Holaaaaa!!!!!
Sé que dije que no lo volvería a hacer, pero no tengo más remedio que desdecirme, me toca contestar a los revs del capítulo 34, 35 y 36 y son más de los que me esperaba (muchas gracias a todo el mundo por enviarme sus comentarios!!!!) así que volveré a contestar así en general y espero poder contestaros uno a uno para el próximo capítulo. Allá vamos:
Primero de todo, quiero volver a aseguraros que por mucho que tarde, por mucho que parezca que lo dejaré a mitad, nunca pero nunca nunca dejaré esta historia ni ninguna otra a medias (ni siquiera Fred) Siempre intento terminar todo lo que empiezo (aunque cuando se trata de mi plato de verduras desisto a la primera ^.^) y no me gusta dejar las historias a medias a pesar de lo malo que pueda ser el final.
Pasando por alto el peloteo habitual del que hacéis gala respecto a esta historia (y que os agradezco mucho, de verdad) me sorprende mucho ver la acogida que ha tenido Vernon a pesar de que su nombre os parece taco de extraño. Me alegro de que os haya gustado, a pesar de ser una extravagancia de última hora, aunque me temo que en este capítulo tiene un protagonismo casi nulo.
Aprovecho para repetir de nuevo que DRACO ES MIO Y TAMBIEN BLAISE (aunque éste durante 15 minutos al día se da una vuelta por el pisito de Asgard), dejad de adjudicároslos jolines!
Bueno, para empezar GaBrIeLa2 tiene tantas preguntas que creo que lo mejor es que le envíe un mail para costestarselas todas, porque sino ya tardaría una eternidad (y comentarios superfluos que al resto de vosotros no os pueden interesar, porque ¿quién desearía conocer el punto de vista que tengo sobre la ropa que mejor le queda a una chica con mucha delantera?)
A ver, viktor jos krum, puedes enseñarle este fic a quien quieras, por supuesto, solo te pido una cosa, no me lo digas!!! Me sigue dando un montón de vergüenza aunque creo que no se explicar muy bien por qué. Mejor ni lo intento. Something Stupid creo que la cantaba Sinatra, pero no me hagas mucho caso porque estoy de régimen severo y las neuronas se ven afectadas. Lo digo en serio, el otro día me enontré en mitad de la cocina preguntándome para que leches había ido allí. Me di cuenta al volver a mi cuarto; aún llevaba la taza vacía que iba a fregar en la mano ¬¬. Pero con un poco de suerte esta situación no durará mucho y volveré a tener en forma todas mis facultades mentales (como si se fuera a notar la diferencia en algún momento ^.^) Uy, que misterio, ahora sí me entró la curiosidad, un fic polémico!!! En cuanto tenga un ratillo me tengo que pasar, aunque estoy un poco liada porque hace tantísimo tiempo que no tengo ordenador propiamente dicho que tengo un montón de cosas por hacer y de fics por leer.
Shashira se ha convertido en una hereje para mí. Explicación, ha dicho que elegir a Snape por encima de Sirius es descender en la escala de valores T_T, pobrechito mi Sevie!!!! ¿Cómo puedes decir eso? Solo por eso tardaré más en actualizar Fred, muajajajaja. En realidad es koña, en cuanto pueda lo actualizo.
Una cosa que me intriga es, ¿por qué parecéis creer que un polvo con Ronnie resolverá la crisis de identidad de Skye? Eso no se resolverá hasta que la pobre chica sepa quien es su papá. Una persona tiene que saber de sus orígenes para conocerse un poco más a sí misma, al menos en este caso que la condición de su padre la ha marcado de por vida sin que ella pudiera hacer nada. Por suerte queda menos para eso.
La_Peye_Malfoy me hace una pregunta muy interesante que ya se hizo GaBrIeLa2 en su rev y que sin duda también los demás os haréis, me pregunta si Draco mató a los mortis o solo les borró la memoria. En cierta manera ya se ha contestado esta pregunta, aunque de una manera tan indirecta que seguramente no os habéis dado cuenta, y no os culpo porque no estaba hecho para que lo vierais a la primera, ejejeje. El caso es que eso ahora mismo no se puede contestar, se irá viendo puede que en el próximo capítulo ya se sepa la respuesta. Lo de la sombra que le observa también se sabrá al mismo tiempo.
BB, si te leo, lo leo todo, soy como el Gran Hermano de la Pagina de los Revs. Sé que me has dejado revs con anterioridad, así que me extraña mucho que me digas que nunca te he contestado, si ha sido así lo siento muchísimo, no era mi intención. Muchas gracias por los ánimos y el peloteo ^.^.
Petit Charat, jejej, me ha encantado tu rev, pero lo de las tomas falsas no sé como tomármelo, es decir, ¿sería una especie de escenas en las que Draco se equivoca de diálogo, Snape se resbala en un charco de sangre y patina 300 metros y el morti en vez de mandar un cruciatus manda un hechizo de cosquillas? Si es así sería muy surrealista incluso para mí ^.^.
circez9 me recuerda que el castigo de Justin era muy poco castigo. Bueno, tú lee este capítulo y ya me contarás si cambias de opinión, ok?
Sus me pregunta cuando llegara Krum. Bueno, él no aparecerá, pero sí que por su causa habrá un ataquito de celos con enfurruñamiento y reconciliación.
autista, Vernon no es una lagartija ¬¬. Y en cuanto a Skye... digamos que la chica ha pensado que la mejor opción era Stan, pero ahora con la ayuda de cierta pelirroja ha regresado al embrollo mental cuando la pobre ya creía que había salido. Lo de que se la rifen... bueno, lo que tengo pensado es algo parecido a eso, jejeje. Hombre, lo del país puede ser Andorra o bien Raticulín (no me hagas caso, el hambre habla por mí).
luna-wood me pregunta si Snape y Meriel están enamorados. Bueno, eso queda a juicio de cada uno aunque yo diría que sí, jejeje.
Aicha, no me gusta el furbol, pero solo por llevar la contraria, EL VALENCIA ES EL MEJOR!!!! JAJAJAJA (y lo demás son fantasías)
Poly Morgana R, pero niña, como quieres que meta romance en un ataque a un pueblo???? Ya quedó bastante extraño el que pusiera el asunto del armario!!!! Pero haré lo que pueda en capítulos venideros.
Shashira dice que aún no comprende cómo puedo querer hacer lo del trío. En primer lugar porque me parece un reto, nunca he escrito un trío y me apetece de verdad hacerlo y no creo que vaya a quedar tan fuera de lugar de la manera en que pienso hacerlo porque no es sexo por sexo, es más bien una demostración de amor, pero supongo que esto no se entenderá hasta que no se vea en su propio contexto así que lo mejor será esperar hasta esa escena. Puede que no consiga explicar lo que deseo o que no quede muy claro en la escena, puede que falle estrepitosamente y no quede más que una escena pornográfica de mal gusto, pero al menos quiero intentarlo, porque aunque en un principio hice la propuesta para que nadie me pidiera más Draco/Blaise el entusiasmo recibido me ha hecho pensar seriamente en la posibilidad y que me entren ganas de ponerme a escribirlo en cuanto sea posible. Desgraciadamente el momento se retrasa porque soy incapaz de contar las cosas de manera resumida ¬¬
Oh, respecto al Sr. Parker estoy contemplando la posibilidad de que se de una vueltecita por la segunda parte, le preguntaré si quiere salir, seguro que acepta encantado a cambio de algo ^.^.
Gracias por intentar animarme. Sí que pasé una temporada bastante malilla, pero afortunadamente ya pasó.
