Capitulo 11: Veneno del alma

Melanie se quedó dura, mirando el cuerpo que yacía muerto en el suelo de su alcoba. Potter pareció dudar unos segundos, y luego esquivando el cuarpo, se lanzó hacia Melanie, y la abrazó fuertemente.

-Debemos salir de aquí cuanto antes.-aseguró Harry, separándose levemente de ella.

-Sí...-susurró Mel, todavía con la mirada fija en el hombre que su esposo acababa de matar.

-¡Melanie!-la llamó Harry. Ella lo miró a los ojos, aturdida.

-Ve a conseguir pasajes para el tren cuanto antes. Yo voy a esconder el cuerpo-aseguró Melanie, recobrando la compostura. Harry pareció dudar.-¡Rápido!-insistió Mel, y Potter no lo pensó dos veces. Instantáneamente salió corriendo fuera del lugar.

Melanie permaneció unos segundos de pie en el lugar en el que Harry la acaba de dejar, y finalmente, se acercó al cuerpo muerto de Samuel. Se acercó a su cara, rozándola con la punta de los dedos, mientras unas tenues lágrimas se agolpaban en sus ojos. Repentinamente, el muerto la tomó fuertemente de la muñeca. Melanie soltó un breve grito de terror cuando Samuel abrió los ojos.

-Fue muy real¿no?-se burló Samuel, sonriendo, mientras que le soltaba la muñeca.

-¡Maldición, Jacques Walshey¿cómo...?-lo insultó Mel, mientras se ponía de pie y se separaba levemente de él. Samuel, o mejor dicho Jacques, se puso de pie, y mostró el chaleco anti balas q tenía debajo de la camisa.

-Fue una gran actuación¿no lo crees? Tu esposo hasta se creyó que era un policía.-rió Jacques, acercándose a Melanie peligrosamente.

-Sí...-murmuró ella, nerviosa, notando que estaba acorralada.

-Me traicionaste, Hedda... te fuiste con nuestro dinero, y ahora te escondiste con tu esposo.-agregó Jacques, serio y con voz cortante. Melanie no respondió.-Pero estoy dispuesto a dejar eso en el pasado, Hedda... podemos seguir como si nada, empezar de nuevo... solo tenemos que deshacernos de Potter...-hizo una pausa.-¿Estas de acuerdo?

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Harry golpeó con fuerza a la puerta de Ron. El pelirrojo tardó varios minutos en atender. ¡y grande fue su sorpresa al encontrarse con su viejo amigo, totalmente demacrado! Llevaba la barba crecida, el pelo negro enmarañado y sucio, la camisa manchada y desabotonada.

-Ron...-suspiró Potter, empujándolo hacia el interior de la casa, y cerrando la puerta detrás de él con rapidez. Hacía ya varios meses que Weasley se había mudado a un pueblo cercano a donde vivía Potter, pero Harry había evitado visitarlo por miedo a que Samuel le estuviera siguiendo. Ahora ese miedo estaba disipado. En cambio, Potter ahora debía escapar del cargo de asesinato que recaía sobre él.-Necesito tu ayuda, hermano.-dio desesperado.

-Harry, por dios¿qué sucede?-exclamó Ron, alarmado.

-Maté a un hombre-dijo Harry casi en un susurro. Weasley tardó en responder.

-¿Cómo sucedió?

-El agente que buscaba a Melanie por homicidio. Yo había quedado en ayudarlo a encontrarla. Pero cuando la encontré volví a enamorarme, Ron. Y sé que ella me ama también. Nos escapamos, pero el maldito nos encontró y tuve que matarlo para que no nos delatara.-hizo una breve pausa para tomar aire. Contaba todo rápido, apurado, lanzado fugaces miradas hacia la puerta, como si esperara que alguien entrara por ella a buscarlo.-Necesito que me ayudes a escapar. Necesito documentación falsa.

Ron soltó un suspiro mientras miraba fijamente los ojos esmeraldas de su amigo. Finalmente, tras lo que a Harry le pareció una eternidad, se puso de pie, y buscando en un cajón, extrajo dos identificaciones falsas y se las tendió a Potter.

-No puedo creer lo que esta mujer ha hecho contigo-bromeó Ron, tratando de esbozar una sonrisa. Harry le devolvió con una mueca amarga.

