Hola a todossss!!!

Estoy mu desganá de to, así que ni este capítulo ha quedado bien ni tengo ánimos para contestar a los reviews ahora. Considerando que me he retrasado mucho en publicar este capítulo y sabiendo que muchos os vais de vacaciones (envidia que me dais!!!) lo publico ahora y los reviews los contestaré quizás esta noche (cuando no me pesen los dedos pa pulsar las teclas) Ays, de verdad, esto del calor es un asko, lo unico que me apetece es tirarme delante del ventilador a vegetar, ni leer me apetece siquiera!!!

Mmmm, a ver, creo que yo tenía que decir algo aquí... Ah, sí, la canción es "Your song", la versión de Ewan Mcgregor (que no se nota que soy fans de Moulin Rouge... está incluida en la banda sonora de esta película), recomiendo que se baje para mayor efecto, jijiji. Como siempre, yo no la he traducido así que no sé si estará correcta, pero es taaaaan bonitaaaa. A ver, más cosas, ya casi hay 150 páginas de historia (y no sucedió nada interesante, un record, no?) y hemos llegado a los 300 reviews!!! Gracias a todo el mundo que lee esta historia y más aún a los que me dejan mensajito. Besitos mil para todos!!!!

Ah, sí, seguiré Fred en cuanto pueda, pero la verdad es que me apetece más quitarme esta historia de encima par seguir un poco más libre con la otra (donde la gente no es tan exigente, jejeje) Que paséis unas buenas vacaciones!!!

VACACIONES DE NAVIDAD

Cap. 26

Hermione sintió los ojos de Draco sobre ella y no pudo evitar avergonzarse por su aspecto. Se cubrió más con la capa para que él no pudiese ver las marcas de dientes que decoraban parte de su cuerpo y trató de limpiarse las lágrimas lo mejor que pudo. Sin embargo no podía parar de llorar. La había aliviado tanto verle y notar sus brazos alrededor de ella, intentando darle consuelo, que algo se había roto dentro de sí haciendo que todas sus emociones se mezclaran.

Lo primero en que pensó fue que Draco la perdonaba, su preocupación por ella venía a confirmarlo y verle tan furioso hasta el punto de cometer una locura contra Justin la había halagado y asustado, no quería que él se metiese enproblemas por su causa.

Después se sintió sucia, mancillada. Señales de golpes y dentelladas la marcaban y la sensación de culpa por haber acudido a la cita por propia voluntad la hacían sentirse miserable. También sintió miedo. Al mirar a Draco se preguntó si al estar cerca de él recordaría los malos tratos recibidos del falso Malfoy, si al besarlo desaparecería de su mente lo ocurrido en ese cuarto y si algún día podría sentirse segura de nuevo.

Por indicación de Snape Draco accedió a llevarla hasta la enfermería, rodeándole los hombros con un brazo mientras la paretaba contra sí y le acariciaba el pelo con ternura.

- No te preocupes. Ya ha pasado todo – murmuraba, más para él que para ella. Hermione podía sentir su furia en sus gestos y palabras, furia contra quien se había atrevido a tocarla.

- Draco, no hagas ninguna tontería – consiguió decirle entre sollozos. El se paró en mitad del pasillo para mirarla, soltándola para verla de frente.

- Te ha hecho daño – sentenció con dureza -. Se merece lo que le ocurra.

Hermione negó con la cabeza apesadumbrada.

- Por favor, no le hagas nada – pidió con voz lastimera. Draco la miró incrédulo.

- ¿Le defiendes? ¿Después de lo que ha hecho? – apretó los puños con furia. Hermione le envió una mirada suplicante.

- No le defiendo a él, te defiendo a ti. No quiero que tengas problemas por mi culpa.

Draco se relajó y la miró con tristeza.

- Herm, no voy a dejar esto así – dijo alzando la mano para rozar su labio partido, como muestra de por que Justin debía sufrir los tormentos del infierno – No me importa que me expulsen, pero voy a matar a ese cabrón.

Hermione endureció la mandíbula.

- Te estoy pidiendo que lo dejes estar, Draco – dijo con voz más firme -. Nadie te está pidiendo que me venges. Está lejos de ser caballeroso, es estúpido.

La mirada de Draco parecía decir "¿Crees que te voy a hacer caso?". Hermione sintió temblar de nuevo su labio inferior.

