Capítulo 3: Batalla en el Callejón Diagon.
Diez figuras encapuchadas y con mascaras semejantes a una calavera los rodeaban. Al prinicpio nadie hbalaba ni se movía, como si todo fuera una ilusión, pero luego de uno segundos, lo cuales a Harry les parecieron horas, una de las figuras lanzó una maldición hacía el grupo de recién llegados.
" Harry, vete, corre con todos " le susurró la madre de su amigo al oido, mientras sacaba su varita y hacía desaparecer al hechizo.
El muchacho de dieciseis años no necesitó otra advertencia. Tomó a Ginny por el brazo y haciendole señas a Ron y Hermione, comenzó a correr hacia una abertura en el circulo de enemigos.
Sus dos amigos iban detrás de él, mientras algunos encapuchados les pisaban los talones. Harry sabía que no debía utilizar magia, puesto que eso estaba prohibido para magos menores de edad. Pero esto era algo muy dificil de lograr cuando personas que desean matarte te persiguen sin parar.
Maldiciones volaban por doquier. Gritos eran sofocados con los ruidos ensordecedores de las vitrinas al romperse. Más mortifagos se sumaban a la persecución, mientras varios Aurors intentaba quitarselos de encima.
A Harry el corazón se le salía por la boca. Sus pulmones estaban a punto de estallar debido a la agitación. Giró su cabeza para ver si los enemigos seguían corriendo detrás de ellos. Al ver que el camino recorrido se encontraba desierto, se detuvo en seco, jadeando, a su lado Hermione y Ron, estaban echados en el suelo, tomando bocanadas de aire por la boca.
Tonks, en su usual papel de mujer con pelo violeta, se hallaba peleando con dos mortifagos; Ojoloco Moody estaba paralizando a varios encapuchados con hechizos atadores; la señora Weasley no paraba de lanzar encantamientos aturdidores. Los Aurors seguían creciendo en número y fuerza, salidos de la nada.
De repernte una luz rojiza llenó el ambiente. Los stands de madera quedaron reducidos a cenizas. Bellatrix Lestrange, una mortifaga de lo más malvada, caminaba decidida al lugar en que los adolescentes estaban descansando. Parandose rápidamente, Harry no tuvo más remedio que correr. Atravesando callejuelas, entrando por pasajes desconocidos para él. Hermione, Ron y Ginny estaban justo detrás de Harry. Hermione parecía herida.
"¿Qué ha pasado?" preguntó desesperado el muchacho
Ginny guardó silencio, Ron, en cambio dio un paso al frente y le explicó.
" Fue alcanzada por una maldición lanzada por Lestrange"
Ese era su fín. Hermione, herida. Bellatrix Lestrange detrás suyo. Ninguno podía realizar magia.
" Flauro! " sonó una voz de la nada.
Una luz fugaz de color violeta le pegó a Ron en el pecho, quien cayó al suelo. La mortifaga se encontraba riendose despiadadamente enfrente de los indefensos Harry y Ginny. La varita de la mujer apuntó a la niña que se encontraba al lado del muchacho.
" Lo mejor para el final, Potter " dijo la fría voz de la enemiga.
Ginny no se inmutó. Su cuerpo estaba paralizado por el miedo.
" Crucio! " gritó la despiadada.
El grito de la pelirroja llenó el aire de dolor y sufrimiento. La hermana de su mejor amigo se hallaba en el suelo, acurrucada, siendo dañada por un maleficio imperdonable. Bellatrix se relamió con placer, el dolor era lo que más le gustaba causar.
La mano de Harry tanteó su bolsillo en busca de su varita, pero al recordar que le estaba prohibido apartó esa idea de su cabeza. Se sentía importente.
" Basta de dolor " habló la mujer " es hora de la muerte"
Harry no podía dejar que sucediese.
" Avad-" comenzó a recitar la mortífaga
No pudo parar su impulso. El muchacho de dieciseis años no podía, no debía dejar que esa chica, una persona tan importante y querida para él muriese, alli, sola. Agarrando su varita con fuerza apuntó al pecho de la oponente y con voz potenete y decidida gritó: "Iacio!"
El efecto fue inmediato: el cuerpo de Bellatrix Lestrange salió volando por los aires debido a la potencia del hechizo. El estruendo que causó su caída fue infernal, los vidrios se resquebrajaron y rompieron.
" ¿Qué he hecho? " se reprochó Harry " Usé magia. Quebranté la ley, una vez más. El año pasado me salvé, éste no lo sé."
La mujer de párpados caídos profirió una carcajada sonora.
" ¿Deseando un duelo, Potter?"
" Ya infringí la ley..."
" Vamos Potter, ¿acaso eres tan cobarde como tu padre?"
