Adaptación de la obra de Mario Benedetti "Puentes como Liebres". De Shaman King, mi primer Universo Alterno. ¡Hao x Anna, claro!
Sí, sí, no me pertencen ni Shaman King ni sus personajes y mucho menos la historia de del maravilloso Mario Benedetti.
BRECHAS EN EL TIEMPO
Por Amaltea Síbila
III
El destino se mostró caprichoso para volver a reunirnos. Nuestra siguiente oportunidad no se presentó si no hasta 1951, diez años después.
Y mientras tanto, el famoso Fhuerer se suicidó junto con su esposa, Hiroshima y Nagasaki desaparecieron bajo las bombas atómicas, se filma la (posteriormente) clásica película "Casa Blanca", Christian Dior lanza su "línea corola" que derrocha metros de tela y se torna líder de la Alta Costura, la primera computadora electrónica es creada, la literatura de ciencia ficción vive su época de oro, Estados Unidos muestra la cara al mundo como enemigo del comunismo y nuestro país se lanza en una carrera por la recuperación y convertirse en potencia.
Pero ¿eso no es lo que quieren escuchar, correcto? Nada de historia, de ciencia o sociedad. Esta bien, olvídense del mundo, volvamos conmigo, quien entonces contaba con treinta y un años, vivía de sus acciones en la bolsa y era galante anfitrión en su galería de arte cuado ésta daba apertura a una nueva exposición. Oh, pero no, lo siento. Deberán esperar otro poco. Diez años es mucho tiempo y en ese lapso ocurrieron diversos eventos cuales me llevaron a mi situación actual e hicieron triste y dolorosa, para mi bella Anna y para mí, nuestra siguiente reunión. Me dispongo pues lectores, a darles una síntesis de esto. Paciencia, pronto estaremos de regreso en 1951.
De Anna temía por los bombardeos tan severos a Inglaterra. En un único telegrama de parte de ella en enero de 1942, me indicó de sus intenciones de marcharse a San Francisco. Pero no supe si realmente cumplió su cometido, gracias a las malas comunicaciones para los civiles durante el conflicto, no supe de su paradero. Por la muerte de mi madre y las nulas noticias de Anna, me hundí en el trabajo del emporio Asakura.
Ocurrió entonces que un día de 1944, al final de la jornada, me encontraba con cinco de los mineros de más experiencia en uno de los túneles de cobre. Acordábamos cuál sería la siguiente veta a explotar, cuando ocurrió un derrumbe. De hecho fueron varios, pero nosotros éramos los únicos ahí dentro. Para nuestra suerte Usui aún se encontraba fuera revisando la maquinaria y dio pronta alerta del incidente.
Pasaron dos horas antes de que nos sacaran. Tres de los mineros murieron prensados, yo recibí un grave golpe en la cabeza, pero sobreviví junto con los otros dos trabajadores por un hueco que se formó con las vigas alrededor nuestro. Quedé inconciente por casi dos meses y medio. En la empresa todo seguía funcionando bajo las manos de mis más eficientes empleados, pero se corrió el rumor de mi muerte y de que ahora todo pertenecía a mi socio y amigo, Tao Ren. Mi doctor, Faust, no ayudó mucho diciendo que lo más probable era un sueño largo hasta mi vejez.
Al despertar, me encontré con esta situación (la de mi muerte) la cual costó mucho trabajo desmentir y varias docenas de cartas, telegramas y llamadas que responder. Para mi sorpresa, uno de los envíos era de mi hermano Yoh. La carta estaba fechada en marzo 16 de 1942 y llegada un día después de incidente. Me informaba de la muerte de mi padre y su residencia en Los Ángeles.
"Tu torpe secretaria le respondió por telegrama diciéndole que estabas bien muerto kilómetros bajo tierra y que tu madre hacía años que había fallecido." Me dijo Ren quien me acompañaba en el hospital poniéndome al tanto del negocio. "Aunque debo confesarte, no le he notificado de lo contrario; sé que no estabas muerto del todo, pero no dabas muchas esperanzas."
"No hay problema, me da igual se sabe o no que estoy muerto. Tampoco me interesa saber de su vida o mi padre." De él no. Pero… entonces me vino a la mente… Anna… ¿qué había sido de ella,y dónde estaba esa fotografía, por qué la guardé; por qué guardé mi cámara y mis imágenes en tonos sepia, qué pasó con mi adorada Anna, con mi arte y conmigo?
