Capítulo 5: El plan de Voldemort
De pronto, Draco sintió como la marca se enrojecía y le abrasaba la piel. Voldemort reclamaba a sus mortífagos... ¿Cómo podía llegar hasta él? Entonces, se acordó de cierto pasadizo del que una vez le habló Snape. Ese pasadizo arrancaba en el sauce boxeador de los terrenos de Hogwarts y llegaba hasta la casa de los gritos de Hogsmeade.
Snape lo conocía muy bien, cuando iba a sexto, Sirius Black y sus amigos los merodeadores habían intentado matarlo allí, o al menos eso decía Snape. No hace mucho, cuando Draco iba a tercer curso, Snape había entrado allí, encontrando a Sirius de nuevo después de tanto tiempo...
Pero Sirius había escapado y Snape, furioso, hubo de contárselo a alguien para desahogar su ira, alguien en quien confiara... ese alguien fue Draco.
Después de lo que ocurrió con Peter Pettigrew, Snape le dijo que no siguiera nunca ese camino. Draco lo había prometido, pero...
finalmente había tenido que faltar a su promesa.
Draco bajó a los terrenos y tocó el nudo del sauce boxeador con la varita. Esto se lo había contado Snape deliberadamente por si alguna vez él tenía que hacer uso de ese pasadizo... ahora agradecía su información, le estaba siendo muy útil...
Atravesó el pasadizo, era bastante largo pero lo hizo corriendo, no se puede hacer esperar a Lord Voldemort. Finalmente se introdujo en la casa de los gritos. Conocía muy bien ese lugar era la casa donde Lord Voldemort pasó su infancia cuando aún era Tom Riddle. Allí se encontraban ya el resto de mortífagos y el propio Voldemort.
¡Draco! Dijo éste. Mi joven y prometedor mortífago. Draco se sorprendió ¿Por qué Voldemort manifestaba tan abiertamente sus sentimientos?
Sé lo que estás pensando-dijo Voldemort. ¿Nunca te han enseñado oclumencia?-preguntó. Digo esto porque eres el más joven de mis mortífagos y el más entusiasta, además. ¿Cuántos años tienes?-preguntó.
Dieciséis-respondió Draco.
Sí, sabes oclumencia, sino no tendrías la marca. Úsala, la oclumencia es muy importante-lo recriminó Voldemort. Recuerda, no soy el único que puede leer la mente... Severus, por ejemplo, aunque sea un maldito traidor, sabe legilimencia. Pero vamos al grano-prosiguió Voldemort. Os he llamado, mis fieles mortífagos porque quiero que sepamos de una vez esa maldita profecía... esa que nos concierne a mí y al famoso Harry Potter...
Para eso tendremos que atraerle hasta aquí y torturarle hasta que nos revele toda la maldita profecía palabra por palabra...
Esta vez no podéis fallarme, seguro que os gusta esta situación tan poco como a mí, ese paladín, defensor de los "sangre sucia" que es Albus Dumbledore se está riendo de nosotros pero ya me he cansado, ahora, las reglas del juego, las dictaré yo...
De pronto, una figura hizo su aparición... era alta y esbelta y vestida con una túnica rojo sangre. Tenía apariencia de mujer y aunque Draco sólo la había visto dos veces en su vida la reconoció de inmediato... era Bellatrix Lestrange.
La figura emergió de las sombras, en su rostro podía apreciarse una leve sonrisa.
¡Draco! Mi querido sobrino, parece que has decidido seguir los pasos de tu padre en el camino del mal... el único posible hacia el poder.
Llegas tarde-dijo Voldemort con frialdad.
Sí, bueno, ha surgido un imprevisto... dijo Bellatrix con una nota de temblor en la voz.
¿Un imprevisto?-preguntó Voldemort con incredulidad. El joven aprendiz Malfoy estaba en Hogwarts y ha logrado llegar aquí prontamente.
Draco hizo una mueca de disgusto. ¿Aprendiz? ¿Sólo lo consideraban un aprendiz? claro, que él no tenía intención de ser mortífago pero...
Lo que quiero que hagáis para acabar de una vez con esta situación es que entréis en Hogwarts, esto será tarea tuya, Draco y logréis convencer a Potter de que Remus Lupin se ha convertido en lobo y está atacando a Severus, por mucho que lo odie, no dudará en venir hacia aquí de inmediato y una vez Potter entre en la casa de los gritos, lo atacaremos y lo obligaremos a decirnos la profecía para matarlo... Y, cuando esté muerto, Dumbledore no volverá a reírse de nosotros... jamás.