- Por favor – repitió con los ojos inundados de lágrimas de nuevo – No quiero que te pase nada y de todas maneras "ese" – no se sentía capaz de decir su nombre, pero puso todo su desprecio en la palabra – recibirá su merecido. Dumbledore lo expulsará y ya se sentirá bastante humillado por haber sido vapuleado por una chica.

Draco podría haberse reido de sus palabras en otra ocasión, pero la chica se había puesto a llorar de nuevo incontroladamente. La señora Pomfrey tendría que darle alguna poción para tranquilizarla. El rubio Sly la abrazó otra vez, notando los espasmos que recorrian su cuerpo y con sus sollozos rozándole el cuello. Sentía un fuerte instinto de protección hacia ella y un gran deseo de venganza hacia Justin. ¿Cómo se había atrevido a aterrorizarla así, a agredirla? ¿cómo había sido capaz de dañar lo más bonito del mundo? Y lo que más le asqueaba de todo el asunto era que lo había hecho utilizando su aspecto.

- Prométeme que no harás nada – dijo ella contra su hombro, su voz ahogada por la tela de la capa.

Draco, por toda respuesta, volvió a besarle ese pelo que había intentado alisar con poco resultado. Mejor así, le gustaba más como siempre, enmarañado. Hermione se tensó entre sus brazos.

- Prométemelo – le forzó. El chico suspiró ruidosamente.

- Está bien – dijo con voz derrotada – Lo que tú digas.

Hermione se relajó visiblemente. Fue capaz de respirar hondo, aliviada, sin querer separarse de él. Draco, oculto por el pelo castaño de la chica sonrió. No había llegado a decir "te lo prometo".

La señora Pomfrey, con una bata puesta sobre su camisón, atendió horrorizada las heridas de Hermione detrás de la cortina cerrada. A la enfermera se le llenaron los ojos de lágrimas cuando descubrió los mordiscos que tenía la chica y que habían manchado de sangre su blanca camisa. A continuación le dio un pijama para que se cambiase y se retiró para buscar un poco de poción para dormir sin sueños.

En cuanto la enfermera la dejó sola Draco descorrió las cortinas que le separaban de la gryffindor.

- ¿Estás bien? – preguntó con el ceño fruncido al ver la sangre en la camisa de la chica, que Hermione intentó cerrar rapidamente sobre su cuerpo.

- S..sí... Podrías... podrías dejarme sola. Tengo que cambiarme – dijo titubeante. No quería que él viera lo que había alcanzado a hacerle ese energúmero. Draco funció el ceño.

- Hermione te he visto desnuda varias veces, ahora no puede darte vergüenza cambiarte delante de mí.

La chica lo miró con expresión culpable por un momento, sin saber qué decir.

- Es por si entra la señora Pomfrey – dijo al fin. Draco no pareció muy convencido pero cerró las cortinas de nuevo resignado. Hermione se cambió con rapidez de ropa y se metió en la camilla, bajo las sábanas, oyendo cómo más gente entraba en la enfermería.

- ¡De eso nada! – casi gritó Draco- ¡No lo van a dejar aquí con ella!

Hermione se tensó al oirle. Estaba segura de que acababan de traer a Justin Finch-Fletchley para atenderle de sus heridas.

- Será mejor que salga de aquí señor Malfoy – oyó decir a Snape con dureza. Hermione volvió a bajar de la cama y descorrió la cortina para descubrir a un Draco muy cabreado que empuñaba su varita con aire homicida y al profesor de pociones plantado firmemente ante una camilla ocupada.

Finch-Fletchley ya había recuperado su aspecto habitual y Hermione no pudo reprimir una náusea al verle.

- No voy a quedarme con él – dijo la chica sintiendo que el pánico volvía a ella de nuevo. Snape la miró con lo que pareció comprensión y después se giró hacia la enfermera que entraba con la poción en la mano.

- ¿Qué ocurre aquí? – preguntó asustada al ver a Justin inconsciente y con un tosco vendaje alrededor de la cabeza. Snape se lo explicó brevemente para incomodidad de Hermione, que había evitado la parte escabrosa del asunto al contarle su versión a la mujer – No hace falta que se quede aquí, señorita Granger – dijo Pomfrey con comprensión. Le tendió el frasco de poción que tenía en la mano – Tómese esto antes de acostarse y podrá descansar – dijo con dulzura. Hermione sonrió trémulamente en agradecimiento.

