Hola a todo el mundo!!!!

Como comprenderéis hoy no voy a contestar reviews porque ya me he dado cuenta de que son más de cincuenta y tardaría unas cuantas horitas en poder contestar a todos. Como creo que ya habéis esperado bastante publico este capítulo (corto, poco interesante y soso como el que más) para no dejaros con las ganas.

Sobre la sorpresa que pensaba preparar para el día 4... bien, por causas ajenas a mi voluntad no pude terminarla e intentaré hacerlo en breve. No es nada espectacular ni nada de eso, es solo un personaje que creo que ha llegado la hora de que se dé una vuelta por el fic. Lamentablemente, primero por ser paño de lágrimas, después por el inoportuno virus y por último habiendo sido víctima de un estúpido resfriado que tengo que agradecer al aire acondicionado del trabajo (de baja 5 días, menos mal que me lo pagan, jajaja) ha sido imporsible que pudiera terminarlo a tiempo y mucho menos dejarlo en un estado decente y coherente. Se hará lo que se pueda. Mientras tanto decidí hacer segunda parte de Estado Anímico Alterado, y yo no sé ni como ni por qué me ha salido algo que no me esperaba y que creo que durará unos cinco capítulos (digo creo porque estoy terminando ya el que será el cinco y aún no sé si habá un sexto) y en cuanto a Fred... bien, el cabrón se me resiste, pero yo lo intento! Además tuve la loca idea de hacer un mini-resumen de "Normas básicas para escribir un fic de Harry Potter" y también ando medio liada con eso.

Y también tengo vida, no lo dudéis, jajaja.

Gracias a todos por seguir siendome fieles y gracias también a LadyLily1982 que me envió la solución a "todos mis problemas" en forma de mail a mi cuenta, ¡mi agradecimiento eterno!

Intentaré publicar lo antes posible.

Besitos a todos!

VACACIONES DE NAVIDAD

Cap. 31

Los pasos de los tres resonaban con estruendo en el silencioso pasillo. Harry y Ron, uno a cada lado de Malfoy, le echaban miradas poco discretas de cuando en cuando. No sabían si les impresionaba más el método de tortura utilizado, el que al rubio no le afectase aparentemente el pensamiento que tanto había perturbado al Hufflepuff o que Malfoy no hubiera parecido dispuesto a dar por terminada la sesión. Posiblemente lo que más les inquietaba era la pasmosa calma del Sly después de lo que habían hecho o (aún más perturbador) el ataque de ira que había sufrido al escuchar a Justin pronunciar el nombre de Hermione.

Draco caminaba entre los Gryffindors con gesto altivo, como tenía por costumbre. Sus pasos largos y apresurados eran emulados por los otros dos a la perfección, manteniéndoles a su mismo ritmo. Intentaba perderse en sus pensamientos, tratando de ignorar las miradas suspicaces de sus compañeros de crimen, aunque era un poco desesperante sentir cómo sus ojos se clavaban en él, casi como si no se atrevieran a decir algo en su presencia.

Se paró en seco en mitad del pasillo. Harry y Ron aún se adelantaron un par de pasos antes de volverse a mirarlo.

- Soltadlo ya – dijo el rubio casi con un siseo. Los Gryffindors intercambiaron una mirada tensa.

- Lo hubieras dejado, ¿verdad? – preguntó el pelirrojo, lo que extrañó un poco a Draco, pues hubiera esperado esa pregunta de Potter, no de él.

Por supuesto, sabía a qué se refería: a su reticencia a recoger el pensamiento de Justin. Solo tuvo que asentir una vez, secamente. Harry suspiró pesaroso.

- Supongo que es algo que llevas en la sangre, ¿no? Lo de torturar me refiero...

- ¡Que falta de tacto, Potter! – replicó Draco divertido por su mirada y su tono de preocupación. Se cruzó de brazos exhibiendo su media sonrisa de costumbre - ¿Sentís remordimientos ahora? ¿Acaso no os preocupáis por lo que ese cabrón le hizo a vuestra amiga?

