Ángel Demoníaco
Capitulo III
Nunca me había enfrentado antes a ojos más hermosos y terribles a la vez, en toda mi vida. Jamás había visto tal brillo demoníaco en una mirada a la que creía humana, ninguna vez. Ahora sé porque aquellas personas que no quedaban cautivadas por su belleza, al acercarse y observar esos ojos tan extraños, caían influidos por un hechizo sin nombre, inquebrantable e ineludible, del que jamás se podían volver a desprender.
Amatista. Una amatista brillante que de repente se matizaba con las luces de neón a su alrededor. Con reflejos castaños, verdes, azules... incluso creí llegar a ver un fantasmal color escarlata. Extraños y a la vez fascinantes, como los tonos que se observan a los primeros rayos del alba, cuando el cielo se colorea de luces poli cromáticas.
Su piel era de una palidez impresionante a esa distancia, su largo cabello de azabache que caía placidamente sobre su espalda, resplandecía con lucidez...
Si antes, a la lejanía de mi escondite en aquel lugar concurrido al centro de la barra, me había cautivado con su inusual aspecto; en ese momento, al tenerla de frente y con su mirada clavada en la mía, penetrándome como una daga atravesaría el frágil pecho humano; se había convertido en el único ser del salón, en la única persona viva en la faz de la tierra por la que valía la pena haber esperado tanto tiempo en un ansia tan corrosiva.
Me paré a su lado, y, al igual que un adolescente ante su primer reto ante una chica de carne y hueso, me quede petrificado, sin saber que decir. ¡Yo, que en otros tiempos había sido un conquistador por excelencia! ¡Yo que me burlaba de las mujeres que caían en mis redes, con solamente un guiñar de ojo! ¡Ahora el destino me pagaba con la misma moneda, al quedarme anonadado ante la simple mirada de esa mujer!
Sonrió enigmáticamente ante mi indecisión. Se burlaba. Se alegraba al observar el efecto que producía su simple presencia en mi, a pesar de que había visto la misma expresión confusa de mi rostro, en muchos otros más, talvez sin verse inmutada ante reacción tan común, pero esta vez sonriéndose ante la mía.
Recuerdo que mi orgullo se antepuso contra el deseo de tenerla. ¡Nadie se burlaba de Eriol Hiragizawa para después ponerlo como a un perro a sus pies! ¡Nadie jamás se burlaría de él, de ninguna forma posible! Y estaba apunto de darle la espalda fríamente, cuando la escuche por primera vez. Y todo mi ser se olvido de su engreimiento impertinente.
-¿Te vas tan pronto?- y el escuchar su tono encantador, seductor, y por demás sarcástico, supuso el dominio entero de mi obsesión sobre mi razonamiento. Me detuve en seco, y sin moverme, espere a que dijera algo más. -Me has estado mirando por bastante tiempo, y ahora que por fin te acepto, ¿huyes así nada más?-
-No estoy huyendo.- le dije volteándola a ver desafiadoramente.
Una perfilada ceja se levantó en su rostro. –El engreimiento acaba por deshacer el carácter educado de cualquier ser humano. Que predecibles son... - dijo desinteresadamente y echándome una mirada de alguna forma despectiva, regresó a contemplar la copa que tenía delante de ella, ignorándome por completo.
Debo confesar que nunca, ninguna persona, hombre o mujer, me había dejado de esa manera. Siempre era yo, con esa arrogancia característica de la antigua aristocracia, el que dejaba a las personas atrás sin siquiera una mirada misericordiosa. Supongo que después de tantos años de realizar todos esos escapes sin tener reproches, ya me merecía que alguien se decidiera a ignorarme de esa manera, después de tan sabias palabras.
Cualquier persona se hubiera alejado de ese lugar indignado, pero yo, guiado por mi obsesión y terquedad, simplemente me senté a su lado, pedí un trago, y sin más me dedique a observarla en silencio, sin que ella se incomodara ni un momento de las sucias miradas que recorrían su cuerpo intencionalmente.
-Vienes aquí todas las noches por lo que he visto.- dijo ella muy casualmente, sin voltearme a ver.
