The Cat and The Dog
YuGiOh! – The Pet of Horror
by Kaede Sakuragi
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Nota Principal – CAMPAÑA:No permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Entre más luchemos, más saldremos adelante. Kaede Sakuragi adherida a esta propuesta. Gracias, Katrinna Le Fay, por prestar tus palabras, y que seamos varios en gritarlas.
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Era un día sábado por la tarde, había terminado de trabajar, realmente necesitaba vacaciones, su cuerpo lo pedía a gritos. Mientras conducía su auto verde con francas blancas, movía su cuello, haciéndolo sonar tratando de aliviar un poco la tensión de los músculos. Una sonrisa leve apareció en sus labios, cuando recordó las palabras de aquel dueño de la tienda de mascotas. " Si lo fuerza, se quedara duro". Suspiro cansado, miro el semáforo, estaba detenido en la esquina de la pastelería del barrio chino, su sonrisa se hizo mas pronunciada. Compraría un pastel para tomar el té.
La tienda estaba situada en China Town, en un lugar comercial, ubicado en una de las avenidas. Se bajaba por una gran escalera, hasta las puertas de madera con motivos chinos. Ni siquiera golpeo, solo entró. El Detective Orcot se sabía de memoria aquel recorrido hasta la pequeña sala del establecimiento. Fue recibido por la pequeña mascota extraña del Conde D, "Q-chan", y sabiendo los gusto de la misma, de la bolsa que llevaba, saco un pequeño pastelito de fresas con crema, y se lo dio, lo cual salió volando muy contento.
Miro detenidamente, buscando al chino, encontrándolo con unos clientes, cerca del escritorio donde él, siempre hacia firmar los contratos. Dio un suspiro de resignación, de seguro dentro de unos días, encontraría a los clientes muertos o con extrañas alucinaciones, y el Conde D, mostrando sus contratos y cláusulas rotas, saliendo impune de las acusaciones.
Dejo las cosas en la pequeña mesa, para luego ir a la cocina y preparar algo de té. Era extraño, pero ya se había hecho habitual esta rutina, hacia mas de tres años que lo conocía, y se habían vuelto muy buenos amigos, aunque interiormente, ese hombre, de cabello largo negro y de ojos bicolor, poseía una atracción que no podía explicar.
Cuando regreso a la sala, sonrió ante la escena. El conde no había esperado a su acompañante, y ya había degustado dos rebanadas de aquel pastel de crema de chocolate y frutas. Su favorito.
- Un día de estos, morirás de gula ... Conde – la vos era burlona, pero amable. Dejo la bandeja de Té, para que el otro la sirviera.
- Leon, amigo ... – dijo con su sensualidad – Si nada me ha matado hasta ahora ... tu crees que una simple torta lo haga ... – su sonrisa lleno el lugar, haciendo que los animales de la tienda hicieran un pequeño chillido, como las de las hienas, dando como afirmación a tal comentario.
- Nunca me acostumbrare a eso ... – murmuro el detective al sonido de las bestias, mientras tomaba la taza que le ofrecía el otro. Solo escucho una sonrisa leve que salió de aquellos labios rojos, su vista se fijo en ellos, para luego observar su cheongsam, era de color negro y blanco, con motivos animales, los cuales parecían un perro y un gato mirándose a la cara.
- Algo interesante, Detective? – las mejillas de aquel muchacho rubio, de cabello largo, se tornaron rojas. Para luego toser disimuladamente, mientras veía al otro con una enorme sonrisa.
- Me preguntaba ... que había sucedido con aquellos dos animales que le vendiste al joven Japonés ... de Cuidad Domino ... – levanto su ceja, antes de seguir hablando - ... Pues eso fue hace mas de dos meses y aun no he escuchado alguna noticia sobre la tragedia ... – vio que los ojos del dueño de la tienda, dieron un pequeño destello cristalino - ... O si sucedió y no me he enterado ... – dijo despacio, temiendo lo peor.
Recordaba ese muchacho, era mas o menos de dieciséis años, cabello negro largo, y de unos ojos azules como el cielo. Había llegado hasta allí, porque alguien le había comentado que las mascotas de aquel lugar eran especiales.
- "D" ... dígame que sucedió ... – vio como el conde suspiro con tristeza, para luego mirarlo con una sonrisa en sus pequeños labios.
