Hola!!!
Otra vez estoy aquíiiii. Siento no haber actualizado antes, pero parece que había un problemita en la página y no aparecía nada actualizado desde el día 9!!! No voy a contestar reviews en este capítulo porque extrañamente me indica que hay 229 (el último día creo recordar que eran 206), pero solo me deja ver unos cuantos, así que contestaré todos en el próximo capítulo que espero no tardar mucho en subir. Por lo pronto he dejaro este un poco más largo por el retraso, no os quejaréis, no?
Gracias a todos los que leéis esto dejéis o no mensaje.
Los personajes siguen sin ser míos (excepto Skye Hidden)
La canción que escuché para hacer la primera escena es "This love" de Cocteau Twins (incluída en la banda sonora de "Crueles intenciones", que el chico de esta peli me recuerda un poco a Draco no sé por qué). Os pondría la letra pero por ahí he leído que esta gente no tiene en relidad letra coherente en las canciones y como no sé inglés no puedo asegurarlo. Os recomiendo esta canción aunque es un poco triste.
Ale, no me enrollo más, suerte y besitos para todos.
VACACIONES DE NAVIDAD
Cap. 22
El frío aire tiraba de las puntas de su capa de invierno y desperdigaba su pelo en todas direcciones. Hermione se arrebujó más en la gruesa tela y se encaminó hacia el lago, caminando con dificultad entre la nieve y viendo cómo su aliento se convertía en nubes blancas apenas salía de su boca. La temperatura había vuelto a bajar, pero el olor limpio del frío la reconfortaba y le despejaba la mente, hacía que sus pensamientos fueran más claros.
De detuvo al lado de uno de los solitarios árboles que bordeaban el lago y se sentó bajo sus ramas, apoyando la espalda contra el tronco y procurando que su capa siguiera cubriéndola correctamente. Miró el lago, con su superficie helada resquebrajada tal vez por el calamar gigante, que había abierto un huevo en el hielo buscando quien sabía qué. Volvió la vista hacia el castillo que acababa de dejar. Resultaba aún más imponente alzándose oscuro contra la blancura de la nieve, los tejados de las torres coronados de blanco como si alguien les hubiera volcado un azucarero encima.
Con una punzada de dolor pensó que Draco estaría ahí dentro, en alguna de las habitaciones, tal vez leyendo su diario o puede que maldiciéndola en silencio. Suspiró pesarosa sintiendo de nuevo el peso de la culpabilidad y el viento helado arrancó la lágrimas de sus mejillas. Hermione se pasó una mano por el pelo, intentando acomodarlo de alguna manera para que los mechones rebeldes no se le cruzaran el el rostro impidiéndole la visión.
Se puso el portapapeles sobre las rodillas para sacar de sus bolsillos un frasco de tinta y una pluma. Con la varita hechizó el frasco para que levitase cerca de ella y no se congelase el contenido. Sacó del portapapeles una hoja de pergamino y empuñó la pluma con decisión, mojándola con delicadeza en el tintero al tiempo que pansaba lo que quería decir. Sin embargo de su mente no salían nada que pudiese poner por escrito. Sus pensamientos volvían una y otra vez a los momentos que había pasado con Draco y que probablemente no se repetirían nunca. Sentía de nuevo ganas de ponerse a llorar. ¡Era tan estúpida!
Había tenido que salir de su cuarto por la misma causa. No podía dejar de mirar su cama, donde él la había rodeado con sus brazos para dormir, la repisa de la ventana, donde había depositado un suave beso en su hombro... la puerta por la que él había salido... "Para ti soy Malfoy" había dicho al irse. Hermione se esforzó por recordarse que después había vuelto, que no estaba todo perdido. Aún podía haber una oportunidad para ellos.
¿Realmente lo creía así? No lo sabía y no quería saberlo. Si se estaba engañando a sí misma con la esperanza de una reconciliación prefería seguir haciéndolo antes de darlo todo por perdido. No queria rendirse, de ahí que tuviese que escribir esta carta. Era importante hacerle saber que lamentaba mucho todo lo que había ocurrido, que si había leído su diario había sido solo porque se moría por conocerlo un poco más, por saber qué había bajo esa fachada fría y cruel que había utilizado con ella por tantos años, esa máscara que había parecido caer un poco frente a sus besos.
Extrañamente su mente volvió al encuentro en la biblioteca, aquel que la había hecho decidir que quería una fiesta. Una fiesta a la que no había querido que él asistiera, se recordó. Daba la impresión de que hacía una eternidad de aquello, no podía creer que hubiera sucedido hacía tan solo tres noches, parecía que hacía tanto... Y todo aquel tiempo que habia estado con Draco había sido tan poco... ¿cómo podía echarlo tanto de menos? ¿Cómo podía añorarlo con tanta intensidad si no hacía ni dos días que estaban juntos?