- Malfoy, acompañe a Granger a su casa y después acuda a mi despacho – dijo Snape antes de que salieran de la enfermería.

Draco trató de protestar, no quería dejar sola a Hermione esa noche, pero sabía que tendría que explicar a Snape cómo se había enterado de lo de Justin así que escoltó a la chica por los pasillos oscuros y vacíos del castillo con los dedos entrelazados con los de ella de manera inconsciente. Llevaba en su mano la ropa de la chica excepto la capa, que Hermione se había puesto sobre el pijama de la enfermería.

Ninguno de los dos dijo nada en todo el recorrido, pero Draco la acompañó hasta su cuarto, la arropó en la cama, le dio de beber la poción y esperó a que se quedase dormida sosteniéndole la mano y separándose de ella cuando su respiración se hizo pesada con un tierno beso en los labios.

Sprout se alteró bastante al saber lo que su alumno favorito había tratado de hacer. Como Justin seguía inconsciente no pudo contar su versión de los hechos, pero juntando las historias de Hermione, Snape (que había sido testigo del estado en el que se encontraba la chica), Draco y Ernie Mcmillan, que no paraba de sollozar pensando en su expulsión, Dumbledore pudo obtener un cuadro completo de lo sucedido.

- Justin me dijo que estaba enamorado de ella – contó Mcmillan a su jefa de casa, su profesor de pociones, la profesora McGonagall y el director de la escuela tras la puerta cerrada del despacho de Dumbledore.

Draco pegaba la oreja al otro lado intentando escuchar algo interesante. Después de su charla en el despacho de Snape con él y el director había tenido que repetir la misma historia delante de la jefa de Gryffindor y Hufflepuff y le habían indicado que esperase fuera. Al oír el comentario de Ernie bufó de indignación. ¿Amor? Si ese era el amor del hufflepuff no quería saber cómo sería su odio.

- Sólo quería acostarse con ella una noche, dijo, después podría olvidarla – continuó Ernie, como si de verdad creyera en esas palabras – Como yo estoy saliendo con Zabini me convenció de coger un poco de pelo de Malfoy para la poción multijugos. Hermione nunca se enteraría, tiene una aventura con Malfoy.

Draco supuso que esa exclamación de sorpresa la había hecho McGonagall, sorprendida por los gustos y actividades extraescolares de su alumna favorita.

- ¿Por qué accedió a ayudarle, señor Mcmillan? – preguntó Dumbledore sin un rastro de simpatía en la voz. Draco estaba seguro de que estaba furioso con el comportamiento de los dos hufflepuffs y no era para menos. Ernie tardó un momento en contestar.

- Somos amigos – dijo simplemente. Tal vez fuese porque la puerta de madera amortiguaba las palabras, pero el Sly podía jurar que eso lo había dicho con lástima. Adivinó, por la pena y amargura del tono de voz, que Mcmillan sentía algo más que amistad por su compañero de casa. Los profesores no preguntaron nada más acerca de eso, puede que el rostro de Ernie fuese bastante respuesta.

- ¿De dónde sacaron la poción? – preguntó Snape bruscamente – Supongo que sabe que tarda un mes en hacerse y son necesarios ingredientes de los que en su calidad de alumnos no disponen.

- La compramos – dijo Ernie sonando bastante avergonzado. Y no era para menos. Draco, y seguro que también todos los profesores, sabían que esa poción no era fácil de conseguir por los medios normales. No se podía entrar en una tienda de ingredientes de pociones y pedir poción multijugos. Para eso había que recurrir a vendedores ilegales que solían apostarse a lo largo del callejón Knockturn.

Ante la presión de Snape en el asunto Ernie tuvo que confesar que habia sido él el que encargó la poción en nombre de Justin. Eso era bastante lógico considerando que Finch-Fletchley era de origen muggle y Mcmillan descendía de una larga familia de magos (mediocres, pero magos al fin y al cabo). Lo preocupante era que el chico supiera dónde encontrar este tipo de sustancias. Por supuesto, Draco también lo sabía pero al ser su padre mortífago uno estaba al tanto de ese tipo de cosas. El Sly podría apostar sin temor a equivocarse que por ejemplo Ron Weasley no tendría ni idea de por donde empezar a buscar algo de ese tipo.

Draco podría haber lamentado por Ernie el que su familia seguramente fuera a ser investigada exaustivamente en riesgo de que pudieran ser del lado oscuro, pero los Mcmillan nunca habían sido de su agrado precisamente.

