9. Quidditch
Ginny observó el cielo a través del cristal de la ventana. Las estrellas empezaban ya a perder su fuerza, y ella aún no había conseguido conciliar el sueño.
En el dormitorio sólo se oía la respiración acompasada de sus compañeras. Sin saber por qué, la visión del dormitorio oscuro le pareció siniestra, aterradora, y giró la cabeza para mirar de nuevo por la ventana, a la claridad del cielo. La luna estaba escondiéndose por el horizonte, y pareció hacerle un guiño antes de desaparecer por completo.
Creyó ver una sombra volando por los alrededores del colegio. Supuso que sería una lechuza, pero se levantó, se puso la bata y se asomó a la ventana.
Harry estaba volando.
Lo veía muchas veces por la mañana, planeando sobre el lago o haciendo piruetas. Sintió desde allí la sensación de libertad del chico, que ella también conocía bien. Sobrevolar las nubes, dejarlo todo abajo… Siempre había sentido fascinación por volar.
No pudo evitar abrir la boca al verlo descender en picado hacia el agua y girar en el último segundo para recorrerlo horizontalmente. Se movía a la perfección, controlando en todo momento su escoba. Era increíble cómo volaba aquel chico.
Entonces los primeros rayos del sol iluminaron la cara de Harry, y Ginny sintió que se le partía el corazón; tenía la cara bañada de lágrimas.
-Harry…
-¿Ginny? Por Dios, chica¡son las seis¿Qué diablos haces despierta?
Ella chasqueó la lengua y se volvió. Miriam se había despertado y la miraba, frotándose un ojo.
-Nada, Miriam. Vuelve a dormirte.
Ella no necesitó oírlo dos veces, y se dio la vuelta. Ginny volvió a mirar por la ventana, pero Harry ya se había ido. Con un suspiro, se echó de nuevo en la cama y empezó a vestirse.
Harry seguía cuidadosamente los movimientos de Snape, esperando detectar alguna actitud extraña, un suspiro, algo. Pero el profesor se ocupaba de no mostrar emoción alguna, y el chico se empezaba a cansar.
Había seguido el consejo de Hermione, y no había intentado abrir su mente, pero cuando estaba a punto de dormirse la cicatriz empezó a arderle, lo que no podía controlar con la Oclumancia. Voldemort estaba furioso. Había estado muy cerca de conseguir algo, pero se le había escapado de las manos. Harry quería saber qué era, y sabía que Snape había estado allí. Pero, obviamente, no podía preguntárselo directamente.
Al final de la clase, lo único que Harry había notado era que el profesor tenía ojeras.
Se encaminó al Gran Comedor junto con el resto de la clase, sin hablar mucho, y se sentó entre Ron y Hermione. Cuando estaban ya terminando de comer, Dumbledore se levantó, y todos callaron.
-Queridos alumnos, he de daros una feliz noticia. En vista del ambiente más bien triste que circula por la escuela últimamente, el profesorado ha decidido que sería buena idea celebrar un acto que alegrara a los estudiantes. Vamos a tener un Baile de Navidad.
Inmediatamente, los alumnos comenzaron a hablar, muy emocionados. Harry sintió que tenía un nudo en la garganta. ¿Otro baile¡Como si no hubiera tenido bastante con el último! Miró a Ron para compartir una mirada de exasperación, pero él estaba mordiéndose el labio, pensativo. Miró a Hermione, y ella asintió casi imperceptiblemente.
"Genial. Esta vez Ron se ha adelantado. Ahora yo estoy solo", pensó Harry, deprimido. Le extrañaba que Hermione hubiese aceptado tan pronto, pero esa vez Krum estaba en Bulgaria, y no tendría muchas esperanzas de ser invitada por otro.
Harry miró hacia Ginny, pero ella estaba hablando con Dean, sonriendo. Sintió un acceso de ira. Cada vez que pensaba en Ginny, algo se revolvía en su interior. Se había dado cuenta de que sentía algo muy fuerte por ella, y no entendía que no lo hubiese captado antes. Pero sabía que no tenía muchas esperanzas. Ginny ya había dejado de interesarse por él, o al menos eso había dicho Hermione. Dean era su amigo, y le había hablado varias veces de lo bien que estaba con ella.
"Aunque nunca ha hablado de amor", pensó fugazmente, pero en seguida rechazó aquel pensamiento. No tenía posibilidades, lo sabía. Si conservaba esperanza se llevaría un disgusto.
