5. La vuelta a casa
¡RON, HARRY, HERMONE, GINNY¡ARRIBA¡YA!
Harry abrió los ojos, para encontrarse con el sucio y borroso techo encima de él. Se incorporó en la cama, con una sonrisa en los labios; era el 1 de septiembre. Se puso las gafas y se vistió rápidamente, mientras en la cama de al lado Ron no dejaba de bostezar y estirarse, murmurando palabras sin sentido, sin abrir del todo los ojos.
En cinco minutos Harry estaba en la cocina, ya vestido, tragando los cereales que tenía delante, sin poder quitar aquella estúpida sonrisa de sus labios. Por fin volvería a Hogwarts, vería de nuevo a Hagrid, jugaría al quidditch… regresaría a su verdadero hogar.
¿Cómo iremos, señora Weasley¿En metro-preguntó cuando ella pasó de nuevo como una bala para coger una pluma que Ginny se había dejado en la mesa.
-No, el Ministerio nos ha proporcionado unos coches. Y menos mal, porque con la cantidad de cosas que tenemos que hacer, habríamos llegado tarde sin remedio… Esperemos que esos muggles no se resistan mucho…
¿Van a venir con nosotros-desde el día que llegaron allí, los Dursley se habían quedado en el sótano, y la señora Weasley les llevaba la comida, volviendo siempre con una expresión de asco, como si hubiera estado con cerdos en vez de con personas.
-Sí, vamos a dejarlos ya en Privet Drive.
¿No hay peligro ya?
-No, Quien-Tú-Sabes sabrá que no vas a volver más, y no creemos que se arriesgue a intentarlo sin una buena razón -salió sin otra palabra para volver a entrar, envolver los bocadillos que estaban encima del recibidor con un movimiento de varita, cogerlos y volver a salir disparada.
Aquella mañana todo fue ir y venir, recoger las cosas que quedaban y meterlo todo en los coches del Ministerio, que ya habían llegado y estaban aparcados en la calle, todo con los gritos de la señora Weasley y la señora Black de fondo. Cuando, a las once menos cuarto, todos estaban apretujados en los coches, tenían las caras rojas de tanto dar vueltas por la casa. Los Dursley estaban en el coche de Harry, muy pálidos y delgados (excepto Dudley, a quien el régimen a que había sido sometido no parecía haberle afectado mucho). Tío Vernon exploraba el coche, aparentemente asombrado de que alguien "de la clase de Harry" pudiera tener un coche tan limpio y moderno.
Hicieron el viaje en apenas cinco minutos: los coches del Ministerio, sin saberse cómo, se metían por cualquier hueco y podían pasar perfectamente por encima de la acera, adelantando y poniéndose siempre en primer lugar de las enormes filas de coches que se formaban. Dejaron a los Dursley en Privet Drive sin problemas y se encaminaron a la estación, por muy ilógico que fuera hacer el viaje tan corto.
Al llegar a King's Cross atravesaron la barrera que separaba los andenes 9 y 10 y se encontraron en el andén 9 y ¾, en el que el expreso de Hogwarts, una enorme locomotora roja, esperaba a los alumnos, expulsando bocanadas de humo que se perdían en el cielo abierto.
Harry, Ron, Hermione y Ginny pasaron, saludando a todo el mundo, a través del tren, y encontraron a Neville Longbottom, un chico moreno y muy olvidadizo, solo en un vagón al final de éste. Dejaron sus baúles al cuidado de Neville y salieron a despedirse del señor y señora Weasley, Lupin, Moody y Tonks, que los habían acompañado hasta allí.
Lupin, después de despedirse de Ron, Hermione y Ginny, llevó a Harry aparte.
-Harry, sólo quería que supieras que, aunque a veces no lo parezca, todos nosotros, incluido Dumbledore, queremos lo mejor para ti. Si alguna vez te pedimos algo que no comprendas, intenta recordarlo¿de acuerdo?
Harry asintió, con la vista fija en el zapato de su ex-profesor.
