Siempre dije que odiaba la vida, que el destino se había ensañado conmigo, que todo lo malo que me ocurría era porque yo no estaba destinada a ser feliz, esos pensamientos desaparecieron aquella noche tan mágica, pero volvieron el día que ese maldito decidió regresar.


No se cuanto tiempo había pasado, el lugar en el que me encontraba era frió, húmedo y totalmente oscuro. Mi cuerpo estaba adolorido, pero no podía dolerme mas que el corazón, había visto a Draco caer de la escoba, a esa altura nadie podría sobrevivir pero aun así tenia una esperanza; los profesores estaban cerca de él, tal vez evitaron que cayera.

Con mucho esfuerzo abrí los ojos, los parpados me pesaban demasiado, trate de dar un paso hacia delante pero no pude algo me sostenía y entre mas forcejeaba mas presión ponía en mis muñecas, gire la vista hacia mi mano y pude ver mis cadenas, era el lazo del diablo, me aprisionaba fuertemente de brazos y piernas, los cuales sangraban mucho. Un chirrido me hizo levantar la vista, la puerta se abrió y divise a Bergerac.

Hola¿Cómo te sientes? – pregunto como si no notara el daño que me hacia esa planta. No conteste y el agrego – siento mucho que todo tenga que ser así, si tan solo te decidieras a aceptarme podríamos…

¿Aceptarte? – pregunte con ironía – ¿acaso no te das cuenta? – pregunte una vez mas.

Darme cuenta ¿de que? – pregunto inquieto.

¡De que te odio¡De que te he odiado desde que te conocí, me das asco, me repugnan los tipos como tu¡Te odio con todo mi ser! Y nunca me oyes ¡Nunca obtendrás una muestra de afecto de mi parte! Por mi puedes ¡morirte! – le grite llena de ira y de odio, ni siquiera sabia como es que sentía tantas ganas de matarlo.

No, no me digas eso – contesto en un tono triste.

¿Por qué demonios no te das cuenta! – le grite de la misma forma que antes.

Te quitare el lazo, tal vez así te tranquilices – dijo acercándose para quitarme las espinosas cadenas.

Si me sueltas te juro que te matare – le advertí en un tono amenazador sin siquiera pensarlo.

No puedo creer que ayas cambiado tanto, yo te amo – dijo mirándome con tristeza.

¡Pero yo no! – le grite – yo amo a otra persona – comente recordando a Draco.

Es el tipo con el que te vi ¿cierto? El que intente tirar de la escoba – pregunto con un tono mas duro.

Así es – asegure – lo amo con toda mi alma.

Lamentablemente ahora esta muerto – interrumpió.

No me importa, lo amo y lo amare ¡toda mi vida, tu para mi ¡no vales nada! El es lo único que me importa, en cambio a ti te detesto.

¡Cállate! – me grito dándome una bofetada para después salir del lugar

Escupí la sangre que tenía en la boca, forcejeé una vez mas para tratar de safarme, pero solo logre hacerme mas daño en el cuerpo. Llore durante unas horas hasta perder de nuevo el conocimiento.

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Sentí una mano que me acariciaba el rostro con delicadeza, por un momento creí que todo había sido una pesadilla y que Draco estaba conmigo tratando de despertarme cariñosamente, abrí los ojos y lo vi de nuevo frente a mi tocando mi cara, me enfurecí y trate de morderlo sacudiéndome para que se alejara de mi, parecía una verdadera fiera dispuesta a matar a todo aquel que se me paseara por delante.

¡No vuelvas a tocarme con tus asquerosas manos! – le grite con rabia.

Tengo que llevarte ante el señor tenebroso – dijo tranquilamente.

Yo no iré a ningún lado – dije apretando los dientes.

Toma esto – acercándome un recipiente con una sustancia extraña – te sentirás mejor.

De nuevo me sacudí tirando el recipiente de sus manos, no me importaba lo que fuera jamás tomaría algo que el me diera.

Si no quieres tomarlo por las buenas lo harás por las malas – aseguro enfadado llamando a tres hombre que esperaban cerca de la puerta.

Entre los tres me aprisionaron uno me tomo bruscamente del rostro obligándome a tomar la sustancia. Después de unos segundos sentí como mis fuerzas desaparecían, Bergerac me soltó, quise atacarlo pero no pude, ni siquiera podía mantenerme en pie, paso uno demis brazos sobre su cuello y me llevo por unos pasillos iluminados por antorchas, llegamos a un salón muy grande, al parecer el principal, se escuchaban voces pero había una en especial que sonaba fría y maquiavélica.

Suéltala Bergerac – ordeno la voz

Pero señor

No me contradigas.

Si señor.

