Capítulo 3: Te encontraré
Los rayos del sol la golpeaban en el rostro. Frunció el entrecejo, todavía con los ojos cerrados. No quería despertar. No aún. Giró en la cama, tanteando para dar con él. Pero la cama estaba vacía. Solo ella. Abrió levemente los ojos. El cobertor de la cama se hallaba tirado a los pies de la misma, y ella estaba enredada en las sábanas blancas. Había almohadas esparcidas por todo el suelo. Su vestido negro yacía sobre una silla, prolijamente puesto, junto con sus otras pertenencias. Él debía de haberlo acomodado antes de irse. Irse... ¡se había ido y la había dejado sola en una habitación que no era la de ella, sino la de él! Frunció aun más el entrecejo. Ningún hombre le había hecho eso antes. No después de una noche como había sido aquella.
Se sentó en la cama, y miró la habitación en la que estaba. La noche anterior no le había prestado ni la más mínima atención. Había estado ocupada con otras cosas. Con su mano derecha sostuvo la sábanas para taparse el cuerpo desnudo.
-¿James?-llamó. Talvez no se había, sino que recién se levantaba. No hubo respuesta.-¿JAMES?-gritó fuertemente. Sin respuesta.-¡No puedo creerlo! Se fue. ¿quién se cree que es? ¿El dios del sexo?-comenzó a exclamar consternada la pelirroja. Tiró las sábanas a un lado, y se puso de pie, caminando hacia su ropa. Comenzó a vestirse.-¿Qué se piensa que soy yo? ¿Una mujer que usa durante una noche, y luego deja tirada por ahí? Te has equivocado, James Evans. Nadie me deja sola.-se puso las sandalias, pero entre lo enojada y ofendida que se sentía, no lograba abrocharlo.-¡Después de la noche que pasamos! ¡Después de todo lo que me dijo! No, no, no. Esto no puede ser. ¡Maldita sandalia!-gritó mientas arrojaba a la sandalia a un lado. Se sentó en la cama, y respiró profundamente, tratando de calmarse.-Tranquila, Mel. Tranquila. Lo va a pagar muy caro.-se dijo. Una vez más tranquila, se puso nuevamente de pie, buscó la sandalia, se la colocó, y salió de la suite con la cabeza en alto.
Caminó tranquilo con una mano metida en los bolsillos de su bermuda negra, y la otra sosteniendo un cigarrillo. Llevaba una camina de mangas cortas color rojo oscuro, a medio abrir. Los anteojos de sol le cubrían la vista, y el pelo negro estaba suelto, sin peinar, dándole un aire de rebeldía. Se detuvo en la puerta de un bar. El Caimán Negro, se llamaba. Se llevó el cigarrillo a la boca, aspirando el humo, y manteniéndolo en sus pulmones, mientras veía la entrada del bar, y el cartel que exhibía el nombre. Los vidrios dejaban ver a medias lo que sucedía dentro. Era temprano en la mañana, pero a pesar de eso, había varias personas, con aspecto misterioso, sentados en el bar, algunos callados, otros conversando. Soltó el humo por la boca. Caminó hacia la entrada del bar. Empujó la pesada puerta negra. El hombre que atendía el lugar le dirigió una desconfiada mirada.
Él lo ignoró por completo, caminando lentamente, y mirando a cada uno de los que estaban dentro del bar. Se acercó a la barra. Apoyando sus codos sobre la misma, de espaldas al hombre que atendía.
-¿Puedo ayudarlo en algo?-le preguntó de mal modo el dueño del lugar. Él giró la cabeza para mirarlo, y con la mano que no sostenía el cigarrillo, se sacó los anteojos y miró al hombre a través de sus ojos verdes.
-Si, puede ayudarme.-le dijo, ahora, girando para ponerse de frente al hombre. Se colgó los anteojos del bolsillo de la camisa, ubicado en el pecho. Metió una mano en el bolsillo trasero de su bermuda, y extrajo una foto en blanco y negro. Foto muggle, ya que no estaba en movimiento.-Necesito que me diga donde encuentro a este hombre-le dijo él, extendiéndole la foto al dueño del bar. El hombre pareció palidecer al ver la foto, y miró con más desconfianza, y cierto temor, al recién llegado.
