VISITA INESPERADA
No podía creérselo. Era Hermione la que se encontraba abrazándolo. Allí, en Privet Drive, en su dormitorio. Era simplemente imposible.
-¿Cómo has conseguido entrar? Conociendo a mis tíos, son capaces de llamar a la policía y decirle que has robado o algo así.
-Ya, pero tus tíos no están. Se han ido a una Conferencia sobre la venta desmesurada de Grunnigs. Jeje, para algo sirve que sean muggles, ¿sabes?
Harry no podía creérselo. Otra vez sus tíos habían picado en una trampa para sacarlo de allí. Pero lo más importante es que estaban allí, no se habían olvidado de él, lo seguían queriendo aunque fuera el culpable de la (no, no quería decirlo), de que Sirius se hubiera ido.
-¿Quién más está abajo?
-Pues Ron, Ginny, Bill, Charlie, en fin, los Weasleys; el profesor Lupin, el profesor Moody, Tonks, Shaklebolt… los que formaron tu guardia la otra vez, creo… Harry, ¿Qué ocurre? Estás muy pálido
-Nada, Hermione, tranquila- no quería que supiera lo que le rondaba la mente- No ocurre nada. Oye, ayúdame a preparar el baúl
Comenzaron a meter las cosas en el baúl. Iban hablando de sus cosas, del verano… cuando de repente Hermione se paró.
-Harry, hay algo que debo contarte
-¿Qué ocurre, Hermione? ¿Es algo grave?
-No, bueno…es que…estoy saliendo con Ron
A Harry fue como si le rompieran el alma. La chica a la que amaba estaba enamorada de su mejor amigo, y él no debía interponerse
-¡Ah, bueno! – Dijo como si fuera lo más normal del mundo – Está bien, pero que no me entere de que te hace daño, porque se las verá conmigo, ¿O.K.?
Hermione se acercó corriendo y le abrazó.
-No sabes lo que esto significa para mí - dijo Hermione – Eres mi amigo, y quiero que lo sepas todo de mí. Por cierto, no sé si lo sabes pero esta vez no irás a Grimmauld Place. Tendrás que venir conmigo a casa.
- ¿A casa? ¿Quieres decir a tu casa? – Harry palideció de repente – Yo creí que iríamos a La Madriguera
- No es seguro ya. Entiéndelo, tanto miembro de la Orden del Fénix… en mi casa los únicos magos seríamos tú y yo.
Harry enmudeció. ¿Qué podría hacer con ese sentimiento que le atrapaba en el alma y el corazón cuando estuviera a solas con ella? Sólo se podía hacer una cosa: aguantarse, y esperar a ver qué ocurre.
-¡Ah! Bueno… está bien. Ayúdame a preparar mi baúl, por favor.
Comenzaron a preparar las cosas que debería llevarse. Libros de clase, uniforme, el material de clase, la ropa de quidditch, algo de ropa muggles…lo necesario para 2 días de vacaciones y un curso entero. Pero mientras guardaban sus cosas, sin querer, al meter todo en el baúl, chocaron. Bueno, más bien chocaron sus labios. Aunque podría haberse quedado en un simple accidente, pero no fue así. Hermione comenzó a besarle de verdad. No quería separarse de él, sabía que eso los separaría de Ron, pero quería estar con él, pasarse la vida a su lado. Pero entonces tocaron a la puerta, y se separaron muy rápido, a tiempo de que Ron entrara con Ginny.
- ¿Qué estáis haciendo? Tardáis muchísimo en preparar el baúl. Sé que es mucho tiempo, Harry, pero no te lleves toda la casa – se acercó a Hermione y le besó, pero al ver que ella no le respondía, dijo - ¿Qué pasa, Hermione? Sólo estamos nosotros, Ginny y Harry.
- Pero ahora no, Ron. Déjame terminar de ayudar a Harry con sus cosas y después hablamos, ¿vale?
- Está bien, está bien – Ron encogió los hombros, en señal de "qué le vamos a hacer" - ¿Te falta mucho por coger, Harry?
- No, sólo queda la jaula de Hedwig y la Saeta de Fuego
- Bueno, pues tú y yo bajaremos el baúl, Ginny bajará la jaula y mi angelito bajará la Saeta
- Ronald Weasley, ¡no te atrevas a llamarme así!
- Pero si ayer mismo te llamé así y no te molestó… - le dirigió una mirada a Harry y le susurró – Mujeres, no hay quien las comprenda.
