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Habían pasado pronto dos meses cuando en medio de una de las clases, la marca le empezó a arder, cada vez más fuerte, haciendo que perdiera el equilibrio.

-señorita Junqueira, queda al cargo de la clase.-dijo Snape antes de marcharse tambaleante.

Salió y echó a correr hacia el linde del bosque, en donde desapareció.

Pasaban los días y para desesperación de Nadezhda, no tenían información sobre el profesor. Remus la ayudaba con todo ya que sabía de la afición de ella para con el profesor de pociones. Casi no comía, ni dormía, pero seguía con su falsa felicidad, escuchando los problemas de los demás, desatendiendo los suyos. Estaba cada vez más pálida y flaca, los demás empezaron a notarlo, ya no vestía de blanco cuando no llevaba el uniforme. Algo se apoderaba de ella, sus ojos cada vez tenían menos de ese color miel de antaño, pasando a ser de un color liláceo, su pelo liso, cada vez estaba más y más rizado y día tras día se volvía más y más oscuro.

Hoy, al nacer el día he mirado al cielo, y he podido ver
Luz tan intensa y clara, rebosante de vida, q llegaba a mí
Y tú sin saber q existía, has acabado con su vida
Ya no lo puedo sentir
Y ahora q me llena el vacío, pues ya no está aquí, en mí...

Busco un sueño, una nueva ilusión
Que me devuelva las ganas de vivir y la confianza en mí ser
Esa luz q un día acarició mis sentidos, q borre la tristeza q hoy siento en el alma
Y q vuelva para ser parte de mí
Oh luz...

Una noche en la que no podía dormir, como todas las noches últimamente, se levantó y salió de la habitación en dirección al lago. Se sentó en la orilla, mirando las estrellas y la luna menguante de ese color blanquecino cuando oyó un ruido en los matorrales, se puso en guardia pero nada salía de detrás. Se acercó lentamente y volvió a mirar a la luna asegurándose de que realmente no era luna llena. Se acercó aún más y miró atentamente, había algo negro en el suelo, como...como una tela...pero abultaba más, sin duda eso era...¡Un cuerpo! Se puso a cuclillas para verle el rostro y prefirió no haberlo hecho.

-...Oh, no...profes-sor Sn-nape...-tartamudeó con miedo. Le tocó la cara y su mano quedó manchada por un líquido que parecía...-¡sangre!-dijo con un grito de terror. Pasó un brazo por detrás de su cabeza y otro por debajo de las piernas levantándolo con inusitada fuerza.

-enfermería...no...Pomfrey...no...saber...mortifago...-murmuró entre quejidos de dolor. Ya lo había pensado y como no sabía el lugar donde estaban las habitaciones del profesor, lo estaba llevando a las suyas.

Le tapó la cara y dijo la contraseña a su sala común. Subió por las escaleras a su habitación y abrió la puerta sin hacer ruido. Lo dejó tendido encima de su cama y con cuidado le sacó la túnica y la camisa. Se quedó horrorizada al ver su torso lleno de heridas profundas, quemaduras, los huesos salidos de su sitio, rotos...

Tenía que darse prisa o él se desangraría en su cama. Abrió su baúl, lleno de pociones y sacó una de un color blanco, sacó una de sus camisas y la rompió. Puso el líquido blanco en ella y empezó a pasarlo por las heridas del profesor.

Por algo era la mejor en pociones y quería ser medimaga. Con la varita convirtió un lápiz en un bisturí y le hizo un pequeño cortecito en donde se notaba que una costilla le estaba a punto de dañar el pulmón, con una serie de hechizos puso la costilla en su sitio, tuvo que poner un hechizo silenciador en la cama para no despertar a toda la escuela de los gritos de dolor que pegaba el hombre. Cerró la herida con un conjuro y continuó reparándole los huesos cerrándole las heridas y demás. Pero el hombre se había quedado inconsciente y ya se estaban levantando todas. Con un hechizo se limpió el camisón y entró en la ducha.

Todo el día se lo había pasado histérica pensando en el hombre que tenía abandonado en la habitación. Cuando acabaron las clases fue a verlo.

Estaba en la misma posición que lo había dejado el día anterior. Cerró las cortinas y continuó con las heridas de las piernas, la espalda y la cara, que no las había hecho. Se fijó en la nariz, no era normal...no estaba rota pero por la forma se veía que algo le había pasado. Cogió un libro de los que tenía guardados y lo ojeó hasta encontrar lo que buscaba. Era un maleficio...uno muy poderoso, por cierto. Alguien le había tirado hacía mucho, probablemente de niño porque tenia la piel perfectamente adaptada al cambio. El contra- hechizo lo tenía que hacer alguien con mucho poder o no saldría bien. Miró lo que tenía que decir mientras le apuntaba la nariz con la varita. Murmuró algo en latín y una luz azulada salió de su varita.

