La mañana siguiente Harry despertó temprano en la mañana. Estaba fresco, así que tomó una de sus variadas camperas.
Salió de su cuarto, no sin antes comprobar que tenía el Dairmon en uno de sus bolsillos, y fue hacia la cocina. Estaba preparándose un café cuando escuchó a alguien caer pesadamente contra el suelo de su casa, y luego, escuchó otro golpe igual. Corrió hacia donde se hallaba el comedor. Allí, frente a la chimenea estaba parado Frederick Pondrek, junto a otro muchacho, de pelo negro ondulado, grandes ojos grises, de tez morena y una sonrisa blanca y macabra.
-Buenos días Potter, te presento a mi socio, Denewis Dolbour-dijo Frederick, señalando a su compañero. Harry hizo una pequeña reverencia, sin quitarle los ojos de encima. No confiaba en el ex-mortífago.
-Vaya… Harry Potter… ¿el mismo Potter que venció al Señor Oscuro?-preguntó Denewis, prolongando aun más su sonrisa.
-El mismo-se limitó a responder Harry, impregnando sus palabras con el mayor odio posible.
-Quien lo hubiera dicho…
-Nadie. Y nadie lo dirá.-se apuró a decir Frederick.-Tener a Potter como socio es lo mejor que nos pudo pasar en nuestras vidas, Dolbour. Nadie sospechará jamás de él. Después de todo… es Harry Potter…
-¿Qué pretenden que haga?-preguntó Harry, mientras se sentaba en una silla de las que había alrededor de la mesa del comedor. Hizo una seña para que los otros dos lo imitaran. Así lo hicieron.
-Desde nuestro último ataque se nos ha hecho imposible terminar con el plan. Nos buscan en todas partes… cada una de las calles está custodiada día y noche… fotos nuestras están siendo pegadas en las puertas de todos los locales. No podemos hacer nada así, Potter-se apuró a explicar Denewis.
-¿Eso es todo?-preguntó Harry sonriendo.-Tengo a todos los Aurores metidos en el bolsillo. No puedo hacer que los dejen de buscar, porque después de todo, yo empecé la cacería. Pero puedo hacer que les dejen libre la calle que necesitan.
-Sabía que hacía un buen trato incluyéndote en el equipo, Potter. Tienes una mente astuta-le dijo Frederick, poniéndose de pie.-Recibirás noticias nuestras en cuanto todo esté listo. Necesito que mantengas a todos los Aurores lo mas lejos posible de nuestro objetivo. Que nadie averigüe nada sobre lo que planeamos. Debemos quedar como unos delincuentes que tan solo disfrutan haciendo desaparecer gente.
-Pero-dijo Potter, poniéndose también de pie-¿Cuándo abriremos la Boca del Encierro?
-¿Qué no te lo dije?-exclamó Pondrek, levantando las cejas. Harry negó.
-No es tan fácil Potter. Debemos esperar a la noche sin luna del primer día de Verano-dijo Dolbour.
-¡Pero para eso falta mas de un mes!-dijo Potter decepcionado.
-Para ser exactos, falta hasta el 21 de Junio, primer día del verano. (N/a: téngase en cuenta que esta historia transcurre en Inglaterra, por lo cual, el verano empieza el 21 de Junio).
-Y tiene que ser una noche sin luna…-dijo Harry pensativo.-Eso no sucede muy seguido, ¿verdad?
-No. Tan sólo una vez cada 113 años.-dijo Denewis.
-¿Y por qué diablos comenzaron tan temprano, si recién estamos en el 19 de Abril?-dijo Harry enojado, quien había elevado la voz.
-Porque esto no es un maleficio cualquiera. Es un ritual, Potter. Un ritual. Hay fechas para realizarlo. Luego de marcar toda la estrella, hay que dejarla descansar cuarenta y cinco días, yendo cada cinco días a cada una de las puntas y realizando allí nuevamente el maleficio para que la niebla se conserve. Pero, como ya te dije, últimamente se nos hace difícil acercarnos a las nieblas.-explicó Pondrek.
