Cómo cuántos siglos fueron esta vez?... jajaja en fin... aquí estoy de nuevo... muchas gracias a los que me siguen leyendo y a los que se han tomado la molestia de dejarme sus opiniones... muy amable de su parte!
Espero que les guste este capítulo... sólo un poquitín triste...
LOS GRANGER
Hermione regresó mucho después de medio día al Ministerio, tratando de no pensar en lo que pasaba, pero muchas soluciones daban vuelta constantemente en su cabeza, soluciones para no volver a ver a Harry, para "librarlo" de aquel "error", y la más recurrente y mejor opción que se le ocurría era irse del Ministerio.
Llevaba gran parte de la tarde pensando en eso, renunciar a su trabajo en el Ministerio, hasta llegó a pensar en la idea de irse de Londres... ¿A dónde, a cualquier lugar donde no estuviera Harry, donde él no se pudiera dar cuenta de lo que pasaba y donde no la pudiera encontrar. Comentó muy poco de eso con Ginny y ella le ofreció la cabaña que había comprado Draco cuando se casaron, pero ella no quería ser una molestia, y sabía que lo sería, pues los Malfoy acostumbraban pasar sus vacaciones de invierno ahí.
Debía pensar bien lo que iba a hacer, pero empezaría por irse del Ministerio, eso ya era un hecho.
Dejó caer la pluma sobre sus pergaminos, manchando todo de tinta. Su dolor de cabeza comenzaba a hacerse insoportable, y el temblor de sus manos no la ayudaba al intentar escribir. Jamás se imaginó que podría llegar a renunciar a su trabajo en el Ministerio, lo amaba, pero la situación que estaba viviendo en ese momento la había orillado a tomar esa decisión.
– ¿Hermione?... ¡oh, que bueno que estás aquí!... – la sorprendió Ginny entrando a su cubículo y sentándose frente a ella sin darle oportunidad de reaccionar – hablé con Draco... me dijo que no había ningún problema si te quedabas en la cabaña, dijo que él mismo enviará a alguien para prepararla e iremos a visitarte cada fin de semana... no te sentirás exiliada pues Cori vive a unos cuantos metros y es muy divertida, y tiene unos niños maravillosos... ¡estoy segura que te divertirás muchísimo! – le decía sin permitirle negarse o siquiera dar su opinión – no te preocupes, le dije que no comentara nada de esto, y menos con Harry... ¿ya iniciaste tu carta de renuncia?... – le preguntó observando su escritorio y se sorprendió al ver la tinta corrida en uno de sus escritos – ¿qué pasó? –
Hermione se cubrió el rostro con ambas manos negando – no puedo trabajar... no puedo dejar de pensar en lo que pasó... no puedo evitar recordar lo que dijo Harry... y... no, no puedo irme a su cabaña... no pienso incomodarlos y tener que huir de mi casa por culpa de... de un niño que se quiere sentir hombre en la cama, pero no está preparado para tomar responsabilidades de verdad... – decía sin saber si enojarse o llorar de impotencia, aunque las lágrimas habían ya tomado su lugar sobre su rostro.
Ginny observó sorprendida a su amiga, sabía que las cosas iba a cambiar bastante y que la vida de su amiga se iba a complicar en extremo, pero no la dejarían sola – está bien... si no quieres irte a la cabaña, lo entiendo, sólo quiero que sepas que en el momento en que lo desees puedes llegar, nosotros nos encargaremos de informárselo a Caleb... y no te preocupes, si se requiere le lanzaremos las maldiciones que sean necesarias a Harry para que no se acerque a ti – le dijo con tono serio, antes de acercarse a ella con gesto preocupado y abrazarla.
– desearía que nada de esto hubiera pasado... no de esta forma... – decía llorando con preocupación y coraje en el hombro de su amiga.
Ginny no supo qué decirle, nunca había estado en una situación así, lo único que podía recordarle constantemente era que siempre estaría a su lado, que siempre la apoyaría – no te preocupes, puedes estar segura que nada le faltará a tu hijo, tendrá una tía muy consentidora... – le dijo sonriéndole, y aunque no veía su rostro estaba segura que Hermione había sonreído mientras la abrazaba con más fuerza.
