Hola!!!!!

Bueno, unas cuantas cosas antes de nada, EL 21 LLEGARÁ LA ORDEN DEL FENIX!!!!!!

Y

Este capítulo es más largo de lo normal. También más aburrido, no os creais ¬¬. Pero bueno, tiene 22 páginas de word, lo que equivale a una chorrocientas palabras y una sarta de tonterías más larga que de costumbre. Y ni siquiera he puesto lo que quería poner T_T. La primera escena se me ha "colado". No la tenía pensada, y cuando me puse a escribir y salió esto, bueno pues no me apeteció dejarlo de lado, así cuento unas cuantas cosas (veladamente ^.^) un poco antes de lo previsto, jejeje.

A ver, a ver... a sí, capítulo de regalos, decepcionantes y todo eso, aunque hay unos cuantos a tener en cuenta para el futuro ^.^.

Ah, sí, los rews., me arremangaré para ponerme a contestarlos, a ver, empezaremos por...

Poly Morgana R, jejeje, me gusta eso de que Severus le "quite el estrés" a Meriel, más bien yo creo que fue al contrario, pero bueno... Y sí, Sevvie es parte de la family, y desde este capítulo más!!!. La relación Draco/Hermione se hace más pastelona en este capítulo y McGonagall no va a soltar prenda, no podría ir contándole a todo el mundo que su niña favorita se ha enrollado con uno de sus alumnos más aborrecidos!!!. Besitos mil y duerme, duerme, que ya tendrás que madrugar, ya...

MARTA, me alegro de que te esté gustando, de que tengas ánimos para leerte "el fic interminable" y de que Estado Anímico Alterado también te haya gustado, aunque eso de que sea uno de los mejores... lo dudo mucho, muchísimo, pero gracias. Besitos.

Tynitaaa, me alegro que te guste la pareja pero lo del trío ya está decidido, lo siento si no te gusta, lo censuraré para que se lo salte quien quiera. Gracias y besitos.

Petit Charat, tu opinión con lo de Severus es la correcta, él tenía miedo a que Meriel siguieta queriendo a Sirius, y por eso dice que le ha vencido, porque le ha ganado a su recuerdo (físico, ya que está presente) que es lo que él más temía, que Meriel se olvidase de él en cuanto el otro apareciese en escena. Ey, que me gusté Sev no quiere decir que no me guste tu opinion, además de que como ya te he dicho es la acertada, Sirius pasa de Meriel porque tiene a su Remus tó pa él. Jajaja, pues la Vector, que ni es jefa de casa ni es na y los Slys la intimidan, y como son tos unos prepotentes y unos cabezones de mierda allá se apañe Snape con ellos, total, como de la puerta no van a pasar... Besitos mil.

Girl Angel Malfoy, jooo, quieres que se peleen? Tal vez para la segunda parte, porque aquí no puedo agregar ya más cosas si quiero que dejen de estar de vacaciones algún día. Me alegro de que estés enganchada, aunque la adicción a mis desvaríos puede ser peligrosa ^.^. Besitos.

Yo-ana, humm, un Sirius/Hermione... no sé, no los veo como pareja, tal vez me cuadre más Sirius/Harry, Hermione/Remus, no se porqué, pero tendré en cuenta tu idea por si me apetece hacer algo distinto. Besitos.

Javiera, nome gusta Lestat, le ADORO!!!! Soy Slytherin de corazón, y el trío lo voy a hacer, tengo 23 años, pero no sé exactamente a qué tema te refieres, al del trío? Aún no he tenido ese tipo de experiencias ^.^. Besitos.

viktor jos krum, jajaja, vaaale, ya veo que de no hacer preguntas que se autoresponden pasas a no hacer ninguna pregunta. Qué cortito tu rev T_T, pro te lo agradezco igual. Besitos mil.

skgirlfan, aún no sé si va a haber escena Ron/Skye, supongo que eso lo sabré cuando vosotros ^.^. Y sobre la cara que pondrá Skye... aquí lo verás. Besitos mil.

Javiera, se refería a que tuviera otro hijo con Narcisa que con el tiempo sería otro servidor suyo. Ok, te mandaré el capítulo. Gracias por el halago (excesivo). Besitos mil.

Sus, tu también quieres que se enfaden? Jo, mira que os gusta que sufran, y luego cuando sufre Narcisa un poquitito enseguida a tirarse al cuello de Lucius (os entiendo, yo también me tiraría, grrrr) Besitos mil.

Elendil Ancalime, hola!!! Jajaja, tu me homenajeas a mí? Mas bien debería ser al contrario!!! Pues a mí me gustaría mucho leer lo que estés escribiendo en este momento, y estoy segura de que a mucha gente también, lo publicarás en algún sitio? Si es así avisa! Gracias por tu rev. Besitos mil y no te pierdas por ahí!!!

Calixta, jajaj, te has puesto roja? Pero de qué, de acaloramiento, de bochorno o de qué? Eso hay que especificarlo!! Y no, no estoy enamorada, pero como se dice en Moulin Rouge (película que adoro) "entiendo de amor aunque solo sea porque lo anhelo con cada parte de mi ser". Y apasionada... bueno, soy escorpio ^.^. Besitos mil.

luna_wood, ey, lleno de lujuria? Y eso? Lo dices por lo de Ernie? Bien, no era necesario, pero me apetecía mucho explayarme describiendo a mi Blaisy ^.^. Bueno, es Hufflepuff ¬¬, eso lo explica todo. Pues fíjate que a mí lo de Snape me parece una escena muy apresurada, pero en fin, mientras haya cama estaréis contentos, jajaja. Besitos mil.

Chikaturra, me alegro de que te parezca algo remotamente cercano a bueno, espero que este capítulo se te haga más largo (22 páginas) y siiii, 5º libro!!!!! Besitos mil!!!

mariapotter2002, es cierto, para qué escribo cada 15 días cuando puedo escribir cada 20? Menos mal que me has hecho recapacitar, la próxima vez me lo tomaré con más calma ^.^. Tas loca, abanderarte con una frase mía en el msn, te van a lapidar!!! Pues a decir verdad confesiones, confesiones, de las que pensaba poner, no hay ninguna, resulta que la historia no va como la había planeado, se me ha torcido un poquito, pero me gusta más así y por eso no me voy la quejar (demasiado) Me alegro de que te guste la pareja Sev/Meriel, creo que eres a una de las pocas a las que ella le cae. Besitos mil.

Fi-chan (Asuka de Black), te cambiaste el nick? Tengo mail de hotmail, pero casi no me conecto porque nunca me acuerdo de él ^.^. Pero me puedes mandar un mensaje si quieres, aunque tarde siglos en contestar, siempre lo hago. Me alegro de que te haya gustado el M/S. Besitos mil.

angel_gótico, creo que te has pasado un poco con los halagos, pero me alegro mucho de que te esté gustando la historia. Besitos mil.

Viajera, me alegro de que te esté gustando. Besitos.

Arwen Black, bueno, me molestaría si fuese una gata blanca, pero si es negra te perdonaré, jajaja. No, en serio, puedes usar el nombre siempre que quieras y para lo que quieras, que no lo he inventado yo, es de dominio público, así que es imposible que me plagies!!! Besitos mil!

Jenny Anderson, me alegro de que lo encuentres divertido! Los regalos los verás en este capítulo, y Sirius, bueno, sus reacciones no serán inmediatas, el pobre estárá demasiado shokeado para darse cuenta de las cosas de inmediato, pero que sea Sly no le va a gustar nada... Besitos mil.

Atheney, gracias por tu mensaje, me alegro de saber que te está gustando la historia, respecto a copiarla no tengo idea de porqué no puedes hacerlo, pero si quieres te envío el super-archivo (aunque no está dividido en capítulos ni nada) para que la tengas a mano (y le saques fallos, jejeje) dime cuando quieres que te lo envíe, aunque tendrá que ser al menos en varias partes porque actualmente ocupa unos 1.300 kb. Tendrás que tener la cuenta despejadita ^.^. Besitos mil.

Aicha , aquí sale más Draco, y no, no le pasa nada, ya está bien, era solo para quitarlo un poco de en medio, jejeje. Yo dando consejos de escritura? Peor qué dices, si estoy para que me los den a mí!!! Pero leeré tu fic en cuanto tenga un rato, además, me encantó esa película ^.^. Besitos.

GaBrIeLa2, yo no sé que me pasa contigo pero cada vez que te quiero mandar un mail o un rev sucede algo!! Te intenté mandar un mail el otro día y no hacía más que quedárseme colgado el ordena, así que no sé si al final se envió o qué, y cuando me metí en tu historia pa dejarte rev me salía no-se-qué error en inglés todo el rato, cuando al final parecía que lo había enviado resulta que se perdió T.T. Espero que al menos el siguiente te llegase. Bueno, no te preocupes si no quieres leer el Sev/Mer, a mucha gente Meriel no le cae bien, aunque aún no entiendo por qué si prácticamente es igual que Skye y ella si que os cae bien. Me desconcertáis, igual es porque no queréis a mi Sevvie T_T. No entiendo, al final lo leíste??? No hay quien te comprenda!!! Que escribo rápido? Pero si hay gente que se queja de que actualizo muy lento!!! Bueno, gracias por tu mensaje, como siempre y Besitos mil (estoy deseando saber que pasará con Draco, Harry, Snape y Damon!!!!)

impossibles, mmm, me arrepiento de haber contado ya la historia de Meriel, tenía que haberlo dejado para la charla madre/hija con Skye, pero bueno, me apetecía contar un poquito también el punto de vista de Snape un poco por encima, así que como ya está hecho, a otra cosa. ¿Quién te dice que no? Jejjee, Besitos mil.

ross malfoy, huyyy, creo que después de este capítulo me vas a matar!!! Si, lo presiento!!! Pero contén tu furia asesina que es por su bien, ok??? Recuerdalo cuando estés leyendo, plis. Esque lo pensé por eso, pa que los que no sabían la historia no se tuvieran que tragar la otra (que por cierto me alegro de que te gustase aunque está horriblemente escrita), aunque esta vez incluí un pequeño punto de vista de Snape, muy ligero, pero me arrepiento un poco de haberlo metido ahí, pero bueno. Jajaja, y quien te ha dicho que Ron es el indicado? Y si no lo es? Jajaja, no doy adelantos!!! Además, casi no me conecto al msn pk nunca me acuerdo de él o estoy ocupada o me da flojera o etc, pero algún día lo haré. No es nada especial el regalo, no te creas, es más una tontería que otra cosa, os va a decepcionar a todos. Gracias por tu mega-rev. Besitos mil.

Minah19, bienvenida a la historia!!! Me alegro de que te esté gustando, aunque lo de la gente ebria viene por experiencias propias ¬¬. Eso de que es el mejor que has leído... no has leído mucho, verdad? porque hay fics buenísimos por aquí y Vacaciones no les llega ni a la suela. Si tiene muchos revs es porque siempre digo que no quiero que me dejen, y como saben que los respondo todos cuando puedo se aprovechan de ese método para torturarme, lo sé ¬¬. Veo que realmente te está gustando la historia para tomarte la molestia de dejarme rev en tantos capítulos. Te agradezco cada uno de ellos. Besitos mil!!!

dalloway, bueno, no es como si hubieras ganado un jamón, pero bueno... Veamos, fic de los merodeadores, optimista y con slash Remus/Sirius... bueno, tendré que pensarlo bien porque últimamente si intento hacer algo optimista/gracioso me voy al absurdo ^.^Y además tendrá que ser independiente de Vacaciones y Estado Anímico. Jo, no te gustan los angst y te has tragado Estado Anímico Alterado??? Que aguante!!! Pero si es un dramón!!! (ahora es cuando caigo en la cuenta de que cosas como esa se tiene que avisar en los summaries ^.^) Bueno, intentaré hacer una historia optimista, sé que puedo!!!. Bueno, los Slys son mis niños mimados, por si no lo has notado, a los Gryffindor los trato un poco como Lucius a Dobby ^.^. y a los Hufflepuffs ni te cuento. Como me vas a aburrir? Bueno, intentaré tener tu premio lo antes posible, pero plis, no esperes milagros ni nada bueno. Besitos mil!!!!

[[SuS]], [entre corchetes], mejor no te cuento lo que estaba haciendo cuando se me ocurrió, ejejeje. Me alegro de que te haya gustado el capítulo, besitos mil.

Minah19, hola de nuevo!!! Eres una yonki del fic!!! Ey, no creo que sea el único fic en el que Draco no está traumado!!! Me alegro de que te gusten Skye y Snape, me gusta la relación que tienen entre ellos. Besitos mil!!!

Shashira, espero que ya estés mejor de tu operación!!! Esque Meriel ya se había hartado un poco de esperar a que Sev diese el primer paso, porque el chico parece un poco indeciso ^.^. OHHHHH, eres la única que me ha felicitado para San Valentín (y se supone que también es el día de la amistad ¬¬) aunque como tampoco me esperaba diamantes ni orquídeas y como estoy a régimen no puedo comer bombones... Pues muchas gracias por felicitarme y espero que tuvieses un buen San Valentín, con muchos regalos, corazoncitos en el aire y sexo salv... ejem, quiero decir, muestras de cariño incondicional. Besitos mil!!!!

Adarae, pues aquí lo tienes, espero que no te decepcione demasiato. Bestitos mil!!

Javiera, otra vez? Cuantas veces te he contestado hoy??? Sí, te lo mando con respuestas de revs incluídas. Besitos mil!!!

