Octavo
-Necesito hablar contigo.-
Una sombra negra y difusa descubría sus contornos al acercarse a la luz de la cocina, ella parecía preparar unas pastas que subía con el tenedor, ignorándolo completamente.
-¿Podrías siquiera tener la decencia de mirarme a la cara?- La misma voz retumbó dura y fría, en todos los ánimos de recrudecerla si la situación lo ameritaba. En el aire, un clima de escarnio y rabia moldeaban las palabras de los participantes que buscaban lastimar y degradar al otro sin importar el precio; dar rienda suelta a su despecho. Sin embargo ella no volteó ni tuvo intención de hacerlo.
…Una pelea matrimonial en su punto máximo quizás era una de las más viciosas y descarnadas…
-¿Qué pasa, ¿Acaso vienes a ponerte al día en tus tareas como marido?-
No contestó a ese ataque, había formas más sofisticadas de mostrarle que tan sardónico podía llegar a ser, ahora la refinada crueldad de su padre ocupando una posición de honor en sus respuestas instintivas.
-Vine a decirte que me iré de viaje por cinco días, vamos a exponer el proyecto ante la comisión de energía en la Isla Catalina.-
-¿Vamos a exponer…? Supongo que Ayra te acompaña ¿no? ¿Por qué no aprovechan de hacer el bebé que tanto querías? quizás con ella sí que tengas tiempo.-
En menos de un segundo el tenedor rebotaba en el piso. En un acto vengativo y arrebatado la llevó de frente a la muralla, su antebrazo pasando apretadamente por sus pechos mientras su mano terminaba de rodear el cuello a voluntad de estrangularla. El otro brazo se sumergió en su entrepierna y la apegó a la suya en forma brusca. Dio un apretón final a todos esos puntos tal como ella le pedía actuar más salvajemente en su intimidad marital; esperando que ella presionara la cabeza contra sus hombros en reflejo para hablarle al oído. Dana no pudo más que chillar de la sorpresiva arremetida en lo asfixiante y atrevido de su sujeción.
-Con gusto me pondría al día con mis tareas como marido, pero veo que tú no tienes más tiempo que para tus irritables celos.-
Las palabras dichas en un tono candente y enojoso; en ese varonil timbre de voz que la volvían loca junto con el hálito caliente de su aliento cosquilleando en su oreja. Apenas terminó de hablar la apretó contra sus brazos hasta que gimiera de dolor y la soltó tan negligentemente como la tomó, tomando rumbo hacia la puerta.
Fue increíblemente monstruosa la mezcla de emociones destructivas que se fusionaron en una y que las sintió allí por primera vez. Tomó de la vajilla más cercana y se la lanzó con extraordinaria fuerza y puntería, Trunks volteó en reflejo y la desvió con el brazo para que una pesada fuente de vidrio se desintegrara en mil pedazos.
La puerta de calle se cerraba de un portazo. Dana ahora se apoyó de espaldas en esa muralla donde sintió el devastador deseo que la hiciera suya y de matarlo al mismo tiempo, cayendo en sus piernas. Terminó de sumergir su cabeza entre las rodillas y rompió a llorar en una de las noches más desgraciadas de su vida.
