Capitulo Décimo Los Santos de Athenea

Primera Parte

El Discípulo...

Kiki suspiro considerando que la había librado por bien poco, ahora si que maldecía el extraño poder que le impedía teletransportarse, y no terminaba siquiera de injuriar mentalmente al desgraciado que mantenía aquel hechizo en el santuario cuando el pelirrojo sintió una nueva lluvia de flechas y punzones caer sobre sus hombros, en un ademán por demás elegante y enérgico alzo los brazos con las palmas extendidas hacia el cielo invocando el impenetrable muro de Cristal, las flechas chocaron contra este despedazándose por completo, pero como bien le dijera su maestro nunca debía de confiarse, un nuevo grupo de enemigos le ataca desde la retaguardia y Kiki tubo que repelerlos con una explosión de estrellas que derrumbo al oponente en el acto, pero aun no terminaba, un golpe seco reblandeció la carne de sus pantorrillas mojándolas enseguida de su propia sangre, una pequeña mueca de dolor asomo en su rostro, sus piernas se doblaron mientras mantenía con un solo brazo el muro invisible que constituía su defensa, su mano diestra estaba muy ocupada deteniendo un nuevo latigazo de una obstinada guerrera de cabellos lilas que era hasta ese momento de las veinte o treinta mujeres que lo atacaban, la que mas problemas le daba.

¡Ríndete¡maldito sacrílego! — grito la chica, Kiki hubiese querido hacerlo en otras circunstancias ya que la chica era verdaderamente hermosa, pero sinceramente ya lo estaba sacando de quicio —

�¡Sacrílego¡Él? Pero si estaba en los terrenos del Santuario de la orden a la que pertenecía... las extrañas y sacrílegas eran ellas... ¡esa mujer estaba loca!

Miranda, parece que a tu victima le comieron la lengua los ratones... — río burlona una de las amazonas que comenzaban a rodear a Kiki, mientras otras tantas seguían con sus ataques para derribar el muro de cristal — y te esta dando muchos problemas... mejor te ayudamos...

¡Ni siquiera lo pienses Cleya¡este renacuajo es mío! — grito la chica de cabellos lilas como respuesta—

Kiki que hasta ese momento no había mencionado palabra sintió como la sangre le hervía �!renacuajo¡ÉL? La ultima mujer se atrevió a llamarlo así fue una loca sirena del templo de Poseidón en aquella batalla desesperada de los caballeros de bronce... y desde ahí nunca más... pues algunos años después ninguna mujer (o sirena) se había referido a él mas que con calificativos amables y bastante sugestivos, pero �¡renacuajo¿qué acaso esa mujer estaba ciega¿qué acaso no veía la hermosa cabellera roja que colgaba por su bien formada espalda? Sus poderosos brazos y piernas esculpidos con las interminables horas de entrenamiento, sus perfectamente estéticas y masculinas facciones... rematadas por esos dos ojos de color terracota, tan profundos y penetrantes.

¡Oh si! Kiki había cambiado ¡Y mucho! Con tan solo dieciocho años el lemuriano (uno de los pocos que quedaban) era tan poderoso como lo era su maestro Aries a esa edad, tan hermoso y temible como Camus, y tan parrandero y seductor como Milo.

¡Ja! No sabes con quien te estas metiendo ¡BRUJA! — los felinos ojos de su contrincante se clavaron en el chico... Kiki sonrió satisfecho, él también sabía insultar —

¡Ahora veras lo que puede hacer una bruja¡maldito renacuajo! — repelió la chica azotando con su látigo el costado izquierdo de Kiki, cuando este bajo la guardia para detener el golpe, la chica se abalanzo sobre el muro de cristal con su espada en mano... —

No eres mas que una bruja tonta... — rió Kiki sabiendo que cualquier ataque a su defensa sería repelido con la misma fuerza, pero aquella no era la intención de la chica —

¡Ilusión siniestra! — la escucho gritar, el pelirrojo dio dos pasos retrocediendo sorprendido, la chica estaba justo frente a sus narices y su puño destellaba una gran concentración de plasma—

¿Qué demonios...? — gruño Kiki antes de que la chica le asestara un golpe tan brutal que perdió la concentración y el muro de cristal desapareció hecho pedazos—¡Maldita bruja!

Vas a tragarte tus palabras ¡renacuajo! — siseo ella, cada uno contenía el puño del otro ejerciendo una fuerza impresionante — vas a morir por haber ensuciado este lugar sagrado... — le volvió a amenazar —

¿De que hablas? A parte de bruja ¡LOCA!... ustedes son las intrusas en los sagrados dominios de la diosa Athenea...