-Y mañana se cumplirán los primeros cinco días desde que trazamos las estrella-agregó Denewis.
-Entonces… para mañana tengo que lograr que los cinco lugares en los cuales realizaron las nieblas queden vacías.-razonó Potter.
-Exacto- le dijo Frederick mientras volvía hacia la chimenea por la cual había llegado.-Un placer hacer tratos contigo, Potter-volvió a hablar antes de sacar unos polvos de su bolsillo y lanzarlos a la chimenea. Desapareció segundos después tras las llamas verdes.
-Nos veremos pronto, Potter-le dijo luego Denewis, haciendo una reverencia y torciendo una sonrisa burlona. Luego, tiró polvos flu a la chimenea y desapareció en el fuego. Harry volvió a sentarse en una de las sillas.
-Si que me estoy metiendo en un gran problema…-se dijo a si mismo.
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-¿No encontraste nada?-le preguntó Cathy, decepcionada.
-No, nada-repitió Harry, tratando de poner la cara mas sincera que lograba.
-Es… imposible… tiene que haber algo…-decía Marian, al borde de las lágrimas, pasando una y otra vez las páginas en blanco de adelante hacia atrás, y de atrás hacia delante, como si de aquella manera apareciera lo escrito.
-Marian, si no hay nada, es porque no hay nada. No perdamos más tiempo con el Libro Blanco. Dediquémonos a buscar información de otras fuentes-dijo Derek tranquilamente y en su voz grave.
-De acuerdo-aceptó Marian, resignada, soltando pesadamente el Libro Blanco sobre la mesa y tirándose sobre una de las sillas.
-¿Por qué llegaron tan tarde?-preguntó Harry, en un intento por disimular la alegría causada por la inocencia de sus amigos. Confiaban demasiado en él.
-Pregúntale a Derek.-dijo Cathy de mala forma. Harry miró al muchacho de pelo castaño oscuro.
-Me quedé dormido, y las pasé a buscar tarde. ¡No me miren así que no es un pecado! -dijo Derek, ofendido.
-Esta bien, no hay problema compañero-le dijo Harry estrechándole la mano amistosamente. Derek sonrió.-¿Qué les parece si salimos un poco de este departamento y buscamos información en otro lugar? Por lo que parece, este libro ya no es útil.-continuó Potter tomando el Libro Blanco en sus manos.
-Si, podemos ir a la Biblioteca de la calle Xervon. –sugirió Cathy, poniéndose de pie y estirándose. Soltó un largo bostezo-Lo siento, pero no dormí bien.-se disculpó.
Harry tomó las llaves de su departamento, esperó a que todos salieran, y luego cerró con llave. Bajaron las escaleras hasta llegar a la planta baja. Estacionada en la puerta estaba la lujosa moto de Harry, y junto a ella, un convertible rojo último modelo.
-Lindo auto Derek. ¿Es nuevo?-preguntó Harry mientras se acercaba para inspeccionar mejor el auto.
-Ajá-asintió el muchacho con una amplia sonrisa, mientras acariciaba la puerta del auto-Fue amor a primera vista Harry. La vi, allí, detrás del vidrio de aquel local muggle y supe que habíamos nacido para estar juntos.
-¿Y qué pasó con el otro auto?-preguntó Harry, imaginándose la respuesta.
-Está en casa-le dijo Derek tranquilamente, mientras abría la puerta del auto y se sentaba frente al volante. Crompton pertenecía a una familia de brujos sumamente rica, pero el muchacho sin embargo era increíblemente modesto.
-Así que un auto muggle…-dijo Harry, mientras caminaba alrededor del auto, inspeccionando cada centímetro.-Me asombras. Creí que no te agradaban los objetos muggles.