-Así es.- dije tratando de disimular mi emoción, con una calma que a duras penas se dibujo en mi rostro. Ella había notado mi presencia las otras noches; no había pasado del todo desapercibido como había temido en un principio, cuando recelaba que todos mis esfuerzos nocturnos por verla hubieran terminado sin siquiera un simple coqueteo.
-¿Es tan grande la soledad que sientes?- me preguntó volteándome a ver con los ojos entrecerrados.
-No me siento sólo.- me defendí.
-Entonces ¿por qué vienes a este lugar buscando los favores de una desconocida, teniendo todo lo que podrías desear en casa?-
Las palabras se me atoraron en la garganta en ese momento. No era que hubiera recordado a aquella mujer que ella me mencionaba, sino los celos y posesión que puede demostrar una fémina, sin que la relacione aún ningún vínculo. ¿Me había visto alguna vez con Kaho? ¿Había notado que antes de venir a verla a ella todas las noches, había estado con otra mujer? No supe que responderle.
-Esa mujer con la que estabas es hermosa. Parecen los dos muy enamorados. ¿Por qué vienes a este lugar solitariamente entonces?-
Se estaba metiendo con mi vida privada. ¿Qué le importaba a ella lo que yo estuviera haciendo? Lo que hiciera o dejara de hacer en ese momento era un problema mío. Era muy egoísta en ese entonces, debo admitirlo.
-Es lo que quiero. No debería importarte lo que yo haga con mi vida.- fui grosero lo sé. Con ella y sus duras palabras, que mil veces eran ciertas, la fama de ingles que tenía, se vino abajo en un momento.
Pero recuerdo que ella ni se inmutó. -No te importa lo que tienes a tu alrededor.- dijo más bien como un hecho que como una pregunta, y, sonriendo de una manera misteriosa, se levantó de su asiento dejando la copa que había tenido frente a ella toda la noche, inalterada. Y con un andar gracioso, empezó a alejarse de la multitud.
Pagué sin esperar a que llegara el encargado, y me levante del asiento dispuesto a seguirla. Por fin había logrado lo que muchos otros se habían propuesto sin lograr obtener nunca. Por fin iba a conocer los secretos que aquellas escapadas misteriosas otorgaban a aquel afortunado que alcanzaba su gloria. Por fin era yo el elegido. Por fin, después de muchas noches de espera, me iba de ese lugar, siguiendo a la persona que tantas veces había invadido mis fantasías en las vigilias nocturnas, después de haber utilizado mi cama con mi prometida.
La noche era fresca y sin luna. Un aire helado se colaba entre las callejuelas desiertas de Londres, que se inundaban de repente de una espesa neblina al atardecer. Aún recuerdo ese escalofrío involuntario que recorrió todo mi ser al sentir la brisa helada en mi rostro. No puedo recordar ahora como se siente el frío, pero puedo recordar perfectamente esa reacción de mi cuerpo vivo al sentir su gélido abrazo.
La alcancé con algo de dificultad, y ella ni siquiera volteó a verme. Caminé a su lado con altivez a través de las callejuelas casi deshabitadas con un orgullo inflado en el pecho, tratando de exhibir el premio que acababa de conseguir; y ella, con la cabeza en alto, un aire misterioso, y los ojos amatistas clavados en el cielo, sin proponérselo, logró opacar con efectividad ese engreimiento en mi persona.
Ninguna mujer jamás me hizo sentir más inferior en lo que duró mi vida. Jamás había sentido esa sensación de servilismo al lado de ninguna otra persona. A su lado, no sólo me sentía inicuo de estar ante su presencia, sino también hastiado de mi mismo al estarla siguiendo, mientras se arremolinaban esos sentimientos en mi interior.
Mi mirada viajó a su figura de una manera humilde y cautelosa, tratando de notar e inmortalizar cada rasgo perfecto de su persona. Vi su rostro pálido y sin dejo de expresión; su cuello blanco y aventurado a la luz de la débil lamparilla, exponiendo con asombrosa majestuosidad una hermosa cruz plateada pendiendo de él.