- En realidad ... no sucedió nada ... Leon ... – y antes que lo interrumpiera prosiguió - ... En lo que llevo como dueño de esta tienda, nunca pensé ver a dos de mis mejores mascotas cambiar tanto ... – el detective lo observó curioso, pero supo callar.
El Conde D, se había acomodado en su sillón favorito, para empezar a relatarla la historia de aquellos dos animales.
Dos meses antes ...El día se levantaba mostrando que a lo largo de la jornada seria caluroso. La limosina negra, recorría las calles de aquella cuidad extranjera, hasta llegar a un barrio típico chino. Aparcando frente a una tienda en particular, dos hombres de negro y un joven muchacho bajaron de ella, caminando por la larga escalera que poseía esta, hasta llegar el final.
El aire era raro, denso, pero el muchacho estaba tranquilo, por lo cual busco curioso entre las distintas jaulas y vitrinas una mascota perfecta. El joven dueño, apareció despacio con su sonrisa calidad y sus ojos relucientes de picardía.
- Que puedo ayudarlo? - su vos era tan suave que hasta el niño se sonrojo al mirarlo y perderse en sus ojos bi color.
- Una mascota, la mejor de todas ... principalmente que sea un gato, me gustan mucho y además pueden estar dentro de la casa ... - sus ojos se fijaron en los dos hombres que estaban detrás de él, mirándolo atentamente - ... Es lo menos lo que puedo tener por el momento - dijo tristemente pero aun así con una sonrisa. El Conde D, lo miro detenidamente, para luego girarse y ver las distintas jaulas, que a pesar de estar en penumbras la sabia que había en cada una de ellas.
Un pequeño maullido llamo la atención de todos, el muchacho salió corriendo en busca de aquel sonido que tanto le agradaba. No supo como, pero "D" se había sorprendido de la agilidad que tenia ese niño, para ir entre las jaulas y animales del lugar.
- Buen gusto ... muchacho ... - dijo despacio, acercándose, y tomando un hermoso gato adulto, negro como la noche y de poderosos ojos azules como el cielo, que el jovencito había encontrado.
- Me lo llevo ... - le dijo entusiasmado, mientras trataba de arrebatárselo de los brazos, pero el conde no se lo permitía.
- Entregue el gato ... Señor ... El Joven amo ha elegido ese como su mascota - hablo por primera vez uno de los hombres que lo acompañaban.
- Lamento decirle ... pero este en particular no esta a la venta ... - la vos del dueño de la tienda, fue seria, y algo fría, mientras miraba a los guardaespaldas.
- Lo quiero ... – repitió caprichoso el muchacho, mientras trataba de tomar el gato de los brazos del Conde, pero sorpresivamente, el gruñido detrás de él, alerto a los guardias sacando sus armas.
- No! Jounouchi! Quieto...! - el joven chino se interpuso entre los visitantes y un gran Labrador Dorado, que mostraba un semblante amenazador - ... Quieto! ... toma ... te lo devuelvo ... - "D" dejo en gato en el suelo, quien lentamente se fue acercando al perro y empezó a refregarse entre las patas de este. Como reacción, el Labrador Dorado, lamió su cabeza en señal de cariño.
- Debería atar a ese perro ... Podría atacar a alguien ... - uno de los hombres hablo.
- Debería hacerlos arrestar por sacar armas en mi tienda ... podrían matar a alguien ... - El conde se dio giro, mirándolos seriamente, hasta disgustado se podría decir. Los hombres bufaron guardando las armas, para luego tomar al muchacho y sacarlo de allí.
- No! No! No quiero irme ... aun ... - protesto mientras era arrastrado, forcejeando y tratando de liberarse del agarre.
El gruñido nuevamente, se escucho un poco mas fuerte. El gran perro dorado, estaba situado frente a ellos en posición de ataque.
- Llame al perro ... o tendré que defenderme ... - el hombre que sujetaba al muchacho saco nuevamente su arma apuntando al animal.
- Alto Ahí ! Policía! Baje su arma! - a un costado de ellos, el Detective Orcot, aparecía, y apuntaba a los hombres, ya que estos estaban armados y parecían amenazar con ellas.
- No malinterprete ... Somos guardaespaldas del Amo Kaiba ... - dijo uno de ellos sin dejar de apuntar al perro - Pero ese animal nos esta amenazando, si no lo detienen disparare - dijo con vos ruda.
