Hola a todo el mundo!!!
Primero de todo siento mucho no haber hecho un capítulo mejor. Me ha quedado tremendamente mal y se que no es lo que os esperábais, pero no soy capaz de que me salga mejor, lo siento T_T.
Segundo, hoy no voy a contestar a los reviews pero en cuanto pueda lo haré, puede que sea en el próximo capítulo o puede que vuelva a publicar éste de nuevo añadiendo las respuestas. Ya veré lo que hago. Por lo pronto me voy a comer algo y a ver la peli de Jackie Chan (al que adoro). Espero que no os decepcione demasiado el capítulo, pero si lo hace podéis decirme cómo os gustaría que lo cambiase y lo subiré de nuevo, como ya digo no puedo hacer nada mejor (al menos dentro del plazo de una semana que os dije)
Ale, sin más ahí va, al final hay una explicación de por qué consideré mejor hacerlo así. Besitos a todos y gracias por tener paciencia, sois un cielo!!!
VACACIONES DE NAVIDAD
Cap. 25
La profesora Sprout llegó a su lado un tanto sofocada por haber apretado el paso.
- Llegan tarde – dijo Snape de manera desagradable (es decir, con el tono acostumbrado) a pesar de que ellos llevaban allí solo unos cuantos minutos.
- Lo siento Severus – dijo la mujer intentando normalizar su respiración a la vez que rogaba por que su colega no empezase a soltarle uno de sus discursitos de "mi tiempo es valioso". Se volvió hacia el alumno de su casa y lo fulminó con la mirada – Finch-Fletchley tardó más de lo acostumbrado en encontrar mi despacho.
- ¿Llegando tarde a un castigo? – preguntó Snape alzando una ceja -. Merecería castigo adicional solo por eso – dijo con algo de retintín.
Draco se revolvió inquieto. Era perfectamente consciente de que ese comentario era para él. "Pero si sólo me retrasé cinco minutos" pensó fastidiado, claro que nunca lo diría en voz alta, al igual que Snape no reconocería delante de la profesora de Herbología que un Slytherin había cometido el mismo error que un inepto Hufflepuff.
- Bueno, Severus, tampoco hay que ser tan extremistas – dijo Sprout un poco incómoda. No quería tener que volver a castigar a su alumno favorito -. Después de todo el castigo de hoy ya es bastante.
- Si tú lo dices... – dijo Snape con desdén, pero no pudo evitar añadir: - A mí me parece un castigo insuficiente recolectar yerbitas por el bosque.
Por la manera en que lo dijo cualquiera pensaría que se trataba de ir dando saltitos con una cestita de mimbre. Draco miró el bosque prohibido con aprensión recordando su castigo de primer curso y acordándose también de que Hagrid el guardabosques había llevado una ballesta (¡una ballesta nada menos!) para adentrarse en la espesura. Miró a su jefe de casa y descubrió que se estaba despidiendo de Sprout para encaminarse hacia el castillo. ¿Pero qué hacía ese hombre? ¿No estaría pensando en serio dejarle solo con dos estúpidos Hufflepuffs?
"Dios, voy a morir esta noche" pensó amargado. Nunca había tenido a la profesora de Herbología en muy alta estima y tener que pasar la noche con ella y con Finch-Fletchley en un bosque plagado de criaturas peligrosas no era su idea de la diversión precisamente. Se preguntaba con una extraña calma si estaria vivo por la mañana. Después de todo la única protección que tenía contra cualquier peligro era su propia varita y una mujer que se dedicaba a regar las plantas. Se consoló pensando en que si aparecía algún monstruo sediento de sangre le arrojaría al Hufflepuff para entretenerlo y saldría corriendo para salvarse.
- Bueno, chicos, aquí tenéis una lista de las cosas que tenemos que buscar – dijo Sprout afablemente a la par que les pasaba una hoja de pergamino a cada uno. Draco leyó la lista interesado a la luz de su varita. Sólo había leído sobre alguna de estas plantas y no tenía idea de que creciesen en el bosque prohibido.
- Profesora, ¿no podríamos hacer esto por el día? – pregunto Finch-Fletchley haciendo que su jefa de casa lo mirase extrañada.
- Justin, eres uno de los mejores alumnos de Herbología, sin duda te habrás dado cuenta de que alguna de estas plantas sólo podemos identificarlas de noche.
Mientras su compañero de castigo balbuceaba algo incoherente Draco sonrió con superioridad. Estúpido Huflepuff. La profesora les había encargado varios trabajos teóricos a lo largo del curso sobre algunas de éstas plantas y sin duda ahora, que era cuando podían trasplantarse sin peligro, podrían estudiarlas en clases prácticas. Si realmente Finch-Fletchley era bueno en Herbología debería haberse dado cuenta del pequeño detalle de la floración, sin ver las grandes flores (que sólo nacían por la noche y morían con el día) no sería posible distinguir algunas de las plantas que buscaban de un hierbajo cualquiera.
Olvidado su temor al bosque oscuro en beneficio de la curiosidad por dichas plantas Draco miró a Justin para enviarle una de sus miradas socarronas de superioridad infinita marca Malfoy. Pero descubrió decepcionado que éste no le estaba mirando, miraba el suelo como si estubiese absolutamente nervioso. El Sly sonrió encantado, ¿acaso el pequeño Justin tenía miedo a la oscuridad?
