Capítulo 25: El poder de los ojos de serpiente
Harry y Voldemort se enzarzaron en una encarnizada lucha a muerte.
La misma libertad luchaba contra la tiranía en aquel cementerio, una lucha por imponerse a cualquier precio, sin importar cuantas vidas estuvieran en juego.
Las espadas entrechocaban cada vez con más fuerza, ahora eran tan rápidas que Draco solo veía su estela.
Harry y Voldemort luchaban en un torbellino de color. Ojos verdes. Sangre roja. Destellos plateados que ni siquiera rozaban el pecho del oponente. Voldemort sabía hacía donde iba la espada de Harry. Sólo era cuestión de segundos que uno de los dos se cansara y sería el vencido.
Harry sólo oía el sonido metálico de las espadas y los hechizos de los mortífagos, que pasaban silbando a su lado, dando al cementerio una apariencia de campo de batalla. Pasos. Silbidos. Impactos contra las tumbas. Niebla.
Las ráfagas se sucedían a toda velocidad. Una pasó demasiado cerca... Harry se derrumbó en el suelo. La espada cayó a su lado. De repente todo se volvió rojo...
"Acércate más, muchacha, no temas, puedo ofrecerte todo ese poder
que tanto anhelas...
a los ojos, mírame a los ojos... "
¿A los ojos¿De quién diablos era esa voz?
"Así que Lily¿no es así, Lily Evans,
Espero grandes cosas de ti, eres poderosa, muy poderosa..."
-¡Crucio!- esta última exclamación, proveniente de los labios de Voldemort, hizo que Hermione se retorciera de dolor, atada a la tumba.
-Harry, -exclamó- ¡Harry, despierta, por favor!
-Harry despertó sobresaltado. ¡Tú! –Dijo- señalando a Voldemort con dedo acusador- Tú engañaste a mi madre para que te llevara hasta mi padre. No le ibas a dar poder¡ibas a matarla!
-Harry...- empezó Voldemort- hay muchas cosas que tú ignoras. Tu madre, Lily Evans, era la única persona capaz de leer mi mente. No podía dejar que se uniera a los aurores, lo entiendes¿verdad?
Harry entonces recordó algo, algo que le habían estado repitiendo desde su primer año en Hogwarts, y tuvo una idea:
"Eres igual que James, excepto los ojos, tienes los de tu madre"
Harry volvió a empuñar la espada de Godric Gryffindor y la dirigió hacia Voldemort con expresión desafiante.
Éste esbozó una sonrisa irónica. -¿Quieres que volvamos a batirnos en duelo, Harry? Pueden pasar horas hasta que uno de los dos se canse o... tal vez sólo minutos. Tú decides¿Quieres vivir o por el contrario morir?
Harry levantó la espada hasta la altura de los ojos de Voldemort.
-Si tengo que morir- dijo- que así sea.
Por segunda vez en la misma noche, Harry y Voldemort se enzarzaron en un violento combate a muerte. Pero esta vez algo era diferente: Harry tenía una esperanza, era una remota posibilidad, pero tal vez valía la pena intentarlo.
Miró a Voldemort a los ojos, como si quisiera traspasarlo con la mirada y entonces... le pareció que Tom Marvolo y él eran la misma persona.
Pudo ver toda la vida de Voldemort en unos segundos... el día que asesinó a sus padres, simulando él mismo su propia muerte... el día que abrió la cámara de los secretos... El día que el primero de sus fieles vasallos se alió a él... el día que le comunicaron que era premio anual... los años que pasó estudiando artes oscuras... y, finalmente, logró encontrar un sentimiento, un sentimiento en aquel corazón más duro que una roca. Miedo. Voldemort no conocía la profecía completa y temía que aquella noche, el asesinado fuese él.
Finalmente Harry descubrió lo que Voldemort pensaba en ese momento: desviar la espada de Salazar Slytherin a la izquierda y acabar con él de una vez por todas. Pero Harry fue más rápido. Sin pensar, sin sentir nada excepto una ira que había empezado apoderándose de su razón y ahora colapsaba todos sus sentimientos, desvió su propia espada con rapidez y la introdujo limpiamente en el pecho de Voldemort.