- Le cambié el día de castigo en el último momento – decía Sprout con voz dolida – No pareció hacerle gracia pero no le dí ninguna importancia. Supongo que a esas alturas ya se había citado con la chica y no querría hecharse atrás.

- Lo que no entiendo – tomó la palabra McGonagall – es cómo accedió, señor Mcmillan, a suplantar a su compañero en un castigo mientras él agredía a una de las alumnas.

- ¡No le iba a hacer daño! – exclamó Ernie exasperado – Si se lo hizo fue seguramente porque no le quedó otro remedio – defendió con acaloramiento. Draco, al otro lado de la puerta, hizo crujir sus nudillos en una imitación a Crabbe y Goyle, ¡con que no le quedó otro remedio! Luego diría que Hermione le forzó a ello. ¡Madito Hufflepuff! – Justin tenía que ir al castigo, no podía faltar, y tampoco podía arriesgarse a cancelar la cita con Granger por si ella hablaba con Malfoy y todo se estropeaba. Solo le hice un favor.

- ¿Sabe que esto le acarreará la expulsión? ¿A ambos? – dijo Dumbledore con voz dura.

- ¡Yo no he hecho nada! – casi gritó Ernie.

- Tú, en primer lugar, robaste a Zabini la fórmula de la poción fallida que le disteis a los gryffindors y que pudo haber tenido desastrosas consecuencias – rememoró Snape, que no había pasado por alto el comentario que Malfoy hizo en aquella ocasión – Conseguirte también la poción multijugos y pelo de Malfoy. Suplantaste a Finch-Fletchley en su castigo. Le encubriste en todo. ¿Aún crees que no has hecho nada?

A estas alturas Ernie empezó a gimotear de nuevo diciendo que él no quería que pasase nada de aquello, que no se merecía la expulsión, que en su casa le matarían si le echaban del colegio y quién sabe cuantas tonterías más. Draco estaba asqueado de él.

Snape se sorprendió bastante al encontrar a Draco fuera del despacho del director. El chico, haciendo caso omiso de su profesor, le lanzó a Mcmillan una mirada de auténtico odio que no dejó al otro indiferente.

- Así que seguirás por aquí, ¿no? – preguntó el rubio desagradablemente. Mcmillan se encogió un poco ante la mirada venenosa y más aún ante una sonrisa que prometía dolor – En ese caso nos veremos por los pasillos – dijo Draco arrastrando las palabras más de lo normal – Que duermas bien, Ernie.

El Sly se dio la vuelta y puso rumbo a las mazmorras con la mirada temerosa de Mcmillan a sus espaldas. Snape suspiró cansado. Tendría que vigilar de cerca de Draco Malfoy.

Se resolvió no expulsar inmediatamente a Mcmillan. Primero se expondría el caso al consejo para tomar una decisión sobre él. Aunque había tenido parte activa en el desarrollo de los acontecimientos tampoco podçia preveer que el asunto podía llegar a tomar un cariz tan siniestro. Por supuesto, los profesores le fulminaban con la mirada y sus padres fueron informados de inmediato del comportamiento de su hijo.

Con Justin Finch-Fletchley había resultado todo más sencillo. Se le expulsaría en cuanto recobrase la conciencia: al parecer el expeliarmus de Hermione había resultado tan fuerte que se había abierto la cabeza al golpearse contra el muro. Hay que decir que absolutamente nadie se compadeció de él.

En cuanto llegó a su cuarto Draco despertó a Zabini para contarle las noticias. El pobre se mostró tan afectado por todo (después de todo era su novio el que había colaborado en un intento de violación afortunadamente frustrado) que se enclaustró tras las cortinas de su cama sin dejar que Draco intentase consolarle.

Malfoy se tumbó en su lecho y estubo mirando al vacío durante un buen rato, preocupado por Hermione y deseando haberse quedado con ella esa noche. Un par de veces tuvo que reprimir el impulso de salir de Slytherin para entrar en Gryffindor y tumbarse a su lado para vigilar su sueño. Sería algo inútil, no tendría pesadillas esa noche gracias a la poción para dormir. Pensando en su venganza contra los Hufflepuffs se quedó dormido y no despertó hasta el amanecer, cuando un gran alboroto en la sala común le hizo saber que se había difundido la noticia.