Recuerdo que de pronto mi mirada se clavó en el suelo, y un inmenso pesar se dejó caer sobre mi cabeza y hombros, al recordar un mismo símbolo colgado a la entrada de mi casa, brindándome el cálido saludo del hogar. Ahí estaba yo, en medio de la noche y la neblina, siguiendo a una criatura fría y digna, producto de una descabellada obsesión; mientras en casa, una mujer de hermosa sonrisa y cabello de fuego, me esperaba con la mesa puesta, la pasión en los brazos y la fe en el corazón.
¿Valía la pena echar todo por la borda, simplemente por esa mujer? ¿Valía la pena dejar atrás toda una vida de tranquilidad y amor, para embarcarme de pronto en un viaje impredecible y talvez catastrófico?
Y mis creencias... aquellas ideologías que tantas veces había promulgado y defendido con fiereza; aquellas que hablaban de Dios y un amor al prójimo; de los mandamientos y los pecados; de la creencia en la inmortalidad a base de pan y vino... yo que basaba todo mi pensamiento en un libro sagrado a pesar de todo el raciocinio del mundo en el que vivía... ¿Traicionaría también esa ideología, solamente para contestar a mis instintos carnales?
Me detuve en seco por unos momentos, y ella se detuvo a solo unos pasos delante de mí. Sintiendo mi indecisión, volteó a mirarme con ojos sombríos y gesto inexpresivo en el rostro.
-Yo... - le dije con incertidumbre, sintiéndome incómodo ante esa mirada amatista que por un momento me pareció vacía y atemorizante.
-¿Qué estas esperando?- me dijo con tranquilidad, haciendo que se me erizaran los vellos de los brazos.
-Yo no sé si... - y de nuevo vi las palabras atoradas en mi garganta, y mis ojos desviándose al suelo con rapidez. ¿Qué hubieras sentido tú, amigo mío, de estar bajo la cruda mirada de esa mujer, con un pensamiento expectante y pávido?
-¿Has llegado hasta este lugar y ahora no sabes si debes continuar ó no?- sus palabras resultaron ser duras en esos momentos, ya que de alguna manera sentí que me llamaba cobarde. -¿A que has venido entonces, si te ibas a arrepentir a la mitad del camino?-
No oí cuando ella se acercó a mí a pesar de que las calles empedradas lograban intensificar cualquier sonido, produciendo un eco fantasmal. Solamente sentí una mano helada llegar a mi rostro, para levantarlo con delicadeza, pero sin cariño. -¿Qué estás haciendo aquí?- me dijo en un susurro tentador.
-Yo deseaba estar contigo.- le dije sin titubeos y sin escrúpulos, mirándola a los ojos. Y no noté en ellos ninguna chispa de deseo ni satisfacción. Las amatistas en las que me vi reflejado, me parecieron un acantilado enorme y oscuro, sin ninguna esperanza de luz.
Me empujó con una mano hasta la pared, haciendo que probara la fría piedra contra mi espalda. Se acercó peligrosamente a mi rostro, y con una sonrisa seductora, y una voz siseante y armoniosa, me susurro al oído:
-¿Me deseas?-
Y lo dijo de una manera tan provocativa e incitadora, que mis manos no pudieron responder más a mi cerebro. Como si una bestia guiada por un instinto animal estuviera controlando mi cuerpo, la abrace contra mí sin delicadeza, y le bese los labios con fiereza incontenible, sin que su dulce néctar lograra saciar del todo mis urgencias.
Pero ella no se movió. Se quedó inmóvil un momento, mientras yo aprisionaba su boca contra la mía, en una rápida danza solitaria. Y sentí frustración como nunca antes en mi vida. ¿Estaba jugando conmigo? ¿Me había llevado hasta ese lugar después de tanta espera, simplemente para dejar arder mi deseo un momento, y apagarlo con esa ráfaga helada de inmovilidad? No estaba dispuesto a quedarme de esa manera. No estaba conforme con lo que ella me daba, y no lo estaría hasta poseerla por completo, con su consentimiento ó sin él.
Así que sin ningún rastro de respeto y como cualquier otro ultrajador, acaricié su muslo con descaro, levantando la entallada falda que contorneaba su figura. Cambié de un brusco movimiento mi posición con la suya, y la aprisione entre la pared y mi cuerpo, dejándola imposibilitada para moverse, mientras mis manos empezaban a trabajar en sus firmes senos.