"Ren…" Dije.
"¿Sí?"
"Tú sí conoces Europa ¿cierto…?"
Vendimos todo. Cada mina y cada fábrica. Ren se encargó de casi todos los movimientos de la empresa, pues yo convertía la magnífica mansión Asakurade Izumo, en hotel para dejársela a Tamao quien tan bien me había servido incluso después de la muerte de mi madre y abuelos. Luego, Ren y yo, transferimos una parte de la fortuna en bancos suizos, ingleses y franceses, otra la invertimos en propiedades y con la última compramos acciones de empresas estadounidenses y europeas con distintos giros. Luego, en abril del cuarenta y seis, sin guerra de por medio, nos marchamos a Inglaterra.
A penas instalados, comencé la búsqueda de Anna. No tardé mucho en toparme con noticias sobre ella. En la universidad donde había estudiado, me dijeron que había dejó el campus en marzo de 1942. Luego localicé a uno de sus compañeros. Según él, Anna se trasladó a Barcelona ese año junto con su padre, pero el señor Kyouyama murió allá y regresó en el cuarenta y cuatro a Liverpool. "Estaba muy mal la última vez que la vi. Perdí contacto con ella durante la guerra, pero… ah, ojalá no fuera yo quien le diera la noticia, ha venido usted de tan lejos… Supe por otra amistad nuestra, que Anna quería regresar a Japón, pero su embarcación fue derribada por el enemigo antes de tocar costa en Francia en 1945… me temo que no fue reportada como sobreviviente."
Muerta. La búsqueda terminó tan pronto como hubiera deseado, pero del modo más equívoco y lamentable. Mi Anna… tragada por el mar.
Ren viajó a Estados Unidos, yo me quedé en Londres y establecí residencia. Seis meses más tarde conocí a una chica en un pequeño teatro y me casé con ella: Jeanne era una belleza de cabello azuloso, ojos carmín y veinticinco años de edad; trabajaba como actriz por la tarde en pequeños montajes, creaciones del aficionado escritor Lyserg Diethel. Yo reacondicionaba un viejo edificio para mi galería y ella se lucía bajo los reflectores del escenario, conmigo en uno de los palcos, como otro espectador en todas y cada una de sus presentaciones.
Sin embargo, me divorcié antes de la llegada de nuestro segundo aniversario: el libertino Lyserg escribió un libreto donde mi esposa surgía de una doncella de hierro, apenas cubierta con un lienzo de gasa, como virgen redentora, heroína de su historia. Nada personal contra el libreto, pero era mi mujer la que mostraba su lindo cuerpo frente a una centena de personas. Mera excusa, como podrán notar. En fin, tachándome de puritano, Jeanne aceptó el divorcio y terminó como amante del escritor.
Mi galería, "Tempus", estuvo lista para su inauguración un catorce de noviembre de 1949. La exposición de acuarelas fue todo un éxito, claro, no eran mías. Jamás mostré mis fotos, esas imágenes estaban bajo llave en una habitación de mi apartamento cubriendo los cuatro muros. En la pared oriente, en el extremo derecho, estaba una única fotografía de Anna.
Primer año de la década del cincuenta, final del otoño. Ya estamos de vuelta. Si aún no se han cansado, síganme y juzgarán que fue más horrible, si la noticia de la muerte de Anna o lo que a continuación les narraré.
Eran las seis de la tarde, faltaba una hora para la apertura del Tempus con su nueva colección de óleos surrealistas. Como anfitrión y dueño, me paseaba ya por los corredores asegurándome de la perfección en las luces, la ubicación de los cuadros, la limpieza del mármol en el piso y el cristal en las copas. Únicamente faltaban la champaña y los bocadillos que llegarían en treinta minutos.
Al bajar al segundo piso por las escaleras principales, las que dan la bienvenida en la entrada, pude ver a una dama con sombrero de ala ancha y abrigo de corte amplio y terciopelo azul oscuro entrando vacilante por la puerta principal cual había dejado yo sin llave.
"Mi buena dama" Dije en inglés. Ella se paró en seco. "No me molesta su llegada, pero me temo que está usted adelantada, la hora de la exposición está marcada a las siete en punto. Podría volver más tarde o gusta acompañarme a tomar un café en el establecimiento de enfrente…"
No respondió. Tenía el rostro cubierto por el sombrero negro y una de sus manos enguantadas aún sobre el picaporte dorado de la puerta de madera y cristal, como si meditara en marcharse o no.
