No m matn, stuv d vkcions i no tuve tiempo ni d scribir ni d actualizar

Spero q os gust l kpi, musas asias x los rr, prdonn q un los contxt, pro sq un tngo tiempo... sorryyy! Muxos bss

PINCELADAS DE DESESPERACIÓN

"Tantas veces me he preguntado por qué las desgracias tienen que suceder, por qué el destino se empeña en que nos separemos, pero nunca he obtenido una respuesta a mi eterna pregunta. El destino hizo que nos separásemos hace mucho tiempo, y nos obligó a reencontrarnos en situaciones difíciles, que hicieron peligrar la relación, luego el destino quiso que mi sueño estuviera en Los Ángeles, lejos de ella y que ella no pudiera venir conmigo... ¿Renunciar a mi sueño? ¿Era un precio justo a pagar por ella o el destino me la quitaría de nuevo, algo que ya no podría soportar más?" pensamientos confusos recorrían la mente de Ron, que caminaba junto a una cabizbaja Hermione, rumbo al hospital de San Mungo. Era la primera vez que Hermione iba al hospital mágico, pero había oído que las enfermedades muggles no tenían cura mágica, por lo que te tenías que acatar a los remedios muggles.

Hermione, por su parte, estaba debatiéndose en su interior. Ya sabía que su cáncer, a pesar de su corta edad, estaba muy desarrollado, por lo que no le habían dado muchas esperanzas. Si Ron se quedaba a su lado, por una parte, sabía que jamás podría volver a mirarlo a los ojos, porque él se quedó allí por ella, renunció a su sueño por ella... Y si lo más probable era que ella se muriese, Ron... No podría soportarlo, sería por su culpa, Ron renunciaría a su sueño por ella, y luego la perdería... No, no podía permitir que él hiciera eso, no lo podía permitir. No lo iba a permitir. De pronto, sacando fuerzas de no se sabe dónde, Hermione lo decidió: Pasara lo que pasara, ella no iba a permitir a Ron quedarse, sabía que lo único que haría sería destruirle la vida.

- Vamos- susurró Hermione, tomando aliento, antes de abrir la puerta tras la que estaba el médico destinado a atenderla. Ron, con gesto decidido y dispuesto a afrontar lo que tenía que decir el sanador, entró en la sala.

- ¿Señorita Granger, no?- preguntó la sanadora en este caso, con una sonrisa jovial en la cara. Hermione asintió, sin levantar mucho la cabeza-. Bien, creo que lo primero será hacerle las pruebas... No se preocupe, pronto tendremos los resultados- informó con una sonrisa tranquilizadora, que para nada tranquilizó a Hermione, si no que todo lo contrario, la puso muy nerviosa.

Después de una agotadora mañana, haciéndole distintas pruebas, análisis de sangre, radiografías, etc. Hermione acabó cansada, sintiendo de nuevo ese mareo que sentía últimamente, cada vez más fuerte, haciéndole sentir que el momento de su muerte cada vez estaba más cerca. Porque sabía que en uno de esos mareos cerraría los ojos para no volverlos a abrir, porque había algo que la comía y la consumía por dentro: el cáncer. Pronto estuvieron los resultados.

- Luna, por favor, tranquilízate- rogó Harry. La joven, se tapaba la cara con las manos, sollozando como una histérica y de vez en cuando soltaba gritos ahogados. Harry, aunque casi no podía reaccionar, se acercó, con cautela y la abrazó. Luna se sintió reconfortada de pronto.

- Harry...- sollozó de nuevo, llevándose las manos al vientre-. Ya no está, Harry, se ha muerto, le he perdido, no va a nacer, Harry, nunca va a nacer, nunca- un nuevo sollozo. Harry la abrazó con ternura.

- Luna... ¿Eso es verdad?- preguntó, notando un gran peso bajo el estómago. No, no podía estar muerto, no así tan de repente.

- ¿Tengo acaso cara de estar de broma?- rugió Luna, hecha una fiera, como si Harry fuera el culpable de todo-. ¡Fuera! ¡Déjame sola!- sollozó de nuevo, pero Harry no se movió de allí, se la quedó mirando todavía, intentando lo que acababa de confirmar su esposa. ¿Ya estaba? ¿Se había muerto, así sin más?

- Voy a avisar a un sanador, ahora vuelvo- le dijo Harry, una vez que asimiló lentamente todo. Y se desplazó en un sueño, reteniendo las lágrimas que intentaban salir de sus ojos, abrió la puerta y se volvió hacia el primer sanador que se encontró-. Disculpo, pero creo que mi esposa necesita algo que la calme, está al borde de un ataque de nervios.

- ¿Nombre de la señora?- preguntó bruscamente el sanador.

- Luna Potter. Habitación 432- informó antes de que el sanador lo preguntara si quiera.

- Está bien, iré a avisar al encargado- y el sanador desapareció de allí rápidamente, dejando a Harry en el pasillo a la espera de que alguien tranquilizase a Luna.