-Esto no es un "objeto muggle"-dijo Derek fingiendo estar ofendido-¡Es una Ferrari! ¡Mi Ferrari!-hizo una pausa y su rostro tomó cierta malicia. Bajó el volumen de su voz-Además, ya le he hecho algunos… arreglos.-. Harry soltó una alegre carcajada al escuchar las palabras de su amigo. Giró sobre sus talones, y fue hacia su moto.-Y por cierto Potter. Yo no tengo nada contra las cosas muggles.-agregó Derek, mientras Harry subía a su moto.
-Claro. Tu problema es que no logras entender como funcionan-le dijo Potter riendo.-¡Cathy!-llamó a su novia.-¿Subes?-le preguntó extendiéndole un casco que acababa de aparecer. Catherine pareció dudar.-¡Vamos! Prometo ir despacio
-No se que es lo que tu consideras despacio Harry. La última vez que viajé en ese artefacto del demonio casi me muero de un paro cardíaco.-confesó la muchacha. Harry arqueó las cejas, y sonrió de la manera más inocente que logró conseguir. Cathy resignada, también sonrió.-De acuerdo, pero despacio.
-Como usted diga señorita-le contestó Potter, extendiéndole el casco. Mientras, Marian subió al lugar libre que quedaba en la Ferrari de Derek.-¡hey, Crompton!-lo llamó Harry, una vez que todos se hallaban en uno de los dos vehículos.-Quiero ver que tan rápido va tu cacharro muggle
-Ronronea como un gatito, Potter. Y lo sabes… te mueres de celos-le dijo Derek, apretando el acelerador y haciendo sonar el motor de su Ferrari.
-Veremos quien es mejor-dijo Harry, arremangándose las mangas de su túnica verde oscura y preparándose para acelerar.
-¡NO!-gritaron dos voces histéricas al mismo tiempo. Derek y Harry se detuvieron en seco, mirando fijo a sus compañeras de vehículos.
-No quiero nada de carreras Harry. Por lo menos, no mientras que yo esté sobre esta moto, ¿entendido?-le dijo Cathy amenazadoramente. Harry asintió de mala gana.
-Discúlpame Derek, pero no me agrandan las carreras. Si quieres, puedes correr, pero entonces yo me voy a bajar porque… -comenzó a hablar Marian, mientras abría la puerta de la Ferrari. El brazo de Crompton pasó frente a ella, y tomando el picaporte de la puerta, volvió a cerrarla.
-Nada de carreras.-le dijo sonriendo. La joven se sonrojo y dirigió su mirada hacia otro lado, mientras decía un débil "gracias".
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Hacía ya toda una tarde que los cuatro amigos se hallaban en la biblioteca buscando información, pero no había nada que los acercara a la verdad que Harry ya conocía. En cierta forma, la falta de conocimiento de sus amigos, hacía que Harry sintiera un alivio y felicidad que desde hacía mucho que no experimentaba. El saber más que los demás, de alguna forma le otorgaba un poder de superioridad que lo hacía sentir bien.
Levantó la vista del libro el cual fingía estar leyendo para echar una ojeada a sus amigos. Cada unos se hallaba concentrado en su propio libro. No pudo evitar un sentimiento de culpa. Ellos estaban allí por él, para ayudarlo a resolver un misterio que él, Harry Potter, conocía a la perfección. Miró su reloj de muñeca, y luego hacia uno de los ventanales. En poco tiempo oscurecería, y él tenía que lograr sacar de sus puestos a los cinco Aurores que custodiaban las "nubes de niebla". Se puso de pie. Los ojos de sus amigos se despegaron de los reglones de aquellos viejos libros para posarse en el rostro tranquilo de Harry.
-Eh… debo irme. Hablé con el cuartel y me necesitan para un par de arreglos. Nos vemos mañana en tu casa Cathy-se explicó Harry. –Si averiguan algo, no se olviden de avisarme.-agregó mientras se ponía la campera y guardaba un par de coss en los bolsillo.-Por cierto Derek, nos quedó pendiente la carrera.-volvió a hablar en dirección al muchacho de pelo lacio y brillante, de un color oscuro. Este sonrió de manera cómplice y asintió.