Pero ninguna de mis acciones logró provocar el más mínimo reflejo de su parte. Y fue ahí cuando una irritación y enojo ególatra se apoderó de mí. Me separé de ella con violencia y la tomé por los hombros lascivamente, mirándola a los ojos con desdén e impaciencia.
-¿Qué demonios esperas?- le espeté con disgusto, esperando que mis palabras al contrario de mis acciones, lograran despertar aunque sea algo de deseo dirigido a mí.
Y de nuevo simplemente me miró. Pero esta vez, de una manera diferente.
Noté como en esos ojos amatistas, que antes habían permanecido vacíos e inmutables, brotaba de repente una chispa de reconocimiento.
Me vio de una manera peculiar, de una forma que no había visto nunca antes en mi vida. Una mirada amatista ancestral y sabia, en las que se fundían como en un remolino, un destello borroso de angustia, miedo, pero a la vez ansia y expectación.
La solté lentamente, dejando que la sensación de esos ojos penetrara en mi, saboreando ese repentino cambio que de alguna manera me resultaba familiar.
Y cuando estaba apunto de marcharme, quien sabe porque, ella se aproximó a mí rápidamente, y, acariciando de nuevo mi rostro, se acercó a mis labios, fundiéndolos con los suyos, en una débil muestra de devoción.
Lo que un momento antes había comenzado con la pasión del descubrimiento, se había convertido ahora en sólo una simple muestra de ternura entre los dos. Me besó de una manera pura y sincera, que no había experimentado en muchos años; como si aquella noche, se hubiera convertido de repente en aquel día, bajo el árbol de cerezo, en que había compartido ese primer momento similar con Kaho.
Y esta vez, simplemente rozando sus húmedos labios con los míos, me sentí satisfecho; olvidándome completamente del objetivo carnal que me había guiado hasta ese lugar. Aquel encuentro sí me había proporcionado una gloria, claro que sí; más no aquella que había imaginado al principio, y de la cual no quedaban más que unos cuantos restos.
¿Cómo te podría describir ese sentimiento con exactitud? ¿Cómo poner en palabras un momento tan privado y encantador?...
Te pregunto: ¿Lo has sentido alguna vez? ¿Has sentido que de repente algo crece dentro de ti, rápida y familiarmente, devorando tus entrañas y surgiendo en tu ser a flor de piel? ¿Esa sensación cálida en el pecho, mientras en el estomago se libra una batalla interminable de aleteos ya conocidos ancestralmente para ti, de algún momento olvidado en el tiempo?
Eso sentí en ese momento, y es algo que no e podido olvidar. Y aunque esa emoción a evolucionado ahora, aquel primer encuentro permanece labrado en mi memoria con absoluta perfección.
No sé cuanto tiempo permanecí absorbido por su delicada esencia, ni cuanto tiempo duró aquél momento que creí mágico y casi eterno; pero si recuerdo que terminó de repente, cuando, talvez involuntariamente, unas palabras escaparon de sus labios.
-Clow.- dijo de una manera anhelante y desesperada, dejando escapar un débil suspiro de emoción.
No falta decir que me separé de ella al instante, lanzándole una mirada dolida e interrogante, que fue respondida al momento por algo de sorpresa; para después regresar a ese gesto gélido y vacío que había tenido al conocerla. Esa ternura que había descubierto por casualidad, quedó sepultada de nuevo en ese mar multicolor.
¿Me había separado de ella simplemente por el hecho de haberla escuchado pronunciar ese sustantivo, o por la familiaridad que éste me causaba?
-¿Clow?- Le pregunte con incertidumbre, tratando de sustituir cualquier duda sobre el origen de aquel nombre, con una oleada de desilusión y celos. ¿Quién era ese hombre que robaba sus fantasías, desviándolas a otro sitio, justo en el momento en que estaba conmigo?
-No te atrevas a pronunciar ese nombre.- me respondió amenazadoramente, con ojos fieros y acusadores, como si ese simple hecho constituyera una falta imperdonable y capital.
-Entonces no lo digas en mi presencia.- le dije altivamente, recuperando ese semblante arrogante característico de mi naturaleza humana.