Nunca le había costado tanto despedirse de algo ni siquiera cuando terminó sus estudios en Hogwarts se había sentido tan deprimida, aunque no dudaba que la causa de su depresión fuera la razón por la que se iba.
Guardaba todas sus pertenencias mientras las lágrimas invadían sus mejillas e intentaba no pensar en él, recriminándose el haber deseado que la buscara en los tres días que habían pasado, pues había soñado constantemente con la idea de que la buscaría y se disculparía con ella, pero nada de eso había pasado, ni siquiera una nota le había mandado.
Apagó las luces de su cubículo con un movimiento de varita y salió de él cargando una caja en la que llevaba libros, portarretratos, una taza, pergaminos, su pluma y su tintero, sumado a las lágrimas que caían sobre ella.
Apenas volteaba para comenzar a caminar luego de haber cerrado la puerta, cuando chocó con algo... o más bien alguien...
– entonces es cierto... dejas el Ministerio... –
La presencia de Harry la sorprendió de sobremanera, estuvo apunto de dejar caer su caja, pero no tardó en sostenerla con una sola mano y enjugarse las mejillas con la otra mientras asentía.
– ¿porqué?... ¿te ofrecieron otro empleo? – le preguntó intentando acercarse a ella, pero Hermione lo esquivó.
No podía creer que fuera tan... cínico¿cómo podía actuar como si nada pasara, como si jamás le hubiera dicho que no deseaba tener hijos con ella. Intentó seguir caminando, pero Harry la detuvo.
– ¿fue por lo que dije?... Hermione, yo... – decía intentando disculparse, pero Hermione lo interrumpió.
– no eres tan importante en mi vida... – le dijo con tono serio, observándolo directamente a los ojos – me di cuenta de lo equivocada que estaba... – le decía, pero Harry la detuvo poniendo su dedo índice sobre sus labios.
– en verdad lo siento, yo... –
– tú no tienes por qué preocuparte – le dijo Hermione manteniendo su tono serio, alejándose de él – para tu suerte, no estoy embarazada, sólo fue una falsa alarma... – dijo volviendo a caminar, para ocultar el hecho de que no podía sostenerle la mirada, y escuchó una corta risa detrás de ella.
– ¡cielos, Hermione!... esto no puede ser mejor... podemos seguir con nuestra relación como antes y... bueno, más adelante podríamos pensar en hacer algo serio... – le decía sonriendo, mientras caminaba a su lado y Hermione intentaba no escuchar toda la sarta de sandeces que decía.
– discúlpame, pero... no pienso volver a andar contigo... ya te lo dije, me di cuenta de lo equivocada que estaba, yo no te amaba, era sólo una ilusión de lo que alguna vez sentí por ti... – le decía sin dejar de caminar, recibiendo una mirada anonadada de Harry.
– pero... y... ¿y todos los besos... la noche que pasamos juntos... las veces que me dijiste que me amabas? – decía sorprendido, intentando encontrar algo coherente en lo que pasaba.
– unos pueden no ser lo suficientemente maduros cuando se presentan situaciones que lo requieren y otros podemos equivocarnos al decir lo que sentimos... – dijo intentando entrar al elevador, pero Harry la detuvo.
– ¿es por lo que dije?... yo sólo me asusté, Hermione... no esperaba que pasara eso... – le decía poniéndose entre ella y el ascensor.
– ¿y crees que yo sí! – le gritó Hermione bastante molesta – ¿acaso crees que yo planeé eso?... tampoco estaba en mis planes, pero no podía hacer nada más, mas que aceptarlo – le decía sintiendo de nuevo cómo las lágrimas recorrían sus mejillas.
– pero ya no hay por qué preocuparse, nos libramos de esa responsabilidad y podemos seguir como si nada hubiera pasado – le dijo sonriendo, dispuesto a besarla, pero Hermione lo empujó.
