Diossss!

Q penita m da... N fin, aqi va, el ultimo i definitivo, el final, l q estabais esperando... Weno, despues va a haber un peqeño epilogo, x eso no os preocupeis... Pro voi a ser un pokito mala... Jajajaja, si no djais muxos rrs no va a haber epílogo (ia lo tngo escrito, asi q vosotros decidís) asi q, nada + trminar st kpi, ai d ti como no djs rr...

ESTAS AVISADO!

SI NO DEJAS RR T QEDAS SIN EPÍLOGO! (q MALA SOI!)

os dejo con el kpi, muxas asias!

DESTINOS SEPARADOS

- ¡Tenemos que llegar a tiempo!- la voz de Ginevra Weasley sonó desesperada, mientras con el mayor cuidado posible teniendo en cuenta su prisa y sus nervios, metía la poción en su bolso.

Draco no se lo pensó mucho y echó a correr detrás de la pelirroja, cerrando la puerta de ella había dejado abierta y bajando las escaleras de tres en tres. (Ginny lo hacía de cuatro en cuatro)

Hermione abría lentamente los ojos como si estuviera despertando de un sueño... Se sentía peor que nunca, sabía que el final estaba cerca, pero tenía que ser fuerte, tenía que aguantar aquello, despedirse de las personas que quería... Al menos no tenía que hacerlo ya de la más difícil, Ron ya debería de estar en Estados Unidos en esos momentos... La castaña abrió los ojos al máximo, allí, delante de ella... No podía ser, él estaba allí, había vuelto o quizás nunca se había ido, no lo sabía, pero la realidad la llenó de un sentimiento feliz que pocas veces había sentido, moriría a su lado, como nunca pudo estar...

De pronto, la chica sintió un sollozo ahogado y unas manos muy familiares abrazándola. Sonrió, mientras se dejaba abrazar por su madre, que no paraba de sollozar de manera incontrolable.

- Mamá...- a Hermione no se le escapó ninguna lágrima, había sido fuerte hasta ese momento, si ahora se derrumbaba, todo se vendría abajo, tenía que aguantar un poco más, lo sabía, sabía que los médicos le habían dado la oportunidad de despedirse de sus seres queridos, y ella no la quería desaprovechar-. Mamá, no llores, por favor- le pidió-. Por que no es para llorar, ya verás que todo va a estar bien, no te preocupes. Ahora quiero que cierres los ojos y me recuerdes, ¿vale? Pero no quiero que me recuerdes como me ves ahora, quiero que me recuerdes en mi niñez, quiero que recuerdes tan sólo los buenos momentos, los felices, por que eso es con lo que nos tenemos que quedarnos, no te atormentes más, mamá.

- Mi niña...- la señora Granger la abrazó aún más fuerte, haciendo que Hermione sintiese como casi la aplastaba, pero no le importó, es más, eso la hizo sentirse reconfortada-. Cómo has madurado, mi pequeña...

El señor Granger apoyó una mano en el hombro de su mujer, intercambiando una mirada de tristeza con su hija. Su pequeña, la niña de sus ojos... Hermione miró intensamente a su padre, una mirada bastó para el entendimiento del padre y de la hija, que siempre se habían entendido sin palabras, que siempre se habían compenetrado, que se habían llevado siempre bien, con sus pequeñas diferencias, aún recordaban su discusión más reciente, cuando la chica había decidido irse de casa a vivir fuera... Todo aquello parecía lejano, insignificante.

Y eso misma mirada bastó para que el padre comprendiera que su hija estaba segura, que lo afrontaba, y eso le hizo llenarse del mayor orgullo, el orgullo que sentía un padre por su hija. Abrazándose ahora a su marido, no dejó de sollozar y se retiró de al lado de su hija.

Ron sólo pudo verla allí, sabía que estaba luchando por ser fuerte, por no derrumbarse, y le dio una pena infinita. No quería perderla otra vez, pero después de todo, sabía que quizás era lo mejor así, pues no sabía cuando el destino se iba a dignar a darles una tregua, quizás nunca, quizás siempre fue así, estaban destinados a quererse, pero no a estar juntos...

