Capitulo Ocho

"Kagome"

Dejó caer su frente sobre sus manos, algo temeroso aunque jamás lo reconociese. Esta vez su impulsivo actuar le traería consecuencias, eso era seguro. Y es que no sólo había ido a amenazar a Naraku, sino que también le había arrebatado a aquella jovencita¡Pero que rayos, Él la tenía contra su voluntad- Espetó para sí.

Kagome volteó al oír al muchacho, dejando caer el vaso de blanquecina leche que Myoga le hubiese dado para que se alimentara minutos antes y haciendo este un sonido ensordecedor al hacer contacto con el piso.

InuYasha le dirigió una reprobatoria y fugaz mirada

- Lo siento- Musitó entrecortadamente la muchacha. El chico de doradas orbes sólo negó, bajando nuevamente su mirada sin dar mayor importancia al hecho.

De repente dos manos se posaron sobre sus hombros, y al levantar la mirada notó la preocupada y castaña de la joven muchacha.

-No quiero causarte problemas- Declaró- Puedo buscarme un sitio- Añadió sonriente con gran serenidad en sus palabras.

-No seas tonta- Contestó adustamente el muchacho- Además no podrías cuidarte sola- Determinó tajante.

-Claro que puedo- Bufó dolida- Sólo dime donde puedo hospedarme y…-

-No seas terca- Objetó desdeñosamente- No sabes en que lío nos hemos metido- Acotó con voz queda, pero admirado porque pese a no recordar ni siquiera quien era, la joven hablaba con firmeza y lo miraba decidida. Pensar que él apenas pudo mantener la mirada...

-"Nos hemos metido"- Pensó la muchacha sonriendo sutilmente.

- Yo... perdona- Susurró ella bajando su mirada.

-Da igual- Contestó arisco el muchacho- De todas maneras me hubiese metido en este lío- Añadió calmadamente, provocando una suave sonrisa por parte de la aludida.

Pausadamente InuYasha dejó a su mirar poder deleitarse con aquel hermoso espectáculo del que era concurrente en primera fila. Fuera de Kikyou y su madre pocas veces una muchacha había estado tan cerca de él, quizás por su irracional carácter, o su forma de reaccionar hacía el resto- Sin embargo aquella cercanía se le hacía bastante cómoda, y aquella sonrisa... - Caviló, bajando su mirada ante las extrañas ideas que surcaban su mente.

¡InuYasha, hijo vine en cuanto me enteré de lo ocurrido- Exclamó el hombre entrando apresuradamente al salón, mas quedando estupefacto ante la "extraña" escena.

InuYasha se separó adustamente de la joven, provocando que esta quedase arrodillada en la alfombra.

¡Más cuidado InuYasha- Increpó Inutaisho acercándose a la jovencita- Déjame ayudarte- Ofreció amablemente tendiéndole la mano, Kagome extrañada aceptó tan amable gesto de aquel desconocido, quien tras ayudarle miraba interrogativo a InuYasha.

-Oh- Notó el muchacho- Padre ella es...- Su voz quedó acallada, la verdad es que ella no sabía como se llamaba y por mismo él tampoco- La saqué del inmundo sitio de Naraku, seguramente pensaba venderle- Añadió con sequedad- Al parecer tiene amnesia- Terminó por decir el muchacho.

Inutaisho le miró comprensivo al tiempo que asentía distinguidamente- Pues- Sonrió- Te pareces mucho...- Se detuvo dudando en sus palabras, más al ver la suave sonrisa que la muchacha mostraba decidió proseguir- Te pareces a la difunta esposa de un buen amigo, seguramente su hija tendría tu edad- Susurró. InuYasha entonces le miró nervioso, sin saber bien por que.

¿Puedo darte un nombre hasta que recuerdes el tuyo- Interrogó amablemente. Kagome asintió sin dudarlo¿Te agrada Kagome? Así se llamaba la hija de mi amigo- Concluyó viéndole con profunda fijeza.

-Si- Respondió agradecida, ante lo cual Inutaisho sonrió abiertamente

¿Supongo que InuYasha te habrá ofrecido hospedaje en nuestro hogar- Interrogó mirando reprobatorio al aludido.

-Si lo ha hecho, claro si usted accede y no soy una molestia en su hogar- Se apresuró a contestar entre avergonzada por aquel tinte de petición que guardase en sus palabras y entretenida por el huraño semblante que había mantenido InuYasha ante la interrogante de su padre.