Talia Moon me hace algunas preguntillas, Sí, soy de España, Valencia más concretamente, tengo 23 añitos (que vieja que me siento!!!) cumplidos el 10 de Noviembre (soy escorpio, pero no somos tan malos!!!) No suelo comprar revistas (bueno, la Traveller de vez en cuando que es de viajes, ya ves una soñando con salir de Valencia algún día, pero como que lo más lejos que he ido es a Andorra...¬¬) sobre todo porque luego las olvido y no las leo ^.^.
xiomara m, aún se tiene que saber más sobre la maldición de mala suerte que le echaron a Ernie, el pobre lo va a pasar un poco mal (a ver si aprende a no meterse con Slys, jejeje)
o.O DaRkHeRm O.o me dice que sabe uqe no aguanto los revs largos y no es la primera que me lo dice, de donde habéis sacado esa idea??? ME ENCANTAN los revs kilométricos, en realidad me encantan los revs en todas sus variantes, lo que pasa es que a veces me da un poco de vagueza contestar un montón porque me aptc publicar pronto pero yo se que los mandáis con vuestras mejores intenciones. Tanquila, que mi ego no se empieza a creer importante ni nada de eso, jejeje. Bueno, esa era la intención de los Slys, ciertamente, pero se les han torcido los planes y ya no pueden actuar con tanta libertad como esperaban.
skgirlfan compara a Snape con James Bond, jajaja, pues no fue intencionado porque yo ODIO a Bond, yo soy más de chaqueta de cuero y látigo... uy, eso quedó un poco sadomaso, pero lo que quería decir es que soy más partidaria de Indiana Jones.
FaItH-Iris-SuKnI me recuerda que existen los ciber y que podría actualizar allí y todo eso. El caso es que me jode mucho tener que pager por ir a un lugar público y ponerme a escribir mis cosillas allí, sobre todo porque no tengo intimidad y también porque pagar por conectarme cuando estoy pagando la conexión 24 horas en mi casa me jode mil y para eso prefiero esperar y hacerlo tranquilamente en la intimidad de mi hogar ^.^.
Aicha, me gusta mucho el título que me has propuesto, es como muy ambiguo porque la historia puede ir de lo que quieras sin que el lector lo sepa de antemano (no como los títulos tipo Harry Potter y el Bote de Mermelada de Albaricoque, porque entonces ya sabes que por alguna parte tiene que salir el dichoso bote de mermelada, que además ya sabes hasta el sabor y te pasas el libro esperando el momento) pero me temo que no lo voy a utilizar aunque tú si que podrías usarlo para escribir tus propias historias ^.^
Bueno, chicos, lo voy a dejar aquí porque va a venir una coleguilla mía a darme un rato la brasilla (y a robarme ciertas fotos vergonzosas de nochevieja que la pobre ilusa no sabe que he escaneado, jajaja) y prefiero publicarlo ahora para quelo podáis leer cuanto antes.
Ah, antes de nada, NO HABEIS ACERTADO NINGUNO, no me lo puedo creer, y yo que creía que después de 36 capítulos ya me conocíais!!!!!
Y también hay que ver lo que hace suprimir un par de frases al final de un capítulo, juajajaja.
Besitos mil a todos.
VACACIONES DE NAVIDAD
Cap. 37
- Sí, sufrimos algunos contratiempos con la hora prevista – dijo una voz fría a sus espaldas. A todos se les puso la piel de gallina, pero en especial a Draco, que había reconocido esa voz desde la primera sílaba.
Los Gryffindor se dieron la vuelta alarmados, con las varitas en alto, mirando con temor a la persona plantada frente a ellos. A pesar de estar vestida con ropas de mortífago y portar una máscara blanca, aún no los había atacado y mantenía su propia varita apuntada hacia el suelo. Para los demás podía parecer que su figura estaba relajada, pero para Draco (que se dio la vuelta casi de mala gana, como esperando un sermón) fue tan evidente la furia contenida en ese cuerpo que estuvo tentado de dar un paso atrás.
Por supuesto, no lo hizo.
Los fríos ojos azules que se percibían tras las rendijas de la máscara se movieron un instante por todos sus rostros, tomando nota mental de sus identidades (demorándose de más en el rostro de Harry Potter) y después pasaron por Oswald Nott, que seguía boca abajo en el suelo, y por Harkin Knight, que sangraba debilmente por la boca y varios cortes en el rostro producidos por Vernon y sus garritas afiladas. Los ojos azules se estrecharon un segundo y volvieron de nuevo a Draco.
- Hola, mamá – fue todo lo que éste pudo decir. Los Gryffindor se volvieron a mirarle con sorpresa, titubeando al dejar de apuntar con sus varitas. Los ojos de Draco se cruzaron fugazmente con los de Hermione, disimuladamente, y la chica no pudo evitar pensar "¡Mi suegra!" volviendo a mirar a la mortífaga frente a ella.
- Y dime, querido hijo, ¿tienes alguna explicación para todo ésto? – preguntó Narcisa Malfoy sin moverse un milímetro.
La suavidad de su voz no engañó al Slytherin que sabía perfectamente lo furiosa que estaba su progenitora. Se encogió de hombros no sabiendo cómo empezar a contarle. Y había mucho que contar. Demasiado. Sobre todo porque ella ya se había dado cuenta de que se encontraba en el mismo cuarto con Harry Potter y este parecía completamente ileso mientras había dos mortifagos inconscientes a sus pies.
- Es muy largo de contar– dijo él, pues ella no se conformaría con quedarse sin, al menos, una contestación a su pregunta.
- Ya veo – dijo Narcisa, volviendo sus ojos de nuevo hacia Potter. Seguidamente se bajó la capucha sobre los hombros y con un solo movimiento se sacó la máscara blanca, dejando ver rubio y brillante pelo recogido pulcramente en un moño bajo y sus rasgos, afilados, endurecidos por su expresión severa. Tal vez se debiera a la fluidez de sus movimientos (que también poseía Lucius en cierta manera y que Draco había heredado o aprendido de ambos) o a un porte natural, pero lo cierto era que incluso vestida con esas ambiguas ropas negras y peinada de manera tan sencilla resultaba una mujer elegante.
Ahora que Hermione tenía la oportunidad de estudiarla de cerca se daba cuenta de que Draco tenía algunos de sus rasgos, cosa que la sorprendió, pues siempre creyó que su novio era una copia exacta de Lucius.
La mirada de Narcisa pasó de nuevo sobre los Gryffindor, como preguntándose si serían dignos de escuchar, y después miró a Blaise. Su expresión cambió imperceptiblemente al mirarle esta vez, como si hubiera sufrido una ligera sacudida por recordar algo repentinamente, pero volvió su mirada de nuevo hacia Draco como si nunca hubiera ocurrido. De echo, si Hermione no hubiera estado mirándola con tanta atención no se habría dado cuenta. Draco también pareció percibirlo y miró de reojo a Blaise preocupado.
- ¿No recibisteis noticias? – preguntó Narcisa, de nuevo con esa voz que era tan fria que Hermione se preguntó como podría su novio soportarlo. No especificó demasiado a qué se refería, pero tampoco habría necesidad de que lo hiciera. Todos eran conscientes de que los Slytherins habían aleccionado a sus hijos sobre como actuar en esta situación.
- No estábamos allí, en todo caso – dijo Draco con despreocupación. Una despreocupación que estaba lejos de sentir. Narcisa miró esta vez a Hermione, tal vez consciente de la mirada fija de la muchacha y la escrutó en silencio por un segundo, repasando desde su atuendo a su actitud de una sola pasada.
- Pero no tenéis permiso para visitar Hogsmeade – dijo la mujer con un poco de acritud al regresar de sus pensamientos, lejos de preguntar, afirmando lo que decía. Frunció el ceño un momento, después miró el vestíbulo y pareció comprender – Ya veo – dijo de nuevo, mirando a su hijo con severidad. Daba la impresión de que cada vez estaba más enfadada. Miró de nuevo a Potter.
- ¿Y este? ¿Por qué está aquí?
