Capítulo III: Esa canción es para mí
Otra noche mas, y él se despertó con la misma pesadilla (es que ya me dio flojera de escribir pero soñó con Boris, la lúgubre abadía, que estaba solo, etc.). Estaba muy asustado. Necesitaba… necesitaba a Bryan, si a Bryan, giró su rostro para llamarlo pero notó que él no estaba. Rápidamente salió corriendo de la habitación en busca del chico. Necesitaba… que lo abrazara, que lo reconfortara, pero… ¿Dónde buscarlo? "¡afuera!" Se respondió. Corrió a toda prisa y lo halló en el mismo árbol que aquella noche. Agitado y completamente empapado en sudor, se detuvo a pasos del otro y lo miró sin hallar palabras que expresarle.
Bryan sintió que alguien se acercaba y giró su vista en la dirección de donde venían los ruidos, allí lo vio… Descalzo, agitado y… ¿asustado? Bajó de un salto del árbol y corrió hacia donde el pelirrojo de hallaba, no bien había llegado y el dueño de Wolfborg se arrojó a sus brazos. Asombrado, el mayor lo envolvió en sus brazos y se arrodilló en el piso llevando consigo al joven de azules orbes, que ahora se hallaban escondidas en su pecho y fuertemente cerradas.
-Lo siento- murmuró Tala apenado luego de un momento
-No te preocupes- dijo consoladoramente el oji-lavanda- ¿Te sientes mejor ya?
- Si, gra…
-No tienes que agradecerme nada- dijo de inmediato, interrumpiéndolo.
-si, si bueno…- la verdad es que no sabia que decir así que solo…- ¿te molesto?
- Por supuesto que no, tú no me molestas.- agregó con una sonrisa siendo correspondido de igual forma- Bien, bien, ¿volvemos?
-Si, claro – asintió separándose de Bryan
Sin embargo, Bryan no lo soltó del todo, le sujetó del brazo y lo guió hasta la habitación donde aguardó a que Tala se recostó en su cama, solo entonces, el pelilavanda apagó la luz y se acostó también.
-¿Bryan?- llamó al rato
-¿Qué sucede?- contestó
-¿Puedo… puedo dormir contigo?-preguntó con una timidez que no reconocía en él.
-… seguro- se hizo a un lado para dejarlo acomodarse
Tala se acostó a su lado y pronto se sintió mucho mas tranquilo, mas sin embargo aun quería algo más pero no estaba seguro si pedírselo a Bryan pues éste de seguro se negaría, pero sabiendo que no perdía nada con intentarlo, tomó aire y preguntó
-¿Bryan?
-¿Y ahora que?-cuestionó con calma
-… bueno eh… yo me preguntaba si tu…
-¿Tala?- preguntó confundido por la actitud del otro
-¿podrías cantar para mi?
-¿cantar?-repitió incrédulo el pelilavanda
-Bueno… el otro día cantabas y yo me preguntaba si… bueno…
-Está bien- accedió luego de pensarlo brevemente ¡¡cantar para Tala! La verdad es que cantaba por él siempre pero… para él… eso era diferente. Aun si respiró profundo y comenzó
"quiero conocerte un poco más,
Antes de decirte lo que siento,
Y cuando me mires a los ojos,
Vas a darte cuenta que no miento.
Quiero que me veas como soy,
Hoy mi corazón es un desierto.
No hace falta que me digas nada,
Por que voy a darte todo mi amor…
Al escuchar, el pelirrojo se acurrucó aun más junto al ruso oji-lavanda al tiempo a que seguía escuchando atentamente la canción que ahora le dedicaba
…Y es que me has tocado el alma,
Despertando lo mejor de mi ilusión,
Llenándome de amor…
Aprendí que una sonrisa
No se puede confundir con el amor,
Que hoy vive en mi canción…
Quiero estar seguro que mi voz
Sea el eco de mis sentimientos,
Que solo si robo un beso de tu boca,
Abriré de par en par la puerta del amor…
"…un beso…" esa canción se repetía una y otra vez en la mente del oji-azul y mas por que sabía que pronto terminaría (y bueh… nada es para siempre)
…Y es que me has tocado el alma,
Despertando lo mejor de mi ilusión,
Llenándome de amor…
Aprendí que una sonrisa,
No se puede confundir con el amor…
Que hoy vive en mi canción…"
Tala no pudo evitar sentir una gran emoción al oír esa canción, notó que era la misma que había cantado la noche anterior y entonces sonrió al pensar que ahora iba dedicada a él. ¡Ja! No importaba quien era aquel cretino que había hecho cantar a Bryan antes, ahora esa canción era para él y era él el que estaba acurrucado en los brazos del oji-lavanda oyendo su canto.
Lentamente comenzó a sentirse muy extraño, pero estaba demasiado cansado como para prestarle atención a ello.