Sentada en la nieve, con el viento jugando con su pelo y con su ropa, sintiéndose triste y solitaria, Hermione decidió que eso sería lo que escribiese. Le contaría exactamente cómo se sentía en ese momento, sin él, sin su sonrisa, sin sus ojos, sin sus caricias... Le hablaría sobre ese hueco oscuro que sentía en su pecho y que amenazaba con consumirla por completo.
Tuvo que volver a mojar la pluma en el tintero, se había secado por el frío. Con cuidado y con esmerada caligrafía escribió al principio del pergamino: Siento tanto frío al tenerte lejos...
Oía el agua correr detrás de la puerta cerrada. Zabini tarareaba alguna canción tristona y melancólica, lo que le hacía sentir un poco peor. Draco había rechazado la posibilidad de ducharse con su amigo. Al contrario que él no se sentía cómodo con el descubrimiento de que esa Gryffindor ocupaba todos sus pensamientos. Desearía poder olvidarse de ella. Se sentía tan debil al recordarla, al volver a ver sus lágimas brillando como joyas en sus ojos... Al volver a oír su voz, "lo nuestro ha sido precioso". Lo había sido, en serio. No por lo que habían vivido juntos sino por lo que habían sentido... Por lo que Draco había sentido estando con ella, rodeándola con sus brazos, oliendo su pelo, escuchando su respiración pesada cuando dormía. Extrañaba el calor de su cuerpo contra él.
Tenía que reconocer que Hermione era toda una Gryffindor, haciendo gala de su valentía le había contado la verdad, se había enfrentado a las consecuencias.... Pero Draco seguía pensando que hubiera preferido no saberlo. "Idiota", se reprochó a sí mismo "¿Qué habrías sentido si te hubieras enterado más tarde, quizás a través de otra persona? No te habrías sentido menos engañado, seguro. Además, pudiste dejar de lado el tema de la seguridad en Slytherin, ha sido ella quien ha cogido el diario, no ninguno de tus compañeros". Pensar en eso le hizo preguntarse cómo habría hecho ella para entrar en su cuarto sin ser vista por nadia. Y también preguntarse qué poción era la que quería hacer del libro que pensaba robarle. Debería hablar con ella para saberlo. Draco se sintió asqueado de sí mismo cuando notó que el estómago le dio un vuelco emocionado al pensar en la posibilidad de verla de nuevo. "Reconócelo de una vez" se dijo, disgustado "Lo que sientes por Hermione Granger no lo habías sentido nunca por nadie" Pensarlo le hizo sonreir un poco.
Miró la mesilla de noche, donde descansaba el infantil cuaderno con corazoncitos. Draco sonrió esta vez abiertamente. Su novia podía llegar a ser tan cursi...
¡Ey, un momento! ¿SU novia?
Draco se agarró a las sábanas como si ese gesto pudiera salvarlo del pensamiento que había tenido.
Su novia.
SU novia.
Su NOVIA.
"Hmmm, ¿qué querrá decir esto?" se preguntó desoncertado. En realidad no estaba tan sobresaltado como intentaba aparentarse a sí mismo. Era natural, después de todo, ¿no había descubierto ya que no podía vivir sin Hermione Granger?
Draco se sentó en la cama, sintiéndose pegajoso y sucio después del revolcón con Blaise. Debería ducharse de nuevo. Sin embargo, en lugar de dirigirse al baño para reclamar a Zabini que lo dejase libre cuanto antes decidió esperar su turno y, de paso, leer un poco del diario de Hermione. Con la varita convocó su cigarrera, que salió de entre sus ropas y voló directa a su mano. Miró los pequeños cigarros negros y escogió uno con cuidado encendiéndolo con la punta de su varita. Aspiró pronfundamente el humo pensando en que se estaba viciando demasiado a esos cigarros especiados que le había quitado a su padre, no le quedaban tantos como para permitirse el lujo de malgastarlos. Pero esto era una ocasión especial, se dijo. ¿Cuántas veces se tenía la oportunidad de echarle un vistazo al diario de la bruja más inteligente de Hogwarts?
La conversación era de lo más aburrida del mundo. Harry estaba contando algo sobre lo que estaba pensando comprar para un tal Sirius en Hosmeade cuando fuese la próxima vez. Aún así Skye no pudo dejar de escuchar con atención, ¿cuándo creía ese chico que sería la siguiente salida al pueblo? Porque la última había sido el fin de semana anterior y no pensaba que fuesen a repetirla tan pronto.
- ¿No le habías comprado ya el regalo de navidad? – se extrañó Ginny al oir sus planes. Harry se encogió de hombros.
- No me termina de convencer del todo. Creo que será mejor que lo cambie mañana. Lo que me recuerda que voy a necesitar la capa. – dijo el moreno a su novia. La pelirroja simplemente asintió, pero Skye se quedó muy intrigada. ¿Potter pensaba salir a Hosmeade mañana? ¿Cómo? ¿Y de qué capa hablaban? Mmmm, tal vez el día no estuviera del todo perdido...