Sus ojos no habían podido dejar de registrar que el Weasley y Potter sujetaban la varita con tensión, como era lo propio al estar frente a una mortífaga, mientras que esa chiquilla que la estudiaba tan atentamente lo hacía relajadamente. Esa cría la intrigaba, ¿por qué estaba tan segura de que no iba a atacarles? No era Slytherin, estaba casi segura, ¿por qué se fiaba entonces de que Draco no se haría a un lado para dejarla hacer su trabajo?
Porque una cosa era clara, si todavía no había acabado con aquellos tres desconocidos era por la presencia de su hijo y de Zabini. Esperaba que su heredero tuviese una explicación convincente para estar acompañado de Potter y ese Weasley, algo así como que por accidente habían acabado en el mismo lugar. No esperó, por supuesto, la respuesta de su retoño.
- Viene conmigo – declaró Draco con naturalidad, recibiendo una mirada horrorizada tanto de parte de su madre como de todos los demás – En Hogwarts ya saben que estamos aquí – continuó el chico con tranquilidad -. Seguro que enviaron a alguien a buscarnos al ver que el-chico-de-oro-Gryffindor no aparecía.
- Algo que no harían si solo se hubieran perdido Slytherins – dijo Narcisa cruzándose de brazos, mitad burlona, mitad amargada. "Experiencia propia" pensó Hermione al ver su expresión – Así que, querido hijo, intentas convercerme para que no lo mate, ¿no es así?
- Nadie nos ha visto venir – presionó Draco. Miró a Harkin – Bueno, casi nadie. Si lo arreglas nadie sabrá que lo dejaste marchar.
Narcisa, Hermione podría jurarlo, casi esbozó una sonrisa por el tono medio zalamero que empleó su hijo.
- El problema es – dijo despacio – que yo debo organizar un ataque ahora mismo. No podré daros tiempo para escapar. Tendréis que arreglároslas, y aún me queda borrarles la memoria a esos – señaló con la cabeza a Nott con desprecio, sin incluir a Harkin en su gesto – e inventarme una excusa digna. Esto retrasa aún más los planes de Nuestro Señor y no le pondrá muy contento – dijo con evidente fastidio. Draco tragó seco, porque sabía muy, muy bien lo que significaba no hacer feliz al Señor Tenebroso. Potter lo imitó porque sabía que esa noche no dormiría precisamente bien a causa de su conexión con Voldemort y que presenciaría el castigo de la señora Malfoy en primera fila.
Narcisa suspiró desencantada, mirando hacia el vestíbulo en sombras.
- Venga, marchaos de una vez, no vaya a ser que alguno de los inútiles de ahí fuera quiera hablar con uno de los incompetentes de aquí dentro.
Draco esbozó una sonrisa.
- Creí que te gustaba Harkin – dijo con retintín. Solo Narcisa, Draco y Blaise podían saber a que se refería exactamente. Narcisa se contuvo de lanzar una carcajada de amargura.
- Hoy no - aseguró.
Viendo que nadie le atacaba ni le envolvía como un regalo de navidad para llevar a Voldemort, Harry dio un paso inseguro hacia el vestíbulo con la mirada puesta en la mortífaga.
- Mejor nos vamos ya – dijo con cierta urgencia, como si temiese que la mujer fuera a cambiar de opinión. Ron asintió y se puso junto a Harry, aún sin relajar sus dedos sobre la varita, sin confiar del todo en la madre de Malfoy. Hermione asintió y cruzó miradas con Narcisa. Le sonrió en agradecimiento, sin pronunciar palabra, y la mujer, sorprendida, solo atinó a hacerle un gesto de comprensión sintiéndose un poco incómoda. Los tres Gryffindor pasaron al vestíbulo donde Vernon, que los esperaba con tensión (ya había aprendido que a esa gente de las máscaras lo mejor era evitarlas) se posó en el hombro de Hermione con un gritito de alivio.
Blaise miró primero a Draco y después a su madre. Dubitativo, se despidió de Narcisa con una extraña sensación por la manera en que la mujer evitó su mirada y siguió a los demás. Ya solos, Draco se acercó a su madre.
- Te lo explicaré todo mañana – prometió en voz baja, sintiéndose culpable de casi obligar a su madre a dejar marchar a Potter cuando podría valerle la muerte si alguien se enteraba de esto.
- Verás tu padre cuando se entere – bufó Narcisa, pensando en la pataleta que cogería su marido cuando le contara – Mañana se presentará en Hogwarts para pedirte cuentas.
- Bien – dijo Draco, aunque se le veía un poco más pálido de lo habitual – Bien, tengo que hablar con él de todas maneras – titubeó un poco – Gracias mamá – susurró, poco acostumbrado a agradecer nada y también temeroso por no volver a verla.
Se dio la vuelta para marcharse, pero su madre le llamó de nuevo y él, consciente de que no podría escaparse, volvió sobre sus pasos haciéndose el enfurruñado para plantar un beso en la pálida mejilla de su progenitora y recibir uno tan sonoro que le hizo sonrojar. "Verás como se burlan estos ahora" pensó mortificado, mirando a los Gryffindors, que por supuesto habían presenciado la escena.
Aunque la reacción no sería la esperada. Ron, acostumbrado a un trato más entusiasta por parte de su madre no encontró nada extraño en la escena. Hermione lo encontró muy tierno y le pareció que ambos se contenían para no abrazarse. Harry los observó con envidia pensando que él nunca tendría a nadie que le obligase a algo tan cursi, echando de menos esas pequeñas cosas que podrían parecer triviales a los demás. Blaise, con nostalgia, porque había perdido cosas como esas por culpa de su padre, aunque aún podía tenerlas de cuando en cuando, en las vacaciones de verano.
- Venga, fuera de aquí – dijo Narcisa con voz aparentemente fría, casi empujando a su hijo hacia la otra habitación - Y Draco, que sepas que estás castigado por escaparte del colegio – añadió antes de volverse de nuevo hacia sus compañeros caídos – A ver qué les cuento yo a éstos – murmuró para sí, agachándose junto a Harkin para comprobar sus heridas.
Draco refunfuñó por lo bajo por el asunto del castigo y por las medio-sonrisitas de los demás y llegaron a la habitación del pasadizo, donde se encontraron con un gran perrazo negro que salió abruptamente del agujero con pinta homicida y que pareció asustar más a Potter que a todos los demás juntos.
- Perfecto, simplemente perfecto – masculló Snape al segundo de aparecerse a distancia prudencial de la casa de los gritos. Meriel lo miró preocupada.
- Supongo que no pudieron pasar entre ellos, ¿verdad?
El maestro de pociones miró al suelo frunciendo en ceño.
- Tal vez estaban lo bastante locos para intentarlo – dijo, señalando las huellas dejadas en la nieve – Cinco – contó -. Están todos juntos, al menos eso es bueno.
- ¿Estás seguro de que son ellos?
- Al cien por cien. Los mortífagos no acostumbran a usar zapatillas deportivas.
Observaron que los hombres reunidos frente a la casa parecían estar muy aburridos. Según lo que Snape podía ver, se encontraban tan seguros que no habían patrullado alrededor de la casa ni una sola vez, lo que era bueno, pues no habían encontrado las huellas de los adolescentes.
- Severus, si están dentro ya están a salvo, ¿verdad? – preguntó Meriel quitándose uno copo de nieve de la pestaña. Ahora nevaba con un poco más de fuerza y empezaba a hacer más frío aunque por suerte sus ropas de mortífago la abrigaban lo suficiente para no obligarla a gastar energía conjurando hechizos calefactores – Quiero decir, si los hubieran capturado no estarían todos ahí, tan tranquilos. Tendrían a Harry Potter y eso sería un motivo de celebración para ellos.
- Cierto – dijo Snape, relajándose visiblemente – Habrán llegado al pasadizo y estarán rumbo a Hogwarts. Estos no tienen intenciones de moverse todavía, no habrán recibido la orden de ataque. Lo que los chicos se hayan encontrado por el camino lo habrán podido esquivar o derribar. Suerte que Malfoy y Zabini estén bien entrenados para hacer frente a este tipo de situaciones – esto último lo dijo con una mezcla de suspiro de alivio y deje de orgullo que hizo que Meriel lo mirase atentamente por un momento.