Sus respiraciones chocaban por la cercanía, las miradas encendidas parecían poder acabar por si solas con su enemigo... Miranda alzo la rodilla impulsando una patada que Kiki esquivo, ambos quedaron a solo unos pasos de distancia, enseguida volvieron a la carga lanzando sus mejores golpes mientras las demás mujeres se aprestaban para apoyar si la situación se salía de control... aunque lo cierto era que de todas las que se encontraban ahí, solo Miranda había podido hacerle frente al hombre...

¡EXPLOSIÓN DE ESTRELLAS! — grito Kiki expulsando una gran cantidad de energía en un ataque muy similar al de Mu de Aries —

¡DESTRUCTOR ESTELAR! — rugió la chica por su parte —

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Un lejano resplandor se aprecio desde el templo de Athenea, pero así como este había surgido, desapareció sin que nadie lo notara. Los santos dorados descendían ya las escalinatas hacia la cámara del maestro, sin poder salir aun de su asombro y tristeza... Mu se detuvo en el primer escalón, antes de comenzar a bajar volvió el rostro en dirección donde había surgido el ignorado resplandor, y aunque ahora todo estaba en aparente calma pudo sentir un cosmos extremadamente familiar... frunció el seño, haciéndole caso por primera vez a la rara sensación que lo inundo desde que despertara en el templo de Aries... algo estaba mal... y esa energía que había sentido solo se lo confirmaba...

¿Mu? — pregunto Aldebarán deteniendo también sus pasos, pero Aries estaba demasiado concentrado para prestarle atención, su expresión era una combinación de emociones — Mu ¿qué pasa? — insistió sin recibir respuesta —

Aldebarán... dense prisa... — le apremio Saga regresando por los guardianes de las primeras dos casas — Mu...vamos aun tenemos mucho que discutir...

¡Vamos Mu! No podemos perder tiempo ahora, el maestro tiene aun mucho que explicarnos — dijo Tauro subiendo las escaleras para tomar a Mu del brazo y hacerlo caminar al fin, pero cuando estaba a casi nada de tocarlo, Aries simplemente desapareció dejando a sus dos compañeros completamente extrañados— ¡Mu a donde fuiste!... ¡vuelve acá y dinos que pasa!...

�¡Qué rayos hace¡A donde se ha ido? — exclamo Saga corriendo hasta llegar junto al otro que aun tenía la mano en la misma posición en la que pretendía sujetar a Mu... — esto no me gusta nada... — agrego con fastidio —

A mi tampoco Saga... ese carnero ha estado demasiado extraño desde que despertó... hay algo en la actitud de Mu que no me cuadra... — dijo tratando de rastrear su cosmo, pero tal pareciese que al santo de Aries se lo había tragado la tierra... —

Como sea Aldebarán, tenemos que encontrarlo, algo no esta bien ¿qué digo¡todo esta mal! — se lamentó mirando nuevamente el muro de roca con el testamento de su diosa —

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Pequeñas nubecillas de humo se elevaban hacia el cielo disipándose lentamente... Kiki respiraba agitadamente, el golpe le había arrastrado varios pasos hacia atrás dejando las huellas en la tierra, aun estaba en la posición en la que había detenido el ataque con las manos desnudas, sorprendentemente aquella chica loca no era una guerrera cualquiera, era la mas fuerte que él había conocido hasta ese momento, incluyendo a Shaina y a Marín...

Miranda no estaba en mejores condiciones, sus manos presentaban las mismas quemaduras que el pelirrojo, delante de ella se podían apreciar los dos surcos que habían hecho sus pies cuando atrapo el ken de Kiki.

¡Que... suerte... tienen... los... renacuajos...! — dijo tratando de normalizar su respiración, una sonrisa sarcástica apareció en sus labios, la cual fue correspondida—

Hace falta mas que un truco barato de feria para vencerme bruja... no lo vas a tener fácil... — le aseguro Kiki mientras su pecho comenzaba a marcar un ritmo respiratorio mas pausado —

El reloj de la torre crujió anunciando algo, Kiki y Mirando voltearon a verlo, los doce fuegos seguían intactos...

¿Qué demonios pasa aquí¿por qué están encendidos los fuegos de las doce casa? — dijo el chico completamente confundido —

Miranda interpreto aquel comentario como mejor le pareció, confirmando según ella que el muchacho pelirrojo era un enemigo... pronto atacarían las doce casas para llevarse el tesoro de Urania, así que no podía perder mas tiempo jugando...

