Capítulo X: Escape del Ministerio

Ya era de noche. Caminaron en silencio. En la entrada del salón estaba estacionada la Ferrari de Derek.

-¿Y bien?-preguntó Catherine, impaciente.-Espero que no nos hayan sacado de la fiesta por nada.

-Atrapamos a Dolbour y a Pondrek-le dijo Derek, sonriendo de manera altiva.

-¡¿QUÉ!?-gritó Harry, completamente sorprendido.

-Salíamos de la biblioteca, y decidimos e ir a dar un vistazo a las nieblas. En eso encontramos algo que nos fue muy útil.-empezó a explicar Marian, mientras se acomodaba la túnica, la cual estaba algo arrugada.

-¿Y?-dijeron Harry y Cathy, desesperados por saber lo que había encontrado.

-Y… encontramos unas huellas. De auto, parecían. Los rastros se perdían en algunos momentos. Pero los pudimos seguir, hasta llegar a una casa en la calle 47, la cual supuestamente estaba abandonada. Entramos por una puerta trasera y sorprendimos a nuestros criminales mientras descansaban-continuó Marian, visiblemente orgullosa.

-No quisieron decir nada. No pudimos sacarle ni una palabra, Harry. Tan sólo admitieron que esta tarde habían ido al lugar en el cual encontramos las huellas de auto, pero no dijeron nada más.-explicó Derek, mientras abría la puerta de su auto.

-¿Dónde están ahora?-preguntó Harry.

-En el Ministerio, encerrados en una de las mazmorras.-se apuró a decir Marian.

-Vamos para allá-dijo Harry, sacando del bolsillo del saco las llaves de la moto y subiéndose. Catherine se subió atrás de él. Arrancó la moto, y pudo escuchar el motor de la Ferrari a su espalda. Apretó fuertemente el acelerador, y la moto salió disparada dejando atrás una nube de humo. Derek no se quedó atrás. Apenas Marian había cerrado la puerta cuando apretó el acelerador, y salió detrás de Potter.

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La puerta del Cuartel de Aurores se abrió bruscamente. Todos giraron sus cabezas para ver entrar a Potter, seguido por las señoritas Catherine Starblair y Marian Fretch, y el señor Derek Crompton.

-¡Potter!-exclamó sorprendido un hombre de barba corta color claro, pequeños ojos escondidos tras espesas cejas, y de gran estructura ósea. Era su jefe, el Sr. Gaurich.-¿Qué haces acá? ¿No estabas en una fiesta?

-Mis compañeros se encargaron de ir a buscarme y avisarme que Prondrek y Dolbour han sido capturados.-dijo Harry seriamente. Él y Gaurich se tenían cierta antipatía.

-Oh, si, han sido capturados. Llegas justo a tiempo. Les daremos la Poción de la Verdad para que confiesen sus planes-dijo tranquilamente Gaurich.

-¡No puedes!-exclamó Potter enfadado. Varios ojos se volvieron hacia él, sorprendidos de la manera en que contestaba.-No puedes usar la Poción si la autorización del Ministro y del Wizengamot. Y el juicio de Dolbour y Pondrek aun no se ha llevado a cabo.

-Creo que yo sé lo que puedo hacer o no, Sr. Potter. Por algo soy su superior. Ahora, si no quiere otra suspensión momentánea de su trabajo, lo cual no me asombraría con todas las que ya ha recibido, le sugiero que no se meta en mis casos.-dijo Gaurich, quien estaba visiblemente enojado, pero no gritaba. Por el contrario mantenía la calma, disfrutando de poder humillar a Potter. Lo miró durante unos segundos con desprecio, y luego comenzó a caminar hacia la puerta de salida. Harry no podía dejar que utilizaran la Poción de la Verdad. Si se enteraban de la verdad… no, no lo harían.

-Sr. Gaurich-dijo Harry mientras giraba sobre sus talones para poder mirar a su jefe. Gaurich se detuvo frente a la puerta, y aun con su expresión triunfadora, giró para mirar a Potter.

-¿Si?-le dijo desafiantemente.

-Pienso que usted no esta en condiciones de decidir lo que se hace o no, señor-dijo Harry tranquilamente.

-¿Y qué le hace pensar eso Potter?-le preguntó Gaurich, curvando una sonrisa en sus labios.