- Sev – dijo después de un prolongado silencio, aún con sus ojos prendidos del hombre de pelo oscuro – Skye está bien, ¿verdad?
Eso atrajo la completa atención de Snape.
- ¿Por qué preguntas eso? – estaba visiblemente sorprendido.
- Draco Malfoy salía con ella. Es hijo de mortífagos, lo sé, no hace falta que defiendas a Lucius, todo el mundo conoce sus hobbies aunque nadie le acuse en voz alta – Meriel sabía que el profesor era bastante amigo de ese hombre, así que le ahorró los intentos de ocultar su conducta, pues no engañaría a nadie – Lo que quiero saber es si ese Draco ha podido arrastrar a mi niña hacia el lado tenebroso – lo dijo con frialdad, pero sus manos estaban temblando. Severus lo notó y se estremeció por dentro.
- Skye es lista, nunca se dejaría arrastrar a donde no querría ir – apuntó. Meriel lo miró con severidad.
- No me estás contestando – acusó - ¿Acaso era de esto de lo que querías hablarme esta noche? – ante la mirada sorprendida del hombre explicó: - Nunca me habrías invitado a cenar por ti mismo, Severus Snape. No quieres tener ningún tipo de relación amorosa y, aunque es algo que no puedo entender, lo respeto. Así que dejando a un lado tu actitud sacerdotal conmigo – dijo con un amago de sonrisa amarga al ver que él se indignaba – solo puedo pensar que fue una excusa para hablarme de mi hija. ¿Qué es lo que sucede con Skye? ¿Acaso vestirá de terciopelo negro en el próximo ataque?
Tenía lágrimas en los ojos y se esforzaba por no dejarlas escapar a sabiendas de que parecería débil si lo hacía. Y el infierno se la llevase si pensaba parecer débil frente a él. Severus se admiró de su coraje y decidió pasar por alto aquello de "actitud sacerdotal", a pesar de que le había molestado mucho.
- Skye quiere ser auror, Meriel – dijo para calmarla, aunque ella no pareció tomárselo muy bien.
- ¿Me puedes explicar la diferencia? – dijo con una mueca – Tal vez el vivir con mi padre, auror retirado, y también con Sirius Black, auror y mortífago a un tiempo, me ha hecho tener un punto de vista diferente del resto. Por lo que sé, al menos en aquella época, hace quince años, los aurores tenían permiso para utilizar maldiciones imperdonables. No importaba si se llevaban por delante inocentes a la hora de eliminar mortífagos y eran tan despiadados que se podría decir que uno solo podía distinguirlos por el color del uniforme. Así que dime, ¿Qué diferencia hay entre auror y mortífago si los dos, al fin y al cabo, se comportan como asesinos?
- Ahora es diferente. Las maldiciones imperdonables no están autorizadas para nadie – dijo Snape, siendo imposible para él ofrecerle argumentos mejores en aquel preciso momento.
- ¿Y cuanto tiempo durará eso? Tal vez después de hoy se vuelva a las antiguas costumbres – apuntó Meriel con amargura. Tenía razón, pero Snape no se lo diría por el momento.
- Meriel, no es el momento de hablar de esto – dijo cortante, para que a ella no se le ocurriera replicar – No era de eso de lo que quería hablarte, es algo que ahora mismo carece por completo de importancia. Lo que deberíamos hacer es volver al centro y ayudar en lo que podamos o volver a Hogwarts, pero lo más inteligente sería salir de aquí.
Meriel asintió avergonzada por empezar a discutir a dos pasos de los mortífagos, pero su miedo por Skye había elegido un extraño momento para salir a flote. Mentiría si dijera que no se preocupaba por ella, lo había echo toda la vida. Sus padres la toleraban aunque la niña aseguraba que la odiaban a muerte, cosa que ella no había podido corroborar en casi quince años de convivencia. No le quedó otra que pensar que Skye lo exageraba todo de una manera un poco aparatosa, tal vez para llamar su atención, pues tampoco podía imaginar el porqué su padres podrían comportarse mal con su hija.
No tenía ninguna lógica. Si bien Skye era hija de un mortífago, no había sido porque ninguna de las dos lo hubiera elegido, sino porque resultó ser así. Y además, era su nieta, ¿cómo podrían rechazar a alguien de su propia sangre? Sus padres eran un poco fanáticos en sus creencias, pero no lo bastante para torturar sicológicamente a una niña inocente. Al menos eso pensaba Meriel.
Cuando su hija salió sorteada para Slytherin, Meriel se quedó de piedra. Nunca lo hubiera pensado de Skye. Tal vez por primera vez en la historia el Sombrero Seleccionado había cometido un gran error, pensó. Tal vez empezase a chochear.
Tal vez fue a raíz de lo decepcionada que se mostró Meriel por la casa en la que había quedado, que Skye se empezó a alejar de ella. Al principio casi no lo notó. Sus cartas eran un poco cortas e impersonales, pero Meriel pensó que era lógico debido a que era su primer año de escuela y estaría demasiado ocupada para ponerse a contarle confidencias. Con el paso del tiempo tuvo que admitir que estaba equivocada.
Y ahora, después de cinco años de observar la vida de su hija casi desde lejos tenía que admitir que solo la conocía superficialmente. Skye había evitado mencionar su noviazgo con Draco Malfoy hasta que tuvo que pedir permiso para pasar el verano con él en Turquía. Meriel se quedó de una pieza al saber el nombre del elegido de su hija y prohibió tajantemente que veranease con él. Skye no discutió, pero le envió una mirada que dificilmente podría olvidar. Casi todo lo que sabía de ella, dolía admitirlo, le había sido contado no por la misma Skye sino por Severus Snape, que parecía mantener una relación paternal con ella de la que Meriel se sentía casi celosa. Su hija confiaba en él y a ella no le contaba nada de su vida. Por muchos esfuerzos que hizo para recuperar la relación madre-hija que debían tener, todos parecieron inútiles. Solo sirvieron para alejar más a Skye de su lado.
Y ahora Snape le decía que quería ser auror. ¡Auror! ¿Acaso no había visto lo que podía sucederle a un auror? ¿Acaso no le bastaba mirar a su abuelo, Harold Mcallister, sin piernas debido a una emboscada, para saber de lo que eran capaces los mortífagos? ¿Acaso no había oído las historias que el ex-auror contaba con toda clase de detalles crueles y morbosos? ¿No veía lo que la violencia había hecho con su abuelo, no solo en su físico, sino también en su carácter?
Meriel se limpió discretamente las lágrimas que le corrían por las mejillas tratando de ocultar su rostro tras sus rizos color cobre. Con esa escasa iluminación de farolas mortecinas no era posible que Snape la hubiera visto llorar, pero el silencio opresivo que ahora los envolvía le decía lo contrario.
Severus cambió el peso de un pie a otro incómodo. Un sollozo ahogado por parte de Meriel le había removido por dentro, despertando instintos protectores que no creía tener para con ella. Pero no seguiría sus impulsos. No la rodearía con sus brazos para dejarla llorar sobre su hombro, ni le diría palabras de consuelo que quemarían su lengua como ácido. No era su estilo, simplemente, y se entía sumamente extraño al considerar llevar a cabo alguna de esas acciones tan impropias de él.
- Vamonos de aquí – susurró, pasando por su lado apresuradamente para alejarse lo antes posible de grupito siniestro reunido a escasos metros. Sintió la mano de la mujer en su brazo, instándolo a detenerse.
- Creo que será mejor que entremos, Severus – oyó la urgencia en su voz – Algo está pasando allí dentro.
El maestro de pociones se volvió de nuevo hacia la casa y pudo distinguir con total claridad fogonazos de luz entre las maderas de las ventanas cegadas. Y ellos no eran los únicos que lo habían notado.
