Cáp. 4
lo se Harry
pero…
pero ahora no es el momento. Primero necesitas comer algo.
No, es que yo…
Hermione fulmino a Harry con la mirada. Y este sabía muy bien lo que eso significaba. Cuidado. Mejor seria hacer lo que ella decía. Más tarde intentaría volverse a armar de valor.
Está bien. ¿sabes donde estamos?
No he ido afuera de la casa, y solo he inspeccionado el primer piso. Hay una cocina, dos salones, uno de ellos, en el que estamos, un par de habitaciones cerradas, un cuarto de baño, y unas escaleras enormes que dan al segundo piso.
¿Hay algo de comida?
Si. Le envié a Dumbledore una lechuza. Sin decir donde estamos y… jajajajaja
¿de que te ríes?
Es que… ni yo misma se donde estamos.
Harry esbozo una sonrisa, le encantaba verla feliz, verla reír, le hacia feliz a él.
bueno – prosiguió hermione – se comprometió a mandarnos todas las noches, una lechuza con comida.
Y ¿ha llegado ya?
Si…jajaja… hace mucho. No creo que tarde en amanecer.
Pues entonces creo que…eh…podríamos desayunar algo. ¿me acompañará señorita? – dijo haciendo el amago de una reverencia, aun sentado.
Jiji. Por supuesto caballero.
Hermione se levanto y fue hasta un rincón en sombras, cogió un par de cosas y volvió con harry. Le tendió una gran cesta de mimbre con un montón de paquetes blancos, la mayoría cerrados.
Ella se sentó delante de el y empezó a abrir otro paquete.
este es el que mando anoche – dijo abriendo el paquete. Dentro había una botella de zumo de calabaza, un plato de muslitos de pollo y menestra de verduras y otro con un pastel de carne. - ¡comételo tú todo! Yo cene anoche, haré un desayuno normal.
De acuerdo.
Empezó a buscar en la cesta, hasta que encontró una barra de pan, una botella de leche y un tarro de mermelada
me tostare un poco de pan – a lo que harry no puso muy buena cara
¿hay algo de fruta?
Si. Hay una manzana y un par de melocotones.
Entonces también te comerás uno.
Pero…
Por favor – dijo harry mirándola con ojitos tiernos.
¡OH, está bien! Pero no me pongas esa cara – dijo sonriendo.
Empezaron a comer tranquilamente. Como en los viejos tiempos. Mientras comían decidieron subir al segundo piso, y ver si la cocina funcionaba.
Harry y hermione se levantaron y esta le enseño lo poco que había visto. El otro salón, la cocina, el vestíbulo con las escaleras y el cuarto de baño.
¿y esa puerta? – dijo harry señalando a una puerta de madera muy oscura, que estaba en un rincón en sombras. Era como si no quisieran que se descubriera. De hecho, el que harry la hubiera visto, fue una casualidad.
No se. Esta cerrada – harry se acerco a ella – la descubrí al tercer día.
¡vaya!
¿Qué? – hermione se puso a su lado.
Este cuadro me ha pedido la contraseña.
Pero no la sabemos
Lo se – se le ilumino la cara - ¿probamos?
Si tiene una contraseña será por algo. A lo mejor es algo personal del dueño de la casa, o algo peligroso. ¿ya te has olvidado de Fluffy?
No, pero…
Además, podemos tardar mucho en descubrirla, harry.
De repente el cuadro sonrió, sin que estos se dieran cuenta, y cuando ya se iban, la puerta se abrió.
¿pero que?
Vamos.
Entraron a lo que alguna vez fue una acogedora habitación. Había una gran chimenea apagada, protegida por una rejilla, un gran sillón, una cuna, muchas mesas, mucho polvo, y otra puerta, esta de cristal, por la que se empezaban a filtrar los primeros rayos del amanecer que dejaban ver un pequeño patio interior, con una fuente arabesca.
¡que bonito!
Todo eso…me resulta familiar.
Ambos instintivamente miraron a la cuna. Rápidamente harry cogio una marco que había sobre una de las muchas mesas, y quito aquella gruesa capa de polvo que ocultaba la verdad
