Capítulo III: Houxborn

Estaba en aquella extraña habitación circular, con asientos de piedra que descendían formando una escalera, que terminaban un espacio plano, en el cual había sólo un arco, del cual colgaba un velo. Todos habían detenido sus duelos. Menos Sirius y Bellatrix. De repente, un maleficio golpea a Black en el pecho. Este cae de espaldas a través del velo y… desaparece. Él corre en dirección del arco, saltando los asientos de piedra, tratando de llegar… esperando a que su padrino cayera por el otro lado del arco… pero él no aparecía.

-Sirius!- gritó -Sirius!

Pero cuando estaba por llegar hasta el velo, Lupin lo tomó por el pecho, deteniéndolo.

-No hay nada que puedas hacer, Harry…

-Traerlo hacia acá, salvarlo, sólo a caído a través del velo!-exclamaba Harry.

-Es muy tarde, Harry

-Todavía podemos alcanzarlo

Harry tironeaba con fuerza, pero Lupin no lo soltaba.

-No hay nada que puedas hacer, Harry… nada… se ha ido

Harry se despertó agitado. Las últimas palabras de Lupin resonaban en su mente. Había sido sólo un sueño. No. No era un sueño. Era un recuerdo. Otro recuerdo del pasado, que había venido para torturarlo. Se levantó de su cama y fue hacia el baño. Se mojó la cara con agua helada. Culpa, culpa, culpa… La culpa no lo abandonaría nunca. Se miró en el espejo. Estaba pálido, y su rostro reflejaba el agotamiento y el dolor. Cada mañana se le hacía mas difícil levantarse. Notó que estaba muy solo. Había perdido a sus padres, y luego, a su padrino. A sus mejores amigos… lo había perdido todo. "Yo debería estar muerto. No ellos. Todo hubiera sido mucho mas fácil" pensó Harry. Volvió a mojarse la cara con agua helada.

-Buenos días señor Potter. Discúlpeme que lo moleste desde tan temprano en la mañana, pero creo tener una pista sobre los dos brujos que pidió que persiguiéramos.-dijo una muchacha rubia, de ojos color avellana y de escasa altura, mientras caminaba junto a Harry, camino hacia el escritorio del mismo. Harry se detuvo en seco.

-¿Qué es lo que sabes?-preguntó bruscamente.

-Pues… tengo acá unos papeles sobre otros ataques. Según el informe del señor Crompton, estos hombres que usted persigue parecen ser los mismo que provocaron estos destrozos.-dijo la muchacha, mostrándole una serie de papeles. Harry los tomó en sus manos y leyó algunos rápidamente. Sí. Eran ellos. En todos los informes hablaba sobre la misma nube de niebla en la cual la gente desaparecía.

-¿Cómo te llamas?- preguntó Harry a la muchacha, sin despegar la vista de los papeles.

-Marian Fretch.-respondió ella, temerosa.

-Es usted muy astuta, señorita Fretch. Y ha hecho una investigación fabulosa. Dudo que alguien hubiera encontrado tanta información en tan poco tiempo. –dijo Harry, levantando la vista y sonriendo. Marian se sonrojó.

-Gracias señor Potter. Verá, no es que lo haya hecho rápido, es que conozco bien donde buscar.

-Bueno… ya tenemos algo. Ahora, necesitaría marcar en algún mapa las zonas de los ataques, y ver si están centrados en algún lugar en especial…-dijo Harry, mientras caminaba nuevamente hacia su escritorio.

-No es necesario, señor. Yo ya lo he hecho. Pero parece no tener sentido…-dijo Marian, moviendo la varita y haciendo aparecer un mapa de Hogsmeade y los alrededores. En él, había varios puntos rojos marcados. Harry abrió los ojos, asombrado.

-Excelente trabajo, Marian-dijo, acercándose al mapa.

