Los tiempos de paz y tranquilidad se habían acabado, una terrible batalla estaba apunto de dar inicio. Una ola de sangre y violencia se desataría y todo por el simple hecho de tratar de obtener el poder. Aun ahora al recordarlo y revivir las imágenes de tan aterradora lucha siento un gran miedo y una desesperación incontrolable.
El colegio poco a poco se desocupaba, muchos regresaron a casa mientras que otros aun estaban en espera de una explicación. La mayoría de los que aun seguían en el colegio eran Griffindors y Ravenclaws. Los Slytherins también estaban allí pero no por la misma razón que los demás, parecían saber a la perfección lo que estaba por ocurrir.

Draco y yo, estábamos en mi habitación, nos sentíamos mas unidos que nunca, el miedo de perdernos el uno al otro nos mantenía juntos, tanto el como yo teníamos la sensación de que pronto acabaría todo, pero lamentablemente estábamos equivocados.

- Esto es tan deprimente – le comente a Draco.

- Estoy de acuerdo, el ambiente se siente tan tenso y triste.

- ¿Cuándo crees que intenten atacar? – le pregunté nerviosa.

- No lo sé.

- Tu padre podría enviarte una lechuza para advertirte.

- No lo creo, mi padre y yo ya estamos separados – respondió mirando hacia la ventana.

- ¿separados¿a que te refieres?

Antes del inicio de este curso mi padre y yo discutimos fuertemente, yo le dije cosas que me había guardado durante mucho tiempo y que ya no pude contener, eso provoco la ruptura de nuestra relación como padre e hijo, me corrió de casa y hasta ahora no he sabido nada de el.

- Entiendo, le confesaste el odio que siente por el ¿cierto?

- Si, pero la gota que derramo el vaso fue decirle que jamás me convertiría en un asqueroso mortífago como el – comento apretando los puños.

Pensé un momento en esa frase, me daba gusto saber que el no tenia la mas mínima intención de seguir los pasos de su padre, era un gran alivio para mi. Lo abrace fuertemente y le di un beso.

- Y eso ¿Por qué? – pregunto mirándome confundido, ya que no era muy común que hiciera eso.

- Porque te rehusaste a servir a Voldemort.

- Entonces lo diré mas seguido – dijo con una sonrisa picara.

- Se acercó a mi rostro y me beso lenta y pausadamente, esos momentos son los que mas me gustaban, nada, absolutamente nada se comparaba con eso.

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Las cosas parecían ir de mal en peor, muchos se negaban a dejar el colegio, Draco y yo incluidos, Dumbledore no había dado una explicación clara del porque de cancelar el resto del curso, aunque ya todos se lo imaginaban. Mientras caminaba hacia la biblioteca pensaba en la perfección de mi relación con Draco y estaba segura de nada podría arruinarla.

- Si tan solo este enfrentamiento no tuviera que suceder – dije suspirando.

A lo lejos pude ver a Draco conversando con una chica, la cual lo miraba con ojos de borrego a medio morir pero eso no quitaba que tratara de insinuársele, pude ver como ella lo tomaba de la mano y Draco ¡Ni siquiera se daba cuenta! Eso me provoco unos celos terribles, pero no iba a permitir que nadie me lo quitara, así que me acerqué y me coloque entre los dos, la chica lo soltó al instante y Draco se puso muy nervioso, coloque mi dedo índice sobre el pecho de la chica empujándola levemente hacia atrás.

- Con permiso – le dije a la chica mirándola con rencor.

Con una mano tome a Draco por la nuca y le plante un beso agresivo y apasionado a la vez, me separe de el y me miro sorprendido parpadeando rápidamente, gire hacia la chica y la mire con una ceja levantada y una sonrisa de triunfo, gire una vez mas sobre mis talones para observar a Draco.

- Te veo después – le dije pasando mis dedos sobre sus labios. El me siguió con la mirada y la boca entre abierta hasta que entre a la Biblioteca.

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Mi habitación se sentía tan fría y solitaria, a pesar de tener a Dug conmigo, tenia una sensación extraña, me había olvidado de Bergerac hasta ese momento, no quería estar sola, así que me dirigí a la habitación de Draco, al estar frente a su puerta me quede inmóvil, no sabia si tocar o no, levante la mano para tocar pero al instante la baje, estaba indecisa entre tocar o no tocar, gire sobre mis talones para regresar a mi habitación cuando Draco se asomo.