Y sonrió de nuevo con burla, y se lanzó contra mí de una manera brusca, tal y como yo lo había hecho esa primera vez. Me besó de nuevo con esa falta de humanidad que había conocido pocas veces, sin que me pudiera resistir a su deseo.
Recorrió mi cuello con frenesí, pasando su lengua por cada una de las sombras reflejadas en él, mientras yo aferraba mis manos a su cintura, sintiendo una oleada de inmenso goce... pero ahí se detuvo.
En ese momento, sentí como algo extraño empezaba a incrustarse en mi carne, produciendo dolor y placer entremezclados, a los que después me vi acostumbrado. Pero esa primera vez, fue el primer paso a un nuevo sentimiento masoquista, en el que se fundían en una relación estrecha y tentadora, la delectación y el sufrimiento.
Sentí además, como un líquido cálido resbalaba por mi cuello y se impregnaba en mi camisa.
Y la fuerza empezó a abandonarme de repente, sin dejar escapar aquellos sentimientos. Las piernas me falsearon y se derrumbaron rápidamente debajo de mi peso, haciendo que cayera derrotado al suelo, sin poder moverme, como si una fuerza invisible me mantuviera ahí, y me fuera hundiendo cada vez más.
Lo que antes me había parecido deleitante, empezó a transfigurarse en algo oscuro, y que comenzaba a ver con algo de temor. -¿Qué haces?- le pregunte débilmente tratando de ver su rostro, que seguía hundido debajo de mi mentón. –Detente.- le susurre al oído en una súplica, dejando ese miedo que sentí al principio, en algunos vestigios del nuevo pavor que se ceñía sobre mí.
-Pensé que esto era lo que querías.- me contestó desde donde estaba, produciéndome un cosquilleo en el cuello, cuando sus labios rozaron mi piel.
-Por favor.- le supliqué con angustia, empezando a vislumbrar por un momento la verdadera naturaleza de aquella criatura, aunque parte de mí, ese lado de raciocinio y exactitud, se negaba a aceptar esa teoría descabellada.
Y ella, después de un leve titubeo en el que pareció recapacitar un momento, acabó por despegarse de mí, dejando fluir la sangre con naturalidad. Se pasó la lengua por los labios de una manera sensual, y lamió la herida sangrante que empezaba a punzar de repente en la yugular.
El dolor se detuvo instantáneamente, y ella irguió la cabeza de nuevo, mirándome a los ojos con intensidad, mientras acariciaba mi rostro empapado con sus delicadas manos, ahora tibias.
-Tienes el mismo sabor de mi querido amo Clow.- me dijo con dulzura, esbozando una débil sonrisa en la que se reflejaba un recuerdo. –Eres igual a él.- me susurró nuevamente, alcanzando unos mechones oscuros de cabello, y pasándolos entre sus dedos. –Si... Aún puedo recordar su largo cabello ciñéndose sobre sus profundos ojos azules, mientras se inclinaba con una débil sonrisa ante mí; cuando nos fundíamos en una estrecha caricia, esperando la llegada del anochecer... - y su rostro se entornó por instante, en un gesto de tristeza, para después regresar a esa expresión dura y demoníaca. –Pero tú no eres él.- me dijo con desdén levantando su mano a la altura de mis ojos con un frágil movimiento; y sin decir nada se la llevo a la boca e incrustó sus afilados dientes en ella.
Vi como un delgado hilo rojo escurrió por sus finos labios, y como su pálido brazo se iba cubriendo de carmesí, al dejar correr libremente ese liquido vital que salía de su muñeca. Me lanzó una sonrisa llena de complicidad, y besó mis labios dulcemente, acercándose después a mi oído lentamente.
-Es hora.- me susurró de manera tentadora, y acercó su muñeca a mis labios.
Y sin embargo, antes de que pudiera alcanzar el cálido brebaje, vi como una potente luz se ilumino de repente a su espalda. Ella retiró su mano y se enderezó con rapidez, mirándome a los ojos por un pequeño instante que me pareció eterno, para después lanzar un grito de furia y desaparecer rápidamente en una cortina de niebla.