" Mi padre no fue cobarde..."
" Yo lo acompañe esa noche. Tu papi pidió clemencia de rodillas. Tan indefenso y debil"
" Mi padre no era debil ni indefenso..."
" Y tu madre. Sólo era una sucía y desamparada mujerzuela"
" ¡MI MADRE NO ERA UNA MUJERZUELA! "
" Siiiiii... siente la ira... ¿es que acaso no te atreves a tener un duelo, Potter?"
Del extremo de la varita de la mortífaga brotó un haz de luz violeta, como un látigo de llamas. Harry no tuvo más remedio que utilizar el encantamiento escudo para protegerse.
" Expelliarmus!" dijo la voz del muchacho.
" Scuda Expelliarmus!" fue el contrahechizo de la bruja. La luz colorada del maleficio se desvaneció en la nada, dejando una estela de resplandor rojo.
Mientras Bellatrix Lestrange continuaba lanzando hechizos desconocidos, Harry no tenía otra opción que seguir protegiendose y lanzando maldiciones debiles contra el gran saber de la enemiga. Ni Dumbledore, ni ningún Auror aparecía. El pequeño callejón se encontraba ahora habitado por cinco personas, de las cuales solo dos parecían tener vida. Pequeña, pero aún así vida.
" ¿Cansado? " preguntó ella, bajando la varita
" En tus sueños," contestó él, sudando de pies a cabeza " Iacio! "
Esta vez, la mujer no salió despedida por los aires sino que con un suave movimiento de brazos, el que voló fue Harry, quien cayó cerca de donde se encontraban sus amigos. Un vistazo a ellos le renovó las fuerzas para seguir luchando.
La mortífaga despiadada levantó su varita una vez más, y sin que el muchacho pudiera hacer nada recibió de lleno el golpe de la maldición Cruciatus. Harry ya lo había sentido antes, pero eso no lo ayudó en ninguna manera, esa sensación, la sensación de ser penetrado en cada milimetro del cuerpo por cuchillas ardientes.
Y todo cesó. Los cuchillos se desenterraron de su piel. El adolescente apenas podía ponerse en pies, pero lo hizo y con un último esfuerzo, apuntó con la varita a su oponente. Ningún encantamiento, maldición ni hechizo que se acordase le funcionaba. Moriría.
Ya no le importaba si era penado por la ley o no, la maldición asesina haría las cosas mucho más rápidas. Sin embargo, un eco de la voz de su amigo resonó en su cabeza. La voz de Hermione, hablando sobre un encantamiento muy facil de efectuar y muy eficiente.
" Hay uno que me gusta en particular: el hechizo Cegador, es utilizado para hacer que el oponente quede ciego por unos momentos" decía en su mente Hermione.
" Vistum Cesum! " profirió con voz apagada.
No supo si había dado resultado hasta que la voz fría de su enemiga se escucho en sus doloridos oídos.
" Este maldito hechizo cegador no te audará. Finite Incantatem!. ¡Quítamelo, Potter!"
Bellatrix lanzaba ahora maldiciones por los aires, sin atinarle a Harry. Éste se arrastró hacia sus amigos. Los tres estaban inconcientes. "Ennervate!" utilizó el hechizo despertador en sus amigos, pero solo Ginny mostró señales de despertar. Moviendo los parpados ligeramente musitó de forma apagada:
" Harry..."
A Harry le dio un vuelco en el corazón. Ese susurro, le daba confianza. No podía dejar a Ginny en ese estado.
Tomó la varita fuertemente. En el otro extremo Lestrange seguía peleandose con su ceguera, intentando sacarse el encantamiento Enceguecedor. Ese era el momento oportuno.
" Expelliarmus! ", desarmó
" Petrificus Totalus!", paralizó
" Desmaius!", se desmayó.
Ahora en el piso se encontraba una de las mortífagas mas famosas y cercanas a Lord Voldemort. La persona que había llevado a la locura a Alice y Frank Longbottom. La mujer que había lanzado a Sirius a través del velo. Ella, que había torturado, asesinado, había sido derrotada por un muchacho de dieciseis años. A su lado, Harry cayó, cansado y fatigado. Había sobrevivido.
En una cueva dominada por la oscuridad se hallaba una persona con ojos fríos, rojos y despiadados. Estaba sentado frente a una mesa tallada en piedra, adornada con runas antiguas, en donde se encontraba una orbe neblinosa. Su centro estaba cubierto por humo plateado. Alzó su mano derecha y la posó arriba de las bola de cristal. Pronto, la niebla se disipó, y en su lugar apareció la figura de una mujer de parpados caídos, tirada en el suelo. Su plan había sido parcialmente cumplido: el muchacho había realizado magia, pero había sobrevivido al ataque.