-Pues… por si aun no lo notó, señor, el que está a cargo de este caso soy yo, y no usted-dijo Harry, aun mas clamo que antes. La sonrisa se borró de los labios de Caurich. Todos los aurores de la sala tenían la vista fijos en ellos. Marian dirigió unas miradas nerviosas a Derek y Cathy, quienes miraban sonrientes a su amigo Harry.

-¿De dónde sacó eso, Potter? Yo estoy a cargo de todos los casos, porque soy su superior. ¡El Jefe!-dijo Gaurich, perdiendo la calma.

-Vera, señor-Potter acentuó considerablemente la última palabra, mientras sacaba de uno de los bolsillos de su saco un papel doblado.-Acá tengo el permiso, firmado por usted y por el Jefe General de los Aurores, donde se me deja completamente a cargo del caso de Dolbour y Pondrek. Parece que no prestó atención cuando lo firmaba, señor…-hizo una pausa, mientras le extendía el papel a su jefe, y este lo leía cuidadosamente-Por lo tanto, al estar al mando de este caso, decido que… No habrá Poción de la Verdad-finalizó Potter, ahora era él quien sonreía. Gaurich miró el papel, luego a Potter, y nuevamente el papel.

-Sé, Potter, que este papel no es verdadero… y lo voy a probar.-le dijo amenazadoramente, apuntando a Harry con el dedo índice, luego de haber sacado la vista del papel. Harry continuó sonriendo.-Y cuando lo pruebe, me encargaré de que te sacan para siempre del Cuartel de Aurores.

-Como usted diga señor.-le dijo Harry, sacándole la autorización de las manos-Ahora, si me permite, tengo a dos sospechosos que interrogar.-dijo Harry, guardando el papel en su bolsillo.

Había empezado a caminar cuando Gaurich lo tomó del brazo y le dijo en un tono casi inaudible: -Acá hay algo sospechoso, Potter, y lo voy a descubrir.-Harry se limitó a echarle una mirada fría, y continuó su camino.

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Harry caminó rápidamente por entre los oscuros pasillos del ministerio. Tenía que llegar hasta las mazmorras donde tenían encerrados a Dolbour y a Pondrek. Giró rápidamente. Sería mejor que se apurara, antes de que alguien los interrogara primero. Volvió a girar y se encontró frente a una gran puerta de madera. La empujó con fuerza.

Ahora se hallaba frente a una serie de mazmorras, las cuales contenían diferentes personas, todas esperando a su juicio.

Caminó por el largo pasillo hasta llegar a una puerta que sostenía el cartel de "Prohibida la entrada". Golpeó a la puerta.

-¿Quién llama?-le dijo una voz de mujer.

-Soy yo Tonks, ábreme.-le respondió Harry. La puerta se abrió. Una muchacha de pelo fucsia bien cortito, y una simpática expresión en la cara lo recibió.

-Pasa. Están en la mazmorra número cinco.-le informó. Harry asintió y pasó a su lado, dirigiéndose hacia el lugar que le había indicado. Frenó ante una gran puerta de acero inoxidable, con apenas una ventanita, la cual tenía barrotes. Tonks sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta.-Ten-le dijo a Harry, extendiéndole las llaves.-Por si algo malo sucede, para que puedas salir.-y diciendo esto, se fue.

Harry cerró la puerta detrás de él, con llave. Mirando hacia el frente se encontró con una serie de barrotes que dividían una habitación en dos partes. De un lado estaba él. Y del lado contrario… Dolbour y Pondrek. El lugar estaba iluminado apenas por unas velas que vacilaban en sus candelabros.

-Parece que están en problemas-dijo Harry, acercándose a los barrotes. Pondrek levantó la cabeza. Tenía una herida en la cara, y el brazo izquierdo se hallaba vendado. Sus delgados labios se curvaron en una sonrisa.

-Y tu llegas tarde-le contestó, poniéndose de pie y acercándose a los barrotes.

-Agradece que llegué-le contestó Potter, entre risas.-¿dijeron algo?-preguntó. Pondrek negó con la cabeza.

-Trataron de hacernos hablar. Tus amigos. Saben más de lo que deberían, Potter. ¿cómo diablos se enteraron de que planeamos abrir la Boca del Encierro?-exclamó Frederick, corriéndose algunos mechones de pelo colorado del rostro, con la mano derecha.

-Son inteligentes, ¿sabes?-le contestó Harry, tomando un pequeño banquito que había a un costado y sentándose.-De todos modos, no tienen la menor idea de cómo planean abrirla. Tranquilo, Pondrek. Ellos confían demasiado en mí-volvió a hablar Potter, balanceándose en el banquito, con una sonrisa astuta. Frederick rió.