El muchacho estaba pálido y jugueteaba con sus dedos enredándolos en su capa mientras seguían a Sprout al interior del bosque. Draco, que iba tras los vuelos de la capa de la maestra, se giró a mirarlo varias veces dispuesto a burlarse de él en cuanto fuera posible. Sin embargo, siempre que su mirada se encontraba con la del Hufflepuff éste desviaba la suya completamente incómodo. Draco pensó al principio que era para ocultar su temor por estar en medio de la espesura de noche, pero a decir verdad el chico parecía más preocupado por la presencia de Malfoy allí que por tener que entrar al bosque prohibido.
Draco suspiró y se encogió de hombros revisando su lista de plantas. Contra más pronto enpezasen con aquello antes podría volver con los Slytherins. Los Hufflepuffs le causaban escalofríos.
Snape caminaba furioso hacia las cocinas en busca de una tardía cena. Había perdido una buena oportunidad para hablar con Malfoy sobre Skye, y todo porque a Sprout se le había metido en la cabeza que podía utilizar a su alumno para la recolección de plantas. Adios a su idea de interrogar a Draco en privado. Y encima el chico había acudido un poco más tarde a su oficina. ¿No tenían los Malfoy el don de la puntualidad? Vaya, si Lucius siempre llegaba más pronto a todas partes, claro que lo hacía con la idea de marcharse antes. Entre eso y la profesora de Astronomía no había podido conversar con Draco antes de salir.
Sinistra, ¡esa maldita mujer! Había tenido que esconderse como un criminal en la habitación de enfrente para que ella no le encontrase trabajando en su despacho. ¡Qué irritante era! ¿No se daba cuenta de que estaba huyendo de ella? ¡Solo le faltaba echar a correr por los pasillos!
Pensó que la charla pendiente con Draco tendría que dejarla para el día siguiente. Quién sabía a qué hora terminaría su "paseíto" por el bosque y, sinceramente, no tenía ganas ningunas de esperarle despierto. Si el asunto no fuera con Skye Snape no habría tenido inconveniente alguno en interrogar a Draco de camino al bosque o incluso cuando estubieron solos frente a la cabaña de Hagrid, pero el profesor de pociones no tenía ningunas ganas de que oídos indeseados escuchasen que su alumna predilecta tenía dificultades. Claro que tratándose de cualquier otro alumno ni se habría molestado.
Draco la miraba de una manera encantadora, con una sonrisa en los labios que habría deslumbrado a cualquiera que estubiera en su sano juicio. Tal vez Hermione no le estubiese porque no pudo evitar inquietarse. "¿Pero qué te pasa? Es Malfoy, has estado esperando esto todo el día", se dijo confundida.
El chico se acercó a ella mirándola de arriba abajo. La Gryffindor, sin reprimir un escalofrío, tuvo deseos de cerrar más su capa para que él dejase de mirarla.
- Estás muy guapa – dijo el rubio arrastrando las palabras. "¿No las arrastra demasiado?", pensó Hermione. Se sentía incómoda. Cuando Draco se inclinó para besarla ella solo permitió que le rozase los labios superficialmente y se apartó.
- ¿De qué querías hablar? – preguntó con despreocupación. Él puso una mano en su cintura para que no se escabullera.
- En realidad de nada. Era una excusa para verte – dijo, muy cerca de su oido. Su mano libre viajó hasta el pecho de la chica y Hermione se tensó, pero él simplemente tiró del cordón que cerraba su capa y ésta calló al suelo con un rumor sordo.
- Pues yo creo que lo mejor sería hablar – dijo con decisión, y se apartó de él sin ninguna ceremonia. Malfoy se quedó mirándola apoyado en la puerta como intentando decidir qué es lo que debía hacer. Al parecer las cosas no salían como él quería.
Hermione le dio la espalda intentando serenarse. Se cruzó de brazos y respiró despacio unas cuantas veces. Se permitió pensar entonces en lo que la estaba molestado de esta escena. Había algo que no cuadraba. Pensó en la sonrisa con la que él la había recibido, en lo que había dicho, pensó en su aroma y pensó, finalmente y sin demasiada sorpresa, que aquel no era Draco Malfoy. Se giró para comprobar si su impresión era cierta.
Draco estaba apoyado en la puerta (bloqueando la salida, se dio cuenta), con la capa de la chica a sus pies (y su varita en uno de los bolsillos, ¡estúpida, estúpida, estúpida!) y una media sonrisa que decididamente no era la típica Malfoy. Vestía, como de costumbre, un pantalón negro y una camisa del mismo color. Pero, según notó Hermione, llevaba zapatillas de deporte oscuras, algo que el verdadero Draco seguramente no había visto en su vida, y la camisa no era de seda, como él acostumbraba a utilizar.
A Hermione le entró el pánico pero no se permitió demostrarlo. Estaba encerrada en una habitación con alguien desconocido que a saber qué intenciones tenía. "Lógico, Herm" se dijo, intentando tranquilizarse "Sólo quiere sexo, si quisiera hacerte daño ya lo habría hecho. Sabe que tienes algo con Draco y ha utilizado su aspecto para meterse entre tus piernas" Estos pensamientos no la relajaron, por supuesto. Le había dado grima el contacto de ese indivíduo y por nada del mundo dejaría que la tocase de nuevo. La ventaja del asunto estaba en que él aún no se había dado cuenta de que Hermione sabía que no era Draco.
- Bueno, cariño, ¿no tienes nada que decirme? – dijo con la voz más firme de lo que esperaba. La cosa consistía en hacer que se alejase de la puerta o de la capa.