Bastó un gritito asustado de parte de Vernon, tan sorprendido por la súbita aparición del perro que salió volando hasta la lámpara, para que se desatara el caos. Narcisa apareció en la puerta como un rayo con la varita en alto y Remus, que acababa de salir del pasadizo, reaccionó con excesiva rapidez al ver las ropas de mortífago que vestía.
Narcisa Malfoy no sabía quien era ese hombre. Solo pudo suponer que pretendía atacar a los niños y su hijo estaba entre ellos. Se lanzó al ataque, utilizando su destreza de mortífaga para esquivar el hechizo del hombre lobo y enviar el suyo propio.
Lupin se revolvió como una loba defendiendo a su camada, adelantándolos a todos para ir al encuentro de la mujer esperando que sus ataques no se dirigieran contra los adolescentes y se centrasen únicamente en él, cosa que, por supuesto, pasó.
Harry y los demás, demasiado sorprendidos por la rapidez de los acontecimientos, trataron de hacer algo. Draco, por lo pronto, se dispuso a ayudar a su madre cuando un hombre salido quien sabe de donde le quitó la varita de un gesto brusco y lo fulminó con la mirada, mientras empujaba a los demás de camino al agujero.
- ¡Padfoot, detenlo! ¡Ella nos ha dejado marchar! – le dijo Harry, tirando de su manga, pero el animago antes que nada los puso a salvo a la entrada del pasadizo y volvió a convertirse en un gran perro negro para lanzarse contra Narcisa. La tiró al suelo de espaldas, haciendola gemir por el golpe recibido a traición, cuando estaba concentrada en Lupin. Le gruñó amenazador cuando ella se revolvió bajo suyo. Remus se volvió hacia los chicos.
- ¿Estáis todos bien? – preguntó preocupado, mirandolos uno por uno. Ellos asintieron y empezaron a explicarse todos a la vez mientras Draco intentaba salir del pasadizo para quitarle a su madre de encima esa bestia. Remus le detuvo a la entrada – Si habláis todos a la vez no puedo entenderos.
- ¡Es mi madre, estúpido! – exclamó Draco alterado tratando de apartarlo a empujones.
- Ella nos ha ayudado – dijo escuetamente Hermione.
Remus se volvió hacia Sirius.
- Déjala, Padfoot – dijo, ignorando la mirada sorprendida del gran perro negro. Este pareció dudar un poco y luego acató la orden de mala gana.
Narcisa se incorporó fulminándolo con la mirada y frotándose la cabeza con una mano allí donde se había golpeado, descubriendo sus dedos manchados de sangre. Draco sobrepasó a Lupin y se dirigió hacia ella preocupado, pero antes de que pudiera decir nada irrumpieron en la casa los siete mortífagos que habían estado haciendo guardia en el exterior. Un segundo y todos estaban plantados en el vestíbulo mirándolos anonadados. Primero miraron a Narcisa, que tenía sangre en el cuero cabelludo, después a Draco, que estaba plantado a su lado, paralizado por la sorpresa, a continuación el gran perro negro, que les enseñó los dientes en cuanto salió de su estupor y por último a Lupín y los demás, que tenían las varitas en la mano.
Los mortífagos parecieron llegar a la conclusión de que entre todos estaban atacando a Narcisa y Draco, porque éste último seguía sin su varita, y se lanzaron todos a la vez al ataque. Narcisa tiró de su hijo al suelo y lo protegió con su cuerpo de posibles hechizos extraviados. Sirius esquivó ágilmente los rayos azules y rojos que le rodeaban y se tiró a morder lo primero que encontró, que fueron las "partes nobles" del mortífago más adelantado. Lupín se puso delante de los chicos para protegerlos con su cuerpo y les gritó que se dirigieran al pasadizo. Harry y Ron no le hicieron ningún caso y se plantaron a su lado para combatir, mientras Blaise imitaba a Hermione y lanzaba un escudo protector sobre el grupo.
Draco se arrastró hasta una esquina tirando de su madre para sacarla de la línea de tiro. Vernon llegó hasta él volando sumamente alterado por el fuego cruzado y por ver a su amo en una situación apurada. Aunque el chico intentó calmarlo no sirvió de nada, así que no le quedó otra que ordenarle regresar al tubo de jade que pendía de su cuello para que resultase herido por revolotear histéricamente. Un vez hubo puesto a salvo a su familiar bajo la sorprendida mirada de su madre observó la situación. Donde se encontraban ahora no podían ver a los mortífagos, que se amontonaban en el vestíbulo, ante la puerta de la habitación del pasadizo sin tener espacio para que todos luchasen. Uno de ellos tuvo la idea de buscar a Nott y Knight, pero afortunadamente fue interceptado por la sigilosa aparición de un Severus Snape muy cabreado, que lo despachó sin contemplaciones. Para cuando los mortífagos se dieron cuenta de que estaban siendo atacados por la espalda ya tres de ellos estaban fuera de combate. Sirius tenía muy bien agarrado a uno por su ego y a los tres restantes no les iba muy bien contra los cuatro adolescentes y el adulto.
Ahora que Draco estaba allí en medio, aparentemente indefenso y en peligro, Hermione sacó su vena de auror y los mejores hechizos acudieron a su mente. Mantenía a raya a uno de los mortífagos ella solita, para estupor de Ron que trataba de ayudarla infructuosamente. Hermione era tan rápida que el pobre mortífago no tenía tiempo de bloquear sus hechizos y enviarle los propios. Ron casi no hacía más que observarla admirado, aunque salió de su ensimismamiento y desarmó a la presa de Sirius para evitar que se defendiera del perro a punta de varita.
Blaise y Harry se ocupaban del segundo, que era un poco más experimentado que el de Hermione y por lo tanto no tan fácil de dominar. El muy imbécil había lanzado un Imperio, que habría dado resultado seguramente de no haber tenido la mala fortuna de elegir a Harry como instrumento. El chico hizo caso omiso de la vocecita que le conminaba a volverse contra Blaise y se libró de la maldición con tanta facilidad que el mortífago se quedó desconcertado. No tardaron demasiado en ponerlo fuera de combate entre los dos.
Lupín hizo que su oponente se estrellase aparatosamente contra la pared y se volvió hacia Sirius, que todavía mantenía sus mandíbulas cerradas como tenazas cegando de dolor a su presa, que no atinaba más que a suplicar y llorar como una criatura. Desmayó misericordiosamente al pobre hombre, dio una mala mirada a su compañero y se volvió hacia los demás.
Hermione dejaba en ese momento inconsciente a su mortífago, aunque estaba tan enfadada que podría haberle martirizado un poquito más y se contuvo de ir corriendo junto a Draco, que ayudaba a su madre a ponerse en pie, porque Narcisa la cohibía con su mirada azul.
El rubio miró extrañamente al perro negro que se acercaba a ellos aún gruñendo bajito. Tal vez eran imaginaciones suyas, ¿pero ese perro no era el hombre que le había quitado la varita? Había sucedido tan rápido que no le había dado tiempo a ver qué hacía el hombre, pero dado que ya no se encontraba en la habitación...
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Severus Snape entró en la habitación vestido de mortífago. Todos se le quedaron mirando un poco en shock.
- No fuiste convocado – dijo Narcisa, para sorpresa de todos. Severus se dio cuenta por primera vez de que estaba ahí.
- Es una larga historia – dijo, antes de fulminar con la mirada al perro negro que se le había acercado enseñando los dientes. El profesor de pociones apretó la varita tentado de lanzarle una buena maldición – ¿Estáis todos bien?
Su mirada pasó sobre sus Slytherins en busca de heridas y una vez confirmado que estaban más o menos intactos suspiró y miró algo detrás suyo con aprensión.
- Tal vez vengan más. Lo mejor será que os larguéis ahora mismo.
- Severus... – empezó a decir Remus, pero se vió cortado por una severa mirada del profesor.
- Ahora mismo – recalcó.