Harry se sentó fuera de la habitación, en un mullido sofá que había al lado de la entrada y se dedicó a mirar a la gente pasar de un lado a otro. Ya debía de ser de día, ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba allí, la verdad es que ahora eso no le importaba. Repasó mentalmente las palabras de Luna... no, su bebé no podía estar muerto, no podía ser, aquello era imposible... Ya no podría enseñarle a jugar al quidditch, ya no podrían crecer juntos, ya no podrían jugar en el jardín... Todas las ilusiones perdidas y una vida inocente que ni siquiera tuvo el placer de vivir, arruinada... ¿Por qué? ¿Por qué había muerto? No lo entendía, seguía sin entender cómo había ocurrido, había sido tan repentino...

Ya estaba, los resultados de las pruebas ya estaban listos, había llegado el momento de la verdad. La sanadora con encantadora sonrisa llamó a Hermione para mostrarle los resultados de las pruebas y Ron se levantó con ella. Intercambiando una mirada de desesperación.

La sanadora le entregó un papel a Hermione y un gran sobre. Lo primero que ella abrió fue el sobre grande, con la radiografía de sus pulmones. En la radiografía, por extraño que parezca, se podía ver el cáncer muy desarrollado, atacando a sus pulmones gemelos, muy desarrollado. A pesar de que Ron no entendía de medicina, acertó al pensar que aquello tenía mala pinta, pues de algo tenía que servir que su hermana pequeña estuviera obsesionada con la medicina y esas cosas.

Con un suspiro contenido de angustia, Hermione, con manos temblorosas, abrió la carta:

Estimada Señorita Granger:

Le informamos que su enfermedad muggle, como seguramente sabrá, tendrá que ser tratada por los muggles. Después de unas exhaustivas pruebas, hemos determinado que usted padece un cáncer de pulmón muy extendido y difícil de extraer.

Si no sabe de que enfermedad se trata, por favor, diríjase al mostrador de información de nuestro centro y pida información sobre enfermedades más corrientes muggles, si por el contrario, sabe de qué se trata la enfermedad, le aconsejamos que pida tratamiento lo más rápido posible en un hospital muggle, pues su enfermedad puede ir en aumento.

Lamentamos informarle que en la enfermedad que padece está expuesta a un peligro real e imparable. A no ser que logren extirparle en cáncer a tiempo, cosa difícil en su caso personal, pues lo tiene extremadamente avanzado, usted corre peligro mortal.

Atentamente,

Noris Expell,
Sanadora Jefa.

Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas.

Hermione dejó caer una solitaria lágrima, sabiendo que Ron estaba detrás de ella y que acababa de leer la carta. Ron, pos su parte, cerró los ojos, deseando que aquello fuera una pesadilla. No podía estar pasando, Hermione no podía estar en peligro de muerte, no podía ser.

- ¿Sabes lo gracioso de estas cartas?- preguntó Hermione, con un hilo de voz, intentando sonar despreocupada, cosa que, desde luego, no consiguió. Ron negó con la cabeza, apenado-. Que siempre te dicen que tienes más esperanza de vida de la que realidad tienes- suspiró, con una débil sonrisa, intentando tomárselo bien. Pero Ron no parecía nada contento con el comentario que acababa de hacer la chica del pelo castaño y enmarañado.

- ¿Señor Potter?- preguntó una voz. Harry levantó la vista, allí estaba el sanador que había visto salir de la habitación de Luna el día anterior por la noche.

- Sí, soy yo- informó Harry, con voz grave y profunda. La verdad es que en aquel momento, no se sentía muy bien. No podía creer todavía que aquello hubiera sucedido... Decidió que tendría que preguntarle al doctor como había sucedido-. ¿Cómo ha podido pasar?- preguntó, desesperado.

- Eso es precisamente lo que quería tratar con usted. No creo que sea adecuado decírselo a su esposa, pues se encuentra en un estado muy delicado- informó el sanador, en tono confidencial. Harry asintió, conforme.

- Está bien, lo comprendo- se resignó el chico de cabellos desordenados y de color azabache.

- Bien, su esposa ha ingerido un ácido muy peligroso- explicó el sanador, haciendo que Harry abriera los ojos como platos-. Eso fue lo que provocó que perdiera al bebé... Creo que el ácido ha sido disuelto en alguna sustancia líquida, según los síntomas...

- No puede ser...- murmuró Harry, recordando la cena de la noche anterior... ¿Líquido? No, todos habían bebido de la misma botella, pero... ¡Luna era la única que había tomado café! ¡Claro, el café!

- Sé que es duro perder a un hijo- intentó consolarle el sanador, pero para entonces Harry ya no lo escuchaba, pues había salido corriendo del lugar, rumbo a la casa de Vicktor. Le iba a dejar las cosas muy claras al búlgaro.

- ¡Eh! ¿Ese no era Harry?- preguntó Hermione, observando a un chico correr como loco que pasó por su lado.

- Creo que sí- corrobó Ron, que había visto la angustia en la cara de su mejor amigo-. ¿A dónde irá corriendo?- se preguntó más para sí que para Hermione, pero la chica se limitó a encogerse de hombros y seguir andando en silencio.