- Te excediste – dijo Harry severamente – No merecía eso. Esos gritos... – se pasó una mano por el pelo delatando sus pensamientos de culpa. Ron lo miró de soslayo.

- Seguro que Herm también gritó, Harry – dijo ásperamente – A mí no me preocupa lo que hiciste, Malfoy – dijo volviéndose hacia el aludido – Sino lo que pensabas hacer.

- Soy cruel – dijo Draco con un encogimiento de hombros – Denúnciame.

- Debería hacerlo – dijo Ron adelantándose hasta estar a un palmo de él – Lo que pasó allí dentro es grave, Malfoy, muy grave. Es más que una paliza a otro estudiante. ¡Pensabas volverlo loco!

- No hubiera enloquecido – dijo Draco categóricamente con voz glacial.

- ¿Cómo lo sabes? – preguntó Harry adelantándose también – Allí dentro dijiste que...

- Se hubiera matado antes – terminó con voz inexpresiva. Los miró con tanta calma e imperturbabilidad que los Gryffindors se sintieron más intimidados por su expresión que por sus palabras.

- Estás loco – susurró Ron mirándolo asustado.

Draco los miró a los dos. Potter no acertaba a reaccionar y continuaba mirándolo incrédulo, seguramente pensando que estaba jugando a ser duro. Weasley, sin embargo, sabía que no era broma. Suspiró cansado, pensando que realmente era una molestia que fueran tan amigos de su chica.

- Escuchad, seguramente hubiera vuelto – admitió con desgana. Le gustaba la reputación de hijo de puta frío y despiadado, pero tampoco quería que la gente huyese de él por los pasillos, sobre todo si eran compañeros de Hermione.

- Eso no lo sabes – dijo el pelirrojo aún sin convencer. Sabía que Malfoy estaba siendo sincero, pero también sabía que cada vez que su conciencia le hubiera dicho que dejar al hufflepuff en ese estado era demasiado cruel el Sly hubiera encontrado una excusa para dejarlo sufrir un rato más.

- No, no puedo estar seguro – dijo Draco con sinceridad mirando al pelirrojo como si lo valorase de otra manera – Pero no soy tan despiadado como parecéis pensar.

- Eres hijo de un mortífago – le recordó Harry – Futuro mortífago también. ¿Por qué no íbamos a pensarlo?

El Sly no respondió. Se limitó a mirar al moreno con pinta de indecisión. Ron vio que la seguridad del rubio se tambaleaba por las palabras de su amigo, y se aventuró:

- Malfoy, ¿vas a ser mortífago?

El silencio cayó sobre los tres. Harry pasaba la mirada del rubio al pelirrojo perplejo por esa pregunta y también por no haber obtenido una pronta respuesta. Claro que no esperaba un "por supuesto que voy a serlo", pero sí un "qué demonios te importa, Weasley" que hubiera sido más propio de Malfoy. Al menos más propio que esa falta de contestación.

Ron no apartaba la mirada del rubio, que se cansó bien pronto de sostenerla y dirigió sus ojos de acero al suelo.

- ¿Malfoy? – presionó Harry. Draco levantó los ojos hacia él, de nuevo sin expresión alguna.

- ¿Pensáis que podría estar con Hermione siendo un mortífago? – preguntó.

- ¿Qué quiere decir eso? – inquirió Ron a su vez, no sabiendo como interpretar esa cuestión.

- Que tengo que decidir – contestó el rubio con un deje de fastidio en la voz. Y sin darles oportunidad a decir nada más se abrió paso entre ellos para seguir con su camino.

Harry y Ron volvieron a cruzar una mirada silenciosa. Cuando el eco de los pasos de Malfoy se hubo perdido en los pasillos Ron dijo:

- Espero que elija bien. Sería una suerte que estuviese de nuestro lado.