Lupin asintió y se adelantó para coger a Sirius por el pelaje del cuello, tratando de evitar que saltara sobre Snape por el tono en que le había hablado al hombre lobo. Pudo evitar que se acercase a él, incluso pudo tirar de él hacia el pasadizo, pero lo que no pudo hacer fue acallar sus gruñidos y ladridos.
Seguramente eso fue lo que atrajo a Meriel hacia la puerta para asomarse, dejando la inspección de las otras habitaciones. Severus trató de interponerse entre ella y la estancia para evitarlo, pero una ojeada por encima del hombre le bastó a la bruja para gritar:
- ¡Black!
No podía concentrarse en sus deberes de Aritmancia. Era sencillamente imposible. Su mente vagaba por derroteros distintos y los problemas de la numerología no eran precisamente atractivos para fijar la atención en ellos. Volvió su vista hacia la profesora Vector, que se había apostado en un escritorio conjurado cerca de la puerta para poder corregir tareas con tranquilidad.
Dada la tensión en el ambiente casi todos los alumnos se habían puesto a hacer sus deberes. Era curiosa la manera en que se mantenían en silencio, con la cabeza baja, los oídos atentos y el corazón acelerado. En cuchicheos audaces se comentaban unos a otros lo que podía estar sucediendo afuera. Dumbledore les había comentado que se temía por un ataque a Hogwarts y que por su seguridad era mejor que todos permaneciesen en Slytherin.
Ginny había notado que las miradas de todos se desviaban de cuando en cuando hacia ella. No habían podido dejar de darse cuenta de que fue después de su entrada en el gran comedor cuando Dumbledore les dio la noticia. Pensaban que ella sabía algo, y tenían razón, pero por algún motivo no se atrevían a preguntarle. Tal vez era porque no veían a Harry por ningún lado, ni a Hermione ni a Ron. O puede que porque parecía a punto de echarse a llorar en cualquier momento.
Habían notado también la ausencia de Malfoy. La de Zabini había pasado más desapercibida, pues no era tan popular entre los estudiantes como su compañero rubio. Mirando a los Slytherins de reojo se podía notar la intranquilidad por la suerte de sus amigos desaparecidos.
Los Hufflepuffs y Ravenclaws parecían tener la creencia de que Malfoy había ayudado a que los mortífagos secuestraran a Harry y se había dado a la fuga.
Skye, sentada a su lado, miraba agriamente a todo aquel que hacía un comentario por el estilo y volvía a su trabajo de Adivinación con resignación. Tenía que escribir sus predicciones por medio de la interpretación de las formas que cobraba la sal al ser arrojada sobre una superficie lisa. Pero Skye no tenía permiso para bajar a las cocinas en busca de sal, así que escudándose en eso se inventó las predicciones. Lo malo es que etaba de un humor fúnebre y aunque las desgracias que se auguraba solían gustar a Trelawney esta vez se estaba pasando; era imposible predecir sus propia muerte tres veces en la misma semana.
Hastiada empujó a un lado sus libros para estirarse felinamente. Stan, al verla momentáneamente desocupada, se acercó con una sonrisa para charlar un rato con ella. Ginny, que lo observaba como un halcón, se volvió para preguntarle a Skye si creía que podría hacerle ese favor de la torre de astronomía.
- No veo por qué no – dijo la chica extrañada de que su amiga sacase ese tema, que ya había creído cerrado.
- Lo digo porque con esto del ataque igual no quieren dejarnos salir de Slytherin por el momento -–dijo la pelirroja con inocencia, viendo de reojo la cara de fastidio de Stan por no poder hablar un momento en paz con su novia.
- Alguna vez tienen que dejarnos salir. Y seguramente para mañana ya estará todo en orden – Skye dejó el tema por zanjado y se volvió hacia Stan con una sonrisa.
- ¿Cómo estás tan segura? – presionó Ginny a la desesperada - ¿Y si hay más mortífagos de lo que los profesores pueden manejar? ¿Y si nos sitian?
- ¿Sitiarnos? – preguntó Skye desconcertada, mirando a Ginny como si la creyera loca, mirada que compartía su novio, por cierto.
- ¡Claro! Se quedan ahí fuera esperando que nos muramos de hambre sin darnos la oportunidad de conseguir comida o agua mientras se ríen de nosotros como los maníacos que son y piden un rescate al ministerio para poner al que-no-debe-ser-nombrado en el lugar del ministro con amenazas de torturarnos con cruciatus si no lo hacen.
Skye y Stan la miraron largamente con los rostros inexpresivos.
- Gin, ¿te encuentras bien?
- Claro, venga, rízame el pelo – dijo repentinamente cambiando de tema, y se levantó cogiendo de la mano a una anonadada Skye y dejando plantado al pobre Stan, que no habia podido intercambiar una palabra con su novia.
Llegando a las escaleras Skye tiró de su mano para recuperarla.
- Vale, ¿que ha sido todo eso? – preguntó mosqueada. No se dejó engañar por la mirada de inocencia de Ginny siguió mirándola con dureza.
La pelirroja suspiró profundamente, dándose por vencida.
- Es que Stan me intimida – mintió -. Con eso de que es hijo de mortífagos, temo que te lave el cerebro y te unas a su bando.
- Vaya, al parecer crees que mis convicciones son un poco pobres, ¿no? – Skye sonaba dolida y claramente decepcionada.
- No es eso. Es solo que... – pero no se le ocurrió nada que decir y se quedó mirando a su amiga de manera suplicante – No quiero que acabes siendo una mortífaga – dijo con toda sinceridad. Skye suspiró.
- Venga, vamos a rizarte ese pelo – cedió cansinamente, para infinita alegría de una pelirroja que se había salido con la suya.
- ¡SIRIUS BLACK! – gritó de nuevo Meriel, con tintes histéricos en la voz. Antes de que pudiera reaccionar del todo y echarse sobre el perro negro para extrangularlo lentamente, Severus Snape la sujetó por los brazos con tanta fuerza que seguramente dejaría marcas en ellos. Pero ninguno de los dos lo notó, Meriel porque estaba ocupada intentando deshacerse del hombre y él porque estaba absorto en su tarea de sujetarla. La mujer se revolvió como una gata entre sus brazos y consiguió avanzar un paso en la habitación antes de que Snape la agarrase por la cintura con las dos manos para apretar su espalda contra él. Meriel le dio un cabezado en la mandíbula que le hizo ver las estrellas, pero aún así no la soltó.
- ¡ES UN MALDITO ASESINO, SEV! ¡SUELTAME!
Todos en la habitación la miraban sorprendidos. Algunos, como Narcisa, Draco y Blaise, porque afirmaba que ese perro grande era un mortífago fugado de Azkaban, otros como Harry, Hermione y Ron porque estuviera enterada de la identidad animaga de Sirius y el propio acusado y Remus porque había llamado a ese grasiento "Sev".
- Oh, vaya, un animago – se pudo oir a Narcisa, que escrutaba al perro con mirada calculadora. Sirius, visto que su identidad ya no era un secreto para nadie, volvió a transformarse en el mago alto y moreno que tenía la varita de Draco. Varita que, por cierto, no se molestó en devolverle.
- Hola, Meriel. Me pregunté que habría sido de ti – dijo con tranquilidad pasmosa, cosa que contrastaba con la histeria de la mujer.
Draco miró sorprendido al hombre que se plantaba frente a ellos. Era el mismo que en su tercer curso había entrado a escondidas en Hogwarts, supuestamente, para matar a Harry Potter. Los Malfoy eran de las pocas personas que sabían que Black era completamente inocente de los cargos de los que estaba acusado, así que no era por eso por lo que estaba sorprendido.
En tercer curso, en los carteles que aparecieron por cada rincón del mundo mágico, no se había podido apreciar dado su deterioro físico, pero ahora que Sirius había recuperado algo de su antiguo aspecto físico gracias a comidas calientes y sueños reposados uno se podía dar cuenta del parecido físico que tenía con cierta personita.