- ¿Pasa algo? – me pregunto preocupado.

- No, bueno lo que pasa es que… me siento… sola – comente mirando mis pies.

- Debiste venir desde hace horas, pasa – dijo divertido haciéndose a un lado para dejarme pasar.

Entre e inspeccione todo, se respiraba un aire frió, todo estaba en perfecto orden, no había fotografías ni plantas, mucho menos mascotas.

- ¿Puedo hacerte una pregunta?

- Claro – conteste mirando las cosas en su escritorio.

- ¿Por qué hiciste eso?

- ¿Cuál? – pregunte a sabiendas de lo que se trataba.

- El beso.

- ¡Ha! Eso, porque tenía que defender mis intereses – conteste sin pensarlo mucho.

- ¿Tus intereses? O sea que ¿yo soy uno de tus intereses?

- En realidad eres… el único – respondí con un leve rojo en mis mejillas mientras miraba un libro.

- Eso no lo sabía – dijo abrazándome por la cintura y colocando su cabeza sobre mi hombro mientras yo seguía curioseando - ¿Qué tan importante soy para ti?

- Tienes un ego muy grande – respondí estirando un pergamino que encontré.

- Solo quiero saber.

- Digamos que nada seria peor que perderte – le dije aun sin mirarlo.

- Sentiste celos ¿no es cierto?

Su comentario me hizo girar para poder mirarlo ¿Cómo sabia que tuve celos cuando lo vi con esa chica¿Tan obvio era?

- Ni siquiera sabes lo que significa sentir celos.

- ¡Claro que lo sé! Y no me cambies el tema, contesta mi pregunta.

- Si, es cierto, sentí celos.

- ¡Lo sabia! Pero ¿no creías que me iba a involucrar con ella o si?

- Eso no lo sé. Lo que si sé es que tu eres el único que llena este corazón – comente señalando mi corazón – y no voy a permitir que nadie lo deje vació – finalicé sin quitar el dedo índice de mi pecho. Draco me miro conmovido y me abrazo de nuevo.

- Te amo – me dijo al odio.

- Yo también… te amo.

- Tengo hambre – dijo separándose de mi.

- Que oportuno – comente con sarcasmo.

- Lo sé – dijo sonriendo – vamos a la cocina – agrego tomándome de la mano y jalándome con el.

Mientras bajábamos notamos que no había un solo profesor a la vista, ni siquiera Filch estaba cerca, seguimos nuestro camino con mas libertad, pasábamos por una de las puertas que daba al exterior del colegio cuando escuchamos ruidos, alguien trataba de forzar la puerta ya que se movía insistentemente, esperamos para ver quien era el que intentaba entrar, la puerta dejo de moverse, pensamos que solo había sido algún animal e íbamos a seguir nuestro camino cuando…

- Alohomora - dijo una voz desde el otro lado.

La puerta se abrió al instante y tras ella entraron varios hombres con la capucha puesta, Draco se coloco frente a mi, ellos giraron sus cabezas hacia nosotros.

- ¡Nos descubrieron! – grito uno de ellos.

- ¡Corre! – grito Draco jalándome de la mano.

Mientras corríamos, escuchamos un gran estruendo, con un hechizo habían hecho explotar las ventanas y por ellas entraban mas hombres, pero no solo eso, se escuchaban ruidos extraños o más bien gruñidos, al parecer no venían solos.

En el camino nos topamos con varios Griffindors que al escuchar el estruendo bajaron corriendo con sus varitas en mano, entre ellos estaba el trío de siempre.

- ¿Qué esta pasando? – pregunto Potter con una cara muy pálida.

- Son ellos – respondí – están invadiendo la escuela.

- No puede ser¿Dónde esta Dumbledore? – pregunto Weasley.

- No lo sé, no hay ningún profesor cerca, tenemos que hacer algo – dije con falsa seguridad.

- Yo voy a pelear – aseguro Potter apretando la varita.

- Por primera vez estamos de acuerdo en algo Potter – dijo Draco sacando su varita.

- No, no pueden hacerlo tenemos que encontrar a Dumbledore – dijo Granger asustada.

- Para cuando lo encontremos, el colegio ya estará infestado de ellos – opine con voz segura – si quieres esperarlo hazlo, nosotros iremos a pelear.