– no pienso andar con alguien que no sabe lo que es la madurez y la responsabilidad... yo necesito un hombre, no un niño que se quiere sentir hombre sólo cuando está en la cama – dijo enojada antes de entrar al elevador y cerrar la puerta frente a ella, escuchando la voz de Harry llamándola y sintiendo la opresión de su pecho cerrarle la garganta, ahogando sus sollozos.
Se recargó en la pared intentando encontrar estabilidad, mientras se cubría el rostro con una mano, rogando por que todo acabara pronto.
Al salir del elevador fue directo a la chimenea y echando un puño de polvos Flu, regresó a su casa, en la que se hundió en fuertes sollozos. Lo odiaba, odiaba a Harry con todo su corazón... o talvez odiaba más el hecho de saber que él era así y ella no se había querido dar cuenta.
Había pasado bastante tiempo desde que llegó a su casa y no había sido capaz de llegar hasta su cuarto, sólo se acostó en uno de los sillones. Estaba un tanto adormilada por el cansancio que habían causado las lágrimas que aún fluían corriendo sin cesar por sus mejillas, e ignoró por completo el ruido de la puerta, para segundos después escuchar unos murmullos y sentir las manos de alguien sobre su brazo.
– ¿Hermione?... vamos a tu cuarto, debes descansar... –
La voz de Luna la hizo abrir los ojos, pero no se movió de su lugar.
– ven... allá arriba podrás llorar y dormir todo lo que quieras... – le dijo Ginny tomándola por los hombros, ayudándola a reincorporarse.
Al sentarse vio a su lado a Luna y detrás de ella a Ginny, y no tardó en abalanzarse hacia su amiga, en busca de un abrazo al cual correspondió Luna sin pensarlo.
– estaremos contigo, Hermy... no te preocupes... – le decía Luna sin dejar de abrazarla.
Hermione lloró sobre el hombro de su amiga, se sentía deshecha y odiaba el deseo de volverlo a ver, de que llegara pidiéndole perdón, diciéndole que cambiaría, que maduraría y no volvería a actuar como un niño.
– ¿sigue en pie su oferta de prestarme su cabaña un tiempo? – le preguntó a Ginny cuando logró calmar sus sollozos, separándose de Luna.
Ginny asintió inmediatamente – ¡claro que sí! Draco pensaba venir a obligarte a irte a la cabaña – le dijo haciéndola sonreír – ya hablamos con Cori y Caleb, están poniendo en orden la cabaña y preparándola para todo lo que puedas necesitar, tú sólo tienes que decirnos cuándo te quieres ir – le dijo con tono serio, Hermione sólo asintió.
– ¿Hermione, estás lista? – la llamaban desde la planta baja y Hermione salió de su habitación intentando acomodar su cabello, que últimamente estaba más enmarañado que nunca.
– un segundo más, Cori... – decía mientras bajaba las escaleras un poco apresurada.
La mujer de cabello obscuro la observó con aprensión, entrecerrando sus ojos miel – con más calma, Hermione, la mayoría de las mujeres corremos riesgo de aborto en los primeros meses – la reprendió al verla saltar los dos últimos escalones.
Hermione sonrió apenada mientras se dirigía a la cocina – mi papá me envió unas cosas para tus niños... era fanático de los carritos a control remoto, estoy segura que siempre deseó tener un hijo... – le decía sonriendo, entrando a la alacena – ¡listo! – dijo saliendo con varios paquetes – no te preocupes, no se olvidó de Anny... – decía sin dejar de sonreír mientras salía de la cocina junto a Cori, para después salir de la casa.
Llevaba ya tres meses en la cabaña de sus amigos, había recibido en dos ocasiones cartas de Harry, las cuales se negaba a siquiera desatarlas de la patita de Hedwing, pero al ver que la lechuza no se iría hasta cumplir con su mandato, las desataba sólo para echarlas al fuego de la chimenea sin siquiera darles una mirada. Cori y Caleb; el matrimonio que se encargaba de mantener la cabaña y el terreno de los Malfoy; habían hecho más llevadera la estancia de Hermione en aquella cabaña. Y ni hablar de las visitas de sus amigos, Ginny y Luna la visitaban entre semana y después se reunían cada 15 días junto con sus esposos en la cabaña.