Miré hacía la luz un momento, creyendo que pronto caería inconsciente, y sólo logré vislumbrar a un hombre vestido de negro, que sostenía la luz que me había salvado en una mano, mientras se alejaba hasta desaparecer detrás de uno de los callejones. Agradecí mentalmente a mi benefactor, mientras sentía como me abandonaban las fuerzas, y me perdía en un mundo de sombras, talvez mucho mejor al que había vivido hacía unos instantes...
Continuara...
Hola, hola!! Aquí yo de nuevo con otro capítulo de mi loca historia, solo espero que les haya agradado como los otros dos, que los hago con mucho esfuerzo!
Sé que prometí poner un capitulo de AAE primero que uno de esta historia, pero como este ya estaba listo, y solo necesitaba unos retoques, lo puse primero. Pero no os preocupéis, que faltan solo unas cuantas líneas y después tendrán un nuevo capítulo!
Y perdón por la tardanza, las vacaciones en lugar de darme energía, me hacen más floja, y estoy pasando ahora por una pequeña crisis emocional depresiva, así que no esperen mucho de mi por el momento. Espero pronto se pase.
Quiero agradecer todo el apoyo que me han brindado con mis historias, y también a las personas que me felicitaron por mi cumple (si queridos lectores, ya soy un adulto maduro y responsable... ok digamos que ya soy adulto ¿no? Omitamos lo demás =p) , y a las que estuvieron ahí pidiendo otro capítulo con sus reviews (gracias Dani!).
Kassie: Spiky! Estoy completamente de acuerdo contigo! nn
Ana-chan: Sakurita si va a salir, sino, con quien se quedaría mi lindo Shaoran? Paciencia amiga!
Terrac: Sip, e leido solamente la de entrevista con el vampiro y tratado de conseguir los demás uu... Y si me ayudaria mucho cualquier info, gracias!!
Tomoyo: Verdad que si? Como que los vampiros tienes algo misterioso (y son lindísimos!) que nos atrae! Que quieres formar un club?? ( =p ) Te apoyo!!
Korishiteru: Sip, a mi tambien me gustó mucho la introducción, y pos me esforzare más para los próximos capítulos!
RuBiAx: Dramatica?? Pos creo que si, jaja soy buena para eso... pero para la comedia.. uu me doy pena...
Master the Gambler: Hola chico lindo! Gracias por acordarte de mi, eso me alegra el dia, y ya encontré clan! Los Trémere!!
Ayin: Pues con Eriol y Shaoran normalitos me conformo... ahora que como vampiros...
Tais: Por dios!! Quien me crees? Ya casi voy a publicar algo sin haber investigado primero, jaja no te preocupes, no hare nada para avergonzarse.
Gaby Hyatt: Gracias, mi capitulo vino tarde pero seguro!
Kilia: Gracias por el comentario, prometo esforzarme en los sig. Capitulos.
Ireth Ishira: Pos de hecho me basé en esa peli, y en el libro para desarrollar este fic. El año en que se desarrolla la historia es por ahí de finales del 1998 principios de 1999, y Eriol a de estar relatándola desde un futuro por ahí del 2200 o algo así. Y sip, soy Tiff pa los amigos nn
Tenshi Akire: Gracias, espero que te guste este capítulo. Nos vemos!
Meiko Akiyama: Pos tenía ganas de imaginarme a Eriol de cabello largo y de ojos escarlatas.... snif
Kikasasa: Hola! No e podido entrar a ver el nuevo capítulo de tu fic, mi compu shta malita. Pero pronto espera mi review!!
Dani: Hola amiga mia!! Estoy hablando contigo por el msn ahora sabes? Jaja que bueno que andas por aquí, te quiero agradecer todo el apoyo que me has dado en todas las cosas, en verdad eres una amiga super especial!! Y gracias por el apoyo sobre aquella personita. Suerte a ti tambien!!
Pues eso es todo por hoy, gracias a todos en general, me siento muy bien con este fic, y los reviews me suben mucho el animo. Gracias por todo!! ¡¡
Prometo subir pronto un capitulo de mi otra historia!! Tengan paciencia y por favor... no mas cartas bomba!! ¡¡
Nos vemos!!!
Sorceress Tiff. Clan Trémere.
"No hay más pavor que la oscuridad y en ella estoy sumida desde hace mucho tiempo"-
Una Flor En La Oscuridad .By: Kassy99