-Gracias-volvió a decir la muchacha, y también se acercó al mapa. Hubo un silencio, tras del cual, ella volvió a hablar-Pensé que talvez estos brujos hicieran sus ataques en ciertos lugar por algún motivo. Como si estuvieran trazando una especie de dibujo… verá señor Potter, que los lugares en donde atacaron son comunes y corrientes, y no logro comprender que los atrajo hacia ellos. Pero, pareciera que ninguna figura se forma. Mire…-explicó Marian, y luego sacó la varita, y empezó a trazar líneas de color anaranjado por el mapa, uniendo puntos. Pero, como ya había dicho, nada parecía tener mucho sentido. Harry permaneció callado… talvez… en aquel mapa… en aquellas personas… estaba la solución al misterio que encerraba las desapariciones de sus amigos… Marian seguía trazando líneas, que luego borraba con otro movimiento de varita. Harry se acercó aún mas al mapa, quedando muy cerca de Marian, quien seguía concentrada en trazar líneas, mientras susurraba cosas como "tal vez si esta se une con este punto...". De repente, una tos demasiado fuerte para ser real los sacó de su concentración. Harry sacó la vista del mapa para encontrarse con la cara ceñuda de Catherine. Marian pegó un pequeño saltito, y el color subió a sus mejillas.

-Lo lamento, ¿interrumpo algo?-preguntó Catherine, clavando su mirada en Marian, quien retrocedió un poco.

-No, para nada-se apuró a decir Harry.-Te presento a Marian. Ella encontró mucha información sobre los brujos que perseguimos, y me la estaba mostrando. De hecho, recién analizábamos este mapa.

-Ah! Claro, me imagino.-dijo Catherine, en tono irónico.-Bueno, entonces, si ya tienes información, supongo que lo que yo encontré no te sirve, ¿verdad?-agregó.

-¿Encontraste algo?-preguntó rápidamente Harry, acercándose.

-Por supuesto.-dijo Catherine, algo ofendida.-Acá tengo unos dibujos sobre ambos brujos, y creo que ya se sus nombres.-dijo luego, sacando de una mochila unas hojas, con los rostros de dos hombres dibujados en ellos. Estaban hechos en blanco y negro, pero era suficiente. –Este se llama Frederick Pondrek-dijo señalando el dibujo de un hombre de pelo largo, labios delgados, cara afilada, y mirada inteligente.-Y este, se llama Deniwis Dolbour-dijo luego, señalando la otra imagen, donde había un muchacho de pelo ondulado, grandes ojos, y una sonrisa macabra.

-Dolbour...-dijo Harry, pensativo. Había oído ese nombre.

-Denewis Dolbour. Mortífago. Dos años mas grande que vos, Harry. Por lo cual ahora tiene... veinticuatro. Estuvo involucrado en el incendio de Boston, hace seis años, y causó cerca de diez muertes en esa noche. Cuando Voldemort desapareció, no se supo nada mas de Denewis. Hasta ahora-informó Catherine.

-Sí... ya lo recuerdo. Estaba loco, si me lo preguntas. Slytherin. Estoy seguro.-dijo Harry, mirando con desprecio la foto.-¿y que sabes del otro?

-Bueno, Frederick Pondrek... nacido en Berna, Suiza. Consiguió el mejor promedio de su clase. Un alumno brillante. Jamás mostró inclinaciones por Voldemort, ni por nada referido a la magia Oscura. –dijo Catherine, torciendo una sonrisa falsa.

-¿Dónde estudió?-preguntó Harry

-Houxborn.-respondió Catherine

-¿Dónde queda?

-A pocos kilómetros de la ciudad de Berna.

-Vamos para allá.

-¿Ahora?-preguntó Catherine sorprendida.

-Sí, ahora.-dijo Harry, tomando los papeles que Marian le había traído. Giró a mirarla. La muchacha permanecía ahí parada, mirando hacia el suelo. Catherine ya estaba saliendo.-¿Vienes?-le preguntó Harry a Marian. La muchacha lo miró sorprendido. Catherine se detuvo en seco, y frunció el ceño, soltando un pequeño bufido.

-Eh... bueno, espéreme un segundo señor que guardo el mapa-contestó Marian, sonriente.

El carruaje se detuvo frente a una gran puerta. Frente a ellos, se alzaba una enorme construcción. Harry lo miró sorprendido. Era un castillo. Pero jamás había visto un castillo tan diferente a Hogwarts. Había pocas torres, y era toda una estructura mas cuadrada, en piedra clara. Bellísimo. Escuchó como Marian soltaba un suspiro de admiración. Sí. Era digno de admirar. Había algo en aquel lugar... algo especial. Como un encanto propio. De una belleza inexplicable. Una armonía casi anormal. Una paz especial. Era tan hermoso y tan armonioso, que hasta podía resultar aterrador.