/

Oigo pasar ese avión
Que te lleva al planeta
De los no vivos
Sé que es difícil
Que vuelva a encontrarte
Que se crucen nuestros caminos

/

Harry y Luna, comprendiendo que Hermione, al igual que había hecho Ron en el aeropuerto quería dejar la despedida con el pelirrojo para el último lugar, se acercaron a la castaña.

- Hermione...- empezó Luna, titubeante, sin saber muy lo que decir en aquella ocasión, pues era la primera vez que veía una escena parecida.

- No, por favor, Luna, déjame hablar a mí- dijo ella, con una sonrisa, intentando mantener esa seguridad en la voz bajo la que ocultaba todos los sentimientos que luchaban por salir al exterior-. Luna, en primer lugar, te quiero dar las gracias por todo lo que has hecho por mí, en serio, has sido una amiga estupenda- le dijo, sonriendo con sinceridad-. Sé que desde el primer momento tú me apoyaste, y te lo agradezco de todo corazón; muchas gracias Luna.

- Hermione, ¿Recuerdas el arco?- una sola palabra bastó para que Harry pasase la mirada de Hermione a su esposa, alerta. Cómo no iba a recordar el arco... Hermione asintió, por lo que Luna sonrió-. Nos volveremos a ver- no era una pregunta, era una afirmación y Hermione tuvo la seguridad que bajo aquella sonrisa aparentemente imperturbable que en sus años de estudiante habría asegurado que incluso había sido de loca de la rubia había una gran seguridad y una gran verdad.

- No lo dudes- dijo, mientras la abrazaba. Tras hacerlo se volvió hacia Harry, luchando contra el dolor que cada vez se dejaba notar más. Se lo quedó viendo durante unos momentos, con expresión seria, para luego sonreír, ahora con menos aplomo que antes, pero, a pesar de ello, era una sonrisa sincera-. Harry...- dijo, mientras en su cara se hacía cada vez más notorio el dolor, que ella luchaba por disimular.

- Hermione, no hace falta- Harry negó con la cabeza. Ver a su mejor amiga así, allí, al borde de la muerte le producía una sensación de vacío en el estómago que luchaba por controlar-. Supongo que esto tenía que pasar, no lo sé, pero sólo sé una cosa, que te echaré mucho de menos... Aunque creo que no soy el único de esta sala que lo hará...

Ante el último comentario de Harry, los sollozos de la madre de Hermione se intensificaron de forma alarmante. Hermione observó a Harry de nuevo, detenidamente, como meditando las palabras adecuadas para decirle. El silencio que reinaba en la habitación era roto por los sollozos de la madre de Hermione, en una esquina, mientras era consolada por el padre de la chica.

Ron, por su parte, se mantenía al margen, observando cada movimiento de Hermione, cada palabra, cada gesto, cada sonrisa, cada mueca de dolor contenido, intentando guardárselas para él en su memoria, que permaneciesen allí para siempre.

/

Voy a Pensar en Ti
Únicamente en ti
Guardarte en la caja fuerte
De mi memoria
Voy a pensar en ti
Básicamente en ti
Es todo lo que necesito para sobrevivir

/

- Harry, tú has sido mi mejor amigo durante muchos años... Creo que todas la experiencias y aventuras que hemos vivido en todos estos años nos han unido mucho, para mí eres como mi hermano, el hermano que nunca tuve, y cuando te veo y miro en lo que te has convertido me doy cuenta que has madurado mucho, y quiero que sigas así, que vivas tu vida a pleno y que luches por lo que quieres, ¿me harás, caso, verdad?- preguntó, con ojos suplicantes. Harry asintió, con un nudo en la garganta, no entendía por qué la castaña le decía aquello.

La habitación se volvió a quedar en silencio, exceptuando una vez más los sollozos de la señora Granger, que ahora eran notoriamente más débiles. Los ojos castaños de Hermione se posaron en los azules de Ron, que seguía alejado de la cama, como si temiese acercarse, como si al acercarse la fuera a perder. Sabía que aquella despedida no iba a ser como la del aeropuerto, de la que se venía ahora no había marcha atrás, era quizás la despedida definitiva. Eso le asustaba, no quería despedirse de ella, no quería que ella se fuera... ¿Qué podía hacer?