- ¿No podemos dejarlo para más tarde? Podríamos dedicarnos a algo más agradable – dijo él con una sonrisa pícara. A Hermione le dieron escalofríos al ver esa expresión en el rostro de Draco. El pareció advertirlo porque la miró preocupado.
- Tengo frío – se excusó ella, que seguía de brazos cruzados y podía ser tomado como signo de destemplanza.
Al instante pensó que podría intentar llegar hasta su varita. Se acercó al chico con decisión y cogió su capa del suelo con toda naturalidad. Cuando se la echó sobre los hombros lo primero que hizo sin que el otro lo advirtiera fue sacar su varita del bolsillo y agarrarla firmemente. Pensó que el chico era bastante estúpido al permitirle alcanzar un arma, pero no se quejó.
Más segura con su salvación en la mano se alejó de él hasta sentarse sobre un pupitre. Se admiró de su propia serenidad, pero claro, por algo era una Gryffindor, ¿no? Y allí estaba él, sin alejarse de la maldita puerta. Pues si tenía que quitarlo de en medio para salir, por el infierno que lo haría.
- Estoy esperando – presionó Hermione. Ante todo quería saber con quién trataba y qué era lo que sabía sobre ella y Draco. ¿Sabría que estaban peleados? ¿Qué grado de relación tendría con el rubio para haber conseguido su pelo? Porque estaba absolutamente convencida de que la poción multijugos tenía algo que ver en esto. Decidió hacer una prueba para ver hasta qué nivel conocía este personaje a la persona que intentaba imitar con tan poco éxito.
- ¿De qué es exactamente de lo que quieres hablar? – preguntó el chico con tacto.
- Pues de que va a ser. Fuiste tú quien me dejó – dijo ella cortante. El otro pareció empezar a sudar dentro de la envoltura de Draco. Miró el reloj medio de reojo. Hermione sabía que tenía una hora antes de recuperar su aspecto habitual.
- Lo pensé mejor – dijo el falso Malfoy intentando sonar natural y convincente, volviendo a ensayar una sonrisa seductora que le salió muy falsa. No sabía como utilizar el aspecto de Draco en su beneficio, no le sacaba partido. Todos sus gestos quedaban forzados y artificiales cuando el verdadero Draco tenía una elegancia natural que hacía que sus movimientos fuesen fluídos y gráciles. Si este impostor no se hubiese esforzado tanto en parecerse a Draco hubiera podido pasar por el auténtico a un ojo inexperto. No en el caso de Hermione, por supuesto, que se sabía todas y cada una de las expresiones del rubio Sly por haberlo casi estudiado desde tercer curso.
- Ah, ¿entonces te parece buena idea el trío? – preguntó ella alzando las cejas y esbozando una sonrisa, como si estubiese complacida. El falso Malfoy la miró con estupor sin saber cómo salir del paso. Hermione le ayudó un poco: - Ya te dije que era buena idea que compartiésemos cama los tres; no pensaba dejarla por ti, ya lo sabes.
La gryffindor tuvo que morderse la lengua para no soltar una carcajada allí mismo. La cara del impostor no tenía precio, ¡no salía de su asombro! ¡Hasta parecía asqueado! Hermione casi podía oir los engranajes de su cerebro trabajando a toda marcha preguntándose quien podría ser la amiguita con la que compartía cama, ¡y que Malfoy no quisiera participar!
Con su atitud quedaban claras varias cosas: no conocía lo suficiente a Draco si pensaba que él rechazaría la idea de un trío y éste no era un Slytherin, siendo como eran todos unos libertinos ninguno de ellos se habría escandalizado por la revelación de Hermione.
Así que o se trataba de un Ravenclaw o un Hufflepuff. Hermione dejó al instante de lado las ideas que habia tenido de tomarle un poco más el pelo. Por la estupidez cometida al dejar que ella llegase hasta su capa debía de tratarse de un Hufflepuff y la chica sabía muy bien quién sería capaz de montar algo así por acostarse con ella. ¿Cómo había podido olvidarse del casi acoso de Justin Finch-Fletchley? En ese momento sintió miedo. Ese tío estaba loco, ¡hasta qué extremos había llegado! Sintió la urgente necesidad de salir de allí cuanto antes.
Saltó del pupitre en el que estaba sentada y se encaminó hacia la puerta.
- Bueno, Draco, me tengo que ir, me están esperando. Nos vemos otro día, ¿vale? – dijo con toda la tranquilidad que pudo reunir. Puso la mano en el pomo de la puerta para salir pero antes de que pudiera abrirla sintió una presencia tras ella y él se apoyó con las dos manos en la madera, evitando que pudiera moverla y dejándola encerrada en el hueco de sus brazos. Hermione aferró su varita por debajo de la capa y trató de sonar despreocupada.
- Draco, deja de jugar, ahora no puedo. Harry y Ron se estarán preguntando dónde me metí.
Pero él no se movió para permitirle salir. Se quedó allí plantado, demasiado cerca, tanto que Hermione percibía su aliento en la nuca. Las piernas empezaron a temblarle. Se dio la vuelta para enfrentarle.
- Lo digo en serio, tengo que irme – la voz le titubeó. Se enfrentó a esos ojos grises llenos de determinación y tuvo miedo de verdad, porque parecía dispuesto a todo con tal de conseguir lo que quería.