Bajaron del carruaje y tocaron a la puerta del Colegio Houxborn. Las puertas se abrieron mágicamente dejando a la vista un amplio pasillo. Los alumnos que andaban por allí, vestidos con túnicas en tonos claros que quedaban muy bien, se detuvieron a mirarlos. Un murmullo recorrió entre ellos. Harry lo ignoró. Estaba acostumbrado a que murmuraran en su presencia. Un muchacho alto, de pelo castaño, ojos claros, y expresión dura, se les acercó.

-Buenos días, señores. Creo que están en el lugar equivocado.-les dijo, muy educadamente.

-¿No es este el Colegio Houxborn?-preguntó Catherine, mirando a su alrededor.

-Pues... sí.-contestó el muchacho, confundido.

-Entonces estamos en el lugar indicado-volvió a hablar, Cathy, sonriendo.

-¿Qué necesitan?

-¿Cómo te llamas?-le preguntó Catherine, ignorando la anterior pregunta.

-Francis Baker.-respondió.

-Bien Francis, necesitamos hablar con el director

-¿Por qué motivo?-preguntó Francis. Harry clavó su mirada en el muchacho. Éste, notó que lo estaban mirando, y pareció algo incómodo.

-Eres demasiado curioso.-dictó Harry, serio.

-No es que sea curioso. Es que soy Capitán de séptimo año, y mi deber como tal es averiguar qué trae a tres extraños a Houxborn.-exclamó él, con tanta prepotencia que Harry frunció el ceño.

-Bueno, entonces como Capitán que eres, no querrás meterte en problemas e irás a buscar al director.-exclamó Harry, quien comenzaba a enojarse ante la actitud de Francis.

-No lo llamaré hasta no saber quienes son ustedes tres-dijo Baker, demasiado seguro de sí mismo. Harry dio un paso al frente de manera amenazante, la mayoría de los chicos que estaban en el pasillo soltaron exclamaciones y retrocedieron, dejando una especie de círculo en la cual se hallaban Harry, Catherine y Marian, junto con Francis. Harry metió la mano en un bolsillo de su túnica, y Baker rápidamente sacó la varita y apuntó a Potter. Este levantó las cejas, y sacó tranquilamente de su bolsillo lo que parecía una billetera. La abrió lentamente, sin dar la menor importancia a la varita de Francis, y sacó un carné de adentro.

-Mi nombre es Harry Potter, Auror y Jefe del Grupo Fénix. Trabajo para el Ministerio de Magia, y estoy acá para averiguar sobre dos brujos que practican las Artes Oscuras.-dijo rápidamente mientras extendía frente a Francis el carné de Auror. Hubo un largo murmullo entre los alumnos, algunos incluso soltaron pequeños gritos. Francis retrocedió unos centímetros, y guardó su varita nuevamente en su bolsillo.

-Síganme-dijo, mientras se encaminaba hacia unas escaleras.

Subieron varios pisos. Los alumnos volteaban a verlos, y murmuraban señalándolos, pero tanto Harry como las dos chicas, ignoraron todo aquello. Finalmente se detuvieron frente a una gran puerta roja, junto a la cual había dos estatuas de unos guerreros con armaduras. Francis dio un paso hacia la puerta. Ante la sorpresa de los tres aurores, las estatuas parecieron cobrar vida. Ambas sacaron sus espadas y se pararon frente a la puerta, amenazadoramente.- Corvenilus Credius-dijo Baker, y las estatuas hicieron una reverencia y los dejaron pasar. Francis abrió levemente la puerta, y les cedió el paso. Había un corto pasillo, que desembocaba en otra puerta igual a la anterior. El muchacho tocó la puerta.

-Adelante-murmuró una voz desde adentro. Francis abrió la gran puerta. Una habitación revestida en un tono bordó y azul, de techo alto, en madera, y grandes ventanales con bellísimas cortinas de seda apareció frente a sus ojos.