Pansy fue la primera en venirle con el cuento y Draco descubrió que la versión general de los hechos que corría de boca en boca de los alumnos era que Justin Finch-Fletchley había hecho algo grave que le había valido la expulsion, pero que aún no se había enterado de la noticia porque estaba inconsciente en la enfermería.

Draco se preguntó de dónde habría sacado Pansy esa información incluso antes del desayuno. Al parecer la rubia había hablado con un hufflepuff (Draco no podía ni empezar a imaginar de quién podía tratarse ni cómo se había podido topar con él tan temprano) que le había relatado lo que Sprout les dio a conocer en reunión general de la casa a primera hora de la mañana.

Ernie Mcmillan no soltó una palabra acerca de lo que realmente había ocurrido, lo mismo que los profesores, y Draco decidió guardarse también el secreto por el bien de Hermione.

Hermione despertó confundida cuando el sol ya estaba bastante alto. Se estiró como una gata entre las sábanas temiendo no estar del todo despejada aún. No fue hasta que puso un pie fuera de su cama, cuando se dio cuenta de que vestía el pijama de la enfermería, que recordó todo lo sucedido la noche anterior. Fue como recibir una descarga eléctrica: la nota, Justin, Snape, Draco... Se abrazó a sí misma tratando de volver a respirar con normalidad.

Salio de la cama sintiéndose una completa idiota, opinión que no mejoró al encontrar la nota de la cita con el falso Malfoy, ¿cómo podía haber pensado que esa letra era de Draco? ¿Es que estaba ciega? Y ese pergamino... Se preguntó con un escalofrío qué habría ocurrido de no haberse dado cuenta de que no era Draco. Seguramente le habría pedido explicaciones y él habría respondido con evasivas, justo como ocurrió. Seguramente todo habría sucedido más o menos igual, con la única excepción de que ella no habría estado prevenida.

Terminó pensando que había tenido mucha, mucha suerte. Ese maldito hufflepuff no había llegado a hacerle nada serio, fuera de las marcas en su piel que ya habían desaparecido gracias a los cuidados de la señora Pomfrey. Para asegurarse fue hasta el espejo y se quitó la camiseta del pijama para comporbarlo. Allí donde Finch-Fletchley la había mordido haciéndola sangrar la piel aparecía limpia de señales. Suspiró aliviada, no había soportado que hubiese quedado señalado como un recuerdo permanente.

Terminó de desvestirse y se metió bajo la ducha, permitiéndose pensar en Draco y su reacción. La preocupación por ella la conmovía mucho, pero también la inquietaba que él insistiera en sus ideas de venganza. Ya había tenido suficiente ganándose un castigo por no llevarla a la enfermeria cuando el asunto de la poción. Se preguntó con un sobresalto si todo eso significaba que él la había perdonado. Anoche no había dicho nada, ciertamente, pero se había quedado con ella, sosteniéndole la mano hasta que la poción para dormir había hecho su trabajo.

Hermione salió contenta del cuarto de baño, pero toda la alegría que pudo sentir se vino abajo al ver a Ginny plantada frente a su cama mirando la blusa blanca que había llevado anoche. Draco la había dejado, junto con su falda, sobre la tapa de su baúl, a los pies de la cama, y ahora le pelirroja contemplaba perpleja las manchas de sangre que tenía la camisa.

- ¿Pero qué ha pasado? – preguntó a su amiga asustada mientras comprobaba con la mirada si Hermione estaba herida. La chica suspiró cansada.

- Supongo que os lo tengo que contar – dijo pesarosa.

Contárselo a Ginny, que casi se echó a llorar al saber por lo que había pasado su amiga y sobre todo por la extraña dulzura de Draco, no era lo mismo que contárselo a Harry y Ron, a los que hubo que retener para que no invadieran la enfermería varita en mano dispuestos a descargar un par de cruciatus sobre Justin Finch-Fletchley. Sobre la actitud de Malfoy con ella ninguno de los dos hizo referencia alguna, seguramente incómodos al saber que su enemigo habitual había acudido al rescate de su mejor amiga aunque no hubiera llegado a tiempo. La intervención de Snape tampoco fue comentada, ni para bien ni para mal.