Al llegar al pie de la escalera me detuve, hubo cierta sensación que me impidió acercármele para averiguar si se encontraba bien, parecía turbada.
"Yo…" Dijo en voz casi inaudible, pero el eco de la enorme galería aumentó el timbre y me permitió escucharla.
"¿Sí?"
Una pausa. Luego la mujer tomó aliento y dijo con firmeza y perfecto acento inglés: "Entonces es cierto, eres tú. Como escupido por la misma Tierra que se lo tragó, has salido de tu tumba, Hao." Alzó su cara y se quitó el sombrero para mirarme directamente con una media sonrisa.
Mis ojos no daban razón a la visión frente a ellos. ¿Yo, escupido por la Tierra¡Ella era la menos indicada para decirme tales cosas! Pero no grité, ni corrí. Me contuve, y mientras me acercaba lentamente, dije también en inglés: " Escupido. Palabra dura. Para mí, tú has renacido de la espuma del mar, como Venus al ser creada. Dime¿dónde has dejado tu concha, Anna Kyouyama?"
"Onegai… sólo Anna." Pidió, esta vez en japonés, lengua en la cual continuó el resto de la conversación.
"Me saludas del modo menos educado y mis palabras no te halagan." Expuse con un dejo de mal humor cual no pude evitar. Me disgustó que me pidiera que la llamara por su nombre, como si fuese nuestra primera charla o no tuviera yo el derecho de mencionar su apellido. Me pareció absurdo. "Espero, Anna, al menos una coherente explicación de cómo estás parada frente a mí, en ese cuerpo terrenal tan maravilloso y no como una aparición vaporosa, pues según una de tus amistades, ya habías partido al otro mundo."
A lo que ella respondió con enfado: "¿Y cómo excusas las palabras de tu secretaria, cómo lograste tú salir de las minas, por qué todos decían que estabas muerto, por qué no hubo un segundo telegrama?". Dijo esto último como un reproche y en voz más alta.
"¿A qué te refieres?" Quise saber, sorprendido. "¿Qué telegrama?" Había retirado su mirada. Se esforzaba por no explotar sus emociones, en alegría, tristeza o coraje, no lo sabía. Olvidando mi duda, la invité a pasar a una de las salas, a quitarse su abrigo y tomar calor de la gran chimenea que estaba encendida adentro. Se negó, pero no acepté su rechazo y la llevé frente al fuego.
Bajo el abrigo traía un bello vestido negro de cóctel: de tafeta, escote palabra de honor y una falda circular justa a su diminuta cintura que se sostenía sobre varias enaguas de encaje negro. Traía su cabello peinado en un moño, zapatos de tacón alto ajustados a sus finos tobillos con listones azabache y fina joyería de diamantes en sus oídos y cuello.
"Cualquiera pensaría que el mar te traería con perlas."
"Él dijo lo mismo. Le gusta que las porte, pero yo prefiero las piedras para la noche." Dijo jugando con su collar.
"¿Él, quién?"
"Yoh. El día que nos conocimos, dijo que era como una sirena y que, como hija del mar, debía usar siempre perlas."
"¿Yoh, mi hermano?" Pregunté anonadado.
"Sí." Respondió fríamente tras unos momentos. "Ahora sabes cómo me enteré de tu supuesta muerte." Caminó hasta una ventana y continuó su historia dándome la espalda: "Sabrás pues que mi barco fue hundido camino Francia. Junto con otros pasajeros sobrevivientes, fui llevada a un hospital en Calais. En Londres no supieron de mi supervivencia porque desde que abordé el barco, como japonesa, creyeron mal intencionado mi viaje de regreso a nuestro país. Esos tontos me imaginaban espía. Si contactaba a alguien en Inglaterra, de seguro lo acosarían para sacarle algo que obviamente no era cierto. Así que no hice esfuerzo alguno por decir que estaba viva. Tampoco me permitieron regresar a Japón, al menos no cruzando Europa. Ya no sabía que hacer, mi padre había muerto el año anterior y ya no podía comunicarme con nadie. Estaba sola."