– lleva tu abrigo, comienza a refrescar – le dijo Cori antes de salir de la cabaña, Hermione obedeció a su nueva amiga y tomó su abrigo colocándoselo mientras salían de la casa y Cori sostenía los paquetes.
– ¿cómo han estado los niños, hace tiempo que no los veo – le decía Hermione mientras caminaban por el jardín que separaba la cabaña de los Malfoy de la de los Walker.
– se la han pasado de arriba a abajo con su papá, les encanta estar en el campo – le decía sonriendo – estoy segura que tu hijo será igual – dijo haciendo que Hermione se sonrojara.
– bueno... no me sorprendería, a su papá, cuando estábamos en el colegio, le gustaba mucho estar en los jardines del Castillo – dijo sintiendo una enorme dificultad para hablar sobre Harry.
– ¡vaya, creo que es la primera vez que mencionas al papá de tu hijo, pensé que... bueno, había fallecido o se habían separado... –
Hermione negó inmediatamente – no, él sigue vivo... pero... bueno, nuestra relación no funcionó y... decidí separarme de él – dijo intentando ocultar lo mucho que seguía afectándole el recordar la reacción que había tenido Harry con la noticia de que "no" estaba embarazada.
– y... ¿sabe que estás esperando un hijo suyo? – le preguntó con tono serio, mientras se acercaban a la entrada principal de su cabaña, y Hermione asintió sintiendo una punzada en el pecho – ¡vaya!... no lo puedo creer¡que hombre tan más irresponsable! – decía indignada, dejando pasar a Hermione delante de ella – ¿y se despreocupó así de fácil del bebé? – le preguntaba sin dejar de lado su indignación.
Hermione negó, pero se detuvo – cuando se enteró se asustó y se negó a aceptar que fuera cierto... pero después yo le dije que no estaba embarazada... – le confesó un poco apenada – no quería obligarlo a hacerse responsable de algo que él no quería... – dijo intentando no volverse a alterar.
Cori la iba a reprender, pero fue interrumpida por un gritito.
– ¡Hermione! – la voz del pequeño hijo de Cori inundó la estancia, mientras el niño corría hacia la nombrada, sonriendo ampliamente.
Hermione sonrió al pequeño de ojos azules mientras se inclinaba para brindarle un abrazo – ¿cómo estás, Candem? – le preguntó levantándolo en brazos mientras acariciaba su cabellera castaña.
– ¡bien! – le dijo sonriendo y se separó un poco de ella – ¿cómo estás, bebé? – preguntó hablando hacia el vientre de Hermione, que apenas comenzaba a abultarse.
La castaña sonrió y volvió a dejar a Candem de pie – el bebé ha estado muy bien – dijo sonriendo mientras el pequeño la abrazaba por la cintura regostando su cabeza en el vientre de Hermione – ¿listo para tu cumpleaños número...? –
– ¡cinco! – dijo Candem sonriendo mientras le mostraba su mano con sus dedos extendidos.
– ah, muy bien... creo que sí te mereces tu regalo adelantado – le dijo sin dejar de sonreír mientras tomaba las cajas que había insistido cargar Cori.
Candem la observó sonriendo ampliamente – ¿qué es¿qué es? – le preguntaba emocionado, observando los paquetes que llevaba Hermione.
– ahora verás... – le decía sin dejar de sonreír mientras dejaba dos de los tres paquetes en el suelo y le tendía uno – toma, felicidades –
El niño recibió con una enorme sonrisa su regalo y se dio media vuelta para irse, pero no tardó en detenerse y, dejando su regalo en el piso, regresó a donde aún estaba Hermione recogiendo los otros paquetes y la aprisionó en un fuerte abrazo, que casi la hace perder el equilibro – ¡gracias! – le dijo mientras besaba su mejilla constantemente.
La castaña se rió por la actitud del pequeño correspondiendo a su abrazo – de nada, Candem... ahora ve a disfrutar de tu regalo – le dijo mientras le daba unas palmaditas en la espalda.
