DISCLAIMER: Los personajes utilizados en este fict le pertenecen a JK Rowling tm y a WB tm y no pretendo lucrar con ellos. Los poemas le pertenecen a Oliverio Girondo, Mario Benedetti, Pablo Neruda y varios otros autores que ahora no me vienen a la mente pero igual tampoco son míos. Lo único ke me pertenece es el amor por el ship HH ke jamás morirá dentro de mí. Por cierto, este fict fue escrito antes de la publicación de HBP, así ke imagínense ke no pasó nada en el 6 ¬¬

CAPÍTULO UNO

El Lado Oscuro del Corazón

El cielo brillaba con un profundo color carmesí. Era como si un pintor hubiera derramado sobre él todos los tonos rojizos sobre su paleta y los hubiera esparcido con tanto desasosiego y descuido que no cabía duda que nunca nadie podría hacer un duplicado. Era raro ver un cielo así en ese lugar cuando la lluvia y el color gris siempre habían sido algo característico. Dejar de verlo era inevitable aún cuando el baúl con sus pertenencias esperaba para terminar de ser llenado. Era increíble cuantas cosas se podían acu mular a lo largo de los años y cuantas cosas esperaban por ser empacadas. Aún así, Hermione Granger no podía dejar de preguntarse cómo podía meter dentro de la maleta siete años de su vida. Había mandado traer otro baúl adicional para guardar todos sus libros y pergaminos de apuntes y había decidido utilizar su baúl convencional para sus pertenencias. Pero aún así sentía que al ponerlo todo ahí dentro daría por terminada una fase de su vida que no estaba segura de querer terminar.

Cuando el cielo empezó a adquirir un color púrpura y una o dos estrellas comenzaban a darle la bienvenida a la noche, Hermione giró sobre sus talones y decididamente siguió acomodando el resto de sus cosas. Era inevitable que al guardar sus tomos más viejos de hechizos no recordara todo lo que había aprendido en ellos. Los recuerdos después de todo se guardan en el banco el tiempo, el tesoro más grande que jamás se puede poseer. Cómo había comprado esos libros incluso un mes antes de iniciar sus clases y se los había memorizado incluso antes de saber en qué casa sería sorteada. Abrió el libro de encantamientos y con cariño observó el capítulo que hablaba de cómo hacer levitar las cosas. Con la mirada perdida y con una sonrisa en los labios de pronto recordó a un gigantesco Troll que era derribado gracias a ese hechizo. Un poco más adelante en el mismo libro se encontraba el hechizo para abrir puertas, el cual le había sido útil durante casi toda su estadía en la escuela. Con cariño cerró el libro y lo depositó en el fondo del baúl.

Luego de unos minutos, se encontraba ya repleto de libros de Transfiguraciones, Pociones, Defensa Contra las Artes Oscuras… y mientras metía cada uno de ellos no podía dejar de recordar la época en la que celosamente cargaba esos libros rumbo a alguna aula de clases que no volvería a pisar. Pero los libros ya no eran libros en sí, el libro de Transfiguraciones le recordaba a la expresión severa de la Profesora McGonagall y de la misma forma su forma tan justa y racional de tratar a todos sus alumnos. Su voz era lo que inundaba sus oídos y aún así dentro del baúl se veía tan… inhumano.

Es engañosa la forma en que las cosas pueden cobrar vida entre tus manos, aún cuando no sean más que cosas, pensó ella mientras tomaba ahora un libro de Defensa Contra las Artes Oscuras. Varias caras circularon por su mente. Desde el engañoso profesor Quirrel hasta el Profesor Dumbledore. Todos y cada uno de ellos habían sido importantes. El Profesor Lockhart ¿cómo olvidarlo? Hermione rió para sí misma mientras se decía "chiquilladas". El Profesor Lockhart había sido durante un año entero alguien de devoción para ella, pero no había sido más que una tontería de chiquilla ¿a dónde se había ido a parar ese amor? ¿A quién más podría servirle? El Profesor Lupin le había enseñado bastante y le debía en gran parte sus mejores notas en el E.X.T.A.S.I.S. de la materia, luego Barty Crouch, la profesora Umbridge… no, Harry, se corrigió a ella misma y ahora su expresión cambió por completo. La voz de Harry resonaba en sus oídos como si hubieran pasados siglos desde que la había escuchado por primera vez.