Bajaron los cuatro. Harry se percató de que Hermione seguía sonrojada, aunque no sabía si era por el beso o porque Ron le dijera "angelito". Al llegar al salón, se encontraron con los magos que habían sido su guardia el año anterior, pero incluyendo esta vez a los Weasleys. Todos le saludaron animosamente, como si no se percataran de que algo ocurría, de que algo estaba destinado a separarles, a arrancarles la amistad. Pero o hacían como que no lo sabían, o simplemente no querían que fuera verdad.
Harry saludó a todos, después salió a la calle, ya totalmente oscura, en la que varios coches les esperaban. Cuando iba a subir a uno de ellos, Lupin le detuvo.
- Harry, ¿podría hablar un momento contigo?
- Sí, por supuesto – Harry le siguió hasta el último coche. Al parecer era para ellos dos solos, los demás ya se habían sentado en los coches, y mientras metían las cosas en el coche, percibió la mirada de Hermione, ella también quería estar a su lado, continuar el beso por donde lo habían dejado, pero Lupin quería hablar con él, y sólo pudo hacerle una seña, un dedo delante de los labios, el secreto que desde ese momento deberían guardar. Cuando ya se habían sentado, y comenzaban el viaje hacia Londres (donde vivía Hermione), Lupin le dijo:
- Harry, Hedwig llegó a mi casa unos momentos antes de que nos apareciéramos en tu casa. Decías que tenías que contarme cosas que no podías contarle a Ron ni a Hermione.
- ¡Ah! Sí, eso… bueno, es sencillo, pero complicado…no sé si me entiendes…
- No, no te entiendo, la verdad. Tendrás que explicarte mejor.
- Bueno, es esto: Ron es el novio de Hermione, pero no le demuestra que la quiere y por eso se pone conmigo. Aunque cuando yo estoy delante lo trata de otra manera. ¿Me entiendes ahora? – dijo todo esto de sopetón.
- El problema que me planteas es muy difícil, Harry. Lo único que veo es que o ella deja a Ron, o hablas con Ron y le dice que la mime más.
- Espera – le interrumpió Harry – Él no la quiere, sólo sale con ella porque le hace los deberes, por tener novia y… bueno, por tener a alguien a quien besar
- No deberías decir eso, Harry
- ¡Pero si fue él quien me lo dijo!
Harry se estaba poniendo rojo. Una rabia enorme le estaba consumiendo por dentro. Lupin, que como siempre parecía poder leer la mente, dijo:
- Tranquilízate, Harry. Sé que esto es muy duro para ti, y te entiendo, a mi me ocurrió algo parecido en tu curso.
- ¿Sí? No lo sabía…
- No suelo hablar mucho de ello. Estaba muy enamorado, incluso llegó a saber mi…bueno…mi condición de licántropo. Pero luego llegó la gran Batida de Ya-sabes-quién y ella desapareció… no he vuelto a saber de ella, la verdad.
Pero dejemos eso. Harry, no te he traído conmigo sólo para preguntarte qué te ocurría. Hay algo importante que hemos descubierto, y te lo tengo que decir yo porque Sirius no está: Hemos descubierto que Quién-no-debe-ser-nombrado fue a por alguien antes que por ti y por tus padres. Era la familia Fearwood, una familia muy querida y respetada. Estaban en la Orden del Fénix. Eran grandes amigos de tus padres, y también de Sirius y míos. Pensamos que habían muerto todos, porque la casa estaba totalmente destrozada y la marca tenebrosa era enorme. Pero hace poco hemos descubierto que los vecinos, al oír los gritos, fueron corriendo. A Voldemort sólo le dio tiempo de matar a Margaret y a Rodolphus, porque mientras luchaba contra Rodo (al igual que hizo tu padre) Margaret le dio a sus vecinos a Lilian, su hija, que salieron corriendo de allí. Ellos murieron, pero salvaron a su hija.
- Igual que mis padres, que dieron sus vidas por mí – dijo Harry, escuchando atentamente las palabras de Lupin.
- Sí, pero déjame continuar, por favor. Los vecinos sabían que eran magos, y que su hija seguramente lo sería, por lo que la llevaron donde Voldemort no pudiera encontrarla, a un orfanato, pero con la suerte de que era uno mágico, recomendado por uno de los vecinos que también era mago. Hace seis años, Lilian descubrió su condición de bruja, pero no pudo asistir a Hogwarts porque no la dejaban salir del orfanato, pero Dumbledore ya sabía donde estaba, por lo que le envió libros y artilugios mágicos para que pudiera aprender. Hace poco, Lilian escapó de la explosión del orfanato (no sé si lo escuchaste en la televisión muggle) y fue a donde sabía que encontraría a Dumbledore
- ¿A Hogwarts?
