Capítulo 13: La confesión de Hermione

Los días transcurrían en una letanía agobiante, y como si el estado inconsciente de Samantha fuera poco, tres semanas después de su ataque, Pansy Parkinson fue atacada del mismo modo, o al menos eso le pareció a Ginny, cuando la encontró boca abajo, tirada en las escaleras que conducían a la torre de adivinación.
Por suerte, esta vez no había sido Draco el que la hallara, ya que se encontraba en la enfermería, con Samantha.

Pansy estaba boca abajo, tirada sobe la escalera que conducía aula de adivinación.

Ginny la vio y ahogó un grito.

¡Profesora Trelawney!-exclamó angustiada- ¡Baje, por favor!

La puerta circular que daba paso al aula de sofocante ambiente donde se impartía la asignatura de adivinación, se abrió. Dando pasa a la desgarbada figura de Sybill Trelawney.

Ésta, miró el cuerpo de Pansy y luego preguntó con nerviosismo: ¿Qué ha pasado?

No lo sé- musitó Ginny. Yo sólo la encontré aquí y...

¿Qué hacías aquí arriba?- preguntó la profesora con voz atronadora.

Yo sólo... no, en realidad...

Ginny dudó ¿Sería prudente decir los motivos de su subida ala tercera planta de la torre norte?

Quería... ver al profesor Dumbledore- dijo al fin.

¿Puedo saber por qué motivo?- volvió a preguntar la profesora, alzando las cejas.

Ginny empezó a enojarse.

No, en realidad, no- dijo sin preocuparse por parecer demasiado grosera. Creo que eso es algo muy personal.

Bien- repuso la profesora- no respondas. Aunque creo que al profesor Dumbledore le interesará mucho saber por qué te has puesto tan nerviosa cuando te he preguntado.

Ginny se alejó por el pasillo, precipitadamente. La profesora Trelawney y ella, habían tenido problemas desde que Ginny tuvo su primera clase de adivinación de ese año, ya que la profesora se pasó la clase diciendo que, aquellos que solían estar cercanos a los que veían visiones o hacían cosas extrañas, podían acabar como ellos. Ginny se enfadó porque sabía que se refería a Harry y a ella.

Y es que Ginny se preocupaba mucho por Harry últimamente, ya que veía al muchacho algo preocupado y cabizbajo y aunque él se empeñara en negárselo, Ginny sabía que tenía mucho que ver con Sirius.

De hecho, la razón por la que Ginny quería hablar con Dumbledore aquella lluviosa mañana, era Harry.

Quería proponerle algo que sabía que a harry lo ayudaría un poco a superar lo de Sirius o al menos, le haría ilusión.

No así a Dumbledore, ya que Ginny estaba segura de que lo que le iba a decir no iba a ser de su agrado. Pero se dijo que al menos, lo intentaría. Aunque eso, podía esperar un poco más. Ahora tenía que contar a Dumbledore lo del ataque de Pansy Parkinson.

Así que en cuanto llegó a la puerta del despacho de Dumbledore, tocó tres veces, con decisión.

Adelante- se oyó desde dentro.

Ginny tomó aire y abrió la puerta.

¿Dónde estoy?-preguntaba una aturdida Samantha en la enfermería, despertando de un largo sueño.

Draco se despertó bruscamente, había estado durmiendo en una silla, al lado de la cama de Samantha.

¡Sammy! –exclamó con euforia. Parece que estás bien.

Y la abrazó. Estaba preocupado por ti-le dijo.

Samantha sonrió-nuestra relación-dijo- no empezó muy bien. Pero quizá aún podamos arreglarlo. Después de todo, eso de tener un primo que te defiende y se preocupa por ti no está tan mal... luego empezó a disculparse: Yo no debería haberte obligado a... -empezó.

Draco la interrumpió. Olvídalo-dijo -Además me hiciste un gran favor.

¿Por qué?- preguntó Samantha.

Pero Draco no pudo responder, porque de pronto, la puerta se abrió de un golpe seco y por ella entró Hermione que exclamó: ¡Han atacado a Pansy Parkinson!