Luna, como siempre más receptiva hacia los deseos de Hermione, comprendió que ella quería quedarse a solas con Ron. Con algo de pesar, hizo una señal al padre de su amiga, que tiró de su esposa hasta abandonar la habitación, mientras que ella misma tiraba de Harry para que dejase a sus dos mejores amigos solos.

Una vez cerrada la puerta, el silencio de la habitación se hizo completamente absoluto. Hermione y Ron se habían quedado solos y la chica intentó levantarse un poco más, quedándose con la espalda totalmente recta y mirando a Ron directamente a los ojos, como nunca había dejado de hacerlo después de terminar de hablar con Harry.

Ginny ya casi había terminado de bajar las escaleras, pero de pronto, apareció como de la nada la vecina del segundo, una mujer rolliza y muy conversadora, ocupando todo el espacio de las escaleras.

- ¡Ah, vecina!- exclamó, de un afable buen humor, obligando con su sola presencia a Ginny a detenerse, la señora, no dejaba espacio por ninguno de los dos lados para que la pelirroja continuase bajando-. No verá de lo que me he enterado, resulta que el vecino del primero le ha dicho a...

- Disculpe, tengo mucha prisa- y de forma muy grosera y desesperada, Ginny apartó con un manotazo a la señora de su camino y continuó bajando. Draco, que en ese momento la alcanzó, pasó por el mismo sitio que ella, con cuidado, dejando a la vecina del segundo muy perpleja, con sus pensamientos... Aquellos jóvenes de hoy en día...

Ginny, nada más salir a la calle, miró a un lado y a otro. ¿Dónde estaban los dichosos trasladores cuando una los necesitaba? Se preguntó a sí misma, desesperada. Y entonces, tomó la decisión en unos segundos. Se apresuró a la acerca, donde había un brillante coche nuevo aparcado, y con un movimiento disimulado de varita, lo abrió y se montó en él.

Draco, algo confuso, no tardó en sentarse en el asiento de copiloto, mirándolo todo con curiosidad.

- ¿Sabes conducir este trasto?- preguntó, sin ocultar una pizca de miedo en la voz.

- No es tan difícil, he visto a mi padre hacerlo muchas veces- dijo Ginny, confiada-. Sólo espero que no les importe que lo haya cogido prestado...

Y, con un rugido ensordecedor del motor, que hizo que Draco se encogiera de miedo en su asiento, mirando de un lado a otro, intentando saber de dónde había salido el ruido, Ginny Weasley arrancó el coche que "había cogido prestado" y salió pitando de allí.

Digamos que Ginny había visto a su padre conducir desde el asiento trasero, por lo que no dominaba muy bien eso del coche... Y en especial los pedales, que desde el asiento pasado no eran visibles...

- Weasley, ¿no estás yendo demasiado rápido?- Draco Malfoy miraba asustado como los otros coches se apartaban de su camino con miedo, y pitaban, furiosos. Ginny mostraba algo de preocupación en su cara, pero intentaba mantener el volante firme.

- ¡No funciona el freno!- dijo Ginny asustada, mientras pisaba con frenesí un pedal que ella desconocía que era el embrague, convencida de que era el freno.

Y, a la velocidad alarmante que iban, Ginny vio asustada como el semáforo de un cruce se ponía rojo, no podía parar, había perdido el control...

¡BRUUUUUMM! El choque fue total. Los coches que venían del otro lado sin sospechar nada fueron colisionando uno detrás de otro.

- ¡Aaaaaaaaaah!- Draco salió despedido de su asiento, evitando un choque contra los cristales gracias al airbag, que había salido a tiempo. Ginny, por su parte, que ya se había preparado para el choque tras predecirlo, no sufrió ningún golpe, pues se había agarrado con fuerza al asiento.

Ginny, sin pensárselo mucho, abrió la puerta del coche, que, por suerte, no había volcado, y salió a la calle, muy rápido, sin olvidarse de coger el bolso donde estaba la muestra de la poción para Hermione.

- ¡Ey! ¿Qué ha pasado aquí?- lo que le faltaba a la ya casi neurótica pelirroja. Un policía muggle se había acercado, con cara de circunstancias, nada más producido en choque-. ¿Es usted la dueña de ese coche?- preguntó, con voz autoritaria, señalando al coche que "había tomado prestado" Ginny.

