Capitulo Seis "Futuro Enfrentamiento"

A través del visillo que cubría la ventana, un escurridizo haz de luz surcó aquella humilde habitación, posándose furtivamente sobre su dormido rostro.

Poco a poco, a medida que la amanecida iba ganando terreno, este pequeño haz fue atiborrando la habitación; la noche había llegado a su fin.

Llevó sus manos a su rostro, tratando de en suaves movimientos desperezarse. Sin embargo, de manera abrupta cierto presentimiento le hizo incorporar su cuerpo de forma automática.

Notó entonces que había utilizado por almohada el cálido pecho de Miroku- "¿Qué he hecho?"- Se interrogó pasmada, sintiendo terror en su interior. Instintivamente se llevó sus manos a su cuerpo, calmándose- "No, no ha pasado nada"- Suspiró aliviada en un halito suave cual susurro, pero suficiente para despertar al acompañante.

-¿Qué haces aquí pervertido?- Increpó al ver cierta diversión en la mirada del joven. Quien respondió a la interrogante con una seductora sonrisa.

-Sango, ¿Qué acaso no puedes pasar la noche con el hombre que amas?- Preguntó con simpleza, al tiempo que sus manos acariciasen la parte trasera de la joven.

Un estruendoso sonido resonó, despertando a algunos que aún durmiesen en los alrededores.

-¡Quien dijo que te amo! ¡HENTAI!-Espetó furibunda y con su rostro sonrojado, mezcla de vergüenza, decepción al saber los tontos pensamientos de su amigo y enojo.

Levantándose con paso apresurado abandonó el lugar, dejando solo al muchacho quien sobase su mejilla enrojecida por el reciente golpe.

Ryuji soltó una suave carcajada al ver la iracunda muchacha pasar, al tiempo que Kouga se acercaba a saludarle cordialmente.

-Es algo normal- Sostuvo divertido Kouga, mientras terminaba de amarrar en una coleta su cabello oscuro.

-Lo he notado- Respondió regocijado el muchacho.

-Ayer nos has sido de mucha ayuda- Añadió con tono agradecido- Es la primera vez que logramos seguirles el paso y detener en parte sus obras.

Ryuji asintió con seriedad –"Lamentablemente no había podido hacer nada cuando hubiese querido hacerlo"- Pensó melancólicamente, recordando que sólo hacía un par de días había perdido lo que quedase de su familia en un atentado como aquel.

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Sintió como aquella voz resonaba por todo el lugar, espetando órdenes a todo aquel que se cruzase frente a sus ojos.

Observó sus dañadas muñecas, que antes hubiesen estado amarradas, y que ahora portaban unas extrañas pulseras que ocultaban los rasguños que tenían; sin embargo lo apretadas que estaban hacían que estos le ardiesen en sobremanera.

Naraku asomó a la celda con una burda sonrisa en sus labios, a lo que ella respondió con una resentida mirada.

-Te ves linda- Mofó el hombre serenamente. Kagome sintió hervirle la sangre, con deseo de haberle destrozado el rostro en aquel mismo instante. Tras aquello el sujeto aquel continuó su paseo por las diversas celdas.

Se dejó caer sobre sus piernas, aún no sabía quien era, aún no podía entender nada y a juzgar por lo que sus ojos veían, no llegaría a saberlo.

Su mente parecía una tabula rasa, como un papel en blanco. Sin embargo leves remembranzas se matizaban en esta, sin ninguna relación, sin explicación. Pero estaban allí, guardadas en lo más interno de su ser, mas existían y aquello le daba un deje de esperanza al que se aferraba con fehaciente vigor.

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-¿Donde rayos te habías metido, ¡ya es más de medio día!- Reprochó InuYasha al lograr encontrar a su amigo en una pequeña plazoleta a entradas de la cuidad. Miroku sólo sonrió intrigantemente.

-Te pierdes dos días, ya debí de haberlo pensado yo, andabas tras alguna pollera- Espetó fastidiado- Por que no me sorprende-

-Porque eres mi amigo y conoces bien mis mañas- Informó con gusto- He de decirte que esta vez creo me he enamorado- Añadió acercándose al de doradas orbes, para informar aquello en un susurro, cual si fuese el secreto más resguardado del universo.

-¡Feh!- Burló InuYasha- ¿De nuevo?- Miroku le observó fingidamente herido, al tiempo que ambos retomasen el paso.

