Capítulo 5. El color de los sueños.

Lily miraba muy sorprendida a Samael. Ambas chicas se habían conocido en México y se habían convertido en las mejores amigas, pero Lily le perdió la pista en cuanto ambas terminaron la secundaria. Definitivamente, Tokio era el último lugar en donde Lily pensó encontrarse a Samael...

- ¿Qué estás haciendo aquí?.- preguntó Lily.

- Larga historia.- Samael se encogió de hombros.- Ni me la creerías... ¿Y tú? ¿Qué haces del otro lado del mundo?

- Tampoco me creerías.- Lily rió.- Tanto lío y al final terminé en Japón.

- Uhm... ¿Qué fue lo que pasó que te hizo tomar la decisión de atravesar medio planeta?.- inquirió Samael, en voz baja.

- Este... Pues... .- Lily de repente se puso muy seria.- ¿Qué te hace pensar que me pasó algo tan fuerte que me hizo viajar hasta acá?

- Porque lo presiento. Tienes en tu mirada un dejo de tristeza.- murmuró Samael.

Lily había olvidado que Samael era una chica muy perceptiva. Ella siempre sabía cuál era el estado de ánimo exacto de sus amigos. Y por supuesto, esta vez no fue la excepción...

- Pues verás... .- Lily habló en susurros.- ¿Recuerdas a Chiara, mi hermana mayor?

- Sí. ¿Le pasó algo?.- preguntó Samael, también en voz baja.

- Chiara... Murió de leucemia hace varios meses... .- al recordar la muerte de su hermana, a Lily se le llenaron los ojos de lágrimas.

- Lo siento mucho...

Samael era el tipo de chica que era más bien distante y fría. Ella nunca hubiese abrazado a Lily para consolarla, pero tenía sus maneras de darles apoyo a sus amigos.

- Le hice una promesa a mi hermana antes de morir.- susurró Lily.- La promesa de que me convertiría en una gran cantante y que interpretaría sus canciones.

- Ya veo.- asintió Samael.- Entonces por eso estás aquí.

- Sí... Pero no sé ni cómo empezar.- musitó Lily.- Acepté un trabajo que nada tiene que ver con lo que deseo hacer a largo plazo...

- Uhm... Quizás yo te pueda ayudar... .- murmuró Samael.- Como tú bien sabes, a mí también me atrae la música. Más que atracción es...

- Tu vocación.- completó Lily, con una sonrisa.

- Sí.- Samael también sonrió.

La música. Eso era lo que siempre había unido a Lily con los demás. Y sobre todo, con alguien tan diferente a ella como lo es Samael. Lily solo sabía que su amiga se llamaba Samael Nieminen y que había sido considerada por toda la generación de la secundaria como la chica más "dark" y "rara". Y no era para menos, Samael guardaba muchos secretos... Además de que casi siempre que podía andaba vestida de colores oscuros y se comportaba de una manera tan fría y reservada que terminaba por alejar a muchas personas... Pero Lily no había sido una de ésas personas, ya que gracias a la música, entre ella y Samael se había establecido una conexión especial. Lily observó a su amiga y se dio cuenta de que físicamente no había cambiado en nada: 1.79 mts de altura, excesivamente delgada y muy poco desarrollada, de tez blanca, ojos negros y volcánicos y cabello negro, corto y erizado por detrás, con dos mechones medio largos a los lados de la cara y flequillo.

- Las cosas no te van a resultar nada fáciles.- continuó Samael.- Sabes que para esto del mundo del espectáculo el camino es muy difícil.

- Lo sé.- suspiró Lily.- Solo quisiera saber en dónde empezar... Ando perdida en un país extranjero...

- Podrías empezar por continuar con clases de canto.- sugirió Samael.- Yo estoy tomando lecciones, para no perder el ritmo y estar lista en cuanto se presente alguna oportunidad.

- Sí, quizás deba hacer eso.- concordó Lily.- ¿Pero en dónde encontraré alguien que enseñe canto y que hable español?

- No te preocupes por eso.- Samael sonrió levemente.- ¿Por qué no vienes conmigo y le pides a mi profesora de canto que también te de a ti algunas lecciones?

- ¡Ah! Pues... No sé...

- Mi profesora de canto es muy buena. Se llama Saki Aiza y es colombiana naturalizada japonesa. Habla español, eso te hará sentir más cómoda.- insistió Samael.

- Eh... Bueno... .- aceptó Lily.- ¿En dónde puedo verla?