Poly Morgana R, en realidad, este horario me hace estar más hiperactiva, de repente va y tengo 11 páginas de historia de Balise y 22 para éste capítulo de Vacaciones, así que o caigo rendida de agotamiento o me vuelvo mega-productiva!!! Bueno, se quedaron tanto tiempo esperando porque querían ver a sus chicos, y después de la agitación de las profes como querías que se fueran a dormir tan campantes? Además, Hermione estaba preocupada por Harry, por eso de las pesadillas y tal, y Draco después de tantas horas estaría durmiendo tan feliz, por unos minutillos más que esperase no pasaba nada.JAJAJA, que cruel!!! No lo había pensado, pero es verdad, el pobre Ernie no tendría nada que hacer con Justin aunque quisiera, porque es casi un eunuco. Oh, sí, envíameló, plis!!! Mi cuenta es averasin@hotmail.com. Hummm, pues no sé si dará tiempo un draco/Hermione antes del trío, veré a ver si puedo meter algo cortito, un aquí-te-pillo-aquí-te-mato en plan calentón, jejeje. Pues voy a buscar esa canción que dices, a ver si la encuentro. Besitos mil y gracias por tu review (y por el fanart ^.^)

Minah19, hola de nueeeevoooooo!!!! A ver si lo entiendo, te lees casi todos los capítulos de dos o tres sentadas... y luego dices que estabas estudiando de por medio??? Que resistencia!!! Lo que te digo, no has leído lo suficiente, hay un montón de historias que están a años luz de ésta, si quieres saber de alguna te aconsejo que revises mi ficha, donde tengo enlazadas algunas de las historias que más me han gustado de esta wep (claro que no están todas, pero sí muchas de mis favoritas) así verás lo que son de verdad las historias buenas. Aunque me alegro mucho de tu opinión tan favorable sobre este fic ^.^. Muchas gracias por pensar así de Skye, me vas a hacer sonrojar!!! Muchas gracias por tus halagos, por tus reviews y por tu resistencia por aguantar 39 capítulos sin empezar a hablar con las sillas y las tazas. Esperoq ue este capítulo no te decepcione demasiado. Besitos mil.

ChIk-SoAd, yo no sé pa qué lo censuro si luego os lo leéis todos igual ^.^. Supongo que os da demasiado morbo, jejeje. Sí, me acuerdo de que resumiste una escena magistralmente en cuatro palabras, ojalá yo pudiera decir tanto en tan poco!!! Ojalá supiera cuantos capítulos faltan, yo crei que no llegaría a los 40 y mira... no voy a hacer una estimación, porque si exagero y digo "no creo que llegue a los XX" luego los pasaré limpiamente de nuevo. Pues parece interesante la idea de un Hermione/Lucius, pero Narcisa que dirá a todo eso? Jejeje, sí me gusta la idea, escríbelo ya!!!. Aquí hay más Draco/Hermione, aunque un poco cursi, la verdad. Besitos mil y gracias por tu rev.

Bueno, al fin terminé. Menos mal, porque esto de estar empezando a escribir con los nudillos se hacía un poco doloroso, la verdad ^.^. y qué, estabais decididos a hacerme llegar a los 800 antes de terminar la semana o ke? Porque mira que os habéis esmerado. Bueno, gracias a todos (aunque ahora os estóy maldiciendo uno por uno, pero de buen rollito, eh?)

Creo que no me quedaba decir nada más antes del capítiulo de hoy.

Por cierto, os habéis fijado? Es el capítulo número 40, 40!!!! Yo que creí que ya estaría más que terminado para este entonces. Os agradezco mucho vuestra constancia, porque sé que es un coñazo leer una historia tan larga, que casi tiene 300 páginas y en la que, realmente, no ocurre casi nada. A partir de ahora intentaré hacer los capítulos tan largos como éste más o menos para acortar capítulos ^.^.

Ah, sí, como fanfiction parece que últimamente se pasa el formato por el forro me he visto obligada a poner esos horribles separadores para distinguir una escena de otra y que no quede todo amontonado. Espero que sirvan para algo.

Y nada más, me despido con besitos para todos!!!

VACACIONES DE NAVIDAD

Cap. 40

Narcisa oía retazos de una conversación que estaba segura que la involucraba. Luchó por salir de la inconsciencia cuando reconoció la voz fría de su marido.

- ¿Lucius? – llamó, frunciendo el ceño por lo desvalido que había sido su tono. En menos de un segundo él estaba a su lado.

- No tengo mucho tiempo, Él me llamará enseguira – aclaró el hombre, acariciándole el cabello rubio desparramado por la almohada. Narcisa sintió como su mano derecha era sujetada con delicadeza entre unos dedos ágiles y peleó contra su cansancio para poder abrir los ojos.

Estaba en un cuarto de enfermería, tal y como podía esperar después de una masiva sesión de cruciatus de parte de su Señor, y Lucius se había sentado en su cama para poder verla más de cerca. No parecía haber nadie más allí. Narcisa casi sonrió ante la idea de que ser una Malfoy tenía sus ventajas, incluso entre los mortífagos, y por ello había sido destinada a una de las habitaciones privadas en lugar de compartir cuarto común con los acólitos heridos en Hogsmeade. Claro que eso no tenía mucho que ver con el apellido Mafoy, sino más bien con el rango de "Ejecutor" que Lucius habia ostentado desde los 18 años.

- Has tardado casi un mes en volver – recriminó la mujer, de nuevo con esa odiosa debilidad. Lucius asintió despacio. Ni siquiera Narcisa sabía lo que había tenido que llevar a cabo, pero cuanto menos supiera mejor estaría.

- Pero valió la pena. Todo fue bien – contestó. Hizo una pausa grave, mirando a su esposa con los ojos grises oscurecidos y una expresión tan estoica que sólo podía significar que intentaba mantener sus emociones a raya – Quiero que dejes de verle – soltó al fin.

Narcisa giró la cabeza en la almohada, enfurruñada con su marido. Sabía perfectamente que se refería a Harkin porque era al único a quien ella veía a menudo, pero no tenía ninguna intención de dejarle. Él era el único que aún podía darle un poco de paz de vez en cuando.

- Narcisa.

Solo su nombre, dicho sin ningún tono en particular. Pero era un reclamo a su impertinencia.

- No – contestó simplemente. Lucius no se movió, no hizo ningún gesto ni dejó escapar un suspiro resignado o una maldición contenida. Nunca lo hacía. Le bastaba con enviar su desaprovación como oleadas para que chocaran contra su cuerpo. Narcisa se revolvió inquieta.

- ¿Por qué ahora? – preguntó la mujer con voz estrangulada. Nunca había sido tan buena como su esposo y su hijo en eso de ocultar sentimientos. Siempre se quebraba cuando le tocaban la fibra sensible, y en ese caso en particular su fibra sensible era Harkin, porque estaba enamorada de él como una necia.

- Por Él – contestó Lucius, haciendo una pausa para que todo el peso de la revelación aplastara a Narcisa contra la cama. La mujer le miró con ojos espantados – Quiere que tengamos otro hijo.

A Narcisa se le llenaron los ojos de lágrimas, no pudo evitarlo. Ese era su otro punto débil. Cerró los ojos con fuerza y respiró profundamente, llamando a su calma interior. Por un segundo temió que el medimago estuviera con ellos en la habitación, escuchando todo, pero Lucius lo había despachado para poder hablar con intimidad. Él nunca comentaría asuntos como aquellos lejos de la seguridad de su hogar sin estar bajo la protección de un montón de hechizos de privacidad.

- No quiero volver a pasar por eso, Lucius – declaró con firmeza. Con Draco había sido un horror. Con Daira fue mucho peor porque no tenían manera de salvarla. No soportaría que volviera a ocurrir ninguna de las dos cosas. No podría aguantarlo.

- No tienes elección, querida – le hizo saber él, inútilmente, pues ella ya lo sabía. Nadie se oponía a los deseos de su Señor. Sintió los dedos aristocráticos de su marido acariciarle con delicadeza el pelo, pero eso no era consuelo. Respiró hondo de nuevo.

- Si voy a hacerlo quiero conservar a Harkin – dijo abriendo los ojos para mirar al hombre rubio sentado en la orilla de su cama. Como siempre, él no dejó escapar ninguna emoción de su semblante y Narcisa lo odió por conseguir conservar el control que ella no podía reunir. Lo único que dejó entrever sus pensamientos fue la suave presión en su mano, aún retenida en la de él.

- No sé si sigue vivo – contestó Lucius finalmente.

Narcisa se colapsó, se incorporó en la cama haicendo caso omiso de sus dolores y fulminó con la mirada a su marido.

- ¿Qué...?

- Creo que Nuestro Señor piensa que es un traidor – dijo él sin dejar que terminase su pregunta, que seguramente de ser escuchada por alguna otra persona habría sido tomada como acto de rebeldía hacia Voldemort.

Los ojos de Narcisa de desviaron hacia el techo, donde quedaron prendidos mientras su mente vagaba entre recuerdos borrados y sentimientos frescos.

- Creo que no es él – dijo, volviendo sus azules ojos hacia los grises del hombre rubio. No hizo falta que añadiera más, Lucius comprendió que Narcisa dudaba de ella misma y ya que siempre había sido una mujer muy intuitiva no sería bueno tomar a la ligera esa duda.

- ¿Qué pasa con Severus? No estaba en el ataque, pero he oído decir que muchos lo vieron allí – preguntó Lucius sin dejar traslucir sentimiento alguno en su voz.

Había sido su esperanza que no estuviera Hogsmeade durante el ataque. Eso fue antes de saber que Hogwarts era la "atracción principal" y que seguramente Severus estaría allí. Fuera como fuese, en el pueblo o el colegio su juego se habría descubierto tarde o temprano. Solo esperaba que fuera lo suficientemente precavido para no alejarse de la protección de Dumbledore. ¡Maldito estúpido! ¿Por qué tenía que haber seguido siendo un traidor?

"Severus está condenado y seré yo quien lo mate", pensó con amargura "Voldemort se asegurará de ello, por algo me considera su Ejecutor"

¡Estúpido Snape!

Si bien Lucius había llegado había relativamente poco, se había encargado de reunir cuanta información importante pudo conseguir respecto al ataque. Había hablado con todo el que podía hablar y tenía algo que contar. Pocas cosas ignoraba ya de lo que había sucedido en el pueblo. Poco sospechaba que lo que aún ignoraba le haría llevarse una buena sorpresa.

Narcisa frunció el ceño. También sentía algo extraño respecto a Severus Snape, algo como un sueño olvidado del que tan solo regresa la sensación de que esa persona formó parte de él. Pero una cosa sí que estaba clara para ella:

- Está condenado

- ¿Por defender Hogsmeade del ataque? – contestó Lucius, no delatando su voz el pesar que sentía por su amigo - ¿No puede ser que solo fingiera estar del lado de Dumbledore? – preguntó con pocas esperanzas de una respuesta afirmativa.

Narcisa negó con la cabeza lentamente con congoja, sabiendo como sabía que Snape era el mejor amigo de Lucius.

- Utilizó el hechizo que Nuestro Señor os enseñó para matar a uno de los nuestros – informó casi en un susurro. Lucius preguntó el nombre del desgraciado aniquilado por Snape. Cuando Narcisa se lo dijo, con voz inexpresiva, hundió los hombros por un segundo fugaz, logrando parecer humano por un parpadeo.

- Ya no hay quien lo salve – murmuró en voz muy baja, refiriéndose a Severus. Pues uno de los favoritos de su Señor había caído y Él no perdonaba las bajas valiosas. Haría torturar al maestro de pociones hasta el delirio – Está Acabado. ¿Él lo sabe? – preguntó, sabiendo el estallido de furia de Voldemort ante la noticia.

- Aún no. Tratan de identificar sus restos – dijo Narcisa – Nadie quiere decírselo hasta habernos asegurado, pero hay poco margen de error. Yo, que era el enlace, tuve oportunidad de ver lo que quedó de su cuerpo y aunque no era mucho no fue dificil saber de quién se trataba.

"Joder, Severus, ¿tenías que demostrar tu talento con esa maldición?" pensó Lucius desapasionadamente, como si Narcisa no hubiera hablando de los despojos de uno de sus antiguos compañeros de Hogwarts, con el que había compratido cuarto siete años y que se había convertido en uno de sus mayores enemigos dentro de los mortífagos.

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La varita confiscada por Meriel estaba sobre la mesilla de noche, y una vez despejado del encuentro amoroso que le había devuelto las fuerzas, Severus Snape no podía dejar de observarla. La luz de la chimenea (encendida por Meriel por aquello de que en las mazmorras hacía frío, sin duda sensiblerías de señorita malcriada) se reflejaba en la madera pulida haciéndola parecer malévola.

Snape se arrepentía de haberlo matado, aunque no lo sentía por el hombre, a quien odiaba con pasión. El hechizo utilizado sin duda lo había señalado como el verdugo, pues muy pocas personas lo conocían, apenas Lucius, Bulstrode, el muerto y él. Ah, y por supuesto, el mismo Voldemort, él en persona se lo había enseñado hacía ya algún tiempo.

Voldemort sabría que Bulstrode no había sido, nunca había podido dominar lo suficiente ese hechizo como para realizar un trabajo como aquél. Lucius estaba fuera de cuestión, él nunca sería capaz de un acto de traición semejante, a pesar de que el hombre había sido su enemigo encarnizado desde que todos estudiaron en Hogwarts. Así que solo quedaba él, pues un suicidio quedaba claramente descartado.

"Estoy perdido", pensó Snape tapádose con las sábanas, pegándose a su vez al cuerpo cálido de Meriel, que se abrazaba a su espalda como acunándole. "Van a Acabar conmigo".

"Acabar" era algo muy curioso entre los mortífagos. No significaba lo mismo que en la jerga muggle que utilizaban los estudiantes sangre sucia en los pasillos del colegio, sino algo más... largo. "Acabar con alguien" era una orden explicita para torturar hasta la locura, de la manera más humillante posible, quebrando a la persona hasta que suplicaba su propia muerte. Sin duda algo muy cercano a lo que sufrieron los Longbottom y les hizo acabar en San Mungo de por vida. Si a eso se le podía llamar vida. Y ese era el destino que le aguardaba al maestro de pociones. Lo mantendrían con vida días o incluso semanas, al borde de la muerte, haciéndole agonizar de vez en cuando solo para recordarle que aún seguía patéticamente vivo.

Pero a Severus Snape no le peocupaba eso.