La sangre empezó a manar a borbotones. Harry no esperaba aquello, en pocos segundos quedó cubierto de sangre de pies a cabeza. Finalmente, Voldemort dejó de luchar.
El enemigo de los magos libres, el ser más despiadado que había pisado la tierra, el mago que dio toda su vida por una vida déspota y maldita, yacía muerto en el suelo del cementerio. El cementerio donde él, a su vez había despojado a muchos magos y brujas de vivir.
Todo podía haber acabado así, de no ser porque...
En la sólida penumbra neblinosa del cementerio de Godric, dos figuras hacen su aparición... una de ellas es alta y delgada, vestida con una larga túnica. La que camina a su lado, parece llevar una larga melena, camina un poco encogida, como si temiera recibir una descarga en cualquier momento.
Las dos figuras avanzan directamente hacia Harry y Draco con determinación. Ahora están a menos de cien metros. Son un hombre y una mujer pero Harry no puede ver sus caras, cubiertas con una máscara negra. No dicen nada. Atacan.
-¡CRUCIO!- pronuncia la figura de la larga melena.
Draco se cae al suelo y se retuerce de dolor. Las dos figuras se despojan de la máscara al mismo tiempo.
-Parece que ahora no hay nadie que evita que yo me divierta un poco-dice el hombre de la melena rubio platino sonriendo.
-¡Padre!-exclama Draco- ¡Voldemort ha muerto, no tiene que seguir fingiendo que está de su parte!
El rostro de Lucius se ensombrece. La incredulidad da paso a la burla.
-Sabes que odio la hipocresía, Draco. Mi lealtad al señor tenebroso nunca fue fingida. Draco desvía la mirada hacia la mujer situada a la derecha de su padre. Pero Harry es más rápido.
-¡CRUCIO! Esta vez, Bellatrix Lestrange se estremece de dolor mientras la maldición prohibida atraviesa su cuerpo. Pero no por mucho tiempo. En pocos segundos, Bellatrix levanta su propia varita a la altura de los ojos de Harry, ahora la situación ha cambiado.
-Dame un motivo- dice ella- dame un solo motivo para que no te mate ahora mismo.
Harry traga saliva con dificultad. Luego responde rápidamente: -Nunca sabrás cómo lo maté.
Las palabras de Harry han desconcertado a Bellatrix, aunque no lo suficiente para que baje la guardia.- ¿Qué importa eso ahora?-inquiere, sorprendida- Él está muerto, es lo único que importa.
-Admítelo, Bellatrix- dice Harry en un susurro- ansias el poder. Quieres llegar a tener mucho más poder del que aquel que un día fue tu señor habría podido soñar. Pero para eso, necesitas saber cual fue su punto débil. Sigues sin saber el final de la profecía.
Bellatrix sonríe ampliamente. Por un momento, a Harry le da la impresión de que ha ganado la partida, pero Bellatrix responde con rapidez: -¿Te crees muy listo, verdad Potter? No subestimes jamás a Bellatrix Black. Aún guardo un as en la manga.
-¡LUMOS!- Bellatrix dirige la varita a la tumba situada al lado de la de Hermione y la ilumina con una luz tenue. Una melena rojiza cae en desordenados mechones sobre la tumba, un charquito en el suelo, evidencia que ella ha llorado. Ginny está atrapada, tan atrapada como él.
A Draco no parece irle mejor que a Harry. Ha renegado de todo lo que antes sentía por su padre. Ahora, un solo sentimiento domina a todo lo demás: Odio. Draco está intentando matar a Lucius Malfoy, pero no parece que lo consiga.
-Draco¿nunca aprenderás, verdad¿No te dije que para matar a alguien había que sentir un odio incontrolable? No parece que me odies, nunca podrías odiar a tu padre- provoca Lucius regodeándose- Aunque te diga que fui yo quien trajo aquí a la "sangre sucia".