Eso, viniendo de Ron, era una gran declaración. Algo así como que el Sly tenía su permiso para salir con Hermione si era eso lo que quería. Harry asintió esbozando media sonrisa.

- Pienso que ya sería una suerte no tenerlo en contra nuestra – admitió. Porque alguien como Malfoy siendo un mortífago sería un gran, gran problema.

Cuando Hermione bajó a la sala común, un rato después de que los chicos se hubieran marchado rumbo a la enfermería, se llevó una sorpresa al encontrarse a Skye allí mirando por la ventana en dirección al bosque prohibido.

- Hidden – dijo la chica soprendida, haciendo que la otra se girase al oir su voz - ¿qué haces aquí? ¿dónde está Draco?

- Ha tenido que salir a arreglar unos asuntos – le excusó la morena rogando porque la gryffindor no le preguntase qué tipo de asuntos – Me dijo que te avisara.

Compuso una sonrisa de inocencia bastante sospechosa.

- ¿Qué tipo de asuntos? – preguntó Hermione recelosa, haciendo que Skye la maldijera en silencio, sin embargo, ya que no podía decirle la verdad, decidió molestarla un rato.

- Bueno... dijo algo de esconderse en las mazmorras por no se qué motivo de salud – dijo fingiendo pensar – Algo así como que su novia loca le obligaba a tener más sexo del recomendable y quería llegar vivo al final de la semana.

El rostro de Hermione enrojeció violentamente. ¿Draco le había contado lo de la ducha acaso?

- ¿En serio Hermoine? – preguntó Ginny detrás de ella bajando los últimos escalones - ¿Acosas sexualmente a Malfoy? – su voz sonaba divertida.

- Bueno, si alzar las cejas supone acoso... – replicó Hermione altanera. Vale, había exagerado un poco pero era cierto que Draco no necesitaba mucho más para echársele encima.

- Uuuu, que pareja más caliente – rió Skye, porque sabía muy bien a qué se refería Hermione. Ginny se rió un poco y fue a sentarse en el sillón de tres plazas frente a la chimenea.

- Si, mucho – dijo la castaña sonriendo con un poco de malicia – Tenías que habernos visto antes, en ese mismo sillón, ¡fue increíble!

Ginny puso una cara de asco impresionante y saltó de su asiento como si quemase.

- ¿En este sillón? ¡Si seréis asquerosos!

Al ir a sentarse en el sillón uniplaza Hermione añadió:

- Y ahí se sentó desnudo.

- Puaajjj – exclamó la pelirroja evitando que sus posaderas tocasen el asiento. Hermione y Skye se rieron de ella por un rato viendo sus expresiones. – Creo que a partir de ahora será mejor no dejaros solos en la sala común – comentó Ginny mirando una silla sospechosamente.

- Pero oye, ¿y si hubiera entrado alguien en ese momento? – preguntó Skye con curiosidad - ¿Le hubierais dejado participar?

- Anda que la otra también... – murmuró la pelirroja por lo bajo dándoselas de puritana.

- Oyes, que a mí eso de los tríos no me gusta nada – replicó Hermione tumbándose en el sillón de las tres plazas. Skye, por otra parte, decidió acomodarse en la alfombra sentada al estilo indio – Mi Draco es solo mío y no lo pienso compartir.

- Pero Herm, ¿tú crees que puede durar? – preguntó Ginny preocupada. No terminaba de ver clara aquella relación. Skye por su parte miró las llamas sin decir nada, pero pensaba exactamente lo mismo que su amiga.

- Va a durar – dijo Hermione con más convicción de la que realmente sentía – Vamos a hacer que dure.

Se impuso un solmemne silencio que fue roto por la menos de los Weasleys.

- No habréis visto al gato de Harry, ¿no? He mirado por todas partes pero ni rastro.

- ¿Se le ha vuelto a escapar? – se extrañó Hermione.