- Si esperas a que termine mi turno, te llevaré con ella.- sugirió Samael.

- ¿Tu turno?.- Lily se sorprendió.

- Sí. ¿Qué no te has dado cuenta de que trabajo aquí?.- Samael elevó sus ojos al cielo.

- ¿A qué hora sales?.- Lily sonrió a manera de disculpa.

- En una hora y media, más o menos.- respondió Samael.

- ¡Ah! ¡Pero si ya es muy tarde! Deben estar preguntándose en dónde rayos me metí... .- Lily miró su reloj y soltó un grito.- Lo siento, pero por hoy no podré. ¿Te parece bien mañana?

- Claro. A la hora en la que termino mi turno.- aceptó Samael.

- O sea... Como a las siete...

- Sí.

- Muy bien. Vendré aquí mañana a esa hora, solo espero que no se me olvide como llegar hasta aquí.- Lily soltó una risilla.- Me dio gusto verte, amiga.

- Lo mismo digo.- contestó Samael.

Lily salió de la tienda con una sensación extraña surgiendo en su interior. Una profesora de canto. Samael tenía razón, no estaba de más el estar practicando sus lecciones para estar lista cuando se presentara una oportunidad... Si es que se le llegaba a presentar... Lily caminaba por las calles de Tokio, sumergida en sus temores. ¿Y si no conseguía nada? ¿Y si estaba siendo muy ingenua? ¿Y si la oportunidad nunca llegaba y ella jamás conseguía ser cantante?

Si desde lejos no pareces nada...

Lily se sentía diminuta y pequeña en el vasto Tokio. Sin saber por qué, de pronto le comenzaba a parecer que su sueño era algo inalcanzable... Quizás había sido el recordar la muerte de su hermana, el estar en un país extranjero o el ser casi una niña perdida en un mundo de adultos lo que la hizo sentirse así...

Azul, el color de los sueños más débiles...

Lily recordó las palabras que le había dicho un antiguo amor hacía muchos años: "El azul es el color de los débiles, de los que no tienen el valor para salir adelante". Lily no estaba de acuerdo, ya que el azul siempre había sido su color favorito. Pero quizás... Frank siempre había tenido razón y los sueños de Lily eran tan frágiles como el papel...Y aparte del temor de no poder cumplir su sueño, ahora a Lily la invadía el sentimiento de amor prohibido hacia su jefe. Ella lo quería negar, no quería reconocer que se había enamorado de Genzo Wakabayashi pero... La verdad era innegable... Y lo peor de todo es que se trataba de un amor imposible... O al menos eso creía Lily...

Lily llegó a la mansión Wakabayashi. Mine la recibió y le avisó que Hana se había encerrado en su cuarto después de haber tenido una discusión con Genzo. Lily no estaba de humor para aguantar semejante situación, así que se fue al jardín a pensar un poco. Se sentó en una banca de mármol, localizada en un rinconcito rodeado por varios rosales que perfumaban el ambiente. Lily no aguantó más y se soltó a llorar.

- Chiara, me siento tan sola... .- susurró, al tiempo que las lágrimas escurrían por su rostro.

- ¿Se siente bien, señorita Del Valle?.- inquirió Genzo Wakabayashi, suavemente.

- ¡Ah!.- Lily gritó de la sorpresa. Inmediatamente se secó las lágrimas lo mejor que pudo, aunque sin conseguirlo.- Sí... Yo solo... Solo estaba...

- Llorando.- completó Genzo, al tiempo que se sentaba a un lado de ella y le secaba con cierta ternura la lágrima que Lily no pudo limpiar.- ¿Qué es lo que le pasa? Cuando llegó a esta casa le dije que si había algo que pudiera hacer para ayudarla... Pues... Cuente con ello.

- Muchas gracias.- Lily se puso roja a más no poder.- Pero no creo que usted pueda hacer gran cosa... Es solo que... Extraño a mi familia, mi país, mis amigos... Extraño a mi hermana...

- Entiendo.- Genzo habló en voz baja.- No debe ser fácil el perder a alguien tan querido...

- Ella era mi confidente y mi mejor amiga.- susurró Lily.- ¡Cómo quisiera que no se hubiera ido!

"Y que no me hubiese dejado sola con nuestro sueño... ", pensó Lily.

Azul, el color de los sueños más frágiles...

Y sin embargo, Lily comenzó a sentirse mejor. La sola presencia de Genzo la tranquilizaba. Y era obvio que él realmente estaba preocupado por ella, se notaba en la manera en cómo la miraba. A Lily comenzó a invadirla la vergüenza...