- Eeeh... Lo siento, dejaremos la entrevista para otro día, hoy tengo prisa- dijo Ginny apresuradamente y salió de allí corriendo, dejando al policía con cara de desconcierto.

- ¡Eh! ¡Vuelva aquí!- exclamó, pero era inútil, la chica seguía corriendo, en dirección a San Mungo... Ya arreglaría todo aquel follón en otra ocasión, en ese momento lo único que importaba era Hermione...

- ¡Espérame!- exclamó Draco, saliendo por la otra puerta, pues por la que él estaba era el lado del choque y saliendo tras la chica. El policía no se lo pensó mucho, subió con prisas a su coche patrulla, y, encendiendo la sirena, se apresuró a seguir a los dos chicos, que, corriendo, no tendrían ninguna posibilidad de escapar.

No quería verla, no podía soportarlo sabía que ver sus ojos llenos de dolor, su expresión ansiosa, su cara, no, no quería perderla, quería alargar aquel momento lo máximo que pudiera, quería estar así, en la misma habitación que ella, pero no quería ver sus ojos, esos ojos impregnados de dolor.

Su mirada pasó de forma nerviosa a cualquier otro objeto de la habitación, sentía que al verla un pedacito de él moría por dentro. Centró su atención en el ejemplar de El Profeta que estaba sobre la mesilla, donde la portada contemplaba un nuevo ataque de los focos de ex mortífagos que intentaban unirse de nuevo, mientras a su lado, la noticia del tiempo, tan insignificante al lado de la matanza, tan desigual, tan injusto, como lo que le estaba pasando a la chica que tenía en frente.

/

Leo el periódico y dice
Que hay guerra otra vez
En esta misma tierra
Dice el hombre del tiempo
Que viene una ola de amor polar

/

- Ron...- fue Hermione la primera que habló, incapaz de contener aquella situación un minuto más-. No te has ido... No te fuiste... ¿Por qué?- preguntó, con un hilo de voz, necesitaba oírselo una vez más, necesitaba contener las lágrimas aunque fuera un momento más...

- Tú lo sabes bien, Hermione- Ron por fin reunió el valor para mirarla de nuevo a los ojos, esos ojos que lo volvían loco-. No podía dejarte, jamás me lo perdonaría, Hermione, yo te quiero, te quiero demasiado...

- Ron, sabes que yo también te quiero, ¿verdad? Te quiero más que a nada, supongo que si las cosas son así tendrá una explicación, pero tenemos que dejar que las cosas sigan su curso, no podemos hacer ya nada- dijo ella, negando con la cabeza-. Pero tenerte aquí hace que ya lo comprenda, al menos tenemos oportunidad de despedirnos, y eso es lo que yo más valoro, sé que cuando vuelvas a salir de aquí no serás el mismo que ha entrado, pero si hemos llegado hasta aquí y hemos resistido, podemos estar orgullosos...

La coraza de fuerza que hasta entonces había mantenido Hermione se fue debilitando poco a poco, a medida que fue pronunciado las palabras que tenía para él, que guardaba única y exclusivamente para el pelirrojo que tenía en frente. Unas pequeñas lágrimas caían de los ojos de la castaña, con un brillo fugaz e intenso, emotivo. Casi sin proponérselo, Ron ya estaba a su lado, secándole con cuidado las lágrimas a la chica con delicadeza.

- Hermione, sólo quiero que sepas que desde que te conocí, tú eres el centro de mi universo, cuando estaba en Estados Unidos, mi único deseo era volver y verte aunque sea de lejos, una vez más, y ahora no quiero perderte...- sin poderlo contener mucho más, Ron empezó a llorar, de modo que ahora los sollozos acompasados de los dos chicos era lo único que se podía escuchar en la habitación, pero Hermione habló de nuevo.

- Si pudiera viajar al pasado y cambiar algunas cosas, las cambiaría con gusto, ahora sólo me queda una cosa que quiero que tengas tú- con trabajoso esfuerzo debido al dolor, Hermione levantó su mano derecha para dejar visible, allí, en su muñeca una pulsera plateada, reluciente, cuidada como oro en paño.

Ron pasó la vista de la pulsera a la chica, abriendo mucho los ojos. Cómo olvidarla, aquella era la pulsera con la que había sellado su compromiso de volver con ella la primera vez que se fue...