Le que le robaba el sueño la reacción que tendría Blaise Zabini cuando se enterase de que su padre había muerto a sus manos.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Besitos dejados sobre sus mejillas hicieron que Hermione Granger abriera los ojos somnolienta.

- ¡Feliz Navidad! – le sonrió Draco, que inclinado sobre ella se aprovechaba de tenerla en su cama, a su merced. Hermione se frotó un ojo, sonriéndole de vuelta.

- Feliz Navidad, ¿cómo estás? – preguntó, tocándole la frente para comprobar que la fiebre había desaparecido.

- Maravilloso, ¿no me ves? – dijo él con aire ofendido. Hermione rió y lo miró detenidamente. Estaba muy guapo, como siempre, solo que esta vez estaba completamente desnudo y despeinado, con los ojos grises brillándole de diversión y una sonrisa pícara en el rostro - ¿No vas a desenvolver tus regalos? – preguntó. Hermione le abrazó por la cintura para atraerle hacia ella.

- Pero si no estás envuelto – ronroneó, haciéndole reír antes de capturar sus labios en un largo y húmedo beso. Cuando se separaron, Hermione advirtió que Draco había dejado un paquete sobre su estómago. Lo miró interrogante.

- Tu regalo – dijo él simplemente, dejándose caer indolentemente sobre un codo para mirarla. La chica se detuvo un ratito para admirarlo, pero el gesto de impaciencia de Draco la hizo regresar al regalo. Tenía toda la pinta de ser un libro, y eso la decepcionó levemente. No que no fuera bienvenido cualquier obsequio de Draco Malfoy, y tampoco desechaba los libros, por supuesto, pero había esperado algo más... romántico de parte de él. Los desenvolvió con cuidado y un poco de pesadumbre. Estaba preparada para hacer una comedia sobre lo mucho que le gustaba el libro cuando se quedó de piedra.

- ¿Qué es esto? – preguntó sorprendida.

- Los datos de tu estrella – contestó Draco con toda tranquilidad -. Sé que los muggles también lo hacen, así que no puede ser tan raro, ¿no?

- Draco... ¿Me has comprado una estrella? – preguntó conmocionada. Él asintió levemente extrañado por su reacción.

- Claro... es la estrella Hermione en la constelación de Draco – sonrió con picardía.

- Pe-pero – Hermione decididamente no sabía que decir. Le parecía muy... ¿definitivo? ¿Serio? ¿Formal? Eso de comprarle una estrella para ponerle su nombre.

- Ah, bueno, y ésta es tu estrella – dijo él recordando de pronto. Dejó sobre su estómago una cajita plateada. Ella lo miró aún más desconcertada. Después, con dedos trémulos, abrió la delicada cajita y se encontró con...

- ¡¿Un diamante?! – casi gritó. Draco alzó una ceja.

- Claro, ¿cómo quieres guardar la luz de tu estrella sino?

- ¡¿Qué?! ¿De qué hablas?

Draco la miró un momento, tan desconcertado como ella, después sonrió.

- Claro, seguramente los muggles no lo hacen igual – dijo más para sí que para la chica – Verás, aquí dentro – cogió el diamante con forma de lágrima que era tan grande como la uña de su pulgar – Aquí está la luz de tu estrella. Y reacciona al Lumos – a la vez que pronunció el hechizo el diamante empezó a brillar con una luz plateada y fría, pero tranquilizadora, como los rayos de luna en una noche oscura – Así tienes la varita libre para otras cosas – dijo él en sentido práctico, pronunciando el hechizo para apagarla. En la palma de su mano el diamante volvió a ser una piedra transparente normal, aunque inusitadamente cara.

- Draco... – pronunció ella con cuidado, cogiendo la piedra, engarzada en una delicada cadena de plata, que él le tendía - ¿Me has regalado un diamante?

- De echo, dos – dijo él con desparpajo, señalándole el ombligo.

Hermione atisbó entre los botones de su camisa del pijama y descubrió, en lugar de su piercing de plata acostumbrado, uno con un diamante que tenía la misma forma de lágrima que el colgante. Le miró con los ojos muy abiertos.

- ¿Estás loco? – preguntó con la boca seca - ¡Te debe haber costado una fortuna!

El desechó la idea con un ademán impaciente.

- Naaa, lo único es que casi vuelvo locos a los joyeros explicándoles el pendiente de tu ombligo. Creo que al final tuvieron que viajar al mundo muggle para ver qué era porque por flu no sabía explicarme.

- ¿Cuándo hiciste todo esto? – preguntó ella impresionada por su rapidez.

- A la vez que preparaba tu howler – explicó, con una sonrisita perversa al acordarse de la cara de la chica cuando escuchó la canción en mitad del gran comedor. – Pero bueno, ¿te gusta tu regalo?

- Es demasiado...

- ¿Para ti? ¡Qué va! – dijo Draco arrebatándole el colgante para ponérselo y acercándose para recibir un beso de parte de una reticente Hermione.

Una muy reticente Hermione.

- No deberías haberlo hecho – murmuró, empezando a enojarse, girando ligeramente la cara par que sus labios no quedasen en la misma trayectoria. El peso de la piedra entre sus pechos la hacía sentir muy culpable y no le gustaba sentirse así.

Draco la miró parpadeando por la negación de su recompensa y el tono enfurruñado de la chica.

- Herm, tu me has hecho un regalo estupendo – apuntó, con el ceño fruncido señalando vagamente su mesilla de noche, donde reposaba el "Nido" de Vernon - ¿No puedo hacerte yo un regalo que considero adecuado?

- ¿Adecuado? – casi gritó ella mirándole anonadada.

- ¿Dónde está el problema? – preguntó Draco exasperado con su actitud – Si no te gusta lo cambiamos, por eso no hay inconveniente.

Su tono sonó herido, lo que hizo que Hermione suavizase su mirada y le acariciase levemente el rostro.

- Pero si me encanta... es solo que... – se detuvo, azorada. Él la miró con curiosidad e irritación, esperando una buena excusa para su comportamiento – Después de lo que te hice... – murmuró Hermione bajando la vista hasta las sábanas.

- Eso ya está perdonado – logró contestar Draco cuando se recuperó de la sorpresa.

Ella lo miró largamente.

- No llegaste a decirme por qué me perdonaste – recordó, haciendo sonrojar deliciosamente al chico.

- Sí, si lo hice.

- Oh, no, me acordaría – dijo ella apoyándose sobre un codo para mirarle mejor.

- Recuerdo perfectamente que te lo dije – contestó Draco obstinadamente.

- Eso no es cierto – reprochó Hermione divertida, viendo la incomodidad de él.

- ¿Me estás llamando mentiroso? – saltó él fingiéndose ofendido.

- Sí, creo que eso hago – a estas alturas estaba sonriendo como una tonta. No sabía por qué, pero le resultaba muy tierna la incomodidad de su chico, ruborizado hasta el exceso (esto es, las mejillas ligeramente sonrojadas) y negándose a darle una explicación.

- ¡Pagarás muy caro tu atrevimiento! – advirtió, con una sonrisa maliciosa.

- Oh, ¿y qué me vas a...? ¡Ah! ¡Draco! ¡Para!

Pero el rubio siguió haciéndole cosquillas en los costados, impidiendo que pudiera escapar y haciéndola estallar en carcajadas convulsas hasta que sus manos prefirieron acariciar la piel de la muchacha antes que seguir con la "tortura". De alguna manera Draco terminó encima de ella desabotonándole la camisa con una sonrisita lasciva. Hermione hundió las manos entre los mechones platino y le atrajo hacia ella para besarle. Pero antes de que sus labios se tocasen le detuvo y no pudo evitar preguntar:

- ¿Por qué me perdonaste? – casi en un susurro. Draco volvió a sonrojarse y escondió la cabeza en su hombro.

- Ya lo sabes – cuchicheó desde allí. La chica negó con la cabeza desconcertada. Draco salió de su refugio y la miró a los ojos, notando que era sincera; no lo sabía. Suspiró ruidosamente, como si lo que estaba a punto de hacer fuera algo desagradable pero necesario – Eres... eres muy importante para mí – dijo en voz tan baja que si no lo hubiera dicho en su oído Hermione no lo hubiera escuchado – Eres lo más importante para mí.

Hermione sonrió con amplitud, contenta con la respuesta. Un sentimiento cálido se extendió por su cuerpo al comprender que era correspondida. A Draco le costaba un poco decir lo que sentía, pero ella no tenía dudas acerca de lo que significaban esas palabras. Se lo había oído decir en medio de oleadas de placer, también presa de una fiebre que le hacía delirar, pero ella no había pensado que fueran más que tonterías románticas. Ahora se daba cuenta de lo mucho que le habría costado decírselo en otras circunstancias.

Le abrazó con ternura, con brazos y piernas, cobijándole con su cuerpo hasta que la vergüenza por expresar sus sentimientos hubiera pasado.

- Tú también eres lo más importante para mí, Draco Malfoy – le susurró, llenándole la oreja de pequeños besitos castos.

Draco pareció suspirar satisfecho dentro de su abrazo y Hermione pudo sentir como se destensaba y relajaba su cuerpo sobre el suyo. Era agradable tenerlo allí, contra ella, notando su respiración rozándole la piel del cuello, sus dedos sobre sus costados, su pecho contra sus senos, las piernas entre las suyas, descargando su peso en ella, que lejos de sentirse aplastada se sentía arropada en su calidez.

No supo cuanto tiempo pasaron así, compartiendo un agradable silencio, pero fue el suficiente para que Hermione se diera cuenta de que no necesitaban las palabras. Pensó que la relación perfecta era aquella en la que se puede compartir un silencio sin que resulte incómodo o sea necesario llenar el aire de una conversación vana. Ellos tenían una relación perfecta en ese momento.

Jugueteó con el cabello rubio, observando fascinada los mechones enredados en sus dedos, comprobando su textura y decidiendo, repentinamente, que deseaba que sus hijos heredaran esa cualidad. No se soprendió por el pensamiento de una vida en común con él. Parecía perfectamente natural, como si nunca hubieran jugado a odiarse, a insultarse por los pasillos, despreciarse mutuamente y reirse a sus espaldas. Todo eso parecía de una vida lejana, ajena a ellos, imposible que la hubieran vivido alguna vez.

Fue Hermione la que rompió la calidez del momento al observar por casualidad lo regalos envueltos en bonitos papeles que había a los pies de la cama.

- Amor – llamó quedamente, haciendo que el chico la mirase un tanto sorprendido por el apelativo -, vamos a abrir los regalos.

Draco aceptó y se separó de ella con un pucherito encantador que hizo que Hermione se perdiera en sus labios por un minuto interminable. Se separaron buscando aire y la chica dijo, en tono provocativo:

- Mejor te pones algo encima o no abrirás tus regalos hasta el verano.

Draco sacó a relucir su mejor sonrisa de presunción marca Malfoy.

- ¿De verdad quieres perder la oportunidad de contemplar este maravilloso cuerpo?

- En realidad quiero que sea Ginny la que pierda la oportunidad – apuntó Hermione.

Le explicó que sus amigos estaban en el mismo cuarto y Draco, fastidiado por oír nombrar a la pelirroja, buscó los pantalones del pijama y se los puso. No fue una mejora, en ningún aspecto, porque el raso gris plateado le sentaba tan bien que la chica tuvo que morderse el labio y contenerse para no desnudarlo violentamente.

Gateando sobre la cama alcanzó el primer regalo.

- Oh, es de Viktor – comentó, empezando a desenvolverlo.

- ¿Quién es Viktor? – preguntó Draco desinteresadamente, con una gran caja envuelta en plata entre las manos. Suponía que sería algún pariente de Hermione.

- Krum – soltó ella, dejando el papel a un lado y observando la alargada cajita de terciopelo. No de dio cuenta de la mirada helada de Draco.

- ¿Viktor Krum? ¿El jugador de quidditch? – preguntó, dejando de lado su propio regalo, temeroso de destrozarlo con furia.

Hermione asintió distraída.

- ¡Oh, mira que preciosa pulsera! – exclamó, sacándola de la caja para admirarla entre sus dedos, justo como momentos antes había hecho con el cabello platino de Draco.

La pulsera era muy bonita. Eran flores de cristal granate unidas entre sí por gotas de cristal rosa. Era muy delicada y seguramente sería cara. Draco la miró con mala cara.

- ¿Le has dicho que tienes novio? – preguntó con tono helado. Hemione dejó de admirar la pulsera para admirar el enfado de su chico.

- Draco, ¿qué te pasa? – preguntó extrañada por el tono que él había usado.

- Nada – mintió descaradamente el rubio, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño de nuevo.

- ¿No te parece bonita? – preguntó inocentemente Hermione.

Draco endureció la quijada y fulminó con la mirada a la chica.

- Te llevó a aquel baile en cuarto, ¿verdad?

Hermione parpadeó. TODO el mundo sabía que Viktor la habia llevado al baile del torneo de los tres magos en cuarto curso. No entendía la actitud de Draco. Y no la entendió hasta que le vio mirar con verdadero odio la carta adjunta a la pulsera. Entonces se hizo la luz en su mente y se reprochó haber tardado tanto en entenderlo, pero claro, como nunca le había importado a nadie románticamente (excepto al mismo Krum) no había experimentado los celos de su pareja en la vida. El descubrimiento la dejó anonadada, ¡Draco Malfoy estaba celoso! Sonrió encantada.

- Viktor no sabe que tengo novio... aún – aclaró -. Todo ha sucedido demasiado deprisa para que me diera tiempo a contarle nada. ¡Hace una semana que le envié su regalo! Vive en Bulgaria, ¿sabes? Allí las lechuzas no llegan en pocas horas.

El tono razonable de Hermione (y el echo de que no se había abalanzado sobre la carta y había devuelto la dichosa pulsera a su estuche) hizo que Draco se diera cuenta de su actitud y sonriera de medio lado.