- Creo que ya me siento mejor.- musitó Lily, bajando la cabeza.- Muchas gracias...

- Nunca bajes la mirada.- Genzo sorpresivamente la tomó por la barbilla e hizo que ella lo mirara a los ojos.- Tienes unos ojos bellísimos. No le quites al mundo la fortuna de poder observarlos.

- Ahh... .- Lily miró directamente a Genzo a los ojos y no supo qué hacer. Se perdió en esos profundos ojos café oscuro y deseó nunca más salir de ellos.

Pero Lily no fue la única que se sintió perturbada con el contacto físico y visual. Genzo también se sintió extraño e inmediatamente soltó a Lily.

- Me alegra que se sienta mejor, señorita Del Valle.- musitó Genzo, avergonzado.- Y como le dije, si hay algo que pueda hacer...

- Podría empezar con llamarme por mi nombre.- sugirió Lily, con una sonrisa.- Me descontrola que me llamen por mi apellido. Ya sé que aquí es algo muy común pero... Yo no estoy acostumbrada.

- De acuerdo.- Genzo también sonrió.- ¿Prefieres entonces que te llame... Lily?

- Me gustará mucho más.- ella volvió a sonreír.

- Muy bien. Pero a cambio dejarás de tratarme de usted.- pidió Genzo.

- Eso será más difícil, dado que usted es mi jefe... Me sentiría muy extraña... .- Lily se sintió algo incómoda.

- Pero yo no me veo como tu jefe.- replicó Genzo.- Sí, es verdad que yo te contraté pero... No me siento como un jefe que da órdenes y que se pone a gritar como histérico.

- Yo tampoco me lo imagino.- Lily soltó una carcajada.- Muy bien, de acuerdo. Te hablaré de tú, pero supongo que esperas que te llame por tu apellido y sinceramente espero que así sea, ya que me sentiría más a gusto así.

- Muy bien.- Genzo esbozó su media sonrisa.

Lily y Genzo no dijeron nada por varios minutos. Ambos se resistían a la corriente que amenazaba con arrojarlos al vacío... Pero la sensación que los envolvía era tan fuerte que los dos bien sabían que sería inútil el resistirse a ella...

Hana los miraba a través de una ventana del tercer piso, frunciendo el entrecejo. Lily le había caído más o menos bien a la chica Wakabayashi, pero en cuanto se dio cuenta de que la mexicana se había enamorado de su hermano, cayó de su gracia. Además, estaba el hecho de que a Hana siempre le habían caído mal los tutores, por naturaleza. Debido a que siempre había tenido que soportar las más estrictas normas, a Hana le molestaba todo aquello que se relacionara con la disciplina y eso incluía a los profesores. Y Lily era una de ellos... Sin quererlo ni pretenderlo, ahora Lily Del Valle se había convertido para Hana en el enemigo...

"Ni creas que dejaré que te acerques a mi hermano", pensó Hana, enojada. "Suponiendo que a él le interese estar cerca de ti, cosa que dudo ya que a él no le interesa el amor".

Pero Hana no sabía que eso estaba por cambiar.

Genzo estaba más que confundido. La presencia de Lily le producía siempre una sensación tan desconocida... Había algo en Lily que despertaba mucha ternura en él y un deseo irrefrenable de protegerla de todo mal. La vez en que ella habló de su hermana muerta, la noche en la que ella llegó a Japón, Genzo pudo percibir en sus expresivos ojos negros un destello de dolor y el deseo de impedir que las lágrimas afloraran, cosa que le causó a Genzo un gran impacto. Le dio la impresión de que Lily era una especie de flor que estaba dispuesta a florecer aun en contra de las peores penurias. Al principio, Genzo la admiró por su fortaleza oculta, aunque conforme fue pasando el tiempo él sintió que su admiración se convertía en algo más...

Mine le avisó a Genzo que Lily ya había llegado, y de paso le avisó que la chica no se veía de buen ánimo, lo que hizo que Genzo saliera inmediatamente al jardín a buscar a la mexicana, con la esperanza de poder ayudarla. Al ver a Lily llorar a solas, a Genzo le entraron unos deseos enormes de querer borrar de la vida de ella toda tristeza o penuria para que nunca más volviera a derramar lágrimas. Genzo no lo sabía, pero estaba muy cerca de caer en la trampa del amor...

Pero Hana estaba más que dispuesta a evitar su caída.