Capitulo Siete "Una Joven Sin Memoria"
InuYasha subió apresurado las escaleras, entrado iracundo a su habitación. Escaleras abajo Miroku podía escuchar como su amigo recorría la planta alta con pesados pasos, y algo preocupado se dejó caer en uno de los sillones de la sala.
¿Qué sucede joven, Miroku¿Por qué el joven InuYasha ha entrado de esa manera- Interrogó el recién llegado, un sujeto de cierta edad, cuerpo redondo y rechoncha cara.
¡Que suerte que has venido, Myoga- Exclamó apresurado, poniéndose de pié frente al anciano¿Podrías preparar el carro? Creo que deberemos salir algo apurados si deseamos calmar a InuYasha- Añadió con una nerviosa sonrisa.
Myoga retrocedió unos pasos, era bien conocido que siempre que una situación de precariedad se suscitaba el era el primero en desaparecer
- Por favor, Myoga, está algo alterado y sabes lo impulsivo que puede llegar a ser- Examinó Miroku, con seriedad absoluta, observando de manera reprobatoria al aludido.
Myoga dejó escapar un suspiro, resignado abandonó el sitio para esperarles fuera.
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Abrió la cajonera de su cuarto, dejando caer al suelo algunos papeles que esta contuviese. Impetuosamente llevó su mano al cajón inferior donde halló aquello que le llevase de regreso a su hogar. Retirando levemente su chaqueta lo calzó en el cinturón.
Bajo decidido escaleras abajo, dando zancadas en las cuales saltó algunos escalones. Miroku allí le veía preocupado.
-Por favor InuYasha ¿por qué mejor no te calmas un poco- Trató de convencer el joven, mas InuYasha sólo retomó su camino, pasando por alto la recomendación de su amigo, quien viendo que era en vano tratar de persuadirle decidió seguirlo.
-Señor InuYasha- Llamó el anciano, al tiempo que abría la puerta del carro para dejarle subir.
La mirada ambarina de InuYasha volvió hacia su amigo, asintiendo con rostro soslayado.
-De nada- Murmuró inaudible Miroku al tiempo que inhalaba profundamente y subía tras de su amigo.
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Fue nuevamente atada, sintiendo como las pulseras al contacto parecían causarle aún más yagas, mas acalló el grito de dolor que hubiese deseado emitir ante tal contacto, para nuevamente mirar disgustada a quienes le llevaban a empujones ante Naraku.
-Mi linda muchacha- Sonrió ante la llegada de esta, tomándole bruscamente por el brazo y llevándole junto a él.
Naraku le detuvo junto a una larga cortina negra como la noche, dirigiéndole una obscena mirada- Aún no estoy seguro ¿Debo venderte o sería mejor dejarte para mí- Interrogó a si mismo, al tiempo que una burda sonrisa bordeaba sus labios.
Kagome le miró furibunda, al tiempo que se soltaba del agarré con un brusco movimiento.
-Eres agresiva, sin embargo muy hermosa- Añadió haciéndose el desentendido- Lástima- Murmuró al oído de esta con macabra voz, asqueando con ese simple sonido a la muchacha.
-Eres un bastardo- Profirió arrastrando sus palabras. Naraku se alejó de esta sonriéndole mordazmente.
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Había un gran tumulto de gente en el lugar, abarrotada en la entrada de aquél galpón.
¡Como aborrecía a todos aquellos que estando allí fomentaban aquella práctica!
Se abrió paso entre las personas, tratando de llegar hasta la especie de escenario tras del cual seguramente se hallaba aquel a quien buscase.
De un brinco logró subir sin mayor problema, e impulsivamente tomó entre sus manos la cortina que resguardaba a los efectores de macabro crimen, perdiéndose tras de ella.
Reconoció inmediatamente a Naraku, quien estaba de espaldas a él, y llevando su mano debajo de su chaqueta hacia su cinto, sacó el revolver que su padre hacía unos años le hubiese regalado.
¡Naraku- Espetó con furia, haciendo que el aludido se voltease de forma refleja hacía quien le llamase.
InuYasha apuntó fijamente a aquel repugnante ser, esbozando una sonrisa de satisfacción al ver como lentamente el rostro de Naraku iba perdiendo aquella burda sonrisa, para denotar nerviosismo.
-A quien tenemos aquí- Manifestó tratando de retomar su calma¿Qué se te ofrece InuYasha- Interrogó burlesco. La joven de cabellos largos y rizados observaba extrañada aquella escena, mas al oír aquel nombre sintió como algo extraño se removiese en sí.
-Solo he venido a avisarte por esta vez- Respondió indómitamente el muchacho de doradas orbes con una media sonrisa en su rostro¡Deja de molestar a Kikyou- Gruñó con furor, perdiendo aquella triunfal mirada por una iracunda que hizo estremecer a la muchacha testigo.
-Lo que digas- Musitó sarcásticamente el aludido. InuYasha arrebatado se acercó al hombre con brusquedad tomándole por ambos lados de sus ropajes y levantándole levemente del suelo.
