Epílogo

"La vida es un regalo de Dios,
Hay magia en cada rayo del sol
Y ahora sé también
Que no hay nadie que me explique tu amor".

- Alejandro Lerner

Sobra decir que la boda fue todo un acontecimiento en la Tierra Media. Se llevó a cabo en el palacio de Dol Amroth, una hermosa mañana del verano de 3020, el último año de la Tercera Edad, donde se reunieron una vez más los que estuvieron en las festividades de Gwaeron. La gran terraza que daba al mar brillaba con la alegría y la fiesta que daba cabida a todos los asistentes. Con la bendición del Príncipe Imrahil, los nuevos esposos se presentaron ante los invitados al terminar la ceremonia. Durante la fiesta lo más comentado fue lo que le dijo Imrahil a Éomer al entregarle a su hija en el altar. "¿Estás seguro de saber en lo que te estás metiendo?".

- Para ser un matrimonio arreglado, no has objetado mucho, sell nín. – Le decía el padre de la novia a su hija.
- Ada, esta es una boda al estilo de Rohan; ellos no se casan por conveniencia. – respondió Lothíriel con un guiño.

Con respecto de la noche de bodas, sin ofrecer muchos detalles, y como es de esperarse, los ahora esposos no fueron muy diferentes de cómo lo eran antes de serlo.

- Juntos para siempre, Vilwerin – Dijo Éomer al oído de Lothíriel mientras entraban a la alcoba nupcial.
- No tan rápido, Herven nín – susurró ella al tiempo que ponía una daga en el cuello del sorprendido rey. ¿Dóndedemonios la tenía escondida, se preguntó él.
- ¿Y ahora qué? – Espetó él impaciente.
- Tendrás que pelear por lo que quieres – le dijo ella en tono desafiante.
- Está bien, pequeño demonio. – suspiró.

Y tan sencillo como eso, puso un pie en el vestido de novia y la empujó hacia atrás, perdiendo ella el equilibrio, momento aprovechado por él para quitarle la daga fácilmente. Ella cayó en la cama sorprendida del astuto movimiento de su esposo.

- La próxima vez que quieras retarme a un duelo, asegúrate de no traer un vestido puesto.

Ahora si, FIN.