- Además, así podré mirar una cama para mi nueva mascota – añadió el chico con los ojos brillantes. Ignoró el bufido despectivo de Ron y volvió sus ojos a la gata que descansaba en sus rodillas. Skye le devolvió la mirada ronroneando con fuerza. ¡Se sentía tan contenta de que Harry quisiera adoptarla! Por un momento Skye se bloqueó, asustada por el pensamiento que había tenido de que Harry era el mejor amo que pudiera desear. "Creo que estoy pensando y sintiendo demasiado como un gato" se dijo con un acceso de pánico " ¡será mejor que me controle si no quiero olvidar que soy humana!". No tenía idea de si eso podía ser posible, pero no estaba de más centrarse un poco por si acaso.
- Pensemos en un nombre – dijo Ginny entusiasmada. Parecía que a ella no le parecía tan mala idea como a su hermano que Harry se quedase con ella, pero antes de que nadie pudiese sugerir nada apareció en escena el gato de Hermione, Crookshanks, y se quedó parado en medio de la sala mirando fijamente al pequeño gato negro. Ron sonrió con triunfo, seguro que de a Crookshanks no le gustaría el nuevo intruso y ya tendría algo que argumentar para que se deshicieran del animalejo.
Skye por su parte vio como todos le prestaban atención a un gran gato color canela que parecía ser patizambo y que reconoció como aquel que Ron había tenido que sacar de su cuarto (con muy poca amabilidad) la noche de la fiesta. Ahí había empezado a sospechar la chica que al pelirrojo no le agradaban demasiado los felinos, aunque nunca pensó que la cosa llegara al extremo que estaba vislumbrando ahora. Era evidente que Ron no la quería allí, pero qué estaba dispuesto a hacer para echarla era aún un misterio.
Tan perdida estaba la Sly en sus pensamientos que se sobresaltó cuando descubrió esos ojos amarillentos fijos en ella. El gato ni siquiera parpadeaba, se limitaba a observarla como si la estuviera evaluando. Skye se puso muy nerviosa. Le parecía que ese gato sabía que ella no era lo que aparentaba. Intentó decirle que no tenía ninguna mala intención, pero claro, de su boca solo salió un maullidito acongojado. El gato ladeó ligeramente la cabeza y de un ágil salto se subió al sillón entre Harry y Ginny, que lo miraban espectantes.
Crookshanks olisqueó ligeramente a Skye mientras ésta temblaba y se acurrucaba un poco en el regazo de Harry. Volvió a intentar decir que no pensaba hacer nada y sólo se oyó maullar de nuevo, pero el gato pareció entenderla porque empezó a rornonear y le alisó con la lengua el pelaje entre las orejas. Skye se relajó visiblemente por esta muestra de aceptación y creyó entender entre el ronroneo algo así como "me fío de ti". No estaba muy segura, pero creía que con un poco de práctica lograría comprender el lenguaje de los gatos y podría comunicarse con Crookshanks aceptableme.
Miró a Harry y Ginny, que sonreían aliviados y después a Ron, que parecía sumamente decepcionado con el resultado del análisis del gato color canela. Al parecer era importante la reacción de la mascota de Granger, porque todos habían prestado mucha atención a todos los movimientos y reacciones del gato. Crookshanks, por su parte, pareció decidido a adoptar también a Skye porque con mucho cuidado la cogió por el pescuezo y la puso entre sus patas delanteras para darle un buen baño a base de lengüetazos. Skye sabía que debería haberse muerto del asco, pero tal vez formaba parte de sus instintos gatunos el disfrutar de los cuidados casi maternales que se le estaban prodigando. Se puso a ronronear con fuerza pensando que no estaba nada mal ser un gatito adorable.
La letra infantil de Hermione Granger y su manera simple de expresarse no podían encubrir de ninguna manera que la carta de Hogwarts notificándole que era bruja era lo mejor que pudo haberle ocurrido. Draco leyó con consternación cómo Hermione expresaba el rechazo que había sufrido en el mundo muggle por ser "anormal".
Los compañeros de clase de una niña de diez años podían ser muy crueles en ocasiones. El que ella no supiera cómo controlar sus poderes había causado varias situaciones difíciles de explicar con lógica cuando se encontraba asustada o enfadada (como prenderles fuego a las trenzas de la abusona del colegio o que varios alumnos perdieran la capacidad de hablar cuando se metían con ella).
Hermione, al parecer, sintiéndose diferente y apartada por sus propios compañeros se refugió en los libros y sus padres no podían ocultar su preocupación porque su hija fuera tan extraña. La revelación de que era una bruja y de que no estaba sola en el mundo, junto con la interesante perspectiva de estudiar en un lugar literalmente "mágico" habían resuelto muchas cosas en su vida, aunque siendo ya inexperta en el trato con los demás niños también le costó bastante integrarse.
Draco observó con sorpresa y alegría cómo su nombre (o, en este caso, su apellido) aparecía bien pronto en las páginas del diario. Hermione le había echado un buen vistazo cuando se despedía de sus padres en el andén antes de subir al tren y lo mencionaba como "¡el chico más guapo que he visto en mi vida!" No hay que decir que al leer este párrafo la moral de Draco se disparó hasta las nubes. "Es que soy irresistible", se dijo vanidoso, sonriéndose con complaciencia.