El ambiente se volvió tenso por un momento, hasta que la vos del propietario de la tienda se escucho.
- Podrá llevarse el gato, con la condición de que también se lleva al perro .. Señoriíto Kaiba ... - el pelinegro abrió sus ojos sorprendidos, para luego sonreír.
- No ...! No llevaremos a esa bestia, podría atacar a cualquier persona ... - protesto el otro hombre que lo miro detenidamente a "D".
- Entonces diré a mi Padre que ustedes amenazaron a un policía con sus armas, por que un perro los enfrento ... Claro esta, que yo impondré la denuncia con este detective aquí presente, y la palabra mía pesa mucho mas que las de ustedes ante los abogados de mi padre ...- el muchacho pelinegro sentencio burlescamente, mientras sus ojos azules centellaron felizmente. Los hombres no dijeron nada, y aceptaron la orden. Igual, cuando llegaran a la mansión, el perro seria encerrado y de allí sacrificado.
El contrato fue echo en el momento, dando las advertencias respectivas a las cláusulas previstas, donde se detallaba como la primera, de que el gato era adquirido con el perro, y que bajo ninguna circunstancia podría revocar tal acción; la segunda era algo simple, que lo tomo gustoso, donde ambos animales deberían estar juntos y no ser separados. La ultima cláusula fue algo rara, pero a los hombres no les intereso. El pelinegro curioso, pregunto ante tal condición, hasta el detective que estaba presente, sorprendió su respuesta. " Solo a su debido tiempo, se revelara la respuesta".
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La limosina viajaba por la ruta hacia la Cuidad Domino, en los brazos del muchacho iba el gato dormido por las caricias que le proporcionaba, mientras el perro miraba por la ventana atentamente el camino. Sus ojos color miel, se posaron luego en la figura de su nuevo amo, un muchacho de complexión pequeña, de cabellos largos negros y de ojos igual que el gato, sus dedos finos denotaban un poco falta de trabajo físico, y su piel blanca demuestra lo poco que aquel disfruta del sol y el aire puro.
Escudriño un poco más el auto en que iban, era largo, con muchos sistemas de protección, demasiados botones en un costado. Gruño despacio, cuando miro detenidamente al guarda espalda que los acompañaba, era el típico hombre con aspecto de gangster, anteojos negros, su cabello corto, relucía en consecuencia de algún pegote para el pelo. Su vista melada se fijo en el chofer, un tipo joven, podía deducir, que manejaba el vehículo como si fuera uno compacto y de motor potente, con solo mirarlo un poco, pudo determinar que era un excelente conductor. El acompañante, era el que lo había apuntado, el gruñido salió sin querer de entre sus dientes, llamando la atención cosa que a los guarda espalda no les gusto.
- Que sucede? Jonouchi ... – la vos de su joven amo, hizo girar su cabeza para ser acariciada, mientras movía la cola afectuosamente. El otro solo sonrió – No te preocupes, ya estamos por llegar, no te pongas nervioso por estar aquí ... Ya veras que cuando veas el parque, te encantara ... – ladro en forma afirmativa, mientras veía que el gato lo miraba entrecerrando los ojos.
Aparto su cabeza, de la mano del amo, para luego mirar hacia la ventana, como venia haciéndolo desde un principio.
Cuando la limosina disminuyo la marcha, ambos animales, curiosamente, se sentaron junto a la ventana para observar los grandes jardines que se levantaban a su paso. El pelinegro los miro curioso, con una gran sonrisa, esas dos mascotas no eran comunes. La puerta se abrió, y fue el primero en salir, recibido por el mayordomo de la casa.
- Amo Mokuba ... bienvenido – un hombre ya canoso, de aspecto humilde y de una reconfortante sonrisa, hizo una reverencia, mientras dos chicas hacían lo mismo detrás de este.
- Buenos días ... James ... – sonrió amablemente.
- Encontró lo que buscaba en China Town? – pregunto con confianza, mientras ignoraba a los otros dos hombres que lo acompañaban.
- Si ... – contesto feliz - ... he traído al gato más hermoso que pude haber visto ... – instintivamente se volteo y se abalanzó dentro de la limosina, para luego sacar algo grande y de color negro - ... Se llama Seth ... el dueño de la tienda me dijo que era especial ... Había pertenecido a un sacerdote egipcio ... y que era único en su raza ... – el gato estaba recostado sobre el pecho del muchacho, mirando a las personas con ojo critico, mientras su cola se movía muy despacio.
