Adaptación de la obra de Mario Benedetti "Puentes como Liebres". De Shaman King, mi primer Universo Alterno. ¡Hao x Anna, claro!
Sí, sí, no me pertencen ni Shaman King ni sus personajes y mucho menos la historia de del maravilloso Mario Benedetti.
BRECHAS EN EL TIEMPO
Por Lady Amaltea
II
Pasaron cinco años si mal no recuerdo. Sí, fue en 1941, a casi un año de que el país firmara el tratado tripartito con Alemania e Italia. Esa fue la segunda vez.
Para entonces yo ya había tomado las riendas del negocio familiar: metalurgia. Gracias a la entrada de Japón a la guerra, todas las empresas de esta categoría éramos indispensables al gobierno para proveer materia prima no sólo a nuestro ejército, si no a nuestros aliados alemanes e italianos. Me vi forzado a abandonar mis intereses en el arte por ello. No nos iba de maravilla económicamente, todos los recursos se aportaban al frente de batalla, así pues el gobierno no era precisamente el mejor cliente que uno pudiese tener. De mi hermano y mi padre no tuvimos noticias desde 1939, cuando estalló guerra, pero mi madre y yo suponíamos que no habían salido de Estados Unidos.
Estaba de muy mal humor ese día, por la tarde tendría que recibir al tonto representante de la empresa quien nos proveía las máquinas para la extracción. Su nombre, Horokeu Usui. Era un idiota porque con él, llegar a la firma de un contrato, implicaba horas de risotadas por insignificancias como el nuevo peinado de su secretaria, los malos chistes de su amigo Chocolove y anécdotas de las cuales terminaba por perder la trama (la mayoría sobre sus extrañas plantas y su afición a la botánica). Claro, esto durante la larga comida a la cual le seguían varias rondas de sake, donde el tal Usui terminaba más que mareado.
"Tú sabes, la guerra hizo quebrar a casi todos los buenos restaurantes" Me decía Usui mientras dejábamos mi oficina camino a nuestro almuerzo.
"Sí, señor Horokeu." Respondí muy de mala gana, pero él no lo notó.
"¡Qué formalidad la tuya! Tantos años tratando con ustedes y sigues llamándome por mi apellido. Horo-horo. Horo-horo para ti."
"Horo-horo." Kami-sama, me decía yo mismo, no lo mato porque es el único a quien le puedo comprar las máquinas a tan bajo precio.
"Eso es. ¿En qué iba? Ah, sí, los restaurantes. Mi hermana, mi pequeña hermana, sí, esta bien ya no debo llamarla pequeña , tiene un fabuloso lugar de donde ella misma es cocinera. ¡La mejor comida tradicional del Japón te puedo asegurar! Ahí es a dónde vamos esta vez. ¿En tú auto o en el mío? Ah, no mejor ¿no habrá un taxi por aquí¡Oh, mira, ahí!Eh, espere usted…!"
Mientras Horo-horo se peleaba por conseguir un taxi y yo controlaba mis nacientes impulsos asesinos, vi a una hermosa dama vestida de azul celeste, bolero de damasco y sombrero de plumas con intenciones de entrar al edificio de la compañía.
"¿Anna?" Le pregunté al detenerla en la puerta.
"¡Hao!" Se ruborizó como la primera vez. "Yo… me dijeron que estabas aquí, llamé donde la Señora Kino y bueno, me dio señas de cómo llegar…" Reí a rienda suelta.
"¿Qué?" Cuestionó enfadada.
"Yo también me alegro de verte."
"Sí, lo siento. Lo mismo digo." Una pequeña sonrisa.
"Dime ¿hace cuánto que estás en la ciudad o debo decir en el país?"
"Tienes razón. Vengo de Inglaterra, hace una semana que estoy aquí y no me quería marchar sin verte."
"¿Marcharte, pero cuándo?" No de nuevo.
"Mañana por la mañana regreso a Londres."
"¡Amigo¡Ya tenemos trasporte!" Interrumpió mi querido amigo . Hao, contrólate. "¡Oh! Pero que dama más hermosa tenemos aquí. Horokeu Usui, mucho gusto." Anna lo saludó de no muy buena gana, supongo que no le agradó ese tono de niño tonto en su voz.