- Sí. Pero ella no podía traspasar sola todas las barreras mágicas, con lo que cogió el tren hasta Hogsmeade y desde allí fue caminando hasta Hogwarts. Hagrid la encontró y la llevó directamente al despacho de Dumbledore. Como comprenderás, estaba desfallecida. Llevaba días sin comer, y bebiendo muy poca cosa. Además de la tristeza de haber perdido a sus amigos del orfanato y a las personas que cuidaron de ella.
- ¡Vaya! Pobre chica…
- Dumbledore quiere que le ayudes a adaptarse a Hogwarts. Y por cierto, en la Orden ha entrado alguien que quizá no te guste del todo.
- ¿Quién? – preguntó Harry con curiosidad
- Draco Malfoy
- ¿QUÉ? – Gritó Harry - ¿Cómo pueden confiar en él? Toda su familia es mortífaga.
- Pero él no. Fue quien ayudó a Lilian a encontrar Hogsmeade. Nos contó ciertas cosas que ayudarán a atrapar a más mortífagos. Nos dijo que estaba harto de ver todo el daño que provoca su familia. Y no olvides que Sirius pasó lo mismo, sólo que él despertó antes.
- Está bien. También debo confiar en Snape, ¿no? Y él fue un mortífago.
- Así me gusta, Harry. Mira, ya hemos llegado a la casa de Hermione. Compórtate, en septiembre vendremos a buscarte, a ti y a Hermione para ir a Grimmauld Place, ¿vale?
- Sí, Remus – seguía pareciéndole raro llamar al profesor "Remus" pero había sido él quien se lo había dicho.
Bajaron del coche. A Harry aquello le parecía un simple edificio de viviendas muggle en el centro de Londres. Entonces pensó que era una gran idea eso de vivir como un muggle durante cierto tiempo. Lo único que le daba mala espina era que tendría que vivir durante dos meses con Hermione, sabiendo lo que sentía por ella, y también lo que ella sentía por él. Pero iba a mantener las distancias, era la novia de su mejor amigo.
- No lo olvides, para cualquier cosa envíame una carta con Hedwig, ¿vale?
Todos los magos y brujas que fueron a su encuentro llegaban ahora. Bajaron de los coches y fueron subiendo las cosas de Harry y Hermione a las casa de ésta, que según oyó decir al padre de Ron en un susurro estaba en el piso 14. Cuando bajaron, todos fueron a despedirse de ellos, y después los dejaron en la entrada. Harry no se atreví a mirar a Hermione, sentía que si lo hacía no podría detener ese impulso que tenía de besarla.
- Harry – la voz de Hermione le sacó de su ensimismamiento – Creo que deberíamos subir ya. Voy a pedir el ascensor, ¿vale?
Harry asintió, sin ni siquiera mirarle. ¿Qué pasaría si Ron se enterara de lo que había entre ellos?
Entonces llegó el ascensor. Hermione subió primero, y después Harry. Cuando iban por el piso 7, Hermione se atrevió y dijo.
- Harry, sé que hice mal en besarte, pero…es que…bueno, aunque sea la novia de Ron…estoy enamorada de ti
A Harry se le paró el corazón. Ella estaba enamorada igual que él de ella. Entonces decidió. Se acercó dulcemente a ella. Luego se detuvo… ¿Y si ella no quería? La pregunta pronto tuvo respuesta, al darse cuenta de que ella se le acercaba. Harry le cogió las manos. Estaba tan cerca de ella que podía sentir su respiración. Pero justo en ese momento se dio cuenta de que ya habían llegado
- Hermione, ya hemos llegado. Después hablamos, ¿vale?
Los dos se separaron a tiempo de que se abrieran las puertas. Pero antes de tocar las puertas del apartamento, a Harry le dio tiempo de preguntar:
- ¿Saben tus padres que sales con Ron?
-Em... sí, creo que sí. Harry…yo…
- No importa Hermione, ya hablaremos después.
- No Harry, voy a llamar a Ron. No puedo salir con él si te quiero a ti.