- No tienes que darme explicaciones – volvió a mentir. Claro que quería explicaciones, sobre todo si eran para aclarar cuestiones sobre cierto Búlgaro, famoso jugador de quidditch y con cientos de admiradoras a sus espaldas. Porque a las chicas les gustaban los jugadores famosos. Sobre todo si les regalaban joyas caras.

- Eso pensé – dijo Hermione burlonamente, cogiendo el siguiente regalo.

- No estaba celoso – se apresuró a aclarar él.

- Por supuesto que no – aceptó ella con gentileza. Terminó de desenvolver el regalo de parte de Neville y exclamó - ¡Ranas de chocolate! ¡Mis favoritas! ¿Qué detalle de Neville, verdad?

Draco volvió a dejar su regalo a un lado, molesto. Neville Longbottom. ¿Qué pretendía ese conquistador de tres al cuarto? Habría que vigilarlo de cerca. Era un chico desvalido y apocado. A las chicas les gustaban los tipos desvalidos y apocados. Sobre todo si les regalaban chocolate.

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Skye Hidden abrió los ojos y se sintió en paz y relajada. Al estirarse gatunamente se acordó con una sonrisa de que era Navidad y casi saltó de la cama de alegría. Poco imaginaba ella que terminaría el día de una manera muy distinta a como lo comenzaba.

Se enfundó de nuevo su bata verde y miró a su alrededor comprobando que los demás aún no se habían despertado. Miró a Blaise y sonrió malevolamente. Se subió de nuevo a la cama con sigilo y una vez en el centro empezó a saltar con alborozo.

- ¡Arriba, Zabini! ¡Es Navidad! – gritó a pleno pulmón.

Blaise Zabini despertó sobresaltado, miró a su revoltosa compañera de lecho y la atrapó por una pierna para hacerla caer sobre el colchón. Skye calló sobre él con un grito intentando incorporarse, pero Blaise la sujetó con fuerza.

- ¿Cómo te atreves a despertarme? – preguntó fingiéndose enojado. Skye le sacó la lengua y se revolvió como una serpiente, riendo y pateando al chico que intentaba hacerle cosquillas en los pies.

Alertado por el ruido en la cama vecina, Draco hizo acto de presencia entre las cortinas para observar la escena.

- Que vergüenza, parecéis críos de cinco años – dijo con su habitual tono de desprecio, y después saltó sobre ellos con una sonrisa infantil. Aún agarraba el envoltorio de uno de sus regalos Navideños. Así, hechos un gritón montoncito de brazos y piernas fue como los encontró Harry cuando abrió las cortinas de un tirón, cámara fotográfica en mano.

El flash relumbró en la habitación y los tres Slys le miraron anonadados.

- Me la acaban de regalar – dijo Harry con una gran sonrisa, mostrándoles la cámara.

- A por él – dijo Zabini, lo que fue una orden para que los tres saltasen de la cama y le persiguieran por toda la habitación reclamándole el aparato (N/A me refiero a la cámara de fotos, malpensados ¬¬)

- Vamos Potter, seguro que salgo horrible, con estos pelos de loca – se quejó Skye con un pucherito.

- Pero si estás preciosa – dejó escapar Ron, que se levantaba con pereza. Se sonrojó al instante, aunque se alegró de su desliz cuando vió la sonrisa seductora de la chica.

- Esque SOY preciosa – dijo la morena con presunción, imitando tan bien a Malfoy que podrían haber pasado por familiares.

- Nunca lo he dudado - apostilló Ron, sorprendiéndose a sí mismo por el grado de sensualidad que imprimió a las palabras. Incluso le salió la voz un poco ronca, como de deseo contenido. Lo que por cierto, no estaba demasiado lejos de la realidad. Eso le valió que Skye le sonriese de nuevo, esta vez con una medio sonrisa secreta que lo cautivó aún más que el obvio coqueteo de antes. Tuvo ganas de acercarse a ella y hacer algo disparatado.

Hermione, sentada sobre sus talones en la cama de Draco, seguía desenvolviendo sus regalos mientras se reía al ver a los Slys persiguiendo a un repentinamete ágil Harry Potter. De pronto Harry se paró frente a ella y le hizo una foto, así como estaba, con el pelo revuelto, un regalo en la mano y sonrisa tonta.

- ¡Harry! – recriminó, pero el chico sonrió triunfante.

- Vamos, Malfoy, ahora no querrás perderte esa foto, ¿no? – preguntó al aire.

Draco se volvió hacia Hermione y la vio tan dulce y atrayente, con su camisa del pijama demasiado grande para ella, un hombro saliéndose por el cuello, los ojos brillantes y los labios mojados y supo que sería una gran foto.

- ¡Te la compro! – dijo de inmediato, suspendiendo la captura de Potter para confiscar el carrete. Zabini lo miró decepcionado.

- Eso no vale, yo sí que salgo horrible – murmuró por lo bajo. Hermione se unió a sus protestas, pero no sirvió de nada porque Malfoy y Potter ya estaban negociando el precio.

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Aprovechándose vilmente del pobre Dobby, el elfo doméstico que adoraba a Harry Potter por encima de todo, se agenciaron con el mejor desayuno de todo Hogwarts: tortitas con sirope de caramelo y nata, pasteles de calabaza, manzana y chocolate, tortas de nueces, chocolate caliente, buñuelos, zumo de naranja, lionesas de trufa, galletas de coco, helado de natillas, cerezas confitadas, bombones de todas clases, zumo de calabaza y una gran jarra de café.

Tiraron cojines y almohadas al suelo y en el centro del cuarto hicieron su desayuno comunal, mostrándose los regalos recibidos los unos a los otros, agradeciéndose efusivamente el detalle y riéndose como nunca pensaron que podrían hacerlo estando juntos.

Hermione había regalado conjuntos de bufandas, gorros y guantes a Harry, Ron y Ginny. Los había tejido ella misma por las noches, para que no sospechasen y le había costado mucho trabajo que quedasen bien. El conjunto de Ginny era blanco, para que destacara sobre su pelo, el de Harry verde, para que hiciera juego con sus ojos y el de Ron azul porque era el color que mejor le quedaba. Draco refunfuñó un poco por quedarse sin conjunto, pero cuando Hermione prometió que haría uno para él se quedo tranquilo.

La chica recibió de sus amigos un bonito juego de escritorio de parte de Harry, una radio mágica de parte de Ron y un extenso set se baño de parte de Ginny que incluía un lote de cuidado para la piel y el cabello y una colección de sales de baño ultra-relajantes y aromatizantes, tanto que Hermione lo tuvo que guardar rapidamente para que no se quedasen medio desmayados sobre los cojines.

Ginny le había relajado a Harry un reloj de pulsera. Pero el chico se quedó paralizado al verlo, ¡era un reloj de planetas! Draco se estuvo burlando un rato de él (hasta que un cojín le dio en la nariz) por aquello de "no saber ni leer el reloj" algo que hasta los niños de cinco años podían hacer. Blaise se ofreció amablemente a explicarle cómo calcular la hora con el movimiento de las pequeñas esferas brillantes.

- Sabía que el tuyo se había parado con la segunda prueba del torneo de los tres magos – dijo Ginny decepcionada – Pero como nunca he visto un reloj muggle no sabía que eran diferentes.

Harry le dijo que no importaba, que le gustaba mucho, y besó a la chica largamente para agradecerle su regalo. El reloj, había que reconocerlo, era muy bonito, parecido a un reloj de bolsillo (con tapita incluída y grabados mitológicos en las esferas y la tapa) pero con una pulsera de eslabones relucientes que se adaptó mágicamente a la muñeca de Harry en cuanto se lo puso.

Ron le había regalado un nuevo juego de ajedrez, pues el que había conseguido de los huevos sorpresa en su primera Navidad en Hogwarts no era de muy buena calidad y estaba perdiendo su magia y, la verdad, era un poco lamentable ver las piezas arrastrándose cansinamente por el tablero cuando las de Ron casi brincaban con entusiasmo. El caballo le relinchó suavemente cuando Harry lo cogió para admirarlo de cerca.

- ¡Vamos a probarlo! – sugirió Ron de inmediato, y aunque Harry declinó la oferta a Blaise le tentó la idea y pronto sacó su propio juego para empezar una partida contra el pelirrojo.

La cámara de fotos nueva de Harry era un regalo de parte de Sirius y Remus, con una nota adjunta de que la utilizara mucho para hacerse su propio álbum. Aquello era cierto, a parte de las fotos de "El profeta" y las que le había hecho su fan número uno (o dos, si se cuenta a Ginny) Colin Creevey, Harry no tenía ninguna foto de sus 16 años de vida. Hizo varias en grupito, incluso con los Slytherin, y no tardó en gastar su primer carrete visiblemente emocionado. Los demás intuyeron que un nuevo Creevey se estaba forjando.

Dobby había regalado a Harry un par de chillones calcetines, uno rojo y uno amarillo vibrante, tejidos por él mismo como anunció con orgullo, y Hermione pensó en pedirle consejo para aprender también a tejerlos. Harry había comprado para Dobby una chaquetita de lana con capucha que encontró en una tienda de niños. Con la ayuda de Ginny había abierto espacios para las orejas y el elfo resultó una visión un poco extraña con la chaqueta por encima de sus pantaloncitos cortos, la capucha puesta y las orejas colgando a los lados de la cara.

Draco se tuvo que morder la lengua para no soltar la risa delante de Hermione al verlo. Los Gryffindor le habían mirado un poco tensos cuando el elfo apareció con el regalo para Harry, pero él no entendió el porqué. Al menos no hasta que Dobby lo saludó con una cortés reverencia.

- ¿Me conoces? – preguntó extrañado. El elfo asintió temerosamente.

- Dobby era el elfo doméstico del señor Malfoy, señor.

Draco no le hubiera dado mayor importancia de no haber visto la mirada de Hermione.

- ¿Qué pasa?

- ¿No te acuerdas de él? – preguntó ella sorprendida.

- Pues... no. Tenemos cientos de elfos domésticos y todos se parecen entre sí. Además todos tienen nombres parecidos, ¿cómo esperas que me acuerde de uno? – preguntó Draco extrañado.

- Porque a este lo liberó Harry en segundo curso – dijo ella seriamente.

Draco entonces recordó lo enojado que había estado Lucius contra Potter por eso. Se encogió de hombros.

- ¿Y eso qué? – preguntó desinteresadamente. Hermione no dijo nada, pero tanto ella como los otros Gryffs lo miraron de una manera rara, como si lo evaluaran de nuevo. Como si hubieran esperado que sacase su varita para despedazar al elfo allí mismo. A él no le importaba lo más mínimo un maldito elfo doméstico. Si Lucius se había enfadado era problema suyo. Además, él no se arrepentía de nada de lo que había hecho, no era como si lo que soltase ahora el tal Dobby sobre su vida lo fuera a hacer avergonzar lo más mínimo.

Se extrañó un poco cuando Hermione regaló otro par de guantes y una bufanda al elfo, entregándole un paquete envuelto para que se lo diese a una tal Winki de su parte. Eso sí que era raro, su novia haciendo regalos a los elfos. Cualquiera que lo supiera se reiría de él por años. Pero lejos de avergonzarle, le gustó ese gesto en su chica.

Ginny recibió de parte de Harry un precioso anillo de plata con una piedrecita tan roja como su pelo y una fecha por dentro, el 1 de Septiembre de seis años atrás. Ginny miró a Harry confundida.

- Es el día que te vi por primera vez, en el andén – dijo él con una adorable sonrisa tímida. Ginny se emocionó tanto que estuvo a punto de soltarse a llorar, aunque en lugar de eso se lo comió a besos – Y aún falta la segunda parte – dijo Harry enigmáticamente.

De parte de sus hermanos, Ginny recibió una escoba como regalo, al igual que Ron, gemelas Nimbus 2001 que ya no eran el último modelo pero seguían siendo buenas. Ambos habían colaborado en la compra del regalo del otro, y se emocionaron mucho de ver que ese año el equipo ganaría bastante con dos escobas tan buenas en él. Ginny había tomado el puesto de cazadora el año anterior y Ron el de guardián.

Ron además recibió de parte de Harry fue un uniforme de quiddich de Gryffindor completo, pues el que heredó de George le venía ya demasiado corto y estaba demasiado viejo para seguir llevándolo. Harry se encargó de que el uniforme fuera de la mejor calidad porque por una vez quería ver a su amigo estrenando algo bueno. Ron se lo agradeció efusivamente, y se alegró pensando en el aspecto que tendría en el próximo partido con el uniforme impecable y la escoba nueva.

Draco regaló a Skye una gran bola de cristal que no cabía entre las dos manos con una galaxia en miniatura dentro que era una auténtica maravilla. Todos se entretuvieron mirándola por largo rato, viendo el regflejo que despedía sobre las paredes hasta que Draco se inclinó sobre su amiga.

- Para que no necesites ir a la torre de astronomía – le cuchicheó al oído. Skye sonrió con complicidad, pues él le había cubierto en sus huídas a la torre para tocar el violín a cielo descubierto, aunque lo cierto era que suspendía bastante en astronomía por estar pensando en otras cosas.

Entre susurros, Draco le señaló a Hermione la posición de la estrella que llevaba su nombre reflejada en la pared del cuarto. La chica sonrió complacida a la vez que tocaba la lágrima que le colgaba del cuello. Era curioso, ahora que sabía a ciencia cierta que él la había perdonado el peso del diamante se sentía reconfortante contra su piel, como una caricia.

Blaise le regaló a Skye unas increíbles botas de piel de dragón negras con reflejos rojizos que le llegaban casi hasta la rodilla. Hermione se descubrió deseando unas botas como aquellas, con tacón fino, puntera estilizada y brillo serpentino. Se preguntó cuanto costarían. Ginny, mirando a Skye probarse las botas, pensó que era una suerte que calzasen el mismo número, dentro de nada se las pediría prestadas.

Ron, mirando a la morena, pensó que estaba genial con o sin botas. No era casualidad que le hubiera tocado sentarse a su lado, y tampoco parecía una coincidencia que sus brazos se rozasen levemente cada vez que iban a coger algo.