Llevaban casi una hora dando vueltas por el bosque y no habían encontrado más que unas pocas de las plantas de la lista. Draco ya estaba cansado y tenía ganas de marcharse sin embargo Sprout parecía llena de ánimo y energía y precedía a sus estudiantes balanceando la cesta conjurada con los especímenes recogidos como si se tratase del capacho de un bebé al que tuviera de dormir.
- Venga, chicos, ya casi hemos conseguido la cuarta parte de la lista – casi cantó. En realidad para ella esto era una excursión por el campo, pero Draco y Justin ya se habían tenido que largar corriendo en dos ocasiones por la presencia de ojos rojos nada amigables entre lor arboles.
Draco intentaba caminar despacio para examinar las plantas bajo el brillo de su varita, pero, cosa extraña, contra más lento avanzaba más se retrasaba también Finch-Fletchley. Parecía decidido a no adelantarle por nada del mundo. A Draco le mosqueó ese comportamiento. No le gustaba nada que el otro estubiera siempre a sus espaldas pero todos sus intentos por quedarse en la retaguardia eran fallidos. Además, de todas las puyas que le había lanzado cuando Sprout estaba más alejada Justin no había contestado a ninguna, limitándose a ignorarlo. Que él recordase el Hufflepuff era de los que siempre debían tener la última palabra así que ese comportamiento, cuando menos, le desconcertaba. Supuso que no quería tener más problemas de los que ya tenía.
Visto que no era capaz de tocarle la moral Draco decidió intentar interrogarle. Esperó hasta que Sprout se adelantó un poco y se paró al pie de un arbol fingiendo mirar las plantas a la luz de su varita. Justin se paró cerca de él, pero a sus espaldas para no perder la costumbre.
- Finch-Fletchley, ¿tu eres muy amigo de Mcmillan, no? – dijo de repente el Sly, como si acabara de ocurrírsele.
El aludido le miró con inquietud.
- ¿Por que lo dices? – preguntó con cierto nerviosismo.
A Draco le extrañó la pregunta y actitud del otro.
- Se me ocurrió que podéis ser amigos. Compartís cuarto y clases, sería lo más lógico, ¿no?
Justin se encogió de hombros y por primera vez adelantó a Draco.
- Supongo. – contestó. Draco soltó una risilla por lo bajo. Justin se giró a mirarle a los pocos pasos. A la luz de la varita del Hufflepuff, que mantenía baja, Draco podía ver sus manos pero su rostro quedaba en sombras. Sin embargo no pudo dejar de fijarse en el movimiento de su muñeca, el típico giro que se hace para ver la hora en el reloj de pulsera. Lo había hecho muchas veces a lo largo de esa hora. Draco se preguntó si no tendría alguna cita pendiente.
- Me sorprendes, Finch-Fletchley, yo creí que los Hufflepuffs erais leales – comentó Draco sin moverse de su sitio – Después de todo lo que Mcmillan ha hecho por ti y ni siquiera puedes reconocer que es tu amigo – el Sly cascó la lengua en un gesto reprobatorio.
- Tú que sabrás, Malfoy – dijo Justin secamente. Se dio media vuelta y andó deprisa hacia la luz que despedía la varita de Sprout, decidido a llegar hata la profesora antes de que el rubio siguiera importunándolo, sin embargo Draco le había alcanzado el paso y estaba ya junto a él.
- Bastante, creo. Eso de quitarle algo a un Slytherin ya sabes que está mal visto. Se va a meter en grandes problemas por tu culpa. Me extraña mucho que hoy no esté aquí con nosotros – comentó Draco.
- ¿De qué estás hablando, Malfoy? – preguntó el chico parándose en seco. ¿Eran imaginaciones suyas o la voz de Justin había sonado temerosa?
- Vamos, ahora no te hagas el inocente. ¿Sabes? Yo creo que Snape ya lo sabe, no te atreviste a defenderle cuando te pregunté si fue él quien nos robó para la poción. Fue una gran estupidez y eso puede costaros la expulsión a los dos. Pero claro, no te importa, ¿no? Todo vale con tal de conseguir a Hermione. ¿Qué más da si expulsan también a Ernie? Después de todo, no es amigo tuyo, ¿no? – Draco se estaba mostrando extrañamente brusco, ni siquiera él mismo sabía por qué estaba diciéndole todo aquello, tal vez porque necesitaba una excusa para partirle la cara y parecía que el tema Mcmillan le afectaba bastante, solo había que ver la expresión de su rostro a la luz de la varita de Draco.
- ¿Crees... crees que nos puede costar la expulsión? – preguntó Justin con temor. Draco alzó una ceja extrañado.
- Pues claro. Lo extraño es que no lo hayan hecho aún. Después de lo que ha pasado con Granger...
- ¡Maldito hijo de puta! – gritó Justin repentinamente. Draco casi saltó en el aire por la reacción del otro y estaba a punto de cerrarle la boca con un puño por el apelativo que le había puesto cuando oyó algo que le impresionó bastante: - Ese cabrón de Justin... – masculló el chico con voz dolida.
Draco se quedó inmovil completamente. Levantó un poco más la luz para ver el rostro de Justin Finch-Fletchley, que estaba mirando al suelo con expresión desconsolada. Tenía los puños apretados con rabia sobre la varita, a punto casi de quebrarla, y Draco podía ver que le temblaba la barbilla.