- ¡Vamos todos! – grito alguien del ahora mas grande grupo de alumnos.

Todos tomaron firmemente sus varitas y se encaminaron a la batalla. Draco me miro con un inmenso amor, me tomo del rostro y me beso con fuerza.

- Recuerda que te amo.

- No hagas eso – le pedí con miedo – no te despidas aun.

- No me estoy despidiendo, solo trato de darte y darme fuerzas, de todos modos yo jamás te dejare.

Los dos corrimos para alcanzar a los que ya se encontraban en la batalla, sentía un descomunal miedo, pero para terminar con los días de terror y amargura era necesario ese enfrentamiento.

Al llegar al lugar de la batalla vimos a muy pocos dentro del castillo, la verdadera pelea se desarrollaba afuera. Sin mas salimos y al instante un rayo de luz verde llego a nosotros dándonos tiempo apenas para hacernos a un lado, busque con la mirada a Bergerac o a Voldemort pero ninguno de los dos estaba presente, en cambio, pude ver a Potter y a Weasley luchando ferozmente contra todos los mortífagos que les atacaban.

Estaba tan distraída que no me di cuenta cuando un enorme tronco me golpeo, me quede en el suelo tratando de recuperar el aire. Era un troll¡Habían traído a los trolls! Intente levantarme, pero no pude, todos estaban peleando, incluso Draco, y nadie podría ayudarme, el troll levanto su gran bastón, pero en ese instante, por increíble que parezca, el dragón que me había ayudado a llegar al colegio, apareció volando y se lanzo contra el troll dejándolo en el suelo, luego lanzo una gran llamarada y el troll corrió desesperado llevándose a varios mortífagos a su paso.

- ¡Maldita niña! – me grito un hombre situado detrás de mi.

- ¡Expelliarmus! – grite levantando mi varita instintivamente. El hombre se lanzo contra mi - ¡Avada Kedavra! – grite, el hombre callo al suelo sin vida.

Era la primera vez que utilizaba la maldición imperdonable, la sensación que me provoco fue terrible, hubiera dado todo por no usarla más, pero lamentablemente tendría que utilizarla muchas veces mas. Mientras pensaba los profesores se dignaron a aparecer, pero en ese mismo instante también Bergerac y el señor tenebroso aparecieron.

Dumbledore se fijo en Voldemort, los dos sacaron sus varitas y un enfrentamiento digno de admirarse comenzó. Mientras tanto Bergerac se acercó a mi, su mirada parecía pasiva, pero sabia que por dentro estaba furioso aun se podía ver la herida del brazo.

- Ven conmigo – dijo estirándome su mano.

- ¡Jamás! – grite mirándolo con odio.

- Te lo diré solo una vez mas y después de eso te atendrás a las consecuencias de rechazarme otra vez, ven conmigo – volvió a decir sin bajar la mano.

- ¡NUNCA ME OYES, NUNCA IRE CONTIGO, NI SIQUIERA MUERTA LO HARE! – grite una vez más – ¡Crucio!

- ¡Protego! – se defendió Bergerac.

- ¡Desmaius! – Bergerac volvió a protegerse

- Yo no quería que esto terminara así.

- ¡Eres un imbecil! – le grite furiosa – ¿Piensas que voy a creerte?

- Deberías hacerlo¿no quieres que te mate o si? – dijo entrecerrando los ojos.

- Veremos quien mata a quien – le desafié - ¡Petrificus Tota…!

- ¡Impedimenta! – grito haciendo que cayera al suelo.

- ¡Expeliarmus! – exclame desde el suelo.

Su varita salio volando cayendo muy lejos de el, iba a levantarme cuando el se abalanzo sobre mi aprisionándome las manos contra el suelo, intente utilizar la varita pero apretó tanto mi mano que tuve que soltarla.

- ¡SUELTAME! – le grite encolerizada.

- ¡Vas a ser mía así tenga que matarte! – chillo mirándome con ira.

Una vez mas el dragón revoloteo en el cielo y se lanzo en picada hacia mi, Bergerac se dio cuenta solo cuando fue derribado por el dragón, rápidamente me levante y tome mi varita, pero Bergerac fue más rápido.

- ¡Avada Kedavra!