¡Ya me harte de ti RENACUAJO intruso!... — exclamo Miranda invocando su cosmoenergía, sus compañeras retrocedieron unos cuantos pasos y Kiki volvió a concentrarse en el encuentro que aun no había finalizado —

Lo mismo digo ¡BRUJA! — grito explotando todo su cosmos para ejecutar una de sus mejores técnicas —

¡TORMENTA GALÁCTICA! —

¡REVOLUCIÓN DE POLVO DE ESTRELLAS! —

Ambas descargas salieron expulsadas con gran fuerza rebanando parte del terreno, desprendiendo flamas que parecían abrazarlo todo... Kiki se afianzo al suelo impulsando cada vez mas su ataque tal como hacía Miranda, aquello generaría una colisión peor que la última...

Crystal Wall —

Shadows Eye —..

Capitulo Décimo Los Santos de Athenea

Segunda Parte

Promesas y Sacrificios...

Fler apoyo su mano en el marco de la ventana, a fuera la tormenta cerraba el paisaje, la nieve lo inundaba todo y con ello el Valhala se hacia impenetrable, pero en realidad la chica no buscaba nada fuera del imponente palacio, era simplemente un impulso, solía hacerlo desde hacía una semana, los siete días mas infernales de su vida pensaba la chica, aun mucho peores que aquellos que siguieron a la muerte de su adorado Hagen...

Estaba desolada, afligida, cansada y completamente abstraída en sus penas y pensamientos, los sirvientes del palacio la miraban deambular por todos los rincones como si fuese un fantasma, y la verdad es que poco le faltaba para serlo, aquella semana de pesadilla estaba acabando poco a poco con ella, con la esperanza de ver aparecer a su hermana por la puerta principal de castillo... pero sabía perfectamente que aquello era un deseo imposible, que no habría dios que la ayudase, Hilda se marchó para no regresar jamás... no con vida... sus ojos se nublaron por las lagrimas, sus puños se cerraron en una reacción de ira contenida, en un arranque más de desesperación e impotencia, muy impropio de la dulce Fler pero característico desde hacia siete días en ella, camino hacia el responsable de sus... sin que nadie pudiera detenerla, las suplicas de los sirvientes quedaron lejos de sus oidos cuando cruzó las enormes puertas que conducían a aquella enorme explanada la chica encamino sus pasos hacia la monumental estatua de Odín, desafiante y resuelta enfrento la tormenta, ya nada le importaba, estaba completamente enfurecida ¿cómo se atrevía aquel dios a hacerle eso? Pudo haberle pedido cualquier cosa, incluso la vida misma pero aquello... lo había hecho con su hermana simplemente no tenía perdón, no le importaba que fuese un Dios, el dios que ella aprendiera a venerar desde pequeña, por el cual era una princesa, un miembro de la distinguida casa Real de Asgard...

¡Maldita sea la hora en que elegiste a mi hermana¡Nunca estuviste para ella cuando cayo presa del anillo maldito¡Fue Athenea y sus santos quienes tuvieron que salvarla¡Pero parece que eso a ti no te importa¡Maldito seas Odín¡Maldito seas¡Lo que haces con Hilda no tiene perdón¡Por qué te ensañas con nosotros¡A caso nunca es suficiente?

La tormenta arrecio, su furia parecía ser la respuesta a las blasfemias de la joven pero eso no bastaría para aplacar a Fler, ella necesitaba una explicación, Hilda era su única familia... y ahora no tendría nada...

¡Responde! — grito llorando mientras las fuerzas la abandonaban y su cuerpo caía de rodillas sobre las lustradas baldosas — responde maldita sea... por lo menos dime que hicimos para merecer esto, para que le hagas esto a ella...

El cielo crujió estruendosamente sobrepasando por mucho el clamor de la borrasca, que fue disminuyendo lentamente Fler alzó la vista fijándola en el rostro deforme del dios nórdico, su estatua lucia el parche sobre la cuenca del ojo izquierdo que había dado al guardián Mime a cambio de dejarle beber un poco del manantial de la sabiduría, con lo cual Odín se volvió mas sabio y mas justo, cosa que para la princesa de cabellos rubios parecía no suceder... no entendía los motivos del dios para hacer con su hermana la crueldad mas grande que hubiese visto o recordara cualquier habitante de Asgard...

El llanto de Fler corría sin freno, su amargura estaba al limite, llenaba cada fibra de su ser... de pronto sus ojos contemplaron incrédulos un poderoso resplandor que descendía del cielo donde las nubes se abrían a su paso...

No... no es cierto... esto es imposible... — balbuceo impactada — los siete zafiros de Odín han aparecido... ¿por qué? — atino a decir cuando distinguió el origen del intenso brillo... —

Las gemas habían llegado hasta el cinturón de la estatua incrustándose en este, después el resplandor desapareció dejando a Fler aun mas confusa...