Entraron. Después de la efusiva bienvenida de los padres de Hermione, ambos fueron a colocar los baúles
- ¡Ah! Se me olvidaba – dijo la madre de Hermione – Vais a dormir en el mismo cuarto. Es que ya que sois amigos, no veía necesario que durmierais separados.
Harry sonrió. Parecía que por ahora todo estaba de su parte. Se sentaron en la cama, y se asieron a hablar sobre cosas sin sentido. En un momento dado, Hermione se levantó y le dijo:
- Harry, voy a llamar a Ron
- No lo hagas, Hermione, hoy no, ¿vale?
Harry, que hasta hacía un momento parecía feliz de estar con la chica a la que quería, sintió de repente algo en su interior que le decía que aquello no iba a salir bien, que acabaría perdiéndolos a los dos, que Ron la quería…cosas que hacían que no quisiera estar allí.
- Hermione, te quiero mucho, y lo sabes, pero hay algo dentro de mí que me dice que esto no acabará bien, que te perderé y perderé a Ron. Entiéndeme, no quiero perderos a ninguno, y sé que le quieres muchísimo, sólo que temes que te lo demuestre y que después tengas que perderle.
- Harry, yo… siento haber sido tan egoísta. Sé que sois grandes amigos y…
Su explicación fue interrumpida por la entrada estrepitosa de Ron, que parecía haber subido los catorce pisos por las escaleras.
- Hermione – dijo resoplando – Por favor, no me dejes. Yo te quiero, y sé que puedo hacer más por ti
Harry y Hermione se echaron a reír. Sabían que Ron nunca entendería que Harry se hubiese creído enamorado de Hermione, pero es que simplemente no tenía en quién más creerse enamorado. Ya encontraría a la persona a la que amaba. Tarde o temprano lo haría.
- Ron, ¿por qué tendría que dejarte? – preguntó Hermione, haciendo como que no entendía la preocupación de Ron.
- Ginny me dijo que creía que me ibas a dejar y que saldrías con Harry porque no te mimaba demasiado.
Harry y Hermione se volvieron a reír. Aquello ya era demasiado. ¿Cómo sabría Ginny lo que estaban a punto de hacer? Pero dejaron de pensar en ello y comenzaron a hablar con Ron
- ¿Cómo has llegado hasta aquí?
- Bueno, veréis. Cuando Ginny me contó su hipótesis (ya verá cuando llegue a casa, la mato), ya estábamos por la autopista, así que hice que mi padre parara y empecé a correr. Cogí un taxi, pero no tenía dinero muggle, con lo que le dije al conductor del trasto aquel que iba a ver a mi abuela, le di una dirección que resultó estaba cerca de aquí, y desde allí vine caminando.
Hermione se le acercó y le plantó un beso
- Éste por la caminata que has hecho – se le volvió a acercar y le volvió a besar – Y éste para que confíes en mí.
Harry se echó a reír.
Después de que los padres de Ron vinieran a buscarle, los Granger y Harry fueron a cenar. Fue una comida muy amena, en la que los padres de Hermione le hacían preguntas sobre el colegio al que había ido antes de Hogwarts, cómo había sido su vida antes de saber lo que era la magia, cómo era su niña en el colegio… cosas de lo más normales, cosas que los muggles suelen preguntar, pero esta vez mezcladas con la magia. Después de terminar de comer aquella fabulosa comida (y mucho más fabulosa para Harry, que llevaba con la dieta de lechuga y pomelo desde que había vuelto del colegio) tanto Harry como Hermione fueron a acostarse. Harry se cambió en el baño, para no molestar a Hermione. Mientras se cambiaba, iba observando el baño. Era un baño bastante trabajado: todo lleno de azulejos artesanales, y el lavabo y la bañera eran de mármol.
Al salir, se le olvidó tocar la puerta para avisar de que entraba, con la consiguiente bronca por parte de Hermione, aunque ésta ya estaba vestida.
- Harry – dijo Hermione cuando ya estaban acostados, Hermione en su cama y Harry en una cama plegable que había comprado el señor Granger – Creo que sería mejor que no le contáramos nada a Ron. Siento haberte hecho pasar por esto. Sé que Ron es tu mejor amigo.
- No pasa nada Hermione. Yo también pensé en cosas que me he dado cuenta que no eran verdad. Simplemente era que tanto tú como yo necesitábamos cariño, y tuvimos la mala suerte de irlo a buscar en nosotros. Ahora vamos a dormir, ¿vale? Mañana oremos al callejón Diagon.