"Harry Potter" había dicho el niño menudo de gafas al presentarse ante ella por primera vez y ella había estado tan nerviosa que lo primero que había atinado a hacer era ponerse a hablar sin parar como guacamaya. Con una sonrisa se tiró en la cama, cerró los ojos y se dejó llevar por los recuerdos. Eran tantos que apenas terminaba uno cuando otro iniciaba. Recordó la vez que en tercer año, cuando sentía que el frío le congelaba hasta la médula de los huesos y un sentimiento de tristeza se apoderaba de ella, alguien había estado ahí para ayudarla y no dejarla caer. La voz de Harry había estado gritando un hechizo que parecía no funcionar hasta que se hubo desmallado. Hermione ya le tenía mucho aprecio en ese entonces pero ni siquiera ella estaba segura de cuándo sus sentimientos habían cambiado. Era verdad que le había dolido que Harry no la hubiera invitado al baile en cuarto grado, pero también le había dolido que Ron se hubiera portado de esa forma. También era verdad que cuando Harry había desaparecido en el laberinto durante la prueba del torneo, había sido como un infierno para ella pero había estado segura que de ser Ron habría sufrido de la misma forma ¿o no?

Todo lo que había sufrido durante los pasados tres años. Intentando que Harry hiciera las cosas correctamente, que se alejara del peligro, que no se metiera en problemas, que aprendiera todos los hechizos necesarios y que pudieran salvarle la vida. Y luego el saber que estaba condenado a un destino horrible y que podía morir a manos de Voldemort… cómo había llorado por eso en las noches, cómo había decidido armarse de valor para poder acompañarlo hasta el final y asegurarse por ella misma que, en efecto, su amigo saliera bien librado de todas las cosas que le deparaban. Y ahora que las cosas habían salido bien… seguía sintiéndose miserable.

Hermione se incorporó sentándose en el filo de la cama "¿qué esperabas? ¿Qué se convirtiera en tu príncipe azul?" pensó para sí misma y se puso de pie con amargura para terminar la tarea para la cual se había retrasado demasiado. Seguramente la cena estaba por empezar y todavía le faltaba llenar el baúl con su ropa. Rápidamente empezó a meter todo lo que ya tenía doblado y acomodado. Acomodó sus túnicas y los zapatos que no usaría el día siguiente, pero no cupieron las risas de la sala común y las tardes de ocio bajo el árbol a orillas del lago. Cupieron sus calcetas, su ropa interior y sus bufandas pero sabía que las mariposas que le revoloteaban en el estómago cada que estaba cerca de Harry no se conformarían con tan pequeño espacio entre su jersey café y su chamarra de cuero. Finalmente cerró el baúl y lamentó haber dejado fuera su primera Navidad en el castillo o las primeras lágrimas por amor. Respiró hondo y trató lo más posible guardar dentro de sus pulmones un poquito de melancolía y otro tantito de carcajadas de las pocas que se habían quedado pegadas en las paredes. Ya era hora de bajar.

Avanzaba lentamente, como si se despidiera de cada una de las cosas que ya habían dejado de ser cosas. Eran parte de un todo, de una experiencia de toda una vida. Como si su pesar hubiera nacido en todos los sitios donde ponía los ojos. Le remordía de sobremanera que en un futuro no muy lejano todo lo que ahora veía se convertiría en solamente un recuerdo, como un sueño del que no estaría segura si había ocurrido o no. Pero lo que le daba más tristeza era el pensar si ocurriría de la misma forma con esas personas por las que había desarrollado un sentimiento de dependencia emocional mucho más grande de lo que hubiera jamás imaginado. Harry Potter y Ron Weasley, no había nadie más. Era verdad que habían muy buenos amigos que habían surgido a lo largo de los siete años en Hogwarts, pero ninguno se le comparaba en lo más mínimo a los sentimientos que tenía por Ron y mucho menos por Harry.