Ser el representante de un Dios en esta tierra nunca ha sido fácil princesa... hay que renunciar a muchas cosas, romper promesas, hacer otras, sacrificar incluso la vida, el amor... cuando la seguridad de todo lo que existe en este planeta y mas allá de las estrellas lo exige...

No pudo voltear, la hermana de Hilda simplemente no pudo vencer el temor que esa voz le infundía a pesar de sonar amable y comprensiva...

Princesa Fler... por favor... Odín nunca lastimaría a su gente, él vela con su hermana por la paz y el equilibrio de este mundo, y al igual que la señorita Hilda, lo dará todo con tal de que el mal no se propague en esta tierra... — le dijo otra voz delante de ella, pero Fler no se atrevía siquiera a levantar la mirada del piso donde la había refugiado al sentir la segunda presencia — no permitirán que muera gente inocente...

Haciendo acopio de todas sus fuerzas, incluso de todo el odio y el dolor que sentía Fler alzo rostro lentamente, recorriendo centímetro a centímetro cada detalle de la persona que se arrodillara frente a ella, sus hermosas y finas vestiduras, el peto, la capa, las botas de piel y los herrajes de oro, el rubí del ceñido cinturón, el emblema en la empuñadura de la espada... Fler se estremeció horrorizada, ahora entendía por qué Odín no contestaría ninguna de su suplicas...

¡Por todos los cielos! — exclamo juntando las manos sobre su pecho en un acto reflejo, los rizos rojizos enmarcaban un rostro perfecto, sublime, la tiara en su frente amplia y lisa, su gesto amable y las pupilas ocres en las que parecía arder el mismo fuego del sol al atardecer — ¡No¡No es cierto�¡NO!

Princesa... Odín sabe de su dolor... daría lo que fuera por que este enorme e injusto sacrificio no fuese necesario, Hilda menos que nadie merece algo así... — le dijo tomando con una mano el mentón de la chica y hacerle levantar el rostro... y por un segundo, solo por un segundo, creyó ver que Fler lloraba lagrimas de sangre —

Ahora lo entiendo... ahora lo sé... "esta tierra quedara marchita, se secara la madre tierra y devorara a todo aquel que habite sobre ella..." Odín no puede permitirlo — susurro la hermana de Hilda como una autómata... recitando parte de las profecías del Rin —

Ya ha comenzado... incluso la diosa Athenea ha derramado ya su sangre... — dijo la persona que ahora le ayudaba a levantarse —

Y daremos hasta la ultima gota de la nuestra para lograr vencer... la señorita Hilda, no hará esto en vano princesa... nos va la vida en ello... — agregó la otra a sus espaldas... —

Han venido por ella ¿cierto? Ahora la necesita... la portara finalmente... — pregunto Fler alejándose unos pasos mirando la estatua, el brillo blanquecino comenzaba a emanar de nuevo del cinturón y la frente —

Si... no hay mas tiempo, estamos en el final de este... dejara de existir... — fue la respuesta —

Fler junto sus manos entrelazándolas fuertemente, cerró los ojos y comenzó a orar con toda su alma... ante la estatua...

Princesa...

Díganme que tengo que hacer... — pidió con el tono mas tranquilo y sereno que le salió del corazón... ahora sabía de donde sacaba tan tremendo temple su hermana... y la admiraba aun más por ello... la dos figuras a su espalda se inclinaron apoyando una rodilla en el piso en señal de reverencia —

Pelearemos por una esperanza Princesa... por que exista un mañana... y en ese futuro, Odín necesita que su casta permanezca... la oración de los hielos eternos no debe ser abandonada...

Lo entiendo... pase lo que pase, permaneceré con vida... Odín mantendrá la descendencia de su casta, resistiré lo que sea... aunque sea esto lo único que pueda hacer...

No es poco su alteza... no hay labor pequeña en este momento...

La armadura de Odín apareció frente a Fler en esos momentos radiante, tal y como la había visto cuando la uso el santo de Pegaso...

Llévenla pronto al guerrero que ya ha probado ser merecedor de ella... ¡de prisa! — exclamo la princesa sin mirarles, sus manos seguían en la posición del rezo mientras veía descender la armadura... que se esfumo repentinamente antes de tocar el piso... —

Así será su alteza... bendita sea princesa Fler... — respondieron al unísono... disponiéndose a marchar... sus pasos se dejaron oír en la explanada, la tormenta desde hacia varios minutos había cesado por completo... —

¡Valkirias! — las llamo Fler, ambas mujeres detuvieron sus pasos y volvieron el rostro hacia ella... pero la joven les seguía dando la espalda... — díganle a mi hermana que la amo...

Y tras esto, el silencio se apodero del lugar... mientras las lagrimas de Fler volvían a brotar y reanudaba la labor de sus rezos...