"Eh… sí, Anna Kyouyama." Luego se dirigió a mí. "Creo que estoy interrumpiendo."
"Negocios, tú sabes." Maldición. ¡Maldición!
"Amigo, no seas mal educado, si es tu amiga, que nos acompañe." Sugirió Usui y por primera vez en todos los años que lo conocía, me pareció que había tenido una buena idea. Y mi mente también comenzaba a maquinar un pequeño plan para deshacerme rápidamente de este estorbo de hombre sin que se vieran afectadas nuestras relaciones económicas. Alguien debería felicitarme por ser tan inteligente. Omedetto gozaimasu, Asakura Hao.
Con un guiño, le indiqué a Anna que nos sería grata su compañía en la comida y que no se preocupara, jamás sería una molestia en nuestros negocios. Ella comprendió que tenía un plan, así pues, aceptó sin vacilar nuestra invitación.
Llegamos al restaurante en cuestión (donde era dueña la hermana de Usui), nos colocamos en una habitación privada y de inmediato hice traer los aperitivos, más una buena dotación del mejor de los sakes y otro tanto de cerveza. Anna me lanzó una mirada como diciendo ¿en qué estás pensando? mi respuesta fue una enorme sonrisa, una maligna sonrisa. Esta vez, Horo-horo terminaría en el piso más rápido de lo usual.
"Horo-horo, amigo," Le dije animoso mientras le ofrecía una botella de licor "Prueba esta delicia de cerveza alemana; allá la toman en tarros de tres veces el tamaño de tu puño y de un solo sorbo ¿crees poder igualar su capacidad?"
"Jajaja ¿tarros?" Tomó la botella. "Es una lástima que mi hermana no tenga de esos aquí, pero ¿quién los necesita¡Del envase directamente! Destapemos una entonces, que claro que los puedo igualar y superar." Y de una vez, se terminó hasta la última gota de la cerveza y se limpió la boca con la manga de su traje olvidando todos sus modales. Sin embargo, nuestra compañera no hizo el menor gesto de asco, al contrario, inmediatamente se dirigió a él con una sonrisa traviesa, voz seductora y un frasco enorme de sake:
"Señor Usui, déjeme servirle de este licor, dicen que es el mejor de la región y quizás su paladar más maduro podrá decirme si tal afirmación es verdad." Mi bella rubia había comprendido mis intenciones y ya era parte de la treta. Esta mujer era única.
"Linda chica, me llevas con prisas ¿no ves que acabo de empinarme casi medio litro de cerveza?" Rió. "Pero por ti probaré todos las bebidas que me pidas." Se tomó el trago que Anna le había servido.
"¿En serio señor?" Una risa pícara "¿Le gustó? Oh, aún no responda hasta probar éste" Tomó un nuevo envase. "Me contaron que lo hacen ermitaños de la montaña…" Otro trago.
Me sorprendió el dulce y a un tiempo maquiavélico toque en su voz. No puede evitar sentirme celoso de la atención cual le prestaba al idiota de Usui, por mera actuación que fuese. Al parecer, ella notó mi pequeño enfado, así que me guiñó el ojo tal cual yo lo había hecho antes de tomar el taxi. Luego movió la cabeza, señalando al cada vez más ebrio Usui, invitándome a reventarle el hígado al pobre hombre, víctima de las circunstancias… ejem… nosotros.
Treinta minutos más tarde…
"¡Este hombre no tiene vergüenza!" Expresaba la dueña del lugar, quien ya llevaba rato tratando de levantar del piso a su inconciente hermano que babeaba y roncaba como lechón rozagante. "Oh, mil disculpas joven Asakura, señorita. ¡No entiendo cómo demonios se le ocurrió a este imbécil beberse ocho cervezas y tres litros de sake!"
Anna estaba detrás de mí tratando de contener la risa. "No, no hay problema señorita Pirika. Dígale a su hermano cuando despierte, que yo lo llamaré mañana." Al salir de lugar, la pobre chica aún se estaba disculpando con nosotros. Pero en cuanto cerró la puerta, Anna y yo nos miramos y de inmediato soltamos una enorme carcajada.