Suspiró, resignado, y echó una mirada por el Gran Comedor, buscando una posible pareja. Dumbledore, tras explicar algún detalle sobre el baile, se había sentado, y ahora todos charlaban animadamente, yendo de una mesa a otra. Parvati iría con Seamus. Padma, su gemela, no había tenido una experiencia muy positiva con Ron en cuarto, por lo que quedaba descartada. Cho se había levantado y estaba hablando con Zacharias Smith, aunque en realidad Harry ya no estaba interesado en ella. Lavender susurraba algo al oído de un chico de Hufflepuff.
Después de diez minutos, parecía que todo el mundo tenía ya pareja, y Harry estaba más deprimido, si eso era posible.
"Fuera. No puedes entrar. Vete"
Harry se concentraba en bloquear completamente su mente y no dejar que Dumbledore llegara a entrar. Su varita estaba sobre la mesa, a tres metros de él, y el chico sólo podía luchar con la mente, con su fuerza de voluntad. Sentía la mente del director presionando, buscando un resquicio, hasta que al final se dio por vencido y retiró la presión.
Harry abrió los ojos y se sentó en el escritorio, frente a Dumbledore, sorprendido de no estar nada cansado. Ni siquiera había salido del trance sudoroso, como solía.
-Muy bien, Harry, verdaderamente, has avanzado mucho. Creo que ya dominas perfectamente la Oclumancia. ¿Te parece bien que pasemos ya a otro tema? -Harry asintió, deseoso de aprender más-. Entonces empezaremos con la magia sin varita.
-¿De verdad?
-Claro. ¿Empezamos hoy, o estás muy cansado?
-Empecemos. Estoy perfectamente.
-Genial. La magia sin varita es algo complicada, ya que no es fácil sacar la energía de tu cuerpo sin un canalizador que te ayude, pero en cuanto le coges el truco se vuelve fácil.
Harry estaba algo nervioso. Muy pocas personas podían usar la magia sin varita.
-La magia está por todo tu ser, Harry, y no es necesaria una varita para hacerla aflorar. La varita es simplemente para hacer más fácil que la magia salga, pero no es indispensable. Antes había en Hogwarts clases de magia sin varita, pero me temo que había muy poca gente capaz de conseguirlo, y no servían para mucho.
-¿Voldemort puede usar magia sin varita?
-Voldemort es capaz de usar algunos hechizos sencillos, pero en realidad no puede hacer mucho. Nunca se ha centrado mucho en ese tema, pensaba que no merecía la pena. Y ya ves tú lo útil que le habría sido durante los trece años que pasó solo, merodeando por ahí sin poder usar su magia…
-¿Cuántas personas pueden hacerlo?
-Durante la historia ha habido bastantes magos que han dominado este arte, pero me temo que en la actualidad, que yo conozca, sólo hay dos. Y ambos se apellidan Dumbledore.
-¿Su hermano?
El director asintió, con una vaga sonrisa. No parecía dispuesto a explicar mucho sobre Aberforth Dumbledore.
-Pero creo que dentro de poco tú serás una de esas personas. Estoy convencido de que no te resultará difícil. Para hacer emerger tu magia, sólo tienes que pedírselo. Normalmente se deja ver cuando el mago está enfadado o cuando siente gran emoción. Seguro que antes de que Hagrid te dijera que eres mago habías hecho algo anormal, algo extraordinario –Harry asintió, recordando las muchas veces que aquello había llevado a sus tíos a encerrarlo en la alacena bajo la escalera-. Pues eso es magia sin varita, aunque bastante simple y tosca. Pero tú vas a aprender a controlarla. Para ello debes saber controlar tus emociones, lo cual ya sabes hacer mediante la Oclumancia, así que no nos centraremos mucho en eso. Debes practicar bastante, ya que si pierdes la calma no te servirá de mucho.
Harry no estaba muy seguro de que pudiera mantener la calma delante de Voldemort. Siempre había vaciado la mente solo o con Dumbledore, lo cual no suponía mucho esfuerzo, pero en una situación desesperada no estaba seguro de poder hacerlo.
-Bien, empezaremos con un hechizo sencillo. Simplemente quiero que hagas levitar esta pluma –colocó una pluma rojiza sobre la mesa, que Harry reconoció perteneciente a Fawkes-. En realidad, pronunciar las palabras del hechizo tampoco es necesario si estás lo suficientemente concentrado y mantienes en tu mente una imagen de lo que quieres conseguir, pero creo que a eso llegaremos más tarde.
Harry dudaba que pudiera hacerlo con el hechizo, y prefería no intentar probar cosas aún más difíciles.