-No se quien es-le dijo el dueño, devolviéndole la foto. El joven se llevó nuevamente el cigarrillo a la boca, y lo dejó allí sostenido, mientras tomaba la foto que el "barman" le extendía de regreso. La guardó en el mismo bolsillo de donde la había sacado.
-Así que no sabe quien es-dijo el muchacho de pelo negro y ojos verdes, levantando levemente las cejas, y todavía guardando, supuestamente la foto. Varias personas del bar los miraban ahora. El barman volvió a negar.-Claro-dio, con el cigarrillo apretado en los labios. Giró sobre sus talones, como para irse, pero antes de que nadie lo notara, había tomado al dueño del local por el cuello de la remera, lo había arrastrado sobre la barra, y ahora lo apuntaba con su varita, sin soltar la remera.-Me dirás quién es este hombre y dónde puedo encontrarlo, o no volverás a decir nada más en tu vida.-lo amenazó, con el cigarrillo todavía en los labios. El barman temblaba. Dos hombres se pusieron de pie, y amenazaron con sacar sus varitas, pero el muchacho era inteligente-¡y ustedes no se muevan, o lo lamentarán!-los amenazó, sin quitar su mirada del dueño del bar.
-Su nom-m-mbre es Javier Moreno. O al men-nos así se hace llamar. V-v-vive en una gran mansión, hacia el sur, en la parte rocosa de la isla. Por f-favor n-no me mates-le dijo el hombre, temblando, al borde del llanto. El joven sonrió de lado. Sin guardar su varita, lo soltó. El hombre cerró los ojos y respiró aliviado. El moreno tomó el cigarrillo que llevaba en los labios con su mano derecha, y derramó las cenizas sobre el barman.
-Más vale, y por el tu propio bien, que esa información sea de verdad, porque sino, volveré. Y lo lamentarás.-diciendo esto, guardó su varita en su bermuda, y salió del bar. El sol le pegó fuertemente en la cara. Tomó los anteojos de sol y volvió a colocárselos. Sonrió ampliamente, y rió hacia sus adentro, divertido. "Javier Moreno, prepárate. Porque Harry Potter está detrás de ti.".
Caminó con rapidez hasta su habitación, un piso más abajo. La gente la miraba, sorprendida. No era común ver a alguien vestido de gala tan temprano en la mañana. Pero Melanie los ignoraba. No podía perder el tiempo en ellos.
Entró en su dormitorio, en el piso ocho. Cerró la puerta con violencia, y abriendo el ropero, se cambió el vestido negro de gala, por una bikini floreada, y un vestido corto de playa. Salió nuevamente de la habitación, cerrando la puerta con más violencia que al entrar. Parecía una fiera.
Tras un largo tiempo de viaje en el ascensor, llegó a la planta baja. Se dirigió directo hacia la recepcionista del hotel, la misma muchacha que había recibido el día anterior a Harry.
-Bueno días-la saludó ella, con su sonrisa de siempre.
-No tienen nada de buenos-dijo la pelirroja, de mal humor- dígame, ¿vio salir hoy a un muchacho de pelo negro, ojos verdes, buen físico y apuesto?-le preguntó Mel.
-El señor Evans-le dijo la recepcionista. Melanie levantó una ceja, sorprendida. La recepcionista se sonrojó levemente.-Salió temprano en la mañana. Parecía apurado.-
-¿No dijo nada en especial?-preguntó Mel, impaciente.
-Pues sí. "Si una pelirroja muy bonita viene y le pregunta por mí, entréguele este paquete", me dijo.-le respondió la mujer, entregándole una caja negra, chata, con una cinta roja alrededor. Melanie tomó la caja sorprendida. No se esperaba eso. Pegada sobre la tapa de la pequeña caja, había una nota:
Melanie:
Lamento haberme ido tan temprano. Tenía algo importante que hacer. Espero que al menos, esto compense mi ausencia. De seguro te quedará hermoso.
James.
