Capítulo 1

Llovía muy fuerte. Entraba un frío gélido a pesar de que las ventanas estaban cerradas. El invierno estaba próximo, por no decir que ya había comenzado. Normalmente se asocia el invierno con una blanca Navidad. Y eso era precisamente lo que pensaba una joven de cabellos rojos sentada en una silla, mirando cómo el agua se convertía en aguanieve y poco después en nieve.

Por lo general, Ginny Weasley se hubiera alegrado de que estuviera nevando, pero no era así en esos momentos.

Se encontraba en la enfermería de Hogwarts. Había pasado todo el día ahí. Su razón: La persona que amaba más que a cualquier cosa, Harry Potter, el niño que vivió dos veces.

Intentó recordar los tristes sucesos sin llorar. Aún así, una lágrima rodó por su mejilla.

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Hacía dos semanas que Lord Voldemort había desaparecido para siempre a consecuencia del último enfrentamiento con Harry. Había ocurrido ahí mismo, en los jardines de Hogwarts, donde ella y Harry solían pasear antes.

Harry se había batido en duelo contra él, pues era el único que podía derrotarlo, y así fue. Sin embargo, quedó muy mal herido, y cayó inconsciente tras haber matado a Voldemort. No se le trasladó a San Mungo porque no era una herida mágica, ni nada que pudiera arreglarse con magia. La verdad era muy cruel con Ginny: Harry Potter, su querido Harry estaba en coma. Un coma muy profundo, como decían los magos expertos. La causa, un golpe fuerte en la cabeza.

Y es que la caída de Harry fue debido a Lord Voldemort, que, al ver que no tenía otra alternativa y, queriendo hacer el mayor daño posible lanzó a Harry por los aires mientras este le lanzaba el resplandor verde de la muerte. Al instante, la vida le fue arrancada a Lord Voldemort tan cruelmente como él lo había hecho con muchas personas antes.

Todo el mundo vio como Harry se elevaba en el aire varios metros, y entonces comenzaba a caer, al parecer sin sentido, pues el esfuerzo de haber reunido las fuerzas para matar a Voldemort lo había dejado exhausto. Al tocar el suelo se golpeó fuertemente la cabeza, sin que nada ni nadie pudiera evitarlo.

Dumbledore y la Orden del Fénix se batían en duelo contra decenas de mortífagos, mientras que sus amigos de curso, Ron, Hermione y su novia Ginny protegían a los más pequeños de Hogwarts.

Al ver que Voldemort había muerto, inmediatamente todos los mortífagos abandonaron Hogwarts. Todos corrieron hacia Harry, que sangraba de la cabeza. Dumbledore se adelantó. Blandió su varita, murmuró un hechizo. No pasó nada. Harry siguió inmóvil. Entonces llegaron magos del ministerio e inmediatamente atrás, magos expertos de San Mungo para curar a cualquier herido.

No había habido muertes por parte de Hogwarts. El valor y el coraje de la Orden del Fénix habían impedido que los mortífagos mataran gente inocente. Sin embargo, había algunos mortífagos muertos y muchos heridos que no habían podido escapar. Inmediatamente se les envió a Azcaban, no sin antes identificarlos correctamente.

Varios magos expertos se acercaron a Harry. Movieron la cabeza negativamente, dando a entender que no podían hacer nada. Debía despertar solo.

Ginny observaba todo esto desde lejos. Hermione ya le había avisado que no había por qué preocuparse, que Harry no había muerto, solo estaba inconsciente. Pero ¿Por qué entonces no se levantaba? ¿Por qué entonces seguía en el suelo mientras que los magos no hacían nada para despertarlo? Ron la detenía para que no fuera a verlo.

- "Vamos Ginny, todo está bien… de un momento a otro…", dijo Ron.

Pero ese momento nunca llegó. Vio con impotencia como lo llevaban hacia la enfermería flotando. Se veía tan exhausto y sin fuerzas y… eso era sangre? No podía ser. Le habían dicho que Harry estaba bien…

Fue entonces cuando se enteró que Harry estaba en coma, que no lo habían podido hacer volver en sí.

Ahí fue donde su vida comenzó a hacerse pedazos. Día tras día se sentaba con él. Le hablaba, le lloraba, intentaba despertarlo… todo en vano.

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Ginny se acomodó en la silla. De un momento a otro entrarían Ron y Hermione en su visita nocturna.

Efectivamente, no pasó mucho tiempo cuando Hermione entró seguida de Ron. La esperanza se borró de sus rostros al comprobar que no había despertado aún. Ginny sabía como se sentían.

Cada mañana despertaba y miraba a Harry, esperando verlo sentado, mirándola como antes. Mirándola con esos ojos verdes que la invitaban a amarlo, a quererlo cada día mas. Pero entonces abría los ojos y ahí estaba él. Recostado sin haber movido un solo músculo en toda la noche.

- "Vamos Ginny, porqué no descansas?", preguntó Hermione preocupada por su amiga. Había estado dentro mucho tiempo. Solo pasaba fuera el tiempo necesario para asistir a clases. Por increíble que fuera, el curso seguía de forma normal, ahora que ya no había peligro no había razón para cerrar Hogwarts.

- "No estoy cansada Herm, de verdad", dijo Ginny. Sus ojos la traicionaban. Estaban opacos a falta de sueño.

- "Vamos Ginny, ve a descansar, duerme un rato", dijo Ron apoyando a Hermione.

- "Nosotros cuidaremos de Harry mientras.", dijo Hermione.

- "No, hoy no. Pienso quedarme aquí por la noche. Mañana no hay clases, no tengo que levantarme temprano", dijo en tono firme. No pensaba irse de ahí. Sentía que debía quedarse.

- "Ay Ginny…bueno, pero te traeré algo de comer.", dijo Hermione viendo que sería imposible convencerla. Los Weasley eran necios cuando se lo proponían.

- "Gracias Herm", se limitó a decir Ginny.

Hermione salió de la habitación en dirección del comedor. Ron se quedó a hacerle compañía a Ginny.

- "Harry. ¿Nos oyes? Por favor despierta, Estas matando a Ginny amigo! Nunca la había visto tan preocupada!", dijo Ron hablándole a Harry. Ginny no pudo evitar sonrojarse a pesar de la situación. Harry no movió una sola pestaña.

- "Vamos Harry, ¿Por qué nos haces esto, estamos todos preocupados por ti!", dijo Ron con tristeza. "Ni siquiera hemos celebrado la muerte de Vol…de… V… de Voldemort", dijo un poco asustado de su osadía. Sin embargo, Harry no se movió.

Ginny se había formado una esperanza, como sucedía siempre que alguien le hablaba a Harry. Pensaba que iba a reaccionar, que iba a contestar. Pero no, una vez más, se había equivocado.