Décimo
-¡Pase!-
Se acomodó en el sillón en la postura más exuberante que podía asumir. Se quitó los zapatos de tacón, posando su cuerpo entero en el amplísimo sillón Luis XV con la falda del traje de la compañía más arriba de la rodilla. Descansaba su cabeza en la palma de la mano, el codo apoyado sobre una de las suaves curvas de la carpintería del respaldo. Así su brilloso cabello caía en el extremo menos exhibido de la blusa abierta, mientras el otro extremo lucía en plenitud la fina línea que enmarcaba su cuello de cisne. Abrió más de los botones necesarios para una exhibición discreta de su escote, dejando entrever su lencería negra.
-Hola, vengo por lo que dejamos pendiente- Cerró la puerta y se paró frente a ella, descolocado al ver semejante pose de supuesto descanso y buscó tras él por algún asiento. Ayra deliberadamente los había corrido a su cuarto.
-Qué raro, en mi habitación hay más donde sentarse.-
-Ven, siéntate aquí.- Palmeó coquetamente el sillón a su lado. -Y ahora qué querías conversarme ¿eh?- Sonrió apoyándose en el respaldo y cruzando las piernas lentamente, moviendo sus hombros para que la ropa se abriera.
-Ayra, creo que no necesitas más mi presencia, tú lo haces perfectamente bien y es suficiente contigo para terminar el negocio, yo tengo una compañía entera que debo dirigir y con este proyecto he dejado muchas cosas de lado.-
-¿Pero qué hemos ganado con eso? dime… ¿acaso no estás feliz que vamos a ganar un contrato millonario? ¿Acaso no era eso lo que querías?-
-Sí, no lo niego.- Relajó sus hombros hacia delante y entrecruzó sus manos proyectándolas al frente. -Pero creo que ya es tiempo de vol…-
-Trunks.- Apoyó la palma en su ancho pecho en otro osado acto.- Al estar tú aquí no muestra más que confianza y solidez al otro actor del negocio, a esto yo le llamo utilizar la psicología y la inteligencia negociativa. Además necesito que firmes unos últimos papeles, así que todo esto terminará mañana, ¿OK?-
-OK.- Trunks asintió casi con todo su cuerpo, lo que le causó un fuerte tirón en los hipertensos hombros por su falta de entrenamiento y que no ocultó de su rostro y gestos. Ayra era más sagaz que una serpiente y no dejó pasar la oportunidad.-
-Estás muy tenso ¿cierto? ¿Quieres que te haga un masaje en la espalda?- Se levantó corriendo sin siquiera escuchar su respuesta, ubicándose tras el respaldo.
-¡No, por favor no te molestes, sólo me hace falta dormir.- Se excusó parándose de su puesto. Ayra lo volvió a sentar empujándolo de los hombros.
-No no no no no… ¡no tienes idea todos los tremendos nudos que tienes en tu espalda y no se te va a pasar con dormir; necesitas un masaje urgente! ¡Ya! quítate la camisa.-
-¿Qué?-
-Que te quites la camisa, si quieres quedar bien hay que hacerlo bien- Le dijo sin espacio a discusión mientras asomaba su mano por su pecho para desabrochar los botones. Quizás bajo otras circunstancias la hubiera detenido al segundo, pero ya a esa altura no tenía las ganas ni fuerzas de rebelarse, ya estaba harto de eso. Además, para su juicio, él no estaba haciendo nada malo ni tampoco tenía segundas intenciones.
Ayra contempló extasiada su espalda de arriba abajo y ubicó sus manos hambrientas de probar ese fornido cuerpo.
-Vamos, acuéstate, aquí hay mucho trabajo por hacer.- Casi le ordenó en tono de enfermera. Los últimos pensamientos de cautela sonaron en su cabeza a medida que era gradualmente empujado hacia la suave superficie del sillón; pero la necesidad fisiológica de siquiera relajarse por unos pocos minutos los terminó de silenciar.
-¿Ves, así está mucho mejor.-
Siguió unos cortos minutos en su hombro para luego bajar concienzudamente a los extremos de sus espaldas; recorriendo con lujuria cada parte de su físico y sintiendo envidia de su enemiga. 'Solo es cuestión de tiempo' Pensó en revancha.
Cayó en un estado de completa laxitud, soltando finalmente cada músculo al experto masaje; ya todo un arte practicada en otros 'objetivos'. Comenzaba a caer en un profundo estado de somnolencia, olvidando completamente que estaba recostado sobre el sillón de un hotel en una isla a millones de kilómetros de su casa y con una mujer que le practicaba masajes a espalda desnuda que apenas conocía hace poco más de un mes.
Los masajes se volvían menos terapéuticos y más como caricias. Un característico perfume que él conocía muy bien en su lecho matrimonial comenzó a expandirse en su radio y un peso parecido al de una persona delgada se concentraba en su zona lumbar. En su embotamiento y cansancio pensó que era su mujer la que estimulaba su erotismo, como lo era el barrer de suaves fibras de un cabello suelto y el roce húmedo de labios. Finalmente ese peso se extendió sobre la totalidad de su cuerpo y una acelerada y acalorada respiración bucal se acercaba a su oreja, tomando suavemente el lóbulo con los dientes.