Harry giró sobre sus talones en dirección a la salida. No podía evitar sonreír, y de no haber estado tan cerca de sus amigos y dentro de una biblioteca, habría estallado en una maniática carcajada.
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Dobló en la siguiente esquina. Allí, parado frente a la nube de niebla se hallaba un Auror. Caminó directo hacia él.
-Buenas tardes-lo saludó. El hombre pareció sobresaltarse.
-Buenas tardes señor Potter-dijo de manera formal-¿Qué lo trae por acá?
-¿Acaso no le avisaron?-dijo Harry tratando de fingir sorpresa.-Yo haré su reemplazo en esta zona durante esta noche.
-No… yo no…. Quiero decir… yo no estaba enterado
-Pues ahora lo está.-dijo Harry mientras apoyaba una mano sobre el hombro del hombre.-Puede irse.-le dijo luego, empujándolo hacia la salida del callejón con la mano. El hombre asintió y, tras un pequeño estallido, desapreció. Harry sonrió. Miró durante unos segundos la niebla. Una de las cinco puntas ya estaba libre. Quedaban cuatro.
Harry comenzó a caminar en dirección a otra de la nieblas. Luego de unas cuadras vacías, sin gente que caminara por ellas, y la luz del sol desapareciendo en el horizonte, Potter llegó hasta otro callejón en el cual había una muchacha de unos treinta años de edad, muy linda. Otra Aurora custodiando otra niebla.
-Buenas tardes, señorita-le dijo Harry, tomándola por sorpresa. La muchacha se sobresaltó.
-¿Quién es usted?-le preguntó bruscamente. Harry pudo ver que la mano de la muchacha se deslizaba lentamente hacia su varita, guardada en uno de los bolsillos.
-Lamento haberla asustado-dijo Harry manteniendo su voz calma y fría.-Mi nombre es Harry Potter, y soy también un Auror. He venido para reemplazarla durante esta noche.-explicó Potter, mientras caminaba hacia la muchacha. Ella sonrió de manera desafiante, lo cual preocupó a Harry.
-Es extraño señor Potter. –dijo ella tranquilamente-Hace unos minutos atrás, un amigo mío que custodia otra de las nieblas, se apareció frente a mí para avisarme que usted lo reemplazaría esta noche.-volvió a hablar, más tranquila que antes.-Lo que no entiendo-agregó luego de unos segundos de silencio-es cómo hará usted para estar en dos lugares al mismo tiempo.-La muchacha terminó de hablar y fijó sus ojos marrones en los verdes de Harry. Potter no pudo evitar que una amplia sonrisa se curvara en su rostro, y varias carcajadas salieron de sus labios, haciendo que la muchacha se estremeciera.-¿Qué es lo que planea, señor Potter?-preguntó la muchacha, y Harry se sorprendió al ver que le apuntaba con la varita directo al pecho.
-¿Qué es lo que pretendo?-repitió Harry, mirando a la muchacha con un aire de superioridad y caminando hacia ella-Bueno… se lo explicaré en pocas palabras. Pretendo abrir la Boca del Encierro, traer de vuelta a los Cuatro Demonios conocedores de todas las artes oscuras, y ganar así todo el poder que un ser humano puede desear. ¿Le gusta mi explicación?-preguntó Harry sarcásticamente.
-Mentira-se limitó a decir la muchacha-Usted nunca… no usted… -Harry volvió a reír.
-Suena extraño, ¿verdad? Te entiendo. Yo también me sentí confundido en un principio. Harry Potter, el famoso muchacho que derrotó a Voldemort, ¿cómo podría estar él involucrado en artes oscuras de esta talla? Él jamás haría algo así… ¿o sí?-dijo Harry mientras caminaba de manera lenta por todo el callejón, acercándose cada vez más a la muchacha.
-Usted está relacionado con las desapariciones, ¿verdad?-dijo la muchacha, y Harry sonrió al notar que había miedo en sus palabras.
-Sí. Yo soy cómplice de todo esto, señorita.-respondió Harry, deteniéndose frente a ella, a menos de un metro de distancia.