- Pero Hermione...- Ron se había quedado sin voz y ahora la miraba atónito.

- De peros nada- dijo ella seriamente, aún con los rastros de las lágrimas en sus mejillas al igual que el chico de los ojos azules que la miraba intensamente-. Este es, sin lugar a dudas, el objeto que tengo que valoro más, y quiero que tú lo tengas. Te lo devuelvo, espero que lo cuides como yo lo hice y que nunca lo pierdas... Será como si yo estuviera a tu lado, por favor, no cometas ninguna locura cuando vuelvas a salir de esta habitación...- dijo ella con aquella voz segura mientras se sacaba con dificultad la pulsera y caía en las manos del chico.

- Sólo quiero llevarme un último recuerdo tuyo, para pensar en este momento, posiblemente, el peor de mi vida, en uno notoriamente más feliz- dijo Ron, con una determinación que no sabía de dónde había salido, pero, al fin y al cabo, estaba seguro de lo que iba a hacer.

Se acercó aún más de lo que estaba a ella para besarla en los labios. Empezó como un beso dulce, tímido, pero se torno apasionado, urgente, con deseo. Con necesidad, necesitaba sentirla durante un minuto más, necesitaba que ella estuviera a su lado, necesitaba tener algún signo de certeza de que nunca lo iba a dejar, que iba a estar allí con él siempre...

Cuando sus labios se separaron, Ron sintió algo que nunca antes había sentido, se sintió vacío, sin razón para existir. Se sintió como si él no perteneciera a ese mundo, como si todo por lo que estaba allí se derrumbase, todo se desmoronó de una forma casi surrealista, como si ya nada más pudiera devolverle la sonrisa, esa sonrisa que sentía nunca se iba a dibujar en su cara nunca más, esa sonrisa que moría con la misma intensidad que la cara de Hermione dibujaba una mueca de dolor contenido.

Las palabras estaban cerca de sobrar en ese momento, ese momento en que sus miradas se cruzaron con un último suspiro, para comprender que había perdido la batalla, esa batalla que habían luchado tanto y que aquel poderoso e invisible enemigo llamado destino había acabado por ganar. Ya todo estaba perdido, y aquella agonizante mirada no hizo más que confirmarle a los dos aquella terrible verdad. Ya nada podía hacer.

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Voy a pensar en Ti
Únicamente en ti
Guardarte en la caja fuerte
De mi memoria
Voy a pensar en ti
Básicamente en ti
Es todo lo que necesito para sobrevivir

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Ginny corría con todo su afán, notando como Draco la seguía de cerca, también corriendo lo máximo que le permitían sus piernas. A lo lejos, acercándose como una amenaza, se podía oír la sirena de la policía que los perseguía, como un enemigo invisible, implacable. Pero la pelirroja no se caracterizaba precisamente por dejarse intimidar, tenía que llegar a tiempo, no podía permitirse ninguna distracción en ese momento, la ida de su amiga estaba en juego...

La policía estaba cada vez más cerca, prácticamente se les echaba encima, y los dos chicos que eran perseguidos no podían dejar de notarlo, es más, era algo que les preocupaba bastante, pero sobre todo al rubio, que ya casi había alcanzado a Ginny.

Ya casi estaba encima, un poco más y no podrían hacer nada, estaría irremediablemente bajo las garras de la policía muggle. El coche los adelantó, estacionando de forma apresurada unos metros más delante de ellos, mientras el único agente que lo ocupaba bajaba de él, con gesto triunfante, dispuesto a atrapar a la chica pelirroja.

Por suerte, Draco reaccionó a tiempo nada más verle estacionar delante de ellos y tiró de la pelirroja hacia un oscuro callejón que tenían a su derecha.

- ¡¿Qué haces!- Ginny estaba molesta, pero aprovechó para recuperar un poco el aliento-. Me importa un comino ese policía muggle, un buen hechizo y listo...

- Tengo una idea mejor- dijo Draco, sacando su varita y apuntando a la pelirroja, que lo miró algo recelosa. Pero antes de que ella pudiese replicar nada, sintió como si alguien le hubiera tirado un balde de agua fría y comprendió lo que estaba haciendo el rubio. Era un encantamiento desilusionador, que no tardó en aplicarse también a sí mismo.