Sin embargo, Hermione había dejado morir sus sentimientos por Harry desde hacía mucho tiempo. Habían pasado demasiadas cosas y ella nunca había dejado de ser su mejor amiga ¿Cómo puede alguien llegar con su mejor amigo un buen día y decirle: "sabes qué estoy enamorada de ti"? Hermione no era de ese tipo de chicas y como chica de lógica que era, ya había explorado sus posibilidades. El primer amor de escuela de Harry había sido Cho Chang y frente a ella, Hermione no tenía competencia. Era verdad que podría comprarse un libro de Quidditch, aprenderse toas las jugadas y poder conversar con Harry al respecto, pero la verdad era que no podría adivinar la sensación de atrapar una Snitch frente a cientos de personas o el sentimiento de montar una escoba cuando afuera hace una tormenta terrible. Y no era que no lo hubiera intentado y entonces había comprendido que había cosas que se podían compartir y otras que no.

Hermione siempre estaría en las gradas apoyándolo si se lo pidiera como sino. Lo acompañaría a las prácticas y se convertiría en su fan número uno. Se preocuparía por él cuando enfermara y se aseguraría de sonreír cuando triunfara y de llorar con él cuando estuviera triste. Y eso ya lo hacía como su amiga ¿para qué desperdiciar eso con un te amo? La gente suele decir que un te amo es lo más bello y reconfortante que se puede decir, para Hermione era una tortura, como una bola de fuego atrapada en su estómago con ansias de salir pero que ella se empeñaba en retener dentro con las esperanza de que un día se extinguiera, que las llamas dejaran de lastimarle por dentro o que dejara de querer escaparse, que se conformara con vivir ahí dentro, donde moriría junto a las ganas de abrazarlo, besarlo y estar junto a él para siempre.

Y luego con su segundo amor, ella se había dejado caer todos los días. Había empezado a morir lentamente. Vivía como un árbol, de pie y aparentemente fuerte aunque por dentro ya no hubiera nada. Había días que dudaba de su existencia. Como si la muerte le hubiera llegado mucho antes, como si le siguiera los pasos, cada día, cada hora, cada minuto con cada tic tac del reloj. Pero seguía estando, ahí, parada junto a él aunque no fuera ya más que un fantasma. Y seguía estando ahí porque no estamos jamás donde morimos definitivamente, sino donde morimos día a día. Hermione había dejado de irradiar para absorber, vivía de las sobras, de la sonrisa que le dedicaba aunque no fuera con el fin que ella esperaba. Vivía por sobrevivir, porque eso es lo que la gente hace comúnmente y no precisamente por el gusto de hacerlo. Porque había dejado de ser sí misma y porque, aunque le diera pena admitirlo, no estaba feliz con su felicidad. Aún cuando Ginny Weasley fuera la persona que generaba las sonrisas de las que ella se alimentaba.

Muy pronto, y sin darse cuenta, Hermione ya había llegado al gran comedor donde sus irremediablemente dos amigos le habían guardado un espacio en la mesa de Gryffindor. Se sentó a la derecha de Harry, como siempre, mientras que Ginny ocupaba el lado izquierdo y Ron los miraba bastante satisfecho al frente.. Harry sonreía afablemente, había estado feliz desde que Voldemort había sido vencido y los magos habían dejado de temerle. A Hermione le costaba trabajo, pero compartió su sonrisa y celebró junto a él, gestos que no eran otra cosa que el reflejo de los de Harry. Nadie nunca se enteraría lo mucho que sufría en aquellos momentos porque ya no tenía personalidad, se había convertido en un espejo viviente.

Ya está, ese es el capíyulo uno, espero ke les guste. Y tanto si es así como sino... POR FAVOR! UN REVIEW!

TLAL