RECIBAN UN BESO
CON CARIÑO
ROWAN n.n
Capitulo Noveno La Tormenta de las Leyendas... La llegada de las furias
"No importa lo que digan cada ser humano es valioso, único e irrepetible..."
"El sueño de las musas será la única esperanza para la raza humana, el único poder que romperá la cárcel de la noche, el sello de la Tríada ha de ser roto para salvar al mundo de los brazos de la muerte"
Fragmento del manuscrito de la leyenda
Sobre el juicio final y la resurrección de los muertosShaina abrió los ojos con lentitud, enfrentando un cielo hermosamente estrellado, suspiro con alivio, como si la hubiesen liberado al fin de un gran peso sobre su pecho, aunque tardo un poco en reaccionar, el suave vaivén que la mecía y la ligera brisa nocturna le alertaron, ¡su marcara! ¡no la traía puesta! ¡podía sentir el aire sobre su rostro! ¿dónde?
Duerme, tienes que ponerte bien — Shaina alzo el rostro mirando sorprendida a la joven que le hablaba, mientras sostenía la parte trasera de la camilla donde la llevaban—
Subían por un estrecho camino que bordeaba el desfiladero cerca del bosque del santuario, desde ahí, podía verse claramente el reloj de los doce fuegos, la guerrera de la cobra trato de levantarse recordando de golpe todo lo acontecido unas horas antes... ¡Jabú!
Ni lo intentes, no puedes moverte, te aplicamos algo que curara tus heridas... — le advirtió con firmeza la chica que le daba la espalda llevando la parte delantera de la camilla —
¿Quiénes son? — pregunto Shaina completamente desconcertada, tenía que llegar con el maestro a como diera lugar, tenía que enterarlo de lo que estaba pasando —
Yo que tú no me preocupaba mas por eso, dentro de muy poco no tendrá caso, no habrá Santuario que defender... — le advirtió nuevamente al chica que encabezaba la marcha, los ojos de la cobra se abrieron enormemente, mientras apretaba los puños con desesperación ¿qué estaba sucediendo, era como si le hubiese leído el pensamiento? —
¿Quién demonios son? ¿déjenme ir o juro por Athenea que la pagaran caro? — advirtió llena de ira —
De nada va a servirte, no puedes moverte, esa explosión de galaxia te dejo muy mal herida... — volvió a decir la chica a la que podía verle el rostro, sus finos rizos oscuros daban a su rostro moreno un aire de santidad, enmarcando aquellos impresionantes ojos lilas —
Será mejor que nos dejes de dar problemas... Hipólita se encargara de todo, incluso de ellas — dijo la pelirroja que le daba la espalda señalando el reloj de las doce casas — no van a dejar piedra sobre piedra... y nuestra señora esta tan furiosa que va a despellejar al primer estúpido que se le cruce enfrente
Ustedes no van a hacer nada en contra de este lugar sagrado, por Athena que mataremos a todos los intrusos... — gruño Shaina sintiéndose impotente, aun no entendía como podían mantenerla inmóvil sobre la camilla sin ningún tipo de atadura, las dos jóvenes rieron con ganas ante la amenaza mientras se acercaba una tercera y aplicaba sobre el rostro de la ateniense un lienzo húmedo —
¡Vaya que te dieron duro! Te has de haber golpeado feo la cabeza para decir tal cosa — se carcajeó de buena gana aplicando la infusión del paño que contenía una sustancia que la estaba conduciendo a la inconciencia —
No... ¡Jabú! — balbuceo torpemente, Shaina pronto sintió como volvía a perder la dimensión de sus sentidos —
No tiene caso... será mejor que te rindas, el Santuario esta completamente perdido, esta cárcel terminara por destruirlo... — advirtió la pelirroja, y eso fue lo ultimo que Shaina escucho antes de caer profundamente dormida —
Marie se refugió en los brazos de Shun cuando la lluvia azoto el lugar intempestivamente, apenas había alcanzado a resguardarse en las ruinas del Erecteion mientras los demás turistas huían despavoridos de la Acrópolis corriendo colina abajo, la lluvia se hizo tan intensa que la visibilidad era casi nula, las descargas eléctricas resonaban e iluminaban el horizonte cubierto de gris por el manto de la tormenta.
Pero a pesar de todo el pórtico de las Cariátides lograba cubrirlos bastante bien, Marie alzó la vista observando el perfil de la cariátide a su izquierda, su rostro pétreo en otras épocas hermoso, se encontraba desgastado por los siglos que aquella mujer había presenciado mirando eternamente hacia el sur... se estremeció al recordar aquella vieja leyenda con la que su institutriz la asustaba sino se portaba bien y prestaba atención a la clase, aquella historia era demasiado cruel para una niña de siete años, pero su madre nunca se opuso a que la amargada solterona que le instruía en las buenas costumbres y las cosas aptas para señoritas de sociedad le atormentara diciéndole que sino se portaba bien correría la misma suerte que en las cariátides y las musas...