-Te he dicho que la dejes en paz- Susurró mirándole amenazante y fijamente. Su mirada al perder contacto con la del sujeto se topó con aquella jovencita silenciosa que observase aquella escena.
¡Eres despreciable- Bramó con ira, al tiempo que sentenciaba un fuerte golpe en el rostro de Naraku, quien cayó de espaldas sobre algunas cajas algo adolorido.
InuYasha nuevamente observó a la joven, los castaños ojos de la joven le miraban tranquilos- Ven- Invitó con tosquedad- A ser que desees quedarte acá para que te vendan como ganado- Acotó InuYasha, dándole la espalda a la muchacha al tiempo que se disponía huir del lugar. Kagome sin pensarlo obedeció al muchacho siguiéndole al tiempo que se perdían tras la masa de personas que esperasen escenario abajo por su "anfitrión".
-Hey ¿qué sucedió- Gritó un gigantesco sujeto, al tiempo que veía tirado en el piso a su "amo".
-Sigue al hijo menor de Inutaisho¡tráeme a la muchacha que va con el- Gritó incorporándose Naraku.
InuYasha volteó la mirada, notando que la joven trataba dificultosamente de abrirse paso entre el tumulto de personas que ya comenzaba a impacientarse. Por su gran altura pudo reconocer con facilidad al hombre de Naraku, devolviendo sus pasos para quedar junto a la joven.
¿Por qué rayos demoras tanto? – Le amonestó al tiempo que fastidiado le tomaba en brazos- Como pesas- Susurró molesto, sin estarlo realmente, mas tratando de calmar un poco la asustada mirada de su acompañante.
Abriéndose paso con una mano logró salir del lugar, ante la empalagosa mirada de Miroku- No digas nada, me vienen siguiendo- Se apresuró en decir, subiendo con la joven a cuestas en el carro.
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Fue depositada con cierta brusquedad en el asiento, al tiempo que el chico exhalaba cansadamente.
-Esta vez estuviste cerca- Examinó Miroku, mientras dirigía una furtiva y simpática mirada a la joven.
-Es verdad- Reconoció InuYasha al tiempo que se llevaba una mano al cabello- Y traer a esta muchacha a cuestas me lo hizo más difícil- Añadió pesadamente. Kagome le observó nerviosa, aún recordando la extraña e iracunda mirada del muchacho.
¿Esta bien señorita- Interrogó Myoga al ver el pálido semblante de la joven. Esta sólo se limitó a asentir, al tiempo que esbozaba una suave sonrisa.
InuYasha había quedado pasmado al examinar por el rabillo de su mirar a la muchacha y notar la dulce sonrisa que esbozara. Nervioso se obligó a mirar por la ventada y eludir cualquier contacto con los pasajeros del carro.
Myoga detuvo la marcha ya llegando al hogar, nervioso observó a su joven señor, quien arrogante le observó.
-Ya puedes marcharte, de todos modos me has sorprendido, siempre huyes- Acotó con diversión.
-Como dice eso joven...-
Mas InuYasha dejó de oírle, dirigiendo sus pasos a la joven muchacha que hubiese rescatado.
-Supongo desearás volver a tu casa- Profirió con calma, pero la joven negó¿Cómo?
-No recuerdo quien soy- Susurró algo avergonzada- Solo sé que desperté en ese extraño lugar- Agregó intranquila. InuYasha entreabrió sus labios, sin poder emitir sonido alguno.
-Pues creo señorita que en tal caso quizás deseé que este servidor le de una mano- Apresuró a ofrecer Miroku, quien tomase entre sus manos las aún atadas de la joven.
¡Estas loco- Increpó InuYasha, separando a la joven de su amigo, sabía bien las intenciones de su "intachable" compañero. Sacó de entre sus bolsillos una pequeña cuchilla, tomando con su mano desocupada las de la joven, quien ante el contacto separó rápidamente sus brazos.
InuYasha le observó molestó- No me hagas rabiar niña- Increpó con tosquedad, tomando a la fuerza las manos de la joven y en un rápido movimiento cortando la soga que atase a la joven. Kagome le observó asombrada, sorprendida ante el acto de aquel impetuoso muchacho.
-Quédate acì mi padre no me perdonaría si le digo que deje a una niña a merced del libidinoso de Miroku- Espetó dirigiendo una fugaz y acusadora mirada a Miroku, quien sólo sonrió inocentemente.
-Si...- Murmuró entrecortada la joven- Este, Gracias- Agregó con suavidad. InuYasha volvió a observarle, nuevamente topándose con aquella arrebatadora sonrisa, con esa mirada dulce. Bajó su mirada sintiéndose sonrojado por sus pensamientos.
-Lo que digas- Espetó separándose de la muchacha- Sólo no molestes demasiado- Increpó huraño. Kagome dejó escapar una afable risita, el tiempo que InuYasha le invitaba a seguirle por el amplio salón.
"Parece que no es tan temible después de todo"-Pensó, mientras volvía sobre sus pies para hacer ademán de despedida tanto al joven ojiazul como al anciano Myoga.
Termino Capitulo Siete- Siete de Octubre del 2004; 18:17 Horas.