El regalo de Skye para Blaise fue un gran puzzle mágico con el que sin duda cubriría buena parte del suelo del cuarto durante unos cuantos meses, como tenía por costumbre, pues era aficionado a los rompecabezas. Este puzzle tenía la imagen de un amanecer en el desierto, y por las noches salía la luna tapizando las dunas con luz plateada convirtiéndolo en un paisaje realmente mágico. Según las dimensiones inscritas en la caja, una vez terminado sería de 2x2 m.

Draco regaló a Blaise un traje de piel de basilisco. Era castaño tornasolado, con reflejos verdosos y al parecer inusitadamente costoso. Blaise dio un grito de sorpresa cuando lo desembaló y se abrazó a Draco con emotividad. Al parecer el chico había deseado mucho ese traje. O era tan difícil de conseguir que solo un Malfoy podría hacerse con él.

Ron y Harry arrugaron la nariz, fingiendo que les desagradaba, pero sus ojos los delataban al mirar las prendas y ver la calidad de las mismas. Seguramente, de no haber sido Blaise un Slytherin, le habrían pedido humildemente la chaqueta para probársela. Pero el orgullo podía más que la moda.

El regalo que Ernie Mcmillan había dejado a los pies de la cama de Zabini fue tirado por la ventana sin contemplaciones tan pronto fue descubierto. Blaise ya había hecho los arreglos el día anterior, antes de ir a Hogsmeade, para devolver todo lo que él le había comprado a Ernie.

El regalo de Skye y Blaise a Draco fue lo más sorprendente de todo. Era una cosa fea y verde, parecida a un alga, en una maceta. Draco se mostró muy emocionado por el regalo y acarició con delicadeza al alga hasta que esta se enderezó hasta medir un palmo y, para sorpresa de los Gryffindor, bostezó, dejando al descubierto dos hileras de (no podían ser reconocidos de otra manera) dientes verdes y puntiagudos.

- ¡Hola preciosa! – saludó Draco contento.

- ¿Qué es... eso? – preguntó Harry mirando la "cosa" con repugnancia.

Blaise le miró despectivamente, porque Draco estaba demasiado ocupado con su nueva adquisición para ocuparse de esas nimiedades.

- Es una planta carnívora de las más raras – explicó sin dar más detalles, pero a Hermione le pareció que esa "planta" era más de lo que parecía.

- La llamaré Priscilla – anunció Draco orgulloso, enseñándoles la chuchurría alga verde, que intentaba devorar sus dedos. Suerte que estuvieran fuera de su alcance.

- ¿Priscilla? – inquirió Hermione desconcertada, conteniendo el impulso de ver si la fiebre de su novio había vuelto en todo su apogeo.

- Pris de cariño – concedió el chico, con ojos brillantes. Y les dedicó a Blaise y Skye una sonrisa extraña y un asentimiento, agradeciendo sin palabras. Skye no parecía muy de acuerdo con la planta, pero visto que a Draco le gustaba se sintió más contenta.

Hermione se preguntó si Draco sería sincero sobre "Pris" cuando ella le interrogase más tarde al respecto. Estaba segura que esa planta servía para mucho más que para morder dedos y comer moscas. Y provocar arcadas.

Pansy les había regalado a todos los Slys barajas de tarot con filo de oro, de exquisita calidad, con la garantía de que daban suerte. Entre los tres habían aunado esfuerzos a última hora (pues Draco no había pensado regalarle nada antes de la fiesta de Gryffindor, cuando se reconciliaron) y le regalaron una bola del cristal más fino, sobre un tapete de terciopelo medianoche, que esperaban hiciera las delicias de la chica, absorta como estaba en la asignatura de Adivinación.

El resto de regalos fueron los normales de los padres hacia sus hijos, excepto en el caso de Harry al que sus tíos regalaron un paquete de chicles (que repartió entre todos)

- ¿Por qué se molestan en enviarte nada? – preguntó Hermione con curiosidad, pues había presenciado otros regalos mucho más miserables enviados por los Dursley.

- Creo que es por Hedwig – dijo Harry sin darle importancia, masticando su chicle con reticencia, pues parecía pasado y estaba duro como una piedra -. Me parece que se presenta en la casa y no se marcha hasta que le dan algo para mí.

- No es un mal sistema – dijo Ron pensativamente -. Lo malo es que Hedwig no parece reconocer un regalo de verdad y le dan cualquier cosa para que se vaya. Deberías entrenarla para que te den un regalo decente.

- ¿Por qué? No quiero nada que ellos puedan darme – dijo Harry encogiéndose de hombros -. Además se han pasado la vida negándome y prohibiéndome cosas, estoy acostumbrado a que me ignoren.

- Venga, Potter, no será tan malo – dijo Draco, que en ese momento se preparaba para desenvolver el regalo de sus padres, una caja enorme y al parecer pesada -. Eres el crio-que-se-negó-a-morirse, no creo que te traten tan mal.

Los Gryffindor clavaron la mirada en Malfoy, que no pareció darse cuenta hasta que Ginny, roja de indignación, casi chilló:

- ¡Su cuarto era una alacena debajo de las escaleras! ¿Te parece que eso era tratarlo bien?

- ¡Ginny! – reclamó Harry, enrojeciendo de vergüenza. No quería ni necesitaba que su posiblemente aún enemigo se enterase de las humillaciones que había sufrido en su propia casa. Al volver la mirada hacia Malfoy se encontró con los ojos grises del chico.

Le miraba anonadado, no sabiendo qué decir. Harry miró a Blaise y Skye. Tenían idénticas expresiones de estupor en sus rostros, como si nunca se hubieran esperado que el niño-que-vivió hubiera podido tener una vida miserable.

El silencio fue tenso y pesado, hasta que Hermione se decidió a romperlo.

- ¿Y qué te han regalado, Draco? – preguntó, para aliviar el ambiente. El rubio la miró perplejo un momento y después bajó la vista hacia su regalo a medio desembalar. Abrió los ojos sorprendido.

- ¡No me lo creo! – exclamó impresionado, sacando de entre el envoltorio algo parecido a un arcón de tamaño medio.

- ¿Qué se supone que es eso? – preguntó Ron con curiosidad acercándose para verlo.

- Mi herencia – dijo Draco. Los Gryffindor se sobresaltaron y Harry recordó repentinamente su visión de la madre de Malfoy retorciéndose en el suelo y gritando por la cruciatus.

- ¿Qué quieres decir? – preguntó Hermione a media voz. Se dio cuenta de que Blaise y Skye no parecían tan abrumados por sus palabras como ellos, aunque demostraban un creciente interés por el misterioso baulcito.

- Verás, en las familias como la mía... – empezó a explicar Draco.

- Adineradas – añadió Ron.

- Exacto – aprobó Malfoy – Al heredero se le lega un negocio cuando llega a una edad en la que se le puede considerar adulto.

- ¡Pero tienes 16 años! – exclamó Ginny, asombrada.

- Sí, por eso no me lo esperaba – musitó Draco, abriendo con ceremonia el cofre. Dentro, cuidadosamente colocadas, había seis botellas de vino sobre un lecho de raso blanco. A un lado descansaban dos copas y una jarra de plata, labradas con vides que se enredaban en el asa de la jarra y el pie de las copas – ¡Me ha legado los viñedos! – exclamó emocionado al ver el contenido. Sacó con mucho cuidado una de las botellas y la observó con adoración – Este es mi primer vino – murmuró, mirando la etiqueta, pasando los dedos sobre la luna plateada que destacaba sobre el fondo negro. En letras plata se podía leer "Sanguinus".

- A ver si lo entiendo – dijo Hermione mirando atentamente la botella de vino tinto, tan rojo como la sangre espesa -. Tu padre te deja unos viñedos para que los gestiones tú, ¿correcto?

Draco asintió.

- Yo he bautizado este vino – dijo mostrándole orgulloso la etiqueta.

- Sí, bueno... – empezó a decir la chica, pero Draco dejó la botella junto a él y se volvió a mirar la siguiente. Blaise alcanzó el Sanguinus para echarle un vistazo.

- Ah, mira, este lo bautizó mi padre a mi edad – sacó un vino blanco llamado "Narcisa" y lo dejó con reverencia en el suelo – Ese fue su primer vino, y le puso el nombre de mi madre porque entonces ya estaban prometidos – explicó. Luego se volvió hacia Hermione -. El próximo llevará tu nombre – le anunció, orgulloso. La chica se ruborizó intensamente por lo que podía significar esa revelación.

- Pero Draco, unos viñedos no son un negocio se que ponga en manos de un adolescente. Es muy arriesgado y... – dijo dudosa, pero el chico no le estaba haciendo caso.

- Mira, este es de cuando yo nací – la botella rezaba "Draconis". Era otro tinto fuerte, aunque no tanto como el Sanguinus.

- ¿Tu padre te puso el nombre de un vino? – preguntó Harry desconcertado.

- No, Potter, le puso al vino mi nombre – explicó Draco como si hablara con un crío un poco corto de entendederas. Harry le envió una mirada fastidiada pero cogió la botella en cuanto él la dejó en el suelo.

Skye y Blaise ya estaban revisando el Narcisa y Ron se entretenía mirando el Sanguinus a trasluz.

- Hay dos de cada – dijo Draco orgullosamente. Sacó las copas de plata y le tendió una a Hermione -. ¿Cual quieres probar?

Hermione se mordió el labio. En realidad no le gustaba el vino, pero su chico estaba tan emocionado que se decidió por su criatura, el Sanguinus. Draco sonrió encantado y escanció un poco de vino en su copa, haciendo lo propio con la suya. Seguidamente brindó con ella en silencio, chocando sus miradas por encima del borde de plata de las copas y bebieron casi sincronizados, hasta el fondo. Ni siquiera se dieron cuenta del flash que destelló a su alrededor.

El Sanguinus tenía un sabor extraño, muy fuerte y como un poco a regaliz, que no disgustó a Hermione, y hubiera tomado otra copa de no ser por Draco, que se volvió hacia los demás ofreciéndoles un poco para que lo probasen. Se sintió orgullosa de su novio al ver cómo le ofrecía por igual a Ron que a Blaise.

De pronto se dio cuenta de que ese brindis silencioso había significado algo, aunque no tenía idea de qué.

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Nadie nunca habría creído que un grupo de Gryffindors y uno de Slytherins podrían estar pasando la mañana de Navidad juntos y en paz, incluso divirtiéndose. Y como nadie lo hubiera creído, cuando McGonagall, Sirius y Remus buscaron a Harry, Ron, Ginny y Hermione se asustaron mucho al ver que no los encontraban.

- Si tuviéramos el mapa...– masculló Remus en dirección a un gran perro negro llamado Snuffles. Snuffles ladró una sola vez y le miró intensamente. Remus se volvió hacia Minerva entendiendo el mensaje - ¿Podríamos ir a hablar con Dumbledore? – preguntó. No es que quisieran delatar a Harry, pero se sentirían mucho más tranquilos de encontrarlo.

- Fue al ministerio a primera hora – dijo la mujer con angustia – Tenía que resolver unos asuntos con Fudge – esto lo dijo con cierta acritud que no pasó desapercibida ni para el hombre lobo ni para el perro.

Habían acudido a la habitación asignada a Harry en cuanto se enteraron de la horrible noche que había pasado. Al parecer había estado gritando por un buen rato dando un susto de muerte a todo el mundo y haciendo que Alan Masters y Alex Learner, que compartían con Harry y Ron la habitación de Gryffindor tuvieran que ser trasladados a la de primero de Slytherin para que pudieran descansar un poco lejos de los gritos del niño-que-vivió. Ron insistió en quedarse con su amigo, como resultado que ninguno de los dos aparecía por allí cuando ya era la hora de la comida y todo el mundo estaba en el Gran Comedor. O casi todo el mundo.

Sirius olfateó disimuladamente la habitación de arriba abajo. Miró a Remus con seriedad.

- ¿Las chicas estuvieron aquí? – preguntó el licántropo con un susurro. Sirius resopló como respuesta, lo que podría ser considerado como una afirmación.

Remus se estaba volviendo un experto en interpretar lo que quería decir Snuffles. Cada vez que discutían por algo, Sirius se convertía en perro y así se mantenía hasta que Remus, cansado, le pedía una tregua o bien le exigía a punta de varita que se transformase de una vez.

Había pasado gran parte de la noche siendo Snuffles por el incidente con Meriel en los pasillos. Remus se había negado a explicarle nada.

- Es cosa de Meriel, ella te contará a su tiempo si decide hacerlo – contestaba a cada presión, lo que solo hacía enfadar más a su compañero.

- ¡Pero tú sabes de qué se trata! ¡Tú me puedes contar! – casi gritaba. Remus se encerraba en un obstinado silencio, fingiendo leer un libro que desde hacía más de media hora estaba anclado en la misma página - ¿Tiene algo que ver con esa tal Skye? – preguntó repentinamente el animago. Remus casi se calló de la butaca, pero no dijo nada al respecto.

Así que Sirius, cabreado y confundido, se había transformado en un gran perro negro y se había limitado a mirarle con reproche lo que quedaba de noche.

Remus, agotado física y mentalmente después de repeler el ataque al castillo y soportar la tensión de saber el secreto de Meriel, anunció friamente que se iba a la cama. Sirius ni le miró. Se quedó durmiendo en el sillón frente a la chimenea sin dar su brazo a torcer en ese asunto. Y Remus no había descansado nada porque se había pasado todo el rato dando vueltas en la cama, recriminándose el haber peleado con su novio por culpa de Meriel.

"Debería levantarme y disculparme" pensó arrepentido por su actitud "Debería contarle lo de la niña y que él hiciera lo que creyera conveniente". Se hizo el firme propósito de levantarse y decírselo, pero no llegó a poner un pie fuera de la cama. Sabía que no tenía derecho a meterse en ese asunto, sobre todo ahora que conocía las implicaciones y no solo las sospechaba, como antes. Si le hubiera dicho a Sirius mucho tiempo atrás, Meriel no habría podido seguir negandose a lo evidente. Sirius era el padre de Skye, y tanto el animago como la niña tenían derecho a saberlo.