¿Pasa algo? — pregunto Shun al notar como Marie temblaba entre sus brazos, instintivamente la arropo mas suponiendo que tenía frío — en cuanto la tormenta cese nos iremos de aquí...
Shun... — la chica lo miraba estudiando la expresión del chico, su gesto mostraba una seriedad y dureza poco comunes en él, pero que desde su llegada a Grecia era la única faz que mostraba su guardaespaldas—
¿Qué sucede? — preguntó aun molesto por estar en aquellas ruinas tan ligadas a su pasado, las miradas de ambos se cruzaron por primera vez desde que bajaran del avión esa mañana, Marie estaba triste y angustiada sus ojos lo decían, Shun comprendió entonces su error, Marie no tenía nada que ver con su pasado, con sus errores, ella no sabía que para él Grecia era un lugar de tormentosos recuerdos, por lo que había sido demasiado injusto con la chica tratándola con tanta indiferencia — Marie... tranquila es solo una tormenta... — dijo dulcificando por primera vez en el día el tono de su voz mientras besaba los rubios cabellos de la chica —
Ella suspiro complacida, cerrando los ojos para disfrutar de aquella caricia... que Shun volvió a repetir cuando la sintió aferrándose mas a él...
Pensé que estabas molesto conmigo... siento mucho darte tantos dolores de cabeza Shun — se disculpo dejando salir toda la presión que mantuviera reprimida, haciendo sentir peor al chico —
No... Marie, no digas eso, perdóname tú a mi... yo no podría estar molesto contigo... pero no te niego que me desconcierta y me preocupa que hayamos huido literalmente de una fiesta tan importante para tu madre, no quiero que tengas problemas... además de que no sé a que se debe nuestra presencia aquí... Marie... tienes que entender que...
Cuando tenía siete años mi madre contrato a una institutriz ¿sabes? era una persona agria y muy colérica, a mi no me agradaba estar con ella, cuando me escapaba o no hacía lo que ordenaba, me atormentaba con una historia que mi mamá consintió en que me contara, por un tiempo fue la única forma en la que pudieron contenerme... — le interrumpió ella posando la mirada en las famosas columnas en forma de mujer — se divertía viendo mi cara de espanto cuando me mostraba la fotografía de este mismo pórtico... me estremecía de tan solo pensar que... estas...
Estas no eran simples esculturas sino las mujeres de la región de Caria que fueron arrebatadas de su pueblo tras su conquista y que fueron ofrendadas por las sacerdotisas de Poseidón a los dioses, atrapando su alma en piedra eternamente... — dijo Shun cuando la chica parecía no poder seguir, el estruendo de un relámpago los ensordeció por unos segundos a la par que iluminaba el pórtico dando al perfil de las estatuas un toque macabro...— es un mito horrible... lo sé, a mi tampoco me gusta esa historia...
Ella también decía que ese no era solo el destino de las Cariátides, me aseguraba que los dioses castigaban así cualquier traición, no importaba de quien se tratase, si ellos juzgaban que había traición... los encerraban en estatuas de piedra... — por un momento la chica se aparto del hombre adelantándose unos pasos, Shun estuvo tentando a preguntarle a que venia esa conversación, él estaba preocupado por ella y por lo que haría su madre en respuesta a su escapada pero Marie parecía tener en mente otras cosas — Shun... ¿escuchaste alguna vez hablar sobre el sueño de las musas? —
Él negó en silencio cuando Marie volteo a verlo, suspiro cansada, debía decirle a Shun la verdad, después de todo el tenía mucho que ver en el asunto... sin poder contenerse la joven heredera de los Dorian comenzó a llorar...
¿Qué sucede Marie? Me estas preocupando... Marie cualquier cosa que haya pasado, yo te apoyare... — dijo volviendo a abrazarla—
El llanto de la chica era lento y silencioso, no le gustaba perder la calma, pero lo estaba haciendo, estaba mostrándose frágil ante él...
No voy a volver a la familia Dorian, Shun... he tomado la fortuna de mi difunto padre con el consentimiento de su familia... — dijo finalmente dejando al joven completamente perplejo — no voy a vivir mi vida bajo amenazas, ni como los demás quieran que la viva... si dejamos la fiesta fue para impedir que mi madre hiciera una arbitrariedad...
Marie... espera, ¿qué estas diciendo? ¿cuál arbitrariedad? Tu madre es algo dura, si lo sabré yo — exclamo Shun tomándola de los hombros para verla a los ojos — pero tu madre ¡TE ADORA! Ella no haría algo que te...
