Capitulo 4 : Visiones

La noche comenzaba a caer entre las calles de la Isla Milo's. El modesto cuarto donde estaban los tres, los acogía con gran amistad, y parecía no molestarse por la presencia de los dos niños.

Zoran se encontraba mirando hacia fuera de la ciudad, mirando las estrellas, sentado en la orilla de la ventana apoyando su espalda en la escuadra de esta, con una pierna flexionada mirando hacia fuera, el viento suave mecía su larga cabellera rubia, y sus ojos ambarinos estaban fijos en algún lugar inexistente en su panorama visual.

Los niños por otra parte, estaban sentados en la mesa, cenando lo que Zoran tenia, era poco, apenas un litro de leche, un par de panes de dulce y un poco de cajeta que le habían regalado en la recepción para la cena de ambos pequeños hambrientos. Zoran volteó a verlos, sonrió cuando vio la diferencia entre aquellos niños a los cuales se llevaría de regreso a Atenas.

Milo, al parecer, era su costumbre el devorar todo lo que encontraba a su paso, más aun así respetaba la comida de su hermana pequeña. Milo parecía tener muchas fuerzas almacenadas dentro de su cuerpo, mientras que Kassandra que era más callada y fría hasta cierto punto, se mantenía tranquila, parecía que esa niña no rompería un plato...

Zoran se preguntó si esa niña seria capaz de soportar el entrenamiento de Acuario, más al fijarse un poco más en la niña, algo dentro de el le hizo confiar en ella, sabia perfectamente que Kassandra soportaría eso... ella tenia un gran poder oculto dentro de su alma, y sabia que ese poder algún día tendría que salir... más ahora se preguntaba, ¿cuándo?

La cena de ambos niños termino con un bostezo por parte del niño de ojos turquesas y la niña solo sonrió hacia su hermano que ya se tallaba los ojos en señal de sueño... Zoran entendió el mensaje y se acercó a los niños, cargando a Milo hasta la cama, quien no dudo en aferrarse al cuerpo del caballero dorado, mientras que Kassandra, después se acomodaba a un lado de su hermano...

Zoran, al ver la escena cuando estaban juntos y dormían tan placidamente en su cama, no pudo evitar intentar recordarse a sí mismo en la infancia, infancia que no recordaba por que la había enterrado en lo más oscuro de su corazón, odiaba admitirlo, pero su infancia no fue más que un lapso de tiempo que odio, pero ahora que ve a este par de niños estando en su plena infancia, en la edad más hermosa de todas dentro de la niñez, sonrió con ternura, como pocas veces lo hacia.

Se agradeció a sí mismo y a los dioses, él haberlos encontrado y traído consigo, jamás hubiese soportado el ver aquella belleza de los ojos violáceos de la niña, o aquella perspicacia de los ojos de Milo, manchados con él más puro odio hacia estos años, en los cuales si hubiesen seguido así, hubieran vivido en la peor de las miserias.

Sin pensar más en el asunto se acerco a lo que sería su cama esa noche, el sofá frente a los niños... Zoran sonrió de nuevo calmadamente y cerró los ojos un momento, más el peso de alguien le despertó suavemente. Kassandra había ido a sus brazos, buscando, quizá, la protección de estos en esa noche, ya que comenzaba a hacer mucho frió, inexplicablemente, y Milo parecía haberse envuelto en las sabanas no dejando nada a su hermana.

Zoran abrazó con delicadeza a la niña que buscaba en él refugio, y le acaricio la pequeña espalda, como si un padre que velara por sus hijos, y uno de estos le pidiera algo de cariño, Zoran se estaba encariñando tanto con ambos niños... y sabia a la perfección que Annye también lo haría cuando los conociera...

La niña ya dormía placidamente entre sus brazos e intento el también dormir, más los ojos de la hermosa pequeña, no salían de su mente... su voz suave e infantil y sus ojos violáceos tan brillantes con la inocencia de una niña de su corta edad, más le sorprendía los poderes guardados en su interior, eran extraordinarios más eran aterradores... sorprendentemente tétricos e intimidantes... si, el orgulloso escorpión celeste, el asesino, tenia un sentimiento parecido al miedo, a la intimidación contra esos poderes... u aun estando más cerca de la niña, podía sentir ese poder naciendo de su interior llenando la habitación donde se encontraban.

Sentía que una paz reconfortante lo llenaba desde adentro hacia fuera, abrazando paternalmente a la niña y suspiró...

Sintió de pronto como se removió la pequeña entre sus brazos y abrió un poco los ojos ambarinos para verla, más como en una visión... pudo ver a Annye y a la pequeña Kassandra cubiertas en sangre, esa visión le sobresaltó y al voltear a ver a Milo que aun yacía en la cama envuelto en las sabanas cafés, la visión volvió a él y le mostró de nuevo a la amazona de Acuario con su próxima aprendiz ensangrentadas, en el fondo, el fuego rugía impetuoso y de entre las llamas pudo ver una sombra... una silueta...