Pero no por él, decidió.

Miró a Sirius, convertido en Snuffles, que olfateaba el suelo separando el rastro de Harry de otros que pudiera haber. Dio un gruñido cuando logró captarlo y avanzó con el hocico pegado al suelo hasta la puerta de la habitación.

Esperanzados, Remus y Minerva le siguieron en silencio.

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Decidieron probar la nueva radio mágica de Hermione. La chica la situó sobre el baúl de Crabbe y sintonizó una emisora que en ese momento entretenía a los oyentes con música.

A causa del frio ambiente de las mazmorras, Hermione había tenido que ponerse la bata de raso negro de Draco, que le venía grande por todas partes pero que se sentía muy cómoda y agradable, tal vez porque el aroma característico del chico estaba impregnado en ella. Hermione se maravillava de ver a su novio paseándose tan campante vistiendo solo los pantalones del pijama, descalzo por el cuarto como si nunca hubiera conocido el frio. Se acercó a ella y la cogió de la cintura.

- Bailemos – le dijo seductoramente. Hermione sonrió con amplitud, pegando una patada a uno de los cojines que seguían en el suelo para hacerse sitio.

Harry le tendió una mano a Ginny, que aceptó encantada y Ron se quedó mirando a Skye con tristeza. La chica estaba tan entretenida con su galaxia en miniatura que no se dio cuenta de nada, pero Blaise aún estaba en ese mundo.

- Yo tampoco tengo pareja – dijo con desgana. Y se rió divertido cuando Ron, con una sonrisita maliciosa, le invitó a bailar con él, aunque hicieron más el payaso que otra cosa hasta que calleron en la cama del Sly muertos de risa al lado de una Skye descojonada.

Harry se rindió bien pronto ante la ineptitud de sus pies, que no parecían seguir las órdenes de su cabeza, y se sentó en una de las camas para hacerse arrumacos con Ginny, que no pareció quejarse por el cambio.

En el centro de la habitación solo quedaron Draco y Hermione, mirando divertidos la batalla de almohadas que había comenzado en la cama de Blaise y que tenía como clara perdedora a Skye. Repentinamente Draco la hizo dar una vuelta con delicadeza y Hermione le miró. Se quedó perdida en esos ojos grises que la miraban a ella, solo a ella. Draco la atrajo de nuevo a su cuerpo y le susurró un poco de la canción. Fue entonces cuando Hermione se dio cuenta de qué canción estaba sonando, y las palabras que Draco pronunciaba en esos mismos instantes:

The time is right your perfume fills my head, the stars get red

(La hora es la correcta tu perfume llena mi cabeza las estrellas se vuelven rojas)

And oh the night´s so blue

(y oh la noche esta tan azul)

And then I go and spoil it all, by saying something stupid

(y luego voy y lo arruino todo al decir algo estupido)

Like: "I love you"

(como "Te Amo".....)

El recuerdo la hizo sonreír.

La primera vez que despertó a su lado había tenido un extraño sueño. Él vestido de smoking, ella con un traje vaporoso. Bailaban como ahora y Draco le susurraba esas mismas frases, las mismas exactamente que ahora escuchaba de él. Y también era la misma sonrisa maliciosa en los labios de Draco cuando dijo las últimas palabras, y cuando las repitió al compás de la música mientras la miraba a los ojos intensamente. Hermione se agarró a él más fuerte temiendo desmayarse si no lo hacía, pero aún se las arregló para devolverle las palabras a su novio con una sonrisa soñadora, recordando de repente cómo había comenzado esa extraña relación y pensando si su sueño no habría sido profético después de todo.

Cuando la música se extinguió se quedaron en el centro del cuarto mirándose aún a los ojos, detenidos de sus movimientos y aislados de todo lo que les rodeaba. Solo estaban ellos dos, y sus miradas más que enfrentadas, enredadas la una en la otra.

La magia se rompió cuando se abrió la puerta bruscamente y en ella apareció nada más y nada menos que Sirius Black en persona.

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Sirius había seguido el rastro de Harry hasta ese cuarto en el que Minerva decía que estaban esos Slytherins de la noche anterior. Sirius no se fiaba de ellos, ¿qué podría hacer Harry con dos hijos de mortífago? La respuesta más lógica para él era que estaba en apuros. Seguro que esas malditas serpientes los habían secuestrado y los tenían retenidos en contra de su voluntad. Se convirtió en Sirius en menos de un suspiro y sacó de su bolsillo la varita requisada al joven Malfoy el día anterior. Abrió la puerta con brusquedad dispuesto preaprado para enfrentar lo que fuera...

Lo que fuera menos eso.

Gryffindors y Slytherins conviviendo civilizadamente en armonía. Harry y Ginny estaban sentados en una cama comiéndose a besos como si no hubieran desayunado. El cuarto entero estaba regado de papeles multicolores de los paquetes de Navidad, restos de un desayuno copioso y cojines tirados por el suelo. Hermione y el crío Malfoy se miraban como atontados, aunque fueron los primeros en advertir su presencia (qué gracia que le hizo que el mini-Lucius buscase su varita al instante y recordase de repente que era él quien la tenía en su poder) y Ron jugueteaba con el chico Zabini y una desconocida en una de las camas.

Cuando Skye, huyendo de sus agresores, saltó de la cama en dirección a la puerta se quedó clavada en el sitio al ver a ese hombre ahí plantado.

Los demás se quedaron paralizados de estupor.

Y Sirius miró a la chica frente a él con atención.

- ¿Skye?

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Dumbledore cogió un puñado de polvos flu y lo lanzó a la chimenea encendida.

- Habitaciones de Snape – dijo con cansancio soltando el polvo brillante y entrando en la hoguera.

Nunca le había agradado demasiado ese método de viaje. Siempre le quedaba la túnica llena de cenizas, llegaba con un profundo mareo, la barba despeinada y el sombrero picudo ladeado. Además, esos malditos polvos se le quedaban pegados a la mano y por mucho que la limpiase...

Se pasó la palma por la túnica con desagrado, deseando por un instante que en Hogwarts no hubieran medidas anti-aparición. Con lo cómodo y limpio que era Aparecerse.

- Severus – llamó entrando en la habitación en penumbras. Se extrañaba un poco de haber llegado al cuarto en lugar de la sala, debía ser que Snape había encendido esa chimenea en lugar de la otra. Qué extraño. A la luz de las llamas pudo distinguir al maestro de pociones durmiendo en la cama. Sacó la varita y la prendió para tener más luz - ¡Severus! – llamó un poco más fuerte, y se quedó helado en el sitio. Luego se ruborizó profundamente, cuando se dio cuenta de que, por muy raro que fuera Snape, nunca había tenido tres brazos, así que solo podía suponer que había alguien acompañándole.

Sus sospechas se vieron confirmadas cuando Meriel Macallister levantó la cabeza por detrás de la espalda de Snape y le echó una mirada soñolienta.

- ¿Qué hora es? – preguntó amodorrada.

- Bastante tarde, diría yo – murmuró Dumbledore abochornado por haber sido pillado observando, y se dio la vuelta con discreción – ¿Meriel, podrías decirle a Severus que le espero en la otra habitación?

No esperó a recibir respuesta sino que se apresuró a salir de allí cerrando la puerta a sus espaldas. Se tapó la boca con las manos para sofocar la carcajada que le sobrevino.

"Y yo que creía que tendría que inmiscuírme en su vida amorosa", pensó divertido, contento porque el hombre al fin hubiera reaccionado. Se sentó en uno de los sillones y esperó con paciencia a que Severus apareciese. Entre tanto se entretuvo en preparar un té y hacer aparecer unas pastitas.

- Albus – saludó Snape tan estoico como siempre cuando entró en la habitación vestido de negro de los pies a la cabeza. Bufó molesto cuando se percató de la sonrisita del Director - ¿Querías hablar conmigo?

- Oh, sí, ¿un té? – ofreció. Severus lo aceptó con desgana, más por costumbre que por otra cosa, y se acomodó en el sillón frente a Dumbledore.

- ¿Y bien?

- Se trata de Blaise Zabini – dijo el anciano sin más preámbulos. Por primera vez en su vida vio a Snape encogerse en su sillón.

- Sé lo que ha ocurrido con su padre – dijo Severus, apesadumbrado, dejando la taza de té en la mesita frente a él. Dumbledore lo examinó atentamente con sus ojos azules.

- Yo también lo sé, Severus – le dijo con tono extraño. El maestro no se sorprendió en absoluto, la noticia habría corrido como la pólvora y nadie ignoraría que él era el asesino de Malcom Zabini – Y me preocupa mucho la reacción del joven Blaise a la noticia. Sobre todo porque he recibido otra que empeorará la situación.

Snape alzó una ceja intrigado.

- Lucius Malfoy ha solicitado su custodia – informó escuetamente.

- No puede – rechazó Snape, relajándose, pues había esperado malas nuevas – La madre del chico está viva. Creo que vive en Francia o algo así. Ella obtendrá la custodia.

El director miró al suelo y Snape supo que eso no era todo.

- ¿Qué ha ocurrido? – preguntó temeroso.

- Amina Zabini recibió esta mañana la noticia de la muerte de su esposo por boca de un conocido – informó el anciano con pesar -. Hace tres horas se cortó las venas con un trozo de espejo. Era demasiado tarde cuando la encontraron. No se pudo hacer nada por ella.

Snape se quedó estático. Amina había sido una muchacha dulce y cándida que había tenido la mala fortuna de acabar enamorándose de Malcom Zabini. Le había abandonado cuando Blaise contaba con cinco años, llorando a lágrima viva porque su esposo no dejó que se llevara a su hijo con ella. Siempre había querido a Malcom, pero no podía soportar vivir con él. Snape había confiado en que ella se haría cargo de Blaise y lo alejaría de los mortífagos, salvándolo de convertirse en el heredero del puesto en el círculo del Lord que su padre estaba preparando. Pero ahora...

- Hace menos de una hora Malfoy ha solicitado su custodia permanente – continuó Dumbledore, luego de un silencio para que Severus asimilara la noticia.

- No termino de creerme el suicidio de Amina, Albus – murmuró el maestro, hundido en su sitio. El anciano le miró agudamente.

- ¿Crees que la han matado?

- Bueno, Lucius ha tardado muy poco en enterarse, ¿no crees? – dijo con amargura – Sin duda el Lord lo ha organizado todo. No desea que Blaise se le escape de las manos.

- No podemos permitir que Malfoy se quede con su custodia – dijo Dumbledore despacio, mirándolo intensamente.

- ¿Y qué sugieres? El apellido Malfoy tiene un gran peso, y Lucius tiene un matrimonio perfecto, un puesto en el ministerio, su fortuna es incalculable y su hijo es el mejor amigo de Zabini – enumeró Snape - ¿Y nosotros qué podemos hacer? ¿Y quien podría ocuparse del chico? ¿En quién confiamos lo suficiente?

- En ti – dijo Dumbledore con naturalidad. Snape se rió amargamente – Lo digo en serio, Severus, tu apellido tampoco es desconocido, tienes tu propia pequeña fortuna y eres profesor en la escuela a la que asiste el chico, ¿no crees que estás en mejor posición para vigilarlo que Malfoy desde su mansión? Eso se tendrá muy en cuenta a la hora de decidir su custodia.

- Se te olvida un detalle, Albus, soy soltero – apuntó -. A menos que las leyes hayan cambiado la balanza siempre se inclinará del lado de un matrimonio antes que de un hombre soltero.

Dumbledore sonrió con picardía.

- ¿Qué tal te va con Meriel Macallister? – preguntó como casualmente. Pero Snape, que lo conocía lo suficiente, le miró anonadado.

- ¡De eso nada, Albus! ¡Que no se te ocurra siquiera!

- Oh, vamos, puede ser la única oportunidad de salvar al chico – presionó el director, con los ojos brillándole malvadamente. Le hacía mucha gracias ver a Severus tan pálido y aterrorizado con la idea velada de un matrimonio.

- ¡He dicho que no! – casi gritó el hombre.

La puerta de su cuarto se abrió silenciándolo. Meriel había robado una de sus túnicas negras parecidas a una sotana, llenas de botones de arriba abajo y la había encogido hasta quedar a su medida. Con sus formas femeninas hacía ver la prenda de una manera extrañamente seductora.

- ¿Tan grave es que te niegas con tanta energía? – preguntó divertida cerrando la puerta a sus espaldas – Voy a ver a Skye – anunció saludando con un gesto a Dumbledore, disponiéndose a salir de la sala sin hacer más caso de ambos hombres.

- De echo, sí es grave – dijo el anciano, haciendola detenerse para mirarle intrigada – Resulta que nos hemos enterado de la trágica muerte de los padres de un alumno y que alguien lo aprovechará para solicitar su custodia y entregárselo a Voldemort.

Meriel se estremeció al oír el nombre y miró desconcertada a Dumbledore, ¿por qué le contaba aquello?

- Severus me estaba diciendo que no podíamos permitir que eso sucediese – continuó el anciano, pretendiendo ignorar la mirada de odio que Snape le dirigió.

- Por supuesto, eso sería horrible – contestó la mujer con cautela.

- Pero resulta que la custodia solo se concedería a un matrimonio, como comprenderás, un entorno familiar estable – dijo Dumbledore con voz fingidamente pesarosa – Y Severus no puede solicitarla porque es soltero.

Hubo un tenso silencio.

- ¿Y no hay nadie más que pueda solicitarla? – preguntó Meriel aún confusa.

- No, no lo hay. Severus sería perfecto para ello, pero como no está casado... – suspiró resignadamente – Qué le vamos a hacer. El pobre muchacho caerá en las garras de la oscuridad.