Desde su varita salio una rayo de luz verde que iba directo a mi, trate de moverme pero las piernas no me respondieron, cerré los ojos esperando el momento de morir, pero solo pude escuchar un rugido desgarrador, la maldición se había impactado en el dragón que se coloco frente a mi para protegerme, su cuerpo callo al suelo causando una gran sacudida.

- ¡NO! – grité con todas mis fuerzas, luego gire la mirada hacia Bergerac, quien sonreía triunfante - ¡MALDITO¡MALDITO! – levante la varita – ¡AVADA KEDAVRA!

La maldición fue directo a él sin darle tiempo para defenderse, su cuerpo cayo lentamente hacia atrás, me acerque cautelosamente para cerciorarme de que estaba muerto y así era, su cuerpo yacía inerte en el suelo.

Busque a Draco entre todos los que aun se mantenían en pie pero no lo encontré, sin embargo, pude ver a Dumbledore caer inconsciente en el suelo, la piel se me erizó al pensar que nadie mas podría derrotar a Voldemort pero una esperanza nació en mi mente cuando vi a Potter levantar su varita en dirección al señor tenebroso, quien estaba a punto de lanzarle la maldición imperdonable a Dumbledore, pero Potter fue mas astuto y la lanzo primero, lo que sucedió después no lo comprendí, al chocar el Avada Kedavra contra Voldemort unas gigantescas llamas salieron desde sus pies y le cubrieron todo el cuerpo, él soltó un grito aterrador pero poco a poco se fue consumiendo junto con sus cuerpo hasta quedar hecho cenizas.

Muchos de lo mortifagos que presenciaron la escena huyeron al instante, sin su señor no se mostraban tan valientes, a pesar de eso…

- ¡Avada Kedavra! – se escucho desde lejos.

Unos segundos después vi a Potter derrumbarse en el suelo, instintivamente corrí hasta el y me arrodille a su lado.

- ¡Harry! – le llame, tenia los ojos abiertos pero no había signo alguno de vida en ellos – Harry levántate – insistí moviéndolo bruscamente.

No había duda, estaba muerto, a pesar de no haber sido su amiga tenia una cariño especial por el, desde la primera vez que lo vi fue como un modelo que nunca seguí y me dolía saber que jamás volvería a hablar con el. Me levante lentamente y me quede mirándolo, entonces escuche la que seria la maldición que destruyo mi vida.

- ¡Avada Kedavra! – se escucho una vez mas, gire la cabeza y pude observar al dueño de aquella voz.

Esta vez la maldición se dirigía hacia mi, no había forma de detenerla ni de esquivarla, de pronto sentí que un cuerpo caía sobre mi, cuando estuve de rodillas en el suelo lo mire detenidamente y sentí como si mi corazón hubiera dejado de latir, se me helo la sangre y pude ver toda mi vida derrumbada. Draco yacía entre mis brazos con los ojos abiertos, trate de hacerme a la idea de que solo estaba jugando, pero lamentablemente no era así, lo moví insistentemente, trate de llamarlo pero de mi boca no salio ni una palabra, acaricie su rostro tratando de hacerlo reaccionar, no sabia que mas hacer mis manos temblaban y mi voz se había esfumado. Una vez mas trate de llamarlo pero las palabras no se dignaban a salir, seguí intentándolo hasta que logre una voz delgada y débil.

- Draco – le llame con debilidad – Draco… Draco… ¡Draco¡DRACO! – grite agitándolo fuertemente - ¡NO PUEDES HACERME ESTO¡ME PROMESTISTE QUE NUNCA ME DEJARIAS¡DRACO¡NO¡NO¡NO! – grite con mas fuerza que antes.

Abrace su cuerpo sin vida y deje salir todas las lágrimas que había guardado durante tantos años, ya nada me importaba, ya todo se había acabado, grite con todas mis fuerzas para tratar de sacar ese dolor que carcomía el alma. Levante la cabeza para mirarlo una ultima vez, acto seguido, vi como su cuerpo comenzaba a brillar se volvía transparente y se convertía en miles de pequeñas partículas de luz que comenzaban a flotar, luego, detrás de mi, paso exactamente lo mismo con el dragón que me había salvado la vida, la esencia de luz de cada uno voló al cielo hasta unirse en una sola que subió lo mas alto que pudo hasta convertirse en una de las estrellas mas brillantes que jamás había visto.