'"Entonces conocí a tu hermano en el hospital." Se sentó el alféizar de la ventana. "¿Qué hacía Yoh ahí? Negocios. Uno de sus clientes estaba hospitalizado en el mismo lugar que yo. Imaginarás mi sorpresa al verlo, creí que eras tú. Olvidé por momentos que además de hermanos, eran gemelos. Sin embargo, eran tan distintos… Por supuesto, le pregunté por ti. Y fue cuando me dijo del telegrama, que tu madre había fallecido hace tiempo y que tú habías muerto en un derrumbe. Dime ¿tu mamá…?"'
"Ella murió aquella noche, la última vez que no vimos." Respondí.
"Lo siento mucho."
"¿Qué pasó entonces?" Le alenté a proseguir, a pesar de mi temor a escuchar el resto del relato.
"Esperé, pero tú, idiota irresponsable, no refutaste la noticia. Yoh se ofreció a llevarme con él a Estados Unidos. Él tenía nacionalidad norteamericana y sus muchos contactos harían fácil mi traslado. Como ya había abandonado mi intención de regresar a Japón, acepté. Además, Yoh se enamoró de mí… me propuso matrimonio y nos casamos ese mismo año en América."
"¿Alguna vez trataste de contactarme?" Espeté aún tratando de comprender sus últimas palabras. Con que por eso no quería que la llamara por su apellido. No era Kyouyama, era Asakura.
"¡Claro que lo hice! Muchas veces, pero tú bien conoces lo difícil de la comunicación por la guerra. Más para mí, japonesa en territorio aliado. Quizás ahora mismo estén llegando todas mis cartas e intentos de telegrama a lo que solía ser tu compañía, la cual deduzco vendiste o regalaste a un tal Tao. Más tarde no era ni Asakura ni Tao el dueño. Luego estás muerto. ¡Y ahora regreso a Inglaterra y me entero que no sólo estás vivo, si no que sobrevives cómodamente entre la alta sociedad británica!" Dijo gritando, estaba sumamente agitada. Pero no me importó, no era la única enfadada.
"¿No me digas que regresaste sola, dónde está mi hermano?" Exigí saber en tono prepotente.
"Camino a esta galería." Se puso de pie y tomó su abrigo. "Quería darte una sorpresa, estaba muy feliz cuando se enteró que estabas vivo y quiere saber de tu milagroso escape de las minas. '¿Será que excavó como topo?' Me dice a cada hora con su típica risita."
"La cual parece que te gusta mucho."
"Calla. ¿Dónde está tu esposa, la señora Jeanne, por qué no te está acompañando ahora; está también a punto de llegar con un hermoso vestido para verse digna de tu altanería?"
"Debe estar desnuda, revolcándose con un dramaturgo. No te dieron la historia completa por lo que veo, nos divorciamos."
"Espero entonces escuchar la versión completa cuando regrese." Se encaminó a la puerta.
"¿Regresar, te marchas ya?"
"Debo entrar de la mano con mi esposo. Después de todo, también está ansioso por presentarte a su mujer." Ah, vino sin avisarle a mi hermano. Se abotonó el abrigo, se colocó el sombrero y abrió con algo de dificultad la puerta principal.
"Déjalo." Rogué antes de que saliera. Y tal cual al inicio, mis palabras la congelaron.
"No puedo." Respondió entre sollozos. "Voy a tener un hijo suyo." Y salió aprisa hacia la calle.
Casi a las siete y treinta de la noche, volvió a aparecer con el mismo bello vestido, tomada del brazo con mi hermano y una muy cara sortija en su mano izquierda, que hace un rato no portaba.
No es necesario que les diga lo incómodo y desesperante que fue para Anna y yo fingir que no nos habíamos visto minutos atrás. Lo horrible que fue escuchar a Yoh repetir la historia que ya Anna me había contado, adicionándole su amor por ella. El muy idiota creyó que me daría gusto ver a mi vieja amiga casada con él, mi desaparecido hermano. No obstante, pretendí que así era. También mencionó lo contento que estaba con reciente noticia de que su amada esposa le daría un hijo. Yo le narré el accidente en las vetas y mi pequeña odisea a Europa, pero hice nula mención de mis motivos.
La noche siguió normalmente, si así se puede decir. Yoh sonriendo a todo el mundo, sus carcajadas de vez en cuando, con una jovialidad increíblemente contrastante al lado de Anna, quien únicamente sonreía por cortesía social. Fue entonces que noté el cambio en su mirada, quedaba muy poco de su pasión y alegría, estaba cubierta por un escudo, un alejamiento y una frialdad que conmigo, nunca había sido.