Inutaisho asintió suavemente¡Rin- Llamó, elevando su voz mas manteniendo aquella suavidad que usó en las palabras con las que se dirigió a la joven.

Una chica quizás unos dos o tres años menor que ella se apresuró en entrar al salón, sonriendo afablemente a Inutaisho y los presentes.

-Supongo desearás tomar un baño y descansar- Examinó dirigiéndose a Kagome, la muchacha sólo movió su cabeza afirmativamente- Rin pequeña¿Podías guiar a nuestra invitada por la casa y ayudarle si es que necesita algo- Preguntó con visible cordialidad.

-Si señor- Respondió inmediatamente, para luego sonreír ampliamente a Kagome, obteniendo igual respuesta de esta- Acompáñeme- Le invitó.

InuYasha observó como ambas jovencitas abandonaban el salón. Su estoico semblante parecía examinar cada paso de aquellas, cuando ya seguro notó que estas no regresaban decidió volverse a su padre.

Inutaisho había abandonado aquel afable semblante de minutos antes, reemplazado por aquel sobrio e imperturbable que le caracterizaba¿Sabes en lo que te has metido- Examinó con voz calma.

-Si- Susurró su hijo por respuesta, bajando la cabeza.

-Naraku ha ido a reclamarme el golpe que le has propinado y a recalcarme que desea le regreses aquello que le "arrebataste" a la fuerza- Añadió Inutaisho, imitando el severo tono que seguramente hubiese utilizado Naraku al efectuar su demanda.

¿Y que… Qué le has respondido?.- Musitó entrecortado el muchacho. Sentía cierto temor de haber causado problemas a su padre, miedo de que su impulsividad fuese motivo de malos ratos para su progenitor.

-Que la muchacha de por si no le pertenecía- Profirió con gusto Inutaisho, al tiempo que el joven levantaba presurosamente su mirada, asombrado no de las palabras que su padre utilizase, sino por aquel tono que guardaba tras de ellas.

-Luego me ha "amenazado" con que saldará cuentas- Agregó con cierto sarcasmo- Y yo le he hecho saber que le esperaremos, después de todo, me enorgullece lo que has hecho- Inutaisho depositó su mirada sobre los dorados ojos de su hijo menor.

Una suave y alegre sonrisa poso fugazmente en labios e InuYasha y un gesto de asentimiento fue aquel "gracias" que deseo decir.

-Ahora claro- Continuó esta vez con rotunda seriedad- De que tendremos problemas los tendremos- Dijo, al tiempo que un suspiró de resignación escapaba de sus semiabiertos labios.

-Lo sé- Musitó suavemente InuYasha dejándose caer sobre un mullido sillón con sus brazos cruzados y mirada reflexiva.

-Sabes, seguramente aquella muchacha ha de haber pasado malos momentos, por lo mismo quiero que seas consecuente- Habló con extremada discreción tomando asiento junto a él- Es una muchacha muy linda- Agregó con simpatía.

-Yo me ocuparé de ella- Hizo saber el muchacho con sus doradas orbes enmarcando un brillo sin igual.

Inutaisho sonrió complacido- Sé que lo harás- Acotó- Deberías ir a ver si esta todo bien, por si necesita algo, además creo que has de avisarle- Susurró meditabundo- que esta noche será muy helada.

¿Qué- Interrogó InuYasha- Dije que me ocuparía al respecto, NO que pasaría a ser su "niñero"- Profirió con arrogancia. Inutaisho negó detenidamente con cierta diversión.

¡Feh! Mejor me voy antes de que me mandes a hacer quién sabe que otra cosa- Dijo poniéndose de pie con su semblante furibundo.

Se detuvo ya en el marco de la puerta, volteando a ver a su padre- Gracias- Susurró.

-Ha de estar en el cuarto de invitados- Declaró con su semblante meditabundo y sus ojos cerrados, insistió Inutaisho.

¡Que no iré- Exclamó InuYasha exhalando apáticamente. Su padre le contempló con su labio curvado, esbozando una tenue sonrisa- Hasta mañana padre- Despidió resignado el muchacho, antes de salir rumbo a las escaleras.

Termino Capitulo Ocho- Nueve de Octubre del 2004; 22:21 Horas.