En esa fiesta iba a anunciar mi compromiso con uno de esos primos lejanos que tanto me fastidian Shun... ella quería que me casara hoy mismo... — dijo con un tono de voz que no dejaba lugar a dudas, Shun entreabrió los labios sin saber que decir ante ello, él no tenía la mas mínima idea... —
Pero...
¿Por qué? — dijo la chica adivinando la pregunta que se formulaba en la mente de su guardaespaldas, por un momento su rostro se ruborizó, si ya había comenzado ahora no era el momento de parar — mi madre no estaba dispuesta a permitir algo que con muy mal tino le exprese hace unos días Shun... ella no quiere que yo...
Un horrible presentimiento le hizo levantarse de la mesa, aunque su expresión no había cambiado en lo absoluto, lo que evito que la chica frente a él se asustara o sorprendiera, Sun Rei seguía abstraída escuchando atentamente al anciano que por dos monedas había ofrecido contarles las historias mas fantásticas sobre la antigua Grecia y en especial sobre el legendario pero inexistente santuario de la diosa Athenea, ante la candidez de la chica Shiryu no se había negado a pagar por un rato de sano entretenimiento, aunque poco después comprobó que el viejo a pesar de todos sus pronósticos contaba cosas no muy lejanas de la realidad con respecto a la morada de Athenea y sus caballeros...
Ahora vuelvo... — mascullo escudriñando los alrededores, la jovencita asintió en silencio volviendo toda su atención a las historias que le anciano seguía relatando mientras daba pequeños sorbos a la bebida que tenía en frente —
El dragón se alejo unos pasos del cafecito donde se detuvieran a desayunar antes de emprender la ruta al Santuario... aquella mañana parecía de lo mas normal, incluso la mas bella que él recordara en aquella región, pero esa paz y esa calidez se habían desvanecido súbitamente, el esplendoroso cielo griego se comenzó a teñir de gris y el viento azotaba con una fuerza insospechada tan solo unos segundos antes, aunque eso no era el motivo por el cual se había levantado de la mesa, de verdad tenía un presentimiento demasiado malo. Su mirada se dirigió hacia el cielo donde los rayos comenzaban a danzar sin contemplaciones, al parecer pronto comenzaría a llover... pero...
Shiryu... — aquella voz llamándolo fue como un martillazo a sus sentidos — Shiryu... hazlo... no lo dudes, es la única manera de detener el corazón... después podrás revivirlo para que Hyoga haga el resto...
No — musito desorientado tapándose los oídos... no, no, no, aquello no podía estar pasándole de nuevo ¡No! —
Hazlo Shiryu... por favor... — pedía la voz suplicante —
No... no me pidas que haga eso, pídeme que me arranque el corazón ahora mismo, ¡Y lo haré! ¡Pídeme que te lo entregue en una bandeja de plata! ¡Y obedeceré al instante! ¿por qué me torturas? ¿por qué no me dejas en paz? ¡Piedad! ¡por favor! ¡Déjame! — aulló desesperado, hacia muchos meses que no experimentaba aquello... y el dolor era insoportable —
No te gusta mi regalo... ¡Asesino! — aquella voz sonaba cavernosa y amenazadoramente suave, la piel de Shiryu se erizo al sentir aquel aliento en su oído... — ¡ASESINO!
Todo se había puesto negro a su alrededor, estaba perdiendo la noción del espacio, del tiempo, varías manos acariciaron su pecho y espalda, filosas garras se clavaban ligeramente entre su ropa... ¿estaba acaso soñando?
¿Qué...? — quiso preguntar el santo de bronce pero le fue imposible, repentinamente una de esas garras lo tomo del mentón y Shiryu enfrento directamente un horripilante rostro —
Vas a pagarla caro, niño bonito... tus manos manchadas de sangre no van a ser disculpadas... ¡ASESINO! ¡MALDITO ASESINO! —
El dragón reprimió un alarido que pugnaba por salir de lo profundo de sus entrañas, aunque parecía una mujer, aquel ser era demasiado dantesco para ser cierto, de un manotazo se aparto de la bestia, aunque no podía quitarle la vista de sus profundo ojos amarillos, y sus filosos colmillos que asomaban por la comisura de unos labios grandes y carnosos, el pelo de un rojo intenso estaba despeinado y sus ropas eran jirones, pedazos de piel de animal... que caían despreocupados cubriendo partes esenciales del sinuoso cuerpo aparentemente femenino...
Creo que eres demasiado para él hermana... es tan cobarde como lo había pensado — gruño otro engendro que salió entre las sombras para aferrarse a uno de brazos de Shiryu e impedir su escape — ¡Asesino! — pronuncio a la par que se acercaba al oído del chico y pasaba su lengua por él — no te preocupes vas a morir lentamente, pero quedaras limpio para el reino de los muertos... las Furias nos encargaremos de eso... ¡TE LO PROMETO DRAGON!
