Séptimo
30 del mes, día en que los diez departamentos daban cuenta de los avances de sus proyectos. Los diez directores tomaban sus lugares en la mesa de reuniones, cinco a un costado y cinco al frente; Trunks inapelable a la cabeza en su impecable traje negro. En aquella posición tan abierta trató de enfocarse exclusivamente al trabajo, sin embargo, si podía balsamizar su última crisis matrimonial se decidiría por ello.
-Muy buenos días a todos, hoy 30 de Abril da lugar al resumen mensual de sus gestiones. Esta vez me gustaría comenzar por el departamento de Biotecnología… Dana, te escuchamos.-
El ki ubicado al último extremo de la mesa fluctuó en el campo de la sorpresa. Se paró en su puesto e insertó el pequeño CD en uno de los diez reproductores empotrados en la mesa. Pronto se proyectó la diapositiva en el extremo final del cuarto.
-Buenos días, nuestro departamento ha trabajado muy intensamente en el proyecto de Aceleración de Mitosis Celular, el que ha evolucionado satisfactoriamente.- Presionó un botón del pequeño dispositivo que mantenía en su mano y continuó.
-El objetivo de este proyecto es acelerar el crecimiento de células dérmicas y epiteliales a través de tecnología láser; por ejemplo, en caso de quemaduras o cortes serios de tejido podemos 'crear' nueva piel o epitelio en cosa de segundos. Para esto necesitamos dos componentes básicos: la máquina en sí y un diamante de alta pureza...-
Estaban maravillados, era todo un adelanto para el campo médico si el proyecto lograba concretarse. Miraron atentos las siguientes diapositivas y los esquemas de la maquinaria que se necesitaría; sin descontar el diamante que finalmente era lo más caro de la inversión.
-…La máquina puede ser construida en la misma compañía, y en este punto me gustaría detenerme para solicitar el trabajo del departamento de mecánica para la constr…
-Espera un poco Dana, nuestro departamento no puede ahora llevar a cabo tu proyecto, estamos demasiado ocupados con otro planes ¿cierto Trunks?- Interrumpió Ayra sin asco levantándose de su puesto y mirando al gerente en espera de consenso. Los jefes restantes quedaron con la boca abierta mirándose unos a otros, luego a Trunks, a Ayra y finalmente a Dana que estaba blanca como un cadáver. Sus colores cambiaron a un rojo rabioso al escuchar el timbre de un celular y su voz contestando sin siquiera pedir disculpas.
-¡Ah, Señor Momaru, justamente ahora vamos a deliberar ahora acerca de nuestro trato, por favor tenga la amabilidad de entrar a la sala de reuniones, estamos todos…-
La jefa de la sección de biotecnología no lo aguantó más. Todo el público presente siguió con morbosa atención el dispositivo que rebotaba ruidosamente sobre la mesa y la figura que se abalanzaba a la puerta. Trunks llamó su atención, pero la única respuesta que recibió fue un estruendoso portazo.
-Por favor, discúlpenme unos momentos.- Se paró con la mayor rapidez que la diplomacia permitía, tratando de ignorar los murmullos a su espalda. No supo si sentir más rabia o vergüenza.
-Dana- Llamó a su nombre, la muchacha unos veinte metros más adelante sin detenerse.
-Dana- Llamó por segunda vez más, esquivando a la gente que se venía en sentido opuesto y que quedaban mirando hacia atrás. Tuvo que acelerar la marcha, ella parecía ir más rápido.
-¡Dana!- La llamó por tercera vez, su voz severa y su rostro enmarcando esas naturales arrugas suyas.
No tenía tiempo para juegos, cortó los últimos metros y la tomó fuertemente del brazo para arrastrarla con él a la puerta más próxima. La puso contra la pared entre estantes de limpiavidrios, escobillones y detergentes y la enfrentó furioso, apoyando una mano en la muralla y estirando la otra hacia la puerta.
-Supongo que estás satisfecha con el pequeño show que acabas de hacer enfrente de todos, ¡no porque seas mi esposa puedes darte la atribución de hacer lo que se te de la gana y humillarme con tus inmaduras pataletas!-
-Y crees que no fue humillante que interrumpiera mi exposición y que más encima hablara por celular en medio de una reunión… y lo peor de todo es que tú ni siquiera le llamaste la atención, ¡qué clase de gerente permite que un empleado cometa una vulgaridad como esa y contra su propia mujer maldito seas!-
Trunks cerró los ojos apretadamente para no perder el control y bajó la cabeza soltando un gruñido entre los dientes. Le volvió a hablar cuando creyó que podía confiarse a sí mismo.
-Dana, ni yo sabía que había invitado al gerente de la compañía con la que estamos trabajando ni que iba a interrumpirte de esa manera, yo…-
-¡No me extraña!- Espetó mordaz. -¡Tú eres el único que le ha dado alas para que te controle como se le antoje y el único culpable de permitir que te pase por encima!-
-¡CÁLLATE!- Fue a milímetros de su rostro que golpeó la pared, haciendo temblar todo el piso en un escape de ira y voces de gente asustada rebotaron contra la puerta. Dana quedó tan blanca como un puñado de harina, donde sus ojos resaltaron más grandes y vidriosos
Trunks ya estaba reventado, cansado y enfermo de las peleas y esta vez había alcanzado su punto de quiebre para que el irreflexivo Saiyan tomara su lugar. La miró por una última vez con la sangre hirviéndole, convencido que no tenía por qué dar disculpas y se fue sin mediar más palabras.
El delgado hilo que los unían comenzaba a tensarse más y más, amenazante de cortarse.