- ¿Quién coño eres? – preguntó impresionado. El otro levantó la vista repentinamente alarmado, sin embargo se encogió de hombros y se dejó caer sentado al suelo.
- ¿Qué más da ya? – preguntó con voz rota y se puso a llorar desconsoladamente escondiendo el rostro entre las manos. Draco lo miró un momento sin saber qué hacer y después miró hacia la luz de la varita de Sprout, que se divisaba a cierta distancia. Suspirando Draco se dejó caer al lado de su compañero de castigo.
- Tú no eres Justin, ¿quién eres? – el chico no contestaba, así que el Sly sacó la única conclusion que podía parecerle lógica dada la situación: - ¿Ernie?
El chico con aspecto de Justin Finch-Fletchley asintió con la cabeza sin atreverle a mirarle.
- ¡No quiero que me expulsen! – sollozó entre sus manos. A Draco el corazón le latía a mil por hora, ¿qué cojones estaba pasando allí? ¿Qué hacía Mcmillan suplantando a Finch-Fletchley?
- Cuéntamelo – ordenó Draco con voz fría. Mcmillan se secó las lágimas después de un momento y se volvió a mirarle.
- Me dijo que nadie sabría que había sido yo. ¿Ella está bien? – preguntó con congoja. Draco asintió un poco perdido. Aquello había sucedido dos días atrás, todo el asunto de la poción, ¿a qué venía preguntar si Hermione estaba bien ahora, después de todo ese tiempo? – Justin me juró que no le haría nada. Que con tu aspecto ella se tiraría a sus brazos y ni siquiera se daría cuenta de que no eras tú.
Ernie paró para sorber por la nariz bajo la incrédula mirada del Slytherin. ¿Qué QUÉ? ¿Con su aspecto? ¿QUÉ? Antes de saber lo que estaba haciendo había cogido a Ernie por la capa y lo había alzado de un tirón. Sprout, que debía haber vuelto a buscarlos, soltó un grito a Draco para que dejase al Hufflepuff en el suelo, pero Draco estaba demasiado... ¿Qué?, ¿enojado?, ¿encolerizado?, ¿asustado?
- ¡¿De qué coño estás hablando, Mcmillan?! ¡¿Qué le ha hecho?! – preguntó temblando, no supo si de rabia o de miedo de que a Hermione pudiera haberle pasado algo.
Ernie lo miró sin comprender desde los ojos de Justin. Sprout intentaba que Draco soltase a su alumno por la fuerza, trantando de abrirle las manos que se habían convertido en una especie de tenazas sobre la ropa del chico.
Fue en ese momento cuando ocurrió, seguramente por eso Ernie no paraba de mirar la hora. Los efectos de la poción multijugos pasaron y Draco y la profesora Sprout observaron atónitos como el cuerpo de Justin Finch-Fletchley desaparecía para convertirse en el de Ernie Mcmillan.
- ¿Qué significa esto? – demandó la profesora, confundida a más no poder. Aún así Draco no soltó a su presa, de hecho ver a Ernie allí le enfureció aún más, confirmando así sus temores de que Justin estubiera quién sabía dónde metiéndose con su chica. El Slytherin estrelló la espalda del otro contra un arbol persuadiéndole para que hablara.
- ¡Pero si ya lo sabes! – sollozó de nuevo Ernie – Me acabas de decir que hasta Snape sospecha. Justin me envió a coger algo de tu pelo para poder usar la poción multijugos. Envió un mensaje a Granger para quedar con ella esta noche, se presentaría con tu aspecto. Me dijo que no le haría daño, no tendria por qué, ella se acuesta contigo, ¿no?
Draco soltó a Ernie asqueado. La profesora Sprout los observaba boquiabierta.
- Volvamos al castillo – dijo aún conmocionada, pero taladrando con la mirada a su alumno. Lo ayudó a ponerse en pie – Así que por eso Finch-Fletchley se molestó tanto cuando le dije que su castigo sería esta noche, ¿no? – preguntó dolida por el comportamiento de sus alumnos - ¿Y tú has venido a cubrirle? – bufó despectivamente. No si cuando decían que en su casa estaban todos los idiotas... – Será mejor que comuniquemos todo esto al director y busquemos a Finch-Fletchley y Granger.
Se volvió hacia Draco para indicarle que se pusiera en marcha pero no lo vio por ningún lado. Malfoy había desaparecido.
Draco corría por al bosque prohibido todo lo que sus piernas le daban de sí. Tenía que encontrar a Hermione, ¡tenía que encontrala! Saltando por encima de las raíces de los arboles e ignorando el alboroto que causaba entre las alimañanas nocturnas enfiló hacia el castillo sin dejarse desfallecer. "¡Mataré a ese hijo de puta!" se juró, mientras las lágimas se perdían en el aire. Su respiración agitada le acompañaba en el camino y la varita que empuñaba como si fuese una espada iluminaba sus pasos.
Cuando llegó a las inmediaciones de la cabaña de Hagrid tuvo el impulso repentino de buscar la ballesta del semigigante. Si no lo hizo fue por no perder tiempo. La furia lo cegaba y el miedo hacía que su adrenalina se disparase alimentando todo su cuerpo. Nunca le habían parecido tan grandes los terrenos del colegio, pero tampoco nunca los atravesó tan deprisa a pesar de que a él le pareció todo lo contrario.