Melanie dejó la nota a un lado, y abrió la caja. Casi se cae desmayada cuando vio dentro un hermosísimo collar de plata y diamantes, de seguro muy costoso. Acarició el collar con la mano que le quedaba libre. Brillaba como si tuviera luz propia. Repentinamente, todo el enojo pareció borrarse de su corazón.
-No hay nada que no pueda ser arreglado con un buen regalo-dijo la recepcionista, mirando encantada el collar. Mel asintió, muda. Rápidamente, cerró la caja, tomó la carta, y volvió hacia el ascensor, de regreso a su cuarto.
-Buenas tardes, Ailyn. ¿vino la pelirroja preguntando por mi?-le habló Harry, sonriente, a la recepcionista, mientras que entraba en el Hotel.
-Oh, si, vino, señor Evans. Durante la mañana. Bajó del ascensor hecha una bestia, y me encaró como si yo lo tuviera a usted escondido en mi bolsillo.-le contestó ella, riendo. Harry le sonrió.-Me preguntó por usted, y yo inmediatamente le dije el mensaje que usted había dejado, y le entregué su regalo.
-¿Y ella que dijo?-preguntó Harry, interesado, mientras se apoyaba sobre el amplio escritorio de Ailyn.
-Pues, decir no dijo nada, señor. Pero si hubiera visto su expresión. Quedó fascinada, encantada. Y no era para menos. ¿dónde compró semejante joya, señor Evans? Es hermosa-
-En Estados Unidos, Ailyn.-
-¿Para ella?-
-No, lo compré porque era hermoso, y porque sabía que algún día, iba a necesitar un buen regalo para una hermosa muchacha.-le respondió Potter. Ailyn volvió a reír.
-Es usted todo un genio en la materia mujeres, ¿verdad, señor Evans?-le dijo entre risas. Harry levantó las cejas, fingiendo sorpresa.
-Digamos que sé como complacerlas-se limitó a decir. Hubo un silencio. Harry se acercó a la recepcionista.-¿qué es esto?-dijo acercando su mano a la oreja de la muchacha. Repentinamente, Potter sacó una rosa roja de la oreja de Ailyn.- Para una hermosa recepcionista, que hoy me salvó la vida con una pelirroja-le dijo él, mientras le extendía la rosa. Ella se sonrojó levemente, mientras tomaba la rosa, y sonreía.-Me tengo que ir a preparar para la cena.-le comunicó, y ella asintió, volviendo a su trabajo.- Ailyn...-recordó-¿puedo pedirte un favor más?-la chica asintió.-Necesito saber si el señor Javier Moreno se hospedó en este hotel alguna vez.-
-Moreno... Moreno...-repitió la muchacha, tratando de recordar. Harry metió la mano en un bolsillo de su bermuda, y sacó la foto. Se la extendió a la recepcionista.-Oh! Si, lo recuerdo-dijo mirando al hombre de la foto.-Javier Moreno. Si. Un hombre... llamativo, podría decirse. Pasó aquí unos días, mientras que buscaba una casa para comprar. Era algo desagradable. Engreído. No se, se me hace como que escondía algo. Me daba un poco de miedo, si le tengo que confesar, señor Evans-Ailyn dio rienda suelta a su lengua, susurrando para que no la escucharan. Y Harry escuchó todo detenidamente.-¿Por qué lo pregunta, señor Evans?-
-Por nada en especial. Estuve trabajando con él durante un tiempo, y tuve noticias de que estaría aquí, así que pensé en ver si alguien lo conocía.-le mintió. Ella asintió, y volvió a sus trabajo. Él reemprendió su camino hacia el ascensor. Tenía que prepararse para esa noche.
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Y terminé.... bueno, me tardé de verdad mucho tiempo, y pido perdón, pero estuve ocupada con otra de mis historias (creo que tengo demasiadas juntas =0S). Gracias a los reviews de Paulina Gryffindor, a Hcate (otro review largo, mi amiga. Ya te vas a enterar quien es este hombre que Harry persigue) y a Bellatrix88 ( gracias por tu e-mail! Espero que soluciones el problema de tu PC). Si tienen alguna duda, no duden en preguntármela en un review.
Saludos mágicos,
Mirlaurë
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