Cuando la luz desapareció Nadezhda cayó d rodillas, respirando agitadamente. Se arrastró hasta el baúl, sacó una poción verdosa y se la bebió. Ya más repuesta se levantó y se acercó al profesor. Tenía la nariz recta y perfilada. Según ella ahora estaba perfecto.

Pero tan preocupada por las heridas del profesor que no se había dado cuenta de que este ardía en fiebre y además estaba absolutamente sucio. Lo cogió como la otra noche y lo llevó al baño cerrando la puerta detrás. Titubeando le sacó los pantalones que le había vuelto a poner al acabar de curarlo, e intentando no mirarlo le sacó los boxers mientras la bañera se llenaba.

Al llenarse, lo metió en el agua con cuidado y lo empezó a enjabonar todo el cuerpo, con algunos problemas en ciertas partes...le limpió la cara y tapándole la nariz, metió su cabeza en el agua para sacarla rápidamente. Iba a aprovechar para hacerle un lavado a ese pelo...

Le llenó todo el pelo de un buen chorro de champú y empezó a frotarlo con fuerza pero sin llegar a hacerle daño. Vació la bañera y la volvió a llenar otra vez de agua limpia. Le quitó el champú de la cabeza y le puso el suavizante. Lo sacó del agua y lo secó.

-¡ai, dios! ¿y ahora que le pongo de ropa?-murmuró con desesperación y de un golpe de varita le seco el pelo que al estar limpio le había quedado ligeramente ondulado y con los días le llegaba por debajo de los hombros. Lo dejó con la toalla alrededor de la cintura encima de la cama sin sábanas ni colchas porque estaban sucias, aplicó un hechizo para que nadie abriera las cortinas y se fue corriendo a la habitación de Lupin, que ahora no debía estar, según sus cálculos.

Dijo la contraseña "werewolf" y entró. Abrió el armario y sacó unos pantalones beige, una camisa blanca y unos boxers verde claro. Se giró para irse...

-ejem, ejem...-tosió Remus para hacerse ver.-¿se puede saber, Nadezhda, porque te estás llevando ropa mía...?-preguntó divertido.

-yo...-no sabía que decirle así que opto por lo más peligroso...la verdad.-venga conmigo, quizá le necesite profesor.

Y así los dos salieron a prisa hasta la habitación de ella. Subieron las escaleras (los profesores si pueden subirlas aunque sean hombres) y entraron. Allí estaba Hermione, en el escritorio escribiendo algo. Se giró sorprendida al ver al profesor ahí.

-y bueno Nadezhda ¿dónde está el motivo por el que te llevabas mi ropa?-preguntó intrigado. Hermione abrió los ojos como platos.

-yo...no creo prudente de que ella se entere, porque se lo dirá a Harry y a Ron, y ellos a los demás. Es peligroso que se enteren los demás...-ahora los otros dos la miraban preocupados.

-si no quieres que se sepa, no se sabrá. Por mí, soy una tumba.-le dijo Hermione muy rápido.

-cerrad bien la puerta de la habitación para que no entre nadie.-Remus lanzó un hechizo. Se acercó a su cama y abrió las cortinas dejando a los dos con los ojos como platos.

-¡¿qué hace un desconocido en tu cama!¡Y ENCIMA CON SÓLO UNA TOALLA!-gritó Remus fuera de si.

-profesor, no es un desconocido, es Snape.

-pe-pero...él ¿qué hace aquí? Todo el mundo está preocupado por él, y él aquí durmiendo ¿y qué le ha pasado en el pelo y la nariz? Está...menos feo.-dijo Remus de carrerilla.

-uno, no está durmiendo, está inconsciente; dos, está aquí porque me lo encontré medio muerto en el lago y lo último que me dijo fue que no lo llevara a la enfermería y tres, le he lavado el pelo y le he reparado la nariz, lo que tenía era un maleficio. Necesitaba ropa parra ponérsela a él y sólo pensé en ti. Tiene mucha fiebre por eso he tenido que bañarlo. Me iría bien que me ayudarais, yo ya no puedo más...-dijo bostezando.

-de acuerdo, yo lo visto, Hermione y tú hacéis tu cama y después nos vamos turnando para bajarle la fiebre.

Los días fueron pasando. El aspecto de Nadezhda fue volviendo a ser el de siempre. Severus seguía en la habitación de las chicas, llevaba ya 14 días en él. Remus insistía en que lo pasaran al suyo pero ella se negaba. Él venía cada tarde a bañarlo y a cambiarlo de ropa. Ella y Hermione lo cuidaban y Nadezhda se pasaba horas y horas hablándole y leyéndole libros que tenía sobre pociones.

A Milena, parecía no importarle que Snape no estuviera, se dedicaba a intentar entablar conversación con el profesor de DCAO, cosa que no le salía como ella esperaba.

Pero mientras no podía hablar con él, se iba a la cama con todo aquel mínimamente aceptable que se lo propusiera.