- Sospecho que Ron tuvo algo que ver – se quejó Ginny, desencantada por no haber podido encontrar al animal – No le hace nada de gracia y que yo sepa los gatos no suelen tener la habilidad para abrir puertas. Por cierto, ¿Dónde están los chicos? – preguntó mirando las escaleras que conducían a los cuartos masculinos.

- Salieron – informó Skye escuetamente. Las chicas la miraron de una manera bastante incómoda.

- ¿Salieron? ¿Dónde fueron? – preguntó Ginny extrañada de que no la hubieran avisado. Skye se encogió de hombros.

- No me dieron explicaciones – dijo un poco molesta por el aspecto incrédulo de las otras dos – Puede que fueran a buscar a ese gato del que habláis.

- Draco no habrá ido con ellos, ¿verdad? – preguntó Hermione con suspicacia. Eso de que los tres hubieran desaparecido a la vez era un poco sospechoso. Skye la miró divertida.

- ¿Mafoy con dos Gryffindors? – preguntó alzando las cejas como resaltando la estupidez de esa sospecha. Hermione se relajó un poco pero no pareció del todo convencida, sin embargo dejó pasar el tema.

- Skye, ya que estás aquí – dijo Ginny saltando de su silla de repente emocionada y sentándose al lado de la morena en la alfombra – quería preguntarte algo. ¿Tienes algo que hacer mañana por la noche?

- ¿Por? – preguntó Hidden recelosa, hechándose hacia atrás sobre sus manos.

- Bueno, estoy preparando una sorpresa para Harry, una cena romántica en la torre de astronomía – dijo Ginny un poco sonrojada por lo tremendamente cursi que sonaba todo eso – Había pensado que podrías tocar el violín para nosotros.

Skye la miró en silencio por un momento.

- ¿Qué sacaría yo de todo eso? – preguntó haciendo gala de su mente típicamente Sly.

- ¿Mi gratitud eterna?

- Puedo vivir sin ella – contestó la morena con una sonrisita de superioridad, ante la mirada fastidiada de la pelirroja. Hermione presenciaba la conversación un tanto divertida preguntándose si debería pedir a la Slytherin consejo sobre el regalo para Draco.

- Bueno, ¿pues qué quieres? – preguntó Ginny un poco mosqueada. Skye lo pensó seriamente un momento pero realmente no encontró nada que la pelirroja pudiese tener y ella querer. "A parte de su hermano" le dijo la parte malvada de su mente, pero rechazó el pensamiento tan pronto como lo reconoció.

- ¿Qué te parecería una excursión a Hogsmeade? – preguntó Hermione un poco dudosa. Total, si Draco ya lo sabía perfectamente podía contárselo a sus amigos, no perdían nada.

- No hay programada ninguna salida – dijo Skye, interesándose por el tema pero no permitiéndose demostrarlo. Después de todo había estado allí cuando Harry dijo que irían esa misma tarde pero debía mostrar ignorancia.

- Sería una salida... digamos.. extraoficial – dijo Ginny con media sonrisita – Y sería después de comer.

A Skye le tentó la idea. El regalo para Stan lo había encargado por correo, y el resto de sus compras navideñas las había hecho en la última salida, pero aún así le apetecia mucho salir de Hogwarts y pasearse por el pueblecito, tomarse una cerveza de mantequilla calentita y comprar algunas cucherías.

- Así que salida extraoficial... – medio murmuró fingiendo pensar muy seriamente – Bueno, tal vez aceptaría con alguna que otra condición – terminó diciendo un poco insegura. Ginny y Hermione la miraron sospechosamente.

- ¿Qué condición? – preguntó la pelirroja un poco entre dientes. Todavía recordaba la del último favor que le había pedido y que había terminado resultado con Hermione compartiendo cama asiduamente con Draco Malfoy.

- Que pueda llevar a unos amigos – contestó la morena con una sonrisita presumida – Concretamente Stan, Draco y Blaise.

- ¡Draco no! - contestó con rapidez Hermione – Voy a comprar su regalo de navidad y no lo quiero cerca husmeando.