-Sólo tienes que pronunciar el hechizo y concentrarte en la pluma, Harry. No tengas prisa, tenemos todo el tiempo del mundo. Sólo céntrate y déjate llevar. Si quieres puedes usar las manos, puede que te resulte más fácil.
El chico ya estaba de pie y miraba fijamente la pluma. Los últimos rayos de sol se colaban por la ventana, iluminándola y provocando una hermosa mezcla de rojo, naranja, amarillo y dorado. Harry extendió la mano derecha hacia ella, sintiéndose algo tonto, y al cerrar los ojos vio en su mente la imagen de la pluma subiendo y revoloteando por el despacho del director.
-Wingardium leviosa.
Abrió los ojos, inseguro, y descubrió a Fawkes dando vueltas por el estudio, persiguiendo su propia pluma. Estaba cantando. Se sintió inmediatamente transportado por esa música, que parecía salida de las profundidades de la tierra.
No supo decir si había pasado un minuto o diez cuando el fénix dejó de cantar y él pudo salir de su trance. De pronto la pluma había desaparecido y Fawkes estaba de nuevo en su percha, majestuoso y orgulloso como siempre. Dumbledore sonreía amablemente.
-Lo has conseguido a la primera, veo. Muy bien, aunque no esperaba menos de ti. Seguiremos el próximo día, Harry, ya es tarde. Lo has hecho muy bien.
-Gracias, profesor.
-Adiós, Harry, y recuerda seguir practicando por tu cuenta.
-Lo haré, señor.
El día era soleado, aunque algunas nubes aisladas cubrían el horizonte. Había amanecido con algo de viento, pero había amainado pronto, y ahora sólo una ligera brisa soplaba, provocando el susurro indignado de los árboles del Bosque Prohibido.
Harry respiró hondo por última vez y miró a su equipo. Todos estaban algo pálidos, y muy emocionados. Paseó la mirada por cada uno de sus rostros.
-Venga, chicos. A por ellos.
El equipo de Quidditch de Gryffindor salió al campo, y fue recibido por una oleada de aplausos y silbidos. Al otro lado del campo, ya estaba preparado el equipo de Ravenclaw, vestido de azul.
Todos montaron en sus escobas, esperando que la señora Hooch señalara el comienzo del partido. Harry entrecerró los ojos, intentando divisar al nuevo cazador de la casa, que todos mantenían en secreto, pero desde esa distancia no podía verlo. El sonido del silbato le hizo concentrarse en su propio equipo. Dio una patada y se elevó por encima de todos para tener una vista panorámica del campo.
Pronto todos estaban concentrados en el juego. Una espectacular parada del guardián de Ravenclaw empezó a calentar los ánimos. No sólo Gryffindor había mejorado mucho este curso. Desde su puesto en lo alto, Harry vio que el famoso cazador de Ravenclaw era una chica rubia, con el pelo recogido en una cola alta, pero no pudo verle la cara. Jugaba bastante bien, y gracias a ella su equipo ganó 30 puntos en los primeros 10 minutos.
Pero no lograba superar a Ginny. La pelirroja parecía haber desaparecido del campo, tal era la velocidad a la que volaba. De vez en cuando se la veía cerca de los aros contrarios, y de pronto el guardián recogía la quaffle del suelo mientras en las gradas la parte de Gryffindor parecía hundirse con las aclamaciones del público.
Después de media hora jugando, Gryffindor ganaba 120 a 80, y Harry seguía sin reconocer a la enigmática jugadora. Descendió un poco, sin dejar de buscar la snitch. Cho volaba en el otro extremo del campo, con el entrecejo fruncido, y parecía que analizaba el campo con rayos X.
De pronto, un resplandor lejano atrajo la atención de Harry, que se lanzó inmediatamente hacia abajo. Casi todos los jugadores estaban concentrados en los aros de gol de Gryffindor, y Harry tuvo que dar un pequeño rodeo para no chocar con ellos. Entonces vio a la cazadora.
Luna sonrió, mirando a Harry, complacida por la sorpresa del chico.
-¡Hola, Harry!
El susodicho sólo perdió un segundo asombrándose por el hecho de que Luna jugara tan bien al Quidditch, y después se maldijo por haberlo perdido. La snitch había desaparecido.
Harry subió de nuevo a las alturas y volvió a buscar la snitch, vigilando por el rabillo del ojo cómo iba el juego.
El nuevo comentarista en los partidos era Colin Creevey. El chico ponía mucho entusiasmo en su nueva tarea, y la profesora McGonnagal podía estar sentada a su lado observando el partido, sin tener que controlar continuamente el lenguaje del chico.