Fue que decidió despertar y abrir sus ojos cuando volteó y se enfrentó a lo inaudito. Una mujer semidesnuda permanecía totalmente acostada sobre él, topando su nariz con la suya y luego besando sus labios rígidos del shock. Trunks no le correspondió.
-¿Por qué hueles igual a ella? ¿por qué… por qué….?-
-Shhhh…, ella nunca lo sabrá.- Lo silenció mientras le hablaba en tono de secreto. -No quiero tu alma ni espíritu ni ninguno de esos clichés románticos, tan sólo quiero tu adulterio.- Insistía en sus labios humedeciéndolos en su fluido. Trunks volvió a reaccionar impulsándose hacia atrás.
- Dana, Dana tenía razón… lo planeaste todo este tiempo…- Afirmó suave, lenta e incrédulamente, sus cejas profundizadas sobre sus ojos azules intensos y su ceño fruncido en contrariedad.
Permaneció pasmado de la sorpresa hasta que su centro nervioso le volvía a informar que había un cuerpo extraño sobre el suyo. Se paró raudamente, tumbándola al suelo sin ninguna consideración mientras tomaba su camisa y la volvía a vestir.-
-¡Quién te crees para tratarme así! ¡A mí ningún hombre me rechaza!- Ayra cubrió su pecho con los brazos mientras lo perseguía hacia la puerta. Aprovechó de buscar su blusa antes que él deslizara la tarjeta magnética para entrar a su habitación que estaba justo al frente.
-Trunks, ¡no puedes irte, mañana tienes un contrato que firmar, maldición Trunks ¡abre la puerta!- Golpeaba con bulla y vociferaba con desesperación, causando que otros huéspedes del mismo piso comenzaran a asomarse en lo entrecerrado de sus puertas para ver que loca hacía tamaño escándalo.
Y abrió la puerta con su chaqueta puesta y la maleta en su mano, dirigiéndose al ascensor. A pesar que Ayra entró con él la consideró menos que la nada, terminando de meterse la camisa dentro del pantalón y abrocharse los botones. Arribado al vestíbulo del lujoso hotel, el Saiyan se acercó al mesón para ajustar sus cuentas.
-Trunks, no arruines un contrato por el que trabajamos tanto, todos el mundo engaña, ¡todos los hombres engañan sean solteros, comprometidos y con mayor razón los casados!-
Desvió la mirada de ese rostro de mujer barata con sus baratos argumentos. En su movimiento vio el reflejo de un signo que conocía muy bien en el piso y que se proyectaba pasado el recodo de un pasillo. Soltó pesadamente la maleta y siguió el rastro, Ayra lo siguió inquisidoramente hasta dar con el pendón sobre su cabeza.
"Capsule Corporation Biotechnology Department Project: Cellular Mitosis Acceleration through Laser Stimulation. Official Presentation before Health and Medicine Ministry"
-¡Por qué no se me fue dicho de esto Ayra, ¿¡por qué se me ocultó esta presentación tan importante?- Espetó enojadísimo.
-Trunks, te necesitaba concentrado en lo nuestro, es por eso que no fuiste informado.- Mintió. En su abuso de posición le avisó a su secretaria y consejero personal que no se preocuparan de informarle, que ella lo haría con lujos de detalles. Con Dana no se preocupó, sabía que apenas se hablaban.
-Además tu esposa salió corriendo antes que lo hiciera oficial y no nos engañemos por favor… el departamento de Biotecnología es el que menos ganancias ha coleccionado y nunca ha sacado algo de provecho… -
-¡Y todo por tu culpa!- La detuvo en seco, continuando su interrogatorio. -Dime la verdad, ¿robaste los planos de Nagura para hacerlos pasar por nuestros? - Ahora la miró directo a los ojos, quizás más terriblemente que a sus viejos enemigos a muerte. Recién Ayra se dio cuenta que no se había metido con cualquier sujeto.
-¿Pero qué cosas dices Trunks? ¿Cómo se te ocurre?- Trató de simpatizar con una patética sonrisa.
-¿¡Cierto o no? ¿¡Es cierto que sólo le cambiaste las carcasas a las máquinas?-
Ayra pareció tartamudear ante ese nuevo hombre pétreo y vehemente que no conocía; por primera vez no supo cómo falsear.
El silencio otorgaba y ahora con mayor razón, se retiró de su lado con una mueca de desdén para volver a la recepción; todo con esfuerzos sobrehumanos de volver a sus cabales y poder preguntar a la recepcionista en tono civilizado.
-Señorita, ¿podría Ud. decirme qué fue de la exposición de la Corporación Cápsula?-
-¡Ah, terminó hace mucho señor, ahora están en el salón principal en una fiesta de negocios.-
Casi se le cae la mandíbula, tomando rumbo inmediato al susodicho lugar. Ayra en un último intento de detenerlo lo amenazó.
-¡Trunks! ¡Mañana tenemos un contrato de 500 millones de dólares que debes firmar! ¡¡¡No puedes irte!- Gritó como una mujer que es capaz de usar sus rastreros llantos para detener a un hombre.
-Señor Briefs para ti y ese contrato ya no te concierne, ¡estás despedida!-