Bergerac me dejo caer al suelo, pude sostenerme con los brazos quedando de rodillas, me sentía morir.

Levanta la vista niña – ordeno nuevamente, no obedecí y agrego – obstinada ¡he, Lucius.

¿Había dicho Lucius? El padre de Draco estaba ahí, escuche como se acercaba a mi, me tomo del cabello y jalo mi cabeza hacia atrás para que mirara a su señor. Por fin lo mire y me horroricé al verlo, Voldemort era un monstruo.

Tan terca y obstinada como tus padres – comento, a lo cual me quede atenta escuchando – así es, tus padres también eran así, incluso se atrevieron a desafiarme rehusándose a obedecerme.

Por eso… eran… un… orgullo… par mi – asegure con dificultad.

¡Ja¿un orgullo? Si, tal vez, pero por tratar de ser tu orgullo perdieron la vida.

¿Q… qué? – pregunte intrigada.

Recibieron su castigo por desobedecerme – dijo con una horrible sonrisa.

Inmediatamente supe lo que trataba de decirme, muchas veces me pregunte ¿Cómo habían muerto mis padres? Y ahí tenía la repuesta.

Tu… tu los… mataste – asegure mirándolo con el mismo odio con el que miraba a Bergerac.

Como te dije solo recibieron su castigo por desafiarme, déjala Lucius.

El señor Malfoy me soltó y se alejo, tenia ganas de abalanzarme sobre Voldemort y rasgarle la cara con las uñas, sentí un piquete en un costado, de pronto recordé que antes de que empezara el partido de Quidditch había tomado una daga que conservaba como recuerdo de mi padre y la guarde entre mi uniforme, tenia una oportunidad para escapar, mire detenidamente a Voldemort quien estaba distraído hablando con uno de sus mortífagos, era ahora o nunca, me levante y corrí, escuche pronunciar una maldición y me coloque detrás de un hombre para protegerme, seguí corriendo y Bergerac me cerro el paso.

Atrápenla – ordeno Voldemort con furia.

Saque la daga y la clavé en el brazo de Bergerac, corrí con todas mis fuerzas sin mirar atrás, sentí que algo me atravesó la pierna, era una flecha que salio de la pared, pero no me detuve a ver la herida, seguí corriendo y otra trampa me alcanzo rompiéndome el brazo pero una vez mas me levante. Rápidamente encontré la salida del castillo, la cual daba a un bosque, me interne en el tratando de que me perdieran la pista. Me detuve un momento para tomar aire; escuche un ruido extraño en el cielo, mire hacia arriba y vi a un dragón, descendió frente a mi, entonces perdí toda esperanza.

No puede ser – dejándome caer de rodillas al suelo – no puedo creer que todo termine así.

Mire al dragón y luego mire hacia atrás, podía escuchar las voces y los pasos de aquellos que me perseguían.

Termina conmigo – le dije al dragón – es mucho mejor que lo hagas tu a que lo hagan ellos.

Observe a los mortífagos que estaban detrás de mi, entonces sucedió lo inesperado, el dragón lanzo unas llamas ardientes a través de su nariz impidiéndoles el paso, se inclino sobre el pasto y me miro sin moverse ¿Acaso me estaba brindando su ayuda? Sin pensarlo dos veces subí a su espalda aferrándome a su escaso pelo y emprendió el vuelo.

Increíblemente el dragón sabía perfectamente a donde ir, y despues de un par de horas, aterrizo frente al castillo y se inclino de nuevo para dejarme bajar, me aleje de el por miedo a que me atacara, sin embargo, el se acerco y me empujo suavemente con su enorme nariz, parecía amigable, aunque no le tenia mucha confianza.

Gracias – le dije desde el fondo de mi corazón.

Me separe de el y emprendió de nuevo el vuelo, aun no podía creer que me hubiera ayudado, recordaba haber visto en un libro que los dragones eran extremadamente peligrosos, tal vez ese era una excepción. A pesar del terrible dolor que tenia en todo el cuerpo camine pausadamente hacia el castillo, mientras andaba por el pasillo escuche voces en una habitación, daban la impresión de que estaban discutiendo. Me quede de pie sosteniéndome de la pared para poder escuchar lo que decían.

… pero no podemos dejarla en ese lugar – decía una voz – podrían matarla.

Lo sé, lo sé, pero me parece imposible intentar rescatarla – respondió otra voz que reconocí como la del profesor Dumbledore.

Profesor¿no hay manera de que el ministerio nos permita ayudar? – pregunto alguien mas.

Jóvenes, por ahora no podemos hacer nada, tendremos que esperar para ver lo que el ministro decidió.

Digan lo que digan yo iré por ella así muera en el intento – sentí un hueco en el estomago al escuchar esa voz, era Draco, estaba bien, pero eso de morir en el intento no me sonó muy bien.