Descubrió que aunque Hermione no lo consideraba la persona más agradable del mundo (algo que era comprensible siendo ella una Gryffindor y sangre sucia y él no paraba de meterse con Potter y Weasley) seguía encontrándolo atractivo muy a su pesar. "¡Si no estuviera tan bueno!" escribía con rabia, "es la persona más grosera y engreída que he conocido. Nunca pensé que nadie pudiera ser tan desagradable" Draco se sintió un poco mal al leer estas acusaciones. Ahora lamentaba mucho haberse portado así con ella pero no podía cambiar las cosas. Parecía evidente que Hermione solo se interesaba por él en el aspecto físico y Draco estaba seguro de que era a causa de su sangre veela.
Leyó con interés sus aventuras de primer curso, cómo casi habían sido descubiertos por Filch cuando Draco retó a Potter a un duelo a medianoche al que no tenía la mínima intención de asistir. Se sorprendió bastante al descubrir que ella también había estado allí, tantando de detener a los Gryffindors. El ataque del trol también estaba relatado, con letra temblorosa como si acabase de sucederle diez minutos atrás. La investigación sobre Nicolás Flamel y los problemas causados por Norberto, el dragón de Hagrid también aparecían detallados, junto con el castigo que habían recibido en el Bosque Prohibido gracias a que Malfoy los había delatado.
Allí también estaba escrito el encuentro que Harry y Draco habían tenido con el ser que había matado al unicornio y Hermione parecía muy enfadada al referirse al Sly por la manera en la que había huído del peligro dejando al Gryffindor solo. "Bien, ¿y qué esperaba?" se preguntó Draco molesto "¿Qué le hiciese compañía a Potter para morir?¿O que le ayudase a escapar?" Aquel pensamiento era tan absurdo que no pudo menos que reirse un poco, ¡él colaborando con Potter! ¡Que estupidez!
Hermione también contaba su encuentro con los centauros y que éstos habían dicho algo así como que las estrellas indicaban que el Señor Tenebroso acabaría con Harry Potter. Draco frunció el ceño, ¿Hermione se fiaba de una panda de mulas? No parecía de su estilo, pero se encogió de hombros y siguió leyendo sin darle importancia a ese párrafo. Después de todo a estas alturas parecía imposible que Potter fuese a morir algún día a manos de Voldemort, ¿cuántas veces se habían enfrentado ya?
Siguió leyendo el relato sobre la piedra filosofal y los intentos de los Gryffindors por protegerla de ¡Snape! ¡Qué absurdo! Se rió con placer de las sospechas que habían estado teniendo aquellos tres durante todo un curso, pero claro, ellos no podían saber de ninguna manera que era un mortífago renegado.
Durante las vacaciones Hermione no escribió demasiado, solo hablaba de lo mucho que echaba de menos Hogwarts y a sus dos amigos. A él no lo mencionaba para nada y Draco pasó las hojas molesto, ¡no soportaba que lo ignorasen!
El segundo curso empezó con la advertencia de Dobby, su elfo doméstico. Al maldito traidor le había faltado tiempo para ir corriendo a Harry con el cuento de que su padre tenía planes para el curso. Draco pensó con amargura que se podría haber evitado todo aquello tratando un poco mejor al elfo porque perder la lealtad de tus propios sirvientes no es cosa de tomarse a broma. Gracias a la deserción de este molesto personaje su padre se había dado cuenta de que no le prestaba demasiada atención al resto del servicio y mejoró su trato con ellos suprimiendo algunas formas de castigo y relajando en general la disciplina impuesta. No era algo que importase a Draco demasiado, él evitaba a los elfos siempre que le era posible, no aguantaba sus vocecitas chillonas y sus actitudes solícitas.
Vio con inquietud que al parecer Potter había esuchado una conversación que Draco y su padre habían mantenido en uno de los establecimientos del callejón Knockturn done habían acudido para vender ciertos objetos de los que nadie debería tener conocimiento. Hermione había sacado sus propias conclusiones de dicha conversación y había acabado por convencerse, como el resto del colegio, de que Draco era un niño maltradado. "Otra vez estamos con esas" pensó fastidiado, pero lo pasó por alto centrándose en la preocupación que de Potter hubiera descubierto algo más importante. Sin embargo no se volvía a hacer referencia a ello.
Vio con repugnancia como Hermione era una más de las cientos de estudiantes que veneraban a Gilderoy Lockhart, el profesor de Defensa. ¿Cómo podía gustarle ese tipo? Ella era lista, ¿no se daba cuenta de que era un perfecto inútil? Era imposible que el hombre hubiera hecho todo lo que alardeaba en sus libros si ni siquiera sabía empuñar bien la varita.