¿Era eso bueno o malo para su futuro? No lo sabía. Algo había que hacer, y rápido. Ayudandose con su mano izquierda levanto la manga de su brazo dereche, y en el antebrazo apareció un tatuaje de una calavera con lengua de sepriente. La oprimió y tomó un color negro azabache.
¡Crack! Quince encapuchados se abrieron paso en las sombras. Era tiempo de seguir adelante.
" Harry Potter " susurró...
Harry Potter despertó en medio de la noche, como atendiendo a un llamado. Su cicatriz le ardía como nunca. A su alrededor se encontraban Hermione y Ron, los dos en cama.
" Han sufrido los efectos de la maldición Llameante " había dicho Dumbledore el momento en que había arribado en el callejón.
No recordaba muy bien el momento en que su director había atravesado la callejuela con mirada atemorizante. Solo podía ver la figura de un hombre a quien no conocía detrás de él. Era alto y bastante joven. Tenía la cabellera negra y alborotada, pero sus ojos eran de un color miel intenso.
Habían pasado cuatro días ya. Cuatro días desde el ataque al Callejón Diagon, en donde muchos mortífagos habían sido capturados, al parecer, solo principiantes. Entre ellos estaba Bellatrix, por supuesto, la única atrapada gracias a Harry. Pero ésto no había sido gratis: había infringido la ley contra el uso indebido de la magia en menores.
Dumbledore no le había hablado. Es más, ni siquiera lo había mirado desde entonces.
" ¿Es que éste año va a ser igual que el anterior? ¿No va a confiar en mí? ¿Por qué me sigue tratando como a un chiquillo? " se preguntaba Harry, furioso con el anciano.
Atravesó su claustro de San Mungo con ligereza. Debía hablar con él, tenía que saber qué pasaría con su futuro en la escuela y en la comunidad mágica. El pasillo del hospital estaba iluminado por lámparas cálidas. La señora Weasley, Tonks y Remus habían sido hospitalizados por heridas menores, ninguna Auror ni persona de su bando había sufrido heridas graves, ninguno había muerto.
Afuera, Ojoloco discutía fuertemente con la persona a quien Harry no hubiera deseado ver, Severus Snape.
" Vamos, Quejicus," le decía el Auror " debes hacerlo. Son ordenes del jefe."
" Ambos sabemos, Alastor" le respondía el otro " que Dumbledore jamás aceptaría que yo-"
Se interrumpió al ver a Harry parado enfrente de la puerta de la habitación. Snape lo miró con cara de odio, seguramente hubiese deseado que Bellatrix lo hubiera matado. Moody hizo sonar su pierna de palo al darse vuelta para preguntarle a Harry:
" ¿Qué deseas, Potter? " le espetó el profesor de Pociones
" Me preguntaba si el el director Dumbledore..."
" El director está trabajando en asuntos-"
" Pero hará un lugar en su agenda para verte." lo interrumpió Ojoloco Moody. " Se encuentra en la sala privada número 3." Al ver la cara de desconcierto de Harry añadió señalando una puerta dorada detrás de él " Aquí"
Harry avazó lentamente hacia la puerta. Una vez frente a ésta tomó la manija de plata y tiró de ella. Se vio a sí mismo en una habitación oscura, iluminada por una tenue luz plateada.
" ¿Profesor?"
Nadie le respondió. Camino hasta la fuente de luz y vio con desconfianza un pensadero. Durante unos segundos Harry se quedó mirando su superficie color plata, pero fue sobresaltado por la Aparición de Albus Dumbledore.
" Harry..."
" Profesor..."
El anciano lo miro con ojos tristes y cansados. En esos ojos no se encontraba el guiño de alegría usual.
" Me temo, Harry, que los eventos del miércoles han sido desafortunados para tu futuro. El Ministerio no está contento de tenerte de nuevo como acusado de infractor de la ley. "
" Pero yo solo estaba protegiendo a Ginny. "
" Lo estabas, Harry, lo estabas.. "
" Usted, el año pasado dijo durante la audiencia que un mago menor de edad puede usar magia si se encunetra en una situación de emergencia."
" Correcto."
" Y yo me encontraba en una situación así. "
" Correcto de nuevo. Sólo que ésta vez no tenemos un testigo ocular, Harry"
" Pero-"
" Todavía hay una manera. Lo que nos lleva al curioso objeto que tienes delante tuyo" dijo apuntando al pensadero
" Usted no pretenderá que use el pensadero suyo"
" No es mío. De hecho es tuyo, muchacho"
" ¿Mío? yo no tuve nunca un pensadero"
" Tú no. Sirius sí."