Draco no dijo nada, salió de la enfermería disparado y Hermione fue tras él, precipitadamente.

Ambos llegaron al despacho del profesor Dumbledore jadeantes.

Draco se apoyó en la pared. ¿Qué... ha... pasado?-preguntó con la voz entrecortada por el esfuerzo de haber subido dos pisos corriendo.

Pansy Parkinson ha sido atacada-anunció Dumbledore con gravedad- y suponemos que por un seguidor del señor tenebroso...

Draco miró a Hermione, buscando en sus ojos serenos la fuerza para seguir allí.

Hermione estaba abrazando a Ginny, que lloraba desconsoladamente.

Yo la encontré-explicaba ésta- estaba en el suelo, boca abajo, y cuando llamé a la profesora Trelawney, prácticamente me acusó de haber atacado a Pansy- decía Ginny entre sollozos.

Draco notó como un sentimiento de ira, subía desde su estómago hasta sus labios, pugnando por salir.

Sin mediar palabra, cogió a Ginny por el brazo y la estampó contra la pared del despacho.

¿Cómo sé que no has sido tú?- preguntó a gritos- hace cuatro años, atacabas tú a todos los nacidos de muggle, y todo el mundo pensaba que era Harry. Seguro que has vuelto a ser tú- espetó Draco- estúpida entrometida...

Yo no he hecho nada- siguió sollozando Ginny- yo no atacaba a nadie, fue el basilisco de Tom Ryddle. Además, ¡Yo nunca atacaría a Hermione!

Hermione posó su mano en el hombro de Draco.

Yo la creo, Draco-dijo. Ella es mi amiga y sé que nunca me haría daño, ni a mí ni a nade.

Señor Malfoy-empezó Dumbledore- le sugiero que se siente en esa silla y se ponga cómodo. Es necesario que me explique algunas cosas-prosiguió, señalando la silla situada enfrente de su escritorio.

Draco dio un respingo, casi había olvidado que Dumbledore seguía en el despacho. Alzó la vista y miró los ojos azules de Dumbledore. ¿Era tristeza lo que se reflejaba en ellos?

Se dispuso a obedecer, pero antes tomó la mano de Hermione.

No te vayas, por favor- pidió- no me dejes solo.

Bastaba una mirada de Hermione para que Draco fuera capaz de hacer cualquier cosa. No había dudado cuando le dio el anillo de compromiso, ni cuando le dijo que la quería. Sabía que no tenía sentido darle el anillo a Samantha. Lo único que deseaba en ese momento, era que ella se quedara allí, con él y sería capaz de enfrentarse a los profundos ojos de Dumbledore, que en ese momento lo miraban con dureza.

Ella tenía que quedarse... porque sin ella, nada tenía sentido.

Hermione miró a Draco y supo que debía permanecer allí.

En ese momento, se oyó un golpe sordo v Harry entró en el despacho de Dumbledore. Miró a Ginny, que estaba sentada en el suelo, abrazándose las rodillas. Aún lloraba.

Harry se acercó a ella y la abrazó.

¿Qué ha pasado?-preguntó a Dumbledore.

La señorita Weasley podrá explicárselo todo... fuera, en cuanto se tranquilice un poco.

Harry miró a Draco y Hermione con curiosidad, pero no dijo nada, ayudó a Ginny a levantarse del suelo y se la llevó fuera del despacho.

Le aconsejo que espere fuera usted también, señorita Granger- pidió Dumbledore.

No-repuso ella, cortante.

¿Qué ha dicho?-preguntó Dumbledore con cara de no entender nada.

Que no me voy- repitió Hermione, desafiante. Todo lo que va a decirle a Draco puede decírmelo a mí.

Señorita Granger- volvió a intervenir Dumbledore- no le va a gustar nada de lo que aquí se va a oír, va a ser bastante desagradable...

Draco apretó la mano de Hermione y le dio fuerzas para continuar.

