3. Reencuentros

Harry se quedó allí un rato, pensando en lo que había hablado con Lupin, y estaba ya pensando en irse a dormir un par de horas, cuando Dumbledore entró en la sala. Entró y se quedó un momento mirando a Harry. Luego caminó hacia él, con su túnica de lunas y estrellas ondeando tras él, y se sentó en la butaca que estaba frente a la del chico. Harry no habló, y simplemente miró sus profundos ojos azules, que tenían una expresión insondable. Por fin, el director rompió el silencio.

-Bien, Harry, supongo que te debo una explicación de lo que ha sucedido esta tarde.

Harry asintió lentamente, sin apartar la vista de aquellos cálidos ojos azules.

-¿Qué ha pasado con Kingsley Shacklebolt?-preguntó. La expresión del profesor se volvió triste.

-Verás, Harry, Kingsley, en una misión para la Orden del Fénix, descubrió que, en una encantadora reunión de mortífagos que se celebraba esta noche, se iban a discutir algunos puntos de gran importancia, y él, desoyendo mis órdenes, decidió que debía asistir a esa reunión. Por desgracia, lord Voldemort se dio cuenta de su presencia, y él estaba en desventaja, puesto que allí estaban todos los mortífagos que no habían sido encerrados. Aun así, nos consta que luchó valientemente y aguantó mucho.

-Vaya…-susurró Harry.

-Aunque al final tuvo que ceder-continuó Dumbledore-, y me temo que reveló algunos datos importantes.

-¿Qué datos?

-Voldemort sabía que yo te tenía bien protegido en casa de tus tíos, pero no sabía exactamente qué medidas había tomado para tu protección, y Kingsley, bajo los efectos del Veritaserum, le reveló esa información.

-Pero… Eso tampoco es muy grave, ¿no? Quiero decir que, aunque Voldemort sepa lo que me protege, no sabe cómo vencerlo, ¿o sí?

-En efecto, pero, al parecer, Kingsley también le reveló el punto débil de mi plan.

-¿Punto débil? ¿Cuál?

-Harry, ¿recuerdas cuál era la protección que tenías en casa de tus tíos?

-Usted dijo…-respondió Harry, recordando su última conversación-. Usted dijo que yo estaba seguro en Privet Drive porque la sangre de mi madre estaba en esa casa, y, mientras siguiera allí mi tía, Voldemort no podría tocarme.

-Exacto. Pero este plan tiene un fallo en el que yo no pensé al idearlo. Si tu tía no estuviera contigo, la sangre de tu madre, y, por tanto, el hechizo protector que ésta te otorgaba, no te acompañarían.

-¿Quiere decir que…?

-Quiero decir que si Petunia muriera, tú ya no estarías seguro en Privet Drive.

Harry asintió lentamente.

-Y hoy…

-Hoy-Dumbledore miró a Harry por encima de sus gafas de media luna-Voldemort iba a intentar cogeros desprevenidos en Privet Drive. Gracias a Kingsley, sabía que te pensábamos sacar hoy de la casa de tus tíos, y, por tanto, que hoy era su última oportunidad. Esperando que no echáramos en falta a Kingsley, pensaba atacaros. Gracias al cielo, nos dimos cuenta de lo que planeaba y pudimos sacaros de allí antes de que él apareciera.

-¿Cómo están los Dursley?-preguntó Harry, sonriendo. Dumbledore también sonrió.

-Bueno, no parecen muy contentos de estar aquí, pero creo que se acostumbrarán. Tendrán que pasar un tiempo aquí, hasta que estemos seguros de que en su casa no les pasará nada.

-¿Tendrán que estar aquí?-preguntó Harry, algo decepcionado. No le hacía ninguna gracia tener que compartir aquella casa con sus tíos.

-Tranquilo, no creo que se reúnan mucho con nosotros, dado el miedo que nos tienen. Además, creo que podrás disfrutar un poco, viéndolos humillados-Harry sonrió de nuevo.

-Profesor…

-¿Sí, Harry?

-Verá… es que el verano próximo cumpliré 17 años, y pensaba que, tal vez, pudiera buscar piso...

-Harry, tú cumples la mayoría de edad a mediados de julio, y hasta ese momento necesitarás un tutor, pero… bueno, tal vez puedas tener otro tutor… estoy seguro de que a Molly le encantaría…-a Harry se le iluminó la cara. Sería fantástico poder estar en la Madriguera su último verano-. Pero no te hagas muchas ilusiones. Veré lo que se puede hacer.

-Gracias, profesor.

Dumbledore volvió a sonreír, y luego se levantó y caminó hacia la puerta.

-Deberías descansar, Harry, ha sido un día agotador. Tú tienes la misma habitación que el año pasado. Esta noche vendrá más gente, y te conviene estar despierto.

-Sí, me vendrá bien dormir un poco.