Iba pensando en Hermione, y en que nunca se perdonaría que algo le ocurriera. Pensaba en las palabras de Mcmillan "no le haría daño, no tendría por qué". Pero lo que Justin no sabía (y no podía saber de ninguna de las maneras) es que él y Hermione no estaban en el mejor momento. La chica no se echaría a sus brazos hasta haber solucionado la situación, haría unas preguntas para las que el Hufflepuff no tendría respuesta alguna y éste tal vez se decidera a tomarla por la fuerza. Draco se encontró rogando que Hermione no hubiera preguntado, hubiera cedido a sus propios impulsos y se hubiera acostado con Justin. Estaría sana y salva durmiendo en su cama y con suerte nunca se enteraría de lo que había ocurrio esa noche, quedaría en algo entre él y Justin.
Pero Hermione no se conformaría con sexo, era algo que sabía muy bien. En los minutos que tardó en llegar a la puerta del castillo Draco tuvo tiempo de pensar en muchas posibilidades. En todas ellas temía por Hermione.
- No te vas a ir tan pronto, Granger – dijo el falso Malfoy con voz arrastrada. Hermione estaba a punto de llorar de pánico, pero antes de que los ojos se le llenasen de lágrimas alzó su varita y apuntó al pecho del impostor.
- Me voy a ir ahora – dijo con determinación, instándolo a retroceder. El chico, tomado por sorpresa, formó una sonrisa divertida y dijo:
- Pero cariño, no me dirás que te he asustado, ¿verdad?
Hermione no abrió la boca y se aseguró de que él estaba lo suficientemente lejos antes de manotear a sus espaldas en busca del picaporte. Estaba decidida a no perderle de vista pasara lo que pasase, pero antes de que pudiese llegar al manillar el falso Draco se abalanzó sobre ella cogiendo su brazo derecho con una mano para apartar la varita de sí mientras con la otra apretó el cuello de la chica, aprisionando su cuerpo contra la madera con el suyo propio, evitando que Hermione pudiese pronunciar las palabras de algún hechizo adueñandose de su boca.
La chica le mordió con saña y él la azotó contra la puerta, cortándole la respiración, haciéndole soltar la varita contra su voluntad y apretando la tenaza de su cuello con más fuerza, ignorando los arañazos de la chica sobre sus dedos. Hermione intentó patearle, pero él hizo más presión sobre ella con su cuerpo, poniendo una rodilla entre sus piernas para evitar que pudiese llegar a zonas dolorosas.
- Ahora te vas a estar quietecita, ¿verdad? No querrás que te haga daño – dijo él contra sus labios, esbozando una sonrisa de superioridad. Lamió delicadamente las lágrimas de Hermione riéndose de su miedo. Cuando la chica intentó gritar volvió a apretarle el cuello y cuando intentó arañarle los ojos con su mano libre el falso Draco se hartó de su resistencia y le pegó un puñetazo.
Hermione calló al suelo dolorida al lado de su capa, sintiendo que la mejilla le estallaría y que ella se quebraría en dos con todo lo que estaba ocurriendo. Buscó su varita desesperadamente, no podía estar lejos, pero él la encontró primero y la envió lejos de una patada. Sacó la suya propia y apuntó a Hermione con ella.
- ¿Quieres ponerlo más difícil? – preguntó con frialdad, de nuevo con esa sonrisa en los labios. Realizó el hechizo de insonorización sobre el lugar y se volvió a mirarla exultante – Puedes gritar todo lo que quieras – dijo. Hermione sorbió por la nariz pensando en sus posibilidades. Lo más inteligente sería someterse, dejarse hacer lo que fuera y salir sin más daños de allí. Pero supo que no podía hacerlo. No soportaría que él la tocase, no lo resistiría. Y mucho menos si lo hacía con el aspecto de Draco.
El chico se acercó a ella y la cogió del pelo para ponerla en pie sin cuidado alguno. Realizó un rápido hechizo sobre la puerta y explicó a Hermione con toda paciencia que no saldría de allí hasta que él lo decidiese.
- No me mires así, vamos a pasar un buen rato – dijo seductoramente. Hermione no pudo ocultar su repugnancia y le escupió a la cara. Un nuevo golpe por parte de él la lanzó sobre un pupitre.
- Te creerás muy valiente pegándole a una mujer, ¿no? – espetó ella limpiándose la sangre del labio.
- Vamos, Hermione, casi diría que lo haces a propósito – dijo él con una risita mientras se limpiaba su saliva de la cara – Dime la verdad, te encanta que te pegue, ¿cierto?- se acercó a ella. – Tiene que ser así, te he insultado durante años y te has tirado a mis brazos a la primera oportunidad como la zorra que eres.
- Tú no eres un Malfoy, estúpido – dijo ella con ira. ¿Cómo se atrevía a hablar en nombre de Draco? ¿Quién se creía que era? – No sabes como serlo. Eres patético. Ni siquiera siendo otra persona logras...
No pudo terminar la frase porque el chico, perdiendo todo su aire de buen humor, le puso la varita en la garganta. Hermione le miró con odio. El impostor volvió a sonreir con superioridad, sin soltar la varita ni desviar su posición, acercó su otra mano hasta la blusa y de un tirón la abrió por completo.
- Si eres buena, Granger, haré que lo olvides todo – ofreció él.