- Oh! Que Hermoso animal! – una de las empleadas que estaba allí, se acerco para admirarlo y poder tocarlo, pero el gruñido detrás de ellos, la asusto retrocediendo rápidamente.
- Jonouchi! – Mokuba regañó - ... Ellas son buenas, no le pasara nada a Seth! – el gran labrador, camino despacio, con su mirada de desconfianza, hasta las empleadas, para luego olfatearlas, aceptando su aroma como alguien inofensivo. El perro se alejo de ellas para luego situarse al lado del pelinegro, y allí sentarse con la cabeza en alta – Buen chico ... – le dijo su amo, mientras le acariciaba su cabeza.
- Ese perro es peligroso ... no debió haberlo traído ... Señoriíto Kaiba ... – uno de guardias hablo, mientras sacaba de su bolsillo una correa. Lo cual el animal empezó a gruñir, pero antes que dijera algo alguien, el gato salto a su cara, arañándolo, haciéndolo trastrabillar, cayendo sobre un charco de lodo que había cerca de unas plantas.
Para asombro de todos, la imagen que veían era algo irracional. El perro aun estaba en posición de ataque, mientras el gato se situaba entre sus patas, con toda su cola erizada. Clara señal que aquel hombre no les caía bien.
- No vuelvas a tratar de hacerles algo ... – la vos de joven amo, se escucho seria y fría. Sus ojos centellaron fulminantes - ... Te lo dije ... y te lo repetiré ... Jonouchi se queda ... Me acompañara a donde sea ... Te guste o no ... El mismo Conde "D" me dijo que era un perro guardián, para uso personal ... – tomo al gato y lo tranquilizo contra su pecho - ... La próxima vez que quieras lazarlo, no impediré que te ataque ... – Mokuba se giro, subiendo las escaleras de piedra y desapareciendo detrás de la puerta principal de la casa. El perro fue el único que se giro para mirar al hombre tirado aun en el suelo, desafiando en forma de burla su comportamiento.
La sala principal estaba cubierta por cortinas de terciopelo rojo, mármoles de color negro, blanco y salmón; de la entrada hasta una gran escalera que subía hasta un primer piso, se hallaba extendida una alfombra de color azul oscuro. El perro olfateo el ambiente, mientras trataba de memorizar cada cosa en ese lugar; por otro lado, el gato observaba detenidamente el techo, como las arañas de cristal caían sobre sus cabeza, deteniéndose a unos cuantos metros. Mokuba sonrió satisfecho, eran animales curiosos, y además inteligentes. Estaba por subir corriendo hasta el primer piso, cuando alguien lo llamo desde uno de los pasillos.
- Joven Kaiba ... – el sonido de los pasos eran lentos y pausados, los animales se tensaron al sentir la presencia de aquel sujeto acercándoseles – Veo que al fin a podido conseguir una mascota ... – sus ojos amarillos se posaron en la criatura que estaba al lado del pelinegro, mostrando sus colmillos, haciendo relucir sus avellanas - ... Hermoso guardián ... – dijo con una sonrisa, mientras se detenía a medio camino - ... Su padre ha llegado temprano, y desea verlo inmediatamente – el porte de aquel hombre castaño era varonil, y serio. Pero aun así, el aura de misterio lo rodeaba.
- Dígale que iré enseguida ... Señor Muraki ... – el ojiazul sonó rudo y frió, cosa que causo gracia al otro.
- Se lo diré ... Joven Kaiba ... – hizo una reverencia, para luego desaparecer por el mismo pasillo, detrás de la gran puerta del estudio.
Suspiro desganado, apretó inconscientemente al gato, mientras subía corriendo las escaleras, azotando la puerta de su cuarto, al cerrarla y estar dentro de este, a salvo. Su corazón palpitaba abruptamente, mientras se deslizaba hasta el suelo, mientas ambos animales lo miraban curioso.