Había una apreciable biblioteca en una esquina, junto a la cual había un juego de sillones azules. Al otro lado, una mesa de té, con varias sillas. Y frente a ellos, un antiguo escritorio de algarrobo, barnizado. Detrás del escritorio, una silla, vacía.

-Gracias señor Baker por traer al caballero y a las señoritas. Puede retirarse.-dijo nuevamente una voz, femenina. Frente a un ventanal había una mujer de espaldas, mirando hacia el exterior. Baker hizo una especie de reverencia y salió de la habitación, cerrado la puerta tras de él.-Por favor, acérquense.-dijo la mujer, dándose vuelta. Ellos obedecieron.

Era una mujer joven, de pelo rubio largo hasta la cintura, ondeado. Caminaba con una delicadeza increíble, e incluso, parecía flotar. Tenía el rostro clamo, como si todo fuera perfecto. Tanta armonía en aquella habitación parecía sobrenatural. Harry pensó que se veía demasiado joven para ser directora, y sin embargo, cuando estuvo parada frente a ellos, Harry sintió que aquella mujer había visto y vivido mas que todos ellos juntos. Posó su mirada en los ojos de ella. Eran ojos color esmeralda radiante, profundos, y en ellos se veía la sabiduría de cientos de años. La dama sonrió.

-Sabía que vendrías, Harry Potter. Es un honor-dijo tranquilamente.

-¿Cómo sabe mi…-comenzó a preguntar Harry, pero ella lo interrumpió.

-Frederick Pondrek era un gran chico. Muy inteligente. Sabía que era lo que le convenía, y siempre pensaba antes de actuar. Esa era su clave para triunfar. Pensar. Él sabía que todo lo que hiciera saldría bien, porque lo tenía planeado desde antes.-dijo la mujer tranquilamente, mirando sus pálidas manos.

-¿Quién es usted?-preguntó Catherine, sorprendida.

-Mi nombre es Natasha-respondió.

-¿Y cómo es que supo a lo que veníamos?-volvió a preguntar Cathy.

-Porque es una Kaidath.-dijo Marian, sorprendida. Natasha la miró fijamente, y luego, sonrió.

-Eres muy perspicaz y observadora.-le dijo. Marian se sonrojó.-Sí. Soy una Kaidath-  confesó, y les hizo señas para que fueran hacia el lugar donde estaba la mesa y las sillas. Tomaron asiento.

-¿Qué quiere decir "Kaidath"?-preguntó finalmente Catherine. Harry también sentía esa duda.

-Quiere decir "Los Eternos", en el idioma Rúnico Antiguo.-dijo Natasha, sentándose en una silla desde la cual veía a los tres aurores a la cara.-Se llamó así a los seres casi inmortales.

-¿Casi?-preguntó Harry sin entender.

-Sí. Casi.-repitió Natasha, y cerró los ojos unos segundos. Luego, volvió a hablar-Somos seres antiguos, y hemos visto todo; lo conocemos todo; lo sabemos todo. Nacimos hace cientos de años, y jamás morimos, a menos que nuestra misión en la Tierra haya terminado. –hizo una pausa y abrió los ojos.-Cada uno de los Kaidath nació para cumplir una misión. Y una vez que es cumplida, desaparecen. Porque nosotros nunca morimos. Solo, desaparecemos.

-¿Cuál es su misión en la Tierra?-preguntó Harry, curioso. Ella lo miró.

-Los Kaidath nacemos sin saber nuestra misión, y debemos averiguar cual es a lo largo de los años. Pero para ello, se nos conceden todos los dones de la magia.-explicó ella, pero Harry notó que su pregunta no había sido respondida.

-Cuando dices "todos los dones", ¿a que te refieres?-le preguntó Catherine.

-A todo. Conozco desde la magia mas pura hasta la mas oscura, puedo leer las mentes, predecir el futuro, realizar cosas con las cuales los mortales solo pueden soñar. Tengo en mí, el poder para controlarlo todo, si así lo quisiera.-explicó Natasha. Harry sintió un repentino terror. Ella realmente tenía poder.

-Entonces, sabes porque estoy acá-dijo Harry. Natasha lo miró fijo a los ojos, y Harry tuvo la seguridad de que estaba viendo en su mente. Repentinamente, la dama levantó las cejas, sorprendida.