La agarró de nuevo del pelo para acercarla hasta sus labios, pero puede que recordando que ella le había mordido decidió enterrar sus propios dientes en el hombro de la chica, haciendo que ella gimiese de dolor. Al chico pareció gustarle porque mordió con más fuerza, logrando que la herida sangrase y deleitándose con el sabor metálico de la misma antes de tumbar a la aterrorizada gryffindor sobre el pupitre. Sin dejar de apuntarla con la varita recorrió con la lengua toda la extensión de piel desde la base del cuello de Hermione hasta su ombligo, sujetando sus muñecas con una mano sobre su cabeza.
Hermione no paraba de llorar preguntándose qué podía hacer para salir de allí. Forcejeaba débilmente con su captor, no pudiendo olvidar un momento la varita presionada contra su cuello y temiendo que él estubiese lo bastante loco o desesperado para hacerle un daño mayor. "Me hará olvidarlo" pensaba destrozada, sintiendo como la dentadura de Draco le marcaba la piel debajo del pecho y las lágrimas le quemaban las mejillas y hacían escocer el corte del labio.
El impostor, complacido por la docilidad de la chica, soltó sus muñecas para desabrocharse el pantalón, demasiado ansioso por terminar antes de que la poción perdiese su efecto. Hermione, en un momento de claridad mental se dio cuenta de que el falso Malfoy había liberado sus manos y había separado un poco la varita de su garganta, concentrado en librarse de su ropa. Atenazada por el miedo bajó los brazos con cautela sin despegar los ojos de él, que parecía tener dificultades para bajarse la bragueta con una sola mano y le pegó en el brazo con todas sus fuerzas, desviando la punta de la varita de sí y dándole una patada en el estómago para alejarle de ella. El chico se tambaleó y volvió a apuntarla con su arma, pero el miedo de Hermione se había disipado a favor de una furia ciega y se abalanzó sobre él tratando de arrebatarsela. Forcejearon por ella hasta que él, más fuerte, la lanzó de un golpe contra la mesa de la profesora. Hermione calló al suelo una vez más de rodillas, respirando agitadamente y sintiendo que el mundo se le derrumbaba encima. Había perdido su oportunidad. Ahora él la inmovilizaría y haría con ella lo que quisiera.
Sintió ganas de llorar como una criatura, pero por fortuna entre sus lágrimas pudo ver algo a un paso de ella. Su varita. Le oyó a sus espaldas pronunciar el hechizo inmovilizador y se apartó con agilidad, callendo sobre su varita y empuñándola con fuerza, casi lanzando el hechizo antes de girarse hacia él completamente.
El falso Malfoy salió despedido contra la pared y Hermione recibió en su mano la varita del contrario. Se puso en pie agitada y anuló los hechizos que cerraban la puerta e insonorizaban el lugar. Salio corriendo sin mirar a su atacante, sin comprobar si seguía consciente, sin detenerse a reflexionar por nada. Solo sabía que tenía que salir de allí lo antes posible. Corrió como una condenada por el pasillo sin fijarse en la dirección y solo se paró cuando tropezó con otro cuerpo.
Aterrorizada como estaba, su desbocada imaginación le hizo creer que se trataba de agresor y gritó desesperada trantando de liberarse de las manos que la cogieron por los brazos para tranquilizarla. Cegada por las lágrimas tardó un momento en darse cuenta de que se trataba de Snape.
El adusto profesor la contemplaba atónito por su comportamiento, revolviéndose contra él como un gato salvaje, pero su perflejidad no fue nada cuando la muchacha se dio cuenta de quien era y se abrazó a él llorando de miedo y alivio por haber encontrado una persona que la alejaría del salón de transformaciones y de su intento de violación.
Por lo que Snape pudo entender del atropellado relato de Hermione se trataba de un alumno que había intentado atacarla. El profesor decidió pasar por alto las preguntas de qué hacía ella por allí a esas horas y más vestida de esa manera. En el estado en que se encontraba la muchacha no era urgente saber estos detalles. Obligó a Hermione a acompañarle a la clase de encantamientos asegurándole repetidas veces que no tenía que temer nada y que él la defendería si algo sucedía.
Varita en mano se asomó cauteloso al aula y encontró ni más ni menos que a Draco Malfoy desmayado contra una pared y con el rubio pelo manchado de sangre. ¿Draco atacando a una alumna? ¡Aquello era imposible! ¡Si estaba en el bosque prohibido! Un vistazo más profundo le reveló que no se trataba de su alumno.
- No es Malfoy – le informó a Hermione, para que no hubieran confusiones. La chica se limpió las lágrimas con el revés de la mano y se abrazó a sí misma.
- Lo sé, no se parece en nada – dijo entre sollozos. Snape la miró detenidamente, no porque su aspecto fuera lastimoso, que lo era, sino porque pocas personas hubieran podido decir esas mismas palabras.
Entró en la habitación decidido a comprobar en qué estado se encontraba el impostor, pero encontando la capa de la gryffindor en el suelo decidió salir de nuevo a entregársela ya que ella no parecía ser capaz de volver a entrar en ese cuarto. Snape, en contra de su comportamiento habitual, acomodó la prenda sobre los hombros de Hermione para que la chica no tuviese que soltar la sujección de los bordes de su camisa sobre el pecho. Después entró para ver al falso Draco.
- ¿Está muerto? – oyó preguntar a la chica desde fuera.
- Sólo desmayado – dijo Snape. La oyó mascullar "lástima" en el pasillo. El profesor de pociones frunció el ceño. Aquello era muy grave. No solo un alumno había utlizado una sustancia prohibida en el colegio sino que había agredido a una de sus compañeras. Salió de la habitación para pedirle a la chica que avisase a Dumbledore y se sorprendió al encontrarse la visión de un Draco Malfoy muy alterado que se acercaba a toda velocidad por todo el pasillo.
