJAME ENTRAR¡PUEDO EXPLICARLO¡RIZA!-
La teniente llevo sus manos a sus oídos, pero la voz no cesó. Sus lágrimas aumentaron, pero estas eran lágrimas de desesperación. ¿Por qué no podía irse¿No había hecho ya bastante daño? Riza no podía enfrentarlo, no ahora. Solo quería q se fuera, que se fuera y no verlo nunca más. Tal vez entonces podría dejar de llorar y este hoyo que sentía en su interior se cerraría…
¡CCCRRRRAAAAASSSSHHHHHH!
La teniente levanto la mirada sorprendida ¿Qué demonios había sido eso? Sonaba como vidrios rotos y recién ahí noto que los golpes en su puerta habían cesado. Pero su alivio se acabo cuando volteó la mirada y vio a su superior trepando por su, ahora rota, ventana.
Riza sintió a su cuerpo paralizarse y no pudo hacer nada mientras el coronel pasaba por la ventana y caía al piso de su habitación, su mano derecha ensangrentada con lo que quedaba de su, anteriormente blanco, guante.
Trato de decir algo, pero no podía hilvanar las palabras. Podía ver como los labios de Roy se movían pero las palabras no llegaban a sus oídos. El alquimista atravesó el cuarto y se arrodillo junto a su cama. Sólo cuando una mano ensangrentada cubrió la suya Riza volvió a la realidad.
Una mirada de horror cruzo su rostro antes que se bajara de la cama por el lado opuesto a Roy y corriera hacia la puerta. Pero el coronel fue más rápido y agarrándola fuertemente la atrajo bruscamente hacia sí.
Riza grito, golpeo y pateo pero Roy se negó a soltarla. Trato de hablar, de hacerla entender, pero la teniente no estaba dispuesta a escucharlo. Al final Roy se cansó y trato de cerrar sus labios con los suyos.
La mujer sólo se quedo quieta el tiempo que duro la sorpresa. Con un fuerte empujón se separo de Roy y antes de que este pudiera hacer algo cogió su arma de la mesa de noche y lo apuntó con ella
-Será mejor que se vaya, coronel- Roy hizo una mueca de dolor ante el uso del tan odiado rango, pero se negó a darse por vencido
-Riza, por favor…-
-¡Váyase!-
-Déjame que te explique-
-¡Vete¡Vete de una vez¡Vete donde esa…esa zorra y no vuelvas!- las lágrimas corrían por sus mejillas y trató de secarlas con su mano libre. No quería que la viera llorar y mucho menos por él -¡Vete!- le gritó cuando el no se movió
- No- Riza conocía esa mirada de decisión y no pudo sentir temblar a sus rodillas – No me iré hasta que me hayas escuchado, y no me importa si me toma todo el día o el resto de la semana. No me voy a ir-
Riza mantuvo su mirada antes de bajar el arma y disparar a sus pies. La bala dejo un agujero humeante a solo centímetros de los pies de Roy.
-Vete. Vete o si no…-
- No me importa. No puedo irme sin que sepas la verdad. No puedo irme sin ti, Riza-
- ¡Vete Roy¡Yo ya no soy tuya¡Y nada de lo que digas va a cambiar eso¡Ya no hay nada entre nosotros, nada!-
Dolor paso por los ojos de Roy y Riza casi baja el arma al verlo. Pero su mantuvo firme y trato de ignorar el hecho de que su brazo temblaba. Pero Roy no se iba a rendir. Avanzó hasta que la pistola estuvo presionada contra su pecho, justo sobre su corazón. Mantuvo sus ojos fijos en Riza, su mirada tan llena de amor que todo su cuerpo temblaba.
-Entonces bien puedes disparar, por que mi corazón ya esta roto-
Riza lo miró a través de las lágrimas. Libero el seguro y jalo levemente el gatillo, pero no disparo. Trago saliva e intento de nuevo, pero su mente se negó a disparar contra el hombre que amaba y que había jurado proteger. Así que se quedo ahí, su brazo temblando mientras sostenía el arma que podía acabar con lo que más quería en el mundo. Roy aprovecho la oportunidad y comenzó a hablar.
-Riza, no tengo la menor idea de quien era esa mujer… ¡Sólo escúchame! – a la mención de esa mujer la mirada de Riza se había llenado de odio y el temblor de su brazo disminuyo –creo q salimos alguna vez, pero ni si quiera recuerdo su nombre. Estábamos hablando y ella se tiro encima mío… Por favor créeme- añadió al ver su mirada de incredulidad- sabes q nunca te traicionaría. Te amo, Riza… ¡Por favor, Riza! – siguió cuando esta no bajo el brazo – no siento nada por esa mujer, si no la viera de nuevo por el resto de mi vida sería completamente feliz. Yo no le pedí ni quería q me besara… Tienes q creerme. Tú eres a la única a la que amo. Por favor, Riza, por favor… Tienes q creerme – Roy comenzó a desesperarse cuando la teniente no le respondió.
Riza había escuchado toda su confesión y no estaba segura de que pensar. Parte de ella quería creerle, pero la otra parte (la parte racional) no hacía más que recordarle lo mujeriego que era Roy. Lo mujeriego que había sido, no ha salido con nadie desde que esta contigo.
Pero su indecisión se acabo cuando vio en sus ojos. Estaban tan llenos de esperanza, arrepentimiento y, sobretodo, amor que Riza sintió como se derretía bajo su mirada. En ese momento, supo que era inútil pelear. Lentamente sonrió a través de las lágrimas y bajo el arma.
-Te creo-
Roy sonrió y en un abrir y cerrar de ojos cerro la distancia entre los dos y entre sus labios. Esta vez Riza no lucho contra él y se hundió en su abrazo, su arma haciendo un fuerte ¡clank! al chocar contra el suelo. Se separaron no mucho después (después de todo, la gente respira) pero ninguno de los dos quiso romper su abrazo.
Lentamente, Roy trato de limpiar las lágrimas de sus mejillas (pero sólo logro mancharlas más con la sangre de su mano) Sintió una puñalada de dolor; odiaba verla llorar y odiaba más que él fuera el causante. Como leyendo sus pensamientos, Riza sonrió y lo miró a los ojos.
-Me debes una nueva ventana-