- Parezco loco ... verdad? – comento irónicamente, a ambas mascotas - ... No soporto a ese tipo ... – se cubrió su rostro con ambas manos mientras trataba de calmarse. Sintió algo áspero y húmedo en su mejilla, sonrió al encontrar los enormes ojos azules de aquel gato egipcio - ... Ustedes serán mi salvación ... no quiero que ninguno se separa de mí ... no sé porque ... pero ... – hizo una pausa mientras se acercaba al perro con el gato entre sus manos, abrazándolos desesperadamente - ... ustedes me dan la suficiente fuerza que he estado buscando para seguir adelante ... – pequeñas lagrimas salieron de sus ojos, mojándolos.
Lo que no pudo observar entre ese par de criaturas, fueron sus miradas, y la aceptación de una promesa ante aquel muchacho de los ojos color cielo.
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La gran biblioteca estaba casi en penumbras, apenas las cortinas dejaban entrar el atardecer próximo. Frente a un escritorio de roble negro, sobre un sillón de cuero del mismo color, estaba el dueño de la Corporación Kaiba, con el seño fruncido, el habano cubano se estaba consumiendo lentamente, mientras leía unos papeles. Sus cabellos canosos, caían despreocupados sobre su rostro, apenas mostrando sus ojos grises.
Su mano derecha, Tatsumi Muraki, lo observaba silenciosamente, mientras esperaba algún comentario sobre las acciones tomadas por la competencia. Esperaba paciente, mirando el reloj antiguo que se encontraba a un lado la ventana, del otro lado de la gran habitación. Pero el sonido de una tos muy fuerte y violenta, llamo su atención, acercándose velozmente hasta su Jefe, que parecía que se estaba ahogando. Toco el timbre de la servidumbre, mientras recostaba al hombre en el suelo y soltaba su corbata rápidamente.
Una de las empleadas entro como siempre, pero el grito que dio, alerto a toda la casa que algo estaba mal.
Mokuba, bajo rápidamente hasta el estudio, pero alguien lo sujeto de los brazos impidiéndole acercársele. El chofer lo miraba detenidamente, mientras lo alejaba. Protesto, regaño hasta grito, pero nada pudo hacer.
La ambulancia llego a los minutos ... todo había sucedido rápidamente.
El sol parecía que deslumbraba con su luz; los sauces y algarrobos se mesian con el viento desprendiendo un aroma peculiar. El cementerio parecía algo vació, solo la servidumbre de la casa, algunos amigos, socios, estaban reunidos, frente a la fosa; el pequeño pelinegro, y único heredero de la familia Kaiba a un lado de esta, acompañado por el gran Labrador Dorado, y debajo del mismo, entre sus patas, El Siames Egipcio negro. Los tres poseían un porte serio, elegante y maduro ante la situación que se estaba dando en ese momento. El sacerdote termino de bendecir los restos de su padre, para tomar la mano y darle su pésame y la tranquilidad de que su amable alma, estaba con su madre.
Su padre había sufrido un ataque del corazón, algo común en las personas de su edad, y fumadoras como lo era él.
No hubo lagrimas, ni miradas tristes, nada que pudiera decir que había dolor en ese niño, ahora adulto a la fuerza. Sus ropas negras se mezclaban con sus cabellos, mientras el viento hacia bailar los pétalos de las flores de las coronas, que se desprendían una a una, dándole el toque de primavera.
La gente fue dando su saludo, para luego ir retirándose del terreno de aquel lugar privado, dentro de la gran mansión. Solo quedaron el chofer, el mayordomo, dos sirvientas y aquel hombre que legalmente era el tutor de niño.
Tatsumi Muraki se acerco lentamente, estirando su mano, para apoyarla en su hombro, pero el gruñido del perro se lo impidió. El hombre sonrió, mucho mas ampliamente de lo que lo hacia, para luego acercársele lo suficiente y susurrarle algo para que Mokuba escuchara.
- Dentro de tres días, vendré a la mansión para instalarme como en el testamento dice ... – el pelinegro lo miro con furia, haciendo sonreír maliciosamente al otro – Tres días ... – se dio la vuelta, y se alejo de allí en su deportivo rojo.
Mokuba apretó sus manos, en forma de disgusto. Buscaría una solución, y se libraría de aquel sujeto. Sabia que era un maldito aprovechado, pero eso no se quedaría así, encontraría la carta personal que su padre había dejado para cualquier emergencia, y solo tenia tres días para presentarla a los buitres empresariales que tenia como socios en la empresa Kaiba. Con solo recordarlo, y sumado a su angustia grito con toda su alma, en aquel cementerio.