Hermione se sintió más tranquila al descargarse de todo ello. Parecía que cuanto más lo pensaba más afortunada se sentía y el miedo se disipaba un poco. Por supuesto tuvo que aguantar un extenso sermón de parte de sus amigos sobre los peligros de salir sola de noche y esforzarse mucho por convencerlos de que era perfectamente capaz de defenderse por sí misma (la prueba estaba en la enfermería) y no necesitaba su escolta permanente. Sin embargo, y pese a sus objeciones, los chicos las acompañaron a ella y Ginny al gran comedor enviando miradas asesinas a todo aquel alumno que se atrevía a mirarlas aunque fuera de reojo.

Hermione tomá asiento en su lugar habitual, entre Alex Learner (que les contó enseguida la noticia sobre Justin) y Ron, con Harry delante y Ginny frente a su hermano. La chica revolvió su desayuno con cierta desgana hechando miradas a Slytherin de cuando en cuando, pero al parecer Draco aún no había bajado. Cuando al fin apareció por las puertas venía acompañado de Skye Hidden y Stan Adams (que caminaban cogidos de la mano, para mayor frustración de Ron) y un Blaise Zabini con un aspecto que dejaba bastante que desear.

Draco estaba más guapo que nunca (a juicio de Hermione, que siempre que lo veía le parecía que había mejorado mucho respecto a la vez anterior) y charlaba animadamente con sus amigos. Sin dirigirle una sola mirada a la sección de Gryffindor se acomodó en su lugar habitual de Slytherin dirigiéndole una sonrisa amistosa a ("la vaca de" pensó Hermione) Pansy Parkinson, que se deshizo en risitas tontas con él.

Hermione se quedó estupefacta, ¡la había ignorado!¡después de lo de anoche! Le miró atentamente durante todo el desayuno (sorprendiéndose de los muchos dulces que podía comer el rubio) pero él no le dirigió ni una sola miradita de soslayo. La gryffindor sintió un nudo en la garganta que le impedía respirar y temió estallar en lágrimas allí mismo. Estaba a punto de levantarse para salir corriendo del comedor cuando un grupo de lechuzas llegó para dejar el correo entre las tazas (y algunas veces dentro de ellas) del desayuno. Hermione dio un respingo cuando una lechuza parda de la escuela dejó ante ella un sobre rojo. Lo miró boquiabierta al igual que sus compañeros de Gryffindor y algunos Ravenclaw que no tenían otra cosa que hacer que meterse en los asuntos de los demás.

- ¡Un howler! – exclamó Ron atragantándose con los cereales. Hermione le echó una mirada asesina porque se había oído por todo el comedor y ahora todo el mundo, hasta los profesores, tenían la vista clavada en ella.

- ¿Quién te lo ha podido enviar? – preguntó Ginny sorprendida – Será mejor que lo escuches fuera – añadió la pelirroja viendo que todo el gran comedor le prestaba atención a su amiga.

Hermione asintió aturdida y se dispuso a coger el sobre para salir corriendo de allí, pero el howler se abrió solo (para su completo horror) en cuanto lo rozó con los dedos.

Si no hubiera sido por el pendiente en forma de libélula que cayó sobre el plato de la gryffindor Hermione nunca habría podido imaginarse que la voz que resonó por todo el salón cien veces aumentada era la de cierto rubio de Slytherin:

My gift is my song and this one's for you
Yo regalo canciones, y esta es para ti

El salón se quedó en completo silencio, todos mirando a Hemione boquiabiertos, pero no tanto como la propia chica.


And you can tell everybody this is your song;
Y puedes decirle a todo el mundo que esta es tu canción,

"Ya no hace falta que diga nada" pensó ella con amargura viendo como todo el mundo le prestaba toda su atención. Enrojeció tanto que creyó que iba a estallar. Intentó resbalarse de la silla para esconderse en lo posible tras la mesa y evitar las caras de sus amigos.

It may be quite simple but, now that it's done,
Puede ser sencilla pero ahora que está hecha
I hope you don't mind,
Espero que no te importe,
I hope you don't mind that I put down in words
Espero que no te importe que ponga por escrito

"Voy a matar a Draco" pensó Hermione enviándole una mirada asesina al chico, que se reía junto con sus amigos del bochorno de Hermione. La chica se cubrió la cara con las manos y vio entre el espacio de los dedos como Draco formaba con los labios las palabras de la canción:


How wonderful life is now you're in the world.
Lo maravillosa que es la vida ahora que estás en el mundo.

El suspiro de casi todas las chicas (y profesoras) del comedor se oyó seguramente a kilómetros de distancia del castillo. Hermione sonrió a pesar de sí misma tapándose más la cara con las manos.