-Aunque tu vida esté en juego por esa profecía, intenta vivir al máximo, sin preocuparte demasiado por lo que pueda venir. Lo que tenga que llegar, llegar�, y ya le plantaremos cara cuando haya que hacerlo¿entendido?
-Entendido.
Lupin sonrió.
-Dumbledore me ha dicho que vas a continuar con el ED -Harry volvió a asentir-. Muy bien, quiero que aprendáis a defenderos. Si llegan los mortífagos y encuentran a los estudiantes unidos y entrenados, no tendrán nada que hacer –sonrió y se quedó un rato mirando a Harry-. Bueno, Harry, que tengas un buen trimestre. No hagas ninguna tontería.
-Adiós, profesor, gracias por todo.
Harry subió al tren con los demás mientras un agudo pitido les perforaba los oídos, anunciando la próxima partida del expreso. Se asomaron por la ventana y saludaron con la mano hasta que el tren giró y los perdieron de vista.
Harry se sentó con Neville mientras los otros iban al vagón de los prefectos a recibir instrucciones. Pasaron un rato hablando de sus vacaciones, Neville acariciando su Mimbulus Mimbletonia, que había crecido varios centímetros durante el verano. Cuando agotaron el tema de conversación pasaron un rato en silencio, y luego Neville se puso serio.
-Harry, no tuve tiempo de hablar contigo después de lo del Departamento de Misterios. Yo quería… quería disculparme.
¿Por qué ibas a querer disculparte, Neville-preguntó Harry, sin comprender. De pronto, al sacar el tema, el optimismo de volver a Hogwarts se desvaneció-. Lo hiciste muy bien aquel día.
-No, no lo hice. Lo hice fatal, y tú lo sabes. Lo único que conseguí fue causaros problemas a ti y a los otros.
¿Qué? Neville, no seas tonto, tú ayudaste un montón. El tonto fui yo, que me tragué todo lo que Voldemort me dijo.
-No –cortó Neville, temblando al oír el nombre-. Tú eres muy valiente, Harry, eres el mejor mago que conozco. Eres fantástico, sabes hacer de todo. Yo, en cambio, soy un imbécil que no es capaz de enfrentarse a una mosca sin salir herido -Neville tenía la cabeza baja y miraba fijamente su querida planta.
-Neville, tú no eres un imbécil. En absoluto. Eres un mago estupendo. Vale, eres algo patoso, pero eso no es todo lo que importa. Tú tienes un gran corazón, eres muy valiente y te esfuerzas al máximo para conseguir lo que quieres, y eso también es muy importante. El último año, en las reuniones del ED, eras de los mejores. De verdad, me dejaste sorprendido. Te estuve observando, y era increíble el esfuerzo que ponías en aprender los hechizos. ¿No recuerdas aquella vez en que superaste a Hermione haciendo el hechizo reductor?
Neville sonrió con aquel recuerdo, y levantó un poco la cabeza.
¿D-de verdad crees que soy un buen mago?
-No, no eres un buen mago. Eres un mago extraordinario.
La sonrisa de Neville se ensanchó.
-Gracias, Harry. Eres un buen amigo.
-No hay de qué. Pero la próxima vez que te oiga decir algo como eso, te echo un maleficio¿entendido?
Neville dejó oír una risita nerviosa y acarició a su planta. Iba a decir algo más, cuando se abrió la puerta del compartimiento y entraron varios miembros del ED, entre ellos Hannah Abbott, Susan Bones, Ernie Macmillan y Zacharias Smith.
¡Hola! –saludó Ernie.
¡Hola¿Cómo habéis pasado el verano? –contestó Harry, sonriendo al ver de nuevo a sus alumnos y amigos.
-Muy bien, Harry. ¿Y tú?
-No ha estado mal.
-Harry, queríamos preguntarte si vamos a seguir con el ED este curso –dijo Zacharias Smith sin más preámbulos.
-Eh… creo que sí. Hablé con Dumbledore en verano y me dijo que intentaría mover algunos cables para hacerlo legal, pero ya veremos.
¿Has hablado con Dumbledore en persona? –preguntó Susan, con la boca abierta.