Cierta personita hija de la bruja histérica, para más señas.
"Oh, Skye, ¿tú sabes esto?" pensó Draco impresionado.
Por su parte, tanto Ron como Harry miraban atentamente a Meriel encontrándole también parecido con Skye Hidden. Dedujeron, sin mucho pensar, que debía ser su madre. Y sumando dos y dos, si ella conocía a Sirius y Sirius se parecía también a la niña...
- ¿Es usted la madre de Skye? – preguntó Harry antes de poder evitarlo.
Meriel le envió una mirada de odio tan intensa que raro fue que Harry no acabase muerto en el sucio suelo.
- Cierra la boca, condenado crío – masculló con rabia - ¿Sabes quién es el que está a tu lado? Porque tu eres Harry Potter, claro. Pues ese es el asesino de tus padres, chaval.
- No le insultes – dijo Sirius fríamente a la vez que Harry negaba con la cabeza.
- Se equivoca, señora. No fue mas que un malentendido.
- ¡¿Malentendido?! – casi escupió la mujer - ¡¿Eso es lo que ÉL te ha contado?!
- Meriel, no es momento ni lugar para discutir esto ahora – dijo Snape severamente – Hay que irse – dijo escuetamente, teniendo la impresión de que estaba repitiendo aquello muy amenudo ultimamente – Narcisa, tendrás problemas por esto – dijo, dirigiéndose a la mujer rubia, que inconscientemente había rodeado a su hijo con los brazos que, también sin darse cuenta, le devolvía el abrazo.
- Me vendría bien un poco de ayuda – asintió.
Sirius estaba enzarzado con Meriel en una lucha de miradas sin mucho sentido, por lo que Remus fue el que masculló que mejor se pusieran en marcha.
- Remus Lupin – dijo Meriel venenosamente, fijándose en él por primera vez -. No te había visto, aunque no sé por qué me sorprendo. Siempre juntos, la parejita feliz – sus palabras sonaban con cierto retintín que a Harry y Hermione no les pasó desapercibido.
Si bien Harry no supo que pensar al respecto, pues su padrino y el hombre lobo siempre le habían parecido los mejores amigos, Hermione que era más rápida de mente y tenía menos prejuicios se dio cuenta enseguida de que el comentario era más literal de lo que el moreno suponía. Miró a Remus en busca de una confirmación y la obtuvo por el sonrojo incómodo de su ex–profesor.
"Bueno, hacen una bonita pareja" pensó, sin darle muchas vueltas. Mirando a Draco un segundo, para comprobar que estaba bien, fue la primera en meterse en el agujero, esperando que los demás la siguieran para evitar mayores altercados con la mujer de cabellos cobrizos o los mortífagos que aún podían acudir. Harry la siguió, con Ron pisándole los talones y Sirius, a regañadientes, tras ellos. Lupin miró a Draco y Blaise.
- ¿Venís? – preguntó, intentando pasar por alto los alaridos de Meriel reclamándole a Snape que dejase ir a los niños con un asesino múltiple. Blaise asintió, aún un poco conmocionado, y solo se movió cuando vio que Draco tomaría ese camino con ellos.
El rubio se despidió de su madre más acongojado que antes.
- ¿Qué vas a hacer ahora? Te pedirán cuentas por esto – dijo mirando a los mortífagos inconscientes a su alrededor.
- Les modificaré la memoria y haré ver que también fui atacada. Tal vez pueda hacerles creer que algún auror con prisa nos puso fuera de combate sin arrestarnos – dijo con una media sonrisa. Acarició el pelo marfileño de su hijo, tan parecido al del padre -. Estaré bien, no te preocupes.
- Vete, Draco, nosotros la ayudaremos - intervino Snape hoscamente, pues no le gustaban ese tipo de escenas. El chico asintió, besó de nuevo a su madre en la mejilla y abandonó la estancia haciendo un gesto de saludo en dirección a su profesor de pociones.
Lupin esperó a que él y Blaise entrasen por el agujero y luego se volvió hacia Meriel, que respiraba agitada aún entre los brazos de Snape.
- Te explicaremos todo en otro momento – dijo suavemente – Te aseguro que Sirius no es culpable.
Antes de que Meriel pudiera replicar, ya había desparecido detrás de los chicos. Narcisa se acercó a ellos dejándose llevar por un impulso.
- Meriel Mcallister – dijo, a modo de saludo – No es mi estilo hacer esto, pero por el favor que vas a hacerme te contaré quién fue en realidad el traidor de los Potter.
Meriel la miró con suspicacia.
- ¿Y qué favor te voy a hacer?
- Querida, vas a atacarme, por supuesto.
Sirius Black no podía explicar qué era lo que había sentido al ver de nuevo a su antigua amante y sentir su odio como olas rompiendo contras las rocas de su persona. Había sido un shock para él encontrar allí a Meriel, llamándole asesino a gritos, apresada por los brazos de un Severus Snape que siempre había poseído su corazón de una manera que él nunca pudo.
Pero él nunca quiso el corazón de Meriel, se recordó, sino el de Moony. Y finalmente lo había conseguido. Miró hacia atrás, comprobando que los chicos le seguían y también Remus, cerrando la marcha, con aspecto abatido y ligeramente ausente. Deseó que el pasadizo fuese más amplio para poder reunirse con él, dejando pasar a los adolescentes, y tranquilizarlo de alguna manera.
Meriel y Remus nunca se habían llevado bien. Sirius siempre supo del odio de la mujer hacia el licántropo, pero nunca imaginó que fuera recíproco en este caso. Hasta muchos años después no supo que el licántropo la había aborrecido como a nadie por estar relacionada íntimamente con él. A Sirius le había costado mucho poder estar finalmente con Remus y volver a compartir su cama con él como habían hecho hacia tanto tiempo, cuando aún estudiaban en Hogwarts. Y ahora que al fin estaban juntos no pensaba dejar que nada los separase. Pero este encuentro con Meriel parecía haber afectado a su Moony de una manera que él no podía entender. Repasó toda la escena en su mente, en silencio, mientras caminaban en fila india de regreso a Hogwarts todo lo deprisa que podían avanzar en ese estrecho pasillo. Algo de lo dicho le llamó poderosamente la atención.
- Harry – llamó, un poco dubitativo. El chico no dejó de andar, pero le echó una mirada por encima del hombro de una manera un poco dificultosa, sobre todo con Ron entre ellos - ¿Quién es esa tal Skye por la que preguntaste?
Harry le miró sorprendido, deteniéndose en seco al igual que Ron, haciendo que Sirius casi se los llevara por delante. Se detuvo también confundido, mirándolos bajo el resplandor de las varitas.
- ¿Qué ocurre? – preguntó preocupado, dándose cuenta de que todos se habían detenido y le observaban atentamente.
- Sirius, ¿lo estás diciendo en serio? – preguntó Ron muy seriamente – ¿No tienes ni la menor idea de quien es Skye Hidden?
- No había oído ese nombre en mi vida – reconoció el animago, pensando repentinamente que se trataba de alguien tan famoso como Harry, por ejemplo, y él era el único del mundo mágico que no tenía ni idea de quien era.
Pero en lugar de explicarle nada, todos miraron atentamente a Remus y Sirius se volvió hacia él en busca de una explicación. El rostro de Moony estaba en sombras, tal vez a propósito pues mantenía baja su varita.
- Sigamos – fue todo lo que dijo el licántropo. Los chicos asintieron confundidos y nadie dijo una palabra más hasta que hubieron llegado a las puertas del castillo.
Sirius lo dejó correr, pensando que Remus sabía y le explicaría en cuanto todos se encontrasen a salvo.
Minerva McGonagall les abrió las puertas de roble luego de que estas asegurasen reconocer a todos los miembros del grupo. Flitwick había vuelto a aleccionarlas para no dejar pasar a nadie ajeno a la escuela y Minerva había tenido el buen tino de mostrarles una foto de Remus y Sirius en cuanto éstos partieron en busca de los adolescentes.