I sat on the roof and kicked off the moss...
Me senté en el tejado y quité el musgo a patadas...
Well a few of the verses well they've got me quite cross.
Bueno, algunos de los versos me tienen algo enojado.
But the sun's been quite kind while I wrote this song,
Pero el sol ha sido muy bondadoso mientras escribía esta canción,
It's for people like you that keep it turned on
Brilla para gente como tú.

Hermione sentía cómo se le escapaban las lágrimas en contra de su voluntad y ya no era consciente de todos los ojos que estaba clavados en ella, con envidia, curiosidad o cariño. Solo era consciente de uno ojos grises que no se atrevía a mirar por miedo a que todos descubriesen que él le había mandado aquella canción.


So excuse me forgetting, but these things I do...
Así que perdona el olvido, me pasan estas cosas...
You see! I've forgotten if they're green or they're blue..
¡Ya ves! He olvidado si son verdes o azules...
Anyway, the thing is, what I really mean,
En cualquier caso, lo que realmente quiero decir es que
Yours are the sweetest eyes I've ever seen.
Los tuyos son los ojos más dulces que he visto nunca.

"Marrones" pronunció ella sin hablar. Sintió la sonrisa de Draco desde el otro lado de la mesa. Y ella sin poder parar de llorar como una tonta porque era tan feliz que no podía expresarlo con palabras.


And you can tell everybody this is your song;
Y puedes decirle a todo el mundo que esta es tu canción;
It may be quite simple but, now that it's done,
Puede ser algo sencilla pero, ahora que está hecha,
I hope you don't mind,
Espero que no te importe,
I hope you don't mind that I put down in words
Espero que no te importe que ponga por escrito
How wonderful life is now you're in the world.
Lo maravillosa que es la vida ahora que estás en el mundo.

I hope you don't mind,
Espero que no te importe,
I hope you don't mind that I put down in words
Espero que no te importe que ponga por escrito
How wonderful life is now you're in the world.
Lo maravillosa que es la vida ahora que estás en el mundo.

Los últimos ecos de la canción se desvanecieron en el aire mientras el sobre rojo ardía sobre el plato de la chica. Hermione, demasiado aturdida y hechada a perder por las lágrimas, no acertó a decir nada cuando las chicas más cercanas se abalanzaron a preguntarle quién había hecho "algo tan precioso" para ella. Podía ver de reojo a Ron y Harry riéndose, junto con gran parte del gran comedor (incluído Slytherin al completo) del bochorno de la chica. Ginny, contagiada por su amiga, lloriqueaba sobre su servilleta diciendo que "era lo más bonito que había visto nunca" (a lo que Harry la miró asustado).

Ignorando las preguntas de todo el mundo, Hermione recogió su pendiente de libélula y echó un discreto vistazo a Slytherin, donde un Malfoy sonreía de oreja a oreja al ver sus reacciones. La Gryffindor salió del comedor a toda prisa sin esperar a ninguno de sus amigos sintiendo el corazón martilleándole dolorosamente en el pecho. ¿Cómo se le había ocurrido a Draco hacer una cosa así? No podía decir que no le había gustado, ¡le había encantado! ¿pero tenia que hacerlo delante de TODO el mundo? ¡Que vergüenza! Llegó al vestíbulo y se quedó plantada en medio, indecisa, sin saber si subir a su cuarto o correr hacia el lago. Oyó a Ginny detrás suyo y se giró para verla.

- ¡Ha sido increíble! – exclamaba contenta ante la cara de fastidio de Ron y Harry que decían que "tampoco había sido para tanto" – Tiene que estar muy colgado por ti para hacer algo tan mega-cursi – sentenció la pelirroja.

Hermione se echó a llorar de nuevo por las palabras de su amiga. Ni siquiera ella misma sabía lo que estaba sintiendo, no sabía si quería patearle los huevos a Draco o devorarlo a besos. ¡Ni siquiera la había mirado cuando entró en el comedor! No tuvo tiempo de decidir sus sentimientos porque Draco apareció por la puerta en ese momento. Ignorando a Ron, Harry y Ginny lo miró fijamente un segundo y después corrió a echarse en sus brazos.

- ¡Eres un estúpido! – le dijo lloriqueando contra su pecho - ¡Qué mal trago me has hecho pasar!

- Vaya, y yo que creí que te gustaría – dijo él con aire inocente. Hermine se rió y se separó para mirarle.