-Weasley recoge la quaffle y se dirige hacia los postes de gol una vez más. ¡Pero qué velocidad! El guardián intenta detenerla, pero es inútil intentar luchar con esta chica. ¡Y Weasley marca de nuevo¡170 a 110 para Gryffindor!
Entonces Harry volvió a ver la escurridiza pelota dorada. Estaba en el otro extremo del campo, a unos tres metros de Cho, aunque ella aún no la había visto. Por mucha prisa que se diera, la chica llegaría antes. Tenía que hacer algo, y rápido.
Descendió en picado, de espaldas a la snitch, con los ojos fijos en un punto determinado muchos metros por debajo de él. Cho picó y corrió a perseguirlo. Por el rabillo del ojo, Harry vio que el público se echaba hacia delante, intentando ver la snitch. Aceleró antes de que la buscadora se diera cuenta de que era un truco. Necesitaba distraerla el mayor tiempo posible.
Cuando le faltaba apenas un metro para chocar contra el suelo, frenó y enderezó la escoba, subiendo. Cho no pudo frenar y, con un corto y agudo chillido, cayó al suelo.
El público se levantó al unísono, vitoreando a un Harry sudoroso, que aterrizó cerca de Cho para ver cómo estaba. Le dio tiempo para ver que se levantaba por su propio pie, y entonces el equipo al completo se le echó encima. Ron parecía a punto de llorar.
-¡Harry¡Has hecho el amago de Wronski¡Harry¡Eres un monstruo, tío!
Harry sólo sonreía, incapaz de creerlo. Los profesores a duras penas mantenían al entusiasmado público en su sitio.
Pronto se supo que Cho estaba perfectamente, y el juego se reanudó, aunque todos estaban muy excitados por lo que acababa de pasar, y no podían concentrarse en el juego.
Cuando Harry, por tercera vez, divisó la snitch, se lanzó de nuevo en su busca con un suspiro. Estaba casi rozando el suelo, y tendría que hacer otra caída en picado.
Cho pronto se le unió, esta vez con la vista fija en la pelotita dorada. Iban a la par, sin conseguir adelantarse el uno al otro. Pero, cuando la pelota estaba casi al alcance de su mano, Cho frenó. Estaban prácticamente en el suelo, y al parecer la chica no quería repetir la experiencia anterior. Harry, en cambio, siguió bajando, y pronto cerró la mano en torno a la snitch.
En cuanto aterrizó, medio colegio pareció echársele encima. Sentía muchas manos dándole palmadas en la espalda, y todos lo felicitaban. Harry sólo podía sonreír, intentando recuperar el aliento.
James seguía sin creerse que su viejo amigo estaba allí, junto a él. Había cambiado mucho en todo ese tiempo, parecía algo más descuidado, ya no era aquel apuesto chico que tenía a todas las féminas del colegio loquitas por sus huesos. Estaba muy demacrado, y en sus ojos había una huella que decía lo mucho que había sufrido.
Escuchó conmovido la historia de Sirius, sin apartar los ojos de él. Sabía que era Peter, y no Remus, el que los había traicionado, pero no se había enterado de lo que había pasado con Sirius.
Cuando Sirius terminó de contar todo lo que había pasado desde su ausencia, tanto James como Lily tenían los ojos húmedos. Canuto esperó unos segundos, y luego procedió a preguntar.
-¿Dónde estamos¿Qué es este sitio?
Los Potter intercambiaron una corta mirada y un asentimiento, y Lily empezó a hablar.
-Verás, Sirius… Este sitio es algo así como un puente, una puerta al más allá. No es el cielo ni el infierno, sino… El paso hacia ellos. No sabemos si hay algo al otro lado o si cuando salimos de aquí se acaba todo. Cuando alguien muere, viene a parar aquí. Cuando llega la hora de irse, de pronto lo presiente y se despide. Y se va. No sabemos bien cómo, simplemente… pasa al otro lado y desaparece. Y ya es definitivo, no puede volver. Me temo que aquí no se resuelven las eternas dudas sobre lo que hay tras la muerte.
-Entonces… ¿Es posible volver desde aquí?
-¿Cómo¿Resucitar?
-Tú has dicho que si se pasa al otro lado, ya no se puede volver. Pero¿y desde aquí¿No es posible regresar a tu cuerpo?
Ella se mordió el labio. James estaba pensando detrás de ella.
-No creo que sea posible, Sirius –terminó diciendo Lily.
-Ha pasado –la interrumpió James.
-¿Qué?