El niño le sonrió y se fue corriendo por su regalo, y de la misma forma salió al jardín trasero.
Hermione se reincorporó cargando ambos paquetes, pero estuvo apunto de caer, de no ser por los brazos que la sostuvieron por la espalda.
– ¡Hermione! –dijo Cori preocupada, acercándose a Hermione y a su esposo, que acababa de sostener a la castaña.
– ¿estás bien? – le preguntó Caleb, ese hombre de bondadosos ojos azules, ayudándola a recuperar el equilibrio.
Hermione asintió aún un poco mareada – no se preocupen, sólo me mareé... seguro me levante muy rápido – dijo intentando sonreír.
– le hablaré a Ginny – dijo Cori con tono decidido, mientras Caleb tomaba los paquetes que aún sostenía Hermione, y la ayudaba a caminar hacia la sala.
– Cori, no es necesario – la intentó detener Hermione, pero la mujer no le hizo el menor caso.
– si algo deberías saber ya es que mi esposa es una terca... – le dijo Caleb sonriéndole, mientas entraban a la sala, en donde se encontraron a Cori hablando hacia la chimenea, y sólo alcanzaron a escuchar un "voy para allá" de Ginny.
– no debiste decirle, no fue nada – insistía Hermione, sentándose en el sillón individual.
Cori se reincorporó negando – Ginny me pidió que le informara de cualquier cosa que se presentara... debiste aceptar la propuesta de Draco de llevarte cada 15 días a revisión – le decía con tono serio, sentándose en el sillón contiguo al que ocupaba Hermione.
– no quiero molestarlos más de lo que ya lo estoy haciendo, iré pero por mi cuenta – dijo con tono serio, dejando claro que no cambiaría de opinión.
– ¿y qué¿piensas ir caminando? –
La voz de Draco la sorprendió bastante.
– no nos molestas en lo absoluto... si me molestara que te quedaras en la cabaña no te la habría ofrecido... y en cuanto ir a la ciudad, venimos cada 15 días, nada me cuesta llevarte a revisión – le dijo con calma mientras se sentaba al lado de Cori.
– ¿ya viste?... te dije que aquí estaba Hermione –
Ginny acababa de llegar a la sala llevando de la mano a una pequeña de seis años, de cabello castaño y ojos miel.
– hola, Anny – saludó Hermione a la niña, que enseguida se acercó a la castaña sonriendo ampliamente – ¿cómo estás? – le preguntó mientras sentaba a Anny en sus piernas.
La niña sonrió y abrazó a Hermione – ¿hoy irás a jugar con nosotros a la cabañita? – le preguntó esperanzada, pero alguien más contestó por Hermione.
– yo jugaré con ustedes, las señoras quieren platicar – dijo Draco sonriendo, mientras se acercaba a la niña para tomarla en brazos, y la pequeña no se resistió – y creo que estos son de nosotros – dijo sin dejar de sonreír, tomando los paquetes que había llevado Hermione y salió de la sala con paquetes y niña en brazos.
– muy bien, ahora tú debes alistarte porque te vamos a llevar a revisión – le dijo Ginny con tono serio, pero Hermione negó.
– no es necesario, sólo fue un mareo¡ni siquiera me desmayé! – se defendió la castaña.
– claro que es necesario, no has ido ni una sola vez desde que te llevamos Luna y yo... – le dijo Ginny a modo de reprimenda, y Hermione estuvo a punto de volverse a negar, pero la pelirroja la interrumpió – lo que pasa es que temes ir a la ciudad porque no quieres encontrarte con Harry, pero debes entender que no te puedes esconder aquí toda la vida... no te estoy corriendo ni nada por el estilo, sabes que Draco y yo te dejamos la cabaña el tiempo que tú desees, pero no puedes permanecer en el encierro tanto tiempo... tu vida siempre ha sido en la ciudad... algún día deberás encontrarte con Harry y enfrentarlo... de una forma u otra se enterará que estás embarazada – le decía manteniendo su tono serio, recibiendo una mirada sorprendida de Hermione.
