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Nadezhda se levantó a las 8, se duchó, se vistió con su mini-falda blanca y su camisa ajustada de manga tres cuartos del mismo color, se puso su abrigo de piel de oso blanco hasta un poco por arriba de los tobillos y sus botas de tacón de aguja también blancas. Se hizo una cola alta y se pintó la ralla de los ojos blanca, por supuesto.
Cogió su bolso, puso unas cuantas pociones, su varita y un espejo y salió de la habitación tarareando una canción.
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Entró al gran comedor, como ya se esperaba, los profesores y algunos alumnos (entre ellos Hermione) ya estaban desayunando. Muchos la saludaban al pasar y ella les devolvía el saludo. Se sentó al lado de la otra chica, que enseguida subió la mirada del libro que estaba leyendo.
-Buenos días Nadia- la saludó sonriendo.
-¡¡Buenas Mione!-le devolvió el saludo con efusividad. Se puso unas tostadas en el plato y empezó a desayunar.-¿qué lees hoy?
-un libro muggle. Jane Eyre. Tendrías que leerlo, es precioso.
-ya lo he hecho, me lo he leído 3 veces. Me encantó.-dijo soñadora y continuó comiendo.
Al acabar de comer, las dos se levantaron y salieron del gran comedor.
-vamos ya para Hogsmead.-le susurró Nadezhda.
-pero ¿y tu castigo?
-oh, cierto. Ven.-entraron en una aula en desuso y Nadezhda sacó el pequeño colgante que llevaba siempre debajo de la camisa. Lo cogió entre las dos manos fuertemente y cerró los ojos, una luz salió del colgante cegando los ojos de Hermione y cuando volvió a ver, en vez de una Nadezhda, había dos.-ya está.
-¿cómo has hecho eso?-preguntó Mione sorprendida.
-el colgante tiene algunos hechizos dentro, entre los que está el de duplicado.-respondieron las dos Nadezhdas a la vez. Una de las dos se giró hacia la otra- has de ir con Hermione a comprar un vestido que nos quede bien. Ves con cuidado de que los profesores no te vean. Has de ir por el pasillo de la bruja tuerta hasta Honeydukes y allí os encontraréis Mione y tu. Si además me compras algunas ropas y complementos a juego con el vestido, mejor aun. Yo iré al castigo con Snape. Divertiros. Salid dentro de un par de minutos.-le dio a la otra una bolsa con dinero que se guardó Hermione en el bolso y salió hacia el despacho del profesor de pociones.
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Picó a la puerta y un hombre en tejanos y jersey negro de cuello alto le abrió la puerta. Ella lo miró de arriba a bajo con sorpresa.
-buenos días profesor. No sabía que tuviera usted ropa muggle.-le sonrió mientras él la dejaba pasar a su despacho y cerraba la puerta tras ella.
-hay muchas cosas de mi que usted no sabe, srita. Katiusha.-le dijo el otro con frialdad. Al menos ya no le hablaba con odio, era un gran paso, pensó Nadezhda con una sonrisa.
-¿De veras?-dijo mirándolo fijamente a los ojos. La imagen de un niño llorando en un calabozo llegó a su cabeza fugazmente. Ella apartó la mirada rápidamente.-¿cuál es el castigo profesor?
Pero él no respondió, la miraba con sorpresa y molestia, que se iba volviendo a furia por momentos.
-¿que pasa Katiusha, porqué apartó la mirada? ¿no le pareció suficiente dejarme en ridículo delante de mis alumnos ayer? ¿además ha de entrar en mi mente? ¿le gustaron mis recuerdos?-la miró con desprecio esperando una respuesta que sabía que no llegaría-¡Conteste!-le giró la cara hacia él de golpe. Y sus ojos volvieron a conectar.
-solo vi uno...-Ella tenía una mirada de tristeza muy grande y entonces el profesor supo lo que estaba a punto de pasar.
Cientos de imágenes llegaron a su mente de golpe. Una niña de unos tres años reía en las piernas de su madre. La niña sola delante de la tumba de sus padres. La niña preparando pociones un poco más grande. Ella en una fila de niñas todas vestidas igual. Una mujer pegándola y encerrándola en un cuarto lleno de espejos en los que se reflejaban imágenes confusas que la hacían llorar de miedo. Ella siendo maltratada por un hombre. La escuela de pociones. Más maltratos por parte del mismo hombre. Ella a los diez años haciendo pociones. Más y más maltratos, torturas, insultos. Y así pasaron unos diez minutos hasta que se acabaron las imágenes.