Flash BackEstaba la Corporación Kaiba, al otro día de la muerte de su padre. Por una directiva de la misma, debían asistir no solo los abogados de la familia, si no de la misma empresa. Seria leído parte del testamento, el cual se haría al pie de la letra, para poder seguir con el transcurso de los negocios. Lo había predispuesto su padre si moría repentinamente.
Aquel documento, estaba echo por tres partes. La primera, era los arreglos funerarios, tutor y presidente sustituto hasta que todo volviera a regirse con calma. Los puntos puestos en esa parte, eran simples, salvo por aquel que dejaba a disposición de todos los bienes al tutor legal del hijo menor. Mokuba se levanto abruptamente, cuando escucho el nombre de Tatsumi Muraki.
- No puede ser! Mi padre no quería dejar los bienes bajo ningún nombre que no sea de la familia! O por lo menos en los abogados de confianza! – el pelinegro estaba desconcertado, y furioso.
- Jovencito... compórtese ... esta ante un juez ...! - uno de los cinco grandes, un burócrata aprovechado, llamo su atención, mientras sonreía de costado.
- Lucio ... Dime que no es verdad! – siguió gritando ofuscado, mientras miraba a su abogado, pidiendo la explicación de aquel fatal error.
- Lo siento ... – dijo molesto, mientras arrojaba una carpeta sobre la mesa – Los documentos parecen legales ... y es la firma de tu padre ... todo eso es legal ... – la carpeta llego hasta donde estaba sentado Muraki, quien sonreía descaradamente.
- MENTIRA! – el pelinegro grito, lo cual uno de los ejecutivos hizo señas a unos guardias que se encontraban allí, para que lo sujetaran, estaba molesto y se veía que en cualquier momento se les abalanzaba para atacarlos.
- Señoriíto Kaiba ... o se comporta o lo sacamos de esta reunión ... – el abogado de Muraki hablo de forma desagradable, como provocándolo. Cosa que al ojiazul lo tomo como una invitación a partirle la cara ... pero en el mismo momento que estaba por hacerlo, la puerta del salón de juntas se abrió abruptamente, sorprendiendo y asustando a la mayoría de los que se encontraban allí.
Un muchacho alto, vestido de negro, era arrastrado por un perro, el cual seguía desesperadamente a un gato. Los ojos verdes del muchacho, mostraban algo de culpa, quiso dar una explicación, pero fue sujetado bruscamente por dos guardias, que intentaron salarlo a la fuerza, lo que no previnieron que el perro se diera vuela y mostrara sus colmillos intimidándolos.
- Pero que demonios es esto? ... – uno de los ejecutivos se levanto rápidamente, asustado por aquella bestia.
- Lo siento amo Mokuba ... pero no pude retenerlos en el auto ... – aquel muchacho hablaba agitadamente, parecía como si hubiera corrido.
- ...No te preocupes Farel ... – el pelinegro respondió tristemente, lo cual, solo hizo un gesto con las manos, sobre su pecho, dándose golpecitos, para que ambos animales reaccionaran y se fueran contra el, cariñosamente. Por un momento, todo fue irreal, aquel gran labrador dorado, lamía el rostro del muchacho, mientras que el gato negro se refregaba contra su cuello, ronroneando dulcemente.
- Esto es inaudito! – dijo en vos alta uno.
- Cómo dejan pasar animales ... Seguridad! Échelos a la calle! – dijo otro.
- Señoriíto Kaiba, esto es una reunión seria, no es momento de jugar con estos animales ... Que alguien los saque inmediatamente! – otro de los cinco grandes, hablo disgustado. Los guardias del lugar entraron rápidamente, sujetando aquel muchacho de ojos verdes que había llevado los animales. Otro con unas cadenas, iban a tomar al perro cuando este se giro y mostró sus colmillos ferozmente. Los presentes se asustaron, por lo cual retrocedieron, para darles a los de seguridad mas espacio.
- El que se atreva a tocarlos ... yo mismo me cercioraré que los despidan y no vuelvan a trabajar nunca mas en Cuidad Domino! – la vos de Mokuba salió fría, y temperamental, cosa que asusto a los guardias.
- No puede dar ordenes ...! – uno de los hombres mas gordos hablo molesto. Pero antes que pudiera decir algo, el abogado del pelinegro hablo.