Antes del final de la velada, logré apartarla de Yoh un instante. Nos colocamos frente a uno de los cuadros, pretendiendo admirarlo. Tomé otro pequeño sorbo de la copa en mi mano y le dije:
"¿Sabes porqué vendí todo en Japón y vine a Inglaterra? Por ti, viene a buscarte." No me miró.
"¿Sabes porqué quería regresar a Japón?" Me preguntó en un susurro. "Por ti." Se dio media vuelta y fue en busca de su esposo.
Notas de la Autora:
¡Hola de nuevo¿Qué tal, a poco no parece novela de televisa? Jajajaja. Un poco retrazada, pero les entrego un capítulo más largo. Este, si mal no recuerdo, era el capítulo más corto en la historia original de Mario Benedetti, pero para que mi idea de casar a Yoh con Anna (qué más dramático que resultara esposa de su hermano, jejeje nn'), debí explicar toooooooodo lo primero. Además, en "Puentes como Liebres", la chica se casa con un arquitecto y al enterarse el protagonista de la historia, se casa también. Pero a mi parecer, Anna no se casaría no más por no más con Yoh si tomamos en cuenta que estaba enamorada desde el principio de Hao, así que puse la "muerte" de ambos como excusa para que ambos contrajeran matrimonio por su lado. Bueno, muchos enredos, drama y lágrimas, jajaja. ¡Espero les haya gustado! Muy probablemente, el siguiente será el capítulo final. Sayonara por el momento.
Datos de Historia III: Jeje, como diseñadora, no podía dejar de mencionar a Dior, líder de moda en los años cincuenta. "Línea Corola", mejor conocida como New Look, es lanzada en 1947 por el diseñador y se impone como línea clásica de los 50's. Se refiere a la cintura estrecha, las copas algo puntiagudas y las faldas circulares con crinolina que todos conocemos por el rock and roll. Fue muy popular y criticado porque durante la guerra, las mujeres vestían muy serias y de vestidos rectos debido a la poca materia prima para confeccionar ropa. De la dificultad de las comunicaciones, pues he escuchado muchas historias donde las cartas llegaron a sus destinatarios incluso años después, me gustó el hecho para poner más nudos a la historia, jejeje. Y lo de "enemigo del comunismo", recordemos que tras la segunda guerra mundial, le vino la guerra fría: Estadus Unidos contra la URSS.
Respondiendo reviews:
Gothic-Punki: ¡Gracias por seguir la hisoria!
Priss: Ay amiga, no he podido leer tus otras dos historias por falta de tiempo. Hoy mismo me doy a la tarea de hacerlo. Me divertí mucho escribiendo esa parte de Horo2, jaja, pero sí, era por una muy buena causa. De la interrupción, jaja, puesKeiko tenía buena razón también, se estaba muriendo, jeje.Siento desepcionarte con lo del lemon uu, pero te prometo que lo habrá, sutil, pero lo habrá, jejeje. ¡Gracias!
Laymiha: Hola. Jeje, pues creo que se tardó... ¡diez años! Sí, es bastante uu y ya ves todo lo que les pasó. ¿Te gustó este capiutlo? Agradezco tu comentario.
Kanna Asakura: Bu, me tardé un poco más esta vez, lo siento TT, es que me costó trabajo acomodar todos los hechos para que no hubiera incoherencias en las fechas y eso. ¡Y el capítulo es más largo! Ojalá me des tu opinión de este episodo. ¿Lista para el final?
Hikaru Myers: Gracias por tu review. Sí, lo sé,están ooc, especialmente Anna y es porque en esta historia no tenía un pasado tan trágico, hacía lo que le gustaba y tenía a su padre. En este capítulo ya se acerca más a lo que conocemos por todo el melodrama que ocurrió. Jeje y sí, bueno pobreTamao, pero ese era precisamente su papel en ese episodio, jaja, de interrumpir.Nos vemos luego.
Seikiko: Jajaja¿en serio te reíste? Espero que sí nn, me encantó ebriagar a Horo2. Si te interesa la historia original, búscala en alguna antología de Mario Benedetti, ya que es un cuento corto. ¡Muchas gracias por tus comentarios¿Qué tal este episodio?