-Gracias, Ron.-dijo mientras lo abrazaba.

-Suerte, compañero.-se despidió Ronald, convencido de que talvez, esa sería la última vez que vería a su amigo con vida.

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Harry regresó a la casa lo antes que pudo para encontrarse con Melanie totalmente lista para partir. Tomaron pocas cosas, y se encaminaron en el auto hacia la estación de tren, decididos a tomar lo primero que encontraran. Abandonaron el auto en la estación, y subieron inmediatamente a un tren rumbo al lugar más lejano que encontraron.

Potter no sabía que, no muy lejos de él, dos vagones más atrás, viajaba Jacques Walshey.

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Dos noches habían pasado desde el asesinato del auror. Harry y Melanie se habían establecido en una precaria casa, pero lo suficientemente confortable como para pasar el tiempo hasta decidir qué hacer con sus vidas.

Esa noche, Melanie lucía nerviosa, y Potter no tardó en notarlo. Durante la comida las manos le temblaban, y esquivaba todo el tiempo la mirada de su esposo, sentado en la otra esquina. Los instintos de Potter le decían que algo andaba mal en todo aquello, pero nada dijo a su esposa de sus turbios pensamientos.

Melanie esperó hasta que Potter se durmiera para levantarse y vestirse rápidamente con lo primero que encontró. Antes de salir de la habitación lanzó una mirada a su esposo, quien reposaba tranquilo en la cama, descansando.

Pero no sabía que en realidad, Harry Potter estaba despierto, atento a cada uno de sus movimientos. Minutos después de que Melanie salió del cuarto, el se puso de pie y se vistió, dispuesto a seguirla. Nada lo había preparado para lo que estaba a punto de ver.

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Melanie entró en la pensión pasando a través de los aglutinados pasillos hasta llegar al dormitorio que le había sido indicado. Al abrir la puerta se encontró con Jacques Walshey sentado cómodamente en la cama. El hombre no lo dudó. Se puso de pie inmediatamente y tomándola de la cintura, la acercó hacia él y la besó apasionadamente. Melanie no se movió.

-Te extrañaba...-susurró él, cuando ella lo forzó a separarse.

-Jacques...-Melanie dudó si debía decir o no lo que seguía. Respiró profundo, tomando coraje. -Estuve pensando. Tenemos el dinero, podemos irnos ahora. No hay necesidad de matar a Potter.

-Sí que la hay. Quiero a ese desgraciado muerto.-sentenció Jacques, sin ninguna muestra de piedad en la voz.-Hedda¿recuerdas cuándo escapamos juntos del orfanato?-ella asintió-Prometimos protegernos mutuamente por siempre. Y eso es lo que hago ahora, créeme.-hizo una pausa en la que la besó brevemente en los labios.-Ten.-agregó luego, sacando un frasco del bolsillo.-es un veneno efectivo. Sabes lo que tienes que hacer, Melanie.

La pelirroja asintió mientras tomaba el frasco en sus manos y sentía que el mundo se le desplomaba sobre los hombros.

Escondido junto a la puerta del dormitorio, pegado a la pared del pasillo, Potter apretaba los puños para contener la bronca y el dolor que lo inundaba en aquel momento.

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Melanie entró en la casa para encontrar todo en silencio absoluto. Caminó en puntas de pie, en la oscuridad, dispuesta a acostarse nuevamente en la cama, y esperando no levantar sospechas.

-¿Qué hacías afuera tan tarde?-le preguntó una voz en un rincón del comedor. Melanie pegó un pequeño salto de sorpresa. Una luz se encendió. Potter se encontraba sentado alrededor de la mesa, y acababa de prender una lámpara de piso.

-Me asustaste, cariño-agregó tratando de forzar una sonrisa. Potter la miraba fijamente.-No podía dormir, y salí a dar una vuelta. ¿Y tú que haces despierto?-inquirió, tratando de sonar natural.

-Tampoco podía dormir... sentía algo extraño en el ambiente.-respondió Potter cortante.

-¿Quieres tomar un café?-ofreció Melanie, nerviosa, caminando hacia la cocina. Los ojos verdes de Potter brillaron durante unos segundos.