Abrió los ojos, no sabía que los hubiera cerrado. Ella se había girado de espaldas a él. Volvía a estar convertida.
-No tenía porque hacer eso Katiusha-dijo con la voz ligeramente temblorosa. Le miró la espalda y fue a sentarse suspirando. La chica seguía en la posición estática.-¿Katiusha?-preguntó con ligera preocupación. Ella se giró hacia él y respiró profundamente. Volvió a su forma humana, cayendo de rodillas. Él se levantó del sillón y la ayudó a levantarse, sentándola en el sofá.
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Lo miró de reojo mientras con cansancio metía la mano en el bolso y sacaba una poción para recuperar fuerzas. Se la tomó entera.
-¿por qué me enseñó sus recuerdos?-preguntó con molestia fingida.
-yo...lo siento...sólo quería...pedirle perdón...y...quería que dejara de odiarme pero creo...que eso no se puede cambiar.-dijo con la cara entre las manos intentando ocultar sus lágrimas. Él tragó con dificultad como si fuera a decir algo contra su voluntad.
-Kat...Nadezhda...-ella subió la mirada con sorpresa, sus ojos estaban más brillantes que nunca.-...yo...yo no te odio. No podría. Es usted...eres tan buena con todos que dudo que nadie pueda. Y...grácias por confiar en mi enseñándome tus recuerdos, sólo una persona confió tanto en mi como para hacer eso.-susurró intentando no mirarla a la cara. Si lo hubiera hecho, ella habría visto al Severus sin la máscara de desprecio. Hubiera sido la primera persona después de 16 años.
Se quedaron en un silencio incómodo mientras él se sentaba al otro lado del sofá. Ella lo siguió con la mirada.
-grácias por decirme esto, es muy importante para mi que las personas que...valoro...me demuestren lo mismo, aunque sea en menor medida.-se miraron a los ojos un momento y él le dio una ligera sonrisa ante la sorpresa de ella.
-bueno, diría que nos dejamos el castigo...a ver, primero tenemos que decidir a que hora vendrá para hacer las clases para llegar a maestra superior.¿qué tardes tiene libres?
-hago clases de DCAO todos los días menos el sábado y el domingo. Las clases son de 8 a 10.
-bueno...eso no deja mucho margen de elección... No puedo hacer las clases después de Lupin porque no resistiría dos semanas. No puedo coger ni el domingo ni el sábado porque son sus días de descanso. Y los otros días al finalizar las clases ha de descansar y hacer los deberes. Decida usted.
-podría hacer una hora de lunes a viernes después de las de el profesor Lupin y hacer los sábados toda la tarde.
-¿y Hogsmead?
-prefiero hacer pociones a ir por el pueblo aunque más tarde quizás quiera ir. Las pociones y el título son más importantes para mi.
-usted lo ha decidido así. No voy a ir cambiándole el horario.-le dijo con frialdad pero el orgullo se reflejaba en sus ojos.- y ahora el castigo...ordene y limpie esos dos estantes de allí y entonces se podrá ir.-le señaló a un pequeño armario y ella empezó con su castigo.
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La observaba limpiar aunque intentara más de mil veces apartar la mirada. Aun no creía que ella lo amara como decía. Era tan bonita toda vestida de blanco. Tenía un aire de pureza que lo atormentaba. Su sonrisa hablaba de una vida perfecta que no había tenido. Le encantaba cuando le sonreía de esa forma única que tenía. "¿pero en que estás pensando? Es una cría...y tu un depravado. Podría tener a los que quisiera...si, pero te quiere a ti. ¡Pero no puede ser! Ella no puede quererme...No a alguien como yo...nunca podría haber nada entre nosotros...la destruiría, destruiría su pureza y no lo podría aguantar...¿qué me pasa con ella? ¿es que me estoy enamorando?" sacudió la cabeza y descubrió que ella había parado de trabajar y lo miraba atentamente.
-¿se encuentra bien, profesor?-preguntó con un ligero tinte rojizo en las mejillas al sentir la mirada profunda de su profesor atravesándola.
-si, si...Katiusha siga con el castigo.-dijo intentando tapar su turbación al sentirse descubierto.
-es que le estaba diciendo que ya he acabado.-le dijo acercándose.
-ah...ya la había oído.-mintió mientras su piel adquiría un poco de color.-puede irse. Recuerde, empezamos las clases el lunes.
-hasta luego profesor..-le sonrió y salió del despacho dejando aturdido al profesor.
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