-Hasta pronto, Harry.

Y, con un revuelo de su capa, desapareció.

Harry durmió tranquilamente un par de horas, en su habitación de la segunda planta. Aunque aquella casa le traía muchos recuerdos, se sentía mejor que en Privet Drive, y hacía mucho que no dormía tan bien.

El sonido del timbre lo despertó, y al instante escuchó también los alocados insultos de la madre de Sirius.

-¡CÓMO OS ATREVÉIS A PROFANAR LA CASA DE MIS ANCESTROS, ASQUEROSOS TRAIDORES A LA SANGRE! ¡MI FAMILIA HA VIVIDO AQUÍ DURANTE SIGLOS! ¡FUERA DE MI CASA, CRIATURAS DE LA INMUNDICIA…!

La anciana acallaba el resto de los sonidos, y hasta que alguien cerró las cortinas no pudo oír nada.

-Ron, ¿dónde está Harry?-oyó por fin, y el corazón le dio un vuelco al reconocer la voz de Hermione. Se levantó de un salto, se vistió y bajó lo más rápidamente posible las escaleras.

-¡Harry!-chilló su amiga en cuanto lo vio, y, sin darse cuenta, se vio sepultado por una espesa cortina de pelo castaño.

-Hermione, déjalo, lo vas a ahogar-Hermione se separó, radiante de felicidad, y Harry pudo ver a Ron, que sonreía tras ella. Su amigo se acercó y lo abrazó como un hermano.

-Me alegro de verte, amigo. ¿Cómo estás?-el pelirrojo había crecido algunos centímetros, y parecía más pecoso.

-Genial-respondió Harry, sinceramente.

-Ahora llegarán los demás. Están recogiendo las cosas.

Unos instantes después, la señora Weasley entró por la estrecha puerta, cargando un baúl en cada mano, que soltó en cuanto vio a Harry. Lo cubrió a besos y le dio un prolongado abrazo que casi lo estranguló.

-¿Cómo estás, Harry, cariño?-le preguntó con voz ahogada, apartándose un poco.

-Muy bien, señora Weasley, muchas gracias.

Entonces entró Ginny, con el pelo, de un rojo encendido, ondulando tras ella. Miró a Harry con sus alegres y cálidos ojos marrones y sonrió.

-¡Hola Harry! ¿Qué tal?-preguntó.

-Muy bien, Ginny, ¿y tú?, ¿cómo has pasado el verano?-La chica había crecido bastante, tenía casi la misma estatura que Harry, y sus formas eran más femeninas. Dean tiene mucha suerte , pensó Harry, sonriendo.

-Bien. Mamá, ¿dónde pongo esto?-preguntó, volviéndose a su madre y cogiendo el baúl que había dejado en el suelo.

-Déjalo aquí, Ginny, ahora lo llevaremos a las habitaciones.

De pronto aparecieron en la puerta Fred y George, los gemelos Weasley. Estaban igual que la última vez que Harry los vio, en King's Cross.

-Harry, ¿ya estás aquí?-preguntó Fred emocionado, mientras se acercaba y le cogía la mano, haciendo una reverencia exagerada.

-Pero Harry, ¿qué haces ahí, con la gente corriente, que no estás en un pedestal? ¡Apartaos, Harry necesita espacio!

-Sí, muy gracioso, George-dijo la señora Weasley-. Ahora, ¿queréis llevar los baúles arriba, por favor?

-Gracias por el recibimiento, mamá-dijo Fred, cogiendo un baúl y empezando a subir las escaleras-. Vamos, George.

-Bill vendrá más tarde, Harry-siguió la señora Weasley, cogiendo a Harry de los hombros y conduciéndolo al comedor-. Está muy ocupado en el banco.

Todos los siguieron al comedor, donde saludaron a Lupin, y luego la señora Weasley y él fueron a la cocina, a preparar la comida, y el resto de los Weasley, Harry y Hermione se sentaron a charlar.

Después de poner a Ron y Hermione al corriente de lo que le había dicho Dumbledore, Harry y ellos se enfrascaron en una conversación sobre lo que estaría haciendo Voldemort en aquel momento.

-Pobre Kingsley-dijo Ron-, ¿por qué sería tan tonto como para ir a espiar a los mortífagos él solo?

-Si era muy importante esa información y no había nadie más en el cuartel…-respondió Harry.

-Yo creo que tuvo que haber alguna razón para que desobedeciera a Dumbledore-dijo Hermione, pensativa.

-Por cierto, ¿dónde están tus tíos, Harry?-preguntó Ron, sonriendo-. Me gustaría ver cómo se encuentran sabiendo que están rodeados de magos. Seguro que a mi padre le encantará saber que están aquí.

-Seguro que están muertos de miedo-dijo Harry, también sonriendo-. A ver si Dudley pierde peso aquí, le vendría muy bien.