Draco llegó a un párrafo un poco confuso en el que una Hermione muy alterada intentaba explicar una especie de encuentro que había tenido con él. Venía a decir algo así que aunque no había entendido el por qué de las palabras que él le había dirigido le había dolido mucho el tono con el que habían sido dichas "¿por qué me odia tanto? ¡Yo no le he hecho nada! No tengo la culpa de no ser de una gran familia de magos, como él, ¿eso le hace mejor que yo?" Draco no supo ubicar a qué situación se refería la chica hasta que contó como Weasley había intentado lanzarle un hechizo y se había perjudicado a sí mismo. Recordó entonces vagamente el encuentro en el campo de Quidditch y cómo la había llamado Sangre Sucia por primera vez. Nunca pensó que se lo fuera a tomar tan mal... Aunque sabía que había sido su intención herirla.
El Sly se sintió mal consigo mismo al darse cuenta de cómo había estado dañando a Hermione por años. ¿Cómo podía ella aceptarle ahora? ¡Si no había hecho más que insultarla y meterse con ella cada vez que la veía! Pensó que si lo toleraba incluso en su cama debía deberse a su sangre veela y se sintió aún peor.
Siguió leyendo a su pesar, no deseando encontrarse con ninguna referencia más a él, y aparte de su humillante actuación en su primer partido de quidditch con el equipo de Slytherin no encontró muchas mucho más sobre él por un tiempo. Pero en esto empezaron los ataques a Hogwarts y de alguna manera el trío de Gryffindor se convenció de que Draco estaba detrás de todo eso, que era él el heredero de Slytherin. "¿Yo el heredero?" pensó divertido, ¡eso si que era tener imaginación! Pero al parecer no fue una idea pasajera porque leyó perplejo todos los pasos que habían seguido esos tres para preparar la poción multijugos y suplantar a Crabbe y Goyle con la esperanza de sonsacarle información. Draco se sorprendió mucho de su audacia, ¡y todo el plan era de Hermione! Por un momento se sintió orgulloso de ella hasta que se dio cuenta de que lo habian hecho para espiarle a él.
Con el descubrimiento de que Potter hablaba pársel y con todo el colegio contra él y pensando que era el heredero lo más lógico para ellos había sido tratar de averiguar todo lo posible sobre los ataques, pero de ahí a colarse en Slytherin de incógnito para preguntarle directamente si él era el responsable... ¡y ni siquiera se había dado cuenta de que no estaba hablando con los verdaderos Crabbe y Goyle! Incluso (Draco sudó frío al leerlo) sabían de la existencia de una cámara secreta bajo el salón de su casa donde se escondían los objetos de artes oscuras que su padre coleccionaba. ¿Cómo pudo ser tan imbécil para contar eso? ¡Aún hablando con Crabbe y Goyle no debería haberlo mencionado!
Después de un periódo de "relax" en la enfermería por confundir el pelo de Bulstrode con el de un gato Hermione volvió a clases y todo a la normalidad hasta que el diario de Riddle fue encontrado. Draco leyó con interés esta parte, pues le fasciba ese objeto que su padre solo le había dejado revisar cuando no eran más que un fajo de hojas arruinadas, pero Hermione no contaba mucho de él. Después de elegir las asignaturas optativas para el siguiente año (Draco no se sorprendió demasiado al descubrir que la chica las había escogido todas) el diario se interrumpía de pronto y hasta final de año no volvía a haber ninguna entrada. Hermione contaba entonces todo lo relativo a su petrificación, lo que la había dejado fuera de circulación por un tiempo, y explicaba de qué manera Harry había vencido al basilisco de la Cámara Secreta. Draco no podía más que sentirse molesto por la admiración con la que la Gryffindor hablaba de Potter, ¿qué sentiría por él en esa época? Ella misma no debía tenerlo muy claro porque las referencias eran confusas y seguía fijándose en Draco. "Me alegro de que él no tuviera nada que ver con los ataques,aunque parecía la opción más obvia ¡pero pensar que fue su padre quien le dio ese diario a la pobre Ginny! ¿Qué clase de persona es capaz de hacer algo así? ¿Será Malfoy así algún día? Espero que no..."
Draco interrumpió su lectura bruscamente cuando Balise salió del baño completamente arreglado y se vio obligado a esconder el dierio bajo su almohada. Su amigo lo miró con interés al descubrirlo desnudo sentado en la cama.
- ¿Todavía estás así? ¡Pero si hace dos horas que te dejé ahí mismo! – se extrañó. Draco alzó una ceja.
- Me dormí – mintió descaradamente - ¿Y se puede saber qué hacías ahí dentro tanto tiempo? – preguntó curioso. Ni siquiera se había dado cuenta de que hacía tanto que Zabini había desaparecido de escena.