"Hum, espero que la frase me haya quedado adecuadamente dramática" pensó Dumbledore complacido con su actuación y el aspecto desconcertado de la mujer. Ella no tardó en atar cabos. Miró a Snape de reojo y después pareció meditarlo.

- ¿Y si Sev estuviera casado se le daría la custodia del chico? – preguntó cautamente. Snape la miró de soslayo, sin decir palabra. Albus asintió con la cabeza y Meriel meditó un poco más – Podríamos hacer una cosa – empezó a decir, acercándose unos pasos.

Dumbledore reprimió una sonrisa.

- ¿Sí, querida? – preguntó inocentemente, recibiendo una dura mirada del maestro de pociones.

- Podríamos llegar a un acuerdo – miró a Severus directamente – tú y yo – terminó.

Severus tragó saliva, pensando que todo aquello iba muy rápido para él.

- ¿Qué tipo de acuerdo? – preguntó, intentando mantenerse sereno. Estaba seguro que de un momento a otro se ruborizaría como una colegiala, sobre todo porque sabía lo que ella iba a decir.

- Podría casarme contigo – dijo Meriel con una pequeña sonrisa -, para solicitar la custodia y eso – añadió rápidamente, temerosa de que Snape rechazase de plano su idea -. Ya sabes, si lo único que impide que el chico se salve es que no estás casado...

- ¿Y tú que sacarías con eso? – preguntó Snape fríamente. Esperaba que no se notara que había empezado a sudar de nerviosismo. Tenia las palmas de las manos húmedas.

Meriel titubeó un momento.

- Sabrás que me acerco peligrosamente a la cuarentena, ¿verdad?

Snape asintió, claro que lo sabía, eran de la misma edad. Recordó con horror el día que cumplió los 35 años y comprendió que se acercaba inexorablemente a los cuarenta. Nunca había pensado vivir tanto, la verdad, y menos después de haber sido un espía por tanto tiempo.

- No me llevo muy bien con Skye – explicó la mujer lentamente, juntando las puntas de los dedos con gesto nervioso, dio la espalda a Snape y Dumbledore para mirar la chimenea – Nunca hice bien las cosas con ella, cometí demasiados errores y me es muy difícil solucionarlos a estas alturas. Sé que si tuviera la oportunidad sería mejor madre... y deseo esa oportunidad para hacer todo lo que no pude hacer por Skye.

- ¿Quieres que te reconcilie con tu hija? – preguntó Snape confuso. Meriel se dio la vuelta y le miró con ojos brillantes.

- Quiero tener otro hijo – anunció. Snape se quedó en blanco, mirándola como si no entendiese lo que había dicho. Meriel suspiró exasperada y se acercó unos pasos - ¿Snape? Quiero tener un hijo contigo – le dijo, agachándose un poco para mirar directamente a esos ojos oscuros que la evitaban.

Dumbledore volvió a cubrirse la boca con las manos para no echarse a reír. No solo era graciosísima la salida de Meriel y la reacción (o no reacción) de Severus, sino que plan estaba saliendo a la perfección a pesar de haber sido improvisado sobre la marcha.

- ¿Sev? ¿Te encuentras bien? – preguntó la mujer preocupada agachándose junto al maestro de pociones - ¿Sev?

- ¡Severus! – llamó Dumbledore enérgicamente, haciendo que el hombre regresase de su propio mundo de fantasía para parpadear sorprendido - ¿Aceptas el trato? ¿Quieres hacerlo?

Snape lo pensó un momento, después pareció reprimir una sonrisa.

- Sí, quiero – dijo, un tanto sonrojado.

Meriel sonrió ampliamente, conteniéndose de no comérselo a besos.

- Es un trato – dijo con satisfacción.

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- ¿Skye? ¿Tú eres Skye? – preguntó Sirius con voz temblorosa, mirando a la chica plantada frente a él.

Era lo más bonito que había visto nunca. Una muñeca de delicada porcelana, con pinceladas de rubor en sus mejillas, labios llenos y exquisitos y una naricilla ligeramente respingada. Sirius reconoció ese rictus de su boca, esos ojos medianoche y hasta el negro profundo de su liso y largo pelo. Reconoció la barbilla de Meriel, sus finas y perfectas cejas y los pómulos que su propia madre había tenido en su juventud. Incluso el físico era una mezcla de rasgos Black-Macallister y se preguntó con dolor por qué nadie se lo habia dicho antes.

La chica lo miraba tan impresionada como él, preguntándose de dónde había salido ese hombre que se asemejaba fantasmalmente a ella. Asintió con la cabeza a su pregunta, sin apartar sus ojos de los del extraño, tan parecidos a los suyos que le daba miedo mirarlos.

- Sirius... – dijo Remus tras él, con voz extraña.

Ninguno de los presentes había esperado este encuentro, y posiblemente sólo la propia Skye, Ginny y Minerva McGonagall ignoraban aún el parentesco que unía a esas dos personas.

Sirius se volvió despacio hacia su compañero.

- Lo sabías. ¿Por qué no me lo dijiste? – preguntó dolido por su silencio. Remus le miró con ojos suplicantes.

- No tenía derecho – musitó.

- ¿Quién es usted? – preguntó Skye de repente sin dejar de mirar a Sirius. El hombre se volvió de nuevo hacia ella y su mirada de suavizó perceptiblemente.

- ¿Quién crees que soy? – preguntó, con voz más ronca de la que deseaba haber empleado, pero la emoción le embargaba.

Skye le miró detenidamente, teniendo una extraña sensación que no le gustó en absoluto.

"Sirius...", había dicho Lupin.

¿Sirius?

¿Acaso... acaso Sirius Black?

¿"Ese" Sirius Black?

"¿Por qué no me lo dijiste?", había dicho el hombre.

Ese hombre.

Ese hombre que se parecía a ella.

Ese hombre que la miraba con detenimiento.

Ese hombre de ojos embotados que reflejaban tanta pena por verla.

Por verla a ella.

Dio un paso atrás, un imposible naciendo en su cabeza, tornándose más claro con cada segundo... y menos imposible. Otro paso, sus ojos agrandados en comprensión y terror, intentando negarse a lo evidente, sin poder hacerlo. Sirius quiso avanzar en su dirección, alargando una mano para tocarla, una súplica muda en sus ojos. Y ella estaba temblando entera.

Se alejó otro paso del intruso, evitando sus dedos extendidos, evitando también su mirada dolida, su expresión desolada.

El silencio en el cuarto era abrumador, tan absoluto, tan espeso, que Skye podía oír claramente su propia respiración errática. Sus pensamientos detenidos, suspendidos dentro de su cabeza.

Solo sentía creciendo, imperiosa, la necesidad de alejarse de allí.

De salir corriendo, de huir.

Con movimientos lentos, torpes. se ajustó la bata al cuerpo y miró a sus compañeros.

- Me voy a mi cuarto – musitó, al borde de las lágrimas.

Rodeó a Sirius con agilidad para salir por la puerta y echar a correr hasta su habitación en la zona de las chicas. Se derrumbó a medio camino, mucho antes de llegar, y tuvo que apoyarse en una pared conteniendo los sollozos que la atenazaban, colapsando su cuerpo. Con una mano sobre el muro caminó lenta, penosamente hasta su cuarto, faltándole el aire, quemándole las lágrimas en el rostro y sintiéndose humillada por su propia actuación.

"¡Estúpida!" se reprochó en silencio "¡Tenías que habérselo dicho! ¡Tenías que haberle preguntado si era quien crees que es!"

¿Pero de qué valía preguntar? Ya sabía la respuesta, ¿verdad?

Al llegar a su habitación cerró la puerta a sus espaldas y se apoyó en ella, dejándose escurrir por la madera hasta acabar sentada en el suelo, la frente contra las rodillas. Allí dejó fluir su angustia en forma de gritos, sollozos y lágrimas incontenibles, esa angustia que la había acompañado tanto tiempo a lo largo de su vida que no le extrañaba nada que se hubiera presentado justo en ese momento.

Cuando acababa de conocer a su padre.

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Sirius se observó las manos con curiosidad. Le temblaban. Le temblaban tanto que casi no era capaz de sostener la varita del chico Malfoy.

- ¿Por qué nadie me lo dijo? – musitó, con voz extrangulada.

Remus se acercó a él y le puso una mano en el hombro, mas Sirius le miró con reproche y la alejó de nuevo.

- ¿Cuánto hace que lo sabes? – le preguntó el animago secamente. Sus ojos estaban vidriosos, y la rabia se juntaba con el abatimiento de haber descubierto algo que jamás hubiera imaginado.

- Solo eran sospechas – dijo Remus, intentando no demostrar lo que le había dolido el tono de su amigo -. No se confirmaron hasta anoche, cuando vimos a Meriel.

- Sospechabas, y no me dijiste nada – habló casi con los dientes apretados, fulminando al licántropo con la mirada.

- No lo dije por si no era cierto – admitió Remus con voz cansada. Sabía que Sirius no le perdonaría fácilmente. No sabía si él mismo podría perdonarse. Debió habérselo dicho mucho tiempo atrás.

Sirius abrió la boca para decir algo, cuando se dio cuenta súbitamente de que no estaban solos en el cuarto. Aún perplejos por la escena presenciada los adolescentes les miraban sin haberse movido un centímetro.

Draoc fue el primero en reaccionar.

- Podría devolverme mi varita – dijo, acercándose a Sirius. No sonó como si lo hubiera pedido, sino más bien como si lo hubiera ordenado. El animago le miró confuso por un momento y después la varita que sostenía en la mano. Se la devolvió en un gesto casi mecánico, destinado a que ese chiquillo dejase de clavar sus ojos grises en él.

- Será mejor que vayamos – dijo Blaise, alisando su pijama al ponerse en pie. No dijo dónde debían ir, pero Draco comprendió y se dirigieron a la puerta, descalzos y en el caso de Draco, solo con los pantalones puestos.

- ¿Dónde creen que van así? – espetó McGonagall escandalizada y decidida a que se pusieran algo decente. Los Slys simplemente la ignoraron y salieron por la puerta.

Hermione buscó sus zapatos bajo la cama y se los calzó, atando a su cintura la bata de Draco. Aún así no pudo evitar una mirada enojada de parte de su cabeza de casa.

- Les parecerá bonito, dos chicas decentes solas en una habitación con cuatro chicos – dijo con desagrado, mirándolas severamente tanto a ella como a Ginny. La pelirroja se encogió un poco en su sitio, pero Hermione imitó a Draco y Blaise y la ignoró olímpicamente pasando por su lado para salir.

Ron se mordió la lengua ante eso de "dos chicas decentes solas". ¿Y qué pasaba con Skye? ¿No la consideraba decente a ella? Claro que como era una Slytherin tal vez no entrase dentro de esa categoría de manera automática. Se puso también sus zapatos decidido a intentar hablar con la chica, que no debía estar pasando un buen momento. También salió por la puerta con algo de prisa. McGonagall le siguió, dispuesta a tener una charlita con él y Hermione. De Harry que se ocupase Sirius, que para algo era su padrino, y ya cogería por banda a Ginny más tarde.

Sirius miro a Harry y su novia por unos segundos.

- ¿Estás bien? – le preguntó Harry acercándose, después de que ambos adolescentes se pusieran también sus zapatos y la capa encima.

Sirius asintió distraído.

- No me lo esperaba, ¿sabes? – dijo con un hilo de voz, con la mirada perdida – Nunca me lo hubiera imaginado, nunca pensé en ser padre y ahora...

- Ahora tienes una hija de quince años – terminó Remus por él, viendo que al animago no le salían las palabras. Sirius le miró duramente.

- Y no lo he sabido por ti – volvió a reprochar. Aquello le daba vueltas en la cabeza, junto con todo lo demás. Su mejor amigo, su compañero, no le había contado algo tan importante para él.

- ¿Cómo crees que reaccionará Meriel cuando se entere de que lo sabes? – preguntó el licántropo con amargura -. Estaba interesada en ocultártelo, ¿sabes? ¿Qué crees que hará ahora? No te quiere cerca de SU hija, lo demostró muy bien anoche, en el pasillo, ¿recuerdas?

Sirius asintió, su depresión dando paso a la ira.

- No me lo hubiera contado, ¿verdad? – preguntó furioso contra esa mujer.

- Tal vez no lo hubiera hecho, Sirius, ¿querías que yo te dijera para nada? ¿Para que se la llevara lejos? ¿Para que la ocultara de ti? ¿Para que sufrieras? – Remus suspiró tristemente mirando a su compañero – Ya has sufrido bastante, Padfoot, y yo no tenía derecho a hablar sobre este tema.

Sin añadir más, se dio la vuelta y salió del cuarto. Sirius se volvió de nuevo hacia su ahijado.

- ¿Y ahora que debería hacer, Harry? ¿intento verla, intento hablarle? ¿Me alejo, le doy tiempo para que lo asimile y me doy tiempo para asimilarlo? – se llevó las manos a las sienes, como si el mundo le diera vueltas y él quisiera pararlo - ¿Qué es lo que puedo hacer ahora?

- Por lo pronto, ver como está – aconsejó Harry dubitativamente. No sabía cómo reaccionaría Skye ante algo así, sobre todo si ella se había dado cuenta de que era de Sirius Black, el supuesto asesino fugado, del que trataba todo el asunto. Aunque él había pasado por una situación similar, cuando en tercer curso descubrió que él era su padrino, un hombre al que creía el traidor de sus padres – Vamos a ver cómo está – dijo con decisión -. Tal vez no puedas hablar con ella, pero puede que sepamos cómo se está tomando la noticia.

Se giró hacia Ginny, esperando un poco de apoyo de su parte. La pelirroja se acercó hasta ellos, dubitativa, aún impresionada con lo que Harry le había susurrado al oído innecesariamente, pues ella también había visto los parecidos.

- Skye es fuerte – afirmó – Su mundo no se derrumbará por esto.

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Skye aseguró la puerta con mil hechizos, queriendo aislarse del mundo llevada por un impulso incontrolabre de ocultarse a ojos de todos. No sabía exactamente qué le sucedía, pero no deseaba volver a enfrentar la mirada de Sirius Black.