No pienso irme- repuso Hermione- Draco y yo estamos juntos, y si tengo que enfrentarme también a usted para estar con él, lo haré, no lo dude ni por un instante.

Y no lo había dicho con voz normal, sino como un grito, un grito de libertad que nacía en lo más profundo de su ser y subía por su garganta, con una fuerza abrumadora. Nunca se había sentido tan segura y poderosa. Por primera vez en su vida, se sentía dueña y señora de su futuro. Podía decidir cada uno de sus pasos sin tener que consultarlo con nadie, y sobre todo, sin tener que preocuparse de lo que pensasen los demás.

¿Esa es su última palabra?-preguntó Dumbledore, sorprendido, mirando con insistencia los ojos oscuros y sinceros de la joven.

Sí- repuso Hermione con seguridad.

Bien, siéntese- concedió Dumbledore- pero recuerde que está aquí bajo su propia responsabilidad.

Hermione lo hizo y miró a Draco a los ojos, esos ojos que habían sido más gélidos y peligrosos que el hielo cuando la miraban a ella durante estos años... pero ya no, los ojos de Draco expresaban admiración y agradecimiento por lo que ella acababa de hacer. Había confesado su relación con él, y no lo había dicho con miedo o con temor, sino como una bandera. Como si en lugar de sólo unos meses, hubieran pasado siglos desde que estaban juntos y Hermione llevara ese peso en su conciencia desde mucho tiempo atrás...

Bueno... - empezó Dumbledore- todo lo que voy a decirles, va a ser muy difícil de aceptar, pero las cosas han de ser necesariamente así, y yo me limitaré a exponerles los hechos. Así que escuchen atentamente, por favor:

En primer lugar deben saber que el ataque de la señorita Parkinson, ocurrido hace sólo unos minutos, no ha sido producido por la maldición cruciatus. No es el mismo ataque que el de la señorita Hermione Granger y Samantha Lestrange.

Samantha se ha despertado hace un momento, después del ataque- interrumpió Draco.

Ya... bueno, eso confirma lo que yo pensaba dijo Dumbledore.

¿Qué es... profesor?-preguntó Hermione con vehemencia.

Pues que el atacante lo tiene todo perfectamente planeado, o... tal vez esta situación se le está escapando de las manos.

Draco y Hermione miraron a Dumbledore con asombro.

No me miren así- prosiguió el director- piénsenlo, La señorita Granger, despertó al poco de ser atacada. La señorita Lestrange, ha despertado hace un momento. Y la señorita Parkinson, en cambio...

¿Cómo está?- preguntó Draco, levantándose impetuosamente de su asiento.

Lo hemos intentado todo, pero... - parecía que a Dumbledore le costaba articular las palabras, cosa muy extraña en él- su ataque ha sido llevado a cabo con la maldición Avada Kedavra. No hay nada que podamos hacer por ella. Lo lamento, señor Malfoy.

Draco sintió como todo su mundo se venía abajo, notó un frío glaciar en el interior de su cuerpo. Recordó cuando jugaba en el jardín con Pansy, cuando sólo tenía tres años... recordó que desde que tenía uso de razón. Pansy había sido su única amiga. La única que le había escuchado, y la única que le comprendía... hasta que su padre decidió que iba a ser mortífago y todo cambió. Draco sabía que a ella le había dolido su distanciamiento pero... ¿Qué podía hacer él? Eran deseos de su padre... Draco se había impuesto no tomarle cariño a nadie... hasta que llegó Hermione... quería hablar con Pansy, pero las últimas palabras que él había oído de labios de Pansy, eran de odio hacía él. Ella le dijo que se arrepentía de todo el tiempo que habían pasado juntos...

Hermione apretó aún más la mano de Draco.

Dumbledore les dio unos minutos para asimilar lo que acababa de decir. Luego prosiguió:

Como ustedes se imaginan, el culpable de todo esto será llevado inmediatamente a Azkaban...

Señor Malfoy... lo lamento pero... todas las pruebas lo señalan como el principal sospechoso.