- Un chico tiene que estar presentable – dijo el moreno con una sonrisita de satisfacción. Draco ya sabía que Blaise era aficionado a los productos cosméticos y como tenía de asesora a Skye contaba con una amplia gama de cremas hidratantes, geles relajantes, pociones para el pelo, cara y cuerpo y todo lo que se pudiera imaginar para el cuidado personal. No era de extrañar que se hubiera tardado tanto pues tenía que dedicar su buen tiempo a cada producto que tenía una aplicación específica. Así su piel se veía tersa y saludable, sus ojeras eran invisibles (pese a la falta de sueño y a la fatiga) y su pelo brillaba intensamente. Su amigo solo recurría al tratamiento completo cuando había alguien especial de por medio, ¿y quién había de especial últimamente?
- Mucha molestia para un Hufflepuff – comentó Draco, molesto porque el tal Ernie mereciera tantas atenciones por parte de Blaise siendo un maldito traidor como era.
- No lo hago solo por él – contestó el Sly con una gran sonrisa que, una vez más, desmentía sus palabras – El resto de Hogwarts también tiene derecho a disfrutar de mi belleza – dijo con una voz exageradamente empalagosa mientras hacía como que se apartaba una melena abundate de la cara. Draco se rió con él.
- ¿En realidad estás tan colgado, Blaise? – preguntó como si tal cosa. El moreno dejó de comprobar que sus zapatos estaban en perfecto estado y le miró seriamente.
- Claro – dijo extrañado - ¿Por qué lo preguntas? ¿Hay algo que quieras decirme? – la voz de Zabini no era tan segura como él hubiera querido. Draco no solía hacer ese tipo de preguntas sin un buen motivo y él empezaba a temer que ese motivo tuviese que ver con Ernie y que no fuera algo agradable.
Draco lo miró un momento seriamente. Vio su mirada inquieta y oyó su tono asustado. Pensó en Hermione y en que él no hubiera querido saber de su traición. Ernie debería contárselo por sí mismo, él no se metería.
- Nada – contestó aparentando indiferencia, sintiendo una especie de peso en su estómago – Es sólo que los hay mejores por ahí.
Zabini le envió una de sus mejores sonrisas, alegre, soñadora y un poco pícara.
- Permite que lo dude – contestó radiante antes de salir por la puerta.
A Blaise Zabini le encantaba el frío. Le gustaba que los pies se le hundieran en la nieve a cada paso y que todo pareciese tan pacífico e inanimado. Le gustaba escuchar solo el rumor del viento entre los árboles y oler el aire limpio de después de una nevada.
Ernie y él habían quedado para comer, pero aún faltaban un par de horas para la hora acordada y deseaba malgastarlas paseando por las afueras del castillo, disfrutando de este paisaje. Pensar el Ernie le hizo borrar la sonrisa de la cara. ¿Debería decirle que se había acostado con Draco? Probablemente lo entendería, siempre entendía, ¿no? Debería considerarse afortunado, pero en realidad a Blaise le molestaba que el otro le perdonase sus deslices como si tal cosa. ¿No podía mostrarse un poquito celoso? ¿Acaso no le importaba? Eso era lo que más le molestaba de su pareja, parecía que le daba lo mismo lo que hiciera o dijera siempre que terminase acudiendo a su cama. ¿Acaso todo se reducía al sexo entre ellos?
Sí, Mcmillan le perdonaría el desliz con Draco. Incluso lo entendería. Eso sí que era molesto, que siempre comprendiera el por qué se acostaba con otros. ¿Acaso él haría lo mismo y no se tomaba el trabajo de contárselo a él? Bien pensado, con el carácter que tenía era mejor que no se enterase. Blaise sabía que tenía tendencia al melodrama cuando algo le afectaba así que era lógico que si Ernie le era infiel le ahorrase la molestia de saberlo.
Supiró pesaroso. Siempre se encontraba culpable después de una sesión de cama con otra persona. Y además a Draco no le había ayudado precisamente. Blaise se sonrió al recordar cómo su amigo había gritado una y otra vez el nombre de Hermione. ¡Y le había dicho que la amaba! Porque era bien claro para Zabini que Draco no estaba pensando en él mientras estaban juntos. Pobre Malfoy. ¡Enamorado de una sangre sucia Gryffindor! Y seguro que ahora mismo estaba ahí tirado, negándoselo. Diciendo que lo que sentía era un encaprichamiento pasajero, seguro.
Pobre Malfoy, enamorado de una perra manipuladora que le pisotearía con saña.
Nada más pensar en esto Blaise se dio cuenta de que había una figura oscura sentada frente al lago. Sintiendo curiosidad se acercó sigilosamente y encontró nada más y nada menos que a la mismísima perra en persona.
- Granger – dijo a modo de saludo para ser notado. La chica se giró a mirarle y Blaise vio que había estado llorando. ¿Por Draco?
- Hola, Zabini – dijo ella procediendo a guardar sus cosas sin mirarle. Inspiró fuerte, tomando una decisión, y volvió a girarse hacia él - ¿Cómo está?
Blaise tomó asiento junto a ella dispuesto a tener una charla de "hombre a hombre".
- No está mal – comentó –. Tú tienes peor aspecto.
Hermione sonrió sin humor sintiéndose incómoda con la presencia de ese Slytherin. No sabía qué decirle ni si debía preguntar más por Draco. Afortunadamente Blaise comprendió su indecisión y se apiadó un poco de ella gracias a sus ojos enrojecidos.