-¡AVADA KEDAVRA!- exclama Draco, esta vez, con total claridad. Y la segunda muerte de la noche se produce en un cementerio comparable al mismo infierno.
De pronto, el cementerio se ilumina con una luz brillante, cegadora. Cuando Draco logra fijar la vista, todos los mortífagos huyen. El cementerio está ahora atestado de mortífagos. No van a luchar. No tienen que hacerlo. Ni siquiera les obliga a ello el defender el honor de su antiguo señor, ellos no creían en un mundo sólo de magos de sangre pura. Lo único que les unía a Lord Voldemort era el miedo. Pero tras su muerte, éste ha desaparecido. Ahora los mortífagos son libres. Muchos parecen despertar de un largo sueño. Bellatrix no se va. Sigue con la mirada puesta en Harry. Levanta la varita y dice en un susurro:
-Tienes dos opciones: o me dices completa esa maldita profecía o mato a Weasley ahora mismo. Y sabes que lo haré.
Bellatrix exclama: -¡EXPELLIARMUS! Y la varita de Harry, al que ha cogido completamente desprevenido, pasa a sus manos. Harry no tiene otra salida. De todas maneras, ya no le importa. Abre la boca y la profecía escapa de sus labios como si el no controlara las palabras. Como si sólo estuviera recitando una letanía cuyo peso lo agobiara:
"El único con el poder para vencer al señor oscuro se acerca,
Nacido de aquellos que lo han burlado tres veces, vendrá al mundo mientras el séptimo mes esté muriendo... y el señor oscuro lo marcará como su igual...
pero él tendrá un poder que el señor oscuro no conoce...y uno de los dos debe morir a manos del otro, pues ninguno puede vivir mientras que el otro sobreviva"
-Bueno-dice Bellatrix con tranquilidad- entonces no hay problema, sé cual era tu poder... parece ser que has leído la mente del señor tenebroso... ¿sabes? Él, Voldemort, quiero decir, siempre tuvo cuidado con tu madre, desde el momento que ella entro en Hogwarts, estuvo vigilándola. Sabía que podía leer su mente. Tuvo gran cuidado con ella, recuerdo que el día que ella accedió a servirle, el señor tenebroso nos dijo que con personas de tanto talento a su alrededor, empezaba a darse cuenta del poder que él mismo tenía.
-Siempre tuvo cuidado con las personas que él consideraba peligrosas para sus objetivos- aquí Bellatrix hace una pausa, con la mirada perdida en el horizonte- su gran error fue no recordar que los poderes permanecen en la sangre, sobretodo si la persona que lo posee da su vida por nosotros.
Bellatrix ha pasado demasiado tiempo hablando... sólo dos segundos de distracción han bastado a Harry para hacerse con la varita y apuntar directamente a sus ojos. Pero antes de matarla, quiere... no, necesita una explicación de lo que ocurrió en el departamento de misterios de labios de la asesina de Sirius.
Bellatrix mira a Harry directamente a los ojos, y sabe lo que piensa. Baja la mirada y dice con voz tenue:
"En todas las familias, hasta en las de linaje más importante,
Hay un traidor a la sangre, en la mía, ya no.
Y no me arrepiento de nada."
Estas palabras hacen que Harry odie, aún más si cabe, a la asesina de la única familia que le quedaba. A la que puso fin a la libertad de su padrino, antes de que éste pudiera obtenerla. Ahora no duda. La maldición letal escapa de sus labios con una fuerza abrumadora, antes de que sus ojos se acostumbren de nuevo a la penumbra, antes incluso de darse cuenta de lo que ha hecho, Bellatrix, la mortífaga más fiel de Lord Voldemort, yace en el suelo, sin vida. Sus últimas palabras han sido: "no me arrepiento de nada."
-Yo tampoco- dice Harry en voz alta, y se dirige hacia las tumbas para liberar a Ginny y Hermione y poner fin a la noche más larga de su vida.