-Sí, teníamos algunos asuntos por aclarar.
¿Qué asuntos tenías tú con Albus Dumbledore? –inquirió Zacharias Smith, con aire acusador.
-Harry tendrá sus razones para hablar con el director, y a ti no te importa cuáles son –interrumpió Hannah.
Harry sonrió a Hannah, agradecido. No tenía muchas ganas de hablar de los asuntos que llevaban a Dumbledore a solicitar audiencia con él.
-Bueno, el caso es que ya os avisaré por el medio habitual cuando decidamos la fecha de la primera reunión.
-Muy bien. ¡Hasta luego!
Pasaron un rato en paz, salvo por las ocasionales interrupciones de miembros del ED preguntando por las reuniones. Cuando Harry y Neville estaban comiendo algunos dulces, llegaron Ron, Hermione y Ginny de su patrulla por el tren.
¡Comida-exclamó Ron, y sin una palabra le arrebató a Harry la bolsa de ranas de chocolate y se puso a devorarlas como si le fuera la vida en ello.
Ginny y Hermione se sentaron, agotadas. Hermione cogió el Profeta y, sin más preámbulos, se puso a leer.
-El otro prefecto de Griffindor es Colin Creevey -informó Ginny-. ¡Voy a tener que estar con él en las patrullas, con lo pesado que es!
-Genial, ahora si no le firmo un autógrafo podrá quitarme puntos –dijo Harry, observando cómo Merlín se peinaba la barba en su cromo de ranas de chocolate.
-No deberías quejarte, Potter –dijo una voz que arrastraba las palabras-. Ahora que los dos nuevos prefectos de Griffindor están en tu club de fans, probablemente serás intocable.
Draco Malfoy estaba en la puerta del compartimento, seguido (para variar) de sus dos guardaespaldas, Crabbe y Goyle.
-Piérdete, Malfoy –cortó Harry, sin siquiera mirarlo.
-Vaya, Potter¿así es como recibes a un admirador? Sólo quiero conseguir una foto firmada del cabeza rajada.
¿Cómo está tu madre, Malfoy? –interrumpió Hermione-. ¿Sigue siendo bienvenida en el Ministerio ahora que es públicamente la mujer de un mortífago?
Un leve rubor tiñó el pálido rostro de Malfoy.
-No te atrevas a mencionar a mi madre, asquerosa sangre sucia.
Ron, al oír aquello, se levantó de golpe e intentó llegar hasta Malfoy, pero entre Harry y Neville lo sujetaron e inmovilizaron.
-Vuelve a llamarle eso y… -mascullaba, intentando liberarse de los brazos de sus amigos.
¿Y qué¿Se lo dirás a McGonnagall?
-No, Malfoy. Te dejaremos colgado del portaequipajes transformado en una babosa gigante, como la última vez. ¿Te acuerdas?
Por la cara de odio y rencor que puso Malfoy, parecía que sí se acordaba. La que había hablado era Ginny. La pelirroja era la única que no se había levantado, y miraba a Malfoy orgullosamente, con una expresión peligrosa que Harry no había visto nunca.
-Atrévete…
¿Qué harías¿Llamar a tu padre para que se escape de Azkaban y venga a buscarte? Te recuerdo que, ahora que todo el mundo sabe que sirve a Voldemort –Malfoy, Crabbe Goyle, Ron y Neville se estremecieron al unísono, ni su dinero ni su sangre limpia sirven para nada.
Harry miró a sus compañeros. Ron había dejado de forcejear y tenía la boca abierta. Miraba a su hermana como si no la hubiera visto en su vida. Neville, aún agarrando a Ron, miraba asustado a Malfoy, esperando su reacción. Hermione miraba a Ginny, sorprendida, pero sin poder evitar una sonrisa.
Malfoy abrió la boca varias veces, buscando una respuesta lo suficientemente hiriente. Como no la encontró, musitó algo referente a una venganza, dio media vuelta y se fue, seguido de Crabbe y Goyle.