- No está en su mejor momento – informó casi como si fuese una confidencia -. Le gustas de verdad y no comprende cómo has podido traicionarle.
Hermione notó cómo las lágrimas volvían a caer irremediablemente. Intentó limpiarselas con disimulo, tarea imposible teniendo a Zabini al lado, sintiéndose muy culpable.
- Le he escrito una carta contándoselo todo – dijo ella, señalando su portafolios.
- Debiste haberlo hecho desde el principio – dijo él un poco cortante.
- Debería – reconoció Hermione -, pero hay más personas implicadas a parte de nosotros dos. En esos momentos pensé que era mejor no meterlos.
Blaise estaba más que intrigado. Por supuesto él sabía que Granger le había quitado algo a Draco y que por eso él se había molestado mucho, pero ni sabía lo que era ni por qué parecía tan importante. Y ahora había más personas de por medio. ¿A qué vendría todo esto?
- ¿Y ahora sí? – preguntó. Hermione ladeó la cabeza ensayando una medio sonrisa triste con la mirada fija en el lago.
- Ahora lo único que quiero es que él no vuelva a odiarme – se le quebró la voz a mitad de frase y ahogó un sollozo desgarrado. Blaise, compadecido, la rodeó con sus brazos tal y como había hecho con Draco unas horas antes. La acunó ligeramente.
- Creo que no te odia – dijo, intentando confortarla – Simplemente necesita cabrearse, estar solo un tiempo, desahogarse y perdonarte con benevolencia, cuando se convenza de que ya no le importas. Pero le seguirás importando. Solo es demasiado orgulloso para reconocerlo.
Hermione rió un poco contra su pecho. En verdad parecía el retrato perfecto del Draco Malfoy que conocía.
- ¿Qué sientes por él? – preguntó Blaise con suavidad. Hermione se separó de él para limpiarse de una buena vez las lágrimas, ¿no dejaría nunca de llorar?
- Le quiero – dijo simplemente, con tal sencillez que al Sly se le encogió el corazón – Creo que de alguna manera le he querido siempre.
Blaise le acarició un poco el pelo enmarañado, sorprendiéndose de que esta chica fuera la elegida de Draco pero a la vez pensando que era la persona perfecta para él.
- Entonces no debes preocuparte por nada. Sé que suena muy trillado, pero todo se arreglará.
- No parece fácil – dijo Hermione, deseando creerle – Las cosas están muy mal ahora.
Pero Zabini sonrió como si sólo él conociera un secreto que no pensaba compartir.
- Alguien dijo una vez " La hora más oscura es la que viene antes del nacimiento del sol". No sufras. Lo bueno está por venir. – plantó un beso en su pelo enmarañado y se levantó con agilidad -. Y ahora, si me disculpas, tengo asuntos que atender.
Hermione lo miró con una sonrisa.
- Muchas gracias, Zabini.
- Por nada.
El moreno se alejó de allí pausadamente mientras Hermione se quedaba sentada pensando en que los Slytherin no eran tan malos como siempre había parecido. Respiró un poco del aire puro sintiéndose mucho mejor. Después de todo Zabini era uno de los mejores amigos de Draco, ¿no? Si él decía que todo se arreglaría... Bien, debía creerle. Deseaba creerle. Se levantó con renovada energía y se encaminó hacia el castillo, decidida a llegar hasta la lechucería. Había terminado su carta y deseaba enviársela a Draco cuanto antes pero al llegar a las puertas del castillo encontró a Harry, Ron y Ginny que salían.
- ¿Dónde vais? – preguntó con curiosidad mirando su reloj. Faltaba poco para la comida y que ella supiera Ron no se saltaba una a menos que fuera un caso de vida o muerte.
- Pues aquí mi hermano – dijo Ginny molesta fulminando al pelirrojo con la mirada – se ha puesto muy pesadito con el asunto del gato. Si no lo llevamos con Hagrid para que lo revise y nos diga si puede ser de alguien no lo aceptará en el cuarto.
Hermione miró al gatito que Harry apretaba contra el pecho protectoramente. El chico tampoco parecía muy entusiasmado por la condición de su amigo, pero para evitar discursiones prefería llegar donde Hagrid y que éste les diera su veredicto para terminar con todo aquello.
Ron, por el contrario, parecía más que feliz. Según él ya tenía bastante con el gato de Hermione para encima tener que aguantar a esa ridiculez de felino y estaba convencido de que Hagrid podría decirles si el gato era de algún alumno. Después de todo era un gato muy pequeño y de algún lado tenía que haber salido y lo más probable era que el semigigante estuviera informado de si alguien había perdido a semejante bicho. Si tenía un poco de suerte encontrarían al dueño en menos de una hora y llegarían justo a tiempo para la comida.
- ¿Nos acompañas? – preguntó Harry mirnado el portafolios que Hermione tenían en los brazos.