- Ron...- fuera del hospital en un parque de los alrededores, Hermione se decidió a hablar. Aunque no sabía muy bien qué decir, encontró las palabras en ese nuevo coraje que se había formado en ella, como si una fuerza invisible nueva se tratase-. Ron, tienes que irte- decidió con rotundidad.

- Vamos, Hermione, no empieces- murmuró Ron, no muy seguro de lo que decía. La verdad es que tenía dudas, tenía serias dudas. Ya no sabía lo que era mejor para Hermione, si le haría daño que se quedara, o le haría bien.

- No, Ron, ¿es que acaso no lo ves?- preguntó Hermione, evitando mirar a los ojos al chico, sabiendo que ese era su punto débil, esos ojos que la envolvían y en los que la desesperación de los dos se hacía patente-. Allí tienes a toda tu familia, tienes amigos, tienes tu sueño. ¿Qué tienes aquí, Ron? Nada. Sabes que yo me iré, y que me iré pronto, yo sé que te arrepentirás de tu decisión, lo sé, Ron, aunque duela, el destino se empeñó en separarnos y creo que es mejor aceptar que perdimos, Ron, acéptalo.

- Pero Hermione... Yo te quiero- susurró Ron, con un nudo en la garganta. Había tantas verdades en las palabras de la chica que ni siquiera se atrevía a replicar, sabiendo como sabía que era inútil.

- Ronald, a veces quererse no es suficiente- negó, con una sonrisa triste, como deseando que sus palabras no fueran realidad. Pero tenía que empezar por afrontarlas ella misma, por que ni siquiera las había asimilado-. Ron, yo seré más feliz aquí, sabiendo que tú allí eres feliz, que cumpliste con tu sueño, que estás contento. Por que no podría morir en paz sabiendo que tú te quedaste aquí por mí, que desaprovechaste esta oportunidad única en tu vida, jamás me lo perdonaría. Por favor, Ron, te lo suplico, vete, yo seré más feliz, te lo prometo, pero no te quedes, no lo podría soportar- lágrimas silenciosas salían de forma descontrolada de sus ojos, enrojecidos, mientras sentía que con cada palabra que pronunciaba, se le encogía más y más el alma y se le rompía el corazón.

- Por favor, Hermione, prométeme que jamás me olvidarás- pidió Ron, cogiéndo sus manos y entrelazándolas con las suyas-. Prométeme que te acordarás de mí y de todo el amor que te tengo.

- Ron, te lo juro. Te lo juro por la persona que más quiero, que eres tú- susurró Hermione. Ron no pudo aguantar más. La abrazó, con una ternura y un tacto, que consoló a Hermione, que, muy en el fondo, sabía que había hecho lo correcto.

Vicktor Krum paseaba nervioso de un lugar a otro de la habitación. La verdad era que no se lo había planteado, pero, ¿Qué haría ahora que Hermione tenía cáncer? Conocía a Hermione, sabía que ella nunca exageraba y había dicho que se iba a morir... ¿Era verdad? ¿Se iba a morir? De pronto, sintió algo muy raro dentro de él. Quizás era que nunca llegó a estar enamorado de verdad de ella, tan sólo era una falsa alarma... Entonces, ¿Todo lo que había hecho había sido en vano? ¡Dios mío, hasta había asesinado a una persona inocente, a un niño que ni siquiera había nacido! ¿En qué se había convertido? ¡Tenía que ir a hablar con Hermione y aclarar las cosas con ella, aquello no podía seguir así!

Fue sorprendido por un fuerte ruido a sus espaldas. Se dio la vuelta. La puerta de la habitación estaba abierta y en el umbral estaba la silueta de una persona joven, de pelo alborotado y con lentes.

Era Harry, por supuesto. Pero tenía cara de traer muy mal humor... ¿Qué habría pasado?

- Harry, ¿Qué...?- pero no pudo terminar la pregunta, por que Harry sacó apresuradamente la varita y apuntó a Vicktor, con una rabia que nunca antes había sentido, una rabia que se apoderó por completo de todo su autocontrol y que le cegaba el alma, haciendo que tan sólo tuviera un objetivo: Que Vicktor Krum pagara.

Ron, mientras tanto, se encontraba en la habitación dónde había dormido esos últimos días, esperando a su lechuza, a ver si volvía.

No tardó en aparecer, con un gusano muerto en el pico, Pig, la diminuta lechuza del pelirrojo. Nervioso, Ron arrancó un trozo de pergamino y garabateó apresuradamente una sola palabra en el trozo de pergamino, que dio a Pig y ordenó llevar a los Estados Unidos. Esa palabra era:

"Acepto"

CONTINUARÁ...

Ia nos va,ps acrkndo al final, spero q os aya gustado el kpi, un poco triste... En fin, muxos bbss, cuidns muxo, asta el proximo kpi

PERDONEN X NO CONTESTAR RR, PRO UN TNGO TIEMPO. Igualmnt musas asias a los q abeis djado