En cuanto salieron, todos se quedaron mirando a Ginny en silencio. Ella, tranquilamente, cogió el Profeta que Hermione había dejado en el asiento y empezó a leer.
Después de unos segundos, Ginny pareció darse cuenta de que la estaban mirando y, levantó la mirada por encima del periódico.
¿Qué pasa?
-Gin, eso ha sido… -tartamudeó Ron, sin encontrar palabras
¡Genial -exclamó Neville.
¡Fantástico! –dijo Harry.
¡Fabuloso! –alabó Hermione, sonriendo.
Ginny se puso colorada, pero sonrió.
El tren aminoró la marcha poco a poco hasta detenerse en la estación de Hogsmeade, y un agudo pitido despertó a Hagrid, que estaba sentado en un banco, dormido.
Se levantó y se acercó al expreso mientras salían todos los alumnos, y empezó a gritar, como siempre.
¡Primer año¡Los de primer año por aquí, por favor¡Primer año¿Cómo va eso, Harry¡Primer año!
Harry saludó a su amigo y se fue con Ron y Hermione hacia los carruajes que los esperaban un poco más lejos. Se acercó a uno de los enormes caballos alados que tiraban de los carros y le dio unas palmadas en el cuello. El thestral lo miró con sus ojos vacíos, y Harry, sin saber por qué, se sintió mejor, como si el animal lo ayudara a soportar las fatigas.
¡Hola Harry! –dijo una voz soñadora a su lado. Luna Lovegood acariciaba también al thestral, mirándolo cariñosamente.
¡Hola Luna! –saludó Harry, sonriendo.
-Son hermosos¿verdad? –dijo ella, arrodillándose ante el thestral y acariciando con el dorso de la mano su hocico.
-Sí, es cierto.
-Yo me siento mejor cuando los veo. Dicen que son de mal agüero, pero en realidad te ayudan a superar las penas. Yo creo que los ves después de haber visto la muerte porque te enseñan a aceptarla y saber que es algo natural.
Harry observó cómo se levantaba y le sonreía, y le devolvió la sonrisa. Luna era muy extraña, pero era especial, una de esas personas que muestran lo que son sin miedo a que se burlen de ellas. Se sintió muy agradecido hacia ella por estar allí y decirle aquello que, de alguna manera, lo ayudaba mucho.
¿Vienes con nosotros en el carruaje, Luna?
-Lo siento, voy con mis amigas de Ravenclaw. Bueno, nos vemos en el banquete. ¡Hasta luego!
-Hasta luego.
Harry subió al carruaje, sonriendo, y pensó que aun en los momentos más oscuros, siempre hay una luz que te guía y anima.
El trayecto se hizo muy corto, y pronto estuvieron todos en el Gran Comedor, viendo la Selección. Después de ésta, el director se levantó y la sala quedó en silencio.
-Por lo que veo, todos estáis deseando que esos platos se llenen de comida –un rugido del estómago de Ron confirmó aquello, así que creo que dejaremos las cosas importantes para después de la cena. Ahora, simplemente… ¡A comer!
Albus Dumbledore dio una palmada y al instante los platos se llenaron de todas las comidas habidas y por haber. Sin más preámbulo, todos empezaron a comer, y pronto el nivel de ruido del Gran Comedor subió hasta límites insospechados.
Harry, de buen humor, no paró de hablar durante toda la comida, y sólo calló cuando los restos de los postres desaparecieron y Dumbledore se puso de nuevo en pie.
-Queridos alumnos, bienvenidos un año más a Hogwarts, vuestra escuela de magia preferida. He de informaros de que, para desgracia de algunos que mantenían la esperanza de que esa vieja norma se eliminara, el Bosque Prohibido sigue estando prohibido, así como la cuarta puerta a la izquierda del pasillo del segundo piso y otra serie de lugares del castillo que se encuentran listados en la puerta de la oficina del señor Filch, junto a los objetos y acciones no permitidas, que podéis consultar cuando queráis.