Podría ver como la armadura de Escorpio vestía a aquel que no podía ver, conocía tan bien esa armadura, que cada parte la reconocería, las hombreras con dos cuernos salientes, la forma del casco en la mano con la cola del escorpión colgando y arrastrando el aguijón en el suelo... pero, su forma de caminar era lo que le sorprendía más... era como verse a si mismo caminando hacia los cuerpos inertes, la silueta se detuvo a unos cuantos pasos de las dos chicas y una flama pasó cerca, iluminándole el rostro a la sombra...

No era él...

Los ojos claros, de color azul turquesa brillando con una chispa de crueldad, la piel bronceada brillando contra el fuego danzante y el cabello azul rey oscuro que bailaba con la brisa de las flamas del fuego que rugía detrás de él... Zoran quedó atónito...

Milo era como su fiel retrato..

Y aunque el color de la piel de ahora de Milo, podía decir que el no seria tan moreno, pero el sabia que el sol inclemente del Santuario, los entrenamientos, harían que se requemara, quedando en ese aspecto... pero le aterraba la idea de... que Milo fuese un asesino como lo era él...

Volvió a la realidad cuando la niña le abrazó fuerte aferrándose a su pecho... Zoran, al abrir los ojos pudo ver a la pequeña asustada y temblando, hablando en francés, cosas intangibles, cosas que no sabia su significado, a pesar de que él también hablaba casi perfectamente aquel idioma, pero cada suave nota de la garganta de la niña, aunque fuesen cosas que no entendía, le estremecían en demasía...

La niña entreabrió los ojos y aun entre los brazos del Santo Dorado, con la voz entrecortada por un llanto mudo, dijo en un griego perfecto:

Acuario... no puede ser habitado por los sentimientos... hay que eliminarlos...

Zoran se estremeció e intentó levantar a la niña, pedirle una explicación sobre lo que decía, cosas que para él eran incoherencias, pero la niña lo detuvo con otra frase que lo dejó helado...

... y el asesino... será quien se encargue de purificar la onceava casa...

Trago en seco... y miró un poco hacia su lado derecho, el espejo, un espejo que por circunstancias que desconocía, solo sed reflejaban él y el pequeño niño de ojos turquesa que descansaba en la cama... Zoran sintió que todo le daba vueltas... pero suspiró intentando guardar la calma...

Le asustaba las palabras de la niña, sabiendo a la perfección que sus poderes iban más allá de lo comprensible, eran poderes que aunque quisiese entender, jamás lo haría... así que solo abrazó a la pequeña con algo de fuerza y se quedó meditando sobre cada palabra que dijo, la entonación de estas... cada oración, cada silaba...

Le daba terror el siquiera imaginarse a él, matando a la amazona de Acuario y a esta pequeña niña... más, otra cosa asaltó su mente... unas palabras que le dijo Shion antes de salir del santuario, en busca que Milo... su aprendiz...

... un sucesor digno... Zoran, quieres otro asesino para Escorpio?...

... otro Shion... otro... - Shion se quito el casco y la mascara para dejar ver su piel blanca y sus puntos en la frente... suspiro y miro a los ojos ambarinos de Zoran...

La casa de Escorpio, ha sido conocida como la casa de Asesinos por tu fama Zoran, aun recuerdas tus viejos tiempos... aun recuerdas como matabas a sangre fría... y eso no puede ser... Atenea, nuestra diosa proclama amor, no muerte...

Zoran suspiró de nuevo... y miró hacia el techo de la habitación aun con la niña entre los brazos... se levantó de su confortable posición para ir a depositar a la niña al lado de su hermano, tapando a cada uno con una sabana diferente, para que ninguno pasara frió... después se dirigió a la ventana, esa misma ventana en la cual había permanecido en la cena de los niños, apoyo su mano en la escuadra de la ventana, donde antes estuviera su espalda... suspiró de nuevo...

Otro... Shion... otro asesino como yo... –dijo mirando hacia el cielo, y se extrañó en ver la constelación de su signo regente, y aun más que Antares brillara de esa intensidad que estremecería a más de uno, con solo, ver aquella estrella carmesí...

Frunció el ceño... odiaba ese color, odiaba el color rojo por sobre todas las cosas, pero en su armadura de caballero de Oro, tenia que soportar ver una piedra rojiza, que brillaba, era un rubí el cual lo marcaba como ejecutor del Santuario, junto a Virgo y Cáncer... suspiró de nuevo...

¿Acaso somos las tres casas malditas a mancharnos las manos de sangre? – dijo en un susurro suave, casi imperceptible, bajó la mirada para entrecerrar los ojos y dejar que su semblante se oscureciera un poco para solo suspirar un poco después...

Se volvió en sus pasos para volverse a sentar e4n el sillón corbando su espalda para apoyar su rostro en las manos que estaban sostenidas por sus codos apoyados en sus piernas, resoplo confundido, y aunque no quería darle más importancia de la necesaria a su pequeña visión, pero desde que entró al santuario, supo que su sentido de alerta era algo más desarrollado a los demás...

Suspiró de nuevo, a veces odiaba su sentido de peligro, a veces odiaba cuando esa alarma interna se encendía en su interior, no dejándole en paz nunca... y solo intentó relajarse un poco, los niños no debían verlo así, y faltaba poco para el amanecer...