Sirius Black.

Ni siquiera estaba lo suficientemente lúcida para preguntarse qué demonios hacía en Hogwarts, en la misma habitación que Harry Potter, el único prófugo conocido de Azkaban. El asesino de muggles y espía de Voldemort. Lo único que pudo hacer para que le volviese la cordura y poder dejar de llorar por unos momentos fue mojarse la cara repetidas veces, lavando la sal de sus mejillas, los resíduos de su llanto bochornoso e inexplicable, sin conseguir borrar la turbación de su mirada.

Ahora, mirándose al espejo del cuarto de baño, reconoció que había sido muy lenta para entender las cosas. Viendo su reflejo y observando sus profundos ojos medianoche, su pelo azabache y el corte de su rostro se preguntó cómo no se había dado cuenta antes de que su padre era Sirius Black.

Jack Hidden no era más que un nombre inventado por Meriel, por supuesto. Al hacer cálculos había descubierto que su madre habría estado embarazada de cuatro meses cuando Voldemort fue derrotado y Sirius Black encarcelado. Pensándolo, las cosas empezaban a encajar con perfección las unas en las otras. El no tener foto o recuerdo alguno de Jack Hidden, ¡click!. El que Meriel dijera cosas sin sentido al respecto como haber afirmado que había conocido a su padre en Hogwarts, pese asegurar que él había ido a Durmstang, ¡click!. El que no encontrase absolutamente nada al respecto de su padre en periódicos antiguos, ¿no se suponía que había sido asesinado por un mortífago? ¿Acaso no había sido noticia la muerte de un auror?, ¡click!. El que sus abuelos la odiasen, no por ser hija de un auror, sino de un traidor oscuro que había sido el responsable de la muerte de los Potter... El que Dumbledore y Snape la mirasen de manera tan extraña aquella vez... El que Meriel se pusiera histérica cuando Black asaltó el colegio, ¡Click!, ¡click!, ¡CLICK!

- ¡Estúpida, estúpida, estúpida! – se reprochó en voz alta a la vez que su imagen reflejada en el espejo se hacía más y más borrosa a causa de las lágrimas. Se las secó con la manga, furiosa por ser tan débil – Estúpida – musitó.

Recordó a sus abuelos. "¡El diablo te ronda!" ¿Cómo no lo había comprendido antes? ¿Cómo no había juntado los cabos sueltos? Sirius Black había sido auror antes de volverse un traidor y un asesino a ojos del mundo mágico. Auror y mortífago. Las dos verdades que su madre y sus abuelos le habían inculcado por separado en su vida. ¡Todo era cierto, era cierto! Su padre era un mortífago, ¡y había acudido a buscarla!

Skye se dejó caer tambaleante en el suelo, apoyando la espalda en la fría pared de azulejo tratando de respirar con calma. No. No dejaría que la llevase. Antes muerta que servidora de Voldemort. La furia reemplazó a la angustia en sus ojos medianoche por un breve plazo de tiempo, antes de dejarse vencer de nuevo por los sollozos, odiando a su madre por no habérselo contado, odiando a Snape por no ser su verdadero padre, odiando a Sirius Black por convertir su vida en un caos en el segundo fatal en que se miraron a los ojos.

Esos ojos tan iguales que parecía mirarse a un espejo.

- No, ¡no!, ¡NO!, no dejáre que me lleve, ¡no le dejaré!.

Se aseguró de que su varita siguiera en el bolsillo de su bata de raso, decidiendo tenerla a mano para poder defenderse en caso necesario. No dejaría que Black se acercase a ella.

Los golpes en la puerta la sobresaltaron, haciéndola levantar de un salto y observar su habitación con terror.

- ¿Skye? – la voz de Blaise - ¿Skye, estás bien?

No contestó, no sabía que decir. ¿Qué la oscuridad la estaba consumiendo? ¿qué le dolía la cabeza de llorar como una histérica porque al fin los misterios de su vida se le estaban revelando?

- Skye, por favor, contéstame – suplicó Blaise. Había ansiedad en su voz. Skye se acercó a la puerta.

- Aún estoy cuerda – dijo casi en una carcajada macabra. ¿Era eso verdad? ¿Aún no había enloquecido? No estaba muy segura dadas las circunstancias.

- ¿Puedes abrirme? – preguntó esta vez Draco. Casi podía ver la mirada de preocupación que habían intercambiado ambos Slys. Sonrió para sí misma.

- No estoy segura – se rió, limpiándose las lágrimas de las mejillas – He puesto un montón de hechizos en la puerta, ni siquiera sé cuales son – reflexionó un momento, sabiendo que eso no había sido lo mejor que podía haber dicho. Entre los dos chicos harían lo imposible por entrar en ese cuarto – No quiero ver a nadie – añadió, en un susurro extrangulado.

Silencio.

- ¿Podemos hacer algo? ¿Quieres hablar? – Draco de nuevo.

Skye negó con la cabeza. Después recordó con bochorno que ellos no podían verla. "¿Estás segura de no estar enloqueciendo?", se prguntó con sorna.

- Dejadme – suplicó.

Hubo susurros amortiguados al otro lado de la puerta, y Skye tuvo el impulso de acercar el oído a la puerta para escuchar lo que decían. Cedió al impulso.

- ¿Llamamos a Dumbledore? – la voz preocupada de Ron. Eso la enterneció.

- Ni hablar – el tono despectivo de Draco. Los Slytherins no confiaban en el hombre. Solo confiaban en una persona –. A Snape tal vez.

- ¡¿Snape?! – una voz como un ladrido.

- Sirius, calmate – la voz de su antiguo profesor de defensa, Remus Lupin. Al oir el nombre de su padre, Skye se alejó de la puerta como si quemase, aunque la curiosidad la atrajo de nuevo.

- ¿Cómo quieres que me calme? ¡Quiero hablar con ella!

- No creo que ahora quiera verte, Sirius - ¿Esa había sido Hermione Granger? – Tiene que haber sido un golpe para ella.

- Entiendelo, ella cree que eres un asesino – de nuevo Lupin, razonable.

"¿Oh, no lo es?" se preguntó Skye sorprendida.

- Snape es el único con el que querrá hablar – dijo Draco en tono prepotente.

Un rugido de furia, seguramente Sirius de nuevo. Golpes suaves en la puerta que hicieron a Skye retroceder dos pasos y mirar la madera con temor.

- ¿Skye? – tono suave, intentando ser calmado pese al cúmulo de sentimientos. Sirius Black hacía un intento de hablar con ella – Mmmm... me gustaría que habláramos... creo... creo que tenemos muchas cosas que decirnos.

Skye no contestó, apretándose la bata contra el cuerpo, presa de violentos temblores. "¿Pero qué me pasa?" se preguntó con pánico. Quería abrir la puerta y enfrentar a ese hombre. Saber de una vez por todas lo que era verdad y lo que era mentira, cuánto de Jack Hidden había en él. Pero su propio miedo la mantenía paralizada y muda.

- Mejor llamamos a Snape – de nuevo Draco, con algo de burla en la voz por el fracaso del hombre.

- ¿Skye? – esta vez fue Ginny – Nos estás preocupando, ¿no podrías salir de ahí?

- Te vendría bien hablar con alguien – dijo Hermione.

"¿Y quién va a entenderme?" , pensó con desespero. "¿Snape?". No sabía si quería verle. No sabía si estaba preparada para la decepción que suponía enfrentar la realidad de que no era su hija.

- Seria mejor que dejaseis de agobiarla – intervino Blaise – Ha dicho que quiere estar sola – se le notaba molesto.

- No le conviene estar sola ahora – contradijo Ron. Había tanta preocupación en su voz que Skye se estremeció.

- No está loca, Weasley – de nuevo el tono despectivo de Draco, saltando en su defensa como una cobra -. No va a hacer nada estúpido, no es una Gryffindor.

"Oh, Draco, no puedes dejar de joder, ¿eh?" pensó la chica con una sonrisa.

- ¿Qué estás insinuando?

- Creo que fue bastante obvio.

- Weasley, Malfoy, dejénse de tonterías – dijo McGonagall, y debió acercarse a la puerta porque su voz se oyó más fuerte – Señorita Hidden, deje de comportarse de manera tan infantil y abra la puerta inmediatamente – dijo con poca paciencia.

- Minerva, por favor, la chica lo está pasando mal – intervino Lupin, sonando un poco enojado.

- Podrías tener un poco más de tacto – ladró Sirius.

- Me gustaría ver cómo trata a un Gryffindor en el mismo caso – dejó caer Blaise, siendo apoyado por Draco con el benevolente comentario:

- Seguro que no habría diferencia – dicho en tonito sarcástico.

- Skye, si no quieres salir no tienes que hacerlo – esta vez fue el turno de Lupin de intentarlo -, tienes todo el derecho a quedarte ahí todo el día si es lo que deseas.

- Sí, eso, tu deja que se atrinchere ahí dentro – dijo Ron.

- ¿Te apetece comer algo? Te podemos traer lo que sea. Solo tienes que pedirlo.

- Remus, ¿por qué siempre lo arreglas todo con comida? – preguntó Sirius con exasperación.

- Porque ahora sé cocinar – dijo Lupin, orgulloso.

- Creo que ni siquiera nos escucha – dijo Hermione.

- ¿Y si llamamos a su novio? – saltó Ron. Debía de estar muy desesperado para tratar de acudir a Stan.

- ¿Tiene novio? – se interesó Sirius.

- No por mucho – prometió Ron con decisión.

- ¿Le haría caso? – preguntó Hermione.

- Lo dudo mucho – intervino Zabini, el maldito bocazas.

- ¿Y entonces? ¿Qué hacemos? – preguntó Ginny.

- ¿Y si la dejamos en paz? – sugirió Draco un poco molesto ya por la situación – Creo que no os habéis enterado de que no quiere hablar con nadie.

- ¿Y si forzamos la puerta? – propuso Sirius.

- No creo que sea lo más apropiado – dijo Lupin.

- ¡Pero algo tenemos que hacer! – exclamó McGonagall desesperándose.

Skye quiso gritar que la dejasen en paz, que sus voces le taladraban el cerebro, incluso alejada de la puerta podía oírlos con claridad, agobiándola. Pero su mandíbula estaba como encajada, tal vez de furia, tal vez de angustia, ya no lo sabía, solo sabía que deseaba que se largasen todos de allí de una vez.

- ¿Y si hacemos lo que dice Draco y llamamos a Snape? – preguntó Hermione.

- ¡Oh, alguien me escuchaba! – se alegró Draco.

- Qué raro que fuera ella – dijo Ron sarcásticamente.

- ¿Qué quieres decir? – se indignó la chica.

- Vale, vale, no empecéis – Harry Potter al rescate. Era la primera vez que se oía su voz y tuvo el efecto de que los demás se callasen para escucharle. Curioso – Skye, sé por lo que estás pasando – dijo sin preámbulos.

Esas palabras la golpearon, dejándola sin aire por un segundo. Se dejó caer en el suelo, sentada sobre sus talones, mirando la puerta desde el otro lado del cuarto, sin ser consciente de haber llegado hasta allí. Se le escaparon unas cuantas lágrimas que se limpió furiosa, dejándose marcas en las mejillas de los restregones.

- Si quieres podemos llamar al profesor Snape, pero me gustaría poder hablar contigo.

Vaya, vaya. El-niño-que-vivió había logrado captar la atención de Skye.

La entendía. Decía que la entendía. ¿Qué tal si fuera cierto? ¿Qué tal si pudiera decirle qué era lo que estaba sintiendo? Porque ahora mismo no lo sabía, no estaba segura de si pasaba de un sentimiento a otro o los sentía todos a la vez.

¿Se habría sentido Potter alguna vez así de perdido? Seguro que sí, si era cierto eso de que había vivido en una alacena. Seguro que se había sentido tan desorientado y aíslado como ella.

Sintió una oleada de empatía por aquel crío bajito, poca cosa y de cabellos imposibles y se descubrió a sí misma quitando los hechizos de la puerta para que pudiera pasar.

En el exterior, al oír el chasquido de la puerta al ser abierta, Harry Potter se volvió para sonreír a los demás.

- Hay que joderse – musitó Draco, impresionado y dolido de que él fuese el elegido.

Los demás pensaron lo mismo, celosos, y Harry empujó la puerta para pasar al interior y cerrarla a sus espaldas.

El cuarto estaba invadido por el sol, lo que desconcertó a Harry, pues habría esperado una habitación en penumbras, la oscuridad aliada con la persona sufridora. Sin embargo la luz llegaba a cada rincón de la habitación iluminándola con crueldad, con la misma crueldad con que dejaba ver los enrojecidos ojos de Skye.

Sin decir nada, Harry se acercó a ella, conmovido, y la abrazó. La chica se quedó rígida por unos instantes, pero sabiendo que lo necesitaba se relajó en la calidez de los brazos de Harry y se apoyó en su pecho.

- Sirius no es malo – fue lo primero que dijo el chico –. Eso quiero que lo entiendas. Fue acusado injustamente y pasó doce años de su vida en Azkaban siendo totalmente inocente.

La revelación descolocó a la Slytherin, que se separó de Harry para mirarle seriamente.

- ¿De qué le conoces? – preguntó, aunque su primer impulso había sido preguntar algo muy distinto.

- Es mi padrino – sonrió Harry – Y es el mejor padrino del mundo.

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Qué final mas sosón, verdad? Pero bueno, por algún sitio tenía que cortar. Siento que haya sido un capítulo tan malo, y que los regalos sean tan cutrones (por cierto, nadie ha regalado un libro a nadie, qué extraño) pero no tengo imaginación para más, soy así de limitadita, qué queréis ^.^.

Ah, por cierto, Yuu-chan que es un solete me va a hacer un dibujillo de Draco, Blaise y Skye!!!! Thanks Cris!!!!

Besitos mil para todos y cuidáos.