-¿Por poder?-le preguntó ella desesperada.
-No, yo no busco el poder. Sólo busco el hacer justicia.
-Lo que hace no es justo
-Lo que le hicieron a mis amigos tampoco lo fue.-exclamó Harry, elevando su voz-Haré justicia por ellos. Los salvaré del castigo al que fueron entregados por mi culpa.
-¿Acaso para salvar a unos amigos suyos piensa arriesgar la vida de cientos de personas?-exclamó la muchacha ofendida, también elevando su voz.
-Si-respondió Harry. La muchacha tembló. Harry tomó la mano en la cual ella sostenía la varita-Préstame esto un segundo.-le dijo, mientras le sacaba la varita de la mano-Creo que sería mejor que la guardaras-volvió a hablar Potter, mientras metía la varita en el bolsillo de la túnica de la muchacha-Dime… ¿Cómo te llamas?
-Brida-respondió ella fríamente, y trató de soltarse de Potter, quien aun la sostenía por la muñeca. Pero era imposible, él tenía mucha mas fuerza que ella..
-Bien…Brida. Lamento tener que hacer esto, preciosa… pero no hay otra manera, ¿sabes? Ahora que sabes toda la verdad, no puedo permitirte que sigas acá. Sería algo comprometedor para mí. Creo que me entiendes-le dijo Harry mientras la tomaba de las dos muñecas.-Espero que disfrutes tu estadía en otra dimensión.-volvió a hablar mientras una sonrisa diabólica se acentuaba en su rostro. Sin darse cuenta, Brida se había acercado demasiado a la niebla. Harry, todavía sosteniéndola de las muñecas, la levantó unos centímetros en el aire, y la lanzó a través de la nube que se hallaba detrás de ellos.
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Caminó de regreso a donde había dejado la moto estacionada. Los cinco puntos de la Estrella estaban libres. Sintió que algo le oprimía el pecho. Acaba de tirar a travez de la niebla a una Aurora. Se subió a la moto. Sacó las llaves del bolsillo, pero la mano le temblaba, y se le hizo imposible arrancar la moto. Se apoyó sobre el manubrio.
-Fue necesario Harry. No podíamos correr el riesgo de que ella arruinara el plan-le dijo una voz fría, inalterable. Levantó la vista para encontrarse de frente con los ojos grises de Denewis Dolbour.
-¿Cómo lo sabes?-preguntó Harry. La voz le temblaba.
-Yo estaba ahí Harry, viéndote.-le dijo, mientras se le acercaba-Créeme, actuaste de la manera correcta. Imagínate lo que hubiera sucedido si ella hubiera escapado y contado todo lo que sabía. Tendríamos que haber esperado otros 113 años. Además, podrás traerla de vuelta cuando abramos la Boca.-trató de convencerlo Denewis. Pero Harry no podía terminar de aceptarlo.-¡Vamos! Nadie dijo que esto fuera fácil. Pero, si quieres que todo salga bien, debes dejar a un lado todas las debilidades. Debes ser frío e impenetrable. Ya te acostumbrarás. Luego de un tiempo, comprenderás que no había otra opción-volvió a hablar Dolbour, y tras darle una palmada amistosa en el hombro a Harry, se despidió-Será mejor que me vaya. Por cierto, todo salió de maravilla. Lograste hacer que todos los Aurores dejaran sus puestos justo a tiempo. Te felicito.
Harry vio como Denewis caminaba por la vereda hasta perderse en la oscuridad de la noche. Él tenía razón. Si quería rescatar a sus amigos, nada podía afectarlo. Nada.
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Terminé!!! Me tomó una eternidad, pero ya está!! Juro que voy a tratar de escribir los capítulos más rápido... Lamentablemente no tuve tiempo para responder lo mensajes, pero prometo responderlos más adelante. Si tienen alguna duda, solo pregunten, pero creo que todo está bastante claro... por el momento.
Saludos,
Mirlaur