Deciros también que, por un desgraciado accidente –puso un ligero énfasis en la palabra "desgraciado", nuestra anterior profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, Dolores Umbridge, quedó a finales del pasado curso incapacitada para la docencia, por lo que su puesto lo ocupar�, compaginando estas clases con las de Pociones, el profesor Severus Snape.
Por un momento reinó el silencio en el Gran Comedor, roto sólo por el ruido que hizo la silla de Ron, que estaba apoyándose sólo en dos patas, al caer de golpe al suelo.
De pronto, toda la mesa de Slytherin empezó a aplaudir y silbar, mientras que las otras tres mesas permanecían en silencio, todos los ojos como platos fijos en Dumbledore, y a Harry le pareció que éste no estaba muy conforme con lo que acababa de decir, como si no le gustara la decisión y quisiera quejarse al director.
-Dos… clases… con… Snape… -balbucía Ron, en estado de shock.
Hermione miraba a Dumbledore con los ojos tan entornados que parecían dos líneas negras en su cara, como intentando leer la mente del director.
Pero Dumbledore no había terminado, así que, después de pedir silencio con un elegante movimiento de la mano, continuó su discurso:
-También habrá un cambio en la asignatura de Adivinación, que a partir de ahora será impartida por Firenze, mientras que la profesora Trelawney se limitará a vivir en el castillo, no queriendo dar la asignatura.
Hubo aplausos por parte de casi todo el alumnado femenino.
-Y, por último, debéis saber que este curso habrá clases adicionales extraescolares de Defensa Contra las Artes Oscuras, es decir, el llamado Ejército de Dumbledore seguirá funcionando para todo aquel que desee asistir.
Hubo un breve silencio, y luego alguien preguntó:
¿Quién va a dar las clases?
Todo el mundo se giró automáticamente hacia Harry, que a su vez observaba a Dumbledore con el ceño fruncido, que lo miraba a él, sonriendo.
-Las clases las dará Harry Potter.
Harry sonrió discretamente.
¿Y qué pasaría –preguntó despacio, como meditando las palabras- si Harry Potter se negara a dar las clases?
El director alzó una ceja.
-Que, ni más ni menos, las clases no se impartirían. ¿Piensa Harry Potter dejar a sus alumnos sin las clases de defensa que necesitan?
Harry calló un momento. En el Gran Comedor todos contenían la respiración
-Resulta que Harry Potter no se había enterado de que iba a ser un profesor en toda regla.
-Resulta que el director lo decidió en el último momento y no tuvo tiempo de decírselo a Harry Potter.
Harry meditó un momento estas palabras, y luego dijo:
-Está bien. Daré las clases.
¡Muchas gracias por llegar hasta aquí! Me alegra un montón el simple hecho de que estéis leyendo estas palabras.
No penséis que la escena con Luna es el comienzo de una relación; Luna me encanta, pero no creo que esté hecha para Harry. Será una muy buena amiga. ¡Yo estoy a favor del movimiento Harry/Ginny! (Sí, esta historia va a ser H/G, pero muy lento, no os impacientéis)
El próximo capítulo va a tardar más, pero lo pondré lo antes posible.
Gracias a todos por vuestros reviews. Concretamente:
Chise naegino: Muchas gracias, seguiré lo antes posible.
jarlaxe-Bregan: Gracias de nuevo, espero no decepcionarte.
sanarita31: Gracias, me alegro de que te guste lo del entrenamiento.
Celina: Gracias. Quedas perdonada, el caso es que escribas, jeje.
javi-fernandez: Lo intentaré, muchas gracias.
Barby-Black¡Gracias! En realidad, a mí tampoco me cuadra mucho lo de los Dursley, pero quería que hicieran algo y sufrieran un poco, jeje.
nayita: Muchas gracias, intentaré actualizar pronto.
surprisinglyhmtc: Muchísimas gracias, me encanta que lo evalúes así. Yo creo que las notas de Hermy van a ser más o menos esas en el sexto, jeje. Le tendrán que dar una beca o algo... Bueno, me alegro de que te guste y espero no decepcionarte con este capítulo.
¡Gracias a todos y hasta el próximo!
Amanda Black