Me acerqué y abrí la puerta, dentro estaban: Dumbledore, Snape (en un rincón), Potter, Weasley, Granger y desde luego Draco. Los mire a todos sin hacer el menor ruido.

Señor Malfoy, esa no es la manera de arreglar esta situación, tenemos que esperar un poco.

¿Esperar¡Ya han pasado tres días! – grito Draco enfadado.

Comprendo su enojo pero no podemos desesperarnos, como le dije esa no es la manera de arreglar el problema.

Yo… estoy… de acuerdo – dije con dificultad, la boca me dolía por el golpe de Bergerac.

Todos giraron hacia mi y note su expresión de sorpresa al verme ahí, aunque tal vez les sorprendió mas el estado en el que estaba. Sin decir nada Draco corrió hacia mi abrazándome muy fuerte, me hacia daño en el brazo roto pero no quise decírselo, me sentía segura y protegida pero sobre todo feliz de saber que el estaba bien.

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Desperté al sentir a alguien sobre mi cama muy cerca de mi que acariciaba mi cabello, no quería abrir los ojos, la sensación de que al abrirlos me encontraría de nuevo con Bergerac me provocaba nauseas, aun así, tuve que hacerlo y pude ver a Draco recostado a un lado de mi mostrándome una de esas sonrisas que me derretían.

¿Cómo te sientes? – pregunto dulcemente.

Como una momia – conteste al ver todas vendas que tenia en el cuerpo.

Así te ves muy bien – comento con cierto tono de ironía - ¿Por qué no me dijiste de tu brazo cuando te abracé?

No quería quitarte la felicidad, además estar en tus brazos es mucho mejor que…

Que estar atada con lazo del diablo – termino Draco.

¿Cómo lo sabes?

La señora Promfey me lo dijo, además no es tan difícil darse cuenta – comento tomando mi brazo sano y pasando su mano sobre la venda.

¿Puedo hacerte una pregunta?

Claro, la que quieras.

¿Tu sabes como murieron mis padres? – pregunte mirándolo directamente a los ojos.

Te lo dijo el señor tenebroso ¿cierto?

Si, pero no has respondido a mi pregunta.

Lo supe por parte de mi padre, el estuvo ahí, me lo contó.

Lo vi – comente mirando el techo.

¿A mi padre?

Si, estaba ahí cuando me llevaron con El señor tenebroso.

No te hizo daño o ¿si? – pregunto mirándome preocupado.

No – mentí

¿Y Bergerac?

Me hizo esto – dije señalando mi boca – creo que lo hice enfadar.

Ese mandito, lo voy a matar.

Mire a Draco detenidamente, tratando de grabarme cada detalle de su rostro, todo lo que le había dicho a Bergerac era cierto, él se había convertido en lo mas importante para mi. Se dio cuenta de que lo miraba y acaricio mi rostro suavemente, poco a poco se acercó a mi hasta unir nuestros labios, me beso tan dulcemente como la noche del baile. Al separarnos se quedo en silencio acariciando mi cabello. Dos chicos estaban parados bajo el marco de la puerta.

¿Podemos pasar? – preguntaron repentinamente

Ustedes dos no tienen nada que hacer aquí – dijo Draco agresivamente. Eran Potter y Weasley además de un ahora no tan pequeño perrito.

Draco – dije mirándolo con desaprobación - ¿Qué pasa? – les pregunte.

Dug quería saludarte – comento Potter soltando al perro quien corrió hacia mi.

Hola Dug ¿me extrañaste? – pregunte a mi mascota acariciándola.

¿Cómo te sientes? – pregunto Weasley retando a Draco con la mirada

Bastante bien.

Solo veníamos a eso – aseguro Potter – ya nos vamos ¿verdad Ron?

Si – contesto el aludido sin dejar de mirar fríamente a Draco. Los dos se disponían a salir.

Oigan – les llame recordando algo, los dos me miraron – solo quería agradecerles sus regalos de navidad.

Los dos sonrieron y salieron de la enfermería. Draco se levanto de la cama repentinamente y me miro duramente, entonces comprendí que había cometido un error.

¿Por qué no me lo dijiste?

Porque no le tome importancia – explique

No debiste aceptar nada de esos dos.

No te molestes – dije en un tono suave.

¿Qué tienes que ver con ellos?

Nada, bueno solo me ayudaron una vez. Weasley me trajo a la enfermería aquella vez que me resfrié y Potter me ayudo a regresar a casa cuando viví con los muggles, me había perdido.

No me contaste eso – dijo en un tono mas tranquilo sentándose de nuevo en la cama.

Fue algo sin importancia.

