Sexto
-Despídela.-
Fue la primera palabra que escuchó al cruzar el umbral de la puerta de la cocina; muy diferente de la otrora bienvenida y al menú de la ocasión
-¿Qué fue eso?- Preguntó incrédulo, creyendo que había escuchado mal.
-¿Qué se cree esa mujer para controlarte de esa forma, no puedo creer que hayas elegido el trabajo en vez de nosotros, ¡por si no lo sabías aquí hay problemas y serios!- Recriminó alzando la voz.
-Ah no, ¡Espérate un poco…!.- Trunks la detuvo meneando la cabeza -¿Acaso estás cuestionando mi criterio? No la despediré porque tienes un ataque de celos Dana, una mujer de tu inteligencia no puede hacerme escoger entre mi trabajo o tú.-
La chica trató de tranquilizarse para las siguientes palabras. -¿Recuerdas la vez que me dijiste que estuviera contigo para no cometer el error de juzgar a alguien erróneamente por tercera vez, por favor, dime que recuerdas esas palabras que me dijiste esa noche hace cinco años atrás… esa mujer tiene algo raro, despídela ahora que no es demasiado tarde.-
-No Dana, no porque te lo dice tu 'intuición femenina' voy a despedir a la persona que ha hecho aumentar nuestras ganancias, ha hecho…-
-¡Ha hecho que no separemos más y más!- Interrumpió enérgicamente y ofendida a esas palabras. - Tan solo dime hace cuánto que no tenemos una noche juntos, hace cuánto que no tenemos nuestras charlas donde nos contábamos todo.- Su voz sonaba quebrada mientras lo agitaba del frente de su camisa en un gesto aún más dramático.
-Lo siento Dana, pero no la despediré.- Respondió en un ultimátum cruzando los brazos, su tono tan o más grave cual doctor comunica la seriedad de una enfermedad a su paciente.
-Ayra no tienen nada que ver con nuestros problemas.-
Lo soltó convencida que esa púber terquedad aún no era limada de su personalidad. Se retiró de su lado dando largas zancadas para llegar a su estudio y cerró la puerta. Su esposo temió que iba a hacer una necedad cuando giró la manilla y encontró que estaba con llave, amenazándola que la abriera si no quería que la echara abajo. Para cuando la abrió de un sencillo codazo vio la espalda de su esposa, al parecer atenta al contenido de las carpetas.
-¿Sabes que nos pueden acusar de plagio?- Sentenció de su posición.
-¿Qué? ¿Qué es lo que dices?-
-¿Acaso es por esto que te has matado trabajado y perdido tu tiempo con ella?- Tal fue el tono que si acaso recibía la afirmación temió desmayarse allí mismo.
-Sí, ¿por qué, estamos trabajando en una nueva línea de maquinarias industriales y una empresa quiere comprárnoslas.-
-Trunks…- Dijo muy seria con una pausa que le dio un cariz más grave a sus próximas palabras. -… Me son muy familiares estos planos, yo los he visto antes, son… -Se concentró en uno de los papeles presintiendo lo peor. -Si no me equivoco son de Nagura…-
Dejó el espacio para que sacara sus propias conclusiones, el Saiyan aún mostrándose reluctante.
-…si mi temor es cierto lo único que hizo esa mujer fue modificar la carcasa externa… ¿Acaso no te parece demasiado grave si alguien se pone a investigar? ¡Tan sólo piénsalo! cuando lances esta línea Dan estará nuevamente a cargo y a él se le imputarán los cargos, ¡va a ser despedido por instancias superiores y mancharán sus papeles para siempre!-
-No, no es cierto, ni siquiera estás segura, todo lo que dices son especulaciones sesgadas por tu antipatía hacia ella.- Dejó caer sus palabras en creciente disgusto.
-Trunks, ¡escúchame, ¡sé como trabajan esos tipos! ¡sé que esa mujer oculta algo y lo tiene todo muy bien planeado!- Casi saltaba de su puesto zarandeando el papel en su mano.
No, no iba a permitirlo, su mujer no iba a decirle lo que tenía o no que hacer en asuntos que consideraba tener controlado, tratándolo de monigote y basureando todo su trabajo. La cadena de pensamientos hizo surgir una ola de añejas y dañinas reacciones aún archivadas en lo profundo de su personalidad, borbotando a la superficie su lado más hiriente que creía inexistente… Trunks estaba empleando armas que en el pasado no sabía como usar o que no creyó necesarias en la vivencia de esos tiempos.
Se acercó a ella sólo para quitarle el papel en ademán de recuperarlo por las malas y la enfrentó con un rostro oscuro, un semblante que no tenía nada que ver con el del esposo comprensivo y amoroso que era antes.
-Sí, eso te lo creo, tú sabes cómo trabajan esos tipos… ¿tú hiciste lo mismo no es así?-
No supo si golpearlo o romperle el corazón con ofensas del mismo calibre, pero sólo atinó a encerrarse en el cuarto. Por fortuna la sensibilidad de su conciencia no sufría variaciones, y en pocos segundos estuvo frente a la puerta pidiendo su perdón.
-Dana, abre por favor.- Acompañaba el mismo rezo con suaves golpes a la puerta, y así por casi diez minutos. Finalmente sus ruegos se hicieron cada vez más bajos y los golpes más suaves e interrumpidos hasta que se cansó. Tendría que dormir solo y enemistados otra vez
Aun quedaban resquicios de ese antiguo enemigo; y temió que a su subconsciente influencia todo aquello los llevara al desastre.