– ¿Harry ya sabe?... ¿se lo dijo Ron? – le preguntó preocupada, pero Ginny negó con calma.
– Harry no sabe nada, intenta no preguntar por ti frente a nosotras, pero Draco me ha dicho que no deja de preguntarle a Ron si sabe de ti... – le decía con calma, pero Hermione negó inmediatamente.
– no me hables de él... no quiero saber nada, que sea feliz con su libertad... – dijo molesta antes de levantarse, volviendo a perder el equilibro, pero esta vez no hubo quien la sostuviera.
Abrió los ojos con pesadez, sintiendo cómo temblaba el sillón o la cama donde la habían acostado. Enfocó el techo, que estaba demasiado cerca de ella y no era nada parecido ni al de la cabaña de los Walker ni a la de los Malfoy, y enseguida distinguió la ventanilla del coche de Draco.
– ¿Ginny? – dijo apenas con voz, e intentó reincorporarse, pero unas manos la sostuvieron.
– mantente así por unos momento, te aseguro que no tardamos en llegar – le dijo Ginny volviendo a acomodar su cabeza sobre sus piernas – nos diste un buen susto... – le dijo a modo de reproche, pero Hermione logró distinguir la preocupación en la mirada de su amiga.
Hermione permaneció en silencio el resto del camino, mientras sentía la mano de Ginny acariciar su cabello, ocasionando que sus ojos comenzaran a cerrarse, pero no tardó en darle una palmadita indicándole que ya habían llegado.
Se reincorporó sin prisas, sólo temiendo una cosa. Bajó del coche con ayuda de Draco y entraron a un edificio pequeño, que lucía bastante elegante.
Draco ayudaba a Hermione a caminar mientras Ginny iba detrás de ellos cargando una pequeña maleta – pasarás la noche en nuestra casa... – le dijo con calma.
– le dijimos a Ron que le dijera a Potter que nos habíamos ido a la cabaña... – dijo justo cuando Hermione se disponía a voltear hacia Ginny para discutirle por haber tomado la decisión por ella.
Hermione asintió y siguió caminando casi apoyada completamente en Draco, aún se sentía un poco débil y no podía negar que tenía miedo de volverse a desmayar, pero no tardaron en llegar a un pequeño recibidor, en donde los atendió una enfermera de mediana edad, cabello rubio y ojos verdes, era un poco robusta y de estatura media.
– buenas tardes, tenemos cita con el doctor Zack Matthews – dijo Draco con calma, sin soltar a Hermione.
La enfermera los volteó a ver y asintió – pasen por favor... – les indicó guiándolos a la puerta que estaba a unos cuantos pasos de su cubículo – Zack, llegaron los Granger... – le indicó la enfermera al abrir la puerta, para después darles paso abriéndola completamente, mientras Hermione negaba.
– sólo yo soy Granger... él es Malfoy... – dijo sintiendo un nudo comenzando a formarse en su garganta.
– oh... bien... – dijo la enfermera antes de acercarle una bata a Hermione – toma, te puedes cambiar aquí – dijo indicándole una puerta, la castaña asintió y entró ahí sintiéndose un poco más recuperada.
No tardó en cambiarse y al salir se encontró a Draco sentado cómodamente al lado del camastro, hablando tranquilamente con el doctor, mientras Ginny platicaba con la enfermera, y al verla salir, la pelirroja, no tardó en ponerse de pie para recibir su ropa, y Draco se puso de pie para ayudarla a subir al camastro.
– ¿qué haces aquí?... – le preguntó mientras se sostenía la parte de atrás del camisón con una mano y Draco la tomaba del otro brazo para ayudarla.
– ¿cómo que qué hago aquí?... soy el padre del niño, debo estar aquí – dijo con tono serio, recibiendo una mirada sorprendida de Hermione, quien no tardó en voltear a ver a su amiga, que sonreía ampliamente.