"¿Y si lo matamos de una intoxicación?" Me preguntó entre risas.
"Jajaja, mañana lo sabremos."
Anna suspiró y dejó de reír. "Tendrás que mandarme un telegrama para darme la noticia."
"¿Pero por qué te vas tan pronto, por qué no me buscaste desde el primer día que pisaste tierra en Japón?" Quise saber.
"Vamos a otro lugar, comamos, ahí podré decirte mis razones y tú me dirás lo que ha sido de tu vida desde nuestra despedida en Shanagai."
Después de ir a recoger mi automóvil, fuimos a comer a un restaurante del centro. La tarde se nos fue pendiéndonos al tanto de los últimos cinco años. Ella me contó de sus viajes con su padre por toda Europa, las maravillosas personas que había tratado y todos sus nuevos conocimientos. Llevaban un año residiendo en Londres (donde su padre era director de un museo) y ahora estaba estudiando becada en una de las prestigiosas universidades de ahí. Regresaron temporalmente a Japón para arreglar papeles, vender sus propiedades y atender asuntos de naturaleza similar. Tardaron una semana por la situación de la guerra, obviamente no era de muy buen ver su mudanza a una nación enemiga y eso dificultaba los movimientos burocráticos. Una vez obtenido todo lo necesario, era mejor dejar el país rápidamente para evitar cualquier tipo de represalia.
"De hecho, si no le hubiera rogado a mi padre, nos habríamos marchado hoy a medio día." Afirmó.
"¿Rogaste?"
"Oh, bueno." Timidez. "¿Querías que viniera o no?" Dijo ahora con enfado. Ah, añoraba sus rabietas.
Yo le hablé de mi frustración al no poder seguir mis ambiciones en el arte. Que, sin tiempo para pintar o dibujar, de vez en cuando salía con la cámara fotográfica a retratar mi alrededor: un cerezo en flor, los charcos de agua en los parques, las máquinas en movimiento, una geisha acomodándose el tocado, los puestos en los mercados con cientos de baratijas europeas. "Eso no es arte", me decían "las acuarelas, los óleos, eso sí es arte ¿una cámara¡Por favor!" Pero no me importaba, para mí, tomar fotografías también merecía ser llamado arte.
Anna compartía mi opinión. Me comentó que en Inglaterra se había encontrado con pintores quienes comenzaban a experimentar con la fotografía y los encontraba bastante talentosos. "Las fotografías del campo de batalla suelen ser bastante crudas," Explicaba "pero ellos parecen retratar el alma de los soldados, los doctores y las enfermeras; hay algo que las hace diferente a esas tristes impresiones publicadas en los diarios."
Entonces me pidió le mostrara mi trabajo. Pagué la comida-cena y nos dirigimos a mi casa en las afueras de la ciudad. La verdadera mansión Asakura estaba en Izumo, la cual visitaba una vez a la semana. Ahí, en Tokio, tenía una vivienda bastante amplia (antes era una pensión) que adquirí a un precio ridículamente bajo. Supuestamente nadie la compraba porque estaba infestada de espíritus. ¡Tonterías! Aunque… mi abuela Kino insistió en exorcizar el lugar para que su nieto no fuera a ser poseído.
Nos acomodamos en la sala cual daba al jardín interior. Saqué mi amplia colección de fotografías y ella las miró todas con fascinación.
"¡Son preciosas¿Podrías obsequiarme alguna?"
"Con una condición."
"Mmmm… Habla."
"Déjame tomarte una fotografía y podrás llevarte todas las que desees."
"¿Quién te crees para poder tener una foto mía?" Cuestionó con aires de grandeza.
"El que te pagó la comida y un fiel admirador."
"Sólo porque tú no me dejaste hacerlo."
"Un caballero no deja a su dama pagar nada." Afirmé. "Bueno, iré por la cámara. No me importa si me dices que no Anna, sé que te mueres por estar en mi habitación y te daré el gusto. ¡Hasta te pondré un bonito marco!"