- Id sin mí, voy a la lechucería a enviar algo – contestó la chica permitiéndose una pequeña sonrisa. Ginny la captó y le propuso de inmediato acompañarla. Se despidieron de los chicos y entraron en el castillo.
- ¿La carta es para Malfoy? – preguntó la pelirroja apenas se quedaron solas. Hermione asintió.
- Espero que no te importe que le cuente para qué queríamos el libro – dijo. Ginny agitó una mano deshechando la preocupación de su amiga.
- A estas alturas ya me dá lo mismo. Si ha leído tu diario habrá encontrado cosas peores en él – contestó – Pero pareces más contenta, ¿ha sucedido algo?
- Pues... en realidad sí – dijo Hermione, pero antes de que pudiera añadir nada más vieron como un chico moreno bajaba a la carrera por las escaleras principales y casi las arrollaba a su paso. Observaron perplejas como recorrió el vestíbulo en menos de un segundo y salió por la puerta principal rumbo al bosque.
- Ese chico me suena – comentó Ginny por lo bajo, casi para sí misma, pero al no poder recordar dónde lo había visto antes se encogió de hombros y se volvió hacia su amiga – Pero estabas a punto de contarme...
- Claro, lo olvidaba. – Hermione relató su encuentro con Zabini y todo lo que habían conversado añadiendo sus propias esperanzas de que el Sly, al ser de los mejores amigos de Draco, debía saber de qué hablaba.
- Tal vez Malfoy le contó algo que le haga creer que piensa perdonarte – dijo Ginny pensativamente. A estas alturas ya habían llegado a la lechucería y Hermione ataba la carta a la pata de una de las lechuzas pardas de la escuela.
- No tengo idea – suspiró la chica – pero espero que esta carta pueda suavizar un poco las cosas. No es que espere que volvamos a estar juntos – añadió después de un momento con tristeza -, pero al menos podríamos quedar como amigos. No soportaría volver a tener que insultarme con él por los pasillos.
- Míralo por el lado bueno – dijo la pelirroja con una sonrisa amarga, pues que el chico la perdonase le parecía muy poco Malfoy -. Si no te perdona no creo que se rebaje a dirigirte la palabra.
- Gracias Gin, me eres de gran consuelo – dijo Hermione con sarcasmo. Llevó la lechuza a la ventana y la echó a volar. Se quedó mirándola hasta que se perdió de vista y después suspiró – Ahí va todo lo que puedo hacer. Espero que sea suficiente.
- Herm – tanteó su amiga mirándola preocupada -, lo de la sala común... lo dijiste en serio, ¿verdad?
La chica tardó un momento en comprender a qué se refería.
- ¿Si le quiero? Claro que lo dije en serio, ¿por qué lo dices?
- Bueno, supongo que en el fondo siempre creí que terminaríamos siendo cuñadas – dijo la pelirroja con una sonrisa afectada. Hermione le sonrió de vuelta.
- ¿Ron y yo? Seria imposible. Peleamos constantemente y por cualquier cosa.
- Sí, lo sé – contestó Ginny encogiéndose de hombros – Supongo que esperaba que mi hermano madurase un poco con el tiempo, pero ya veo que es tarea imposible.
Ambas rieron un poco y salieron de la lechucería.
- ¿Sabes? He estado pensando en algo – dijo Ginny mientras caminaban despacio hacia el Gran Comedor – Tú no puedes mentirle a Malfoy y yo no puedo seguir mintiéndole a Harry.
- ¿Le dirás lo de la poción? – preguntó Hermione impresionada. Decirle a su amigo que buscaba desesperadamente un medio para no quedarse embrazada de él... bien, puede que Harry no se lo tomase precisamente de buena manera.
- Bueno, sí, todo. Esto es cosa de los dos, me temo, y ocultándoselo no gano nada – dijo un poco dubitativa, tal vez sería mejor dejar las cosas como estaban. Oh, pero aún tenía que conseguir esa poción, recordó. Sí, lo mejor sería decírselo a Harry y juntos tomar una decisión – Además, si tú le has contado a Malfoy puede ir con el cuento a Harry – cayó en la cuenta. Sí, definitivamente ahora debía contárselo. – Espero que tengas razón en eso de que "la verdad libera". ¿Tú te sientes mejor después de contarle a Malfoy? – preguntó con curiosidad. Hermione hizo una mueca mordiéndose el labio inferior.
- No. En absoluto. Me siento como una completa idiota. – dijo con sinceridad sobresaltando a su amiga - Si tuviese un giratiempos lo utilizaría para lanzarme a mí misma un hechizo de silencio antes de abrir la boca. Pero supongo que no tiene sentido llorar por la leche derramada, ¿no?
Ginny digirió esas palabras en silencio y preguntó, sin poder contenerse.
- Herm, ¿de qué leche me hablas?
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NOTA.- Zabini no se molesta en decir que la frase que recita pertenece a Paulo Coelho, de El alquimista. ("La hora más oscura es la que viene antes del nacimiento del sol")