- La cláusula principal del testamento pre funerario, especifica bien, que sus herederos podrán disponer de todo lo que el apellido Kaiba tenga en a disposición. Luego del entierro de Gozaburo Kaiba, pasados los tres días luego de esa fecha, los arreglos serán hechos, para que el Tutor legal sea responsable de todo, hasta que el mayor de los hijos cumpla los 18 años. Salvo, por una orden de ultima instancias después de realizado el presente testamento, y no se pueda cambiar hasta pasado el año de plazo. La carta deberá contener los puntos específicos que se cambiaran en dicho testamento, pero solo se tomara en cuenta, se es de puño y letra del difunto Gozaburo Kaiba – Lucio termino de leer uno de los párrafos de las distintas cláusulas que poseía el testamento.
El silencio se volvió incomodo, por lo cual, el abogado siguió hablando.
- El entierro ya esta programado para mañana domingo, al mediodía. El Señor Mokuba Kaiba, será dueño de todos los bienes, y dispondrá de ellos como le plazca, hasta el miércoles al medio día. Después de allí, el señor Muraki asumirá el cargo de Tutor legal de todo ... – mirando a los guardias que aun estaban allí, desconcertados y algo indecisos – Por lo cual, si mi cliente dice que los despedirá, tiene todo el derecho de hacerlo ... Si el quiere que sus mascotas estén presentes, no pueden hacer absolutamente nada para impedírselo ... – girándose nuevamente para los cinco grandes - ... A partir de ahora, La primera parte del Testamento se rige ... hasta el jueves, ustedes no pueden reclamar ni hacer nada en esta compañía ... Sin autorización del Señor Kaiba ...- mirando al abogado y al juez que se encontraban allí - ... Yo creo que esta todo dicho ... si me disculpan ... – tomo unos folios, los guardo en su portafolio, e hizo señas al otro muchacho, para que se acercara - ... Farel, por favor, conduce al Joven Mokuba a la mansión ... – este solo asintió.
En absoluto silencio, el joven Kaiba salió acompañado pos sus dos mascotas, y el castaño, llegando por un ascensor privado hasta la chochera, y allí tomar la limosina.
Fin Flash BackTres días, era el plazo que tenia para poder conservar todo lo que poseía. Se apresuro para entrar en la mansión, y con unas simples ordenes, todo el personal de la casa, reviso detenidamente cada rincón de ella. Cada uno de ellos prefería tener como amo, al joven que vieron nacer y crecer, y no aquel sujeto que a muchos les daba mala espina.
Los animales también hacían su trabajo, el labrador buscaba en los rincones, como si pudiera captar algún compartimiento falso, mientras que el gato, trepaba por las bibliotecas, estantes, y lugares altos, donde quizás, había alguna pista de dicha carta. No había sido necesario ordenarles que buscaran, ya que al mismo tiempo que todos empezaron a hacerlo, como si tuvieran una personalidad propia, decidieron ayudar. La servidumbre estaba sorprendida, pero a la ves los veía como una bendición, las viejas mujeres contaban historias de paisanos, diciendo que las almas de los seres queridos, reencarnaban en animales para poder ayudar a los vivos que quedaron desprotegidos por su ausencia. Mokuba solo sonreía y agradecía a quien fuera por tales mascotas.
Ya era tarde, cuando los últimos se retiraron a descansar. El día lunes seria un día mas largo. El ojiazul debía presentarse en la empresa y allí, verificar cada una de las acciones, contratos y demás cosas, para estar al tanto de los negocios. Suspiro desganado, estaba acostado sobre el sofá de la sala, solo, curiosamente los animales habían desaparecido, luego de la cena, aunque no llamo mucho la atención, la naturaleza quizás los había llamado y era lógico que preferían estar afuera, en su hábitat salvaje.
- Joven Kaiba ... – la vos suave del chofer interrumpió sus pensamientos.
- Ya puedes irte a dormir ... Farel, mañana temprano partiremos a la corporación y no quiero que te duermas al volante – el tono cansado de su vos, pudo sonar como una simple broma, mientras se incorporaba, sentándose, refregándose sus ojos.