Los dos echaron de nuevo a correr, pasando junto a un desconcertado policía, que pensaba que se habían evaporado de la nada. Corrieron tanto como sus piernas se lo permitieron, desesperados. La verdad es que Draco no tenía muy claro por qué hacia todo aquello, de hecho, eso de salvarle la vida a Hermione no es que formase parte del grupo de la lista de las cosas que más le apetecía hacer, pero por alguna extraña razón (todavía no había averiguado cuál) se sentía casi con la obligación de ayudar a Ginny en aquello, a pesar de las opiniones que tenía de ella en el pasado.

Llegaron a la entrada del hospital camuflada en un escaparate de un destartalado centro comercial, y, esta vez sin preocuparse siquiera por disimular su entrada, Ginny entró corriendo allí, seguida por Draco Malfoy quizás no era demasiado tarde y llegaban a tiempo...

De nuevo, los padres de la chica moribunda que estaba postrada en la cama, habían entrado en la habitación, así como Luna y Harry. Todos estaban conscientes de que el irremediable final se acercaba, y Ron no se dignaba a soltarle la mano a Hermione, mientras sus padres la observaban de lejos, como si de un sueño se tratase...

- Vamos Hermione, sé fuerte, sólo tú puedes salir de ésta- decía Ron, cerrando los ojos con fuerza, esperando despertarse, despertarse y encontrarse con ella a su lado, que todo estuviera bien... Sabía que ya no había posibilidades, los médicos lo habían dicho...

- Ya es demasiado tarde...- susurró ella, en un susurro agonizante, cuando sus últimas fuerzas se fueron por su boca, un suspiro de martirio, de tristeza, de lamentación. Un suspiro de muerte, que resonó, a pesar de ser proferido muy bajo, por toda la habitación, mientras la cruda realidad llegaba con diferente intensidad a los otros ocupantes de la habitación...

Ginny abrió la puerta de la habitación con un golpe sordo, portando la poción en sus manos, sudorosa, cansada. Pero la sonrisa de triunfo se deshizo al entrar en la habitación.

- Traigo la poción, ella puede salvarse...- dijo, pero fue interrumpida.

- Ya es demasiado tarde...- dijo Ron, repitiendo, como en un trance, en un mundo que no era aquel, las últimas palabras pronunciadas por la castaña. Ya nada se podía hacer, ella ya no estaba allí...

Ginny abrió la boca, quedándose parada allí, en la puerta, en estado de shock, sin poder moverse. Los sollozos casi histéricos de la madre de Hermione, acompañados por unas lágrimas solitarias de Luna, que era abrazada por su esposo, con cara de circunstancias: eran como un tormento para la mente de Ron.

De pronto, no quería estar allí, no podía aceptar lo que acababa de suceder, no, no podía ser cierto... Ya no pudo aguantar más. Fue algo inconsciente, lo hizo sin pensar. Echó a correr. Salió de la habitación, recorrió los pasillos en una carrera silenciosa, casi a ciegas, por que mantenía casi en todo momento los ojos cerrados...

Corrió y corrió mucho más de lo que jamás había corrido en su vida. Ya no sabía ni a dónde se dirigía, corría por la calle sin ningún tipo de rumbo fijo, no tenía destino... Destino. Esa palabra resonaba una y otra vez en la cabeza del pelirrojo, como si de un eco lejano se tratase, un eco que lo atormentaba y lo confundía. ¿Por qué? ¡Maldita sea! ¿Por qué ella?

De pronto, se detuvo justo a tiempo. No sabía cómo, pero había llegado una colina que se alzaba al viento, que le azotaba el pelo. Y lloró. Lloró como nunca antes lo había hecho, como no habría podido hacer con ella delante.

- Estarás contento, ¿no?- preguntó al viento, que le azotó con más fuerza, como si le contestara-. Te empeñas en separarnos y al fin lo conseguiste...- podía ver una gran explanada de bosque por delante suyo, las copas de los árboles azotadas por el viento-. Pero no voy a permitir que te salgas con la tuya...

Sacó algo de su bolsillo y lo miró fijamente, como calibrando el objeto. Era una navaja. Una navaja con un filo muy afilado y reluciente. La miró con los ojos abiertos, frunciendo los labios, como si estuviera muy concentrado con la vista de la navaja. No se había molestado si quiera en limpiarse las lágrimas que seguían en su cara, pero tenía cara decidida... ¿Por qué no?

