Capítulo 22: En el cementerio
Harry y Draco aterrizaron de bruces sobre el suelo pedregoso del cementerio.
-Draco¿Dónde estamos?- preguntó Harry con exasperación.
-En realidad, Lupin está aquí- dijo Draco mirando a ambos lados, aunque sabía que el no aparecería.
Harry miró hacia el cielo. ¡Ojala no existiera la luna llena!- pensó mientras observaba su perfil blanco. Parecía tan pálida e inocente allí arriba... y sin embargo, ella, sin saberlo, arruinaba cada noche con su apariencia la vida del último merodeador...
Un momento...
-¡Draco!- exclamó Harry de pronto- ¡Mira la luna!
-¿Qué mire la luna?- preguntó Draco- ¿Pero que...? En cuanto dirigió la mirada hacia ella lo comprendió: la luna estaba en cuarto creciente, no llena. La luna no estaba llena y Lupin no podía haberse transformado.
-¿Qué significa esto, Draco?-preguntó Harry.
Por toda respuesta, una veintena de mortífagos, tal vez más, aparecieron ante ellos de improviso.
-Vaya, Draco- le espetó Lucius Malfoy a su hijo- no te esperábamos, no al menos después de lo que has hecho. Ha sido una estupidez- añadió.
-¿Qué?-balbuceó Draco- ¿De qué hablas? He cumplido con mi parte de lo acordado. Granger está muerta y Potter está aquí. ¿Eso es lo que queríais¿No?
Harry miraba alternativamente a Lucius Malfoy y a su hijo, demasiado sorprendido por las palabras de ambos para decir nada.
-Mientes muy mal, Draco- lo acusó Lucius- Tú no has matado a Granger. Ella está aquí. No gracias a ti, claro. Tras esto, murmuró¡Lumos! iluminando un claro del cementerio donde Hermione estaba atada a una tumba. Yacía inconsciente, con la cabeza apoyada sobre el hombro en un ángulo extraño.
Draco sacó rápidamente la varita y adelantó un paso. Pero su padre fue más rápido¡Crucio!-gritó.
Draco se retorcía en el suelo, pero de pronto el dolor cesó tan rápido como había empezado.
-¡Lucius!- gritó una voz fría- ¿No te he dicho que esperes? No es el momento... aún.
Los mortífagos enmudecieron.
Una figura oscura emergió de las sombras, mostrando su horrible sonrisa.
Lord Voldemort había hecho su aparición en el cementerio.
Como empujados por una mano invisible, todos los mortífagos se inclinaron en una reverencia.
Voldemort sonrió. -¡Vaya!- exclamó de repente- parece que Harry ha venido a nuestra... "pequeña fiesta."
-Echa un vistazo a tu alrededor- añadió con satisfacción-.
Harry miró a Draco. Éste último le dirigió una mirada de culpabilidad y avanzó un paso, como recordando su presencia.
-Me ocuparé de ti después- espetó Voldemort mirándolo con desprecio.
-¡MORSMORDRE!-pronunció de inmediato.
La marca tenebrosa apareció en el cielo estrellado con total nitidez, iluminando todo el cementerio.
Harry, obediente, echó un vistazo a su alrededor y lo que descubrió lo llenó de espanto. Tumbas. Aquel inmundo lugar estaba lleno de tumbas.
-¿Dónde estamos?- preguntó con un hilo de voz.
-Aquí-repuso Voldemort con el pecho henchido de orgullo- yacen todas las personas que han tenido el honor de morir a mis manos.
-Ven, puedes ver a algunos- añadió.
Harry dio un paso al frente, temeroso.
-No temas- dijo Voldemort- no va a pasarte nada... aún.
Harry se acercó a Voldemort, aún temblando, pensando que era mejor obedecer aunque esas palabras en su boca sonaban a amenaza de muerte.
Mientras tanto, sin que nadie lo advirtiera, oculto entre las sombras y con un sigilo en el que iba en juego su vida, Draco Malfoy desapareció del cementerio.