- Buenas noches ... Joven Kaiba ... – hizo una reverencia, y se giro dirigiéndose hasta la cocina, pero a medio camino se detuvo. Apenas se dio vuelta, para mirarlo, tenia una curiosidad, y creía que era el momento para preguntar. Giro sobre sus talones y volvió hasta donde estaba el ojiazul, quien lo miro intrigado - Sucede algo? – pregunto curioso.
- Puedo preguntarle algo ...? – contesto temeroso - ... Algo que leyó el señor Lucio, y llamo mi atención ... – la cara de Mokuba se mostraba fría, pero aun así, respondió despacio.
- Sabes que las cosas legales, no se pueden debatir si no son con los clientes y respectivos abogados ... – el muchacho de ojos verdes bajo su cabeza, en forma sumisa, como si a un niño lo hubiera retado su madre. El pelinegro suspiro cansado, hacia mas de tres años que era su chofer personal, y había adquirido una confianza sólida - ... Dime, cual es la pregunta? – dijo despacio, para no asustarlo.
- En el párrafo que leyó el abogado, mención a los "hijos" del señor Kaiba ... pero desde que estoy aquí, solo he sabido que es el único heredero ... – el silencio de la casa, estremeció a ambos muchachos, el tic tac de uno de los relojes se podía escuchar, mientras que el ojiazul estaba sentado, con sus codos apoyados en sus piernas, jugando con sus dedos, como si fuera algo interesante -... Lamento la pregunta ... – el chofer se disculpo haciendo una reverencia, y se giro para salir de allí.
- Seto Kaiba ... – la vos del pequeño amo, se escucho despacio rompiendo el ambiente - ... Mi hermano mayor, que desapareció hace mas de cinco años ... – fue el murmullo del muchacho - ... fue hace ya un tiempo ... – sonrió melancólico - ... Prácticamente no me acordaba de él, hasta que se leyó el testamento. Misteriosamente desapareció, aun así, mi padre lo busco solo un año, y luego desistió. Se dijo que si Seto quería desaparecer, lo había echo bien, no había rastro de él en ninguna parte del mundo ... – miro a los ojos al Chofer, para luego volver a sonreír – Renegaba de su status, no le gustaba la riqueza ni los compromisos ... la ultima ves que lo vi, discutía con papa, algo sobre ... un amante o novia, no recuerdo bien, no llegue a preguntarle ... era tan grande la discusión, que termino echándolo de la casa, con lo puesto, y de ahí ya no lo volví a ver ... – Mokuba se acerco a la ventan, mientras miraba el cielo negro - ... Luego de un año, sin saber de él, me mude a su habitación ... mi padre se puso furioso, pero no me importo, en todo ese periodo llegue a comprender a Seto ... – sonrió irónicamente - ... Tatsumi Muraki ya era parte de la corporación ... pero apenas era un asistente ... En cinco años trepo lo suficiente para ahora ser prácticamente el dueño de todo ... – apretó sus puños, en forma de impotencia – Debo impedir a toda costa que se quede con lo que le pertenece a mi hermano ... Debemos encontrar la carta para poder deshacer todo esto ... – las lagrimas de sus ojos ya no se contuvieron.
- Miau ... – el maulló del gato los hizo girar a ambos, hasta la puerta.
- Guau! – ladro mas fuerte el perro. Haciendo sonreír a ambos.
- La oficina principal de Kaiba Corp – Farel dijo despacio, mientras miraba al otro que se acercaba a los animales y los abrazaba – Ese era su otro sitio favorito ... quizás el señor Kaiba dejo el sobre en aquel lugar – también tomo su distancia detrás del pequeño amo.
- Pero seguro que Muraki fue lo primero de revisar ... – se quedo un momento pensando, hasta que surco una sonrisa y se volteo a mirarlo – Tengo una idea ... – y girándose nuevamente hasta los animales - ... Y ustedes serán la clave ...
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Nota de la autora: bue ... para satisfacción de Milharu, publico esta primera parte de este "one-shot" ¬¬ si si como leen, supuestamente lo era ... pero ya iba por la pagina 22 del word y el final lo veía lejos ... y como esta niñita me estaba insistiendo que esta historia esta para mas ... ¬¬ no me quedo otra que publicar la primera parte ... aunque no se extrañen que la segunda este cerca ... y allá una tercera ... ...
Bue ... dedico este fic a todas las que hice sufrir con el de "Pum!Pum! You are Dead!" … XD …jejej matta neeeeeeeeee!