-Por supuesto.-accedió no con mucha emoción en la voz. Melanie fue hacia la cocina, pegada al comedor, y separada del mismo solo por un arco. Minutos después, Melanie regresó con dos cafés, y le extendió una taza a Potter. Harry la tomó firmemente, y miró el contenido durante unos segundos.

-¿Por qué me traicionaste, Mel?-preguntó repentinamente Potter. La pelirroja se quedó de piedra.-Yo te amaba, te amaba como nunca amé a nadie en el mundo. Hubiera dado todo por ti, hasta la vida. Hubiera recorrido cielo y tierra para encontrarte, y hacerte feliz.-hizo una pausa. Unas lágrimas se habían acumulado en los bellos ojos de la muchacha.-Pero veo que lo preferiste a él... al menos podrías haber elegido otra forma para terminar conmigo. Una forma más personal y menos cruel... pero supongo que va acorde con nuestra relación...—Melanie ya no pudo reprimir más las lágrimas, mientras que Harry la miraba fijamente a los ojos.-¡Salud!-exclamó, y bebió toda la taza de café.

-¡NOO!-gritó Melanie, lanzándose sobre él, y quitándole la taza de las manos, pero ya era tarde. Harry había bebido el veneno, y pronto moriría.-¿Por qué lo hiciste?

-Ya no quiero vivir, Melanie...-susurró Harry.

-No, te sacaré de aquí. Iremos a ver a un médico. Te salvarás. Te curarás. Seremos felices-exclamaba Melanie, mientras grandes lágrimas rodaban por sus mejillas. Tomó fuertemente a Harry, ayudándolo a pararse. El veneno comenzaba a esparcirse por su cuerpo, y a surgir el efecto paralizador típico.

Pero ella no lo abandonaría. Con trabajo lo sacó de la casa y lo arrastró hacia fuera, hacia la plaza, en búsqueda e ayuda, de alguien que los pudiera ayudar. No suponía que parado en la puerta de la casa, escondido a simple vista, yacía Jacques. Grande fue el asombro y el odio de éste cuando vio salir a ambos enamorados de la casa, juntos, y a Potter todavía vivo.

-Voy a terminar con esto...-exclamó para sí mismo, mientras sacaba una pistola, y se disponía a seguirlos.-¡Hedda, detente!-le gritó con voz potente. La pelirroja quedó paralizada en el medio de la plaza, aterrada. Depositó a Potter con cuidado en un costado, y giró a enfrentar a Jacques.

-¡Baja esa arma, Jacques!-le pidió, todavía con lágrimas en los ojos.

-¡Hazte a un lado, Hedda! Yo terminaré con esto.-le gritó él, furioso.

-¡No!-gritó ella aún más fuerte. Walshey pareció asombrarse ante la respuesta. Pero pronto se apuró a responder, lanzándose sobre ella para hacerla a un lado.

-¡Fuera!-gritó, mientras forcejeaba con ella.

-¡Déjanos en paz!-le respondió Melanie, tratando de impedirle que llegara a Harry. Pero sabía que Jacques era más fuerte que ella, y que finalmente, le ganaría. Vio el destello producido por el metal del arma que Walshey sujetaba en una de sus manos, e instintivamente se dispuso a forcejear con él por el arma.

-¡Hedda, suéltala!-le exigió él.

-¡Basta!-gritó ella.

BOOM!

El disparo resonó en toda la plaza. Los gritos cesaron. Ambos, Melanie y Jacques, se miraron fijamente unos minutos, los dos con los ojos abiertos como platos. Y entonces, Jacques cayó muerto al suelo.

Melanie permaneció unos segundos parada allí, con la pistola aún en sus manos. Las sirenas de la policía podían escucharse no muy lejos de allí. Pronto llegarían también los aurores. Harry, detrás de ella, soltó un suspiro de dolor. Y la pelirroja volvió en sí.

-Harry...-susurró, mientras se derrumbaba junto a él.-Harry, amor, no te mueras, por favor... no lo hagas, no me dejes...-Melanie se recostó sobre el pecho de su esposo, llorando desconsoladamente como hacía tiempo que no lo hacía.

-Te amo...-le dijo Potter con un hilo de voz. Y sus ojos se cerraron.

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