-Debes sacarnos de aquí, Potter-le dijo Frederick finalmente, sentándose nuevamente en una silla.-Denewis está en pésimo estado-agregó luego, con un movimiento de cabeza en dirección a un muchacho de pelo negro ondulado y tez morena, que yacía tirado de costado en una de las camas.

-¿Qué le sucedió?-preguntó Harry.

-La rubia. Creo que le quebró un par de costillas.-respondió Pondrek, con una expresión de asco-Tendrías que haber estado, Harry.-exclamó, y los ojos le brillaron con malicia-Los hubiéramos vencido. Pero la rubia esa tuvo que llamar a más aurores.-agregó, apretándose la mano con fuerza.

-Marian es más de lo que aparenta, ¿verdad?-dijo Harry, conservando su sonrisa.

-Espera a que la vuelva a ver-se escuchó una voz ronca, desde la cama-Me encargaré de que no vuelva a estorbar.-habló nuevamente Dolbour.

-¿Puedes caminar, Dolbour?-Harry cambió de tema.

-¡Claro que puedo! No soy invalido-le respondió en tono ofendido.

-Entonces levántate y prepárate para escapar.-le dijo Potter, poniéndose de pie. Pondrek y Dolbour se miraron sorprendidos.-Háganse a un lado-les dijo Harry, sacando la varita de su bolsillo.-¡Arlutrio!-gritó, y unas llamas turquesas salieron de su varita y se entrelazaron con los barrotes. En pocos segundos, los barrotes se habían desintegrado.

-¿Cómo piensas explicar esto Potter?-le preguntó Denewis, riendo, mientras se levantaba de su cama. Pondrek ya había cruzado los restos de los barrotes y se encontraba junto a Harry.

-No lo voy a explicar.-se limitó a decir Potter. Luego, se acercó a la puerta y escuchó con atención.-Muy bien, este es el plan.-volvió a hablar en dirección a los dos hombres-Saldré de acá aparentando estar completamente enojado. Entablaré unas palabras con Tonks, y mientras que los hago, ustedes saldrán de aquí y atacarán a mi amiga.-

-Muy bien genio, pero aún tengo unas dudas-le dijo Pondrek, cruzado de brazos-La primera, es cómo vamos a salir por esta puerta, y la segunda, con qué vamos a atacar a la bruja.

-Las respuestas son sencillas. Acá tienen las llaves y acá mi varita.-dijo, entregándole ambas cosas a Frederick.

-Estas desquiciado, Potter. –dijo riendo.-Ahora, sal de una vez.

Harry cerró la puerta detrás de él, y avanzó por el pasillo con pasos ruidosos. La puerta de entrada a las mazmorras de peligro se abrió y Tonks apareció.

-¿Qué sucede?-preguntó preocupada.

-Los malditos no dijeron nada. Tuve que salir para no perder la paciencia.-le respondió Harry, fingiendo frustración mientras se apoyaba contra la pared de piedra. Tonks posó su mano sobre el hombro de Potter.

-Al menos los tenemos-dijo, esbozando una pequeña sonrisa. Una puerta se abrió de par en par, y un rayo de luz naranja golpeó contra la pierna de Tonks, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. -¿Qué diablos…-comenzó a decir, pero lo que vio la dejó sin palabras. Dolbour y Pondrek pasaron corriendo a su lado. Harry se hallaba ahora de rodillas junto a su amiga herida. Pronto se puso de pie y salió corriendo detrás de ellos, dejando a la mujer completamente anonadada.

Denewis y Frederick corrieron a todo lo que les daban las piernas, y se detuvieron al traspasar la puerta de entrada a las mazmorras. Se detuvieron allí, esperando a Potter. Segundos después la puerta se abrió dejando el paso a un muchacho de pelo negro despeinado.

-¿Y la muchacha?-preguntó Pondrek, mirando con desconfianza hacia la puerta.

-Herida en el suelo-respondió Potter, apoyándose contra la pared.

-¿Y la dejaste sola? Tu si que eres uno de los nuestros-le dijo Denewis, riendo entrecortadamente por la agitación.

-No podemos detenernos-dijo Harry, comenzando a caminar hacia la salida.

