Tres

-Si voy a convertirme en su mano derecha por tres meses creo que debería saber mi estilo de trabajo, ¿no lo cree pertinente?- Preguntó la nueva empleada sentada frente a él en tono autoritario. Trunks en su sencillez no respondió más que con un leve asentimiento de cabeza, esa frase parecía venir más de un superior que de un subordinado.

-Sé que este departamento es el generador de ganancias de la compañía. Déjeme decirle que aquello podemos aumentarlo aún más, pero para eso hay un precio.-

-Y cuál sería ese precio.- Casi pregunta ingenuamente.

-Requiero que Ud. lea cada uno de mis informes y se entere de cada movimiento, va a ser muy importante si queremos ser líderes indiscutibles y obtener utilidades mucho mayores.-

-Relájese señorita, ya somos líderes indiscutibles.- Trunks sonrió abiertamente mientras giraba limitadamente en su sillón, llevando ambas palmas al frente en un gesto de frenar esas ansias de poder que ni él mismo tenía.

Eso le sonó a una aberración terrible. Abrió sendos ojos y se preparó para tirar todo su arsenal sobre la mesa

-Me extraña de usted Señor Briefs ¿Acaso no quiere que nadie tenga siquiera la posibilidad de plantársele como competencia?- Se levantó de su puesto palmeando la mesa, mirándolo como una maestra regaña a un alumno. -El mundo de los negocios es para los tigres, es muy probable que en estos mismos momentos otra compañía se esté levantando tan poderosamente como Capsule Corp y hasta los deje en la ruina mientras ustedes se duermen en los laureles… y eso no es lo que Ud quiere ¿o sí?-

Imposible negarse a la fuerza de sus palabras, sobre todo él con su personalidad cooperativa y de tolerancia. Si iba a decir algo en defensa no lo dejó.

-Hoy mismo le enviaré los informes; todos y cada uno. Recuerde que estamos sumergidos en un mundo frío e implacable y no hay premios para los segundos lugares… pero por qué digo esto, supongo que Ud. es lo bastante listo para darse cuenta de eso ¿verdad? Cruzó los brazos en un acto inconfundible.

Le pareció que ahora estaba hablando con alguna reencarnación femenina de su padre, el mismo sarcasmo, el mismo tono y formas, el mismo invisible y subliminal don que impedía dejar de admirarlo por equivocado que estuviera. Pensó que ese mundo frío e implacable ya había terminado con la desaparición de los androides, pero le volvieron a evocar que no era tan así.

-Tiene toda la razón, por favor, sea tan amable de traerme sus informes tan pronto usted pueda.- Respondió casi achicado, pero aún con esa determinación que le permitieron más de una vez enfrentarse en alguna batalla verbal con su padre.

La mujer asintió con refinada satisfacción, ya tenía la primera parte del terreno ganada.