Si tu lo dices – comento en un tono irónico.

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Dos días después me recupere, la magia si que hacia milagros. Estábamos sentados bajo un árbol cerca del lago, nada nos importaba mas que estar juntos. Un compañero de Slytherin se acercó a nosotros.

El profesor Dumbledore quiere verlos – dijo secamente.

En un momento vamos – dijo Draco.

¿Para que querrá vernos?

No lo sé, será mejor que vayamos.

Claro.

Ya había estado una vez allí, así que trate de guiar a Draco, la puerta estaba abierta, subimos a la escalera de caracol, la cual comenzó a girar. Cuando llegamos a la puerta de su despacho tocamos suavemente; desde adentro una voz nos contesto.

Adelante.

¿Nos llamo profesor? – pregunte asomándome por la puerta.

Si, por favor pasen y tomen asiento.

Los dos entramos y automáticamente dos sillas se acercaron para que pudiéramos sentarnos.

Quiero hacerles algunas preguntas – comento Dumbledore.

Claro profesor – dijo Draco.

Nos miramos el uno al otro sabíamos que esto iba a llevar tiempo, así que nos acomodamos en la silla y escuchamos a Dumbledore. Nos hizo preguntas acerca de nuestros padres, de lo que sabíamos acerca de Voldemort y otras cosas.

… y es por eso que no se donde esta su escondite – dije con naturalidad.

Esto será mas difícil de lo que pensé – comento Dumbledore agarrándose la larga barba.

¿Qué es lo que pretende hacer profesor? – pregunto Draco con curiosidad.

Solo estoy…

Nuestra conversación fue interrumpida por Granger quien entro de improviso al despacho, se veía agitada y muy pálida, trato de tomar un poco de aire y después hablo.

Profesor… es Harry – pudo decir.

Dumbledore entendió de inmediato, rápidamente salio del despacho, Draco y yo lo seguimos de cerca, llegamos al aula de Transfiguración. Potter estaba en el suelo, evidentemente algo le había pasado.

¿Harry¿Puedes oírme? – pregunto Dumbledore hincándose a un lado de Potter.

Profesor… lo vi – dijo Potter con dificultad – estaba planeando… un ataque… a Hogwarts.

¿Estas seguro?

Si – dijo firmemente – hablaba con… un tipo… que tenia… una venda en el… brazo.

Bergerac – dije con naturalidad, a lo cual todos me miraron, incluido el profesor.

¿Es el hombre del que me hablo Severus?

Si profesor, yo le clave una daga en el brazo para poder huir – comente apretando la mano de Draco.

Bien, señor Weasley ¿puede llevar a Harry a al enfermería?

Si profesor – contesto el aludido pasándose el brazo de Potter por el cuello para ayudarlo a caminar.

Minerva, lleva a los alumnos al gran comedor, tengo un anuncio importante que hacer – dijo el profesor saliendo del aula.

Esto cada vez se ponía peor, las cosas se estaban saliendo de control y al parecer nadie tenia idea de lo que podría pasar en los próximos días, lo único que pude notar en todos fue el miedo de saber que pronto atacarían Hogwarts.

º-º-º-º-º-º-º-º-º-º-º-º-º

Todos estaban en el gran comedor, comentaban acerca de lo que Dumbledore iba a decirnos ya que la noticia de lo que Potter había dicho ya corría por toda la escuela. Draco y yo estábamos en silencio, sabíamos que Dumbledore iba a darnos una mala noticia, lo supimos por el interrogatorio que nos practico.

Crees que tengamos que irnos del colegio – le pregunte a Draco.

Es lo mas probable, Dumbledore no querrá que nadie salga herido y nos enviara a casa.

¿Piensas regresar a casa?

No, si la batalla comienza yo me quedare a pelear – comento mirando fijamente la mesa.

Entonces yo me quedare contigo.

No, tu…

Me quedare – asegure colocando un dedo sobre sus labios – y no me harás cambiar de opinión – agregue.

Dumbledore salio del salón de profesores y subió a su lugar en la mesa alta, no tenia muy buen semblante, eso me dio mala espina, espero a que los demás profesores entraran y tomaran su lugar para poder comenzar a hablar.

Los he reunido aquí y ahora, porque, lamentablemente, tengo que darles una mala noticia – tomo aire y continuo – se han presentado algunos problemas para nosotros y para el colegio, por lo tanto hemos decidió suspender lo que resta del curso.

Draco y yo nos miramos con tristeza mientras escuchábamos los comentarios de desaprobación de los demás, algunos parecían impactados, otros se preguntaban la razón de tan repentina decisión; en nuestra mesa solo había miradas tristes y cabezas bajas, al parecer sabían perfectamente la razón de esa decisión.