Voldemort se rió perversamente.
Señor... -dijo Bellatrix como si tuviera miedo de recibir una descarga en cualquier momento.
Sí, ¿Bella?-preguntó Voldemort.
Creo que ya le hicimos a ese chico... Potter algo parecido el año pasado, no creo que vuelva a caer en la trampa.
Por eso-prosiguió Voldemort como si meciera una bomba entre sus brazos, es por lo que Draco tendrá que ganarse su confianza... ¿Qué?- preguntó Draco, asustado. Yo, pero...
¿Sí?- inquirió Voldemort con toda tranquilidad.
Draco sabía que era totalmente imposible negarse a una orden de Voldemort. Snape lo hizo, y de no haber escapado, estaría muerto.
Sin embargo, dijo a modo de defensa: Si Potter sabe que va a morir igual, no desvelará la profecía.
Muy agudo, Draco. Pero ya había pensado en eso... ¿Recordáis cuando Potter estaba en segundo curso y usé a la pequeña Ginny Weasley para atraerlo? Bien, volveremos a usarla, una vez que esté aquí, le diré que me diga la profecía... o mataré a la señorita Weasley.
¿Está seguro de que esa niña vendrá?-señor... - intervino Barty Crouch hijo.
Totalmente-afirmó Voldemort. Parece que a la señorita Weasley le atrae nuestro querido Potter... y eso nos facilita las cosas. Simplemente, la traeremos aquí, engañada, ese, será tu trabajo, Bella.
Bueno, ¿está todo claro?-preguntó Voldemort con toda naturalidad, como si lo que acababa de explicar no fuera más complicado que una clase de Aritmancia.
Los mortífagos asintieron, Draco, sin embargo, no hizo el menor gesto.
Draco, dijo Voldemort, creo que no lo has entendido.
Sí, señor-respondió Draco con prontitud, aunque en realidad no lo veía nada claro, ¿hacerse amigo del cabeza-rajada, del famoso Harry Potter, él?
Aunque hubiera querido, sabía que Potter no era imbécil, si se acercaba a él con intención de trabar una amistad se daría cuenta enseguida. ¿O es que no le había dejado claro muchas veces lo mucho que lo odiaba?
Lo odiaba simplemente por ser él, el famoso Harry Potter incluso se había librado de algún que otro castigo por ser tan popular. Y todo por librarse del señor oscuro, nadie se libra de Voldemort, nadie. El mal siempre sabe donde estás, él conoce tus miedos e inseguridades mejor que tú mismo-decía Draco para sí- porque, aunque tú no lo sepas, Potter, sois muy, muy, parecidos mi señor y tú... casi podría decirse que formáis parte de la misma persona. Dos cuerpos, dos almas, pero el mismo fin: conquistar el mundo.
Sé lo que pretendes, Potter quieres conquistar el mundo, igual que esa sangre sucia que era tu madre. La muy... se creía muy poderosa porque tenía una extraña afinidad con el señor oscuro... por eso creyó que él no iba a matarla pero el señor oscuro no perdona y mucho menos, olvida... por eso la mató por su traición. Aunque al principio no quería hacerlo... pero tenía que llegar hasta ti... ella le dijo que sería por encima de su cadáver... y así fue.
La información es poder... ¿lo sabías, Potter? Y mi padre es muy poderoso en ese aspecto... puede que sepa más sobre la vida de tus padres que tú mismo. Aunque Dumbledore se ha encargado personalmente de que así sea... claro, eres tan delicado para que te cuenten todo esto... y Dumbledore no quiere herir a su alumno preferido contándole el pasado de su madre... Sin darse cuenta, Draco había quedado sumido en sus pensamientos, de repente una voz lo sobresaltó: Ahora- prosiguió Voldemort- debéis iros todos... sobre todo tú, Draco, antes de que se den cuenta de tu ausencia...
Draco se dio la vuelta y volvió a salir por el pasadizo, sin añadir nada más.
Volvió a atravesar el pasadizo que llegaba hasta el sauce boxeador y volvió a tocar el nudo con su varita para salir.
En cuanto lo hizo, se encontró con los ojos del mismo Albus Dumbledore...