-Sabes Oclumencia. ¿Verdad?-preguntó. Harry asintió.-Se nota. Cuesta demasiado penetrar en tu mente. Pero no lo necesito para saber qué te trae acá. Buscas resolver un misterio que te está atormentando. Y para ello, necesitas a Frederick Pondrek, ¿no es cierto?

-Así es. Y usted puede ayudarme.-dijo Harry. Natasha volvió a sonreír.

-¿Té?-preguntó Natasha a Harry, haciendo aparecer una jarra de té y varias tazas. Harry se disponía a negarlo, cuando escuchó la voz de Marian a su oído.

-Acéptalo-le dijo ella. Harry agarró la taza que Natasha le extendía. Luego, esta le dio una a Marian y a Catherine.

-Beban, les hará bien-dijo tranquilamente Natasha, mientras que ella también bebía un sorbo. Harry bebió.-Ya les he dicho casi todo lo que se de Frederick. Era un buen muchacho.

-Pero tenemos sospechas de que está involucrado en varios crímenes. Necesitamos algo que nos ayude a encontrarlo.-exclamó en tono suplicante Cathy.

-Como ya les dije, era muy inteligente, el mejor de su curso. Y le encantaba serlo. Sabía que era más que otros, y muchas veces se los hacía notar. Siempre demostró cierta fascinación por la magia antigua. Recuerdo que solía venir a mi oficina pidiéndome si podía tomar algo de mis libros.-dijo Natasha señalando hacia la biblioteca. Harry torció la mirada en aquella dirección.

-¿Qué libros solía pedir?-preguntó mientras dejaba la taza sobre la mesa.

-Oh, varios. Pero en especial, ese-dijo Natasha señalando un libro, e inmediatamente el libro voló hacia sus manos. Natasha extendió el libro hacia Harty. Era viejo, y se notaba que varias personas lo habían leído. De tapa dura, en color blanco, y (lo que más llamó la atención de Harry) sin título. Estaba muy bien conservado.

-¿Hay algo mas que nos pueda decir?-preguntó Marian, y Harry notó por primera vez que ella había estado tomando nota.

-Quisiera ayudarlos, pero no puedo decirles nada mas.-dijo ella, y tomó un sorbo de la taza.

-¿Eso es todo lo que sabe de Frederick Pondrek?-preguntó Harry, sorprendido ante la poca información que la directora les había brindado.

-Puedes llevarte el libro-habló Natasha, ignorando por completo la pregunta de Potter.

-Gracias-exclamó Harry, sin saber que decir. Comprendió que había llegado el momento de irse. Se puso de pie-Fue un placer conocerla. Espero que nos volvamos a ver algún día-dijo Harry, haciendo una reverencia.

-No se preocupe, nos volveremos a ver. De eso estoy segura, señor Potter.-dijo ella, levantándose, y haciendo una pequeña inclinación de cabeza. Chasqueó los dedos, y las puertas de la habitación se abrieron de par en par.

Harry, Catherine y Marian salieron de la habitación en silencio. Potter estaba demasiado concentrado. Llevaba en sus manos el libro blanco que Natasha le había dado. Llegaron frente a las puertas rojas, resguardadas por las estatuas, las cuales ni se mutaron cuando ellos pasaron junto a ellas. Bajaron las escaleras por las cuales habían sido escoltados por Francis. Llegaron hasta las grandes puertas, ignorando nuevamente los murmullos de los alumnos, y finalmente salieron al aire libre. El sol se hallaba bien arriba en el cielo, sofocándolos con su calor. El tiempo había pasado demasiado rápido. Y sin embargo, Harry tenía la sensación de que solo había estado media hora junto con Natasha. El carruaje todavía estaba detenido frente a las puertas. Subieron en silencio, y pronto vieron al castillo desaparecer en el horizonte.

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Y ahí termina mi tercer capítulo. Espero que les haya gustado. Aunque no recibí muchos reviews.... =´(

De todas formas, no interesa. Pienso seguir publicando esta historia aunque nadie la quiera leer. Jejejje...  Gracias Aiko-Shiteru y Bellatrix88... que parecen ser mis únicas lectoras.... pero aunque sea voy a escribir esta historia por ellas!!! =0P

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