-Ha pasado. Aquella mujer de los ojos azules¿no te acuerdas? Volvió.
-No volvió. Se fue al otro lado, James.
-¿Podéis explicaros, por favor? –preguntó Sirius, que no se enteraba. James se volvió hacia él.
-Hace un par de meses, llegó una mujer bastante extraña. No era transparente, como todos aquí. Se veía bastante nítida. Tenía unos ojos azules, muy grandes. Parecías estar mirando al mar si los observabas. Dijo que tenía un hijo de cinco años, y que no podía abandonarlo. Después de una semana, desapareció.
-¿Y cómo sabes que no se fue al otro lado?
-Se fue muy pronto. La mayoría pasan aquí años. Además, no lo presintió. Cuando alguien está a punto de irse, lo sabe. Lo nota. Ella no cambió para nada. De pronto, dio un grito, sonrió, y desapareció. Todos dicen que nunca han visto nada parecido.
Sirius se quedó pensando.
-¿Quieres volver? –preguntó James. Parecía decepcionado.
-No, Cornamente. Es sólo que…
-¿Qué?
-Es Harry. Al caer por el velo, vi su cara. Parecía destrozado. Y no me quito esa imagen de la cabeza. El chico ya ha sufrido demasiado. Lo echo de menos. Me había ocupado de él, y, bueno, era como un hijo para mí. Puede sonar muy egoísta, sobre todo delante de vosotros, sus padres, pero no soporto la idea de no volver a verlo.
-Te comprendo, Canuto, créeme. Lo echamos mucho de menos. Pero… bueno, no podemos hacer nada. Ni siquiera sabemos cómo consiguió volver aquella mujer.
-Ya lo sé, James. Pero… siento que mi papel en la vida de Harry no puede acabar tan pronto. No puedo irme ahora que lo he encontrado. Siento que falta algo.
Hola!
Esta vez no podéis acusarme de tardar¿eh? Muchas gracias por esos 10 rrs, jeje. Para el próximo no lo haré, básicamente porque aún no lo he empezado y no puedo prometer nada... Además, se interpone el 16 de julio... ¿Vais a leer el Príncipe Mestizo en inglés¡Yo sí! Temo por si eso influye en el ff, pero bueno, jeje. Al principio tenía pensado abandonar esta historia al leer el 6, pero le he tomado cariño... Supongo que no lo dejaré hasta que salga en español y todo el mundo lo haya leído, por lo que no les interesarán los falsos, jeje. ¿Qué decís vosotros¡Espero opiniones!
Bueno, ya sabéis, espero opiniones, que aunque no ponga límite esta vez me sigo entusiasmando con cada una.
Comentarios:
surprisinglyhmtc: Perdonada quedas... ¿En serio te gusta¿No te has equivocado de historia? jejeje ¡Gracias!
ernesto black: Vaya, te he hecho escribir... Se me va a subir la autoestima por las nubes, jejeje. Ups, chocó contra un avión... (sí, ya sé que estoy como una chota... es de nacimiento...). Bueno, trataré de traeros el 10 cuanto antes. ¡Muchas gracias!
dalamar: Jo, no quería molestar... Gracias, de todas formas, porque supongo que eso significa que te molesta que no actualice porque te gusta el ff. ;)
Xime: ¡Gracias! Ya ves si lo he seguido rápido, en compensación por el resto, jeje. Espero que te guste este capítulo.
Ann Magus: ¡Alguien que me comprende! Menos mal, jajaja. Me alegro de que te haya gustado. ¡Hasta el próximo!
arcangel-negro: ¡Gracias de nuevo¡Qué bien, alguien más que se va a leer HP6 en inglés! Todos me consideran loca o tonta por no esperar, pero es que yo NO PUEDO esperar tanto, jejeje. ¿Tienes msn? Es que necesito comentar el 6 con alguien, si no me volveré loca... Jajajaja, estás un poco ida, chica, igual que yo... Ya hablaremos. Un besazo!
Gandalf Cumbledore¡Muchas gracias! Intentaré pasarme por tu historia si tengo un poco de tiempo.
javi-fernandez: Muchas gracias, intentaré poner el próximo pronto.
Aidee: ¡Gracias! Uf ¿de verdad os gusta? Estoy en una nube...
tate: Jeje, no creo que llegue a publicarlo... Teniendo en cuenta que ni los derechos son míos, ni publicarán un libro escrito por una niña de 13 años, ni mis padres me dejarían, tú espera sentada. ¡Muchas gracias!
¡Hasta el próximo, y gracias a todos!