- ¡Hermione! – llamó a voz en grito. Iba con la varita en la mano y tenía aspecto de haber estado corriendo por todo el castillo gritando su nombre. Cuando la vio al fondo del pasillo aceleró el paso y casi derrapó al llegar junto a ella. Granger, aliviada de verle, se abrazó a él llorando desconsolada mientras Draco la envolvía en sus brazos.
- ¿Qué te hizo? – exigió saber, acunándola. Ella estaba demasiado avergonzada por su estupidez y su aspecto calamitoso para responderle o poder separar la cabeza de su hombro. Draco le acarició la espalda y le besó el pelo con ternura intentando reprimir sus propias lágrimas. ¡Maldita sea! ¡no había llegado a tiempo! - ¿Qué te ha hecho? – volvió a preguntar con la voz rota apretándola contra él como si así pudiera protegerla de todo, hasta de lo que ya había ocurrido.
- Intentó violarla – dijo Snape sin ningún tacto ni preámbulo. Pudo ver perfectamente como Draco endurecía la mandíbula y apretaba la varita con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos - ¿Saben quién puede ser? – preguntó sin esperanza alguna de que lo supieran. Se sorprendió al comporbar que estaba equivocado.
- Finch-Fletchley, de Hufflepuff – dijo Draco con odio.
Snape, sorprendido, echó un vistazo al interior de la habitación como si pudiera comprobar la identidad del sujeto por sus rasgos faciales, tarea imposible porque éstos aún eran los de Draco. El Sly adivinó que el agresor seguía estando en esa habitación y se desasió de Hermione como pudo dispuesto a cobrarse venganza. Afortunadamente (o no) Snape se lo impidió cortándole el paso. No era difícil leer las intenciones del chico en su rostro.
- Déjeme, profesor – demandó Draco con los dientes apretados. Snape se cruzó de brazos obstaculizando la puerta.
- ¿Para qué? ¿Para que te metas en problemas? – dijo con voz dura. Su mirada se suavizó un tanto al ver a Hermione, que se apresuró a agarrar al chico del brazo para impedir que hiciese ninguna tontería – Mejor lleva a Granger a la enfermería. Lo necesita.
Draco se volvió entonces a mirarla y sus ojos registraron los moratones de su rostro. Su sangre hirvió de ira pero también se dio cuenta de que ella necesitaba un poco de apoyo en ese momento. La venganza podría esperar. Tocó con suavidad uno de los hematomas de la mejilla mojada de lágrimas de la chica y se le endureció la mirada. Justin pagaría por aquello. Vaya si lo haría.
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No os quejaréis, no? Casi 10 páginas. Como me digáis que es corto... Bueno, el por qué Hermione se salva sola: sé que os parecía muy romántica la idea de que llegase Draco tipo caballero andante y rescatase a la dama en apuros, pero supongo que soy demasiado feminista para permitir algo así. Hermione se rescata sola porque es lo suficientemente capaz para hacerlo. No necesita que ningún hombre venga a sacarla de una situación difícil porque no es ninguna inútil (ni tampoco una Hufflepuff, jejeje)
El capítulo está muy mal escrito y sé que me paso un poco con la pobre chica, que la escena es un poco cruel con ella y que realmente no se lo merece, pero supongo que quería dejar claro que no se trataba de un asunto de broma para ella (ni para nadie, espero que nadie se haya ofendido al leerlo) y que el tio está gravemente perturbado. Todo el que hace algo así lo está.
Mi disculpa a los adeptos de Justin o de hufflepuff (no serán muy numerosos, no?). En este fic dejo realmente mal a esta casa y prometo compensarlo algún día, haré un fic dedicado a esta casa pero, claro, sin ninguno de los insulsos personajes que la pueblan (oh, que mala soy!) sino que tendrá nuevos personajes más insulsos aún!!!
Otro asunto, aunque no haya respondido a los fics tengo que deciros que los he leído y que me sorprende mucho las películas que os habeis montado, jejeje. Cada uno a dado una teoría y nadie ha dicho lo que en realidad era en el asunto, ¿quién está con Hermione y quien con Draco?. Vamos, si vosotros me leéis la mente muchas veces, ¿qué os ha pasado? No era tan difícil, no? Supongo que me consideráis más retorcida de lo que realmente soy. Bueno, la cosa estaba en que Justin era el falso Draco que estaba con Hermione, pero mandó a Ernie en su lugar al castigo porque ya lo había preparado todo con la chica y no se podía echar atrás, ella podía hablar con Draco y saber que él no le había mandado esa nota. Tampoco podía faltar al castigo de Sprout porque eso le traería mayores problemas y por eso mandó a Ernie en su lugar. Todo esto lo sabremos con mas detalle en el próximo capítulo pero os lo adelanto para evitar preguntas.
Ah, y por último, Isis (que es un solete!!!) me ha dado una dirección la mar de interesante pottermaniacos.com, en la que han publicado el primer capítulo de La orden del fénix en castellano!!! Os aseguro que merece la pena.
Nada más, me despido hasta la próxima actualización (que el siguiente capítulo aviso que sí que será mega-cursi-total para mi vergüenza, pero esque me apetece tanto...) Besitos a todos y gracias por leer mis desvaríos!!!!
Chau.