-O por supuesto, saldremos caminando del ministerio sin que nadie note que los dos criminales más buscados de todo Londres están escapando en compañía Harry Potter-se burló Frederick.

-No seas estúpido y dame mi varita de una vez. Y las llaves también-le dijo Potter enojado, extendiendo la mano y recibiendo ambos pedidos.-Bien.-dijo una vez que había guardado las llaves en su bolsillo. Tomó la varita en su mano derecha y haciendo un movimiento hizo aparecer dos túnica, una de color azul marino, y otra de color ciruela.-Pónganse esto.-dijo. Ambos hombres obedecieron.-Bien. Ahora, subiremos por el pasillo del lado Oeste. Nadie lo usa, así que son pocas las probabilidades de que nos vean, y si nos ven, no creo que piensen que yo estoy deambulando con dos criminales. No es horario de entrada o de salida de personal, así que dudo mucho que las chimeneas estén siendo usadas. Una ventaja.

-A propósito, ¿qué hora es?-le peguntó Denewis. Harry miró su reloj.

-Las dos de la mañana.-respondió.

-¿Y por qué estas en el Ministerio a las 2 de la mañana?-le preguntó Dolbour nuevamente, mientras se encaminaban por el pasillo oeste.

-Estaba en una fiesta, pero cuando los capturaron me fueron a buscar.-respondió simplemente Potter de manera cortante. Se dio a entender que la conversación había terminado. Luego de 10 minutos de subir escaleras en todas las direcciones imaginables, llegaron ante una gran fuente, con estatuas en el centro, imposibles de descifrar en la oscuridad. –Pasando la fuente están las chimeneas, démonos prisa. De seguro sólo hay una en funcionamiento.

Efectivamente, sólo había una en funcionamiento. Harry tomó algunos de los Polvos Flu y se los extendió a Dolbour.

-De prisa, vayan a mi casa. De seguro la noticia de su escape ya se difundió por todo el Ministerio-les dijo. Denewis asintió, tiró los polvos en la estufa, y desapareció entre las llamas verdes, luego de pronunciar la dirección de Potter. Pondrek tomó algunos polvos de la maceta, pero antes de tirarlos, miró en dirección a Potter.

-Bien planeado, Potter. Eres la mente macabra del grupo-le dijo, sonriendo. Luego, tirando los polvos en la estufa, fue envuelto por las llamas verdes, y a los pocos segundos desapareció.

Harry se quedó ahí, parado, duro durante unos segundos. La mente macabra… Empezó a escuchar unos pasos por el pasillo de la derecha. En pocos segundos aparecieron Marian, Catherine y Derek, seguidos por más Aurores.

-¿Dónde están, Potter?-preguntó Gaurich, saliendo de entre la multitud. Harry se agachó en dirección a la estufa, y tomó en su mano unas pocas cenizas que había.

-Se fueron-respondió.

-¿A dónde?-volvió a preguntar Gaurich, completamente sacado.

-Si lo supiera, ya estaría allí buscándolos, señor-le dijo Harry, con una sonrisa burlona.

-¿Cómo diablos los dejó escapar?-le gritó fuera de control su jefe.

-¿Por qué diablos no se calla y se mete en sus asuntos, señor?-le dijo Harry, fingiendo también estar nervioso.-¡No los dejé escapar! Así que si no sabe como fueron las cosas, mejor no hable. ¿Por qué los dejó escapar usted?-dijo Harry elevando su voz. Gaurich parecía a punto de escapar.

-Usted-le dijo Mortimer Gaurich, apretando su dedo índice contra el pecho de Potter-es el auror más irresponsable que he visto en mi vida.-

-Pues, me quedaría a escuchar todo lo que tiene para decirme, señor, pero desgraciadamente, tengo a dos criminales que atrapar. Si me permite...-le dijo Harry enojado, al tiempo que arrojaba algunos polvos flu a la chimenea. Antes de que alguien pudiera hablar, Potter había desaparecido entre las llamas verdes, concluyendo así uno de los mejores escapes del Ministerio jamás vistos.

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No les voy a mentir... si tardé tanto con este capítulo fue porque no estaba muy segura como continuarlo... nose si fue la mejor manera, pero al menos es algo! Si, lo sé. No es muy largo. Pero quiero que sepan que la inspiración últimamente está escaseando! Jajaja. Gracias a todos por leer mi FF. Prometo responder reviews en el próximo capítulo (que no va a tardar tanto como este)

Saludos mágicos,

Mirlaurë