Skye la miró con aire digno.

- Perdona, querida, pero los Malfoy no "husmean" – aclaró seriamente – Echan miradas despectivas por encima del hombro con notable desinterés. Además, ya me encargaría yo de mantenerlo alejado: solo hay que nombrarle Honeydukes para acaparar toda su atención.

Hermione aún no parecía muy convencida, pero después de recordar la mal disimulada cara de decepción que había puesto su chico cuando le prohibió ir con ellos se ablandó entera y terminó accediendo. Se preguntó si sería lo correcto hacerlo.

Draco llegó ante el retrado de la Señora Gorda y se encontró con la mirada ceñuda de ésta.

- ¿Qué tu no vivías en las mazmorras, como la rata que eres? ¿Qué demonios haces todo el día por aquí? – preguntó ésta despectivamente. Draco se mordió la lengua y contuvo su mano antes de que ésta viajase hasta su varita.

- Quería preguntarle algo – dijo contenido. La mujer bufó ante sus palabras.

- Sí, claro, seguro que no quieres entrar a trajinarte a Hermione, ¿verdad?

- De hecho no – dijo Draco con una sonrisa angelical, intentando procurar parecer encantador para ver si se ganaba al estúpido pegote de pintura – No recupero fuerzas tan rápido.

La Señora Gorda lo miró estupefacta por un momento y después de echó a reir suavemente.

- Endemoniado crío – murmuró ya sin acritud - ¿Qué quieres? Habla, que no tengo todo el día.

"Sí, seguro que ser un cuadro es la ostia de ocupado y le abruman las responsabilidades" pensó Draco, pero compuso una mirada humilde con bastante dificultad y mira que la había ensayado veces frente al espejo, pero la estúpida expresión no le quedaba convincente.

- Queria saber a qué se refirió antes – dijo con sinceridad – Con aquello de que "ya había visto otras veces" lo que hay entre Herm y yo.

- Eres un Malfoy, debías saberlo – dijo la Señora Gorda apiadándose un poco del chico, pues sus palabras habían sonado muy tensas – No puedes juntarte con ella, va en contra de tu familia – Draco no dijo nada, pero la mujer reconoció que le daba la razón en silencio – Mira, niño, cuando dije que ya lo había visto antes no mentía. A todos los Malfoy os termina ocurriendo que os encapricháis de lo prohibido. Sí, no me mires así, a tu padre también le ocurrió. Y a su padre antes que a él. Y al padre de éste también. Y todos renunciaron en favor de la familia. Como harás tú tarde o temprano.

- No, eso no sucederá – dijo Draco, pálido y tenso, entre dientes – Quiero a Hermione y no la abandonaré.

- Mira, chico, no dudo que eso es lo que crees ahora – dijo la mujer comprensivamente – Tu padre también lo dijo alguna vez, pero siento decirte que tu destino es terminar con esa rubia anoréxica que es tu amiga.

- ¡He dicho que no! – casi gritó Draco alterado. Respiró agitadamente por unos segundos bajo la atenta mirada del retrato – Esto es diferente – murmuró.

- Todos lo creéis – dijo la Señora Gorda con suavidad – Pero todos os equivocáis. La historia se repite una y otra vez. El Malfoy y la Sangre Sucia. Y al final es ella la que paga.

- Había dicho que mi padre... – no hizo falta que continuase, la mujer asintió con gravedad - ¿Con quién? – preguntó dolido por no saber nada de ese asunto. Aunque era comprensible que Lucius lo hubiera ocultado, ¿no sería un mal ejemplo para él saber que su querido padre había estado enrollado con una Sangre Sucia Gryffindor?

- No, eso no te lo diré, niño. Es algo entre ese Malfoy y tú. Si él quiere contártelo que lo haga, pero yo no diré más sobre ello. Solo te diré una cosa. Esa Parkinson tuya... se parece mucho a tu madre. Y ya sabes que la historia tiende a repetirse.