- Y me ha encantado, pero tengo ganas de matarte – dijo intentando ponerse seria aunque sin conseguirlo – Ahora todo el mundo se preguntará quién demonios me lo envió.

- Diles que fui yo – dijo Draco con una sonrisa burlona. ¡Como si alguien fuera a creer que él era capaz de hacer algo así! Ni siquiera estaba seguro de cómo se le había ocurrido algo tan terriblemente cursi. No era su estilo. Con razón Skye se estuvo riendo de él toda la tarde cuando se lo contó.

Estrechó a Hermione contra él y le besó el pelo una vez más, ese pelo enmarañado que adoraba. Los Gryffindors, afortunadamente, habían desaparecido de escena. Hermione le cogió de la mano y tiró de él en dirección a las escaleras que subían hasta su torre, pero Draco la detuvo cuando llegó al primer escalón para girarla y rodearla de nuevo entre sus brazos.

Quería decirle que la quería, que estaba loco por ella y que necesitaba tenerla a su lado las 24 horas del día, que nunca la dejaría marchar y mataría a todo aquel que le hiciera fruncir el ceño, pero por algún motivo no pudo decir nada de eso. Se quedó perdido en sus ojos, esas inmensiadades castañas (bien sabía él de qué color eran) y las palabras se alejaron de su mente, dejándole enredado en esa mirada llena del amor que sólo se había atrevido a confesar por escrito pero que expresaba ahora con toda su alma. Draco se adelantó hasta sus labios casi con timidez para rozarlos con reverencia. Hermione respondió a su contacto dejándose llevar por él, correspondiendo dócilmente al ligero beso y enterrando los dedos en el pelo rubio perfectamente peinado, susurrando su nombre como si aún no pudiera creer lo que estaba pasando. El chico le rozó el labio inferior con la lengua, haciéndola estremecerse y suspirar casi en su boca, tentándole a probar la humedad que le esperaba detrás de esos dientes blancos y parejos, pero Draco se demoró tanto en el recorrido de su labio que Hermione decidió aventurar su propia lengua en su busca, guiándole hacia el interior para probar un beso más profundo e íntimo que el que aún no había terminado. Esta vez fue él quien gimió, sintiendo a Hermione rozarle con leves toques las zonas sensibles de su boca y acariciarle la nuca y el cuello con los dedos. La atrajo más hacia sí, hasta que ya no hubo espacio entre sus cuerpos y Hermione se apoyó en él para no caer del escalón en el que estaba. Draco la alzó entre sus brazos estrechándola contra él, perdiéndose en el contacto que tanto había añorado y que deseaba que fuera suyo por siempre.

Una tos discreta los hizo separarse bruscamente. Hermione tuvo que limpiarse el hilillo acuoso que quedó flotando entre ellos debido al intercambio de saliva (asqueroso pero cierto). Ambos observaron azorados a un Snape muy enojado mirándolos desde la puerta del Gran Comedor.

- Les agradeceria que, ya que van a seguir teniendo este comportamiento, al menos lo hagan en privado. Hay gente que acaba de comer y este tipo de escenas revuelven el estómago – dijo con voz dura. No podía ocultar el desagrado que le producía haberlos encontrado precisamente él. Les lanzó una mirada de advertencia y desapareció rumbo a las mazmorras haciendo revolotear su capa tras él.

Draco y Hermione se miraron avergonzados y estallaron en carcajadas sofocadas. No era cuestión de que Snape decidiera que después de todo necesitaban un castigo. Después de las risas compartidas se quedaron mirándose como un par de idiotas hasta que Hermione recordó donde estaban (frente a la entrada del Gran Comedor, donde cualquiera que saliese podría verlos perfectamente) y cual era su intención (llevarse a Draco a la cama). Entrelazó los dedos con los suyos y le dio un pequeño beso.

- Te he echado de menos – le susurró. La sonrisa de Draco fue demasiado tierna para ignorarla y se ganó otro beso, este un poco más largo que el anterior. Finalmente, cogidos de la mano y mirándose intensamente, terminaron de subir la escalera rumbo a la torre de Gryffindor.

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Horrible, horrible, lo sé, pero no doy para más. Qué queréis que os diga, si ahora mismo fuera invierno y estubiese lloviendo tendría mas inspiración, pero no me puedo concentrar así que lo siento a los que esperaban más romanticismo y también lo siento por los que esperaban menos.

Besitos.