Ron rió, pero Hermione estaba muy seria.

-Me preocupan. Si detestan tanto la magia a lo mejor pueden hacer alguna locura…

-Tranquila, Hermione. Seguro que están acurrucados en el suelo, temblando de miedo. Son incapaces de hacer nada.

Hermione frunció el ceño.

-Por cierto, Harry, ¿te he contado ya que Hermione ha roto con ese estúpido de Krum?-Dijo de pronto Ron, con una sonrisa extraña.

-¿En serio?-preguntó Harry, mirando a su amiga-. ¿Por qué?

-¡Oh, Ron, al final se va a enterar todo el país!-exclamó ella, exasperada-. ¿Por qué la has tomado con él?

-¡No la he tomado con él! Sólo informo a Harry…

-¿Por qué has roto con él, Hermione?

-Simplemente fui a verlo este verano en Bulgaria y discutimos. ¡Pero aprendí un montón de cosas! ¿Sabías que en Sofía los magos tenían la tradición de…?

-¿Por qué discutisteis?-la interrumpió Harry.

-¿Qué más da? ¡El caso es que ha roto con él!-Exclamó Ron, alegre.

-Ron, ¿vas a ponerte a cantar?-preguntó Fred, que ya había vuelto de llevar los baúles.

-Sí, porque deberías avisarnos antes para taparnos los oídos-dijo George, sentándose al lado de Harry-. No tenemos ganas de oír tu dulce y melodiosa voz.

La sonrisa de Ron se esfumó al instante.

-George, ¿por qué no te vas a tu dichosa tienda y me dejas en paz?

-Porque aquí nos dan comida gratis, hermanito-respondió al instante Fred, sonriente, mirando fijamente el pollo que su madre traía en ese momento de la cocina. Todos empezaron a comer, sin hablar demasiado. Cuando terminaron ya era tarde, pero ninguno de los tres amigos tenía sueño, así que se sentaron en unos sillones en la sala de estar, hablando sin parar y comentando el verano.

Después de unas horas charlando animadamente, Harry empezó a bostezar y sus ojos se negaban a estar abiertos, así que se levantó.

-Yo voy a acostarme ya. ¿Vienes, Ron?

-Ve tú, yo iré más tarde-Harry vio que echaba furtivas miradas a Hermione, pero estaba demasiado cansado para pensar, así que subió las escaleras sin dejar de bostezar y se puso el pijama lentamente, para sumirse inmediatamente en un tranquilo y profundo sueño.

Levantó los párpados lentamente, como si le pesaran una tonelada. Esperaba ver el agrietado techo de la antigua casa de sus padres, y oír a Kreacher, el viejo elfo doméstico, caminando y murmurando por el pasillo. Pero no estaba en Grimmauld Place. Parpadeó un par de veces, y cuando despertó del todo, se incorporó. No, desde luego no estaba en Londres.

Estaba en una inmensa llanura, sin límites visibles. En el horizonte la tierra se mezclaba con el cielo, de un gris plomizo. Todo era oscuro y tenebroso. No había colores alegres, mirara a donde mirara todo era gris y triste.

La llanura estaba poblada por miles, millones, billones de cuerpos de un blanco nacarado, el mismo color que tantas veces había visto de niño en los fantasmas de Hogwarts. Ese recuerdo parecía tan lejano… Los campos que rodeaban el castillo, las tranquilas aguas del lago, las clases, los compañeros, las travesuras de los Merodeadores…

Todo aquello parecía de otro mundo… De otra vida…

Se levantó, y al hacerlo notó que su cuerpo era como de gelatina, ligero y tembloroso. Miró hacia abajo, y al instante lanzó un grito que no llegó a salir de sus labios sino convertido en una débil exclamación de sorpresa. Su cuerpo también tenía ese extraño blanco nacarado.

Pero eso significaba… No, era imposible…

Forzó su memoria a recordar, y a su mente llegaron algunas imágenes borrosas: Snape repitiendo lo que le había dicho Harry, los miembros de la Orden luchando contra los mortífagos, Harry con la profecía…

Él cayendo a través del velo…

Se derrumbó en el suelo, horrorizado, mirando fijamente aquellas formas fantasmales que permanecían inmóviles.

No podía creerlo. No quería creerlo. Pero tenía que ser eso…

Estaba muerto.


Bien, aquí quiero especificar que este último trozo sobre Sirius no es un sueño de Harry, sino una historia aparte que iré narrando poco a poco, cada algunos capítulos (no sé cuántos, supongo que cuando me quede muy corto o algo).

Bueno, supongo que si habéis llegado hasta aquí es porque os gusta la historia... Espero que sí. Por favor, dejad críticas, realmente me animan a continuar.

Muchísimas gracias a los que ya lo han hecho, no sabéis lo que significa para mí.