Antes de que el chico pudiera añadir nada el cuadro giró sobre sus goznes dejando al descubierto la entrada de la torre. Ni siquiera había pedido la contraseña a Draco, pero había sido una forma muy sutil de dar por terminada la conversación.

La Señora Pomfrey se acercó de nuevo al gimiente Justin Finch-Fletchley para colocarle de nuevo el paño húmedo sobre su cabeza y se volvió hacia Sprout y Dumbledore.

- No sé que es lo que ha podido ocurrirle. Estaba perfectamente y no encuentro nada físico que le produzca estos síntomas.

Justin tenía fiebre, escalofríos y vomitaba esporádicamente. La enfermera había intentado hacerle ingerir varios tipos de pociones: para la fiebre, para calmarle y hasta para hacerle dormir pero el estómago del chico rechazaba todo lo que tomaba. Además no paraba de gemir y de agitarse, cubriéndose con las sábanas como si pudiese protegerse de algo y cogiéndose la cabeza como si le fuese a estallar de dolor. La pobre mujer estaba asustada, ya no sabía qué podía hacerle. No le quedó más remedio que informar al director y a la jefa de Hufflepuff de la situación del muchacho.

Dumbledore lo rumió un momento.

- Quizás sea mejor trasladarlo a San Mungo – dijo poco convencido. No estaba muy seguro de si debían moverlo, pero visto que Poppy no podía hacer nada más por él lo más juicioso sería ponerlo en otras manos, aunque bien sabía él que no había otras más hábiles que las de la enfermera.

- ¿Y Mcmillan? – preguntó Sprout viendo la cama contigua, donde aún descansaba su otro alumno – Pensé que podía salir de la enfermería hace horas.

- Y así era – asintió la Señora Pomfrey – Pero antes de que pudiera cambiarse de ropa sufrió una extraña reacción alérgica por todo el cuerpo, aunque a la vista no pude apreciar nada. Le apliqué un ungüento anestésico, pero el chico no paraba de rascarse así que le dí una poción para dormir. Por algún motivo se despertó y fue él quien encontró así a Finch-Fletchley, vino a avisarme inmediatamente. Estaba muy asustado, pobrecito. Y además su amigo le había vomitado encima. Al menos la alergia parecía haber desaparecido así que le dije que podía marcharse. Sin embargo a los diez minutos estaba de vuelta porque Peeves le había tirado una estatua encima y se había roto una pierna.

- Pero si Peeves nunca ha hecho daño a nadie – se extrañó el director. La enfermera se encogió de hombros.

- Los chicos que le trajeron, creo que eran de séptimo, dijeron que Peeves no lo había visto.

- Pero Poppy, puedes arreglar huesos en un minuto, ¿cómo es que todavía está aquí? – preguntó Sprout mirando al chico.

- Por algún motivo me es imposible soldarle el hueso. Me temo que tendrá que hacese de manera muggle, pero como aún no he tenido tiempo de averiguar cómo se hace (lo de Finch-Fletchley parece más urgente) he tenido que darle una poción para el dolor, al perecer muy fuerte para él porque se ha desmayado.

Dumbledore y Sprout miraron silenciosos al chico que yacía inconsciente sobre la cama, y sus ojos regresaron al gimiente muchacho del lecho contigüo. A ninguno de los dos se le ocurrió nada que decir.

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Bueno, para que lo sepáis, en el próximo capítulo habrá visita a Hogsmeade y la cena de Snape con la mami de Skye. Por cierto, ¿os gustaría que hubiera algo entre Snape y Meriel? Y en caso de que haya, ¿explícito o no?

Ale, queridos míos, me despido de vosotros, cuidáos mucho, ah, y gracias a todos los mails de condolencia por el estado de mi probre ordenador, me conmovieron mucho!!! (aunque también me tocará contestarlos, cabroncillos ¬¬')

Besitos mil.