– muy bien, Hermione, Draco me estaba diciendo que perdiste el conocimiento hace unos momentos y que antes ya te habías sentido mal... – le decía Zack, observándola bonachonamente con sus ojos cafés, y Hermione sólo asintió – bien... no creo que sea nada grave, seguro sólo es parte de tus síntomas, pero lo mejor sería revisar que todo esté en orden... – le dijo con calma, y se puso de pie sólo para dirigirse a un aparato de buen tamaño y arrastrarlo hasta el lado izquierdo de Hermione – bueno, supongo que ya sabes qué haremos... – dijo sonriéndole y Hermione volvió a asentir – por favor, descúbrete el vientre... toma, te puedes tapar con esto... – le decía tendiéndole una sábana, que se acomodó sobre las piernas – tengo entendido que será la primera vez que verás a tu hijo o hija... – dijo sonriendo y Hermione volvió a asentir, mientras acomodaba la bata y la sábana de manera que su pequeño vientre quedara al descubierto.
Mientras observaba al doctor buscar algo en unos cajones, comenzó a sentir que el nudo en su garganta se volvía una opresión en su pecho impidiéndole respirar con facilidad y acumulándole lágrimas en sus ojos. No podía negar que deseaba que él estuviera a su lado en lugar de Draco, después de todo era el padre de su hijo y no podía mentirse más... seguía sintiendo algo por él y había intentado resguardarlo tras su "odio".
– lo sentirás un poco frío... – le dijo justo antes de ponerle una especie de gel en el vientre, que; como había dicho el doctor; estaba frío – ahora... prendamos esto... – dijo antes de mover un interruptor en la pantalla del aparato, y comenzó a pasar el transductor sobre el vientre de Hermione y no tardaron en verse algunas imágenes borrosas en la pantalla.
Y la presión en su pecho empezó a aumentar y comenzaron a emanar lágrimas de sus ojos mientras el deseo de tenerlo a su lado crecía, pero no tardó en sentir una mano tomar la suya y al voltear se topó con la sonrisa amable de Draco, aunque no tardó en ponerse serio.
– ándale, voltea y mira a tu hijo – le dijo con tono serio, guiando su cabeza hacia la pantalla, sin soltar su mano.
Y al voltear pudo ver claramente a su hijo... o hija, y la felicidad la embargó, pero era una felicidad mezclada con tristeza, le habría gustado compartir ese momento con él, le habría gustado que las cosas no hubieran resultado así, y las lágrimas comenzaran a correr una detrás de la otra.
– bien, parece que todo está bien... mira, dos brazos y dos piernas... cinco dedos en cada mano... – decía mientras señalaba con una pluma, sobre la pantalla, cada parte mencionada – una nariz... me parece que tiene tu perfil – dijo haciendo reír un poco a Hermione – a ver... díganme... ¿quieren saber qué va a ser? – les preguntó sonriendo, y Hermione apretó instintivamente la mano de Draco, quien le correspondió.
– sí... nos gustaría saber qué va a ser... – dijo sonriendo y Hermione no tardó en sentir otra mano sobre su hombro, era Ginny, quien observaba con lágrimas en los ojos el monitor.
– bien... pues... ¡me alegra informarles que serán padres de un saludable niño! – les dijo sin dejar de sonreír.
Hermione se llevó una mano a la boca, mientras sonreía entre lágrimas. Tendría un hijo, un hermoso niño, pero él no estaría a su lado para ayudarla a criarlo, para juntos ver crecer a su hijo, no estaría con ella cuando él naciera.
Sus hombros comenzaron a temblar a causa de los sollozos que intentaba contener, cerró los ojos tratando de evitar que las lágrimas siguieran fluyendo, pero era inútil, y no tardó en sentir un abrazo al cual correspondió con un solo brazo, pues Draco seguía tomando su mano.
– él se dará cuenta de su error y volverá... – le decía Ginny en susurro, pero Hermione negaba – estoy segura de que él te quiere, sólo... bueno... él sabrá remediar lo que dijo... –
– no quiero que regrese... no le interesó en un principio... me dejó pasar sola por esto... no quiero que regrese... – decía entre ahogados sollozos – ¡aún lo quiero!... – dijo llorando con más fuerza, mientras Ginny la seguía abrazando.