InuYasha entonces le relató aquello que se enterase recién el día anterior. Miroku sorprendido notó cierta tristeza en las palabras de su amigo.

-Me extraña- Susurró, haciendo que el emisor se detuviese en sus palabras. El de azulino mirar llevó una mano a su mentón, en gesto pensativo.

-¿Qué te extraña?- Increpó InuYasha, siempre que Miroku observaba así era porque algo que "no" le gustaría pasaba por su mente.

-Creí que ella significaba un peso para ti, ya que significaría dejar a Kikyou, pero ahora que me lo dices- Se detuvo para examinar con cuidado el receloso semblante de InuYasha- ¿Por qué tengo la ligera expresión que lamentas enormemente lo ocurrido?

InuYasha entrecerró enfurecido sus ojos- ¿¡Que clase de bestia crees que soy?- Gruñó enfadado- Por supuesto que lamento lo ocurrido. Hablamos de una vida- Explicó de manera lógica.

Miroku negó, sabiendo que su arrogante amigo terminaría "matándole" si continuaba con aquel tema- De todas formas- Susurró- Sigo creyendo que de verdad lamentas el no "volverle" a ver- El ojiazul se separó rápidamente del muchacho, evitando así la furia de InuYasha.

Mas esta no surgió; el aludido se quedo inmóvil, pensante, meditabundo con su cabeza gacha.

-¿InuYasha?- Interrogó Miroku un tanto preocupado. Aquel no podía ser su amigo.

-Ya déjate de sandeces, Miroku- Reconvino el joven tajantemente, pasando por su lado sin siquiera dirigirle mínima mirada- Ahora evita ese tema, no quiero que perturbes a Kikyou con tu "humor"- Miroku notó lo hiriente de las palabras de InuYasha, prefiriendo dejar de lado el tema, sin embargo corroborando su tesis, InuYasha de verdad sentía aquella perdida.

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-Ha vuelto a insistir- Comunicó con sequedad, al tiempo que su mirada parda parecía perdida. Miroku observó a ambos jóvenes, esbozando una sucinta sonrisa.

-Pero señorita, no puede obligarle- Trató de mermar los ánimos el ojiazul, sin lograrlo. Las doradas orbes de su amigo guardaban aquella ira en su ser.

-Saben que Kaede esta enferma, y no desea dejarme sola- Continuó- Sin embargo, puedo arreglármelas sola- Agregó la joven con valentía; su mirada sobria y tajante parecía tener el poder de matar con su firmeza.

InuYasha dejo caer su puño entrecerrado sobre la mesa, produciendo un ensordecedor sonido sobre la madera.

-No digas esas cosas- Musitó iracundo- Sabes bien que yo me encargaré de ese tipo- Añadió, con la mandíbula rígidamente apretada. Kikyou le dirigió una inexpresiva mirada, para luego negar con levedad- ¡Te he dicho que no dejaré que se te acerque!- Alzó categórico.

Miroku retrocedió unos pasos ante las palabras de su amigo, temeroso por lo arrebatado e impulsivo que podía llegar a ser InuYasha. Y tal como lo hubiese pensado, este se puso de pie de manera inmediata, sin decir absolutamente nada.

-Creo es mejor lo siga- Sonrió nervioso el ojiazul, observando el inexpresivo rostro de la pálida muchacha, sin saber si este era consecuencia de su normal personalidad o realmente había quedado estupefacta ante la reacción del ambarino muchacho.

-¡InuYasha! ¡Hey Inuyasha, espérame!- Llamó con voz entrecortada por la veloz carrera que había debido emprender para alcanzarlo. InuYasha no se inmutó, continuando con sus zancadas, a pasos acelerados.

-¿Dónde rayos puedo encontrar a ese bastardo?- Preguntó más para si que hacía su amigo, observando sus alrededores con aquella furia rondando sus doradas orbes, un brillo que hasta a Miroku le provocaba terror.

-En el galpón- Emitió en voz alta su acompañante, dado que este había oído a Kouga aquella mañana decir a algunos muchachos que seguramente ese o los siguientes días Naraku se desasiría de su recaudado "cargamento".

InuYasha le dio una furtiva mirada, para luego emprender su marcha con mayor velocidad. Ese maldito de Naraku se las pagaría, no sólo por Kikyou, sino también por Kagome.

Fin Capitulo Seis- Siete de Octubre del 2004; 12:02 Horas.