La retraté varias veces bajo el árbol del jardín, sin sombrero y con su cabello suelto para que lo meciera el aire. "La revelaré esta misma noche." Le dije.
Después nos sentamos en el pórtico. Se veía tan bella con su cabello sobre los hombros y su pequeña boca, dibujada con una sonrisa melancólica, era tentadora. Tenía veinte años, una mujer completa, una joven y delicada criatura con una voluntad muy pocas veces vista en aquellos tiempos.
La tomé de la mano, ella entrelazó sus dedos con los míos, me miró profundamente, dijo mi nombre y nos besamos. Suave y tiernamente primero, luego con pasión. La hice que se recostara y comencé a besarla cuanto pude. La deseaba, la deseaba tanto, incluso más que en mi hormonal adolescencia.
Entonces se escuchó que alguien abría la puerta principal y se dirigía con rapidez a la habitación. Nos separamos inmediatamente, yo maldiciendo al desconocido que nos interrumpía. Pero no era un extraño. Quien corrió la puerta era Tamao, la chica que estaba a cargo de mi madre en Izumo y de cuando en cuando venía a ayudarme con el aseo de la casa. Estaba muy agitada.
"¡Joven Hao! Disculpe la intromisión y que no le he avisado con anterioridad mi llegada, pero… Kami, es su madre joven, la traje a Tokio para que la atendieran bien. ¡Oh joven! Está muy enferma. Debe venir conmigo por favor."
Todo fue muy rápido. Pedí de inmediato un taxi para Anna. Llegó en menos de cinco minutos. Despedí a mi hermosa doncella con un beso mientras la ayudaba a subir al automóvil. Mientras Tamao se aseguraba de que yo llevara una chaqueta porque la noche era fría, me quedé viendo al taxi donde iba Anna que doblaba a la izquierda, en la oscuridad.
El segundo encuentro.
Notas de la Autora:
Pues aquí estoy de regreso, jeje, no estoy segura de si ya ha trascurrido un mes. Ni idea. Pero bueno. ¿Qué tal este capítulo? A mí me gustó más que el primero jejeje. ¡Reviews onegai!
Datos de Historia: Como dije, esta es una adaptación de la historia de Mario Benedetti y si no estoy mal, ésta se desarrolla en España... creo. Así que me puse a leer un poquito (sólo un poquito) de la historia de Japón ymundialpara poder acomodar las cosas. Así que no estoy segura de sí Japón tiene o tenía industria de los metales, no sé si su gobierno realmente les pidió apoyo en la segunda guerra mundial, ni nada por el estilo. Soy ignorante en ese aspecto, así que mil disculpas si estas tonterías mías son erróneas. Lo que sí es correcto, es que hasta después de la segunda guerra, la fotografía no era tomada muy en serio como medio de comunciación, publicidad y mucho menos como arte. La polaroid (la cámara instantánea) tampoco existía aún en 1941. Sip, bueno eso sólo como referencia, jejeje.
Reviews!
Harumina: Muchísimas gracias por tu comentario, fue el primero. Aún no te puedo decir si terminan juntos o no, pero el final es genial. Jeje, que me quede tan bien como para poder afirmalo.
hIyOnO: Primero, gracias por tu review, que bueno que te ha gustado la historia. Pues de hecho, yo tampoco he leído mucho de Mario Benedetti, al menos no en narrativa, sus poemas son muy buenos, aunque tardo en "procesarlos", jaja, no soy la mejor leyendo poesía.
Gothic-Punki: Gracias nn.
Kanna Asakura: Espero te haya gustado este episodo y que haya cumplido tus espectativas, gracias por leer el anterior. Esperaré ansiosa tu comentario.
Seikiko: Jajaja, me halagas. Pero no, no lo soy. "La Tregua" es la más conocida de Mario Benedetti y sí te he de ser sincera, no la he leído, jejeje. Sólo parte de sus poemas. Ojalá te haya gustado este capitulo, que la historia completa es muy muy bonita. ¡Sí, viva el HxA! Y gracias por seguir mis historias.