La profesora casi lloró sobre Harry, Ron y Hermione y los miró detenidamente para ver si se encontraban intactos.
- De todas maneras iréis a la enfermería en cuanto el Director Dumbledore hable con vosotros – dijo, tratando de mostrarse severa. Dio una mirada agradecida a los dos merodeadores e ignoró olímpicamente a los Slytherins que la fulminaban con la mirada.
En el despacho de Dumbledore todo estaba igual que siempre, el fénix en su percha, el Sombrero Seleccionador en su repisa y todos esos cachivaches ruidosos haciendo sus ruidillos de costumbre. Lo único que estaba diferente era el mismo Dumbledore, que parecía milenios más viejo. Él también se tuvo que contener de abrazar a sus tres Gryffindors, aunque fue un poco más diplomático que la profesora y dedicó miradas afectuosas a los Slytherins, que también le fulminaron con las suyas seguramente ya por costumbre.
- Señor Malfoy, creo que le alegrará saber que su madre fue atacada debidamente – dijo jocosamente.
Draco asintió sin verle la gracia al asunto. Sabía que era para encubrir su participación en la huída del oh-gran-Harry-Potter, pero no le gustaba nada que hubieran apalizado a su progenitora, por muy buen fin que tuviera la acción.
- Severus tuvo la amabilidad de asaltar otra casa para informarme de que habíais encontrado a los chicos – continuó el director, contento con que todos estuvieran a salvo – Él y su acompañante decidieron echar una mano a los aurores que tratan de restablecer el orden – informó alegremente.
Sirius pensó que a Meriel le vendría bien descargar un poco de adrenalina torturando pobres mortífagos indefensos. Dumbledore estaba tan satisfecho de tener allí a los cinco que ni siquiera los reprendió por salir del castillo sin permiso. En lugar de eso los mandó a la enfermería escoltados por Remus, Sirius y McGonagall que mantuvieron las varitas preparadas todo el camino a pesar de cruzarse con aurores casi a cada paso.
La señora Pomfrey les hizo pasar a la casi desierta enfermería y ordenó que cada uno se sentase en una camilla. Draco echó un vistazo alrededor extrañándose mucho de que los heridos de Hogsmeade no hubieran sido trasladados a Hogwarts de inmediato, y no pudo evitar hacer la pregunta en voz alta.
- No es asunto tuyo, jovencito – dijo agriamente la enfermera, mirándole malamente, seguramente por preguntar. Nunca le había caído bien Draco, y eso quedó patente en el minucioso reconocimiento que le hizo, para su frustración, pues el chico aseguraba estar perfectamente a pesar de que aún le quedaban secuelas de la cruciatus de Knight.
Hermione, a tres camas de distancia de él, no pudo evitar sonreir por la mueca de fastidio de su novio. Miró a Remus y Sirius, que estaban ocupados hablando con Harry y Ron y echó un vistazo a Blaise, que se había tumbado en su camilla aparentemente sumido en sus pensamientos. Hermione suspiró y miró la camilla de al lado, rodeada por una cortina blanca para dar intimidad al enfermo.
La chica tensó inmediatamente todos los músculos del cuerpo, segura de quién se encontraba tras esos cortinajes. Y saliendo de su momento de terror irracional decidió que lo mejor sería comprobarlo. Si estaba en lo cierto no habría mejor momento para hacerle frente a sus temores.
Revisando que todos estaban ocupados en sus propios asuntos se bajó de la camilla y traspasó las cortinas blancas. Ya no tenía la cabeza vendada, advirtió enseguida, aunque parecía enfermo, con un tinte verdoso en su piel y la piel húmeda de sudor. Hermione lo miró detenidamente, pensando que su enfermedad, fuera cual fuese, podía ser castigo suficiente.
Pero entonces recordó lo que le habría sucedido a ella sin la suerte que había tenido y quiso venganza. Casi sin pensar levantó las sábanas para dejar el cuerpo al descubierto. Estaba vestido con un pijama blanco de la enfermería, con el cuello y las axilas húmedos de sudor. Conteniendo las ganas de vomitarle encima, Hermione avanzó su mano hasta introducirla por debajo de la cintura elástica del pantalón.
Los ojos del chico se abrieron de inmediato en cuanto la chica rozó su miembro.
- ¿Hermione? – preguntó dubitativo.
- Justin – saludó ella fríamente.
El chico bajó la mirada hasta sus pantalones, donde la mano de ella se perdía para hacer contacto con su carne fláccida.
- ¿Qué estás haciendo? – preguntó extrañado. Tenía los ojos como empañados, advirtió la chica, y cuando movió su mano suavemente Justin los cerró conteniendo un gemido de placer – Oh, esto es maravilloso... – susurró.
- Sí, ¿verdad? – preguntó ella con el mismo tono desapasionado. Justin volvió a abrir los ojos y fijó en ella su mirada.
- Lo siento mucho. Lo siento muchísimo, de verdad. No sé que me pasó. Creo que perdí el control al verte así vestida...
- Claro, si todo es culpa mía – dijo ella con sarcasmo, continuando con sus caricias.
Justin se estremeció de placer y empezó a respirar agitadamente.
- ¿Me perdonas? – preguntó casi ronroneando.
- No – dijo Hermione, sorprendiéndolo. Siguió la mirada del chico hasta sus pantalones y vio la confusión reflejada en sus ojos embotados -. Me estoy vengando, Justin, ¿acaso no te das cuenta? – preguntó ella, permitiéndose una pequeña sonrisa a la vez que levantaba la varita y pronunciaba un hechizo para dejarle sin voz.
El chico no pareció entender aún que estaba en dificultades, y no lo entendió hasta que Hermione utilizó toda su fuerza para retorcer su miembro de una manera que debía resultarle muy dolorosa, a juzgar por la expresión de su cara cuando empezó a gritar silenciosamente. Se revolvió en la cama, intentó arrancar su mano de allí arañando la muñeca de ella con las uñas, lloró a lágrima viva y abiertamente y suplicó sin voz porque ella lo soltase.
Pero Hermione no lo soltó hasta sentir la sangre corriendo entre sus dedos.
Para cuando la señora Pomfrey se volvió hacia ella para revisarla, después de haber hecho lo propio con los chicos, la encontró sentada en su camilla con un aspecto tan inocente que nadie diría que acababa de torturar a un chico. Solo Draco se habia dado cuenta de su ausencia, y como es lógico no había comentado nada al respecto.
Se admiró de verla allí tan tranquila, aguantando sin quejarse el minucioso examen de la enfermera, que aunque se extrañó un poco de ver manchas de sangre en la manga de su jersey no comentó nada pues no encontró herida alguna. Hermione muy sabiamente había curado los arañazos de su muñeca y había limpiado la sangre de Justin de su mano antes de volver a su puesto. Parecía muy satisfecha de sí misma en ese momento y le sonrió a Draco con complicidad cuando se dio cuenta de que él la estaba mirando. Sin duda sabía que él sabía y estaba segura de que le guardaría el secreto. Draco, sintiéndose orgulloso de su chica, le sonrió de vuelta.
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Bueno, espero que os hayan gustado algunas de las cosillas que ocurren en este capítulo, aunque deja mucho que desear, la verdad. ¿Qué, como os ha sentado que no sea Lucius el que aparece? TODOS creías que iba a ser Lucius, aún cuando a Narcisa se la mencionaba más recientemente. Pero Lucius sí que saldrá en el capi siguiente, y a Meriel no le quedará más remedio que tener una conversación con Skye.
Nos vemos en el próximo capítulo!!!
PD.- los reyes me han traído el pack de dvd de Harry Potter!!! Por supuesto, me he alegrado muchísimo porque también me han regalado un reproductor de dvd, de lo contrario me hubiera cagao en tó ^.^.