Voy a Pensar sólo en ti
Sin respirar sólo en ti
Voy a pensar sólo en ti
Voy a pensar sólo en ti
Sin respirar sólo en ti
Voy a pensar sólo en ti

Levantó con delicadeza el brazo, apartando la camisa para verse la muñeca. Podía distinguir el tono azulado de sus venas del brazo izquierdo. Se las quedó mirando durante unos segundos, que le parecieron eternos mientras su otra mano, la derecha, sostenía con fuerza la navaja.

Como un sueño, tal y como había vivido sus últimos minutos, acercó lentamente el filo de la navaja a su muñeca. Cuando hizo contacto con su piel, sintió un escalofrío. Pero no se lo clavó. Sintió su tacto, frío, débil. Su mano temblaba de forma algo extraña, sentía una sensación en el estómago, como su todo estuviera revuelto. Los latidos de su corazón se aceleraron, iba a hacer, ya no había vuelta atrás.

Con un suspiro, una última mirada al cielo y un pensamiento. ¿Qué dirían los demás cuando lo encontrasen muerto? Pensó en su familia. Su madre, sus hermanos, su hermana, su padre... ¿Qué dirían? ¿Qué harían? La opresión en el estómago creció. Pensó en Harry. Demasiadas muertes para su mejor amigo. Su hijo, su mejor amiga y él... Por lo menos le quedaba Luna. Luna... ¿Qué haría ella? Se sacó los pensamientos de la cabeza, todas esas personas tenían alguien en quien apoyarse, alguien que iba a estar a su lado... Sin embargo Hermione... Él.

Lo decidió. No era el momento de mirar atrás, si no el de mirar hacia delante, no pensar en las consecuencias por una sola vez... Dejarse llevar. Ya nada podía hacer... Ya era demasiado tarde... Para echarse atrás.

Volvió a separar un poco la navaja. Acabaría todo con un golpe seco, sin sufrimientos, de un golpe. Sin pensarlo, nada ya podía ir mal... La levantó más, dispuesto a clavarla hasta donde fuera necesario, quería acabar ya con aquello, lo antes posible... Bajó la navaja lo más rápido que pudo, cerrado los ojos...

De pronto, algo extraño sucedió. La navaja salió de sus manos, como llevada por el viento, que la elevó, hasta que terminó por caer colina abajo. Ron se quedó en el sitio, estático, en la misma posición, con su muñeca en la posición adecuada, su mano en el momento donde la había dejado... El viento... ¿El viento le había arrebatado la navaja?

Y entonces lo comprendió. Entre la mano con la que antes había sujetado la navaja, pudo distinguir un brillo y levantó el puño de la camisa. Allí estaba, brillando a la luz. La pulsera. Miró de nuevo al frente, mientras el viento le producía un suave cosquilleo en la cara.

Por su mente volvieron a sonar unas palabras que le había dicho la chica...

"Cuando salgas de esta habitación, saldrás siendo un hombre distinto"

"Cuando salgas de esta habitación, no comentas ninguna tontería"

- Nos volveremos a ver- dijo al viento, podía sentir como ella lo escuchaba-. Después de todo, puede que no sea demasiado tarde...

Voy a pensar en Ti
Únicamente en ti
Guardarte en la caja fuerte
De mi memoria
Voy a pensar en ti
Básicamente en ti
Es todo lo que necesito...
Para sobrevivir.

FIN

Aiiixxxxxxxxxxxxx... Como m emociono, os gusto? Os esperabais ese final? Comentar, x favor, ia m empiezo a ponr sentimiental... (Sq akbar 2 ffs en un mismo dia, no me negareis q da penita

(X cierto, el otro es De Príncipes y Princesas, un LJ q os invito a leer ;)

Aixxx, ps ia un sep q dcir, como ia dije n mi otro ff, muxisimas asias x sus reviews, x esa gente q m a estado apoyando dsd el principio i espero q lo siga asiendo Y... Q los qiero mogollon, en seriooo!

Bueno, les mando muxisimos besos, saludos i etc

Con cariño i muxo amor:

AnnaBlack